Atilio García Mellid era portador de una extensa trayectoria en el ámbito político, diplomático e intelectual en el momento en que tomó contacto con el líder exiliado.

De orígenes radicales forjistas, adhirió tempranamente al peronismo. Eso le significó la pérdida de posiciones importantes en el seno de la Cámara Argentina del Libro, en la que se desempeñaba como secretario ejecutivo. Escribió la primera genealogía histórica de raigambre peronista: Montoneras y caudillos en la historia argentina (García Mellid, 1946). Participó en funciones diplomáticas en el primer gobierno de Perón. Desarrolló una activa producción durante ese período. En las postrimerías del  primer peronismo se vinculó a la Cátedra Ramiro de Maeztu de la Universidad de Madrid. En ese marco produjo obras que lo inclinaron hacia el nacionalismo de raigambre hispanista – católica (Pulfer, 2019).

En 1957 publicó el libro Proceso al liberalismo argentino, de amplia difusión en el momento. Durante un período de la Revolución Libertadora estuvo exiliado en Uruguay.

Tras el triunfo de Frondizi volvió al país por un tiempo. Colaboró en medios periodísticos  de la resistencia. Desde allí comenzó un fluido vínculo epistolar con el ex presidente. El origen tardío de ese intercambio podemos vincularlo al hecho de la apuesta política realizada por García Mellid en favor del Partido de Atilio Bramuglia en el período previo.

De la correspondencia intercambiada conocemos casi la totalidad de las cartas enviadas por Perón a García Mellid. En ese transcurso, como veremos, García Mellid realizó acciones diplomáticas a pedido de Perón y se encontró con él en Puerta de Hierro en una oportunidad.

La correspondencia se compone de 23 cartas de Perón a Garcia Mellid enviadas entre julio de 1958 y agosto de 1971, poco antes del fallecimiento del escritor. Otro tanto corresponde a las cartas enviadas por García Mellid, de las que podemos inferir ciertos contenidos y expresiones por las respuestas dadas a las mismas por su interlocutor exiliado.

Se trata de un material que podemos considerar desigual. Aparecen cartas que constituyen acuses de recibo formales de cartas remitidas por García Mellid a Perón. Otras avanzan en apreciaciones sobre la situación del país.

 La secuencia permite inferir que los envíos de García Mellid llegaban con eficacia a través de distintos intermediarios (Alberto M. Campos, Américo Barrios,  Jorge Camus y Pablo Vicente), siempre enmarcadas en la precariedad de la triangulación y de las “intervenciones” y “comentarios” de los mensajeros.

De las respuestas dadas por Perón sabemos que la información  sobre la actuación de García Mellid en el marco de la Revolución Libertadora y en la transición hacia el gobierno de Frondizi le resultaban conocidas.

La posibilidad de que este material pueda ser complementado por las cartas de García Mellid no resulta descartable si tenemos en cuenta que hasta la fecha sigue apareciendo material de este tipo, muchas veces en manos de particulares o familiares.

 La mayoría de estas cartas se encuentran alojadas en el Archivo Hoover (Universidad de Stanford).

 La intensidad de los envíos fue constante y pareja, coincidiendo en la mayor parte de las oportunidades con informes y envíos de materiales por parte de García Mellid.

Esta correspondencia puede contribuir a la comprensión de la relación de Perón con el ámbito intelectual cercano a su movimiento. De ese conjunto conocemos la correspondencia intercambiada con Scalabrini Ortiz, Hernández Arregui, Puiggrós, Ramos y Jauretche  que ha sido analizada consistentemente (Devoto, 2017). En el caso que nos ocupa, fue dejada de lado en el análisis por configurarse únicamente en las cartas que Perón envío a Garcia Mellid (Devoto, 2017: 124).

A través de estos envíos podemos acceder a los materiales de lectura que recibía Perón, las opiniones que le merecían y el uso que realizaba de los mismos. Junto con ello, a través de las cartas podemos entresacar opiniones del líder exiliado sobre la coyuntura política. En cada una de ellas aparecían juicios y referencias más o menos generales sobre el momento que vivía la Argentina. También, en algunos casos, expresaban estrategias o posiciones con respecto al gobierno o actores particulares. Más allá de su uso como fuente de información importan como parte de una red de relaciones que de manera activa sostuvo el líder exiliado. En ese entramado, se tejían los roles, pedidos, encargos, sistemas de información de una conducción remota, más allá de los mecanismos de intermediación formales establecidos a través de delegados, comandos, consejos, triunviratos o heptunviratos.

La primera carta que conocemos contiene una felicitación por parte de Perón por las contribuciones de García Mellid al periódico Norte, dirigido por Carlos Alberto Campos. En esta nota, fechada en Ciudad Trujillo el 23 de julio de 1958, Perón caracterizó a Frondizi encarnando “una etapa de transición”. La siguiente, correspondía a los hombres jóvenes, que “deberán sacar el bastón de mariscal de la mochila”. En ese colectivo, incluía a García Mellid, quien para ese momento ya contaba con cincuenta y siete años. Perón ensalzaba el trabajo de su interlocutor señalando que mejor que hacer es enseñar, que había que seguir desarrollando la prédica (con razón y mística) para ganar el futuro. Esa tarea, correspondía a los “nuevos valores” que debían continuar la tarea que había hecho quien escribía: “si nuestras realizaciones fueron fecundas no lo fue menos la prédica que durante diez años hemos realizado en las masas populares argentinas, porque sí lo primero le dio felicidad y bienestar material lo segundo le dio conciencia de sus derechos y fe en el porvenir para luchar por lograrlo” (Perón a Garcia Mellid. 23 de julio de 1958).

García Mellid escribió a Perón a continuación, solicitándole le indique de qué forma podía serle útil. A ello, Perón le respondió en una carta del 24 de septiembre de 1958, que ya lo estaba haciendo y “en forma ostensible…sirviendo a la causa del Pueblo, en la tarea de esclarecer la verdad, desentronizar la mentira y señalar a nuestros enemigos y sus obras”. En la oportunidad señalaba que el gobierno de Aramburu sostenía las “mentiras” con ametralladoras y en ese momento  eran “cubiertas en las burdas sutilezas de un político metido a aprendiz de brujo, que quiere desintegrarnos con sus escamoteos característicos de un fullero”. A continuación señalaba que la “peca” suele “tener éxitos iniciales, pero su fin es el de siempre: el fracaso más espectacular”. Denunciaba que “se nos quiere llevar a la violencia negándonos el camino de la legalidad”. En un rasgo de humor decía que Frondizi tenía la “infantil esperanza” de que un “chorro de petróleo” haga “olvidar al Pueblo que está proscripto, hambreado, humillado y sometido”. Le predecía un triste final: “caerá como risible personaje de una anécdota del ridículo”. Remataba: “nefasto para la Patria ni siquiera habrá sabido ser útil a sí mismo”  (Carta de Perón a Garcia Mellid, 24 de septiembre de 1958).

            En la siguiente epístola Perón se excusaba por la demora y brevedad de la respuesta. Señalaba que tenía mil novecientos pedidos de fotografías autografiadas, amén de las cartas e instrucciones que debía dar a las agrupaciones de su redil. Lo derivaba a una conversación con su delegado, Carlos A. Campos, con quien tenía vínculos de cercanía y amistad, para profundizar en sus perspectivas. En breves párrafos, le señalaba que compartía los puntos de vista vertidos en la nota que respondía y subrayaba que no podía haber gobierno sin concurso popular; que los políticos de un “pasado superado” no tomaban en cuenta que no había ya “turba inoperante” sino que lo existente era una “masa politizada”, y que esa ignorancia llevaba al fracaso irremediablemente (Carta de Perón a García Mellid, 17 de enero de 1959).

            García Mellid despachó una nueva carta a Perón el 26 de febrero de 1959, poniéndolo en autos de su exilio en Uruguay y solicitándole indicaciones de acción. Esta pieza fue respondida casi inmediatamente, con fecha 4 de marzo. En ella Perón felicitaba a su interlocutor por la “valiente y decidida actitud frente al Gobierno y al hombre que está azotando de nuevo a nuestro desgraciado país”, que lo había llevado nuevamente al exilio. Una vez más, Perón le reiteraba que formaba parte de la juventud que iba a relevar a su generación. Al mismo tiempo le comentaba que estaban presionando al gobierno para facilitar el retorno de los exiliados, con lo que en breve podría solucionarse su situación (Carta de Perón a García Mellid, 4 de marzo de 1959).

            Meses después, el 7 de julio de 1959 Perón acudió a García Mellid para una misión frente a Víctor Haedo, político uruguayo del Partido Nacional (blancos). Para ello mencionaba su experiencia como “viejo diplomático”. En concreto le solicitaba que le entregara una carta y le solicitara una intervención en el ámbito de la OEA para mediar en la situación caribeña que incluía a República Dominicana. En la misma carta, al mismo tiempo que le pedía que contactara con Campos para mayor información, planteaba un panorama optimista en el que “los enemigos  habían comenzado a ceder”; los gorilas no tenían fuerza para dar un golpe de Estado y Frondizi había “metido los dedos en el ventilador” con la designación de Alsogaray. Según sus planes, si el peronismo sabía organizarse “todo puede arreglarse este año”. En el cálculo de Perón, al no inmiscuirse en tareas represivas las Fuerzas Armadas, el sindicalismo podía actuar sin problemas, “en beneficio de nuestros objetivos”. Condicionaba ese razonamiento a “que supieran aprovechar esta situación adecuadamente” y “sin desviarse” (Carta de Perón a García Mellid, 7 de julio de 1959).

            García Mellid respondió el 12 de agosto de 1959. La carta fue entregada a Perón por su delegado Carlos A. Campos.  Perón le agradeció su “tacto y habilidad” para lograr la posición de la representación uruguaya. En lo referido a la Argentina, repetía conceptos anteriores, tachando la situación de “lamentable” y en trance de “mayores calamidades”.  Frente al reiterado ofrecimiento de García Mellid para lo que gustara mandar, le señalaba que lo “tenía en cuenta para la ocasión propicia a sus elevados merecimientos” (Carta de Perón a García Mellid, 18 de agosto de 1959).

            El 6 de octubre de ese año, García Mellid envió una nueva carta a Perón. En esta oportunidad le remitía recortes periodísticos con determinadas llamadas de atención y unas reflexiones acerca de la cuestión informativa a nivel internacional sobre el pasado y presente del peronismo, en la que concluía planteando la necesidad de constituir una agencia informativa de vocación global. Perón le respondió el día 13, agradeciéndole el envío recibido por conducto de Campos. Si bien le señalaba que la cuestión argentina iba a resolverse en el propio territorio, concedía importancia al tratamiento de la imagen de su gobierno por parte de las agencias internacionales. Señalaba que no habiendo “violado los preceptos constitucionales” ni ejercido “la violencia para con el enemigo”, sus procedimientos aparecían como “arbitrarios y crueles” mientras que “los bárbaros que usurparon el Poder son los demócratas libertadores, a pesar del latrocinio, los fusilamientos y la persecución política”. Tras señalar que en Europa era escasa la importancia dada a las noticias del continente americano, decía: “debemos contar con altavoces más resonantes que los puramente domésticos”. En ese marco de pensamiento, apoyó la iniciativa, bajo la convicción de que “bastan tres personas y un sello de goma para respaldar un comunicado” y lo orientó a enviar las notas más allá de las agencias noticiosas remanidas, llegando a gobiernos y personalidades (Carta de Perón a García Mellid, 13 de octubre de 1959).

            La siguiente carta recibida de Perón se trató de una nota colectiva a los “compañeros peronistas que se encuentran exiliados”. Instalado en España, en la perspectiva de Perón, frente a la situación que vivía el país, para los patriotas había dos opciones: cárcel o destierro. En ese marco alentaba y agradecía la tarea que cada uno de los exiliados realizaba en el exterior. Auguraba un próximo encuentro en la “patria redimida”. Quería llegar a cada uno con “toda mi solidaridad emocionada, mi afecto de compañero de lucha y mi admiración de Jefe del Movimiento” (Carta de Perón a los compañeros peronistas que se encuentran exiliados. 24 de junio de 1960).

            García Mellid continuó enviando material de carácter informativo, así como reflexiones a Perón. En una misiva del 26 de junio, Perón hace acuso de recibo de los “envíos que llegan con regularidad y cumplen, con el análisis que siempre los acompaña, con una valiosa misión de información, y de exacta ubicación en la actualidad”. También se hace eco de una reflexión sobre el “ser nacional” enviada por García Mellid, indicándole su coincidencia con los conceptos y señalándole que su gobierno se guió por esa idea así como por los dictados de la realidad americana “de la que tenemos una dependencia que no puede ser dejada de lado” (Carta de Perón a Garcia Mellid, 26 de junio de 1960).

            Por ese tiempo García Mellid se enroló en cuanto medio periodístico le diera espacio. En 1960 colaboró con Pregonando Verdades, iniciativa de Ramón Landajo, ex secretario de Perón en el exilio. En el año 1961 acompañó a Fernando García Della Costa en el emprendimiento periodístico Tres Banderas, fuertemente opositor a Frondizi y alineado estrictamente con las directivas de Perón.

            Los intercambios se reanudaron en 1964, en el momento en que Perón felicitó a García Mellid por la obra Proceso a los falsificadores de la Guerra del Paraguay. Aprovechó la carta para reiterar el “cariño entrañable que yo tengo a ese pueblo admirable” y para denostar a “las oligarquías antinacionales” y a los “historiadores oligarcas” falsificadores de la verdad. En tono de reflexión personal recordó las dificultades que tuvo como profesor de historia militar para dar cuenta de las causas de esa guerra y el gesto realizado hacia Paraguay, devolviendo los trofeos de guerra que “deshonraban las glorias y tradiciones de la república”. En el cierre de la carta le señalaba la “satisfacción con que he leído su libro” y le prometía otra lectura “para estudiarlo más concienzudamente” (Perón a García Mellid, 14 de mayo de 1964).

            García Mellid envió copia a contactos del Paraguay con las expresiones vertidas por Perón acerca de su libro. En otro orden escribió al Ministro del Interior de España, Manuel Fraga Iribarne solicitándole mejor trato oficial para con Perón, en mérito de la solidaridad de su gobierno con el régimen de Franco en la posguerra.

            En carta del 5 de julio, Perón le agradeció ambas gestiones. En cuanto a la situación del país señalaba la degradación de las “clases dirigentes” y de los “factores de poder”, depositando en las “fuerzas populares” los “valores que pueden permitir una solución”. En uno de los párrafos apostaba a encontrarse  en el país en el transcurso de ese año (Carta de Perón a García Mellid, 5 de julio de 1964).

            En septiembre García Mellid le hizo llegar una nueva carta a Perón con nueva información. A fines de octubre, Perón le respondió señalándole que la “Operación Retorno” estaba lanzada y que seguía en esa idea “imperturbablemente”. El portador de la carta fue Jorge Manuel Camus, a quien Perón referenció a Garcia Mellid para actualizar mayor información  (Carta de Perón a García Mellid, 29 de octubre de 1964).

            El 27 de diciembre de 1964, fracasada la “Operación Retorno”, Perón se quejó amargamente del trato propinado por esferas oficiales españolas después de ese traspié. Le señaló a García Mellid que “su amigo” Fraga hizo declaraciones lamentables y llegó a sospechar si el gobierno español no le “había puesto unas cáscaras de banana” para obligarlo a salir de ese país. En su análisis, los norteamericanos estaban detrás de la operación y en la España faltaba hidalguía y dignidad para retribuir las acciones argentinas de 1947 (Carta de Perón a García Mellid, 27 de diciembre de 1964).

            A principios de enero de 1965 García Mellid le envió una nueva carta a Perón y un artículo referido a su situación en España, titulado “Sobre un Mensaje a España”. Perón le agradeció el envío y abundó en sus reflexiones sobre la situación en España, considerando que debía cumplir con lo impuesto (su silencio) y prepararse para salir de allí. Decía que tenía varios lugares donde recalar hasta el momento en que las circunstancias impongan “prestar el último servicio que impone el patriotismo”.  En la parte final de la carta volvía sobre el valor de los predicadores, rubro en el que incluía a García Mellid por sus trabajos periodísticos e historiográficos (Carta de Perón a García Mellid, 14 de enero de 1965).

            El 9 de enero García Mellid le envió una nueva carta a Perón comentándole sobre un incidente con el diario Época de Montevideo que fue clausurado y en el que se desplegaban especulaciones sobre las relaciones del peronismo con sectores del comunismo. Perón le respondió en carta extensa del día 17, con reflexiones acerca de los acuerdos ofrecidos por el Partido Comunista del país y de otros países que le proponían residencia ante el malestar causado en España tras el fracaso de la “Operación Retorno”. A ello sumaba el pedido de un importante dirigente sindical –Amado Olmos- para trasladarse a Cuba. Frente al comunismo, decía, existían tendencias dentro del peronismo tentadas de acercarse a esas posiciones por influencia o por desesperación. Desde su perspectiva, aceptar esos ofrecimientos significaba caer en un estado de dependencia con otro de los imperialismos actuantes desde Yalta, por lo que no consideraba seriamente esas propuestas (Carta de Perón a García Mellid, 17 de enero de 1965).

            El 1 de febrero García Mellid le volvió a escribir a Perón. En la carta realizaba apreciaciones sobre el país y el peronismo. Además, le hacía referencia a cierto reblandecimiento de las condiciones de España para con su interlocutor. Perón le respondió el día 25 del mismo mes, señalándole la coincidencia con su parecer con relación a la actuación del peronismo, en particular de quienes actuaban como legisladores que “han ido a comer de la mano de los que nos escarnecen”. Como reflejo a ciertos comentarios decadentistas de García Mellid, Perón se hace eco de los mismos y señalaba signos de esa situación en la “música, la pintura o escultura”. Como signo de época, para salir de esa postración, postulaba la liberación. Según su perspectiva, para los argentinos solo podía ser generada desde adentro. En su defecto, señalaba, sería realizada por africanos o chinos. “Debemos ser revolucionarios por ser  habitantes del mundo que vive una revolución trascedente destinada a cambiarlo todo, mediante el adoctrinamiento y el paredón”. En cuanto a su situación en España, reconocía mejores condiciones, pero no olvidaba lo vivido. Decía que había que hacer “de tripa corazón” hasta el momento de regresar al país. Agradecía un ofrecimiento de gestiones ante México, país con el que ya había intentado un acercamiento, que había resultado fallido (Carta de Perón a Garcia Mellid, 25 de febrero de 1965).

            En carta de abril de 1965 García Mellid señalaba a Perón la necesidad de establecer una estrategia política y terminar con las divisiones en el seno del peronismo. Tardíamente, al volver de un viaje por el norte de España, Perón le respondió el día 28 de junio. Compartía con su interlocutor la necesidad de la unidad y se manifestaba confiado en alcanzarla, más teniendo en cuenta el horizonte electoral que se avecinaba para 1966. Si bien esa era la línea de avance compartida, Perón le introducía otra variante: el cultivo de “otros ambientes insurreccionales que, por cuerda separada, nos pueden ofrecer en circunstancias dadas ventajas que nosotros mismos no podemos por ahora imaginar”. Frente al escenario planteaba dos hipótesis: la continuidad de la situación política en la que el peronismo tenía todas las de ganar y la posibilidad de un golpe militar, que no tendrá salida fácil y “dentro de esa dificultad podremos colocarnos quizá en mejores condiciones revolucionarias que las actuales”. Sin hacerse muchas ilusiones, señalaba que “nuestros muchachos, son optimistas con cierto fundamento” (Carta de Perón a García Mellid, 28 de junio de 1965).

            La correspondencia sufrió en este tramo una interrupción pero no los intercambios entre Perón y García Mellid. Este último realizó una misión diplomática a pedido de Perón: visitó a Mao Tsé Tung, recibiendo trato de visitante ilustre. En el año 1967 García Mellid visitó Madrid. En la oportunidad le entregó a Perón un Dragón Azul que Mao le había entregado para el líder exiliado.

            Ese mismo año García Mellid publicó un nuevo libro: Revolución Nacional o Comunismo, que fue enviado a Perón. En ese texto volvía sobre una vieja preocupación: las relaciones entre nacionalismo y marxismo. Para García Mellid “los movimientos nacionales restauran el orden natural” siendo “la tradición la esencia del nacionalismo”; “el sentido religioso de la historia es inseparable del nacionalismo”; “el nacionalismo es una doctrina natural”; “el nacionalismo es el natural opositor del comunismo”; “sin la idea de lo ‘social’ no existe nacionalismo”; “el nacionalismo crece en el mundo” y “la ‘izquierda nacional’ es marxismo”. Estas sentencias, eran aplicadas al caso argentino. Señalaba que “la ‘izquierda nacional’ realiza esfuerzos desesperados por apoderarse de Perón y de las masas peronistas” (Garcia Mellid, 1968: 285). Mediante citas de Perón del primer período de gobierno, el autor buscaba señalar la “conciencia cabal de su papel histórico” por parte de los obreros en la resistencia al marxismo. Distinguía al peronismo como “una revolución nacional, sin el menor contenido marxista”. Fue un “movimiento de masas” en un “momento en que la ideología marxista tendía a extenderse en todo el mundo”. Esa expansión “de las izquierdas disolventes fue frenada en la Argentina”. La conciliación de intereses reemplazó a las pugnas estériles. “La política nacionalista fue ganando voluntad cada día más numerosa, sin abdicar de las grandes demandas sociales“ (Garcia Mellid, 1968: 286).

Perón le escribió a García Mellid el 3 de junio de 1968. En esa carta acusó recibo del libro y comentó brevemente su contenido. En resumen le decía que, aunque la “evolución” marchaba hacia la construcción de un neocapitalismo, en sentido contrario marchaba una “evolución acelerada” como la que se había manifestado en Francia, de manera reciente, lo que le daba a sus juicios cierta consistencia. En el párrafo anterior, decía que los remezones del “Mayo francés” se harían sentir en España, pero sin llegar la sangre al río y que lo que sucedía en la Argentina “con ser explosiva era un juego de niños” en términos comparativos. En la misma carta le decía que sabía de su vida a través del Mayor Vicente, de su condición de desterrado y de sus trabajos históricos y sociológicos (Carta de Perón a García Mellid, 3 de junio de 1968).

            El 3 de octubre de 1968 García Mellid le hizo llegar una carta a Perón felicitándolo por el libro La hora de los pueblos, nuevamente a través de Alberto M. Campos De manera inmediata, el día 10, Perón acusó recibo del elogio, bajándole el precio a los comentarios de amigos; colocándose en un lugar modesto como escritor y subrayando que su lenguaje era brutal, sus páginas pocas y que estaba destinado al pueblo “que es quien lo leerá sin reticencias ni prejuicios deformantes”. Al hilo del comentario anotaba que no había ningún país que escapara a la doble tarea de librarse del imperialismo y la liberación del pueblo en lo interno, que era lo que había querido expresar en el libro. Elogiaba a Campos, un “peronista humilde y modesto que con tanto acierto lo ha editado”, poniéndolo en la calle, con quien le recomendaba seguir la conversación sobre los asuntos del peronismo. Se excusaba por demorarse en responder ya que estaba atareado con la atención a los argentinos que pasaban por Madrid, la correspondencia y la conducción de conjunto del peronismo (Carta de Perón a García Mellid, 10 de octubre de 1968).

            Pasó un tiempo y el 23 de junio de 1970 García Mellid volvió a escribirle a Perón con consideraciones sobre la situación del país. Perón respondió de manera inmediata en una carta escrita a mano y acordó con sus juicios, señalando la etapa final del gobierno de la “Revolución Argentina”. En vistas de que García Mellid había podido reingresar al país le transmitía su alegría por ese hecho y le decía que deseaba poder imitarlo pronto (Carta de Perón a García Mellid, 3 de julio de 1970).

            García Mellid, entrado 1971, había mandado una carta el 21 de abril que no tuvo respuesta. La agregó a otra enviada el 7 de julio, que fue respondida por Perón un mes después. En la misma lo elogiaba por su mirada histórica y le hablaba de la guerra que llevaba desde hacía dieciséis años, con algunas batallas ganadas. La última, para él, había sido el retiro de Levingston y la propuesta de Lanusse de normalización institucional, aunque en términos militares señalaba que había que “iniciar la persecución”, sabiendo que del otro lado pretendían llevarlos a una “mesa de negociación”.  Para Perón había que “correr el riesgo de negociar, mientras se sigue con la persecución y la lucha”. Citaba el ejemplo de Vietnam. Desde su punto de vista se entraba en un plano decisivo y el tiempo jugaba a su favor. Lanusse debía cumplir con sus promesas de llamado electoral o “las pasará muy mal” (Carta de Perón a García Mellid, 6 de agosto de 1971).

            El 30 de agosto de ese mismo año Perón envió otra carta a García Mellid, casi en los mismos términos que la anterior, agregando ejemplos a lo dicho y extremando el planteo: si Lanusse no cumplía con el llamado a elecciones y la entrega del poder podía llegarse a una situación de guerra civil.

            Poco después, García Mellid escribía en Dinamis una nota en la que reproducía los conceptos históricos vertidos en cartas anteriores a Perón  y orientaba la reflexión política a la necesidad de una salida política que permitiera expresar la voluntad popular.

            En enero de 1972, cuando la historia parecía acelerarse, García Mellid fallecía.

Fuentes

García Mellid, Atilio. La voluntad popular. Dinamis. Número 40. Enero de 1972.

Referencias

Devoto, Fernando. Los intelectuales escriben a Perón. Las cartas del archivo Hooveer. En Chiaramonte, C.; Klein, H. El exilio de Perón. Buenos Aires, Sudamericana, 2017.

Garcia Mellid, Atilio. Montoneras y caudillos en la historia argentina. Buenos Aires, Recuperación Nacional, 1946.

Darío Pulfer