Yo te puedo contar un hecho que tuvo cierta trascendencia, todavía se recuerda, que fue el primer robo del sable del General San Martín. Ya para esa época -estamos hablando de 1963- en la J. P. había distintas agrupaciones, líneas, se habían intentado algunos Congresos como para unificar la conducción, algunos habían salido bien otros fracasaron. El peronismo había convocado al voto en blanco cuando fue proscripto y las elecciones las había ganado IlIía. Había un gravísimo bajón de militancia, el peronismo estaba en crisis, una de las tantas crisis que pasó. Entonces se nos ocurrió con Bonaldi que había que hacer un hecho espectacular y surgió la idea del robo del sable. Nosotros tuvimos la intención de que se firmaran todos los comunicados y todo el hecho como Juventud Peronista sin ningún tipo de aditamento, ni Comando de esto, ni Brigada de aquello, simplemente como Juventud Peronista y así se hizo. Se formó un grupo donde había compañeros de Capital y Gran Bs. As. Estaba yo, Bonaldi, el arquitecto Emilio que nunca quiso que se dijera el apellido, un muchacho de la Prov. de Bs. As., Gallardo, que fue el responsable de que todo el operativo fracasara, y el marido de la hermana de Carlos Caride, Luis Sansoulet, que fue desaparecido durante la última dictadura militar.

Me toca a mí ser el nexo de todo y el responsable del operativo, el único de la célula que conocía a todos los que participaban y dónde se iba a esconder el sable. El hecho tuvo una repercusión espectacular. Sacamos un comunicado donde entre otras cosas se pedía el retorno del General Perón, la libertad de los presos políticos, la devolución del cadáver de Eva Perón, la anulación de los contratos petroleros. Esto fue una cosa fulminante y levantó el espíritu militante en todo el peronismo.

La acción en sí fue una cosa sencilla. Desde el punto de vista operativo fue como sacarle un caramelo a un chico. Nosotros nos reuníamos y planificamos todo en el sindicato de ATE, de la calle Belgrano. El sable estaba en el Museo Histórico Nacional y lo único que tuvimos que hacer fue reducir al sereno y lIevarnos el sable, una pavada. Lo importante de todo esto fue la impresionante repercusión que tuvo y no por la espectacularidad del operativo sino por lo que implicaba que la Juventud Peronista se robara el célebre sable corvo de San Martín y reclamara a cambio una serie de reivindicaciones políticas profundamente sentidas por todo el pueblo. Te imaginás, las elecciones de lllía habían sido a principios de julio, los radicales estaban eufóricos y nosotros a mediados de agosto le afanamos el sable. Era como decirles ustedes nos pueden proscribir todas las veces que quieran pero nosotros vamos a seguir peleando. Y por otro lado era como poner al General Perón el mismo nivel que el General San Martín, y en realidad para nosotros era así y eso no se lo podían bancar. Cuando repusieron el sable en el Museo hicieron un despliegue bárbaro, lo llevaron en un caballo blanco, los Granaderos tocando la banda, fue un escándalo de proporciones. Pero para nosotros lo más importante era el aspecto psicológico que produjo en la militancia, esto se logró y la operación hubiera sido todo un éxito si un hecho imprevisto no nos hubiera desbaratado las cosas.

A los pocos días del operativo este muchacho Gallardo cae preso por otra cosa que no tenía nada que ver con nosotros y la cana le debe de haber dado un cachetazo para que hable y diez para que se calle, porque el asunto es que nos mandó a todos presos. Yo estaba durmiendo a la mañana y me llama Julito Bornik, que estaba detenido, lo habían secuestrado en la Brigada de San Martín o en Vicente López y lo obligan a que me llame por teléfono. Me da un mensaje medio raro y me dice otro nombre pero yo no me avivo porque estaba medio dormido y le digo bueno, venite a casa al mediodía y le doy la dirección. Sigo durmiendo y al rato cae la Policía de la Provincia, rodea la manzana y me lleva preso. Yo vivía en Capital pero como este Gallardo había caído en la provincia, todos los procedimientos los hacía la Policía de la Provincia. Bueno, vienen unos días de unas palizas bárbaras pero no pueden probar nada, me tienen que llevar a Tribunales, me defiende Ventura Mayoral y al poco tiempo salgo en libertad. Mientras tanto la gente que tenía el sable había perdido todo contacto con el resto de los compañeros. El sable yo se lo había dado para que lo guardara a un grupo donde había gente de Mar del Plata, estaba el que años después fuera Ministro de Bienestar Social, Aníbal Demarco, pero este grupo no tenía ningún contacto con la gente que había realizado el operativo, el único nexo era yo y estaba preso. Justo en esos días había regresado de España el Capitán Phillipeaux, -que era un militar peronista que había estado en el golpe de Valle- y los compañeros estos lo consultan, «mire, tenemos esto y no sabemos qué hacer» y a Phillipeaux, digamos, le salió el milico de adentro: «y cómo van a hacer esto, es una barbaridad, hay que devolverlo». Estos compañeros que habían quedado aislados dei resto y no sabían que hacer con el sable se lo dan a Phillipeaux para que lo devuelva y así termina la historia.

Ahora bien, yo te podría asegurar sin ningún temor a equivocarrne que este fue el hecho que tuvo mayor consenso  en todos los grupos de JP. Fue una decisión del conjunto de la Juventud Peronista, ahí había gente que en ese momento estaba en la conducción y la casi totalidad de los grupos de Juventud de Capital y provincia de Bs. As., habría algún grupo que no participó pero te digo que realmente fue una decisión consultada con la mayoría de los grupos. Inclusive, salvo Bonaldi y yo, los otros compañeros que participaron eran de distintos grupos. Lo mismo con los compañeros que se encargaron de imprimir el comunicado o los que lo distribuyeron por los diarios, fue bien amplia la participación. [1]


[1] Testimonio de Osvaldo Agosto en ANZORENA, Oscar. JP Historia de la Juventud Peronista 1955-1988. Buenos Aires, Del Cordón, 1988.p.113 y ss.