La Junta Consultiva Nacional (JCN) fue creada por el presidente de facto, General Eduardo Lonardi, quien ejercía el poder legislativo asumido a partir del triunfo del golpe de estado cívico militar del 16 de septiembre de 1955.  Esta comisión multipartidaria asesora del poder ejecutivo fue instaurada por el Decreto-Ley N° 2.011, del 27 de octubre de 1955.El organismo constituyó un privilegiado ámbito de reconocimiento y representación de los partidos políticos que participaron y colaboraron activamente en el derrocamiento del segundo gobierno peronista; específicamente, de los partidos que promovieron los intentos de golpe de estado y conspiraciones diversas durante las dos presidencias de Perón.

Su creación, de la cual estaban excluidos el peronismo y el comunismo, considerados como expresiones «totalitarios», otorgaba a los partidos políticos una cuota considerable de representación, ya que todos ellos tuvieron una equidad en el envío de sus delegados sin atender a sus caudales electorales.

La Unión Cívica Radical designó para la mencionada Junta a Oscar Alende, Oscar López Serrot, Juan Gauna y Miguel Ángel Zavala Ortiz. Cabe destacar, que luego de la división del radicalismo en 1957, los dos primeros integrantes formaron parte de la UCRI , mientras que los segundos se unieron a la UCRP.

Por el Partido Socialista fueron nombrados Américo Ghioldi, Alicia Moreau de Justo, Ramón Muñiz y Nicolás Repetto.

Por su parte, el Partido Demócrata Cristiano designó a Rodolfo Martínez y a Manuel Ordóñez.

La Unión Federal envío a Enrique Arrioti y a Horacio Storni, quienes luego del errocamiento de Lonardi fueron desplazados de sus cargos.

A su vez, el Partido Demócrata Progresista aportó los nombres de Juan José Díaz Arana, Luciano Molinas, Julio Argentino Noble y Horacio Thedy.

Por último, el Partido Demócrata Nacional estuvo representado por José Aguirre Cámara, Rodolfo Corominas Segura, Adolfo Mugica y Reinaldo Pastor.

La JCN funcionó en el senado de la Nación y estuvo presidida por el vicepresidente de facto, contralmirante Isaac F. Rojas. De esta manera, se intentaba proyectar y revestir a la dictadura de una imagen pseudo republicana, tratando de emular al senado de origen constitucional.

Su sesión inaugural fue diseñada como un acto de impactante trascendencia cívica que contó con cerca de 270 invitados especiales y estuvo presidida por el cuadro “Los constituyentes de 1853”,  pintado por Antonio Alice en 1934.

De esta manera, la Junta adscribía a la línea crono/ideológica Mayo-Caseros-Septiembre presentados como hitos históricos de la libertad argentina. Es así que estas fuerzas “libertadoras” dieron fin a la Primera Tiranía del gobierno de Juan Manuel de Rosas en el siglo XIX y a su versión en el siglo XX, la Segunda Tiranía, como denominaron a los dos periodos peronistas. A la vez definieron su identidad histórica retomando las consignas de la Unión Democrática de “una cruzada de la libertad contra el nazifascismo” y se autorrepresentaron como partícipes de un acontecimiento superior al triunfo de los Aliados, “ya que se trató del único y extraordinario episodio en la política contemporánea de caída interna de un estado totalitario”. Este  entramado ideológico/histórico confirió al gobierno, además de legitimar específicamente el golpe de estado, el respaldo ideológico necesario para que profundizara el violento proceso de radicaliada desperonización.

El 12 de noviembre, el presidente Lonardi cuestionó su representatividad al recordarle que “el gobierno está muy lejos de creer que en la Junta están representadas todas las corrientes de opinión de la política nacional […] por el contrario, estima que quedan, al margen de toda adhesión de partidos, tendencias importantísimas”. De ese modo manifestaba que en la normalización institucional no intervendrían los partidos políticos, a la vez que definía su gestión como apartidaria; además, su plan de normalización institucional contemplaba la integración del movimiento peronista a la vida cívica, apartado del liderazgo de Perón, y proponía normalizar la CGT de común acuerdo con sus dirigentes.

            En este sentido, el comunicado tensó aún más los dos proyectos políticos y relaciones del presidente con el “antiperonismo radicalizado”, precipitando así la conspiración que culminó con su derrocamiento.

La oposición a este proyecto por parte de los sectores militares y políticos antiperonistas extremos signó el final del primer gobierno de la “Revolución Libertadora”. La confrontación de proyectos diferentes, integración versus desperonización violenta, desató una crisis política de gran envergadura. El detonante que liberó las tensiones en pugna se desató cuando el ministro del Interior y Justicia, Eduardo Busso, renunció a su cargo como respuesta al proyecto de los asesores nacionalistas de la presidencia de dividir el Ministerio del Interior y Justicia. La decisión del funcionario desencadenó las renuncias del presidente de la JCN y de la mayoría de sus representantes, excepto los nacionalistas católicos del partido Unión Federal, único apoyo de Lonardi en la Junta. Este partido había sido creado recientemente por el asesor presidencial y cuñado del presidente, el nacionalista católico Clemente Villada Achával. A las renuncias se sumó conjuntamente la presión de los sectores militares más radicalizados quienes el trece de noviembre de 1955 desplazaron a Eduardo Lonardi de la presidencia y designaron como sucesor al general de brigada Pedro Eugenio Aramburu.

Con Aramburu y Rojas, como presidente y vicepresidente de facto respectivamente, llegaría la tan ansiada hora de los partidos derrotados electoralmente en 1946, 1952 y 1954 y el accionar de una violenta desperonización. El resultado de sus deliberaciones, a partir de iniciativas propias o giradas desde el ejecutivo, en numerosas oportunidades, devino en actos de gobierno, que incluirán la futura arquitectura constitucional que desembocaría, finalmente, en la instauración de una “democracia limitada”. Como ejemplo de los debates y deliberaciones, podemos señalar el de reconocer el golpe de estado como rebelión legítima al que se le reconocía poder constituyente hasta que comenzara el proceso de reforma constitucional y la entrega del poder ejecutivo al ganador de las futuras elecciones nacionales. Los temas más importantes, respecto de su contribución a la construcción de un nuevo orden político, fueron: la definición del Estatuto de los Partidos Políticos, el consenso sobre la derogación de la constitución de 1949, la necesidad de restaurar la de 1853, la implementación de los regímenes electorales a utilizar en la elección de constituyentes de 1957 y en la presidencial de 1958. Además, tuvo participación directa en el gobierno, proveyendo funcionarios para los tres niveles de la administración pública así como movilizando a sus afiliados, simpatizantes y la opinión pública antiperonista para celebraciones, aniversarios y actos masivos del nuevo gobierno. Los más notorios fueron el de la “Asamblea Cívica” del diez de enero de 1956 frente al Congreso Nacional y el de la “Reafirmación de la adhesión a los principiosde la “Revolución Libertadora”con motivo de los fusilamientos del general Valle y otros civiles y militares que participaron en el levantamiento del nueve de junio de 1956.

A medida que se acercaban las elecciones de 1958, la JCN fue perdiendo efectividad y funcionalidad hasta cesar en sus actividades hacia finales de la presidencia de Aramburu. Su ocaso fue el resultado, entre otras circunstancias, dela lógica competenciaentre sus partidos miembros, unidos solamente por el común denominador del antiperonismo, las desavenencias intrapartidarias que culminaron con la división de la UCR y las características de la campaña electoral dela UCRI que denunció, en su estrategia de acercamiento al electorado peronista, las medidas sociales, económicas y políticas del gobierno cívico militar.

Fuentes:

Decreto-Ley N° 2.011, 27/10/1955.

Disponible en:http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/295000-299999/296753/norma.htm.Consultado el 18/11/22.

Referencias:

Spinelli, María Stella. La “otra multitud”. Las movilizaciones antiperonistas durante la Eibertadora”, en: Desarrollo Económico, vol. 43, N° 172 (enero-marzo 2004).

Spinelli, María Stella.Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la “revolución libertadora”. Buenos Aires, Biblos, 2005.

Valobra, A.Derechos políticos femeninos en la Junta Consultiva Nacional.

Estudios Sociales, 45 (1), 2013, 167-201. En Memoria Académica. Disponible en:

http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.7378/pr.7378.pdf

Miguel Ángel Taroncher