Nacido en Avellaneda en 1918, Bernardo Alberte fue uno de los oficiales de las Fuerzas Armadas argentinas que adhirió al peronismo desde su surgimiento, y fue designado edecán presidencial por el Ejército por su jefe político.

            Conocido como “el Mayor” por el rango con el que fue expulsado de esa institución, fue delegado de Perón y secretario general del Movimiento Nacional Justicialista (MNJ) entre enero de 1967 y abril de 1968.

            Luego, dirigió el periódico Con Todo y encabezó la primera Tendencia Revolucionaria del Peronismo.

            Fue asesinado por las fuerzas represivas el 24 de marzo de 1976, pocas horas después de que la Junta Militar encarcelara a la presidenta María Estela Martínez.

            Su correspondencia con Perón presenta un carácter fragmentario, y se halla dispersa en diversos archivos o acervos documentales. Parte de ella ha sido publicada por Eduardo Gurucharri en el libro titulado Un militar entre obreros y guerrilleros (2003), y en una compilación realizada por la Biblioteca del Congreso de la Nación que reúne los documentos escritos por Perón durante el año 1967 (2020). 

            Al igual que buena parte de la dirigencia peronista, Alberte mantuvo una comunicación epistolar con su líder político que, con frecuencia variable, abarcó casi todo el período comprendido entre el derrocamiento de Perón y el triunfo del FREJULI en 1973.

            En relación con el contenido de los intercambios, la correspondencia entre ambos podría dividirse en tres períodos: antes, durante y después del paso del Mayor Alberte por la dirección del MNJ.

            Así, la correspondencia de la etapa anterior a 1967, que según los registros disponibles comienza en 1957 durante el exilio de Perón en Venezuela y de Alberte en Brasil, se intensificó con el correr de los años, siendo considerablemente fluida en los meses previos a la designación del ex edecán como máxima autoridad del peronismo en el país.

            En las cartas de esta etapa sobresalen dos cuestiones. En primer lugar, por momentos es posible advertir en las palabras del Mayor un fuerte tono de crítica hacia su jefe político, que se expresó al menos en dos sentidos. Por un lado, esto se puede observar en sus reproches respecto a algunas directivas esgrimidas por los líderes de los comandos regionales, que incluyeron el rapto de niños entre el repertorio de acciones a llevar adelante en el marco de la resistencia peronista, y a la pasividad de Perón frente a estas disposiciones. Por el otro, las críticas también se hicieron visibles en la defensa de los militares sublevados con el general Valle en junio de 1956, cuya condición de peronistas había sido puesta en duda por el propio Perón poco antes y luego  de efectuado el levantamiento. En este sentido, y si bien en la correspondencia de Perón es habitual encontrar críticas a diversos aspectos de la política del peronismo, lo que distinguió a Alberte de otros interlocutores es que éste expresaba claramente la responsabilidad última de Perón en los aspectos que fueron cuestionados. Frente a esto, en sus misivas Perón respondió a los reclamos de su antiguo subalterno dando cuenta de las medidas correctivas adoptadas para resolver los problemas señalados y explicando las posiciones objetadas (el desplazamiento del jefe del Comando en el caso de las directivas, y, en relación con la sublevación, su desconocimiento del plan de los golpistas y del tenor político del levantamiento).

            Por otro lado, la segunda cuestión que se destacó en este primer período fue la identificación clara de Alberte en la construcción de una política a la que el Mayor denominaba alternadamente como “insurreccional” o “revolucionaria” para el retorno de Perón. En ella, el sector militar tenía una centralidad decreciente conforme avanzaban los años: si las expectativas iniciales de Alberte aparecían depositadas en el golpe de Valle (del cual él también fue protagonista), para 1964, momento en que se lanzó el Operativo Retorno, el factor decisivo era la movilización popular y, para 1966, la clave residía en la coordinación de los diferentes líderes insurreccionales en el lanzamiento de una guerra revolucionaria por la liberación, tal como había sucedido en Argelia una década antes. Frente a los planteos e informes esbozados por su ex edecán, Perón siempre respondía alentando el trabajo político realizado por su interlocutor, pero manifestaba expectativas variables respecto de la salida insurreccional en función de las diversas coyunturas: si en 1957 encontraba a la resistencia y la movilización como las únicas estrategias capaces de forzar a la “Revolución Libertadora” a una retirada, para mediados de los años sesenta afirmaba que la línea insurreccional-revolucionaria se encontraba desgastada y sin la fuerza suficiente como para cumplir con los planes políticos propuestos por Alberte en sus informes. Además, el líder exiliado también compartía con su interlocutor algunas reflexiones políticas de relevancia, donde evaluaba las transformaciones del escenario político mundial y sus consecuencias para el devenir del peronismo. Así, en marzo de 1965 afirmaba que, a partir de la experiencia del maoísmo en China, se hallaba abierta la posibilidad de conjugar peronismo y socialismo.

            El segundo período en la correspondencia se inició el 7 de enero de 1967, con la aceptación de Alberte al cargo de secretario general del MNJ y delegado personal de Perón, y se extendió hasta mayo de 1968, momento en que fue aceptada su renuncia. Durante este lapso, y con excepción de los cuatro viajes realizados por Alberte a Madrid (abril, julio y noviembre de 1967 y febrero de 1968), la relación epistolar se intensificó, llegando a tener una frecuencia de varias cartas e informes por semana.

            Las cartas intercambiadas durante este período abordaron una serie de tareas políticas planteadas por Perón a su delegado: la unificación del peronismo disperso luego del enfrentamiento con Vandor, el endurecimiento de las posiciones del movimiento frente al gobierno y la constitución de un frente opositor con otros sectores políticos y sociales que forzara a la dictadura a una retirada o a un recambio de autoridades favorable al peronismo.

            En relación con esas tareas, se destacó el proceso de reunificación de las 62 Organizaciones Peronistas y la recomposición de los lazos políticos con sus principales líderes. Asimismo, se mencionó la necesidad de un “trasvasamiento generacional” en el peronismo, la importancia de unificar e incorporar a las organizaciones políticas juveniles a las estructuras del MNJ y la necesidad de neutralizar las iniciativas “neo-peronistas” protagonizadas por diversos núcleos de políticos y sindicalistas alejados de Perón. Además, en ellas también apareciero algunas iniciativas propuestas de Alberte, quien manifestaba a su jefe su intención de transformar la rama política en una organización clandestina, e insistía en la necesidad de centralizar en las máximas autoridades del movimiento la interlocución entre el líder y sus bases, a fin de evitar la competencia entre dirigentes y de fortalecer la estructura oficial de mandos.

            Por otro lado, entre los documentos de la gestión disponibles se hallan distintos tipos de papeles: propuestas de reorganización del MNJ desarrolladas por Alberte al asumir su cargo, trabajos del Gabinete Político Económico y Social del MNJ, espacio constituido por el Mayor a fines de 1967 con el fin de profundizar los lineamientos teóricos y políticos de la doctrina justicialista, y copias de directivas y reglamentaciones que la Junta Coordinadora Nacional del MNJ enviaba regularmente a las distintas juntas provinciales. Allí se incluían declaraciones realizadas ante la prensa con motivo de las diversas efemérides peronistas (el 7 de mayo, el 26 de julio y el 17 de octubre, entre otras) y resúmenes que Alberte realizaba en base al intercambio epistolar con su jefe político, llamados “Síntesis del pensamiento de Perón”. También se comunicaban las decisiones adoptadas por la conducción nacional, tales como la unificación de los grupos juveniles en una única estructura orgánica; el reemplazo de las “estructuras demo-liberales” heredadas de la política electoral y la disposición de Alberte de constituir a la rama política en una organización clandestina de oposición a la dictadura; la promoción de los dirigentes de la Juventud Peronista para ocupar cargos en la Rama Política; y la resolución por medio de la cual se disponía la expulsión de Rogelio Coria y otros dirigentes de las 62 Organizaciones Peronistas por su colaboración con el gobierno, entre otras.

            Este segundo momento de la correspondencia se cierra con una carta fechada luego de la renuncia de Alberte el 5 de abril de 1968, en la que su autor reprochaba al líder exiliado las maniobras que llevaron a su destitución y, en línea con lo que solicitaba a Perón mientras era delegado, decía a su jefe político que ya no esperaría respuestas a sus misivas.

            Para finalizar, solo se encuentra disponible un documento posterior al desplazamiento de Alberte. Fechada el 30 de octubre 1972, en esta última carta, de la que no hay indicios de respuesta por parte de Perón, el exdelegado se asumía vocero del pensamiento de las “O.P.R. (Organizaciones Peronistas Revolucionarias)” y expresaba su preocupación por el escenario político a partir del lanzamiento del Gran Acuerdo Nacional (GAN), al que identificaba como una trampa de la dictadura para frenar el proceso revolucionario. Frente a esto, y con un discurso ya plenamente identificado con la izquierda peronista, el Mayor afirmaba: “la estrategia del Peronismo no debe ser otra que la de la guerra popular prolongada; la que no transa con el régimen y plantea la destrucción del sistema para imponer la construcción nacional del socialismo”.

Fuentes:

Fondo DocumentalJuan Perón. Caja 7. Archivo Intermedio del Archivo General de la Nación.

Juan Domingo Perón Papers, Box 2, Hoover Institution Archives, Stanford University.

Referencias:

Campos, Esteban.“El tiempo y la sangre. La correspondencia de Perón en 1967”. En Perón1967. Correspondencia, entrevistas, escritos, mensajes. Buenos Aires, Biblioteca del Congreso-Argentina, 2020.

Gurucharri, E. Un militar entre obreros y guerrilleros. Buenos Aires, Colihue, 2001.

Perón, J. D. Perón 1967. Correspondencia, entrevistas, escritos, mensajes. Buenos Aires: Biblioteca del Congreso-Argentina, 2020.                                                                                                             Nicolás Codesido