¿Héctor, cómo llega al peronismo?

Mi familia era de clase media, beneficiada por las condiciones que había creado el peronismo en el país. Vivía con mis viejos y mi hermana. Mi viejo era rematador, al igual que mi abuelo que era inmigrante italiano.

Con el golpe de 1955, yo había terminado mis estudios, y en esa época, el estudiantado era muy antiperonista, y los profesores también; hablaban todos mal de Evita. En quinto año sólo cuatro éramos afines al peronismo; yo no militaba todavía, era muy joven, no había ingresado a la U.E.S., yo practicaba deporte, jugaaba mucho al básquet.

Iba a ingresar a Derecho, que era la ilusión de mis padres y de a poco me fue atrapando la política. En ese tiempo, íbamos a Corrientes y Esmeralda, y se daban unas peleas terribles donde estaban las carteleras de los diarios. En una, cerca de la confitería Suipachadonde estaba el cine Princesa, y se juntaba mucha gente, comenzamos a hacer nuestras primeras armas, hasta que nos convertimos en agitadores de primera. Muy de a poquito fuimos enfrentando a los comunistas – que eran los más hábiles – y después todo terminaba a los garrotazos. Cuando empezaban a hablar mal de Perón o de Evita, les dábamos con todo … y de a poco nos fuimos adueñando del centro de la ciudad. Poníamos el busto de Perón, uno de Evita chiquito … pasaba alguno y decía algo despectivo del peronismo y cobraba … pero fue un proceso lento. Una vez a una manifestación de la Unión Cívica Radical la paramos durante media hora, y tenía diez cuadras de largo. La paramos entre treinta o cuarenta, hasta que llegó un momento en que la presión que hacía la caravana nos pasó por arriba. Hubo muchas anécdotas como esa. Los gorilas llegaron a poner tres bombas en el Café Suárez, en el Café La Paz y en el Costa Azul, que es el que está en la esquina de Corrientes y Esmeralda; que eran todos cafés que frecuentábamos nosotros.

¿En qué año fue?

Creo que en 1955 o 1956 … pero yo participaba por nacionalista, porque sentíamos que estaban atropellando al pueblo. Yeso nos fue formando. Ahí se dio una pelea, que es muy dificil de explicar, porque el enfrentamiento con los Comandos Civiles fue muy fuerte.

Y una vez que nos apoderamos del centro, les rompíamos todos los actos. El del 16 de junio; el del 16 de septiembre en la Plaza San Martín. En uno de los últimos de esa época, yo les tiré una granada, que explotó, pero no herimos a nadie. Y a Rulli, que estaba sobre la vereda, le tiraron dos tiros desde el montón. Para que veas la magnitud del enfrentamiento. Pero nosotros casi no teníamos armas, uno tenía un revólver; otro, una 755, y nos movíamos a pie.

Cuando Frondizi asume, ya empiezan a poner en Corrientes y Esmeralda un carro de asalto de la Policía, e imaginate, todos los días cuatro o cinco entraban presos a la Comisaría 3ra y 1 ra, entraban y salían. Era un desfile. Yo no tuve la desgracia nunca, pero muchos compañeros cayeron presos. Yo creo que en esa época nos recibimos de agitadores. Porque éramos bastante bravos en ese sentido, conseguimos ganarles en la discusión, y eran muy jodidos ellos.

Una de las más graves, fue un 16 de junio o de septiembre. Íbamos caminando por Lavalle con estos muchachos de la Alianza, Mancini y dos compañeros de él. Ellos reconocieron a tres de los Comandos Civiles, los paramos y los rodeamos. Un compañero de Mancini pone la mano por sobre mí y le saca a uno de ellos un revólver del saco. Se lo quita. Imaginate. Justo aparece otro; gritonea; tira unos tiros y corre. Hiere a un compañero nuest;o en la rodilla y Rulli lo corrió. Jorge era rápido. Y yo corrí también. Cuando llegamos a Carlos Pellegrini, lo agarramos y le sacamos el revólver. Era muy dificil conseguir armas en esa época.

¿ Cómo fue el asalto al barrio de Aeronáutica en Ezeiza?

Fuimos con Felipe Valiese, Pepe Azcurra, Envar El Kadri, Gustavo Rearte, Pocho Rearte, Brito Lima, el «Tulli Ferrari» y otros, y nos dividimos en tres grupos. Un grupo mayor entraba por el medio, que es donde estaban tres o cuatro de Aeronáutica con ametralladoras, y los otros dos iban por cada punta, donde había unos centinelas, con una ametralladora cada uno. Entró el grupo que fue por el medio y, en ese momento, nosotros arrancamos. Rulli iba con El Kadri, y yo con un compañero del Chaco que había estado en el Colegio Militar. Yo tenía una cachiporra y un revólver, y él una pistola. Cuando El Kadri se acercó al centinela, el tipo ya lo había visto y se escapaba gritando.

Nosotros, mientras tanto, íbamos por una calle a oscuras hasta el final, y cuando llegamos a la esquina, escuchamos todo el griterío y tuvimos que recular. Y se frustó la operación, pero los que entraron por el medio, consiguieron las armas. Todo lo organizamos desde un departamento en un mono block, que era de un compañero y estaba cercano al barrio militar. Me acuerdo que estábamos todos tirados en la terraza y veíamos los movimientos de los milicos. Ese día nos llevamos las armas, pero sin grupo de apoyo, sin camión, y después hubo que caminar, y además salió la Gendarmería a buscamos. Yo no conocía Ezeiza. Agarré un caminito de tierra, empecé a caminar y terminé apareciendo en el Regimiento de La Tablada. A lo lejos vi venir dos tipos: uno grandote y uno más bajo. Y los reconocí: Alberto Rearte y Felipe Vallese. Iban para el lado del cual yo venía corriendo. Les dije que estaban en dirección contraria y fuimos todos para el Regimiento, y tomamos un colectivo que nos dejó en Liniers. Después viajamos en el 129; yo tenía las cosas en la casa de Azcurra, en Hipólito Yrigoyen y Maipú. Felipe se bajó cerca de Donato Álvarez, cerca de donde lo secuestraron. Todos pudieron escapar. No cayó nadie. Teníamos un brazalete que decía EJército de Liberación Nacional. Nosotros veíamos el ejemplo de Argelia y nos sentíamos más identificados con eso que con la Revolución Cubana; después fue cambiando con el tiempo.

Pero fue toda una experiencia que nos fue ayudando a tomar conciencia y a formamos políticamente, de una manera que no tenía nada que ver con nuestra vida de estudiantes, empleados, era un popurrí de gente, que sintió la injusticia y sefue acercando al peronismo.

¿Cómo se fueron organizando?

Muy lentamentefuimos tomando conciencia. Fuimos elaborando otra concepción de la lucha, muy influenciados por la lucha argelina.

Gradualmente, con la dictadura de Ongania, las organizaciones se fueron haciendo clandestinas; pero nosotros no nos planteábamos que el peronismo tenía que ser un partido armado, nosotros lo que pensábamos era que la lucha armada era un instrumento más, como la política lo había sido en otro momento, que instrumentaba Perón, que era el que conducía, para lograr su regreso y el del pueblo peronista.

¿Cómo lo veían ustedes a Perón?

A Perón se lo veía como al que conducía, el que tenía una gran claridad conceptual, un gran político. Un tipo profundamente honesto. Yo lo traté mucho a Perón durante la tercera época, cuando habíamos fundado la JP Lealtad, con los grupos de Capital y Gran Buenos Aires.

En el sesenta vino el CONINTES.

Sí. Yo caigo en septiembre del sesenta. Ya estaban presos Rulli, Azcurra y todo el grupo, menos Vallese -que ya estaba desaparecido. Yo caí en Plaza San Martín, en un tiroteo con la policía, en el cual me corrieron y yo estaba con un hermanito de Ferrando, que era el más pesado de ellos tres. Me detuvieron y me llevaron a la comisaría cerca de Retiro. Después me mueve la Gendarmerla a Las Heras, y ahí me juntan con todos los que habían participado de Ezeiza, que era la causa de nuestro pedido de captura. Martinez, del Chaco, y el Pocho Rearte nunca cayeron por eso. El Kadri cae después, por Ley Federal, y creo que por lo de Taco Ralo. Éramos nueve o diez, de los cuales caíamos cinco o seis por tres años y medio, hasta que nos anularon la condena y pasamos a la justicia civil. A Rulli y a mí nos llevaron a Caseros, al pabellón 21, hasta que nos dieron la opción para salir del país y, después, la libertad. Un juez federal por la justicia civil nosdio la libertad. Salimos muy tarde, a la noche, del departamento de Coordinación Federal y nos estaban esperando los compañeros. Con Jorge salimos con opción al Uruguay, donde nos quedamos un tiempo.

¿Le hicieron el juicio militar?

Si. Una payasada. Me acuerdo que estábamos sentados y Rulli se estaba quedando dormido y le llamó la atención el jefe del Tribunal, el Tte. Cnel. Gomila, un hijo de su madre, que después fue jefe de la Policía Ferroviaria. Teníamos defensores militares.

Nosotros escuchábamos lo que nos decían, pero como ninguno se había hecho autor de nada, ellos sabían que habíamos sido nosotros, nos dieron con un caño: nueve años de reclusión. Después, los milicos abogados apelaron y lo bajaron a seis años de prisión e inhabilitación durante el tiempo que dure la condena. Ahí nos mandaron a Las Heras, luego fuimos a Magdalena y después nos dividieron, algunos fueron a Coronda, otros, al Chaco y a nosotros nos llevaron a Neuquén, donde estaban los Uturuncos.

Ellos también fueron CONINTES.

Sí. También estaba un tano bajito que se había robado los 4000 kilos de gelinita de la Comisión de Energía Atómica de Mendoza; en total éramos más de veinte. Pero Frondizi no nos mandó a una cárcel VIP … estábamos disfrazados. Nos dieron un traje de invierno y uno de verano de color beige con un solo bolsillo. Me acuerdo que teníamos que hacer la cola para ir al baño con la toalla y el cepillo de dientes en la mano, todos en fila.

Estábamos en las celdas de a tres, algunos de a dos o de a cuatro, según el tamaño de las celdas. No teníamos camas, sólo unas tarimas con frazadas, las sábanas y dos cajones, que eran los que se ponían debajo de las tarimas para armar la cama. Y no te quedaba otra que dormir todo el día.

¿Y vos con quién compartías la celda?

Con Rulli y Casano, y ahí hicimos una huelga de hambre que duró once días. Después hicimos otra en Rawson, y otra en el barco, de once días más. La de Neuquén fue más positiva que las otras, porque peleábamos por cierto aflojamiento del sistema carcelario. Por más recreos, mejor comida, visitas. Ahí nos vino a ver Perette, y también los tres diputados disidentes de la UCRI. Mi papá en esa época era presidente de Cofade (Comisión de Familiares de Detenidos), también estaba el de Rulli, y nos llevaban comida y cosas a Magdalena y nos visitaban en Neuquén.

¿Cómo hacían la difusión de la JP?

Me acuerdo que íbamos a las pizzerías y nos robábamos las pilitas de servilletas, teníamos un sello, un poco de tinta, y durante las noches hacíamos los volantes. También fabricábamos bombas de estruendo con las latas de pomada, poníamos azufre y clorato de potasio, y las poníamos en los tranvías. Nunca había ni heridos ni lastimados, pero se armaba una nube de polvo blanco que ni te cuento. No es fácil de contar. Había mucha policía de civil, ya nos empezaban a marcar. ¿No te digo que todos los días caían cinco o seis de los nuestros?

Recordabas al grupo del Centro de la Juventud Peronista, ¿qué otros grupos existían?

Muchos. Los «Montoneros de Perón «, el de «Eva Perón «, los comandos «Valle», «45», «17 de Octubre», los comandos de la zona de Quilmes, Berazategui, La Plata, la Juventud Peronista de La Plata. y se fue dando por confianza, incluso, en los grupos mucha gente no se conocía por el apellido. Ese fue un primer recaudo. Nos reuníamos en el Sindicato de Telefónicos, en la época que el secretario general era Gallo, en el de los metalúrgicos o en Sanidad.

En Metalúrgicos ya estaba Vandor.

Sí. Vandor mismo repartía los clavos, los explosivos, en las huelgas, y en ese tiempo siempre había huelgas, de 24, 48, 72 horas, o por tiempo indeterminado. Se salía en remís a poner bombas, y los autos los alquilaban los sindicatos. Se quedaba un compañero con el conductor, cuidaba el resto de las cosas, y nosotros bajábamos, poníamos el caño y rajábamos.

¿Cómo se llevaban con las 62 Organizaciones Peronistas?

Muy bien, las reuniones se hacían donde es hoy el Sanatorio Metalúrgico, donde funcionaba el sindicato. En el salón, cuando se juntaban a ver si se sumaban a un paro, nosotros comenzábamos a gritar desde arriba, éramos 200 o 300.

¿Y cómo fue la huelga del Frigorífico Lisandro de La Torre?

Hicimos barricadas, la policía tardó muchísimo en entrar. Colaboró mucho la gente de Mataderos. Ya te digo, yo me robé un ómnibus sin cambios. Me subí en una parada y me lo llevé. Y lo usamos para llevar gente. Conseguimos hachas para tirar los postes de luz, y se levantaron los adoquines para que no pudiera entrar la policía. La avenida estaba cortada por una barricada de adoquines. Algunos estábamos con gomeras, otros tenían armas. Pero yo no vi tiros. La caballería no podía entrar porque le llovía de todo: bulones, piedras, etcétera. Y no se veía nada porque íbamos rompiendo todas las luces de la calle. Hubo mucho despelote. Adentro del Frigorífico estaba Borro, a quien después conocí y lo traté mucho. En un momento dado, estuvo John William Cooke y muchos otros compañeros. Hasta que al final, los milicos pudieron quebrar la resistencia, mandaron los tanques y ahí comenzó a entregarse todo, echaron a un montón de gente.

La zona de la que nos apoderamos era muy grande. Había muchos grupos grandes, otros pequeños y mucha gente suelta. La gente te acompañaba, te metían en las casr;s para cubrirte y los milicos golpeaban las puertas, pero no amagaban a meterse en ninguna. Fue una experiencia muy interesante.

Lo importante fue el proceso político que vivió la Argentina en ese tiempo, lo que vivió el peronismo, lo que vivimos los que éramos militantes en esa etapa en la que nos fuimos formando, entendiendo de otra forma las cosas, hasta que llegamos a comprender que era necesario armarse más. Entonces empezaron los robos a los guardias de seguridad, a los bancos; en fin, expropiaciones, como las llamábamos, para ir armando las organizaciones.[1]


[1] Instituto Nacional Juan D.Perón. Plan Conintes y resistencia peronista 1955-1963. Buenos Aires, INJDP, 2010. p.115 y ss. Entrevista realizada por Nicolás Damin.