(Corrientes, 14 de febrero de 1898- Provincia de Buenos Aires, 30 de mayo de 1959).

            Apodo: “Petiso”.

            Hijo de Pedro Scalabrini, naturalista de origen italiano y de Ernestina Ortiz, oriunda de Entre Rios de ascendencia vasca con raíces en el período colonial hispano.

            Se radicó en Buenos Aires para estudiar ingeniería. Poco después formó parte del grupo de la revista Martín Fierro. En 1923 publicó La Manga. En el año 1931 salió El hombre que está solo y espera, que recibió el segundo lugar del Premio Municipal en prosa, amplios reconocimientos en los círculos intelectuales y una ininterrumpida edición hasta el presente.

            Participó de la fracasada intentona revolucionaria dirigida por Gregorio Pomar y fue desterrado. En 1934 comenzó a publicar notas y ensayos sobre la situación argentina, denunciando la influencia británica. En 1935 se acercó a F.O.R.J.A. y trabó relación duradera con Arturo Jauretche. En los cuadernos de esa organización anticipó sus trabajos sobre historia de los ferrocarriles y la política británcia en el Río de la Plata.  De manera fugaz, en el año 1939, dirigió el diario Reconquista, sosteniendo posiciones nacionalistas y neutralistas.

            En el año 1940 publicó Política británica en el Río de la Plata y la Historia de los ferrocarriles argentinos.

            Casado con Mercedes Comaleras, tuvo cinco hijos.

            Miró con simpatía el ascenso de Perón al gobierno y participó enfervorizado del 17 de octubre. Desde la Unión Revolucionaria apoyó las listas impulsadas por la naciente coalición y bregó por la nacionalización de los ferrocarriles mediante la publicación de materiales, entre los cuales se cuenta Los ferrocarriles deben ser argentinos. Escribió Tierra sin nada, tierra de profetas en el año 1947. Acompañó la experiencia peronista con distancia crítica sin intervenir en la gestión de gobierno.

            En 1955 seguía manteniendo su adhesión, planteando que la disyuntiva seguía siendo Perón o la oligarquía.

            Tras el golpe militar comenzó a actuar en el periodismo para defender las posiciones “nacionales”. “No se la van a llevar de arriba” le dijo en un encuentro a Luis M. Soler Cañas. Junto con José A. Güemes participó de las empresas de El Líder y Federalista, combatiendo las políticas sugeridas por Raúl Prebisch. Envío alguna colaboración al periódico rosarino de Nora Lagos, La Argentina. Desde su exilio en Panamá Perón utilizó y citó textualmente sus notas para la elaboración de su libro La fuerza es el derecho de las bestias.

            En el año 1956, a instancias de las conversaciones sostenidas por Arturo Jauretche con Rogelio Frigerio y Narciso Machiniandarena, comenzó a colaborar con columnas en el semanario frondizistaQué. En ese semanario desarrolló una prédica de corte nacionalista, sentando posiciones autónomas en relación a los más diversos temas. En cuanto a la explotación petrolera, proponía aplicar la misma experiencia que se había utilizado en el ámbito de los ferrocarriles.

            Sostuvo, al igual que Jauretche, el apoyo a la UCRI para las elecciones de convencionales constituyentes de julio de 1957 y la necesidad de apoyar la candidatura de Frondizi para la presidencia con la finalidad de debilitar y desalojar a la dictadura militar del gobierno, ante la situación de exclusión del peronismo.

            Su prédica y posicionamiento le valió una carta de Juan Domingo Perón de fines de 1957, en la que lo felicitaba y le solicitaba la organización de los grupos intelectuales afines, como modo de acercarlo a su dispositivo de conducción. Adolfo Cavalli fue el portador de la misiva y testimonió la emoción de Scalabrini al recibirla. Scalabrini respondió la carta  agradeciendo el reconocimiento, solicitando no hacerse cargo de la tarea de agrupar a los escritores y realizando una serie de apreciaciones sobre la coyuntura. El 18 de marzo recibió la respuesta a su carta de Juan D. Perón en la que le decía que coincidía con sus opiniones sobre la coyuntura política y lo exaltaba  diciéndole que había “entrado a la historia” por su “obra incansable, su vocación patriótica y su sacrificada trayectoria”. En el momento que colaboraba con un órgano del radicalismo intransigente buscaba asociarlo a la identidad peronista (“siempre lo consideramos de los nuestros”) y le insistía con la organización del “frente intelectual” a partir de su “jefatura espiritual innegable” sin que ello signifique “apaciguamientos ni transacciones ni eclecticismos de conveniencias con lo que representa intereses antinacionales y antipopulares” pero si tender puentes con “quienes están en la línea de pensamiento que sobrepone los los intereses de la patria a toda otra consideración de otra índole” para lo que “reclamo su concurso para que aclare panoramas que algunos no ven con nitidez”. Por último, le pidió que esté en contacto con John W. Cooke, consustanciado con su pensamiento en la materia.

            Scalabrini no desoyó el pedido y comenzó a organizar el listado de figuras a convocar y se dio a la tarea de redactar un estatuto para la sociedad de escritores, que retomaba el impulso de ADEA y SEA del tiempo del peronismo gobernante.

            En marzo de 1958 la Revista Qué publicó una separata bajo el título “Aquí se aprende a defender la patria”, en el que se integraban sus artículos y las posiciones sostenidas en su columna semanal.

            Scalabrini Ortiz ocupó la dirección del semanario Qué en el momento en que Frigerio asumió responsabilidad gubernamentales. Debido a diferencias con el rumbo del gobierno y al avance de la fatal enfermedad se alejó de la publicación.

            En la casa de la calle Alberdi en Olivos, acompañado por su mujer Mercedes Comaleras y sus hijos Raúl, Jorge, Pedro, Miguel y Matilde, desfilan compañeros y amigos. Su fallecimiento prematuro se produjo el 30 de mayo de 1959.

            Juan D. Perón escribió a su viuda: “Los que hemos luchado por los ideales que inspiraron la vida de Scalabrini Ortiz no podremos olvidarlo, como no lo olvidarán las generaciones de argentinos que escucharon sus enseñanzas y lucharán por hacerlas triunfar en el tiempo y en el espacio”.  

            De manera rápida se constituyó una Fundación con su nombre. El principal promotor de la empresa fue su discípulo y amigo Vicente Trípoli. En junio de 1959 organizaron en el Sindicato de la alimentación un acto en el que hablaron Alicia Eguren, José María Rosa, Enrique Pavón Pereyra, Fermín Chávez, Mario Massouh, entre otros.

            Decía Rosa:

            «Hace cuatrocientos años se echaba por los caminos de España, a redimir agravios ajenos, defender doncellas y enderezar entuertos, un hidalgo que si carecía de dinero,     tenía en cambio sobrados los arrestos…Como su tatarabuelo manchego, Raúl      Scalabrini Ortiz se lanzó, sin reparar en la consternación, la prudencia y la mofa, a          una lucha que parecía imposible por la recuperación espiritual y material de la                Argentina. Señaló al enemigo, que nadie veía, y contra  el imperialismo arremetió  montado en un escuálido jamelgo, enhiesto el lanzón y decidida la fe inquebrantable.  Como su tatarabuelo, no pudo ser vencido. No venció tampoco, pero señaló el camino   invisible y acercó la victoria lejana».

            Alicia Eguren señalaba la fuerza de su lenguaje y anotaba que

            «…durante estos años negros de nuestro destino, Scalabrini nos acompañó y nos guió con su razón y su inteligencia. Lleno el corazón de angustia y fiel, como siempre, a la verdad de su pueblo. Pobre Raúl. No murió de la enfermedad que nos diagnosticaron los médicos. Murió de angustia y desesperación, de tristeza y desánimo. Se creyó con una  porción de responsabilidad en la debacle de la Nación. Pero no. Los hijos de El                HOMBRE QUE ESTA SOLO Y ESPERA lo decimos, abrazándolo en el viento, a Raúl, que  por encima de   la quiebra de las estructuras visibles de la Nación, el pueblo, que ya no ESTA SOLO, ha adquirido conciencia profunda de su ser nacional y no cejará hasta lograr definitivamente la Recuperación Nacional».

            Fermín Chávez señalaba la ventura de Scalabrini al no llegar a “ver las últimas infamias del petrolero renegado que está en la Casa Rosada” y decía que “la Providencia lo alejó de su ciudad carnal cuando están resucitando momias agoreras de la que aún sirven al colonialismo británico y cuando vuelve a resonar la bulla insensata de los políticos tradicionales, como si la historia pudiese volver atrás”. En términos positivos decía: “Raúl Scalabrini Ortiz perteneció a un orden de escritores que en nuestra patria tiene una larga y clara tradición nacional: la de los que siguen el mandato hernandiano de ‘cantar opinando’”.

            Tiempo después, Arturo Jauretche anotaba:

           «Nada de estridencias, nada de adjetivaciones. Su yo, su intimidad, era tesoro propio que  no podían violar ni el afecto ni la frecuentación y que defendió, en la alegría del triunfo, prohibiéndose la exaltación, y en la amargura de la derrota, prohibiéndose la lágrima indiscreta o el desfallecimiento…Así era Scalabrini Ortiz: nada de expresarse sonoramente, nada de ese declamatorio fervor de fiesta patria, bandera e himno. Ese  amor, como el amor  por la mujer, no se proclama sino que se esconde y se    practica… Esencialmente Raúl Scalabrini Ortiz fue eso: un maestro, y su     magisterio, un magisterio político, si se considera que la política es a las cosas de la sociedad, lo que la  filosofía es a las ciencias: la visión unitaria e integradora».

            Juan D. Perón escribió:

            «Quiero detenerme ante un nombre símbolo, el de Raúl Scalabrini Ortiz, que personifica la mejor tradición civil de los argentinos. Entre las víctimas de este período de abdicación, de negación de los valores más sagrados de la nacionalidad, ninguno le aventajó en calidades    morales, en civismo de la mejor ley. El forjó el carácter de la Resistencia frente a los         usurpadores, haciendo inteligible lo que todos trataban de  interpretar como ‘causas de la      derrota argentina’. Era un luchador de raza y yo,  particularmente, le soy acreedor de las ideas madres transcriptas en La fuerza es el derecho de las bestias y Los vendepatrias. Ejerció, en cierto modo, la primera magistratura moral de la República”.

            Rogelio García Lupo, resumió el vínculo entre Perón y Scalabrini: “Están los peronistas que fueron a Perón porque habían leído a Scalabrini Ortiz y también los que leyeron a Scalabrini Ortiz porque sabían que en una carta Juan Perón decía que Scalabrini Ortiz era el primero de los argentinos”.

            Desde la Fundación Raúl Scalabrini Ortiz, VicenteTrípoli ordenó materiales y tituló las publicaciones Yrigoyen y Perón, identidad de una línea histórica de reivindicaciones populares y Cuatro verdades sobre nuestra crisis.

          

Como parte de sus actividades, organizaron cada año las conmemoraciones en la fecha de la partida de Scalabrini Ortiz.     

       

            El mismo Trípoli se ocupó de prologar y compilar sus trabajos posteriores a 1955 en un significativo volumen que agrupó bajo el título: Bases para la reconstrucción nacional. Fue editado por Plus Ultra.

            Desde esa misma editorial  publicaron, en el año 1964,  incluyendo un prólogo de José María Rosa, la novena edición de El hombre que está solo y espera. De manera rápida tuvieron que realizar una nueva tirada, que para esa época orillaba los diez mil ejemplares, como signo temprano del éxito en el mercado del libro de ese tipo de materiales. De ese modo se cimentaba la base de lo que luego serían las “obras completas” del autor y en cierto modo el “mito” scalabriniano.

            La estela de Scalabrini fue seguida por varios escritores y periodistas en esa época. Jauretche lo llamó arquetipo. Hernández Arregui puso bajo su prisma su obra y dedicó a su memoria (“uno de los grandes constructores de la conciencia histórica de los argentinos”) su libro La formación de la conciencia nacional.  Eduardo Luis Duhalde y Rodolfo Ortega Peña lo señalaron como uno de sus máximos inspiradores y le dedicaron el libro BaringBrothers y la historia política argentina. Rogelio García Lupo lo refirió como guía de sus investigaciones y le dedicó su libro La rebelión de los generales. Esta línea de reivindicaciones se completó en el año 1970 con la publicación de una exhaustiva biografía del escritor elaborada por Norberto Galasso.

Obras:

Scalabrini Ortiz, Raúl. La manga. Buenos Aires, Gleizer, 1923.

Scalabrini Ortiz, Raúl El hombre que está solo y espera. Buenos Aires, Gleizer,1931.

Scalabrini Ortiz, Raúl. Política británica en el Río de la Plata. Buenos Aires, Reconquista, 1940.

Scalabrini Ortiz, Raúl. Defendamos los ferrocarriles del Estado. Buenos Aires, Unión Revolucionaria, 1946.

Scalabrini Ortiz, Raúl. Los ferrocarriles deben ser del pueblo argentino. Buenos Aires, Unión Revolucionaria, 1946.

Scalabrini Ortiz, Raúl. Tierra sin nada, tierra de profetas. Buenos Aires, Reconquista, 1947.

Scalabrini Ortiz, Raúl. El hombre, el capital y la propiedad en la vieja y la nueva constitución. Buenos Aires, Reconquista, 1948.

Scalabrini Ortiz, Raúl. Perspectivas para una esperanza argentina. Buenos Aires, Hechos e Ideas, 1950.

Scalabrini Ortiz, Raúl. “Aquí se aprende a defender la patria”. Buenos Aires, Qué, 1958.

Scalabrini Ortiz, Raúl. Yrigoyen y Perón, identidad de una línea histórica de reivindicaciones populares. Buenos Aires, Fundación Raúl Scalabrini Ortiz, 1962.

Scalabrini Ortiz, Raúl. Cuatro verdades sobre nuestra crisis. Buenos Aires, Fundación Raúl Scalabrini Ortiz, 1963.

Scalabrini Ortiz, Raúl. Bases para la reconstrucción nacional. Buenos Aires, Plus Ultra, 1965.

Scalabrini Ortiz, Raúl. El hombre que está solo y espera. Buenos Aires, Plus Ultra, 1965.

Referencias:               

Eguren, Alicia y otros. Ser Nacional. Raúl Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, 1959.

Galasso, Norberto. Vida de Scalabrini Ortiz. Buenos Aires, Mar Dulce, 1970.

García Lupo, Rogelio. La muerte de Scalabrini Ortiz. En Revista Marcha. 5 de junio de 1959.

Jauretche, Arturo. Scalabrini Ortiz, arquetipo. En Revista Santo y Seña. 11 de noviembre de 1959.

Melon Pirro, Julio C.; Pulfer, Darío. Notas sobre la prensa de la(s)  resistencia(s).  Federalista. En Revista Movimiento. N° 9. Febrero 2019.

Darío Pulfer