Entrevista
–Mi nombre es Roberto Míguelez, tengo 68 años, y nací en la Provincia de Buenos Aires, en Exaltación de la Cruz. Vine a vivir a Lanús en el año 1944. Estoy jubilado de la Industria, ahora estoy en la política. Soy el Presidente del Frente Grande acá en Lanús, e integro, en representación del Frente Grande, el Frepaso [entrevista realizada en junio de 1995].
-¿A partir de qué momento usted se identifica con el peronismo?
–Yo te puedo decir que uno estuvo identificado con el peronismo desde siempre, o sea, de aquel incipiente peronismo que surge fundamentalmente después del ’45, después de 17 de Octubre. Pero, particularmente, fui peronista, siempre adherí a Perón pero no tuve militancia hasta el ’55. Iba a la manifestación, a los actos. En esa época era obrero metalúrgico. –Y una vez que se produce el golpe de 1955 usted seguía desempeñando el cargo de obrero metalúrgico… –Sí, sí. Trabajaba en una fábrica metalúrgica acá en Lanús. Después del golpe fui elegido como delegado, para finales del ’55, principios del ’56. Porque una vez producido el golpe y después de que reaccionamos que Perón había caído, nunca pasó por la cabeza de los trabajadores de esa época que Perón pudiera ser derribado por un golpe. Así que pasaron los primeros meses, un poco de no creer, de que Perón volvía de la cañonera, después de que volvía del Paraguay. Entonces cuando tomamos conciencia de que esto era irreversible, se habían instalado los otros sectores reaccionarios. A partir de ahí empezamos a tratar de organizarnos y hacer algo por el peronismo y en contra de la dictadura.
–¿Y de qué manera empezaron a organizarse?
–De manera bastante espontánea. A partir de charlar con otros compañeros. Uno se vinculó con personas que tampoco eran militantes anteriormente y se decidieron a militar. Porque el peronismo tiene esa característica que una generación se incorpora después de ‘55 sin haber tenido experiencia, sin ser tan partidista, sin ser militantes del Partido Peronista en aquel entonces, que se incorpora al peronismo para defenderlo cuando cayó. Antes nosotros recibíamos los beneficios y concurríamos a los actos, teníamos nuestra lección. Yo voté en el ’46, fue mi primer voto hacia Perón, voté después en el ’49 que hubo otra elección y en el ’52. Y ahí terminaba, un poco, mi misión como peronista, el resto era trabajar, disfrutar de aquellos años que eran buenos; un operario se podía dar el lujo de vivir bien: de salir, de ir a la cancha y de salir a comer a fuera, ir a los bailes, vestir bien. Eran años buenos.
–¿Cuándo se produce el golpe militar de 1955, usted pasa inmediatamente a integrar un comando?
–No. Yo te digo que es a veces casi cómico algunas cosas que me han sucedido en la vida, supongo que de muchos otros también, con particularidades por ahí distintas, pero yo comienzo primero solo, es decir, a hacer pintadas, volantes. Yo tenía como un hermano mío que actuaba en Banfield y habíamos colaborando antes de fines del ’56, antes del 9 de Junio. Alguna vez, algún delegado nos trajo “miguelitos” y tirábamos “miguelitos”. No me acuerdo quien eran los delegados del gremio. Entonces, cuando había paro nos dedicábamos a tirar “miguelitos” para paralizar el transporte y demás. No pasaba mucho más de ahí. Mi hermano se vinculó con anterioridad al 9 de Junio de 1956 donde fusilaron a unos compañeros y yo estaba en una segunda operación. Mi hermano estaba vinculado más directamente donde se hacían los grupos que iban operando desde el primer momento, en el supuesto que se ganara, y después seguíamos también nosotros, por lo cual, le habían dado todo el lugar al grupo de mi hermano José Miguelez. Lo detuvieron la noche del 10 de junio, creo que estuvo entre dos y ocho meses preso y después prácticamente no militó más.
–¿Usted militó en un comando acá en Lanús?
–Sí, para esa época andábamos en una formación, en un comando pero que, hasta entonces, era más una célula. Se llamaba “26 de Julio” por el aniversario de la muerte de Evita. Se forma inicialmente con dos nombres: Parrilla y García. El objetivo era ir nucleando compañeros, no tenía una operatoria, más que participar en las huelgas y los que vinieron a verme fueron todos compañeros, que tenían más experiencia que yo. Ese fue el inicio.
–¿Recuerda los nombres de otros compañeros que integraban el comando?
–No. Nada más que estos dos que eran los dos primeros, porque después se fue tratando de no sea muy difundido quienes lo integraban. A estos los conocía yo, porque eran vecinos. Después se incorporaron otros, de todos modos, los comandos no eran muy numerosos.
–¿Cuántas personas podían integrar un comando?
–En este comando seríamos cinco, seis personas, en aquella época. Eso fue posterior al 9 de Junio del ’56. Estos compañeros, García y Parrilla, ya andaban trabajando desde antes pero yo todavía no tenía contacto con ellos.
–¿Y cuál era el objetivo que tenían los comandos?
–En primera instancia, no se tenía muy claro. El objetivo era organizarse y luchar por la vuelta de Perón y contra los gorilas. Lo que no se tenía en claro era cómo hacerlo. Entonces el primer paso era ir juntándose con gente que se animara a conformar alguna orgánica mínima y contactarnos con otros comandos que se estaban formando en otros lugares, en otros distritos: en Quilmes, en Capital y hacer reuniones. En ese momento lo poco que circulaba eran directivas o cartas de Perón. Recuerdo uno de los elementos que circuló mucho, fue ese libro que después sacó Perón: La fuerza es el derecho de las bestias. Antes de que circulara llegó mimeografiado al país y se repartía entre los compañeros. Se hacían algunos volantes con alguna información que se conseguía en contra de los milicos y otros volantes incitando a la gente a organizarse, a resistir, a luchar por la vuelta de Perón. Pero el regreso incondicional de Perón fue el denominador común de todos los tiempos, todo se basaba en eso, y sobre todo en los tiempos iniciales. A medida que fue transcurriendo el tiempo nos fuimos comunicando con otra gente, con otros compañeros, se fue intensificando la lucha y se pasó a otro tipo de acción más contundente.
–Pero, por ejemplo, en ese momento colocar explosivos o hacer pintadas ¿era muy común?
–Sí, después del ’56. A principios del ’57 ya nos conectamos con otra gente, porque esa actividad nos llevaba a conectarnos con otros compañeros que no conocíamos y ya empezar a lidiar más en serio, ya venían directivas más concretas de Perón que decían: “con todos los medios, en todo momento y en todo lugar”. Eran directivas generales, no decían hagan específicamente “tal cosa”, decían “hagan todo”; eran instrucciones de orientación. Y después, todo esto va exigiendo capacitación, perfeccionarse, nuevos compañeros, nuevas vinculaciones; el intento de ir vinculando otros sectores, otro comandos, otros grupos que operaban y que no nos conocíamos.
–¿Se vincularon con otros comandos acá en Lanús? ¿Cuántos grupos había?
–Acá en Lanús existieron grupos que no sé si tuvieron denominaciones de comandos. Uno de los grupos más conocido, fue un grupo que lideró en su momento Paladino, que años después fue correo de Perón. –Y al grupo de Paladino, ¿quiénes lo integraban? –Y me acuerdo de Salazar que murió. No me acuerdo los nombres de otros pero después los llegue a conocer, después nos conocimos con todos. –¿Y había otro grupo más, aparte del de Paladino y el de ustedes? –Sí había, no los conocía. Con el tiempo nosotros fuimos siendo el grupo de mayor operatividad en Lanús. Nosotros llegamos a operar en todo el país, un poco más adelante. Después se formó la Central de Operaciones de la Resistencia (C.O.R.) que intentó coordinar todos los comandos sueltos del país, y además, para tener una organización.
–¿Usted fue uno de los fundadores de C.O.R.?
–Sí. En realidad los verdaderos fundadores de C.O.R., sin que tuviera la dimensión de una organización, fueron compañeros como Aparicio Suárez, Armando Cabo, Varela Guzmán. Aparicio Suárez era militar y Varela Guzmán también. Armando Cabo fue Dirigente Gremial de la CGT y estaba vinculado a General Iñiguez. Cuando nosotros em pezamos a participar ahí, que sería a fines del ’57, a medida que nos fuimos poniendo cancheros, trabajamos con Herminio Iglesias, también con los grupos de Avellaneda, yo estaba con los de la Resistencia. Después nos peleamos por muchos años, nunca más nos hablamos cuando empezamos con el asunto de la política. Entonces el C.O.R. eran civiles y militares. Cuando nosotros vamos creciendo en organización, no solo en Lanús sino en Capital, San Isidro, en Ramos Mejía, en Quilmes, proponemos que el C.O.R. sea una organización civil, que los militares tengan la organización de los suboficiales, la organización de los oficiales y la organización de los civiles. Quedo algún militar con nosotros, uno de esos retirados que habían echado que querían trabajar más con los civiles que con los militares. Pero eso estaba coordinado, había un comando central que coordinaba las organizaciones civiles con las militares, una coordinación que después presidió por mucho tiempo el General Iñiguez y yo integraba ese estado mayor insurreccional en representación del C.O.R., yo y un compañero que murió: Américo Gigena, un dirigente gremial, pero esto fue en el ’59. Avancé muy rápidamente, hasta llegar ahí. Nosotros ya nos habíamos especializado en el atentado, en hacer eficaces los paros y las huelgas para el transporte, cerrar las fábricas, el piquete, esos fueron los hechos que puede producir la Resistencia.
–En el comando que usted integraba, ¿recuerda algún tipo de acción importante que realizó?
–Nosotros tuvimos una época en la que no había ni un día que actuáramos en las fábricas que carnereaban…
–O sea que el comando que usted integraba tenía muchos vínculos con la actividad sindical. –Sí, siempre la tuvimos porque yo, además, era dirigente gremial, era delegado. Después me echaron de esa fábrica, entre en otra empresa, y me eligieron delegado al poco tiempo, después me echaron de ahí, y entre en otra, todo en Lanús. O sea que todo ese tiempo fui delegado metalúrgico.
–¿Y usted qué rol desempeñaba en el comando? ¿Había alguna autoridad en el comando o todos tenían que desempeñar la misma actividad y no había ningún cargo jerárquico?
–No. Por ejemplo, Lanús tenía un jefe. La Zona Sur tenía un jefe de diez distritos; cada distrito tenía un jefe y a la vez había un comando central, que fue lo que logramos después, que era una especie de mesa de coordinación y conducción de todos esos sectores. Esos niveles de organización son posteriores al ’56, son de finales del ’57. Entonces yo comienzo acá, primero, como uno más del grupo, porque el primer jefe, ya cuando teníamos una orgánica más definida, fue Sproviero, había una unidad básica acá y llevaba el nombre de él, que era suboficial. Después con el tiempo yo lo reemplacé a él por decisión del grupo. Después pase a ser jefe de la Zona Sur y después pase a ser, secretario general de la mesa del C.O.R. La mesa del C.O.R. se componía por un representante de cada zona, o sea, uno de Capital, uno de Zona norte, Zona sur y Zona Oeste, y con un delegado de cada provincia que estuviera acá en Buenos Aires cuando hubiera reunión. Es decir, en cada provincia teníamos 6 o 7 comandos y no estaban vinculados entre sí, entonces para darles participación y que participaran en la mesa del C.O.R., a veces de una provincia había 2 o 3 punteros, esa era la mesa ejecutiva. Además teníamos una secretaría de información, una secretaria para los temas específicos, que no era exclusivamente representante de Zona. Uno que se encargaba de las comunicaciones con el interior, otro estaba encargado de informaciones, otro que estaba encargado de logística. Lanús era la cresta con más grupos porque todos los compañeros de Lanús operaban, no solamente en ahí sino en toda Zona sur, en Capital y Zona Norte, porque muchos grupos se lograron armar acá.
–¿Puede ser que los siguientes compañeros integren un comando? Cejas, Purita, Manes, Arias, Alberto Tosso.
–Sí, yo los conozco a todos. Hemos estado juntos en algunas etapas. Cejas, por ejemplo, era del sindicato del Vidrio y, por supuesto, habrá puesto “miguelitos”, habrá hecho alguna cosa en aquella época. Purita fue más verso que otra cosa. Purita estuvo siempre en la parte política. Se podría decir que se denominaban de la Resistencia todos, pero hay que ver qué considera cada uno por Resistencia. Purita anduvo siempre más en la parte política. Alguna vez estuvo vinculado a nosotros, al C.O.R., con compañeros míos cuando yo estaba como jefe del C.O.R. y los datos que me dieron estos compañeros, son que Purita no respondió muy bien a las misiones que se le encargaron. Tosso estuvo vinculado, era de la Juventud Peronista de aquella época y también estaba vinculado a todos nosotros, pero no concretamente en lo que era la Resistencia activa, donde se andaba con cosas más peligrosas que tirar “miguelitos”. No sé si habrán puesto algún petardo en algún lado, pero por intermedio nuestro no. Manes es un viejo peronista que en la actualidad trabaja en la Municipalidad, que también son de la gente del peronismo que resistió.
–¿Y el actual Secretario de Gobierno [de Lanús], López José, integró un comando?
–No, tampoco. Que yo sepa, no. López estuvo muy vinculado siempre a Raúl Pedrera en aquella época. Yo te hablo de la actividad que nosotros apoyamos y de aquella gente que nosotros íbamos comprometiendo de a uno. Ahora, que se hayan reunido diez y que era un comando puede ser. Pero para ser claros, nosotros llamábamos “Comando de la Resistencia” a aquellos que estaban en condiciones de operar en lo que se le mandara, en lo que hiciera falta, no solamente repartir un volante o un “miguelito”, Con cierto nivel de organización y capacidad para hacer objetivos. Es distinto a un grupo espontáneo. De todas formas es un trabajo importante el que realizaban, es decir, circulaban volantes, alguna cosa menor habrán hecho.
–¿Usted qué sentía en aquel momento frente a ese Gobierno Militar?
–Para nosotros eran enemigos. Y luchábamos contra ese enemigo, por todos los medios, con todas las formas y en todo lugar; no solamente era poner un artefacto explosivo, sino de todas las formas: desde cortar cables telefónicos a romper los asientos de los colectivos, los trenes, era todo. Cuando no se podía hacer una cosa se hacia otra. Hubo compañeros que cortaban los asientos, pero también hacían otras cosas. Estaban preparados para cortar los asientos y también dejar algún “regalito”.
–Este tipo de actividades son muy distintas a las que adquieren después, cuando se organizan como un comando, una estructura orgánica en la planificación de actividades.
–Claro, porque después se va determinando la acción según la capacidad del grupo, entonces después nosotros conducimos también a los que cortaban los asientos, además de lo espontáneo, que habrán sido miles y miles, pero no eran los que operaban en otras instancias mucho más difíciles.
–¿Puede hacer un relato de lo que pasó la noche del 9 de Junio de 1956 en Lanús?
–Yo bien, no lo conozco Yo estaba vinculado con mi hermano que estaba relacionado en Avellaneda. Ese era un grupo de Gurmendi, eran 14 obreros con dos delegados. Organizaron el grupo porque así se les requería en aquel momento y dieron todos los datos, porque les pidieron todos los datos, una cosa media infantil de aquella época. Incluso la aptitud militar que tenían cuando hicieron la conscripción. Esos fueron todos presos porque lo milicos agarraron la lista esa. Pero yo no estaba en esa lista, estaba conectado con mi hermano. Y tenía otro grupo de compañeros que eran cinco, pero no estaban en ninguna lista. Eso los conocía yo. Así que, mi hermano tenía que ir a Plaza Italia la noche del 9 de Junio. Fueron, y producido el golpe, tomaron el regimiento, que era el numero uno creo. Estaba todo esa gente que les iban a entregar las armas. Y los dos jefes que eran dos delegados de Gurmendi tenían las listas encima en el momento de la detención. A mi hermano no lo detienen esa noche porque había miles allá en Plaza Italia por los bares; cuando vieron que habían fracasado, la gente se va, dispara. La policía, dicen que los van a matar todos. Y estos, como nadie los vio, se van para las casas. Pero a los dos jefes, sí los detuvieron porque eran los que tenían que entrar en el regimiento, y tenían la lista encima, entonces el día 10 a la noche los levantaron en la Comisaría catorce y se los llevaron.
–Ahora, usted esa noche ¿Recuerda lo que hizo y tuvo conocimiento de lo que pasó en Lanús?
–Esa noche, en una forma de ir cubriéndonos, fui al cine, al Opera. No me acuerdo que película, nada. Porque el movimiento estaba para las diez de la noche. Supuestamente nosotros, si tenía éxito eso, nos iban a venir a buscar al otro día. Así que yo fui al cine. Antes daban tres películas a la noche. Cuando terminó la primera película (yo había ido con quien ahora es mi señora y no le había dicho que se esperaba el golpe para esa noche) salimos del intervalo y le dije: “Vámonos” y nos fuimos para casa y quedamos ahí a la espera de información. Por cualquier cosa que se presente, “Yo fui al cine”, me guarde la entrada, pero me fui antes, me fui en la primer película. Esa noche empezamos a escuchar por la radio la ley marcial, que el golpe había fracasado. Me quede en mi casa y averigüé de mi hermano; que había regresado, así que no nos vimos mas durante el día siguiente y él se fue a trabajar porque estaba en la Gurmendi, estaba de mantenimiento, y creyendo que a él no lo vieron, todos los muchachos, los doce se fueron al campo. No tuvieron en cuenta la lista, no pensaron que el otro tenía encima la lista, así que el 10 a la noche los vinieron a buscar a todos. Se salvaron de los fusilamientos porque los llevaron a Capital, porque la lista cayó allá. Si la lista caía acá, hubieran corrido la misma suerte que los de León Suárez o los de acá de Lanús. A los de Lanús los detienen en Avellaneda, los traen y los fusilan acá en la Regional.
–¿Usted qué recuerdos tiene de lo que paso esa noche en Lanús? ¿Había un intento de tomar la regional?
–No sé. Me parece que sí había algunos planes y otros peronistas que ya murieron, más viejos, que estaban más vinculados al partido, lo comentaron después, pero yo no sabía. Después hay mucha gente que dice que estuvo detenida acá en Lanús, entre otros, José López que lo detuvieron, que se salvo porque pararon de fusilar. Y sé que hubo otros detenidos, también, que no los fusilaron, no los fusilaron a todos. Ahora bien, cómo fue ahí, no sé.
–¿Usted conocía a los hermanos Ross?
–Sí, conocí a uno de ellos, jefe del Registro Civil. Era el escribano, yo me enrole con él cuando el registro Civil estaba en Pavón.
–¿Puede ser que en Lanús algunos llegaron a hablar de 20 a 25 grupos comando?
–No creo. Además, del ’57 en adelante, empezábamos a controlar bastante lo que era la lucha de la Resistencia y no era mucho lo que se hacía que nosotros no supiéramos. Si no eran de los grupos coordinados o subordinados por nosotros, identificábamos algún que otro grupo que podía andar suelto. Pero después los atentados sí eran todos planes nuestros.
–¿Hubo un grupo del Coronel Gentiluomo?
–Sí. No sé si llegó a tener el grupo. El hombre que trajo a Gentiluomo, allá por el ’56-’57, no recuerdo bien, ya tiene ochentipico de años. Me estás haciendo acordar que estaban otros, muchos jóvenes y me decía: “Se acuerda cuando vino con el Coronel Gentiluomo acá, a Gerli y se reunió en la casa de un compañero que era el Delegado regional de la CGT de Avellaneda”, no me acuerdo, creo que era Albornoz de apellido.
–¿Y Federico Durruty?
–Durruty estuvo conmigo en el C.O.R. Fue el Presidente de la Junta Promotora del Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires, fue Delegado Regional y después se incorporó en el C.O.R. con nosotros.
–Volviendo a la cantidad de grupos comandos en Lanús, ¿entonces no eran tantos como sostienen algunas fuentes? ¿Que, a lo sumo, se puede llegar a identificar tres grupos embrionarios?
–Esto no quita que hayan podido estar formados, con esa intencionalidad, grupo que se denominaban “comando” o de otra forma, de peronistas. Pero que operaran como grupo comando, no. Nosotros de la época, después del ’58, cuando vino el plan CONINTES y que apreciaron los atentados y demás, sabíamos, más o menos, quiénes eran.
–¿Y ustedes estaban operando, más que nada, en la zona de Villa Industriales?
–En Lanús Este, Oeste, en todo Lanús. Incluso, íbamos a Lomas, Avellaneda, Almirante Brown. Porque nosotros teníamos mas compañeros que los otros grupos, operábamos en Capital también, reforzando los comandos de allá. Ahora, que se formen grupos, veinticinco grupos formados para una movilización, y es posible. A lo mejor se reunían cinco personas en una casa y hacían un comando.
–Digamos que usted, con los compañeros que me nombro antes, integraban, lo que se puede decir, el embrión de un comando de la Resistencia Peronista.
–Y hubo otro grupo, por lo menos identificado, que era el de Paladino, en el que estaban, Arias y Salazar que eran cuatro o cinco compañeros más: Cejas, Manes, Tosso. Podían estar constituidos en un grupo de operaciones, no sé, no te puedo decir porque calcula que con la Resistencia Activa muchas cosas no se pueden hacer si no tenés armas y no tenés explosivos. Podes tirar “miguelitos”, cortar un cable, y si se animaban, hacer una pintada, la difusión de volantes clandestinos. Esa actividad, sí. Lo otro es más difícil, y hay que tener toda una vinculación porque los explosivos no los encontrás por ahí, las armas tampoco.
–¿Y qué otras actividades hacían para resistir?
–Nosotros participamos en cuanto acto se hacía, como grupo organizado. Se hacia la Marcha del Silencio, para Evita, los actos del 17 de Octubre, con represión y en cuanto reprimían, en Capital y en Avellaneda hemos hecho cada lío: toma de colectivos, coches. En Capital quemábamos coches, una vez quemamos como quince coches en una movilización. Pero además de los grupos que íbamos organizados, había grupos que se desprendían de la gente, que por ahí podían ser como estos grupos de Tosso, que también estarían seguramente y en una actividad de esas por ahí hacían algo. Yo no quiero desmerecer, lo que quiero decir es que no hubo tantos grupos activos en la lucha más frontal, como los que se dicen. Porque cuando en algún lugar se eliminaba algún grupo, por ahí no pasaba más nada, no es que otro grupo lo reemplazaba. No eran tantos. Y acá en Lanús nosotros hacíamos las reuniones y nos conocíamos. Además andábamos a la pesca de compañeros para sumarse a la lucha.
–¿Se reunían en cualquier lugar o había un lugar?
–No. Había algún lugar más estable que otros, pero podía ser la casa de cualquier compañero. Incluso, una casa que no fuera de ningún compañero del comando, sino que eran los apoyos colaterales. En ese caso había muchísimo apoyo de la gente, en tanto de guardar paquetes y esas cosas, lo guardábamos en casas nuestras o lo guardábamos en casas de compañeros peronistas, conocidos.
–Alguna anécdota de los primeros años de ese embrión de comando que tenía usted con los demás compañeros.
–He hecho tantas cosas. Cuando no había nada que hacer, salir a poner alguna bomba a algún lado. Lo que pasa que algunas operaciones, que fueron de gran importancia, no se hicieron en Lanús, se hicieron en Capital. En el departamento de policía, en distintos lados, en la casa de gobierno, por decirte algunos lugares. Cada Gorila que nos enterábamos que vivia por acá, se llevaba un “regalito”.[1]
Testimonio:
Adhería al peronismo ardorosamente, como toda mi familia, como miles y miles de trabajadores, yendo a los actos, a la Plaza. Los sectores que habían estado gobernando antes del 43 se jactaban de que éramos una colonia próspera, como decían los ingleses, que teníamos mucho oro en el Banco Central, pero acá estábamos en la miseria: no había escuelas, no había estadísticas de la salud de la gente…No había nada que se refiriera a la gente, al pueblo. Había vacas gordas y peones flacos. Yo vine del campo en el 43 y era peronista como miles y miles, era uno más del montón. Estuve el día que Perón renunció en el Ministerio de Trabajo en la calle Perú a principios de octubre. Me quedó una frase que él dijo, que iba a volver “desde abajo”. Estuve el día de los bombardeos en el golpe de junio del 55 y no podía creer lo que estaba pasando. Recuerdo que cuando venían los aviones pensé que se sumaban al acto de desagravio a la bandera, pero ametrallaban y tiraron bombas.
Nosotros no sabíamos de doctrina, actuábamos espontáneamente, por un profundo sentimiento. Había otros como Sebastián Borro o Avelino Fernández que tenían más conciencia por su actividad sindical. Después de lo de Valle, empezamos a organizarnos.
Yo participé en lo de Iñiguez, en Tartagal. Éramos veintiuno: catorce quedaron presos y siete quedamos en el monte durante un mes. En el 62, cuando me casé, fui a pasar mi luna de miel a esos montes y le mostré a mi mujer los lugares por donde anduvimos. Nosotros éramos normales, manteníamos en secreto nuestra militancia en la Resistencia pero en lo demás éramos normales: íbamos a los boliches, no andábamos mirando con cara de malos…Eso sí, nos transformábamos a la noche.
Me detuvieron en agosto del 64 y estuve preso tres años. Con Gustavo Rearte estuvimos en Coodinación Feeral. También estaba detenida ahí la “Negra” Amanda Peralta. Primero estuve en Devoto con un régimen muy duro. Después estuve en Olmos, en la cárcel nueva de Tolosa.
Por suerte tuve una familia muy unida que fue muy solidaria con mi mujer. En las épocas jodidas, cuando tenía que rajarme, mi mujer se quedaba con los pibes y bancaba la cosa. Además, las mujeres vivían la incertidumbre de los allanamientos, de no saber dónde estaba el compañero y, además, tenían que arreglárselas como pudieran, pedirle a uno y a otro, ir a los sindicatos, sin lo cual muchos compañeros no hubieran podido llevar adelante su lucha. Nos ayudaron los telefónicos, los ferroviarios…A mí me defendió el doctor Torres, que ser de la CGT, nos blanqueaba un poco más.
Salí de la cárcel con resentimiento, repensando qué iba a hacer. Pero ya en el 69, con lo de Corrientes y la muerte de [Juan José] Cabral, el Cordobazo y el Rosariazo, fui integrándome de nuevo.[2]
[1] Incluido en Polese, Rubén. Vencedores vencidos. La resistencia peronista en el Partido de Lanús. Buenos Aires, El Colectivo, 2014.pp.159-169.
[2] En Garulli, L.; Caraballo, L.; Charlier, N. Cafiero, M. Nomeolvides. Memoria de la resistencia peronista. Buenos Aires, Biblos, 2000.pág. 54-55.