(Buenos Aires, 7 de octubre de 1930 – Buenos Aires, 11 de mayo de 1974)

            Sacerdote, figura destacada del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) y promotor del movimiento de curas villeros.

            Carlos Mugica nació en el seno de una familia acomodada de la ciudad de Buenos Aires. Hijo de Carmen Echagüe y Adolfo Mugica, diputado conservador entre 1938 y 1942, fue el tercero de siete hermanos. Como él mismo recordaba, durante su niñez y adolescencia “el mundo de los pobres le era totalmente desconocido”. A diferencia de sus hermanos, que cursaron sus estudios en establecimientos religiosos, Carlos egresó del Colegio Nacional de Buenos Aires y comenzó la carrera de Derecho, la cual abandonó en 1951. Al año siguiente, decidió ser sacerdote e ingresar al Seminario Metropolitano de Buenos Aires. Durante esos años, colaboró en las misiones a conventillos y casas de la parroquia Santa Rosa de Lima, junto al párroco Juan José Iriarte. El golpe de estado de 1955 lo conmovió de cerca: “Cuando salí a la calle aspiré en el barrio la tristeza. La gente humilde del conventillo estaba de duelo por la caída de Perón”.

            En diciembre de 1959 fue ordenado sacerdote por el cardenal Antonio Caggiano en la Catedral de Buenos Aires y fue designado vicario cooperador en  la parroquia Nuestra Señora del Socorro en Barrio Norte. Tuvo un rol clave como asesor espiritual de la Juventud Universitaria Católica (JUC) y de la Juventud Estudiantil Católica (JEC) del Colegio Nacional, donde conoció a Gustavo Ramus, Fernando Abal Medina y Mario Firmenich, futuros fundadores de la organización Montoneros. Junto a aquellos jóvenes, llevaron a cabo en 1966 las misiones rurales en el chaco santafesino. Allí tomaron contacto directo con la pobreza y la explotación de los hacheros de la zona y dieron lugar a las primeras discusiones en torno a la legitimidad de la violencia en contextos de opresión política y social.

            En esos años, Mugica participó de las Jornadas de Diálogo entre Católicos y Marxistas que tuvieron lugar en la universidad y generaron algunas críticas desde la jerarquía eclesiástica.

            En 1967 viajó a París para cursar sus estudios en el Instituto Católico, donde vivió de cerca el Mayo Francés de 1968 y cuando se enteró del nacimiento del MSTM en Argentina, al que adhirió inmediatamente. Desde allí, viajó a Madrid para entrevistarse con Perón en Puerta de Hierro. Su acercamiento al peronismo ya era un hecho y, en adelante, trabajó por el regreso del líder al país.

            Años más tarde, escribió en la Revista Las Bases (1973): “el peronismo fue, es y será, si continúa fiel a sus esencias y desarrolla su entraña revolucionaria, el movimiento de redención social más formidable que ha conocido nuestra Patria”.

            De regreso en Buenos Aires se incorporó al trabajo pastoral en la Villa 31 de Retiro, donde financió y construyó junto a los vecinos la capilla Cristo Obrero. Al mismo tiempo, desarrolló tareas pastorales como vicario de la parroquia San Francisco Solano con el sacerdote Jorge Vernazza. Distintos jóvenes militantes se sumaron a su trabajo en Cristo Obrero y junto a otros curas tercermundistas, conformó el Equipo Pastoral de Villas.

            Mugica construyó un perfil de sacerdocio cercano a la gente humilde. A simple vista no parecía un cura: de aspecto sencillo y lenguaje llano, cambió la sotana por vestimenta sport, usaba campera negra, pulóveres de cuello alto y jeans. A su vez, se convirtió en una figura mediática al participar en programas de televisión y escribir para distintos diarios y revistas. Cuando se discutía el llamado a elecciones bajo el gobierno de Lanusse, fue invitado al popular programa de televisión El Pueblo quiere saber, conducido por Raúl Urtizberea, donde defendió la necesidad de una apertura democrática transparente.

            En septiembre de 1970, ofició, junto al sacerdote Hernán Benítez, el funeral de Gustavo Ramus y Fernando Abal Medina, integrantes de Montoneros asesinados en un enfrentamiento con la policía. Ambos habían participado del secuestro de Pedro Eugenio Aramburu. Acusados de “incitar a la violencia” en sus homilías, los sacerdotes fueron detenidos al día siguiente y el Arzobispo Aramburu suspendió sus licencias ministeriales por el lapso de un mes.

            En noviembre de 1972, integró la comitiva que viajó con Perón de regreso a la Argentina. Al mes siguiente, promovió el encuentro de los curas del Tercer Mundo con el líder en su residencia de la calle Gaspar Campos, en el partido de Vicente López. Del mismo participaron más de 60 sacerdotes que reafirmaron su compromiso con el pueblo desde el peronismo. Tal postura quedó confirmada con la publicación del libro Peronismo y Cristianismo (1973), el cual reunía artículos escritos por Mugica para distintos medios de prensa. Bajo la presidencia de Perón, aceptó ser nombrado asesor ad honorem del Ministerio de Bienestar Social, dirigido por José López Rega. Sin embargo, las discrepancias no tardaron en salir a la luz, en especial por la política de erradicación de villas miseria.

            Al mismo tiempo, las diferencias con Montoneros se profundizaron. En una misa por la conmemoración de la muerte de Abal Medina y Ramus en noviembre de 1973, Mugica señaló: “Como dice la Biblia, hay que dejar las armas para empuñar los arados”.

            En el número de marzo de 1974, la revista Militancia, ligada a la izquierda peronista, ubicó al sacerdote en su sección “Cárcel del Pueblo”, donde “encarcelaban” a quienes consideraban “antipueblo”. En el escrito acusaban a Mugica de oportunista y de haber traicionado la revolución.

            Tras celebrar misa en la iglesia San Francisco Solano el 11 de mayo de 1974, Mugica fue asesinado por miembros de la Triple A, organización liderada por José López Rega. Su asesinato fue el primero de un sacerdote y puso de manifiesto que la escalada de violencia política también alcanzaba a la iglesia católica. Su funeral fue multitudinario. La gente de la villa trasladó sus restos hasta el cementerio de la Recoleta, donde fue enterrado en la bóveda familiar. Años más tarde, por iniciativa del grupo de curas villeros, sus restos fueron trasladados a la capilla Cristo Obrero en la Villa 31, donde había ejercido su ministerio, en una ceremonia presidida por el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio.

            La figura de Carlos Mugica fue recuperada actualmente por los curas villeros y por el Grupo de Curas en la Opción por los Pobres (OPP), quienes se consideran herederos de sus predecesores tercermundistas. Conmemoran los aniversarios de su muerte y reivindican su sacerdocio como una lucha contra la pobreza y la exclusión social. Desde 2014, en la Av. 9 de Julio se levanta una escultura con su perfil, obra homenaje del artista plástico Alejandro Marmo.

Obras:

Mugica, Carlos, Peronismo y cristianismo, Buenos Aires, Merlín, 1973.

Fuentes:

Mugica, Carlos, “La Iglesia y el peronismo”, Revista Las Bases, Nº 49, 28 de junio de 1973.

Disponible en https://www.elhistoriador.com.ar/el-padre-mugica-y-su-conversion-al-

peronismo/ [última consulta 17/04/23].

Referencias:

Bellotta, Araceli. “Carlos Mugica, el cura de las villas”. En Todo es Historia. Número 361,  1997.

Catoggio, Soledad, Los desaparecidos de la iglesia. El clero contestatario frente a la dictadura.

Buenos Aires, Siglo XXI, 2016.

De Biase, Martín. Entre dos fuegos. Vida y asesinato del padre Mugica. Buenos Aires, Ediciones

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Galli, Carlos, Et. Al., La verdad los hará libres. La Iglesia católica en la espiral de violencia en la

Argentina 1966-1983. Buenos Aires, Planeta, 2023. T I.

Sucarrat, María. El inocente. Vida, pasión y muerte de Carlos Mugica. Buenos Aires, Norma,

2010.

Touris, Claudia. La constelación tercermundista: catolicismo y cultura política en la Argentina

1955-1976. Buenos Aires, Biblos, 2021.

Vernazza, Jorge (comp.). Padre Mugica, una vida para el pueblo. Buenos Aires, Pequén Ed.,

1984.

María Elena Barral y Lucía Santos Lepera