(Rosario, Provincia de Santa Fe, 27 de noviembre de 1927- Caracas, Venezuela, 31 de mayo de 2000).

            Dirigente sindical.

            Emilio Máspero nació en el seno de una modesta familia de inmigrantes italianos radicados en Rosario.

            A principios de la década del cuarenta su familia se trasladó a Buenos Aires.

Fue obrero metalúrgico y mecánico tornero de oficio.

Se inició en la militancia gremial en las filas de la Juventud Obrera Católica. Participó, hacia fines de 1944, en un movimiento parroquial inspirado por el sacerdote Agustín Elizalde, párroco de Santa Juana de Arco en Ciudadela, en la zona oeste del Gran Buenos Aires.

Inserto en la Compañía de Jesús, estudió en Córdoba en la segunda mitad de los años cuarenta y en el Colegio Máximo de San Miguel desde 1950. En este lugar trabó relación con otros militantes jocistas, con quienes decidieron fundar un núcleo en la localidad de Munro, en la zona norte del Gran Buenos Aires caracterizado por la localización de industrias. La experiencia de vida en comunidad de un grupo de trabajadores, aun con serias dificultades materiales, rindió sus frutos, siendo que se fueron generando otros grupos en la zona.

En 1952 el grupo jocista de Munro se trasladó a La Plata, instalándose en una casa prefabricada en la barriada industrial de Berisso-Ensenada.

Por ese tiempo Máspero trabajaba en la sección montaje de la construcción de una destilería para la empresa estatal de petróleo YPF y de ese modo fue que se incorporó al sector de trabajadores metalúrgicos.

En noviembre de 1952 formó parte de la delegación argentina que participó del Congreso Mundial de la JOC, celebrado en Petrópolis, Brasil. Ese año configuraron el Comité Intersindical Cristiano.

Entre 1953 y 1954 continuó con su actividad laboral y social.

Máspero formó parte del grupo de redacción de Avanzada, una publicación clandestina. También promovió e integró el M.O.C. (Movimiento obrero cristiano), que militaba en la oposición al peronismo.

En los tiempos conflictivos de finales del gobierno peronista, Máspero se integró en un comando civil armado. El 20 de septiembre de 1955, cuando triunfaba el golpe de Eduardo Lonardi, se encontraba en la Plaza San Martín.

Por ese tiempo, conjuntamente con un grupo de antiguos militantes y dirigentes de la JOC, entre los cuales se encontraban José Palacios, José M. Ceballos y Alfredo Di Pacce, fundaron el Comité de Sindicalistas Cristianos o Comisión Coordinadora Sindical, organismo que en octubre de ese mismo año, se disolvió e integró en la fundación de la Acción Sindical Argentina. Ello sucedió en el Colegio del Salvador, siendo los participantes delegados gremiales en funciones, en un número cercano a veinte. Acompañó esa creación el sacerdote jesuita Dorrego. El primer presidente fue Alfredo Di Pace. Lo sucedió Máspero, como Secretario General.

La acción de ASA llegó a tener carácter nacional, agrupando y coordinando a un importante número de militantes y dirigentes sindicales de inspiración cristiana, los cuales crearon nuevas agrupaciones y actuaron al interior de sus respectivos gremios.

Al poco tiempo esa organización se vinculó con la Confederación Latinoamericana de Sindicalistas Cristianos (Clasc) que había sido fundada en 1954, con sede en Santiago de Chile.

La publicación Avanzada, Al frente de la sociedad en el espacio y en tiempo,  comenzó a editarse periódicamente bajo la dirección de Gabriel Mayor. Máspero formaba parte del núcleo promotor. El 4 de noviembre de 1955 señalaban: “mucho mal causó Perón al país, económicamente, pero eso tal vez sea pequeño comparado al daño moral que le ha hecho a la clase obrera, especialmente a la juventud, de cuyo atraso cultural, social y político es único y directo responsable” (Avanzada, Número 1, 4 de noviembre de 1955).

En otra publicación socialcristiana, Comunidad, Máspero trazó un balance en clave antiperonista sobre la realidad del movimiento obrero argentino.  Calificaba al peronismo como dictadura. El 17 de octubre de 1945 había expresado, como reacción, el estado de inferioridad en todos los planos de los trabajadores. Las medidas del gobierno a su favor, buscaban concitar el apoyo al gobierno y fueron realizadas entre 1944-1946. A partir de allí el movimiento de “elevación y superación quedó frenado”. “La demagogia, el absolutismo, la policía y la propaganda hicieron todo lo demás”. Al terminar el ciclo, el movimiento obrero estaba, “nuevamente sumergido y en la inferioridad”. La crítica más dura iba dirigida a la CGT, que en su perspectiva había traicionado a la clase obrera. Cuando todavía no se había decretado la intervención a la Central obrera, Máspero se preguntaba que iba a hacer en libertad si no había sido hecha para ella (Comunidad, Número 1. Noviembre de 1955).

En su accionar otorgó una importancia fundamental a la formación, en particular de los denominados cuadros sindicales. En el estatuto de ASA de agosto de 1956 figuraba la creación de un instituto de formación obrera, que se denominó Instituto de Formación Social y Sindical (IFSS). Desde 1956, ASA contó con ese espacio, a cargo de José S. Palacio. Entre sus instructores estaban influyentes laicos de la Acción Católica y/o dirigentes de la Unión Federal Demócrata Cristiana: Basilio Serrano y César Belaunde. En ese ámbito desarrollaban cursos de sindicalismo, historia del trabajo, historia del movimiento obrero, economía, Doctrina Social Cristiana, oratoria y legislación del trabajo.

Como ocurrió en el ámbito político, con el paso del tiempo los núcleos de ASA comenzaron a vincularse con sectores del peronismo y llegaron a actuar en acciones de resistencia sindical al gobierno militar. Así, ASA apoyó como organización y con cuadros las huelgas metalúrgicas y bancarias, sufriendo el allanamiento de los domicilios de sus líderes y la persecución y el encarcelamiento de dirigentes que a la vez apoyaban y participaban de las huelgas.

Estos movimientos se reflejaron en los números de Avanzada, que desde mayo de 1956 comenzaron a cuestionarse si los cristianos traicionaban a la clase obrera (Avanzada, Número 6, mayo de 1956).

ASA sufrió allanamientos sucesivos en su sede central, la vigilancia policial y gremial de sus actos y militantes, que denunció en dos manifiestos fechados el 30 de noviembre y el 22 de diciembre de 1956.

El apoyo a la huelga bancaria por parte de ASA llevó a 46 de sus militantes a prisión. Entre ellos estaba Máspero. La presión popular obligó a la liberación de los presos. Fue en esa coyuntura que, mediante una beca de Pax Christi que Clasc puso a disposición de ASA, tomó contacto con organizaciones obreras europeas y aprovechó para formarse en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica y el Centro de Acción Popular de París.

Participó en el Congreso Internacional de la JOC, celebrado en Roma, integrando la delegación argentina.

El II Consejo de la Clasc, celebrado en Santiago de Chile a fines de 1957, designó a Máspero, en ausencia, miembro de su Consejo Continental, comenzando su carrera a nivel regional.

El III Consejo, reunido también en Santiago de Chile, decidió un plan de expansión y encargó a Máspero la activación de la región caribeña.

Por ese entonces la Clasc pasó a llamarse Clat (Central Latinoamericana de Trabajadores).

Mientras tanto seguía participando de las reuniones periódicas de la JOC en el país. En el año 1958, presenció el encuentro entre los asesores jocistas y los representantes de las “62”, solicitando al Parlamento la restitución de la CGT a los sindicatos.

En 1959 contrajo matrimonio con Acacia Fernández Victorio, con quien tuvo tres hijas: Marcela, Marta y Acacia. Por ese tiempo inició su trayectoria latinoamericana. En el III Congreso de Clasc de 1959 fue designado Secretario Ejecutivo de  la organización.

En 1963 publicó la obra América Latina, hora cero.

En esa obra reevaluaba la experiencia peronista:

Al finalizar la Segunda guerra mundial en 1945, un 17 de octubre, miles de trabajadores urbanos e industriales de la zona del gran Buenos Aires y sus adyacencias realizaron una profunda revolución social que sacudió durante doce años toda la República Arentina y aún continúa jugando un papel muy significativo en todo el proceso democrático del país. Esa revolución fue la del justicialismo, creación de Perón, que supo intuir en las masas de trabajadores industriales argentinos los lineamientos y proyecciones de una nueva solución social y económica. Es la primera revolución popular-industrial de toda América Latina que a pesar de sus evidentes desviaciones demagógicas tuvo grandes repercusiones en todo el continente, sobre todo entre los trabajadores de las grandes ciudades” (América Latina, hora cero, 1963: 26).

Recuperaba la trayectoria de ATLAS:

En esta época, el ATLAS fue una organización regional realmente autónoma y no afiliada internacionalmente. El proceso del ATLAs se aceleró después que la delegación sindical argentina (peronista, representando a cuatro milillones de trabajadores) fue rechazada del Congreso Constituyente de la CIOSL para dar entrada a una minoría de sindicalistas adictos totalmente a la ORIT y a los americanos que simpre han operado como minoría en el sindicalismo argentino” (América Latina, hora cero, 1963: 298).

            Con la distancia del tiempo Máspero señalaba la contradicción en la que habían caído: habían militado en favor del golpe militar que era celebrado en la zona norte, mientras en la zona sur había hondo pesar (América Latina, hora cero, 1963: 59-61).

El VII Congreso Latinoamericano de la Clasc de 1964 lo designó secretario ejecutivo de la Clat.

Las actividades de ASA en el país seguían desarrollándose en vinculación con la evolución del sindicalismo peronista. Ligado a esta organización, de alguna manera, en cuanto a la capacitación y formación sindical, en 1964 se creó el Instituto de Educación y Capacitación de los Trabajadores (ITEC). Formaron parte de esa experiencia, entre otros, Carlos Etala, Gonzalo Cárdenas, Floreal Forni, Carlos Juan Zabala Rodríguez, Carlos Leyba, Atilio Borón y Julio Neffa, quien hasta el golpe de Estado de 1966 fue director del IFSS y del ITEC.

 Más tarde, en articulación con este espacio, los miembros de ASA que participaban de la CGT de los Argentinos desarrollaron actividades de formación destinadas a los espacios rurales. Ongaro y otros dirigentes sindicales formaron parte de reuniones de la Clat. Ese organismo les brindó amplio apoyo en su lucha sindical.

En 1971, a iniciativa de Máspero, fue creado el Incasur.

El cargo de Secretario Ejecutivo de la CLAT fue ejercido por Máspero hasta su muerte, acaecida en el año 2000.

En esa tarea se distinguió siguiendo los dictados de  un diagnóstico previo: “Hay poca o ninguna educación obrera o sindical para fomentar el reclutamiento, formación y entrenamiento de militantes”.  Así promovió la creación del Instituto Internacional de Estudios Sindicales – IIES- con sede en Santiago de Chile; el Instituto Centroamericano para estudios sindicales-Caribe (IIES – Caribe) con sede en Caracas y el Instituto Centroamericano para estudios sociales (ICAES) todos ellos creados en 1964. En esa msima dirección lanzó, en el año 1967, el ILATES (Instituto Latinoamericano de Estudios Sociales).

Otro de los legados de Máspero se asoció a la lucha por la creación de un instancia de articulación regional de las centrales sindicales del continente en el marco de la integración latinoamericana.

Por último, la creación de algunas categorías comprensivas para pensar, organizar y proyectar el mundo laboral, encuentran en su pensamiento algunas ideas que llegan hasta la actualidad. Nos referimos a la idea de movimiento de los trabajadores, como perspectiva amplia e integradora de las realidades diversas que toma la economía en el tránsito del capitalismo industrial al informacional.

Fuentes:

Avanzada. Colección.

Comunidad. Colección.

Máspero, Emilio. América Latina, hora cero. Buenos Aires, 1963.

Referencias:

Carman, Facundo. El poder de la palabra. Buenos Aires, BN, 2015.

Sosa, Enrique (coord.). Emilio Máspero, un camino de realización. Buenos Aires, Col. Emilio Vive, 2004.

Darío Pulfer