El 16 de junio, fuimos espontáneamente. No nos convocó nadie. Ellos siempre convocaban cuando la gente ya estaba en la calle.
Yo siempre estuve dentro del Movimiento. Yo no pregunto a nadie quién es y qué va hacer, mi casa está abierta. Siempre ayudé a los otros. Siempre fue una Unidad Básica, aunque la reconocieron como Unidad Básica en el 59. La casa estuvo abierta a la resistencia desde el 55 hasta la fecha. En el 55 todas las puertas se cerraban.
Entre otras cosas, hubo que colocar acá una emisora clandestina, la manejaba un compañero militar. Tuve que pedir a mamá y .a mi hermana que se fueran de casa.
Después le dije al compañero militar: «Traé la emisora ahijuna gran puta». A las 10 y pico de la noche, funcionaban todos los aparatos de radio. El compañero militar transmitía los mensajes de Perón cuando los demás escuchaban las novelas.
Aquí se reunieron todos los convencionales y siempre estuvo presente la juventud.
En el tiempo en que Fraministas y Vandoristas se tiroteaban, la casa la respetaban siempre.
La llamaron siempre El Fortín. Yo en el 55 puse parlantes en el techo. Hasta el 55, sólo tuve dos retratos chicos, chiquitos de Perón y Evita. Porque yo fuí peronista antes que Perón. Yo luché por la justicia social desde la muerte de mi padre. Puse los parlantes en el techo y la montada se paraba a una cuadra y no se atrevía a llegar.
Desde el 55 la guerra que he hecho. Vivo rodeada de policías pero ninguno se atreve a meterse. Avisan, al contrario. Y si hay un vecino nuevo que no es peronista, tiene que irse. Desde el 55 vivo vigilando al movimiento. A los 39 años me quedé sola. Y hace 25 años que estoy luchando por sacar la basura del movimiento y ahora estamos bajo ellos.
Los comandos civiles me destruyeron la casa. Aquí, donde vos podés ver, en este pozo había habido armas. No las encontraron. Me tiraron el techo abajo. Pero haya lo que haya, no lo van a encontrar porque Dios es justo y Eva Perón nos guía.
Fue en 1956, a las 12 .y media de la noche, llegaron los comandos y entraron con las ametralladoras en el living. Tiraban luces de bengala para iluminar la zona. Rompieron todo. Me dejaron sin los inquilinos que tenía en la casa.
Años después viene un policía nuevo y se instala enfrente. Yo con los altoparlantes, le ponía la marcha todo el día. Un día se cansa, y viene y me dice: yo soy más peronista que Ud., y me muestra un carnet de afiliado peronista del Chaco. Le contesto: me importa un carajo y si llega a pasar algo y si Ud. me hace una rufianada, va a saber lo que le pasa a los rufianes en el barrio. Un cana no tiene derecho a vivir. Yo le daba la luz. Y como se hizo el prepotente, le saqué los cables. Y le dije: no se te vaya a ocurrir hablar cuando haya reunión en casa porque de tu cuerpo no va a quedar ni lo que se puede recoger con una cucharita de café.
Aunque no tengas la culpa la vas a pagar.
A los canas hay que encararlos primero, porque el que grita primero grita dos veces.
Yo volvía a las 2 de la mañana y este era un barrio solitario, o dónde estuviera que estar y te encontrabas con una patota de 7 u 8 hombres, de esos que te revuelcan sin más ni más. Yo me les acercaba directamente y les preguntaba:
Por favor muchachos ¿ Uds. saben qué colectivo me lleva a Quilmes Oeste? y ahí nomás se deshacían en explicaciones.
Salíamos por las noches a pegar carteles y a pintar paredes. Los compañeros, casados tenían miedo. Y tenían razón tenían mujer e hijos. Yo tenía a mi hija. Pero acá en el barrio la iban a proteger. Por ahí había cambio de guardia, de policía y los compañeros se tiraban todos en la zanja, entonces yo paraba a la cana y le decía: Por favor que suerte, un policía, qué suerte, ando sola a esta hora y necesito llegar a Constitución. Salía bien. Los compañeros se aterraban me decían te van a llevar y sin embargo así nos salvábamos todos. La rabia da el coraje que hace falta. Había compañeros que no querían salir más conmigo.
Cuando el primer retorno de Perón, teníamos que pedir firmas para el plesbicito nacional. Yo fuí con dos compañeras a 12 de Octubre y Calchaquí. Me dijeron estás loca, te van a llevar en cana. Yo pensaba que había que ir a gritar justamente donde paran los micros, donde está la cana. Aquí tengo todas las firmas que conseguí. Llevaba un paraguas y dentro del paraguas un fierro. Pusimos una mesita y se
acerca el oficial de policía. Yo le digo: estoy defendiendo mi ideal. ¿Qué tenían Uds. antes de que viniera Perón? Ni mierda en las tripas. Y los parches en los uniformes porque la tela no les daba abasto. Porqué no podemos pedir el regreso de Perón. El oficial me dijo: Ud. me compromete, yo soy peronista. Yo: váyase y no me vió. Terminó firmando el tipo. Después cayó un vigilante y me preguntó: ¿Qué le da
el partido para que Ud. se arriesgue así? Le contesté: la oportunidad para que Ud. me pueda preguntar eso. Si Ud. hiciera lo mismo seríamos dos no uno sólo. ¿No va a festejar el retorno?
Hace un tiempo, un compañero me dijo que yo podía hacer todo lo que hice porque estaba subvencionada por el partido. Yo, tenía un solo vestido y lo lavaba de noche, para poder ponérmelo al día siguiente. Desde la una a las dos de la mañana, cosía delantales a 15 ctvs. por delantal.
El que va de Intendente ahora, es una buena persona, yo empecé a militar con ellos. Entonces era bueno. No estaba engreído. Y no tenía el Vandorismo metido adentro. Después, predicó el peronismo sin Perón. Pero al principio, íbamos a cantar la marcha a la puerta de la comisaría. Tomábamos el tren y hacíamos bajar a la gente.
Me acuerdo de la Semana Social. Habrá sido en el 60. Estaba organizada por la iglesia. Por Monseñor Plaza en La Plata. Nosotros íbamos a todos lados y lo obligábamos a nombrar a Eva Perón, me acuerdo de una primera reunión en Quilmes. De la pelea entre Rodríguez Jaúregui y uno de los curas. El cura decía que el general Perón había sido excomulgado y Rodríguez Jaúregui, le dio una cátedra de religión a los curas que los ató de pies y manos. Fue en la sede de Bomberos Voluntarios de Quilmes.
Aquí en el 55, había que ir a buscar el agua a más de tres cuadras. Mi esposo se fue en el 52. Era radical. Pasé 16 años creyéndolo muerto y ahora sé que está vivo. En el 56, yo dormía en el rincón ese donde está ahora la heladera, que era el único donde había quedado un pedazo de techo. Allí dormía abrazando a mi hija para darle calor. No había quedado un solo mueble. A cinco metros de donde dormíamos la
nena y yo, la lluvia llenaba tanques de 200 litros. Fui comprando las tejas que vos ves, de a cinco y de a 6. Fue en el momento en que vinieron Castillo y Rivela a ofrecerme reconstruir la casa con plata del movimiento. Les dije que no. Yo trabajo para Perón y no para los hombres. Para Perón y no para un sector. No quería ayuda y no la quiero. Si les pido ahora a los muchachos ayuda, me la dan. Pero no quiero.
Cuando las elecciones de Framini, viene Rivela, Petrona Cejas y una de las secretarias de Vandor. Petrona, venía a advertirme lo que se estaba cocinando. Yo había dejado 20 días la U.B., por razones de salud. A la compañera que me reemplazaba la manejaban. Yo procedí siempre en política de una manera que más de un hombre no puede decir lo mismo. Yo veía que cuanto más categoría tenía la gente más peor era. Gente de palabras lindas y acciones feas. Por el sector vandorista tenían todo preparado Rivela y Beba. Si yo me retiraba con la Unidad Básica se venían todos abajo. Así dijeron. Yo los atajé : Puta que importante que soy, qué pasa conmigo. Rivela: Mirá anoche ha sucedido algo. El general le ha dado la manija a Balcanera para que sea intendente de Quilmes. Y además me dicen: fulano va a primer diputado y mengano a primer concejal. El viejo les dio la manija. Quién trajo la manija. Me dice: tenés que creerme y tenerme confianza y se enchincha: el que no sube en este coche se queda de a pie. Le digo: hijo de puta, me quedo de a pie para pincharte las gomas. Después me encuentro en el colectivo
cuando vaya la reunión de unidades básicas, con otro peronista. Me dice: hay que suerte Viale. No te pongás contento tan pronto, hicieron primer diputado a Rivela y lo dejaron a Balcanera. Fue una discusión a los gritos en el colectivo blanco que va a Berazategui. La reunión era en el Sindicato de Alimentación. En la parada me esperaba Bernal. Me dice: compañera, si no nos apoya le retiro la U. B. Respuesta: antes me corto las manos. Se acercan otros compañeros en el camino. Me dicen: si no votamos por ellos nos retiran todo. Otro, me desconocen; se han aliado con la
gente de Solano. No hay nada que hacer.
Yo era mujer sólo por la ropa. Le pedía a Barba de Alimentación; le pedí a Panderas de Ladrilleros; a Citati. Es el plenario. Dije que era mentira que Perón jamás podía
dar esas órdenes. Puteo. No consigo la mayoría. Cuando no puedo más me voy con mi U.B. Me siguen 10 o 12 U.B. Se para Beba Bernal, nosotros no nos jugamos por los cargos no es lo que vos pensás. Te jugás por los machos que tenés. Se para el marido: no permitiré que digas eso de mi señora. Le digo: hijo de puta, a vos no te importa que se monten a tu mujer por un cargo. Se para Anglada: si fuera un hombre es la última palabra que dice. Cuando salgo me ataja Castro en el pasillo. Vos no salís. Le pego un empujón y detrás mío sale toda la gente. Después se anularon las elecciones. Pero ellos siguieron teniendo la manija. Después supieron manejarlo todo…
Aquí siempre desbaraté todo. Ahora me pararon. No tengo material ni padrones. Pusieron una Unidad Vandorista ahí, con gente que fue de la primera comisión nuestra. Algunas cosas me trajo la Coordinadora.
Antes no militaban la mujer y el hombre juntos. Si el hombre militaba no militaba la mujer. Acá en la zona, sólo Broncini y su señor a sino la mujer se quedaba en la casa. O al revés como en el caso de Dorita. Nunca militaban juntos.
Yo estoy ahora en el medio entre Balcanera y Rivela. Acá no hay padrones ni material y un tipo que sólo tiene dos meses en la zona tiene de todo.
Ahora vienen a atenderse a casa con el médico, pero cuando quiero hacer una asamblea de los 30 que tienen que venir vienen 2.
1955
En esa época, Roberto Castillo, era de salir o venían Fermín o Broncini con el santo y seña. Estos eran pajonales y lo que vos ves como calle o vereda, una laguna. De
pronto se inundaba y entraba un metro y pico de agua dentro de la casa. Allá en Kolinos, me lavaba los pies en el agua podrida que salía de una curtiembre. Me sacaba el barro, e iba a hacer lo que había que hacer.
No todas las compañeras eran así, me acuerdo de Mabel que miraba TV, cuando nos reuniamos.
Acá hasta el camino era pura agua y todo lo demás un bosque de sauces. Yo tenía que venir sola. Cómo hacías me dicen. Yo bajaba del colectivo y rezaba. Se ven cada cosa. Yo hablo sólo de lo que pasó, palabras más o menos. Lo cuento tal cual es.
Después Rivela formaba el partido Tres Banderas y decía Elena está con nosotros. Me encontré una vez y le dije no jodás conmigo. Pero seguía mintiendo. Y yo soy no puta, reputa cuando me enojo.Un buen día me fui a la Razón y saqué una carta de apoyo a la Revolución Cubana. La llevé a todos los diarios y se la mendé a Perón a través de América Barrios. Ninguno quiso ser comunista. Detrás de cada acto hay gente. Fui a frigoríficas, a fábricas. Y en una fábrica de cal -porque el objetivo era pararlo- me lié con la gente de Palabra Obrera. Allí desenmascaré al escribano Iturralde. Si no escapa lo mato dentro del sindicato. Yo no andaba con cuentos, yo encaraba a la gente. En las reuniones me bastaban 10 minutos para deshacer les todo. Observaba quién mira a quién, las señas, y antes de que empezara la reunión
los tenía calados.
Hace poco estuve en una reunión del comando y pequé. No me gustó una cara que había porque sin pensarlo había escuchado una conversación. Lo llamé a parte a Vaquero: Quién trajo al compañero. Recién nombró a Romero que siempre anduvo conmigo. Romero trabaja para Rivela que le ha dado una inspección. Tangas no. Yo estoy en limpio. Yo prefiero cortar una reunión. Yo vigilo y defiendo al movimiento.
Las Unidades Básicas en plenario se reunieron para censurar una actitud mía. La reunión estaba manijeada por Balcanera y Lazarte. No les permito censura alguna, Contestaron que la Junta Promotora lo había decidido les agregué: Perón le puede haber dado la manija a Balcanera, pero si no llenamos las urnas de votos Balcanera no existe.
Porque los que estaban de pie junto a Perón, lo estuvieron hasta que encontraron donde sentarse. Estábamos aquí y los Vandoristas los agarraban a tiros y nosotros no podíamos fiarnos de nadie. Había compañeros que estaban tranquilos en mi casa porque sabían que allí no iba a pasar nada.
Lazarte, Molineros a las puteadas, por culpa de los dirigentes, no está Perón, porque no supieron confiar en la clase obrera. Qué mejor que el delegado para pelear y organizar. Qué mejor que el delegado para empezar a organizar.
Valle, tuvo conversaciones con los compañeros. Era militar. Había un compañero que me decía: Tené cuidado. Me decía que tuviera cuidado. Pusieron nidos de ametralladoras en el monte, acá nomás. Pasábamos las armas por la orilla de un arroyo hasla los micros que iban a La Plata. Allí se cargaban en los baúles.
En 1939, yo había sido actriz en la compañía de Podestá. En 1955, hacíamos estudiantinas y pasábamos los mensajes a los compañeros. En el medio de la obra cambiábamos el guión. Por ejemplo, decíamos que para tal fecha había un festival. Y te salías del libreto y se decía a la gente en donde tenia que reunirse. Por ejemplo, vos y vos, y vos, van a ver la obra. Yo no los conozco pero me dirijo al público e intercalo con el santo y seña se hacía el resto. Si no íbamos al cine Sarmiento o al Majestic o al Roca. Tomábamos dos plateas numeradas. El asiento de al lado no se ocupaba. De pronto venía un tipo. Ni yo lo veía ni él me veía. La luz estaba apagada. Nunca conocía a los dirigentes. El tipo me pasaba un papel. Después iba al baño, leía la orden y tiraba la cadena. A veces la contraseña era una flor.
Otra era un prendedor hecho por compañeros metalúrgicos. Un círculo. Una tuerca y un tornillo con una letra grabada encima. La contraseña, por ejemplo, era Perón.
Los que teníamos la P y la E y la R y la O y la N. teníamos que reunirnos. Así no había infiltrados. Al que lo agarraban antes sabía la letra y nada más. Había uno que sabía. El de la P, por ejemplo. Después cambiaba la contraseña. Otras variantes, recibía la orden de tomar el colectivo en Quilmes. En la cola alguien me decía que tenía que tomar otro colectivo desde Berazategui a Ducilo. Cuando bajaba pasaba un tipo corriendo que subía al colectivo, que tomaba el colectivo y decía esperá 2 cuadras a la vuelta de la esquina.
A lo mejor era el mismo tipo que subía y bajaba del colectivo. Así nos comunicábamos. También servían los cumpleaños y los bautismos.
Me acuerdo en 1955, las reuniones del Concejo Coordinador en un sótano cuando tomábamos mate en un tarro de duraznos.
Yo no ando atrás. Ahora me encuentro con algunos de ellos a veces, de los de entonces y me abrazan y me dicen, la gorda, la camorrera, y ahí, se acaba. Yo pienso que siempre es el momento de activar y nada más.
Tuve cada trabajo. Y lo único con que nos alimentábamos en casa la piba y yo, era con yerba que hacíamos hervir para el mate cocido y sacarina que era más barata que el azúcar. Siempre rechacé las ofertas porque el que pide se le aprovechan de la miseria y lo usan.
Deshicieron mi casa y yo no quise ayuda. Estuve detenida varias veces por pegarle a la policía. La más brava fue en Avellaneda. Ibamos cantando la marcha, y éramos miles. Ellos estaban todos arriba del puente con ametralladoras y las mujeres íbamos adelante. Todas llevábamos botellitas con nafta. Yo les dije a varias compañeras que rajaran y mientras tanto iban y volvían diciendo hay que prender
fuego a los surtidores. El daba las órdenes y yo le dije: hijo de puta por qué no empezás haciendolo vos. Cantábamos y nos cercaban la montada y los carros de asalto. Nos encerraron. Había perros también. Un oficial: Vas a tener tiempo de sobra para cantar la marcha. Le digo: me van a llevar por otra cosa: y le pego un zoquete. El tipo me agarra del culo y me mete adentro. En el celular, oigo un diálogo: Una mujer le pegó a un cana. Seguro que fue la Viale.
Cuando llegamos frente al oficial me pregunta a Ud. por qué la trajeron. Le pegué a ese tipo porque me toqueteó. Trató de protestar. Le dije: Ud. acaso no me tocó el culo?
Había un tipo de la química que nos hacia unos pegotes que no salían con nada. Ni con la lluvia. Quedaban pegados para siempre.
En la huelga ferroviaria, había 15 tipos en casa. Refugiados. Qué nunca supe quienes eran.
Con una o dos compañeras hacíamos de putas con los soldados. Cuando los tipos montaban el picaso venían los compañeros y les robaban las armas.
Por suerte, los compañeros siempre llegaron a tiempo.
Los comandos civiles, me tiraron abajo los árboles y soltaron dentro de la casa a los caballos del pisadero.[1]
[1] Testimonio de la Resistencia Peronista. En Revista Militancia. Número 2. 21 de junio de 1973.pág.32-34.