P: Uno de los primeros objetivos que tenemos nosotros es tratar de relacionar su biografía con el desarrollo de la Resistencia Peronista. El primer eje, digamos, estaría orientado a esto. Le vamos a preguntar cuáles son los inicios de Juan Carlos Cena en el gremio ferroviario y en la actividad sindical, y también si nos puede dar una referencia – que se nos ocurrió como interesante- a la biografía de su padre -Porfirio Cena-, de cuál era el lugar que ocupaba él en el sindicato, en la actividad política y, posteriormente, en su vida.

JCC: Bueno, yo vengo de un hogar peronista y de un hogar ferroviario. He nacido en Santa Fe de casualidad, pero me crío en un pueblito que se llama Pie de Palo, a la orilla…, en la precordillera sanjuanina. Luego mi padre gana una vacante y lo trasladan a Chilecito, después a San Cristóbal, provincia de Santa Fe. Tenía un oficio itinerante, llamado “relevante”. Eran ferroviarios trashumantes, nómades prácticamente. Estando en San Cristóbal, como destino temporario, se produce la nacionalización de los ferrocarriles.  Este es el primer acto que yo conozco en mi casa. Festejando la nacionalización, los ferroviarios, en esa casa ferroviaria que para mí era inmensa, hacen un asado para festejar, vienen todos los ferroviarios, el pueblo. El asado duró todo el día. Venía todo el mundo a comer, gritando ¡viva Perón! y ¡vivan los ferrocarriles!, insultando a los ingleses y franceses… Los franceses pasaban por esa línea. Es decir, todas esas cosas uno las fue viviendo, naturalmente, como el ferrocarril. Yo siempre digo que la playa del ferrocarril de maniobras era el patio de mi casa. Después a mi padre lo trasladan a Córdoba. Luego, en esa localidad, mi padre decide no trasladarse más porque debíamos estudiar. A mí nunca me gustó la parte administrativa. Fui a la Escuela Industrial de la Nación. En una de esas mi padre me dice que Perón había creado la Comisión Nacional de Orientación Profesional. En ese marco abre las Escuelas Fábricas, las mismas que se instalaban en los establecimientos industriales. En Córdoba fueron dos, una en la Fábrica Militar de Aviones y la otra en el Ferrocarril, más precisamente en los talleres Córdoba del Ferrocarril Belgrano… Bueno, mi viejo me dice que debo ir a la escuela fábrica, que el General necesita un millón de técnicos para el primer Plan Quinquenal. Lo escucho y le digo: – “Pero si yo ya aprobé el primer año.” Yo era chico, tenía 12 años, había terminado el primer año en la Escuela Industrial de la Nación. Entonces mi viejo me contesta: -“No, Perón creó la escuela fábrica porque precisa un millón de técnicos para el primer Plan Quinquenal”. Me dice: – “El General te necesita”. – “¡¿A mí me necesita el General?!”, le contesto. – “Si ni me conoce”. Este diálogo con mi viejo no me lo puedo olvidar. – “¡¿A mí?!”. – “Sí, a vos te necesita, así que te vas a esa escuela…”, sin mandarme a la psicopedagoga ni nada. – “Vos te vas al taller”. Y ahí entro al taller, a la Escuela Fábrica, tenía 12 años. Ingreso a la parte de las locomotoras a vapor. En esa parte de las “a vapor”, aparece otro tipo de vida, vinieron otras relaciones, cambios, tengo otro tipo de amigos. Nuestro oficial era Presidente de la Unión Ferroviaria, Don Rafael Gómez. Era muy peronista. ¡Trabajaba!. ¡Era Secretario General de Córdoba, y trabajaba! Nos controlaba el estudio y nos enseñaba el oficio y a ser responsables, era como nuestro padre. Y bueno, ese hombre…, nos estaba formando… Te van formando en una relación diaria, cotidiana y permanente, del mismo modo la nueva relación con los obreros y los otros aprendices. Era otra vida. Te van formando desde cuando te llaman a la mañana y te piden los cuadernos para ver cómo andas en la escuela. Si andas flojo en esto, si andas flojo en aquello. Y esos son mis segundos viejos.

P: O sea, desde los 12 años… ¿hasta los cuántos está en la escuela ferroviaria?

JCC: Y en la escuela estoy desde los 12 años hasta los 17 años. Cinco años. Y después paso a la Universidad Tecnológica. También creada por Perón. Antes se llamaba Universidad Obrera. Pero cuando viene la locomotora diésel, a todos nosotros, a los que estábamos en calderería, nos dicen si queremos cambiar de oficio. Entonces nos mandan a un depósito de locomotoras donde estaban los instructores norteamericanos. Los norteamericanos hablaban español y tuvimos un año de capacitación. Luego a todos nosotros nos hicieron rendir examen en presencia del sindicato. El sindicato contrataba un ingeniero del ferrocarril para que visualizara el examen y nos ayudara. Y ahí, entre los 17 años, 18 años, ya éramos oficiales especialistas en locomotoras diésel. Yo en la parte electrónica. A los 18 años -era una cosa que se dio- teníamos personal a cargo. ¡Éramos unos pibes! Pero, bueno, teníamos un entusiasmo por el trabajo, porque pasar de la locomotora a vapor a la diésel era bueno, ¿cómo decirlo?… era pasar a Cabo Cañaveral…, era una cosa así…, es otro mundo. Es otro mundo…, es otra tecnología, no tiene nada que ver. Ahí estoy, en depósito de locomotoras, desde el año 1955, septiembre me agarra ahí. Nosotros sentíamos todos los días explosiones en la minera, en la localidad de La Calera, dinamitaban la cantera de cal, ahí estaban las minas de cal. Pero el 16 de septiembre eran otras explosiones, se sentía el tiroteo porque retumbaba la calera. Y es que estaban tiroteándose la artillería con la infantería y cerca del taller del depósito de locomotoras había enfrentamientos muy duros porque ahí estaba refugiado [Dalmiro] Videla Balaguer, en la casa del Doctor [Tristán] Castellanos, y se armó un tiroteo impresionante. Y bueno, y se empieza a paralizar todo. Se empiezan a despoblar los talleres. Se apagan los ruidos…, todo…, hay un silencio sepulcral…, y nos vamos caminando a la calle y cuando nos vamos caminando para la casa de cada uno, yo tenía 18 años y medio más o menos, vemos que de la iglesia El Corazón de María y de las Mercedarias salen los curas con los pibes con armas, con fusiles, con las banderas amarillas y blancas gritando: – “¡Viva Cristo, abajo el tirano!” Y salió un jefe que era radical y nos decía: – “¿Cómo, nosotros que somos…?”. Acá en Córdoba también la cosa de la disputa no es anarquistas y socialistas, es clericales – anticlericalismo. Eso es muy fuerte en Córdoba. Y los radicales son todos anticlericales. Nosotros los peronistas habíamos sido más educados en la parte… – “¡¿Cómo la iglesia en contra de ustedes?!”, nos decían los radicales. – “¿Qué hicieron?” Bueno, pero éramos compañeros. Entonces entre compañeros, esas críticas…, son compañeros, por las relaciones que tenés. Ahí aparece el golpe de estado. Y la Resistencia Peronista… Mi papá era muy peronista, pero muy peronista. Mi papá nunca estuvo afiliado al partido. Mi papá nunca tuvo un carnet. Mi papá nunca quiso tener un cargo en el partido. No le interesó. Pero él tenía una presencia, como hombre peronista, impresionante, por eso todo el mundo lo iba a consultar a mi viejo. Mi viejo era un criollo. Había sido peón rural. Y cuando un día le pregunté: – “¿Por qué te hiciste peronista, viejo?”. Me respondió: – “Y porque cambié las alpargatas por zapatos”. – “¿Estás contento?”, me dijo. Y a partir de ahí un amigo mío me dice a mi negrito con zapatos. José Luis Mangieri me pone: “Mi querido negrito con zapatos te quiero ver.” Me quedó el apodo. Y entonces mi papá empieza a militar fuertemente… La aflicción de mi padre viene de cuando muere Eva [Duarte de Perón].  Mi papá era muy evitista. Cuando muere Eva mi papá va al velorio, viene acá, pa´ Buenos Aires, y se encuentra con mi tío, Marco, que era amigo de Eva. Había estado con ella en la película Melodías de América…Mi tío era cantor lírico y había sido amigo de Eva. Y cuando muere Eva mi tío se desgarra. Y va mi papá a Buenos Aires. Cuando van al velorio se encuentran con una patota…, eran como treinta, una cosa así, les pegaron una biaba a mi viejo y a mi tío que casi los matan… Ellos estaban pintando “Viva el Cáncer”. Mi padre y mi tío los enfrentan. Se ponen espalda contra espalda. Reciben una apaleadura. Pero estaban contentos, dicen que habían peleado por Eva. Ahí empieza la militancia y la aflicción. Y comienzan a llegar algunas visitas, venían a mi casa, aunque nunca supe quiénes eran. Comienza la formación de la Resistencia Peronista en mi casa. Todo empieza con el bombardeo a Plaza de Mayo. Se acabó, se viene la mano armada, y empiezan las reuniones, en mi casa, coordinándolas con mi tío Cacho que vivía en Tucumán, que era encargado de los coches comedores en el Ferrocarril Belgrano, donde él tenía influencia tanto en el Chaco y todo hasta el norte. Él es conocido en el norte tucumano como Cachito Cena. Ahí empieza toda la formación, y se disimula con campeonatos de taba, de truco… Y venía gente del norte. Venían calzados, todos armados ¡Antes del golpe del 55! Hay reuniones y después hay otras reuniones en la estación Avellaneda -conozco eso porque mi papá me llevaba-, en estación Avellaneda, en estación Sarmiento y la más grande de todas antes del golpe se hace en estación La Reducción, en Tucumán, donde ahí había que ir con la familia. Se hace una reunión muy, muy grande y cuando empiezan a reunirse ellos, nuestras madres nos sacan y nos llevan a caminar, para otro lado. Mi padre en reserva… El único que me tiraba algo de lo que pasaba era mi tío Cacho, el tucumano. Así empiezan las reuniones. Cuando ocurre el golpe de estado no los agarra desprevenidos. Había mucha bronca en los peronistas, porque Perón no había entregado las armas a los trabajadores. Mucha bronca. Y decían, en ese momento, que si hubiera estado Eva otras cosas hubieran ocurrido. Porque cuando viene el golpe, Córdoba es rodeada por las tropas del norte… Cuando mi padre y otros van a pedir armas, el ejército no se las da. Con más bronca, entonces, bueno, ya habían acopiado armas ellos. Cuando viene el golpe, a los pocos días allanan mi casa y se lo llevan a mi viejo. Y averiguan su enriquecimiento: apenas boletero.

P: Claro, claro.

JCC: Y descubren que tenía dos libretas. Dos en el carnicero, dos libretas en el almacén, porque había compañeros que los habían echado y mi viejo había sacado una libreta con otros compañeros para darle de comer a la familia. Pero ese secreto sólo lo sabía el carnicero, el almacenero. Por eso también hay que rendirles homenaje a los carniceros y a los almaceneros que nos echaron una ayuda impresionante, y se callaron la boca. El gallego Tuda, el gringo Pautazzo, el carnicero, que se portaron como dioses.

Empieza la resistencia y la militancia. Yo todavía ahí observando. Y a partir de…, creo que mi viejo me estaba probando, siempre sospeché eso. Cómo andaba, si era recatado o no era recatado, si hablaba o no hablaba. Y después del fusilamiento, del levantamiento de Valle, es cuando mi viejo me dice: – “Mirá, la cosa viene así”. Me saca a caminar y me plantea la incorporación a la Resistencia. – “Yo no te voy a atender”. Y bueno, vino un compañero que se llama Francisco Moor. Y es el primer contacto que tengo, un hombre grande, de la Resistencia. Y es el que me empieza a encaminar. Y me empieza a encaminar en la mensajería. Me van probando permanentemente, y lo primero que me hacen es un curso de seguimiento y contraseguimiento. Y todo un largo período de llevar papeles, traer papeles, cambiar los hábitos, no ir más a las asambleas, ser más prudente, porque uno era bocón. Ser más prudente.

Y bueno, empieza toda una militancia y después vienen algunos cursos que no sé quién nos dio, nunca supe, que se llamaban táctica y estrategia. Yo siempre digo como…, después les voy a mandar la película que hicimos sobre la Resistencia…45 Nosotros estudiábamos en la Resistencia… Muchos nos critican porque dicen que nosotros no teníamos programa… No, el programa nuestro es el primer Plan Quinquenal. Queremos volver a eso. Ese era el programa nuestro, no teníamos ni que escribirlo, se había ejecutado. Y el “Perón vuelve” significaba poner en marcha de nuevo la Argentina, el paraíso perdido.

P: Pero, hay un tema ahí. Uno supone, el peronismo, de alguna manera, era un movimiento creado desde el Estado, desde el poder. Por lo menos institucionalmente, ¿no? Y se asienta sobre una complejidad obrera muy interesante, y social. Pero no había tradición, aparentemente, al momento de comenzar la Resistencia, no había una tradición. La tradición se inventa en ese momento. La tradición de lucha clandestina, quiero decir. ¿O también tuvieron importancia los anarquistas, la tradición comunista…?

JCC: Yo digo dos cosas. Primero, para empezar a conceptualizar. La resistencia peronista es la respuesta sustancial del movimiento obrero peronista al golpe de estado. Movimiento obrero. La clase obrera, la clase obrera madre, es la que lo va a parir a Perón el 17 de octubre [de 1945]. Porque si la clase obrera no está ahí adentro, Perón no sale al balcón. La clase obrera es la que se moviliza cuando empiezan las primeras reuniones en Berisso y en Ensenada. Cuando participan los socialistas, los comunistas y participan todos. El fenómeno, y siempre pregunto lo mismo: ¿qué pasó en la plaza? Ese fenómeno de masas que entran socialistas, anarquistas y otras corrientes políticas, y salen peronistas por la otra puerta. ¿Qué pasó en la plaza? ¿Qué pasó? ¿Qué fenómeno de masas hubo ahí? Y yo digo que ni [Jacques] Lacan ni [Sigmund] Freud me lo contestan a eso.

Entonces, hay un fenómeno de masas. Hay una tradición de lucha. El movimiento obrero peronista es parte del movimiento obrero argentino. Que trae, y ahora vamos a hablar de los Mau Mau de Tucumán, que trae una cultura transmitida oralmente… Y la estructura de organización de la resistencia peronista parte de los sindicatos. Porque la Resistencia Peronista se organiza en los lugares industriales. No hay ningún obrero rural que haya organizado la resistencia peronista, porque no hay relación social ahí. En el movimiento obrero hay una relación social, diaria, cotidiana y permanente. Y los que nos enseñan cómo hacer una bomba son los anarcos. Nosotros no sabíamos cómo se hacía una bomba, nosotros no sabíamos cómo se cargaba un fierro, nosotros no sabíamos un montón de cosas. Y son los anarquistas. Y nosotros les preguntamos a los anarquistas por qué estaban con nosotros. Y estaban con nosotros porque nosotros éramos muchachos del movimiento obrero. – “Nosotros estamos con el movimiento obrero, nosotros no somos peronistas”. – “Ustedes quieren traerlo a Perón, tráiganlo a Perón…” Fueron solidarios con nosotros.

Y un sector del Partido Comunista en Córdoba se quiebra. Y hace la alianza con la Resistencia Peronista y la primera huelga nacional que hace la Resistencia Peronista es la de la Unión Obrera de la Construcción, cuando se estaban edificando todas las grandes fábricas de la industria automotriz. La empresa alemana Siemens Baunion era la encargada de esa edificación. Es la primera gran huelga. Es una alianza entre la Resistencia Peronista y un sector del Partido Comunista, con el Flaco Canelle, Bezone, y un montón de compañeros que eran del barrio, que se alían y hacen la primera alianza. El PC recriminó a Canelles y a otros compañeros por esa unidad. No nos olvidemos que, de cualquier manera, Córdoba no era muy grande, Córdoba no deja de ser una aldea… Es una aldea y las relaciones barriales tienen mucho que ver…

Si vos agarrás la organización de la Resistencia Peronista de Tucumán, de Tafí Viejo, tiene las mismas maneras de comportamiento que los anarquistas. ¿Por qué? Porque quienes edifican el ferrocarril del Estado y construyen todos los ramales son obreros rusos. Participan anarquistas rusos, que vienen corridos por el Zar, y están en esa zona un largo período ahí. Y en ese largo período dejan en todo una escuela de trabajo. Hay muchos anarquistas, y durante mucho tiempo, e influencian en Tafí Viejo. Y si vos agarrás a los compañeros, cuando te hablan de la Resistencia Peronista, te hablan… y en vez de nombrarlo a [Mijaíl] Bakunin, te los nombran a Perón y a Evita. Pero la organización, la vendetta al carnero, el uso de las armas, la astucia obrera (se escondían en los cementerios de Tafí Viejo), todo eso viene de los anarcos. ¡Ellos, los peronistas le tienen un respeto!… Les decían los Mau Mau, a la Resistencia Peronista de Tucumán. Eran durísimos. El 17 de octubre, después del golpe del 55, en conmemoración ponían 17 bombas en Tafí. Y se ríen… – “Nosotros nunca tuvimos una víctima”, dicen. – “Se nos descogotó un caballo nomás en un estallido. Pusimos una bomba en un estadio de futbol, había un caballo que lo tenían adentro del estadio, se comía el pasto… Y se asustó el caballo y se descogotó. Fue la única víctima, nosotros poníamos la bomba donde no había gente”.

P: Eso es muy interesante. Yo trabajé el tema de la Resistencia y durante los primeros años no hay ni una sola víctima, en todo el país. Sin embargo, hay una generalización del uso defensivo. Ahora, lo miro desde otro punto, digamos. La actividad sindical es una actividad que conduce por la vía de la confrontación, en algún momento, a la negociación, digamos. O a la presencia del sindicato… que es eso: un sindicato. Y la lógica de la recuperación de los sindicatos, ¿no se contradice con la lógica de la Resistencia en sentido estricto, en el sentido de la bomba, en el sentido del caño?

JCC: No, porque nosotros no colocábamos únicamente bombas, nosotros teníamos políticas. Nosotros teníamos políticas de gremio. Hay un rompimiento en Córdoba en la Resistencia. Se rompe la Resistencia. El sector Iñiguez es un sector y el sector obrero es otro sector. [Miguel Ángel] Iñiguez copta a las capas medias de la resistencia peronista.

P: Está bien…

 JCC: Nosotros teníamos una política para el gremio. Nosotros armamos lista aparte.

P: Pero en algún momento al sindicato no le conviene…

JCC: Pero nadie sabía que éramos de la Resistencia nosotros.

P: Está perfecto. Pero en algún momento, al sindicato puede comprometerlo una acción directa que se ejecuta por fuera del sindicato. Y…

JCC: … Ocurrieron. Y soy uno de los que hizo esas acciones. Sí, sí, ocurrieron. Ocurrieron porque a veces… En el sindicato hay de todo. Es una mezcla, es una sopa. Y algunos no quieren ese tipo de acciones y otros sí las quieren. Y cuando la huelga del 61, con [Arturo] Frondizi, venían entrando los carneros, no los podíamos parar. Y nosotros no teníamos…, estaba el taller cerrado. No podíamos fabricar caños, porque los caños se fabricaban en talleres Córdoba. En la sección cobrería. En esa sección, cobrería, se hacían todos los caños de la locomotora a vapor. Un tipo de esa sección que andaba con un caño en la mano no era sospechoso, yo que estaba en la parte de diésel sí era sospechoso. Y nos vigilaban adentro. Y les pedimos a los de la construcción… explosivos. No, pídanme lo que quieran, explosivos no tenemos. Entonces los de la Unión Obrera Minera nos mandan de regalo un paquete de dinamita. En la película lo van a ver, cuando los compañeros chorean dinamitas. Nos mandan un paquete de dinamita y me lo trae el Flaco Canelle, del PC. Me dice: – “Tomá”. Y me acuerdo que se cae la dinamita al piso, todo el mundo se tira de cuerpo, y los chilenos estaban… porque eran chilenos. Entonces tiran la cosa ahí, y dicen: – “No boludo, ésta no es así. Muchachos lo que tienen que hacer es…” – “Este es el fulminante…”

Y acá vienen las cosas de las anecdóticas. Cuando el Flaco Canelle dice: – “Sí, acá lo ponés en una caja, para que la pongan debajo de las dos vías…” papapapa… Entonces cuando el Flaco Canelle, para hacerla mejor, va a un taller metalúrgico y le dice: – “Mirá haceme una cajita, una maceta de madera, para un viejo que me tiene las bolas llenas, es para la madre…” – “Le ponés un agujerito en la punta para que caiga el agua”. El metalúrgico le dice: – “Andate, volvé dentro de una hora que te la tengo”. Cuando vuelve encuentra la caja con tapa, y el agujero para arriba. Y le dice: – “¿Esto me hiciste?”. – “No, boludo, acá es para que salga la mecha”. El metalúrgico también está… Y a nosotros nos daban esa caja con dinamita, con las cosas.

Y estaba el gremio en plena huelga. Y el sindicato de la Unión Ferroviaria, en ese momento, era un shopping -había de todo-. Porque estaba la solidaridad de los estudiantes, la solidaridad de los médicos, de todo el mundo… Había de todo ahí adentro. Y bueno, nosotros paramos el tren de los carneros. Y salimos afuera, afuera, al barrio Parque Sobremonte, mucho más allá. Había un descampado muy grande… Y metimos las dinamitas. Y en bicicleta fui. Después salimos en bicicleta. Llego a mi casa. Yo vivía a 5 kilómetros… Y mi viejo: – “¿Y esa explosión qué fue?” Mi viejo me cagó a pedos: – “¿Dónde está la logística? ¿Quién te acompañaba? ¿Cómo lo hiciste?” No hicimos nada. Éramos muy jóvenes.

Y bueno, eso era… También la Resistencia Peronista tenía que ver con…, cómo podría decirte…, con ¡el coraje! Uno tenía que ser corajudo. Porque teóricamente uno no era corajudo porque ponía una bomba, sino porque uno había abandonado todo. Había abandonado el baile, los amigos, había abandonado muchas cosas que no correspondían y eso era más valeroso que cualquier cosa. Uno había abandonado muchos hábitos que antes eran comunes y normales. Hasta que después eso aflojó un poco y los propios viejos que dirigían la Resistencia dijeron: – “Bueno, a ir a los bailes, basta de joda”.

Y bueno, cuando a mí me toca la colimba, yo estaba en la Resistencia durante la colimba, la consigna era… Me dijeron: – “Tenés que ser el mejor soldado y tenés que aprender a manejar todas las armas. Todas.” Y bueno, y yo no quería ser el mejor soldado. Y bueno, pero para manejar las armas tenés que ser buen soldado.

P: Está bien, está bien…

JCC: Por ejemplo, sobre la contradicción del gremio. Los Mau Mau de Tucumán ganan las elecciones de la Unión Ferroviaria de Tafí Viejo. Ellos la ganan. Van en una alianza y la ganan. Pero nadie sabía que estos compañeros eran de la Resistencia. Entonces, mirá lo que son las alianzas, ¿no? Quien los apaña a ellos un tiempo es Gelsi, el de la UCRI, porque cuando…

P: ¿Celestino Gelsi?

JCC: Exactamente. Porque cuando vino la matonería de la Unión Ferroviaria, los hermanos, ya no me acuerdo el nombre, de Rosario, que eran unos gorilas de tomo y lomo…

P: ¿El que apaña a los duros peronistas es Gelsi, Celestino Gelsi?

JCC: Celestino, sí. Era amigo de la Resistencia. Les avisa que los vienen a reprimir. Les avisa que los vienen a reprimir y estos los esperan. Y cuando vienen a hacerse cargo…, los hermanos Capino…, cuando vienen a hacerse cargo de la Unión Ferroviaria, todos los muchachos los dejan entrar. El tipo se arremanga, toma la Unión Ferroviaria. Vienen con bolsos con armas. Y empieza a llegar la gente. Había 5.500 compañeros que trabajaban ahí. Entonces empiezan a entrar, entrar, entrar, y llenan el local. Y agarran los bolsos y les pegan. Y Gelsi les dijo: – “Por favor, no quiero muertes”. Y bueno todos son hospitalizados… todos los gorilas esos que van a copar la Unión Ferroviaria son hospitalizados. No, no… era violenta, la cosa no era joda. Yo te hablo de los traidores, ¿no? Los traidores, son traidores…

P: Gelsi fue muy cuestionado después por ese vínculo. Fue muy acusado de eso.

JCC: Fue muy acusado por ese vínculo, y bueno, pero… Yo siempre he dicho el contexto condiciona. – “¿Cómo vos sos amigo de…?” Claro. Son relaciones de la aldea. A mí me cuestionaron porque era amigo de [José María] Pancho Aricó. Pero el Pancho era de mi aldea, yo lo conozco de ahí. Nos conocemos de jóvenes, de chicos. Y discutimos siempre, pero bueno, son relaciones de ahí. El tipo, fundamentalmente, era un tipo honesto, no es ladrón, no es esto, no es buchón, no es nada. Bueno, pero no piensa como vos. ¿Qué querés que le haga? No piensa como vos… ´ta bien.

P: Retomo la idea ésta de sindicatos y Resistencia, esa de organizar desde los sindicatos, pero vos decís que no se sabía públicamente. O sea, la Resistencia se organizaba desde los sindicatos, desde lo clandestino, y vos decís que también estaba esa confluencia con comunistas y anarquistas.

JCC: Bueno, pero esas eran políticas de la Resistencia. Tenían políticas para el sindicato y tenían políticas a nivel de alianzas. Las políticas de alianzas las dirigían unos compañeros y las políticas de sindicatos eran por otros compañeros. Y recién a partir del año 58, más o menos, cuando [Arturo] Frondizi nos pega el primer mazazo, es cuando… La resistencia peronista no fue una cosa homogénea, coordinada, un partido político, no, no, no, no. En cada lugar tiene características particulares del lugar. No es igual en todos lados. Quien me dice que es homogéneo, es mentira. [John William] Cooke viene en el 61 recién. Cuando me dicen que viene Cooke…, no, no… Cooke viene después. Paremos la máquina. Porque si no pareciera siempre que la Resistencia tiene un papá. Entonces es una subestimación a la creación de la clase obrera. Entonces la clase obrera, que creó los sindicatos, que creó sus mutuales, que creó su todo, sus organizaciones…, se subestima porque viene un líder, un… Pero si nosotros, la Resistencia Peronista, y en mi casa y yo, personalmente, cuando digo que yo desobedecí a Perón… Nosotros no votamos a Frondizi. Mi papá decía: – “¿Cómo lo voy a votar a ese hijo de puta?” No lo votamos a Frondizi. Ninguno de los compañeros conocidos que integraban la Resistencia votó a Frondizi. Mientras un sector de la izquierda lo votó a Frondizi. El PC lo votó a Frondizi. Los hermanos [Ismael y David] Viñas, [Noe] Jitrik, y todos estos, lo votaron a Frondizi. [Arturo] Jauretche. Y todo el mundo estaba empeñado con Jauretche. ¡Pará! ¿Qué? ¿Era un iluminado? Nosotros teníamos en el ferrocarril la agrupación Praxis, que eran los hombres del hermano de [Arturo] Frondizi. Fueron compañeros nuestros de la lista. Fueron colaboradores nuestros de la Resistencia Peronista. No son peronistas, viven muchos de ellos, viven… Ellos nos ofrecieron fierros ¿Por qué? Porque [Silvio] Frondizi estaba ligado a la guerrilla peruana que se estaba armando y acá había un fierrerio de la puta madre.

Hay cosas que ocurren abajo en los subsuelos, por debajo de la alfombra, porque hay otro tipo de relaciones. Los compañeros que van al sindicato van al sindicato. Yo nunca estuve metido en el Partido Peronista, jamás me metí. Pero en el sindicato estuve siempre. Entonces cuando se forma la primera lista, me mandan a mí y me dicen: – “Negro hay que formar la primera lista y vos sos el cabecilla del taller”. Todo un mandato. Armamos la primera lista. Y bueno, ahí vienen compañeros que no eran peronistas en la lista. Pero ¿cómo hicimos para hacer la lista? Nosotros fuimos sección por sección, lugar por lugar, que íbamos a hacer una lista, contra los burócratas, que era un sector de la Resistencia que se fue a la mierda, que terminaron siendo guardaespaldas de la gente De la Sota y de la vieja [Leonor] Alarcia. Fueron compañeros queridos, que los hemos querido entrañablemente, fueron nuestros referentes…, y se fueron. ¿Qué querés que le haga? Nos amenazaron que nos iban a matar. Nos habían dicho que éramos unos zurditos de mierda porque hacíamos la alianza con unos pibes que eran socialistas…, en el taller… Eran socialistas porque venían de sus casas socialistas. En el barrio nuestro, frente al taller, el barrio inglés, estaba la colectividad lituana y la colectividad armenia, que una parte estaba a favor de la Unión Soviética y otra estaba en contra, y eso lo tenías en el taller también. Había una corriente de pastores evangélicos que estaban en frente, que eran armenios, y también son del mismo taller. Y uno de los mejores cuadros que tuvimos nosotros hasta la dictadura militar fue el Turco, que era pastor evangélico, que era un cuadro de diez. Pero bueno, ¿qué querés que le haga? Era pastor evangélico; no era peronista. Después se hizo peronista, pero de la JTP. De la Juventud Trabajadora Peronista. Esa si le gustó, pero no agarró los fierros por un problema de que era un no violento. Sino el Turco agarraba los fierros. Era un cuadro de diez…

P:  Vos estás marcando que había directivas o indicaciones para hacer una lista en el sindicato o hacer de mensajero, o esto, o lo otro ¿Cómo fue…? Está esa idea de que la Resistencia era totalmente inorgánica, y que después se fue organizando. ¿Cómo es la parte orgánica de la Resistencia? ¿Cómo se da esa organización? ¿Quiénes son los…?

JCC: La parte orgánica, fundamentalmente, en Córdoba la tenía el Negro Cuello. El Negro Cuello era un compañero que era el Secretario General del Sindicato de Canillitas. Era el receptor que recibía todos los explosivos que venían…, todo lo que se afanaba, el Negro lo guardaba. El Negro era el distribuidor. Y a partir del Negro, el primer compañero que me atiende a mí, Francisco Moor, trabajaba con él. Y mi viejo, estaba en otra parte que se había formado, que era la parte de inteligencia, que eso no sabía ni Dios quiénes eran esos… Mi viejo era un hombre que iba a la cancha, que venía y nadie sabía nada de nada. En el ferrocarril decían en algo andará el Porfirio. Mi Viejo no hablaba. Como si fuera mudo.

Cuando nosotros armamos la lista nueva de los jóvenes, todos éramos de la escuela fábrica. Veníamos de la escuela fábrica, la lista era de la escuela fábrica. Mi papá es el que agarra y es el que apoya a los pibes. Y vino Rafael Gómez, todos los viejos cabecillas peronistas, pero derechos, y dicen: – “Cuídense”. Y nos empiezan a decir: – “Hay que dormir en el sindicato, custodiar las urnas”. Y te empiezan a enseñar, todo es enseñanza en ese período. – “No anden calzados, no lleven revolver. Los que andan con armas que anden a una cuadra”.

P: Perdón. ¿En ningún momento interesaba la participación electoral? Tanto en el 58, cuando se dice que optaron por el voto en blanco. O posteriormente, donde hay ciertas aperturas políticas. ¿No hay registro de esto?

JCC: No hay ningún registro. Todos los compañeros que yo conozco, los que…, yo les voy a mandar la película para que la vean… Ningún compañero que esté ahí le interesó, en términos absolutos, cargo electoral. A mi padre, le vienen a ofrecer un cargo en la lista y mi papá dijo que no. Había unos códigos éticos… ya lo va a ver…

P: ¿Había registro de otras organizaciones de la Resistencia o de otras organizaciones que presumían encarnar la Resistencia en los papeles? Por ejemplo el Comando Nacional…

JCC: El Comando Nacional estaba…, nosotros en la película lo refutamos a Lagomarsino.

P: Ah, interesante eso.

JCC: Nosotros lo refutamos, y al otro también, que era militar, cuando dice en una parte…

P: ¿A Marcos?

JCC: A Marcos lo refutamos también. Marcos dice en una parte de…, lo traen para que lo refutemos… Y ahí le bajamos la caña hasta a Perón con López Rega. Porque el hilo conductor de Iñiguez termina con López Rega.

P: Sí, pero Iñiguez es una etapa posterior, me parece, a la de Marcos y Lagomarsino, porque…

JCC: Sí, pero Iñiguez copa. Iñiguez copa y hace fuerza en todo el comisariado, con los comisarios de la provincia. Entonces, es lo último que digo. Párate que me fui.

P: Iñiguez.

 JCC: Iñiguez cuando encara, nosotros una de las primeras peleas que tenemos es con el Gordo Gordillo. El Gordo Gordillo es un hombre, un comisario, que es el hombre que nosotros nos peleamos con él, los obreros nos peleamos. Los ferroviarios nos peleamos con él una noche. Vos buscá en El Guardapalabras el nombre del jefe del comando táctico de Córdoba, era un hombre de Gordillo, un médico macanudo, un flor de tipo… Y cuando viene el problema de…, nos convocan porque había que hacer un sabotaje. Y me acuerdo que nos esperan, con un tocadiscos, con Horacio Guaraní, con un verso que dice… Nunca me voy a olvidar de esa pelea. Éramos todos jóvenes. Éramos todos ferroviarios. Y nos reencontrábamos ahí, nos reconocíamos: – “¿Qué hacés acá, loco? ¿Qué hacés acá?” Estábamos todos en la Resistencia. Entonces ahí se agrupa. Y vienen dos o tres tipos que nosotros no conocíamos y nos plantean que había que romper una locomotora, boicotear, bla, bla, bla… Nosotros dijimos que la locomotora no. Entonces me acuerdo que fue el Petiso Giripeli, que le dijo: – “La locomotora ni en pedo, comprate una vos. Que yo le cambié el circuito, lo electrónico, va y pasa, pero que yo le ponga arena al carter, ¡ni mamado! Las herramientas no se tocan. Estas máquinas las compró Perón, las vamos a cuidar porque son de Perón”. Así era la cosa. – “Este sabotaje no se hace”. Entonces empezó a hacer verticalismo. Y nosotros no éramos verticalistas. Nosotros éramos unos pendejos…, éramos muy jóvenes y éramos calentones. Y ahí nos peleamos con él y abandonamos la reunión y nos fuimos. Nos fuimos a un bar a tomar cerveza y a cagarnos de risa. Era así la cosa.

P: En Córdoba hubo un gran atentado, previo al Conintes, que fue el atentado a la Shell, ¿no?

JCC: Sí, pero eso no lo hizo la Resistencia. El otro día le contaba, el día que estrenamos la película, vino uno de Córdoba y me dijo: – “¿Cuándo se van a hacer cargo ustedes de la Shell?” Nosotros no pusimos la bomba.

P: ¿Quién le preguntó?

JCC: Un compañero de Córdoba, peronista de Córdoba, que ahora tiene una página que se llama “Peronismo cordobés”. Que es kirchnerista. Estuvo preso. Un flor de tipo. Yo lo respeto… Un flor de tipo, un tipo que ha sido torturado, cagado a palos…

P: ¿Y estaba buscando los autores del atentado contra la Shell?

JCC: Y me dijo: – “Lo que pasa es que vos no te querés hacer cargo de los muertos Negro”. – “Yo no me hago cargo de los muertos porque nosotros nunca pusimos la bomba”. – “¡Había gente, pelotudo!”, le digo. – “¡No me vengás a joder!”, le digo. Ese relevamiento se hizo y había mucha gente ahí. Y también la Resistencia fue infiltrada. Y sabían que la Resistencia andaba buscando lugares clave. Entonces es que no se hace. Y le echan la culpa a la Resistencia…

P: Perdón ¿el atentado contra la Shell lo hizo la policía?

JCC: Sí, la policía. Fue una provocación. Y ahí vino una represión impresionante contra nosotros.

P: Porque pasan dos cosas en esa época, que son previas al Conintes, que es una represión contra todo el movimiento obrero, obviamente. Que es el atentado a la Shell y la muerte de la hija, ¿no sé si usted se acuerda de esto?, la muerte de la hija del Mayor Cabrera. El mayor Cabrera era un operador de los servicios de inteligencia del ejército, y que tuvo mucho que ver con el combate de la Resistencia desde el punto de vista de la inteligencia. Y se le pone una bomba al garaje de la casa y en el edificio… y bueno, se derrumba. Aparte era una bomba de alto poder. Una bomba que me llamó mucho la atención siempre porque la Resistencia Peronista, para ese momento y posteriormente, nunca tuvo tantos, digamos, tantos recursos de explosivos militares, como trotil y demás, ¿no?

JCC: Eso lo va a ver en la película.

P: Bueno. Ese es el momento previo al Conintes. Entonces la muerte de esta chiquita, que tiene tres años, se presenta como la legitimación del Conintes, también. Es el momento previo al Conintes…

JCC: No, nosotros no tenemos, por lo menos nosotros, no lo registramos. Y eso era permanente en todos. Los más grandes, a nosotros, nos tenían zumbando. Hasta que uno ya fue grande. Y pasaron varios años. Y el problema… Nosotros no queríamos ser Severino Di Giovani.

P: Claro, el tema de la violencia era un tema a eludir.

JCC: Se discutía el problema de la violencia. Nosotros si teníamos que agarrarnos a tiros con alguien, nos agarrábamos a tiros con alguien. Eso no había problema. Si teníamos que matar un cana…, porque en el enfrentamiento se mataban canas. Era un enfrentamiento, que es otra cosa. Poner una bomba, nada más que por poner una bomba en un teatro, o en una cosa así, eso nosotros jamás, jamás, jamás, jamás lo hicimos… eso se discutió eternamente. Y a nosotros, los más jóvenes, los viejos nos decían: – “Ojo donde colocan los caños”. Y siempre, cuando se colocaba un caño, había una logística atrás. Siempre había…

P: Un tal Moya, muy allegado de Vandor, puso una bomba en un bar. La bomba estalló, en los años 60, y esto comprometió a toda la dirección de la Unión Obrera Metalúrgica.

JCC: Porque Vandor viene de la Resistencia.

P: Claro, pero ya Vandor en ese momento estaba en una posición…

JCC: Ya se estaba yendo.

P: Claro. En una posición más institucional, digamos.

JCC: No, no, no… Nosotros no nos hacemos cargo. Lo discuto a muerte. Para colmo, me quiero acordar el nombre del compañero, que le habían… que hizo… Ese compañero era de la Resistencia Peronista de la fábrica militar de aviones, ya me voy a acordar el nombre… Se llamaba Páez. Le decíamos Petiso Páez. Después, cuando lo echan, se pasa a FIAT. Es uno de los fundadores de SITRAC – SITRAM. Y él después se va a la izquierda, se va al MAS. Después bueno, cuando se hace pelota el MAS, él se vuelve… El Petiso y el tío fueron los encargados de hacer el relevamiento de la Shell. Y ellos dicen: – “No se puede poner una bomba en la Shell. Hay mucha gente…” Páez fue un militante de tomo y lomo. Un hombre admirador de Tosco. Con su identidad todavía en el MAS, pero que había abrazado el marxismo, qué sé yo, lo que quieras… Pero lo respetamos todos los peronchos, lo respetamos. -“Mirá que se te fue al MAS el Petiso”.- “Déjalo que es nuestro. Si le levantamos el alambrado vuelve”. Los peronistas te lo dejaban abierto. -“Le levantamos el alambrado y vuelve, el Petiso vuelve en cualquier momento. Si aquello es un desastre”.- “Ya viene, ya viene”. El Petiso es amado… es amado… la relación que tenía él con el Negro Atilio López, con todos ellos, es una relación de compañeros, de amigos, de solidaridad. Nosotros no le dábamos bola a eso. Cuando dicen que nos dividíamos por capas, que esto…

P: Voy a retomar algo. Cuando vos contás tu historia, decís que ustedes rompen con la Resistencia Peronista por sus actitudes fascistas. Podés contar un poco esa trayectoria, la del grupo de Iñiguez…

JCC: Un grupo de ferroviarios con el Negro Gamarro a la cabeza se va. Y nosotros en ese período…, venía la Revolución Cubana. Nosotros éramos jóvenes, nosotros no sabíamos nada de marxismo, pero era romanticismo puro. Nosotros veíamos a Argelia, veíamos a Vietnam y nosotros admirábamos a Ben Bella, admirábamos al Che, y a nosotros eso nos entusiasmaba. Y hay un rompimiento. Nosotros, más que…, éramos hinchas de la revolución Cubana, de Ben Bella, después de Vietnam, pero porque los pueblos surgían. Y Perón jode con Mao. Perón habla mucho de Mao y habla del Pepe Stalin. Perón lo hace porque el PC de acá se vuelve loco. Cuando Perón hablaba de Stalin, que era un hombre del pueblo ruso, y hablaba de Mao, que le había dado de comer a 650 millones de chinos, acá los del PC se volvían locos. Entonces él siempre hablaba… Entonces a nosotros no nos era, no nos era extraño estar con esas cosas.

Se divide ahí. Y bueno, la división se ve en las elecciones de la Unión Ferroviaria. Porque el sector de Iñiguez, con el Negro Gamarro del ferrocarril a la cabeza, son los que hacen la otra lista con una serie de viejos carcamanes. Y los viejos militantes peronistas, como Rafael Gómez, con toda esa gente que fueron de Tucumán, que eran técnicos, que fue Presidente de la Unión Ferroviaria, que en el libro hay una tapa, un folleto del centro cultural, de la parte cultural, porque él era Secretario General, y él le daba mucha bola a la cultura. Nosotros estábamos metidos en la cultura, estábamos metidos acá, estábamos metidos en veinte cosas. No nos alcanzaba el día. Y don Rafael Gómez sabía dónde andábamos más o menos. Era un viejo zorro. Un viejo zorro, muy zorro, y sabía dónde andábamos y nos protegía. Y nos retaba, pero te retaba como te retaba tu viejo.

P: ¿Esta diferencia en la Resistencia Peronista se reproduce al interior del gremio con dos listas…?

JCC: Con dos listas. Es la parte más gráfica.

P: ¿La Resistencia entra al sindicato en una elección…?

JCC: Los dos entramos, los dos grupos entramos. Entonces nosotros ganamos las elecciones. Y cuando ganamos las elecciones entran dos camionetas del gobierno de  Zanichelli, el gobernador de Córdoba y roban las urnas con todo. ¡Y al otro día era una de piñas en el taller que no te das una idea! Fue una batalla campal. Porque nos robaron las urnas. Nosotros dábamos, dábamos, pero vinieron matones de otros lados y se robaron las urnas con fierros. Y nosotros estábamos ahí. ¿Y qué íbamos a hacer? Nosotros estábamos ahí en la puerta. Entraron con dos camionetas de esas Ika-Renault, esas Ika y se llevaron las urnas. Y a raíz de ahí, se interviene el gremio. A partir de ahí, se arma un gran lío con la huelga del 61, antes de la huelga, entre la Unión Ferroviaria central, porque estaba Scipione, estaba Lorenzo Pepe, y estaba, del PC, Víctor Vázquez. Y hay un cimbronazo en la Unión Ferroviaria y se forma el Movimiento de Recuperación Ferroviaria, con base en Córdoba. Y es muy fuerte en todo el Ferrocarril Belgrano. Y bueno, ahí nos integramos nosotros, porque era una cosa muy popular. Estábamos todos ahí. Todos contra la burocracia. Y ahí es cuando a mí y a Marcelo Repezza, que era de la Resistencia – ¡nadie sabía que éramos de la Resistencia!-, nos mandan como representantes a la CGT. Éramos muy jóvenes. Y entonces voy con Marcelo Repezza, en ese transcurrir conozco al Gringo Tosco y conozco a medio mundo ahí. Pero nosotros nos volvemos, a los cuatro o cinco meses, nos vamos de la CGT. Porque perdemos el contacto con los compañeros. Y nos mandan a propósito, para sacarnos del lugar. Nos damos cuenta que nos mandan a propósito. Nosotros volvemos y van otros. A nosotros no nos importaba. Nosotros siempre éramos muy basistas. Nosotros siempre decíamos que la fiesta estaba abajo.

Entonces eso de parte de la Unión Ferroviaria. Después esa parte joven de la Resistencia Peronista en Córdoba tiene relaciones con la parte joven de fabricaciones. Porque cuando se habla de la Resistencia Peronista en Córdoba tenés que centrarte en la Fábrica Militar de Aviones, en la Unión Obrera Metalúrgica y en ferroviarios. Después no había otra cosa. Después eran todos talleres menudos. La Unión Obrera Metalúrgica si era muy fuerte, pero el más importante de todos era la Fábrica Militar de Aviones. Y le seguía en peso el ferrocarril. El ferrocarril en el taller tenía 3.000 trabajadores y tenía 6.000 ferroviarios en toda la zona. En la Fábrica Militar de Aviones trabajaban 12.000 compañeros.

Córdoba se transforma. De pronto, hay otro tipo de relaciones. Empieza otro fenómeno en Córdoba. Nosotros vamos a la tecnológica y en la tecnológica nos volvemos a juntar con los compañeros de la Fábrica Militar de Aviones y de otros talleres. Después también nos juntamos con los de la Universidad Nacional de Córdoba. Y hay un proceso de transculturación que se da ahí. Nosotros empezamos a tener otras lecturas también ahí. Porque ahí la construcción, en la Universidad de Córdoba, era la lectura con nosotros. El fenómeno es que nosotros, ninguno, ninguno, de los que vamos a la tecnológica, vamos a la Federación Universitaria, nosotros no le dábamos bola a eso. Nosotros todos volvemos al sindicato. Para nosotros el sindicato era nuestro lugar de lucha. Y la Resistencia Peronista se empieza a diluir poco a poco, poco a poco, poco a poco, y después de la huelga del 61 vino un crash muy fuerte.

P: ¿Después del 61?

JCC: Después de la huelga del 61 viene un crash muy fuerte, en donde empiezan a diluirse… Se diluye. El 62 para nosotros fue un año árido.

P: Es que fue una gran derrota del movimiento obrero en su conjunto, una gran derrota, y además el Conintes fue muy, muy duro.

JCC: Bueno, a mí me cayó el Conintes. Y el Gordo Gordillo, que era de Iñiguez, fue el que señaló los domicilios de los viejos. Y el Gordo Gordillo es el que señala, el que tenía la dirección de todos. Nadie sabía dónde vivía mi papá y lo fueron a buscar. Y le tocaron la puerta, fue el ejército. Y yo me salvo porque estaba en el cine. Y cuando salgo del cine estaban, parecían los hombres de Carpani, de los talleres. Y me dijeron sin vaselina: – “Te reventaron la casa, Negro. Y agarraron a tu papá”.[1]


[1] Entrevista realizada por Gustavo N. Contreras y Julio C.Melon Pirro a Juan Carlos Cena. En PETITI, Mara; CONTRERAS, Gustavo N (comp). En Primera Persona Testimonios para la historia argentina de la segunda mitad del siglo XX: peronismo, política, sindicalismo y prensa. Mar del Plata, EUDEM, 2017.  p.87 y ss.