En diciembre de 1962, la Comisión Provisional de la Confederación General de Trabajo comunicó la fecha para la realización de su Congreso Normalizador. Entre el 27 y el 31 de enero los delegados de los gremios confederados designarían autoridades definitivas. La noticia fue tomada con cierta cautela por el Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical (MUCS), agrupación conformada por gremios comunistas. En una comunicación, la intersindical solicitaba a la Mesa Coordinadora de las 62 Organizaciones Peronistas que se la reciba y escuche. La búsqueda de unidad “no puede ser un secreto entre bambalinas y menos un recurso de presión para el logro de otros objetivos que nada tienen que ver con el interés común de los trabajadores” (La Nación, 4-12-62: 8). La petición tenía cierto asidero. Según el cronista de Primera Plana,en su acto conjunto en el estadio del Club Atlético Atlanta, las 62 Organizaciones propusieron a los 32 Gremios Democráticos la incorporación de representantes de los MUCS a la dirección de la Confederación (Primera Plana, 4-12-62). ¿Se trató de una táctica en caso de un futuro bloqueo entre peronistas e independientes? ¿O simplemente fue una manera de mostrarles a éstos últimos que eran las 62 las que tenían la última palabra?

            El Congreso General Ordinario de la CGT comenzó el 28 de enero. Aproximadamente 600 delegados en representación de 92 organizaciones adheridas se dieron cita en el edificio de la Federación Argentina de Trabajadores de la Luz y Fuerza, en la Capital Federal. Riego Ribas, uno de los miembros de la Comisión Provisoria, manifestó su emoción. Se estaban presenciando “jornadas que seguramente la historia del movimiento obrero argentino consagrará como trascendentes”(La Prensa, 29-01-63:3). Tras varios días de asamblea, el 1º de febrero se dio por terminado el Congreso. Sin los votos del MUCS, de la Unión Ferroviaria y Bancarios, la nueva estructura fue hegemonizada por el peronismo. Por 553 sufragios positivos, José Alonso (Vestidos) fue elegido como secretario general y Riego Ribas (Gráficos) como adjunto. El resto de los puestos del Comité correspondieron a: Arturo Staffoni (La Fraternidad), hacienda; Juan Racchini (Aguas Gaseosas) y Jorge Elías (Textil) como prosecretarios; Avelino Fernández (Metalúrgico), secretario gremial e interior; y Luis Angeleri (Luz y Fuerza) como secretario de prensa ( La Nación, 2-2-63).

            Es precisamente bajo la gestión de Angeleri que se comenzó a editar el Boletín Informativo Semanal de las Actividades de la CGT. Confeccionado íntegramente en los Talleres Gráficos de la Confederación y de distribución con suscripción a sindicatos y gremios adheridos de la Capital Federal, Gran Buenos Aires y demás provincias del país, la publicación no varió significativamente su estructura en sus 118 números editados entre febrero de 1963 y junio de 1965. En primer lugar, “Actividades de la CGT” enumera, como su nombre lo indica, las tareas llevadas a cabo en el lapso de una semana o quince días por el Secretariado Nacional, el Comité Central Confederal o el Consejo Directivo. Incluso gremios afiliados a la CGT. En el primer y segundo número, la Secretaría de Prensa invita a esas organizaciones a enviar a Azopardo 802 todo el material gremial confeccionado (boletines, periódicos o revistas) para su posterior difusión. De lo que puede pensarse que esta sección no buscaba meramente difundir qué habían estado haciendo los órganos oficiales de la Confederación. También pretendía publicitar las actividades y posicionamientos de los gremios y organizaciones conformantes, y, a través de esto, que las y los trabajadores se conozcan y reconozcan.

Otra de las secciones fijas del Boletín la constituye la dedicada a las circulares: comunicaciones breves dirigidas específicamente a gremios o miembros de la Confederación, firmadas todas por Alonso y de forma ocasional por otros miembros del Secretariado. Varias de las circulares informan algo más que las discusiones institucionales de la CGT como la normalización de las delegaciones regionales o las normativas para la adhesión a la Semana de Protestas (números 5 y 7). Comunican, por ejemplo, los pormenores de cara a los actos centrales por el Primero de Mayo, la celebración de actividades culturales y deportivas auspiciadas por la Confederación o, incluso, tareas de homenaje por el secuestro y desaparición de Felipe Vallese (número 6). La sección “Comunicado de prensa” constituye otro apartado estable del Boletín. Si las dos secciones antes mencionadas apuntaban a la comunicación intramuros, estas tienen en mente dar a conocer al público extra CGT las reuniones y demás actividades de la Confederación. Desde las resultantes de la Semana de Protestas en las provincias (número 11) hasta su posición de cara al conflicto en Avellaneda con el frigorífico La Blanca (número 29), pasando por la denuncia ante el aumento de presos políticos (número 61) o la comunicación de la visita de Oscar Cornblit y Aldo Ferrer, plana mayor del Instituto de Desarrollo Económico y Social, al edificio de la calle Azopardo (número 94).  

            Tan interesantes como estas comunicaciones son los editoriales, artículos de intervención y reproducción de discursos aparecidos en el Boletín. En lo que hace a los primeros, la edición de la tercera semana de mayo de 1964 no sólo cambió la estética mediante la introducción de colores y fotografías. Involucró también la aparición de editoriales en el lapso de los números 61 a 66 y 75 a 105. En ellos se abordan una cantidad variada de cuestiones. Desde críticas a la administración radical hasta recordaciones a Vallese a dos años de su desaparición (números 61 a 66, 78, 82 a 87, 93, 95 y 101), entre otros temas que intentaban presentar a un movimiento obrero organizado que resistía las políticas represivas y económicas de Illia.

Las páginas del Boletín dedicaron esfuerzos en publicitar las etapas del Plan de Lucha lanzado por la CGT en abril de 1963 y que se extendió hasta la segunda mitad de 1965. Constó de cinco fases que involucraron: un gran acto por el Primero de Mayo, diversas actividades de protesta en los días finales del mes y que culminó con un paro general en 1963 (números 5 a 11), ocupaciones de establecimientos fabriles en mayo de 1964 (números 61 a 69), la celebración de asambleas conjuntamente con representantes de partidos políticos, centros de estudiantes y otras organizaciones en agosto (números 70 a 78), concentraciones y movilizaciones que debían culminar con un paro general en diciembre de 1964 (números 88 a 92), y acciones directas y de agitación anunciadas en el acto del Primero de Mayo de 1965, llevadas adelante entre los meses de julio y agosto (números 112 a 117).   

            Más allá de los anuncios y de la espectacularidad de su publicitación, una parte importante de la atención del Boletín se la llevaron las ocupaciones de los establecimientos de trabajo, correspondientes a la segunda etapa del Plan de Lucha. Tanto fue así que se editaron dos suplementos especiales dedicados íntegramente a mostrarlas. A las fotografías de los trabajadores se suman breves párrafos que explicitan las ideas que subyacen a las ocupaciones. Además de la cantidad de establecimientos tomados, sorprenden las fotos per se. No solo el profesionalismo con que están tomadas. También la actitud de las y los trabajadores al ser retratados. De orden. Y de alegría. Como si la Confederación intentara transmitir a propios y extraños tanto la disciplina como el júbilo bajo los cuales los obreros tomaban sus lugares de trabajo. Contestándole quizás a ciertos sectores empresariales preocupados por una posible “transformación de estructuras por medios violentos” (La Nación, 17-05-64).  

Por último, son de destacar tres tipos de contribuciones aparecidas con insistencia en el Boletín. De un lado, unas que abordan en forma de divulgación problemas técnico-económicos a través de la óptica del Departamento de Estadística de la CGT. Por ejemplo, la inflación y las políticas del gobierno de Illia (números 10, 11, 41, 79, 82 a 84, 87 y 90), el desempleo, la distribución regresiva del ingreso y su relación con el comercio exterior (números 14, 15, 17, 34, 60 y 81), la naturaleza y las vías para solucionar las villas miseria (números 22 y 35), la reforma agraria (números 32 y 38), las diferencias entre un constitucionalismo liberal y otro social (número 47) y las proyecciones de población en los próximos años en el país (número 66), para mencionar las principales. Luego, los Cursos de Conducción Sindical. Bajo la dirección de Angeleri, se planificaron una serie de clases que abordaban temas relativos a la historia argentina, la estructura social y económica del país, la organización sindical, los lineamientos para un cambio de estructuras y la situación sindical en el resto de los países (número 19). Los cursos se desarrollaron entre octubre y diciembre de 1963. El Boletín reprodujo algunas de las conferencias de apertura (números 30 a 31, 40 y 41).

Y, del otro lado, la reproducción de discursos de Alonso. Algunos de ellos, por ejemplo, en el marco de los actos del Primero de Mayo de 1963 y 1964 (números 7 y 59) –no así el peronizado discurso del acto de 1965- (La Razón, 2-05-65) o el que dio en el Congreso de la Organización Internacional de Trabajo en Suiza (números 14 y 118). Dentro de este tipo de piezas discursivas, destacan la reproducción de las alocuciones radiales de Alonso y otros nombres propios del Comité Directivo de la Confederación: Luis Angeleri, Marcos Almozny, Miguel de Luca o Herminio Bustamante (números 57, 58, 62, 66, 75 a 79). Una parte importante de estos discursos aparecieron previamente en el espacio radial que la Confederación contrató en Radio Rivadavia: “La voz de la CGT”. Un pequeño espacio de diez minutos emitidos los martes y jueves de 21 a 21:10hs. Originalmente iba a tener solo un mes de vida. Sin embargo, se extendió durante la segunda parte de 1964, llegando incluso a la primera mitad del año siguiente. Al estar lamentablemente perdido el archivo radial de Rivadavia, las palabras de los principales dirigentes de la CGT reproducidos en el Boletín resultan ser una fuente invalorable para el trabajo histórico-político.

Sin motivos claros ni mucho menos explicaciones –a excepción, quizás, de “La CGT desvirtúa rumores”, que aclara que la Confederación estaba libre de disputas intestinas que pongan en peligro la unidad (número 114)-, el Boletín súbitamente detiene su publicación tras la aparición del número 118 en la tercera semana de junio de 1965. Es conocido el crispado clima que embargaba a la Confederación en aquellos momentos. Por empezar, luego de la celebración del Congreso Ordinario “Felipe Vallese” para renovar autoridades entre el 18 y 20 de enero (número 97), la CGT echó por tierra los planes de los 32 Gremios Independientes, arrojándose a los brazos de las 62 Organizaciones (La Nación, 19-01-65). A lo que se suma, las elecciones legislativas del 14 de marzo. Comicios en los cuales el peronismo concurrió con la Unión Popular, al ser vetado el Partido Justicialista. El respaldo del electorado a los candidatos peronistas significó un espaldarazo a su principal articulador en el país: Augusto Timoteo Vandor. Fue el gran ganador de la jornada, ubicando a dos colaboradores suyos en los primeros puestos de la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires: Paulino Niembro y Gerónimo Izetta, dirigentes de la Unión Obrera Metalúrgica y los municipales bonaerenses, respectivamente (Primera Plana, Número 124, 23-03-65). Para el Boletín, los resultados de la compulsa electoral mostraron al “movimiento popular” como un sector que pudo superar la crisis y los obstáculos, presentándose como un sector “vivo, fuerte, de pie y reencontrado” (número 105, p. 22).  

La entronización de Vandor tuvo sus coletazos en el gobierno radical. Illia y su gabinete buscaron horadar el poder del sindicalismo peronista, en general, y del líder metalúrgico, en particular. Por ejemplo, a través de la quita de personería jurídica a determinados gremios. También, creando otros nuevos. Sin embargo, la principal herramienta fue la modificación de la ley de Asociaciones Profesionales, discusión que llevó prácticamente la segunda mitad de 1965 y principios del año siguiente. Se trató de una medida que atacaba la línea de flotación del sindicalismo argentino: su financiamiento. Gran parte de la quinta etapa del Plan de Lucha tuvo como uno de sus focos criticar la posibilidad de reglamentación de esta ley. A comienzos de 1966 la normativa estaba en boca de todos (La Razón, 16-2-64).

También Juan Domingo Perón reaccionó ante el incremento del poder de Vandor y su grupo. Aún habiendo apoyado la participación electoral en marzo de 1965, los conflictos con el hombre fuerte de los metalúrgicos no tardaron en aparecer. En octubre del mismo año llegó al país la tercera esposa de Perón, María Estela Martínez. Su tarea era reordenar el peronismo. Lo que significaba poner coto a la hegemonía vandorista. Si el denominado por la prensa Plenario de Avellaneda –reunión a finales de octubre de dirigentes ligados a Vandor ante la llegada de Martínez- (La Razón, 26-10-65) delineó un quiebre en la relación entre Perón y el líder metalúrgico, dos episodios ocurridos a principios de 1966 marcaron que no había vuelta atrás. Por una parte, la división de las 62 Organizaciones. Azuzado por el exiliado en Madrid, Alonso y otros sindicalistas conformaron las 62 Organizaciones de Pie Junto a Perón, rivalizando con la Mesa Coordinadora controlada por Vandor (Confirmado, Número 41, 31-3-66). Y, por la otra, el partido de campeonato en Mendoza. De cara a las elecciones a gobernador, tanto Perón como Vandor apoyaron candidatos distintos: Ernesto Corvalán Nanclares, el primero, Alberto Serú García, el segundo. Aun cuando ambos aspirantes perdieron la gobernación, el auspiciado por Perón derrotó por diez puntos porcentuales al de Vandor. Malherido por el zarpazo radical y derrotado por el exiliado en el juego político-electoral, el sindicalista de la UOM comenzó a mirar con mejores ojos la posibilidad de apoyar un quiebre institucional. Cosa que efectivamente sucedió meses después.  

Para terminar, el Boletín constituye un invaluable material para entender qué pensaba y hacía el sindicalismo peronista nucleado en la CGT. También para comprender cómo fue posible esa unión entre las 62 Organizaciones y los 32 Gremios Independientes, y qué elementos político-ideológicos –entre otros- dictaminaron el quiebre de esa relación y la hegemonización del sector liderado por Vandor. 

Fuentes:

“Comenzará el 27 de enero su congreso la CGT”, La Nación, Buenos Aires, 04/12/62, p. 8.

“Sindicatos. La CGT, sometida a la tensión de una incierta situación política”, Primera Plana, Buenos Aires, nº 4, 04/12/62.

“Se inauguró el Congreso de la Confederación del Trabajo”, La Prensa, Buenos Aires, 29/01/63, p. 3.

“Las autoridades de la CGT fueron electas por el congreso ordinario”, La Nación, Buenos Aires, 02/02/63.

“La semana política”, La Nación, Buenos Aires, 17/05/64, p. 6.

“El mítin de Plaza Once”, La Razón, 02/05/65.

“Comenzó su labor el congreso de delegados de la central obrera”, La Nación, Buenos Aires, 19/01/65.

“El peso de la victoria”, Primera Plana, Buenos Aires, nº 124, 23/03/65.

“Provoca reacciones la reglamentación”, La Razón, Buenos Aires, 16/02/64.

“Mar de fondo en el peronismo”, La Razón, Buenos Aires, 26/10/65.

“Breve historia de un contubernio. Mendoza: la clave política”, Confirmado, Buenos Aires, nº 41, 31/03/66.

Referencias:

James, Daniel. Resistencia e integración. Buenos Aires: Siglo XXI, 2013.

Schneider, Alejandro. Los compañeros. Trabajadores, izquierda y peronismo. 1955 – 1973. Buenos Aires:

Imago Mundi, 2005.

Senén González, Santiago y Bosoer, Fabián. “Augusto Vandor y José Alonso. El liderazgo sindical de los

años 60: vidas paralelas, destinos cruzados”. En R. Rein y C. Panella (comp.) Los necesarios. La segunda

línea peronista de los años iniciales a los del retorno del líder. Buenos Aires: Cedinpe-Unsam, 2020.

Andrés Funes