P: ¿Cómo fue su militancia anterior al 45?

A: Yo era nacionalista. Tenía intenciones, pero no una política partidaria. Cuando llegó Perón me hice peronista, porque Perón era nacionalista. En esa época yo trabajaba en una farmacia en el centro de Buenos Aires y nos juntábamos en el sindicato con los nacionalistas. Me acuerdo que nos venía a ver mucho Patricio Kelly y discutíamos por horas.

En aquel tiempo, nosotros nos hicimos peronistas porque Perón hacia las cosas que nosotros buscábamos. Pensábamos cosas, teníamos ideas y Perón las hacia. La flota mercante nacional, nacionalizar la economía, todo. Perón quería hacer una Nación, y los contrarios querían perpetuar una colonia. Perón hacía las cosas que los trabajadores necesitaban, y nosotros éramos su único apoyo, y éramos mayoría…

P: ¿Cómo se organizaron ustedes en la resistencia después de 1955?

A: Nosotros éramos aprendices y nos juntábamos a charlar en el sindicato todo el tiempo. A ver qué podíamos hacer. Queríamos el regreso de Perón. Hasta que un día uno nos dijo que en Ezeiza había una habitación llenada de ametralladoras. Entonces nos dimos cuenta que había que ir ahí. Y nos salió mal. Caimos todos por el Conintes. Spina, Rulli y todos los compañeros. Poco a poco, nos encontraron a todos, uno por uno.

P: ¿Cómo recuerda el juicio que le hicieron?

A: Una mentira. Nosotros queríamos un juicio civil y nos dieron esa farsa de tribunal de guerra. A cada uno de nosotros lo defendía un militar. Y teníamos militares cercanos, que eran peronistas; el que me defendió a mí era de la Marina, pero como yo no tenía acusación, entonces no me podían decir nada…Igual me condenaron.

Cuando empezó el juicio hicimos una huelga de hambre para que nos dejaran defendernos; pero no nos dieron ni la posibilidad de defensa civil, ni nada, y la huelga fracasó.

P: ¿Quiénes eran presos Conintes en esa época?

A: Primero, en Las Heras, estábamos todos: Rulli, Rearte, que era el capo, el tipo más capaz. Ellos también trabajaban y eran peronistas. También Villacorta, al que le dieron veinticinco años, también laburante.

En Las Heras nos cuidaban los gendarmes, después nos llevaron a Caseros y terminamos en Magdalena, donde hicimos las huelgas de hambre. En ese momento, Centeno estaba en el Sur escribiendo un libro de denuncia sobre nuestra situación.

P: ¿Cóm fueron los últimos días en la cárcel?

A: Yo estaba en Coronda y la Corte Suprema hizo un despelote. Me soltaron tres años después.

Cuando nos trasladaron a Coronda, el primer viaje fracasó por una tormenta, así que volvimos hasta Punta Indio. Me acuerdo que cantábamos la Marcha en el pasillo de la avioneta; éramos cuatro o cinco. Nos castigaron duro, después nos hacían dormir en el suelo y nos pelaron por peronistas, porque hacíamos quilombo. Estábamos todo el tiempo en observación, no podíamos hacer nada.

P: ¿En qué cárceles recuerda que fueron alojados los presos Conintes?

A: Los presos Conintes fuimos a Magdalena, Devoto, Caseros, Las Heras, nos llevaron al Sur, también a Coronda. Me acuerdo que cuando estuvimos en el Sur hicimos otra huelga de hambre. Yo era delegado y estaba durísima la cosa, pero algo teníamos que hacer, no teníamos nada, no nos defendía nadie.

P: ¿Cómo se acuerda de Coronda?

A: Mirá cuando llegué a la cárcel, el guardia me dijo que no dijera que era Conintes, sino que era chorro. Y yo estaba solo. Cuando entré a la cárcel, el cabecilla de la barra me preguntó como había llegado hasta ahí. Y les dije que llegué, por llegar. Me dijeron que por alguna razón tenía que haber llegado, y que además había venido de civil. Pensaron que era un alcahuete. Les dije: “Miren, ¡yo soy peronista!”.

Entonces me dijeron que habían estado presos en Caseros antes de llegar ahí; y que a los Conintes de Caseros les daban yerba mate y cigarrillos…Entonces me dieron una cama y me trataron bien. A la semana me largaron por un quilonbo que hizo la Suprema Corte…son cosas que pasan; así es el peronismo.[1]


[1] Testimonio de “Pepe” Azcurra. En Instituto Nacional Juan D. Perón. Plan Conintes y resistencia peronista. Buenos Aires, INJDP, 2010.pág.143-146.