(Buenos Aires, 1908 – Buenos Aires, s/ d).

            Fue chofer de Perón cuando este fue Secretario de Trabajo  y Previsión, Ministro de Guerra y Vicepresidente de la Nación, entre los años 1944 y 1945.

            Tras servir un tiempo a Eva Duarte de Perón, volvió a trabajar para Perón, ya presidente de la Nación.

            En los momentos críticos de 1955 fue Gilaberte quien llevó a Perón a la Embajada del Paraguay en su sede de la calle Viamonte.

            Por indicación de Perón fue a entregar el automóvil en la cochera presidencial y las armas que portaban, con la finalidad de evitar problemas o interferencias en el proceso de asilo y salida del país.

            Más tarde, pidió asilo en la Embajada de Paraguay. Luego, pudo salir del país mediante un salvoconducto que lo llevó a Asunción. Desde allí fue en busca de su antiguo jefe.

            Llegó a Panamá en noviembre de 1956 para integrarse al reducido grupo de apoyo a Perón.

            A fines de 1956 fue quien contactó a un conjunto de ballet para una actuación en el Hotel Washington de la ciudad de Colón, donde residían. En esa ocasión, María Estela “Isabel” Martínez Casas conoció a Perón, por mediación de Gilaberte.

            En el momento que estaba previsto el traslado de Perón de Panamá a Venezuela, Gilaberte transportó el automóvil que habían comprado para la movilidad de Perón. Lo hizo en trasatlántico Américo Vespuccio los primeros días de agosto de 1956.

Pascali, Perón y Gilaberte en Panamá

Ya en Caracas, Gilaberte siguió acompañando a Perón, quien bromeando lo llama Isaac, generando la reacción de éste por la identificación con el nombre de pila del Almirante Rojas.

En mayo de 1957 fue protagonista inesperado de un hecho clave en el exilio de Perón. Una bomba de tiempo estalló a las siete y cinco de la mañana del día sábado 25 dentro del automóvil Opel que utilizaba Perón. El proyectil estalló ruidosamente haciendo volar la tapa del motor del vehículo cuando Gilaberte iba en busca del líder exiliado. La consecuencia de la explosión fue que el auto se incendió a medias y 82 ventanas  se fragmentaron en 17 departamentos de tres edificios de la cuadra. Gilaberte quedó herido en una mejilla por una esquirla.

Ese día habían proyectado un asado con un grupo de amigos por la fecha patria. El encuentro no se suspendió. La bomba había sido colocada allí por un agente infiltrado de la Revolución Libertadora, Manuel Sorolla, que respondía al Coronel Héctor Cabanillas.

En carta de junio de 1957 Perón le contaba a Cooke que “mi chofer Gilaberte se salvó milagrosamente”.

A la fecha no contamos con mayor información sobre el derrotero de Gilaberte.

Fuentes

Correspondencia Perón-Cooke. Buenos Aires, Colihue, 2007.

La Nación. La tumba sin sosiego. 6 de agosto de 2002.

Radiolandia. Testimonio de Isaac Gilaberte. 27 de enero de 1978.

Referencias:

Galasso, Norberto. Perón. Exilio, resistencia, retorno y muerte. 1955-1974. Buenos Aires, Colihue, 2005.

Darío Pulfer