Arturo Jauretche era identificado como uno de los líderes de FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina), ferviente opositor a los gobiernos de la denominada Década Infame y luego del 17 de octubre de 1945, acompañó la disolución de FORJA para adherirse al naciente movimiento peronista.

            Bajo este gobierno fue funcionario del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Domingo Mercante. Su estela duró hasta que Mercante cayó en desgracia y fue separado del proyecto justicialista. Durante el segundo mandato de Perón se mantuvo al margen del mismo como también lo hizo su compañero forjista Raúl Scalabrini Ortiz. Según asevera Chávez, en 1954 diversos sectores nacionalistas católicos que conspiraban contra Perón habían invitado a Jauretche a participar en el futuro golpe pero él se rehusó a sumarse a las fuerzas contrarrevolucionarias.

            Con el golpe cívico militar de la “Revolución Libertadora”, según cuenta su sobrino Ernesto Jauretche, se encontraba furioso y colérico ante la partida de Perón al exilio considerando que estaba huyendo y que dejaba a su suerte a sus seguidores. Sin embargo, y a pesar de eso, consideró esa crisis como una oportunidad para “barajar y dar de nuevo”. En tales circunstancias fundó el semanario El 45 para defender lo que consideraba los 10 años de gobierno popular. Fue clausurado en la tercera entrega.  A partir de allí colaboró en los semanarios nacionalistas Azul y Blanco y Mayoría.

            Para fines de 195 publicóa su primer trabajo después de su poema telúrico militante El paso de los libres de 1934: El Plan Prebish. Retorno al coloniaje, resultado de artículos publicados previamente en el diario El líder. Se trataba de un informe sumamente crítico hacia el plan económico propuesto por el secretario de la CEPAL, Raúl Prebisch, realizado a pedido del régimen de Lonardi-Aramburu. La dureza de su oposición le provocó el exilio a Montevideo.

            Con todo, durante esa primera resistencia peronista, Arturo Jauretche como varios de los militantes y ensayistas que habían acompañado al gobierno de Perón, evaluaban diversas estrategias para recuperar la “senda nacional”. Podríamos decir que Jauretche fue uno de los pioneros en proponerse un “peronismo sin Perón”, al menos en los primeros años de proscripción. Como varios de los nacionalistas, así como también como diversas expresiones de la naciente “izquierda nacional”, él concibió la experiencia justicialista como una expresión de política nacional diferenciada del liberalismo.  En carta al Padre HernánBenítez (otro crítico del segundo gobierno peronista) le confiaba en septiembre de 1956:

               «entiendo que Octubre de 1945 es una fecha liminar y que el octubrismo debe ser un término identificador, no un nombre de partido, que comprenda una doctrina mínima de la existencia nacional. Si Ud analiza verá que no solo los nacionalistas, sino que el frondicismo en el seno del radicalismo es hijo de Octubre y no habría existido sin éste.  Hay infinidad de gente suelta con ese drama y ésa va a ser la posición de las nuevas promociones estudiantiles que tienen pudor de ser peronistas, no van a entrar en una estructura vieja como el radicalismo, encuentran demasiado católico y conservador al               nacionalismo.

                Con esto aclarado espero ahora que me conteste respecto del folletito sobre el tema de la  cultura en el movimiento, entendiendo que la finalidad es la de la acción inmediata para      ir creando condiciones de unificación doctrinarias para el futuro. Se trata de una posición ideológica unificante que cree un cauce de coincidencias de ideas al margen de la acción política; diría, la doctrina nacional, no la doctrina del partido, de tal manera   que ese pensamiento que llamaríamos Octubrista pudiera ser practicado desde distintos ángulos y filiaciones, pero que todo lo que esté fuera de ese pensamiento sea cipayismo (Carta a HernanBenitez, 2 de septiembre de 1956).

            En un contexto de crisis política, proscripción y censura salió a la luz  el libro Los profetas del odio, a mediados de 1957 a través de Editorial Trafac. Enigmática editorial que surgiera al calor de la resistencia y que supo reunir publicaciones de diversas vertientes ideológicas que solo compartían el antiliberalismo, como Fermín Chávez (Civilización y barbarie. El liberalismo y el mayismo en la cultura argentina, 1956); Julio Meinvielle (Política argentina, 1949-1956) y Rodolfo Puiggros (El proletariado en la revolución Nacional, 1958).

            Los profetas del odio siguió la senda de la obra Civilización y barbarie… de Fermín Chávez, enmarcándose en los denominados “discursos de barricada” que habían llevado a cabo las plumas de Ramón Doll o el Padre Leonardo Castellani durante los años cuarenta. Se inauguraba desde el amplio espectro llamado “pensamiento nacional” una discusión en torno a la cultura y el rol de los intelectuales. Según confesaba en el prólogo, el autor se decidió a preparar dicho trabajo luego de la respuesta realizada por el escritor Ernesto Sábato (El otro rostro del peronismo) a Mario Amadeo por su libro Ayer, hoy, mañana de 1956.

                «Resolví hacerlo comentando al mismo tiempo algunos libros y publicaciones de reciente aparición y de ahí este libro. Quiero poner en evidencia los factores culturales que se   oponen a nuestro pleno desarrollo como Nación, a la prosperidad general y al bienestar  de nuestro pueblo, y los instrumentos que preparan las condiciones intelectuales de indefensión del país.

                Me ha parecido el mejor método utilizar a los escritores que sirven a ese propósito, para  ponerlos en evidencia en el comentario de sus propios libros. Ello me llevará a considerar paralelamente, y desde un punto de vista general, cómo y en beneficio de quién actúan nuestros ‘medios intelectuales'» (Prologo a la primera edición).

            El contexto político estaba signado por las elecciones de 1957 que refería a la elección de convencionales constituyentes para julio. La disputa en ciernes por parte del espectro opositor al régimen radicaba en si votar en blanco o bien apostar a propuestas alternativas a las directivas del líder exiliado. Jauretche fue sumamente crítico a los lineamientos de Perón y se proclamó “independiente” a sus directivas, apostando a las propuestas del frondicismo. De la mano de Rogelio Frigerio, quien fuera el ideólogo del futuro desarrollismo frondicista, comenzó a escribir en el semanario Qué sucedió en 7 días desde 1956 sin firmar. Al poco tiempo, se sumó su amigo ex forjista Raúl Scalabrini Ortiz. La revista había alcanzado una difusión muy grande, referenciándose como una verdadera línea opositora que reunía a diversas voces disidentes del gobierno militar. Así apostaba al anhelo de Jauretche en conformar un gran movimiento nacional como el que había reunido Perón en 1945.

            El éxito de Los profetas del odio fue una muestra palpable del pulso político de entonces y la demanda de un amplio sector de la población que buscaba reflexionar en torno al “hecho peronista”. Así, no solo el mencionado Civilización y barbarie… sino también los aportes significativos desde la “izquierda nacional” con Jorge Abelardo Ramos (Revolución y contrarrevolución) y Juan José Hernández Arregui (Imperialismo y cultura) también editados en 1957, reflexionaban en torno a la problemática cultural argentina signada por dicotomías que se presentaban como irreconciliables: civilización o barbarie; libros o alpargatas; antiperonismo o peronismo.

            Así, “los profetas del odio” eran intelectuales que escribían a partir del odio hacia Perón nublando todo tipo de racionabilidad. Desde este trabajo sumamente exitoso (su segunda edición saldría inmediatamente en agosto del mismo año) le respondería a Ezequiel Martínez Estrada, Jorge Luis Borges, Julio Irazusta y Silvano Santander. La elección de los contrincantes no resultaba azarosa, ya que representaban desde sus diversos espacios un “antiperonismo” furibundo. Trabajando con la sutil paradoja en uno de sus capítulos trabajaba con las coincidencias de las hipótesis conspiranoides de Julio Irazusta (nacionalista conservador, figura del revisionismo histórico, autor de Perón y la crisis argentina de 1956) y del radical Silvano Santander (autor de Técnicas de una traición: agentes del nazismo en la Argentina, sosteniendo la identificación de Perón con el nazifascismo constiuyéndose en uno de los principales referentes de próximos trabajos de dudosa labor heurística).  A quien le dedicó gran parte de su trabajo fue a Ezequiel Martínez Estrada, autor del libro ¿Qué es esto? de 1956. El libro reflejaba el agudizamiento de diferencias entre los antiperonistas: el escritor Jorge Luis Borges apelaba a una total intransigencia con respecto a todo lo relacionado al gobierno depuesto, lo que le valió severas discusiones no sólo con Martínez Estrada, sino también con Sábato y otros colegas que compartían coincidencias desde la clásica Sur dirigida por Victoria Ocampo. Paradójicamente, había sido Borges quien le prologara a Jauretche su primer libro llamado “El paso de los libres” de 1934. El texto era un largo poema escrito en gauchesca dedicado al alzamiento militar dirigido por Pomar en el contexto del gobierno fraudulento de Agustín Justo en la década del 30. Por entonces, Borges simpatizaba con el yrigoyenismo. Ateniéndose a dicho antecedente, Jauretche le respondía a su prologuista desde la voz de su personaje de las letras gauchescas, Julián Barrientos.

            La prosa de Jauretche alcanzó suma notoriedad, siendo uno de los personajes más populares en los años sesenta producto de la amplia divulgación y aceptación de su mensaje por parte de sectores medios y populares. Con Los profetas del odio” (diez años después reeditado por Peña Lillo con La Yapa: la colonización pedagógica) Jauretche difundió un nuevo lenguaje que sería asumido por varios sectores del antiliberalismo. Palabras como “cipayo” e “intelligentzia” serían reproducidas y asumidas por la propia resistencia peronista y se incorporaría en el léxico común de la militancia de los años sesenta y setenta.

Referencias:

AAVV (1965) Jauretche. Una vida al servicio de la revolución nacional. Buenos Aires: Los Hombres.

Cichero, Marta (1992) Cartas peligrosas. Buenos Aires: Planeta.

Galasso, Norberto (2014) Jauretche. Biografia de un argentino. Buenos Aires: Colihue.

Jauretche, Arturo (1957) Los profetas del odio. Buenos Aires: Trafac.

Melon Pirro, Julio Cesar (2016) El peronismo después del peronismo. Buenos Aires: Siglo XXI.

Teran, Oscar (2014) Nuestros años sesenta. Buenos Aires: Siglo XXI.

Julián Otal Landi