El neoperonismo que promovía la fórmula de la Unión Popular para las elecciones de febrero de 1958 se vio en la necesidad de forjar su propio periódico. Así nació Nueva Argentina.

                Salió un único ejemplar con fecha 24 de diciembre de 1957.  Lo dirigía Alberto Armesto, quien había sido intendente de Campana hasta el año 1955. Junto a su hermano era propietario de un diario local de nombre Nueva Tribuna, que fue intervenido. Había sido detenido poco tiempo antes.

  Entre los colaboradores se encontraban Enrique Güerci, Manuel Bianchi y Enrique Corominas. También escribieron notas los referentes políticos del espacio: Alejandro Leloir y Juan Atilio Bramuglia.

            Se trataba de una publicación de cuatro páginas que se presentaba de manera abierta como Organo oficial de la Unión Popular.

            En la presentación señalaban: “Bajo el nombre de NUEVA ARGENTINA ganamos hoy la calle, que como en ningún momento de nuestra historia política se ha convertido en hervidero de sentimientos e ideas pero que al más simple toque denota que aún prevale, si se quiere aumentado, el calor y la emoción popular que identifica a los pueblos que siente y quieren, antes que nada, su patria, su bandera, su soberanía.  No venimos con el ánimo predispuesto a convertirnos en conductores de masas que no hace falta, ni a capitalizar una posición. Llegamos simplemente, humildemente a ocupar un lugar en la lucha, en esa lucha cruenta y terible que mantiene valientemente, virilmente, lo mejor del pueblo argentino contra una maniobra oligárquica y entreguista que ha ganado el gobierno por la fuerza apoyada en las armas… Resta agregar solamente que los hombres que asumieron la responsabilidad de conducir a Nueva Argentina aportamos a modo de condecoración varios procesos por infracción al dictatorial Decreto 4161 y largos meses de obligada meditación en la celda de una cárcel, donde se templó nuestro carácter  y fortificó nuestra Fe en los ideales populares.  Todo ello como castigo por nuestra prédica periodística en la prensa del interior del país”.

            El grupo redactor tenía antecedentes en la cuestión periodística y eso los llevó a remarcar las restricciones sufridas por aplicación de las modalidades represivas del gobierno militar y a solidarizarse con otros medios: “Saludamos con nuestra aparición a todos los semanarios enrolados en la defensa de la causa del Pueblo a la cual, nos plegamos y que supieron mantener en él mismo, encendida la llama de la Fe y de la Esperanza”.

            Con una sutil diferencia al lema propalado otrora por la revista De Frente, orientado por el contradictor de Leloir, se presentaban como “insobornables defensores de las causas populares argentinas”, en un intento de superación de la condición de meros testigos…

            En su única salida privilegiaron fotos a los líderes de la corriente política neoperonista. De esa manera en tapa aparece en la parte superior izquierda Alejandro Leloir y en un recuadro Atilio Bramuglia.

          

  El primero fue entrevistado por el semanario bajo el título que presidía el ejemplar: HABLA LELOIR. En el desarrollo del reportaje sostenía la necesidad de presentarse con candidatos propios, Para ello recorría los lugares significativos de la tradición política madre: declararse hombre del movimiento, recuperar las tres banderas, agitar la defensa de los sindicatos y de su participación en política, subrayar las denuncias de atropellos, etc.

                Más allá de la opción política circunstancial los redactores se solidarizaban y denunciaban las intervenciones en los sindicatos; reclamaban al dirigente ucrista Oscar Alende que completara las investigaciones de violación a la soberanía argentina de las postrimerías del gobierno peronista y criticaban como contradictoria la retórica liberal del gobierno inconsecuente a la hora de respetar derechos y libertades.

            En ese momento el proyecto político neoperonista concitó importantes expectativas y apoyos de la superestructura política. Ello hizo que estuviera entre las preocupaciones principales del Comando Superior Peronista con la finalidad de neutralizar su prédica en el momento en que se implementada el acuerdo con Frondizi. De manera inmediata al resultado electoral el Comando Superior, sin mediar intervención alguna del Tribunal de Disciplina que actuaría en otras causas, procedió a la expulsión directa de Leloir y Bramuglia de las filas del entonces teórico Partido Peronista.

            Ello explica ciertos apoyos y alianzas. Allí aparecieron algunos inesperados como los recibidos de los núcleos trotskistas de Palabra Obrera o los de Sobrino Aranda que tras abandonar Palabra Prohibida pasó a dirigir Rebeldía (que sostenía la abstención siendo que la última palabra la tenía el R.P. Benítez) y continuó con la salida de Volveremos que apoyó a Leloir. Esa resultaba su opción real por lo que en el medio que estamos analizando apareció un aviso en recuadro que señalaba que el 13 de enero saldría Los Empacados, “En defensa  de la causa nacional”. Concebida como La Revista del Movimiento Proscripto, contaría con la colaboración varios de los participantes del elenco estable de las empresas periodísticas encaradas por Sobrino Aranda (Z. Pracanico, H.Pérez Amuchástegui, O.Méndez, G. Malm Green). Dicha publicación, como sabemos hoy, nunca salió pero por su ubicación en este dispositivo comunicacional resulta fácil inferir que buscaba apuntalar las candidaturas neoperonistas.

            La corta existencia de la publicación fue atribuida a problemas de financiamiento, aunque podemos inferir que estuvo, también, en relación directa a la coyuntura del momento. Tras los resultados electorales poco cabía decir.

Julio Melon Pirro y Darío Pulfer