TOSSO, Alberto
–¿Qué pasó a partir del golpe militar de 1955?
–Para hablar de esto primero tenemos que hablar de junio del ’55. El país estaba como siempre, trabajando. Se conmemoraba un aniversario muy importante. Se iban a arrojar flores arriba de la catedral en homenaje al General San Martín. Era una mañana nublada, había neblina y todo transcurría normalmente hasta que de golpe, aparecen aviones en el aire que nadie sabía que eran y de dónde venían, y comienzan a bombardear la ciudad de Buenos Aires. Bombardean Plaza de Mayo, ametrallan sus alrededores y del Ministerio de Marina, sale tropa de Infantería de Marina queriendo tomar la Casa de Gobierno. Los soldados granaderos de la Casa de Gobierno reaccionan defendiendo lo que legalmente corresponde que es un gobierno constitucional, aparte que el regimiento de granaderos a caballo siempre estuvo representando a la república, y se produce un momento de confusión hasta que la gente reacciona y sale a la calle a defender a su gobierno. Todo esto trascurre, más o menos, desde las 9 de la mañana, 9:30 en adelante. Todo el mundo dejó sus trabajos, cada uno se trasladaba como podía. Camiones, colectivos se habían tomado por la fuerza; incluso asaltaron una armería olímpica en el Centro, varias, porque no se tenía con que pelear, con nada; es así que con escopetas, con carabinas, con lo que venía salíamos a la calle. Desde el Ministerio de Marina ametrallaban toda la Plaza Colón y tiraban contra la Casa de Gobierno. Bombardean Plaza de Mayo, bombardean Casa de Gobierno, bombardean frente al Ministerio de Hacienda. Todavía están las cicatrices de ese bombardeo, yo tengo todas las fotos de ese desastre. Y el pueblo salía a la calle a pelear como podía; se guarecía detrás de los carros con los palos, lo que se tenía y avanzábamos hacia el Ministerio de Marina. Y se estuvo así peleando, la CGT convocó a toda la gente. Tenía armas la gente en la CGT, pero el General Perón no quiso, porque no quería el enfrentamiento entre el pueblo y el ejército. Pero la gente igual estuvo acosando al Ministerio de Marina hasta que después a las seis de la tarde sacan una bandera blanca y se rinden; cuando se rinden la gente que estaba en la Recoba y en los alrededores corrimos bastantes violentados por todos los muertos que había, criaturas, chicos que habían ido al acto de la Catedral, estaban destrozados. Hasta que cuando sacan la bandera, toda la gente avanza sobre el Ministerio de Marina pero estos traidores, comenzaron a ametrallar de vuelta y caían los compañeros por todos lados. Pero apareció un militar de esos que la tenían bien puestas, que era el General Pistarini, el Mayor Vicente y al mando de su tropa lo doblegaron al Jefe de la Marina. El Mayor Vicente entró y el comandante de la marina, que estaba adentro del Ministerio, se quiso entregar. Esto que voy a decir es muy serio, el Mayor Vicente dice “No, usted no se entrega, se mata” y se pega un tiro. Y bueno ahí comenzó todo, cuando el pueblo vio todo eso, estaba la traición ya metida adentro de la fuerza del Ejército, dentro de la marina. La traición estaba en la marina, en la parte de la aeronáutica y en el ejército. En el ejército estaba el Jefe Aramburu, Lonardi. Había un montón de gorilas recalcitrantes, los hijos de la Década Infame. Nosotros a partir de ahí comenzamos a trabajar en las unidades básicas, en los sindicatos, las comisiones internas, con sociedades de fomento, y ya se armó la polémica…
–¿Y qué trabajo hacían?
–Y el país estaba dividido, nosotros primero salíamos a discutir, a pelear. Hasta que después llega Septiembre y se levantan en armas con la marina y el Ejército, se torna un foco subversivo en Corrientes y en Córdoba. En Córdoba el general Lonardi toma el regimiento de artillería, comienza a bombardear el Regimiento de infantería y se arma el enfrentamiento militar. Santiago es tomado por la fuerza de la marina, igual que la base de Bahía Blanca. En Entre Ríos, también hay un foco subversivo. Comienza la rebelión y la gente desesperada no sabe qué hacer, corre para un lado, corre para el otro, y en Córdoba el General Lonardi, ya rodeado por las tropas, que eran fieles al Gobierno, se va a entregar. Justo cuando se va a entregar viene orden del General Perón de “No atacar”, él se agranda y en vez de rendirse, se hacen más fuertes y toman toda la plaza. La marina toda la vida fue hija de Inglaterra… yo me acuerdo una frase del General San Martín que decía: “El día que yo tenga que contarle a la Marina un secreto militar me corto la lengua”, por algo lo decía. Y bueno, triunfan en el poder, comienzan a destrozar todo, todas las obras del Gobierno, la Fundación Eva Perón, todos los sindicatos, todas las instituciones de bien público. Lo único que hacían era destruir porque era sacar un decreto para armar otro. A parte crean el decreto 4161 en el cual se prohibía hablar de Perón, de Eva Perón, del oficialismo. Todos lo que significaba Perón estaba prohibido, con el peligro de perder la vida inclusive. Se detienen a la mayoría de los dirigentes gremiales…
–¿Y ustedes cómo sentían eso?
–Nosotros nos sentíamos desesperados. Empezamos a reunirnos todos los amigos peronistas, con amigos, compañeros de trabajo, en las fábricas, de los sindicatos y buscar hacer algo para contrarrestar todo eso. La CGT fue tomada; todos los grupos revolucionarios, todos los municipios, entonces empieza a actuar la resistencia civil. La resistencia civil comienza a tener su reacción a través de la confederación del trabajo, se forma una confederación general del trabajo paralela que se le llama CGT Auténtica; comienza a ser dirigida por Framini y Natalini, que era del sindicato de Luz y Fuerza. Pero, como todas las cosas, hay gente dura y hay gente blanda. Los blandos fueron descartándose y fueron quedando los duros, y entre los duros puedo mencionar al Secretario general del sindicato Federico Durruty, era uno de los hombres jóvenes del peronismo, y había sido senador provincial. Comienza a reunir dentro de la zona nuestra, la provincia de Buenos Aires en la parte de Avellaneda, a la gente amiga, fiel al gobierno de Perón y se comienzan a gestar los grupos de la Resistencia Peronista. La Resistencia Peronista consistía en tratar de enfrentar y destruir a las Fuerzas Militares que habían usurpado el poder. La Constitución Nacional nos enseña de que tenemos que defender la Ley y la Constitución, los gobiernos democráticos tienen que defenderlos, inclusive el ciudadanos tiene derecho a obtener las armas en defensa a partir de esa Constitución. Entonces se comienzan a formar los grupos de cinco personas que dependían de un comando zonal y al principio estaban conformados por gente civil y algunos militares
–¿Cuántos grupos integraban los comandos?
–Los comandos estaban conformados por muchos grupos, de acuerdo con la zona. Por ejemplo, nuestra zona tenía como veinte o veinticinco grupos. Todos tenían un comando central. Estaba el grupo de Paladino, el del Coronel Gentil Homo, estaba el grupo de la CGT Auténtica, estaba el grupo del C.O.R. El C.O.R. era una organización más completa y estaba conformado por el General Iñiguez…
-¿Qué significa C.O.R.?
–Las siglas significaban Comando de la Organización a la Resistencia. Fue una organización muy buena, se trabajaba en orden nacional era la más completa que había, y las ordenes venían desde Perón, bajaban del comando superior Peronista que dirigía toda la Resistencia Peronista a través de diferentes comandos. El comando de, por ejemplo, Paladino tenía sus órdenes, el de Iñiguez sus órdenes, el de Gentiluomo tenía sus órdenes. Uno de los hombres era Roberto Miguelez que estaba acá en Lanús con nosotros, Raúl Cejas un gran compañero fallecido, muy capaz; estaba Domingo Purita; estaba Fernando Manes, Arias, toda gente que estuvo presa en su mayoría. Después había un grupo también que trabaja con el Coronel Osinde pero no era muy relevante.
–Ahora, ¿Recuerda otros nombres de comandos, aparte del C.O.R., que había estrictamente en Lanús?
–Y en Lanús estaban esos comandos, después había grupos… pero no estaban identificados, no estaban engarzados en el orden nacional.
–¿Y tenían contacto con otros comandos de Capital Federal, de Avellaneda? –Sí, estaban todos engarzados. Nosotros, por ejemplo, teníamos las Regiones: Región Buenos Aires, Región Capital, Región Cuyo. Todas las regiones estaban engarzadas con el Comando Central. Esta Región dependía de acá de la Provincia de Buenos Aires. Nosotros trabajamos con la gente de Adrogue, de Lomas de Zamora. Por ejemplo, en Lomas de Zamora estaba el Turco Félix; en Adrogué estaba el gallego Vázquez; en Varela estaba Cacho Vacaro; en Avellaneda estaba Federico Durruty.
–¿César Marcos fue uno de los que organizó el comando 17 de Octubre?
–El comando “17 de Octubre” existía pero no teníamos trato con el porqué se decía que estaba en la izquierda del peronismo, entonces nosotros no éramos gente de derecha pero no éramos gente del medio, “ni tan tan ni muy muy”. El comando 17 de Octubre existía pero no tenía actividad relevante, era un comando que se sabía que existía pero no tenía gran relevancia.
–¿Tenían ustedes vínculo, como comando, con John William Cooke?
–Sí, él trabajo mucho con nosotros cuando el Frigorífico Lisandro de la Torre hizo la Huelga Revolucionaria. Porque John William Cooke fue el hombre que Perón dejó al frente del Comando Táctico, después de la Revolución, en la calle Santa Fe 1033 y de ahí salían todas las órdenes a través de la directiva del General. John William Cooke era uno de los hombres “fuertes” del peronismo, con ideas de izquierda pero dentro de su accionar era positivo. El consideraba que todo movimiento nacional justicialista era un arco iris en el cual entraba todo, todo tenía que estar ordenado y dirigido para el bienestar del pueblo y la felicidad de la Nación.
–¿Qué objetivos tenían los comandos?
–Los comandos hacían operativos. Por ejemplo el comando de la Resistencia tenia el de no dejar robar al Gobierno. Nosotros les hacíamos de todo; desde abrir una canilla para que se queden sin agua, hasta cortarle los cables del tranvía, meterle un caño en el riel y hacerle saltar a la mierda, volar un puente, crear el caos. No había que dejar pasar un día sin hacer algo. De noche, por ejemplo, tenían que dejar escuchar los caños que sonaban y sonaban. Había que destruir todo lo que se podía.
–¿Quién organizaba los caños? ¿Quién los armaba?
–Los militares empezaron a enseñar, pero después, con el transcurrir del tiempo, los compañeros, la gente del comando, de los grupos; porque el Argentino es muy capaz, fueron tan capaces que los superaron no solamente en la fabricación de elementos, sino también en la táctica, en la organización, en todo. Te puedo hablar de un compañero nuestro que fue asesinado, “Gonzalito” manejaba un avión, manejaba una locomotora, una máquina de asfaltar, manejaba cualquier cosa. Sí, él recibía las órdenes, de que había que hacer tal operativo, y se hacía y listo. Después todo el mundo trabajaba. Todo el mundo iba a trabajar, vivía en familia en su casa, llevaba a sus chicos al colegio y después en el momento que tenía que salir a hacer algo, lo hacía.
–¿Cuáles eran los lugares de reunión?
–Los lugares de reunión eran acá en Lanús y había varios. Acá en Lanús, cuando comienza la organización a la resistencia, toda la gente de Lanús y Avellaneda, nos reuníamos en las casas de los compañeros. En un lugar donde nos reunimos mucho fue en la casa de un compañero fallecido Sproviero, que era encargado del grupo C.O.R. acá en la zona de Lanús con Roberto Miguelez, con Raúl Cejas… nosotros nos manejábamos con los sindicatos todavía. Entonces había sindicatos como el de construcción que estaba siempre al servicio de la resistencia peronista. El sindicato metalúrgico, hasta la traición del Vandor, fue el que trabajaba con los grupos de la Resistencia. Había hombres del sindicato de metalúrgicos con grandes valores, como el gallego Fernández, Dardo Cabo. La base del sindicato era peronista y la gente era peronista.
–En ese momento, ¿usted qué ocupación tenía?
–Empleado Ferroviario.
–¿Y ocupaba algún lugar dentro del sindicato de trabajadores ferroviarios?
–No, porque cuando vino la Revolución el sindicato ferroviario lo tomó el Ejercito y pusieron al frente del sindicato a un radical de Olavarria. Él formaba los comandos civiles al servicio de la dictadura. Entonces, vino uno orden de Perón que decía: “Todos aquellos sindicatos, que estén controlados por compañeros peronistas, tienen que organizarse en una Conducción Nacional y todos los sindicatos que estén en manos de los Gorilas se deben formar agrupaciones a nivel Zonal, y esas agrupaciones deben conformar una unidad monolítica con una conducción”. En el caso del gremio ferroviario, por ejemplo, Lorenzo Pepe en el Gral. San Martín, nosotros en Puerto con un grupo de compañeros, compañeros del Ferrocarril Roca con Juan D`alessandro y un grupo de compañeros más, del ferrocarril Gral. Belgrano, entonces nos reuníamos, formábamos agrupaciones, nucleábamos a la gente peronista, y esas agrupaciones son las que se organizaban y en el sindicato, por ejemplo de farmacia, estaba Jorgito Di Pascuale, gran dirigente, nos reuníamos ahí las agrupaciones peronistas, y éramos atendidas por el orden nacional por la conducción de las 62. La 62 se forma por 62 gremios peronistas y aquel gremio que no estaba la conducción en manos peronistas, estaban las agrupaciones que conformaban su representación y eran reconocidas por la 62.
–Ahora, volviendo al tipo de acciones realizadas por los comandos, ¿Qué hacían? ¿Qué incluían aparte de meter caños?
–Había que cortar la luz, romper las vías. Había que hostigar, como decía el General Guemes, cuando ellos dormían nosotros los hostigábamos y cuando ellos salían a la calle a correr nosotros nos íbamos a los micros, llevábamos a los chicos al colegio, íbamos a trabajar, pasábamos desapercibidos.
–¿Tenían algún tipo de prensa?
–Si. Estaba la de “El día de la Resistencia Peronista”, los volantes y los boletines.
–¿Quiénes los hacían los boletines y cómo los hacían?
–Los compañeros, nos reuníamos, conseguíamos papeles, un mimeógrafo, hacíamos la asistencia a máquina y después los tirábamos, los distribuíamos por el barrio por la zona e íbamos informando a la gente sobre el accionar de la Resistencia.
–¿Y ustedes recibían las órdenes de Perón?
–Claro, exactamente través de William Cooke pero después no. Al principio fue delegado. Estuvo John William Cooke, muchos compañeros estuvieron en la conducción nacional. Sí, porque después de la toma del frigorífico Lisandro de la Torre nosotros estuvimos escondidos, Cooke se tuve que ir porque después le habían puesto precio a su cabeza. Entonces ya era un hombre que había quedado desplazado de la conducción porque no podía moverse, entonces se nombra otro. Y así sucesivamente, se iban nombrando diferentes compañeros.
–Y quienes integraban los comandos, ¿a qué sector social pertenecían?
–Había de todo. Mira yo te cuento el caso por ejemplo de la zona nuestra: Yo trabajaba mucho ahí en la zona de industriales, teníamos nosotros gente de base, gente obrera, teníamos estudiantes, teníamos comerciantes que nos saludaban, peronistas, muy peronistas, industriales, de las Fuerzas armadas estaba el Comando militar. Yo te puedo nombrar a Barrena Guzmán, a Aparicio Suarez, a hombres que con nosotros trabajaban y tiraban para delante. Pero la base era la gente civil. Paladino era un hombre de una industria metalúrgica muy grande. Y fue uno de los grandes obreros de la Resistencia Peronista. En la zona nuestra de Villa Industriales, por ejemplo, estaba Pepe Sesaino en una agencia muy grande de automotores. Su taller estaba al servicio nuestro totalmente. La familia Pedrera, gente que tiene todos hijos abogados, médicos, muy conocidos, en la zona estaba al servicio nuestro. Inclusive, nos ofrecían la casa, dinero.
–¿Usted reconoce que había otra resistencia?
–Y los que no hacían resistencia era la intelectual dentro de la facultad, pero nosotros no teníamos acceso a ese entorno.
–¿Tener una foto de Perón ya era un acto de resistencia?
–Yo te cuento por ejemplo anécdotas. Cuando vino la Revolución el comisario de la zona de Villa Industriales, iba por las calles y donde veía que había una pared que decía Perón golpeaba y lo hacía salir al dueño, le hacía limpiar la pared y nosotros después íbamos y le pintábamos toda la zona, y después un 9 de julio que estaba haciendo carrera de sortija, fuimos de atrás y le llenamos el coche con fotos de Perón o cuando rompían los pibes la piñata, salía la foto de Evita. Cuando hacían la carrera de sortijas nosotros le llenábamos de fotos de Perón y Evita toda la cuadra. Después nos cansamos tanto que le robamos el coche y se lo quemamos. Le robamos la máquina de escribir de la comisaria, las cosas que hicimos…
–¿Podría relatar todo lo que usted recuerda acerca de lo que pasó el 9 de junio del ’56 en la Regional de Lanús?
–Mirá, el 9 de junio había un comando Militar pero el General Valle era el que estaba al mando de todo el comando militar. Ya se venían preparando todos los grupos civiles para la Revolución de peronistas, entonces se comienza a trabajar en toda la zona. Yo me acuerdo que hicimos reuniones con los militares, estaba el general Valle, estaba Cogorno, Ibazeta, estaban todos los grupos comprometidos, empezábamos a tener reuniones de organización. El jueves anterior al nueve se hizo una reunión grande en Monte Grande.
–¿Y qué discutían en esas reuniones?
–No discutíamos nada. Nosotros cantábamos las directivas. El soldado no discute, el soldado si quiere pelear, pelea y si no quiere se va. Se iban a cantar las directivas nada más. Nosotros teníamos que instalar un comando en Avellaneda, un sector tenía que estar con el Capitán Irigoyen en Avellaneda. Acá en Lanús por ejemplo en el comando estaba Gaspar, teníamos una radio por taxi, teníamos vehículos. Y llega la noche del 9 de junio entonces cada uno se tenía que concentrar en determinado lugar. Las concentraciones se hacían en las casas de los compañeros. Diez en una casa y ya tenían las directivas de a donde tenían que ir. Yo, por ejemplo, estaba con un compañero de acá de Lanús, con Miguel Mangano, un compañero muy capaz, nos reunimos en la casa de él en la calle Miguel Cané, y estábamos esperando las directivas. Seriamos unos quince. Unos tenían que ir a Avellaneda y yo tenía que ir a la plaza que está en frente del Ministerio de Guerra, en la esquina de Belgrano y Paseo Colón. Porque como yo trabajaba en Puertos, conocía a toda la gente de allá y junto con el compañero Tolosa que era el dirigente máximo de los destiladores del puerto, íbamos a entrar a la casa de gobierno, con todo el grupo civil, respaldando la acción militar.
–¿A qué hora se reunieron?
–Nos reunimos a las nueve de la noche, y serian las diez, más o menos, y empezaron a llegar los coches para trasladarnos a los compañeros cada uno a su sector. Yo me salve que me fusilen porque cuando llega el compañero Albedro, que la esposa trabaja acá con nosotros, cae un coche y suben cinco compañeros y yo no cabía entonces me dicen “Ahora vuelvo y llevo a los que faltan”, y el coche no volvió más.
–¿Y a quién más tenía que llevar?
–Tenía que llevar a los otros compañeros que estaban con nosotros a Avellaneda. Estábamos en la casa de Mangano. Entonces, este compañero no vuelve, nosotros nos ponemos intranquilos, entonces decidimos cada uno ir al lugar donde tenía que ir, y yo salgo de la casa de Miguel Cané, me voy a tomar el ómnibus a Paseo Colon y Belgrano.
–¿Qué objetivo tenía?
–Frente al Ministerio de Guerra. Porque yo tenía que entrar por Belgrano estaba el fuerte y toda la gente de Tolosa esperando distribuir todo adentro del puerto para entrar a tomar la casa de gobierno. Lo que pasa es que llego a la estación Lanús, tenía ganas de ir al baño, me meto en el Café Belgrano que esta en 25 de Mayo y Pavón, y cuando estaba adentro -estaba lleno el Café de gente, jugaban al billar, charlabansiento, de golpe, que se produce un silencio bárbaro, y qué hice, yo palpite algo y tenía una pistola, y me hice el estúpido y salgo; afuera me agarran y me tiran contra la pared, estaban con ametralladoras civiles y policías, todo el mundo contra la pared, palpando de armas. Todos los que tenían armas se los llevaban y a los demás los dejaron ahí. Como yo había dejado el arma ahí en el baño me salve, por segunda vez. Bueno se va la policía y voy a buscar el arma, me subo al ómnibus. Llego a Belgrano y Paseo Colon, me bajo del ómnibus y estaba lleno de soldados, habían copado toda la plaza. Y dije: “Bueno, ¿acá qué hago?” Me dirigí todo por Belgrano para entrar al puerto, cuando entro me para un soldado alto y me dice: “¿A dónde va?”, y le digo “Yo trabajo en el puerto”. Pero yo lo miraba porque pensaba: “Este me palpa, me encuentra el arma y ¿qué hago?, me hace pelota”. Le digo: “No mire le mire le muestro la credencial”, metí la mano en el bolsillo y me dice “No, no, está bien pase”. Entonces entro al puerto y no había nadie, habían rajado todos. ¿Por qué? Porque se la veían venir. Salgo del puerto y empiezo a caminar por Belgrano subiendo y me voy para la calle Corrientes, al centro, y ya también bajaba la tropa, estaban ocupando todos los lugares claves, y se hablaba de que acá en Lanús ya habían fusilado catorce compañeros.
–¿Sabía lo que paso acá en Lanús?
–No. Yo después me entere al otro día. Yo volví a mi casa a las siete de la mañana. Yo estuve toda la noche desesperado, salí de ahí y me fui para Pichincha y Garay, ahí estaba el regimiento tres de Infantería, el compañero Manes, estaban los otros compañeros que iban a tomar el cuartel ese. Entonces me dirigí para allá. Y así de un lado para el otro se armo un tiroteo terrible también ahí, no se pudo tomar, pero ya estaba todo vendido, todo entregado.
–Y al otro día ¿qué supo que había pasado en Lanús?
–Lo siguiente: cuando yo estaba por el centro, estaban transmitiendo por la radio que a las 11 de la noche en Lanús habían fusilado a 14 civiles. A las 12 de la noche pusieron la Ley marcial, pero los fusilaron una hora antes. Son unos degenerados. Aramburu estaba en Rosario en el yate Tacuara y Rojas lo hizo detener porque le tenía desconfianza, le tenía miedo. A Aramburu le tenían miedo porque decían que era “flojo”. Entonces nosotros vinimos para acá, yo quería buscar a mis compañeros, no los encontraba, llego este compañero que había estado conmigo, ya habíamos estado en la casa de él, tenía un cajón con explosivos, quinientos kilos de explosivos, no sabía qué hacer…
–¿Quién era?
–Mangano. Y bueno había que sacarlo, lo sacamos y lo guardamos para acciones posteriores como hay que hacer. Y corríamos de un lado para el otro tratando de cubrir todo lo que se podía, a los compañeros que nosotros podíamos sacar, llevarlos a un lado, al otro, sacábamos el material que teníamos en todos lados. Es decir, movilizar las cosas para que no nos cagaran. Al otro día nos enteramos que habían fusilado acá a los compañeros, en León Suarez también y que seguía la Ley Marcial, que querían fusilar al capitán Filipeaux, querían fusilar al general Valle, había un comando que estaba en la calle Brasil. El General Valle no se quería entregar y le dijeron que si él se entregaba iban a dejar de fusilar, pero no fue así, siguieron fusilando y lo fusilaron a él también. Bien de hijos de puta…
–¿Sabe concretamente qué pasó esa noche en Lanús? ¿Cuántas personas había?
–En Lanús había gente que ya estaba marcada por la policía secreta. Los fueron a buscar, en el caso de Ross, por ejemplo. Ross era el jefe del registro civil y el hermano había venido de visita, pero los fusilaron a los dos, fueron a la casa, los levantaron, se los llevaron y los fusilaron a los dos. Por ejemplo, el caso de un compañero que hoy es el secretario de gobierno de Quindimil, Lopecito. Lopecito fue detenido, llevaron a la comisaria y no lo fusilaron. Y como él, algunos más.
–¿No se hizo ningún tipo de sumario de esa gente?
–A esa gente no. Por eso cuando lo matan a Aramburu, uno de los motivos por los que lo matan los montoneros es ese.
–¿Y quién estaba a cargo del operativo en la regional?
–Acá estaba Fernández Suarez, el que estaba a cargo de la Provincia de Buenos Aires. Había un comisario Plomberg también pero no sé quien estaba en Lanús. Pero fue copada la regional por los comandos de la Marina, por los de Ejército. Acá en Lanús esa noche nada más fusilaron, al otro día no paso más nada. El que te puede decir bien es Lopecito, el estaba en la regional. El estuvo, pudo salvarse.
–Y ustedes ¿qué sentían en ese momento? ¿Sentían qué habían fracasado?
-¡No! Nosotros habíamos perdido una batalla, pero sabíamos que la guerra la íbamos a ganar y cada vez estábamos mas empecinados. Yo te puedo asegurar, no comía, no dormía; yo me estaba armando un taller en aquel tiempo, lo abandone, perdí todo, en el trabajo era igual, no lo atendía, hacíamos “miguelitos”, fabricábamos maquinas para hacerlos, hacíamos granadas con los compañeros de Villa Jardín, con los hermanos Muñiz. Se perdió una batalla, pero sabíamos que la guerra la íbamos a ganar. Estuvimos dieciocho años peleando. Nosotros, a diferencia de los comunistas, decimos que el peronismo es una concepción espiritual de la vida, pero para ellos es una concepción material. Nosotros queremos a los chicos, queremos a la familia, queremos a los ancianos, queremos la felicidad del pueblo. Nosotros los teníamos siempre presentes, permanentemente. Por ejemplo nosotros hacíamos un comunicado le poníamos: “Con la seguridad de que Perón vuelve este año, nos dirigimos a usted con bla bla bla bla”, y cuando terminábamos decíamos: “Un saludo grande compañero y con la seguridad de que Perón vuelve este año”. Nosotros lo que queríamos era que vuelva Perón, le devuelvan el uniforme, el grado y le reconozcan su capacidad, su condición. Nosotros no buscábamos ni acomodarnos, ni ningún puesto por el estilo. Y lo logramos. ¿Sabes lo que fue para nosotros eso? Eso no hay guita que lo pague, nos podemos morir tranquilos.
–Acerca de todos aquellos que fueron integrantes de comandos, que pelearon y murieron también ¿Usted que reflexión puede hacer sobre ello?
–Fue una etapa difícil, jodida. Yo tiraba una línea paralela con el grupo de la liberación nacional, cuando la gente nuestra peleaba por echar a los españoles; al igual que cuando luchaba Juan Manuel de Rosas contra los traidores a la patria. Por ejemplo ibamos a la casa de Purita, los veía en la tele, en la chancha y les quería meter un caño y hacerlos volar a todos; pensaba: “¿Cómo puede ser?, hijos de mil puta, están destruyendo al país. Están matando gente, están nuestros compañeros presos y estos van a ver futbol”.
–¿Pero en la cancha también cantaban la marcha?
–Ah, sí. En la salada íbamos a la pileta y cantábamos la marcha. En todos lados cantábamos la marcha. Sí, era resistencia. Había que hacer siempre algo, no podías irte a dormir sin haber hecho algo. Me fortifica, me hace bien pero, por ejemplo me hace sufrir la desaparición de Di Pascuale y muchos compañeros que fueron asesinados o desaparecidos. [1]
[1]Incluido en Polese, Rubén. Vencedores vencidos. La resistencia peronista en el Partido de Lanús. Buenos Aires, El Colectivo, 2014.pp.207-219.