–¿Aquel 9 de junio de 1956 estaba la intención de tomar la Unidad Regional de Lanús?
–Sí, Claro. Y ahí alcanzamos a irnos porque nos recibieron a balazos y sin armas. Nosotros llevábamos nuestras armas, un revolver por ejemplo. La Unidad regional estaba en los planes. La orden ese día se dio de manera apresurada, yo no sé qué pasaba con la Regional porque era jodido. La policía sabía que la Regional estaba en los planes, pero hasta el día de hoy yo no sé a quién le tocaba eso y tampoco me dedique a investigar a quien le tocaba el sector ese o qué es lo que había pasado, si se hacía o no se hacía la operación; porque había operaciones que hubo que suspender.
–¿Y esa noche usted qué hizo?
–A mí me tocó en Palermo. Yo estuve con Fernando Manes. Estaban: Raúl Tanco, el Coronel Dijer, García, y un grupo más de oficiales del ejército. Usted consígase el recorte de La Prensa del día 10 de Junio de 1956, está en la segunda o tercera hoja un recuadro chiquitito que dice que hay como diez o doce, los que asilaron en la embajada de Haití. Ese grupo trabajaba conmigo y con Manes también. Ese grupo estaba ahí en Palermo. Tanco no estaba ahí en el cuartel, estaba en otro lugar, el que sí estaba era el Coronel Dijer. Después de Tanco, Valle en línea, en tercer lugar estaba el Coronel Dijer. Después venían los demás oficiales en distinta graduación. Cuando teníamos nosotros a toda la gente distribuida, yo estaba contactado permanentemente con la cabeza al igual que Manes que hacia corridas. En cada grupo había un cabeza, cada veinte personas más o menos que elegían gente, algunos podían ser cada diez, según como estaba organizado el comando, había también hasta grupos de cinco. Yo tenía todos grupos de veinte. Así era más o menos la distribución y después la comunicación boca a boca. Tranquilidad, tranquilidad y espera. La policía federal se portó una joya, no sabía qué hacer, sabía lo que estaba pasando, entonces por ahí paraban y decían: “Tranquilos muchachos”. Cuando esperábamos que nos llegue la orden a las 11 de la noche, que se había demorado y nosotros estábamos inquietos, había que tomar el cuartel. En mi grupo, estaba Pascual Herrera que llego con el coche cargado de armamentos militares y él iba con dos oficiales, estaba parado más o menos a dos cuadras del cuartel en un coche modelo ‘50, no recuerdo bien. No podíamos dejar la puerta abierta porque los que mandaban la orden eran los dos oficiales que estaban ahí. Yo me corro del lado del coche para donde estaba Manes, que también estaba caminando y nos perdíamos, por ahí nos veíamos y de repente no nos veíamos más. Él tenía que estar preocupado por toda su gente. Entonces en una puerta se pone García y dice: “bueno, vamos a entrar”, estaba el coronel, otros oficiales y le digo: “bueno está bien” y sale un oficial de ahí y nos dicen que no entremos, entra un grupo ahí pero eran militares. Empezaron a los tiros. Al rato, “ratatatatata” y digo: “¡Que cagada!”, ni nos dimos cuenta nosotros. Entonces les dije a los muchachos que vayan atrás de los árboles, de los postes, de lo que sea porque no sabíamos cómo venía la mano y les digo que cualquier cosa hagan cuerpo a tierra. Uno de los oficiales me dice que sabía que se iba a ir todo a la puta que lo pario. Sale uno de la puerta arrastrándose. Nunca supe que paso, ahí hubo boleta y dijo: “Traición, que no entre nadie porque esta todo cambiado”. En vez de cambiar para nosotros, cambiaron todo para ellos. Y demos gracias que lo tipos se adelantaron a tirar, porque teníamos que estar instruidos en masa nosotros y nos mataban a todos. Los oficiales entraban más adentro y demoraban en salir… Entonces quiere decir que la cosa no estaba bien. Si entrábamos a ver de a montones, en masa, nos hubieran hecho bosta a todos. Se adelantaron, vaya a saber que paso. Porque los oficiales tenían armas. Y entonces bueno, vino la orden de dispersión, porque esperábamos los tanques de Campo de Mayo, tenían que llegar los tanques de Campo de Mayo, entonces era dispersión y espera, no retirada. Si se calculaba tenían que llegar los famosos tanques de Campo de Mayo que nunca llegaron y nosotros estuvimos así hasta las doce de la noche. Ya se había decretado la Ley Marcial y estaba la gente dando vueltas. Sé que algunos se habrán ido. Desapareció el Coronel Dijer. Y les digo a los muchachos que lo busquen. No encontramos más a ninguna cabeza. Di orden de recorrer todo a ver si los localizaban y Frain me dice que estaba de acuerdo: “no te vayas lejos, venite con nosotros, esto está mal, no te retires” Yo no entendía lo que me quería decir : “venite con nosotros que a vos te van a levantar si te retiras, y chau”. Y le digo: “Bueno, sí, sí, pero escúchame, quédense, no se vayan lejos que yo tengo mucha gente, no puedo abandonar a la gente”. Y me decían: “No, no, venite con nosotros, deja todo”, y respondo: “Pero yo no puedo abandonar a la gente, mi responsabilidad es muy grande. Acá hay más de doscientas personas”, que vinieron de alguna manera porque uno los condujo, yo tenía que darles instrucciones para que la gente se disperse y se vuelva. Y me dice: “bueno hace lo que quieras”. Yo me vuelvo con otro muchacho y pido que busquen a todos los líderes. Y me dicen que en los cafés, en las radios, estaba la Ley Marcial. El tema es que muchas detenciones fueron realizadas antes.
–¿Antes de esta Ley Marcial?
–Sí. La Ley Marcial fue decretada a las 0.30 del día 10. Y había muchas personas que fueron detenidas muchas horas antes de ese horario. La ley decía: “De la primera hora del día 10 de Junio todos los que tuvieran actitudes sospechosas serian pasados por las armas”. Entonces yo no me quería convencer, yo les llevaba tranquilidad a la gente, les decía: “Quédense tranquilos”. Pero no me retiraba, no me convencía. Entonces, me voy con los muchachos hasta un Café y llevaba en un bolso, no sé quién me lo había conseguido, un 44. Algunos se metieron en el cine esa noche. Otros se fueron directamente para la casa. Pero había miles de personas, ojo, no era fácil de sacarlas.
–¿Después se fueron para Lanús?
–Nosotros nos fuimos en colectivo. Llegamos en un colectivo de Caraza, y llevábamos a varias personas con el Gallego Rania y cerca de la Regional estaban con el Mayor Vicente. Ahí nos recibieron a tiros ya cuando quisimos entrar y nos escapamos. En la línea seis venia el gallego Rania y yo, le dimos a la carrera con el revólver encima porque no sabíamos que hacer. Nos fuimos al barrio de Pompeya, a un baldío que teníamos ahí, dejamos las armas ahí y yo vivía en Villa Caraza, me fui a Caraza, me tome el tren pero después, bueno…
–¿Y al otro día no lo vinieron a buscar?
–Fueron a las casas, sí.
–¿Cómo siguió esa noche?
–El que venía con los tanques, el coronel, no le quedo ni un tanque funcionando, lo traicionaron. Hubo tiros, peleas y muchos oficiales cayeron presos, otros dispararon como este coronel que después se asilo en San Pablo, en Brasil como muchos militares también. Entonces ahí en Plaza Italia los tanques no llegaban y la cosa se estaba poniendo espesa, había mucha gente que se fue, como dice usted. La policía empezó a recorrer los Cafés y decía: “váyanse, esta todo perdido. Nos acaban de dar orden de reprimir, ahora viene la policía y esos no son como nosotros, esos los van a reprimir a balas. Váyanse muchachos, ya no hay nada que hacer”. La misma policía nos decía: “Ahora viene el ejército y vamos a tener que contribuir porque si no nos cortan la cabeza a nosotros”, venían de a dos los policías. Y bueno, nos fuimos ¿Qué íbamos a hacer con eso? Entonces pedí que se dispersen de dos o tres y algunos fueron al cine. Y así se empezó a dispersar la gente, la retirada. Un poco daba miedo porque los colectivos se entraban a llenar, a la una y media de la mañana.
–Si paraban un colectivo iba a estar lleno…
–Esa noche hubo un partido. Antes no terminaban como ahora los partidos, a las siete de la tarde como máximo. Entonces se le empezó a decir a la gente que no llene los colectivos, demoren más pero no llenen porque los iban a hacer pelota.
–¿Cuándo se enteraron de lo que había pasado en Lanús?
–Al otro día a la mañana temprano, no dormíamos. Yo salía a caminar, porque en el informativo no se decía nada. Lo único que pasaron en la radio fue el levantamiento de la Pampa.
–Después estaba el otro grupo que era el 17 de Octubre. ¿Ustedes no conocían a algún integrante de este grupo?
–El que fue prácticamente el fundador del 17 de Octubre fue Leiras, Francisco. Algunos de los que integraban el grupo de Durruty, integraban otros grupos. Porque él también contaba con el apoyo de Manes, por ejemplo. Acá en Avellaneda había un montón de gente. Eran puntales de oro y estaban también todos conectados con Lanús, pero trabajaban en Avellaneda.
–¿Osinde articulaba a todos los comandos? ¿Buscaba articular los comandos, agruparlos?
–Pienso que sí pero no lo puedo afirmar. Osinde revivía las directivas de Perón estando donde estuviera. Osinde daba directivas a todos los comandos que se conectaban con él. Yo hacía enlace con Quilmes, con Berazategui, con Llavallol, hasta Tres de Febrero de San Martin. Yo primero trabaje para la resistencia y después para los comandos -primero vino la resistencia, después los comandos-. Por ejemplo, cuando se arma lo del 9 de Junio el brazo derecho de Tanco-Valle era Efraín García. Ese era un civil que estaba conectado con todos. Después del 9 de Junio, se asiló en Venezuela y no volvió nunca más. Hombre pesado y preparado. Él estaba conectado con todo. El suboficial René Sproviero trabajaba y estaba en el grupo de purita y esa gente. Y había uno que le decían el picha, Guidi.
–¿Y los hermanos Ross?
–Los hermanos Ross son los que los fusilaron después. Nos encontrábamos a veces en un café, en Arenas y Sarmiento en Lanús este. Porque para lo del 9 de Junio los distintos grupos nos juntábamos todos; había un silencio y un respeto tremendo entre nosotros, cada uno sabía que todos estábamos en la misma, por los enlaces y después cada uno seguía en lo suyo, se conversaba lo que se tenía que conversar y había mucho cuidado con lo que hablar. Los enlaces a su vez eran representantes de los distintos grupos; todos nos veníamos con Efraín García que era la voz cantante, pero con él venia el Coronel Dijer y otro coronel que el 9 de Junio no se descubrió, había varios más, venían a las reuniones acá en Lanús. Hacíamos las reuniones en casas particulares, de cada comando venían dos o tres para estar presentes en las reuniones grandes, por lo general los cabeza. Muchos militares, desde suboficiales para arriba, algunos venían con uniforme porque estaban en actividad. Otro era Salazar que pertenece al grupo de Varela. Tenía una fábrica de caños en Juan B. Justo 4422.[1]
[1] Incluido en Polese, Rubén. Vencedores vencidos. La resistencia peronista en el Partido de Lanús. Buenos Aires, El Colectivo, 2014.pp.183-188. En 1955, era Delegado de Cristalux, junto a Artemio Framini, hermano del líder cegetista.