(Salta, 7 de noviembre de 1918- Buenos Aires, 11 de enero de 1993).

             Apodo: “El workman” o “El worker”. Nombre falso: César Arena.

            Su padre era de origen italiano y militante anarquista. Por esa razón Héctor inició su militancia en ese espacio político e ideológico.

            De joven fue jugador de fútbol, revistando en el equipo de YPF en su provincia natal y en Gimnasia y Tiro de Jujuy.

            En el año 1945 adhirió al peronismo. Fue obrero y delegado de la Unión Obrera Metalúrgica.

            En la tarde del 16 de junio de 1955  Tristán y un grupo de compañeros abandonaron el establecimiento metalúrgico de Francisco Beiró 5840, donde trabajaban, y se movilizaron hacia el centro de Buenos Aires en pleno combate.  Uno de ellos, Héctor Pessano, cayó bajo la metralla de un Gloster y esa noche lo seguían esperando en su barrio de Villa del Parque. Tristán pudo volver y horas después, desagraviar a la bandera argentina en la fábrica, como miembro de la comisión interna.

            En las postrimerías del peronismo se acercó a la intervención del Partido Peronista en la Capital Federal, comandada por John William Cooke con quien trabó relación. Tras la detención de Cooke y en el marco del desarrollo de la resistencia peronista se vinculó con el Comando Nacional de Marcos y Lagomarsino. Junto a Héctor Saavedra, “Manolo” Buzeta y otros militó en la semiclandestinidad en ese espacio en representación del sector gremial. Las acciones fundamentales estaban dirigidas a la confección de panfletos mimeografiados, actos relámpagos, campañas de rumores.

            Siempre mantuvo correspondencia con John William Cooke, delegado de Perón.

            Participó en la conspiración del levantamiento de Valle. Tras el fracaso de la intentona revolucionaria fue detenido. Sufrió simulacros de fusilamientos. Es probable que en esos escarceos el Mayor Manuel Alberto Alvarez Pereyra lo haya bautizado como “el worker” por su dinamismo y disposición a la colaboración. A partir de allí ese fue su sobrenombre más conocido.

            En 1957, tras la fuga de Cooke, Kelly, Antonio, Gomiz y Cámpora, publicó junto a Fermín Chávez y Mario Massouh, a modo de recuerdo y reivindicación una hoja política con el título De Frente. Además, la publicación perseguía el objetivo de difundir la directiva del Comando Superior de votar en blanco o tachar las boletas colocando la leyenda “asesinos”. Tristán se ocupó personalmente de conseguir una imprenta en Avellaneda para dar a luz el material.

            A mediados de 1957 debió esconderse en la Parroquia del Padre Hernán Benítez en Saavedra ante la persecución del gobierno militar. Luego partió al exilio con documentación falsa, usando el nombre César Arena. Se instaló en la calle Andes 1254 de Montevideo, Uruguay. Para sobrevivir tuvo que vender y empeñar su propia ropa y fue desalojado de la pensión donde residía por no poder pagar. Luego consiguió un empleo precario y pudo estabilizarse. Siguió con interés los sucesos del país e intercambiaba correspondencia con John W. Cooke y “Juan Cruz”, seudónimo de Fermín Chávez.  Allí permaneció hasta el 16 de marzo de 1958.

            En la segunda mitad de 1958 colaboró con Cooke. En lo laboral, abandonó la metalurgia y se dedicó a trabajar como cobrador de sanatorios y empresas.

            Formó parte de la toma del Frigorífico Lisandro de la Torre. Esa actuación lo llevó nuevamente al exilio.       

            Los promotores de Guardia de Hierro lo colocan como uno de los mentores de esa organización.

            Mantuvo conexión con John William Cooke cuando este partió a Cuba. A través suyo el ex – delegado difundía informes, cartas y directivas a sus seguidores.

            En el desarrollo de la Conferencia de Cancilleres de Punta del Este a principios de 1962, se había encargado de repartir la Carta de Juan D. Perón dirigida al presidente John F. Kennedy, fechada en julio de 1961. En la ciudad oriental tuvo, entonces, una interesante conversación con Ernesto Guevara, a quien entregó el material.

            Al regreso colaboró ocasionalmente con el ARP de John William Cooke.

            En ese momento nació una amistad inquebrantable con Fermín Chávez.

            En el ámbito gremial estuvo en las filas del antivandorismo, obteniendo el apoyo del mismo Perón para esa tarea.

            Tras la “Revolución Argentina” tuvo un intercambio de correpondencia con Perón. El 5 de setiembre de 1966 le decía el líder exiliado: “Pienso como usted y como usted creo que la Argentina ‘se ha sacado de encima un sinapismo pero le han endilgado una cataplasma’. Yo me someto a los hechos que suelen ser los más elocuentes porque, según reza en el apotegma peronista, siempre es mejor hacer que decir o, como dicen los italianos, ‘di quello que vedi a metácredi, de quello que senti, non crediniente’…Atenido a los hechos se llega a poco andar a la conclusión que no podemos considerar a esta etapa como una cosa nueva ni original sino como una fase del proceso iniciado en 1955. El Justicialismo ha sido un sistema opuesto al régimen colonialista nacido en Caseros y, en consecuencia, contrario a la entrega nacional y defensor de la justicia social, de la independencia económica y la soberanía nacional“. En el orden gremial, Perón aceptó una propuesta de Tristán para impulsar al dirigente Di Cursi como alternativa al “aparato” de Vandor y Niembro.

            Hacia 1968 se desempeñó como subsecretario general de la Juventud del Movimiento Peronista. Allá por noviembre de 1968 opinaba: “Perón será nuestro Mao y el peronismo juvenil la cabeza del proceso”. Los jóvenes por él nucleados consideraban que la guerrilla era una aventura peligrosa: “una utopía que favorece a los militares aliados a los yanquis”.

            A inicios de los años setenta, con más precisión en junio de 1971, se trasladó a Madrid y cumplió misiones encomendadas por Perón en los países socialistas. Formaba parte del grupo de colaboradores estrechos de Perón en Puerta de Hierro y en ese contexto compartió largas conversaciones con el líder en el exilio.

            De regreso a la Argentina se pronunció en favor de la unidad de la juventud bajo la idea de trasvasamiento generacional, alentando ese proceso y el horizonte del socialismo nacional predicado por Perón. “La juventud argentina… Millones de chicas y muchachos que no gozaron los beneficios de nuestro gobierno, son peronistas. Perón es el líder natural de una nueva generación que surge a la vida social; es la generación de la toma del poder. Esto explica lo que muchos no entendieron ni entienden: el pueblo argentino fue y es peronista por una cuestión de dignidad y no porque gozara en nuestro gobierno de un mayor nivel de vida. Estos jóvenes, encauzados en las distintas organizaciones de la Juventud Peronista que operan en todo el país, están produciendo la transformación interna que el Movimiento necesita para lanzarse a la reconquista del poder y la construcción del socialismo nacional”.

            En el momento del regreso de Perón al país en 1972 consideraba como figura negativa y riesgosa a López Rega.

            Cultor del bajo perfil, fue considerado como un militante consecuente por las distintas vertientes del Movimiento Peronista.

Fuentes:

Revista Análisis.N° 401. 20 de noviembre de 1968.

Revista Panorama. Agosto de 1971.

Referencias:

Baschetti, Roberto.  Hombres y mujeres del peronismo revolucionario. La memoria de los de abajo. 1945-2007. Buenos Aires, De la Campana, 2007. T II.

Chávez, Fermín. La chispa de Perón. Buenos Aires, Cántaro, 1990.

Chávez, Fermín. Héctor Tristán. En Revista Hechos e Ideas. N° 25-26. Diciembre de 1996.

Chávez, Fermín; Puente, Armando. Visitantes de Juan Perón. Década 1963-1973. Buenos Aires, Instituto Nacional Juan Domingo Perón, 2010.

Mazzeo, Miguel. Textos traspapelados (1957-1961). Buenos Aires, La Rosa Blindada, 2000.

Julio César Melon Pirro y DarioPulfer