En el ámbito local de la zona oeste, con mayor precisión en Ramos Mejía, se publicaba el periódico Renovación, desde 1952. Su director era Tomás Farías.

Al producirse la “Revolución Libertadora” se acercaron a su redacción periodistas ligados a la “resistencia” como Valentín Thiebaut o Elías Castelnuovo.

De manera inercial seguía colocando en la primera página las tres banderas del peronismo.

Se trataba de un semanario de cuatro páginas con una tirada que rondaba los 3000 a 5000 ejemplares.

Su argumentación principal, en los meses que mediaron entre el golpe militar y su cierre definitivo en diciembre del año 1955, era la crítica a las políticas de la “libertadora”:

“Protestamos por el alza de los artículos de primera necesidad, punto de partida a la época de miseria que nos tiene reservada la oligarquía y el imperialismo. Protestamos también porque el pueblo es convidado de piedra, condenado a escuchar a una legión de declamadores trasnochados que hablan de la Constitución y de las estatuas mientras los antiguos entregadores de nuestra economía siguen adelante” (n° 202. 6/12/ 55, p.1).

Acusaban al diario Clarín de garantizar el soliloquio de Raúl Prebisch para rebatir a quienes lo acusaban de “vender al extranjero” al país.

En el editorial convocaban a defender las conquistas del período anterior. En primer término, aludían a la revolución boliviana y a la mexicana, señalando que los obreros y campesinos defendían sus avances mediante las armas. El texto avanzaba en la argumentación poniendo en entredicho que el gobierno militar fuera a respetar los derechos de los trabajadores. En la parte final convocaba a la “unión de la clase trabajadores”, de ello dependía “toda salida del momento que vive el mundo del trabajo y de la encrucijada en que se encuentra la República Argentina”.  

En una columna, mediante un diálogo ficticio, reafirmaban la identidad partidaria, sin hacer mención expresa del nombre del movimiento: “No podemos ser lo que somos, aunque no dejamos de ser lo que éramos”.

Castelnuovo retomaba una vieja práctica en la sección titulada Caña Fístula y su seudónimo de Helio. En uso de su habitual ironía señalaba que la “revolución libertadora” no se había metido solo con las personas de carne y hueso, sino que la emprendía, también, contra las estatuas. Describía con lujo de detalles el operativo militar contra las estatuas que presidían el edificio de la “Fundación”: primero le tocó a “Perón y sus descamisados”; luego a “Evita y a sus seguidores”; más tarde, a la “Industria”, al “Trabajo” y a la “Libertad”. Los trabajos realizados por Tomassi con mármol de Carrara, eran derribados uno a uno. Al hilo de esta cuestión, el autor refería los usos que se hacía de los próceres en el momento: Artigas había sido resucitado como líder federal, al calor de la cercanía argentino-uruguaya del momento; la exaltación de Echeverría y la execración de Rosas, que era asimilado a Perón, hablando de su gobierno como “segunda tiranía”, entre otras. En otro tramo de su intervención, Castelnuovo llamaba “resistencia muda” a la posición que se atribuían los hombres de ASCUA y la SADE en ese presente.

Una nota destacaba que La Prensa sería devuelta a los Paz, lo que implicaba que “la oligarquía estaba de parabienes”. Al hilo de esa noticia, el mismo Castelnuovo, ahora sin firmar la nota, embestía contra Leónidas Barletta en una nota que tituló “Sonó la hora de los perros”. Criticaba su egocentrismo y sus reverencias pasadas y presentes a Gainza Paz.

Reseñaban un acto de los socialistas exiliados en Uruguay, consignando que se había entonado La Marsellesa, tras escuchar a Repetto, Moreau y Palacios. El título era “el peligro de la oratoria incendiaria”. De manera irónica señalaban que el próximo acto debían hacerlo, por razones de seguridad, en el Patio Central del Departamento de Policía, ya que rápidamente podrían acudir las dotaciones del Cuartel de Bomberos.

En la sección de correo decían recibir cientos de cartas: “Agradecemos desde aquí a toda esa ciudadanía que al igual que nosotros está con la Patria y con la historia en este momento crucial que atravesamos los argentinos” (n° 202. 6/12/ 55, p.1).

        Ese fue el último número, ya que sufrió la clausura, contemporánea a la de otros medios de expresión vinculados a la “resistencia”.

Referencias:

Carman, Facundo. El poder de la palabra escrita. Buenos Aires, BN, 2015.

Moyano Laissue, Miguel A. El periodismo de la resistencia peronista, 1955-1972. Buenos Aires, Asoc. Resistencia Peronista, 2000.

Darío Pulfer