Buenos Aires, 1912-Buenos Aires, 1986)

            Jorge Manuel Osinde nació en 1912. Hijo de Miguel Antonio Osinde y Ana Adela Salgado. Casado en dos oportunidades (1956 y 1976) con Nora Josefina Nóbile.

            Ingresó al Colegio Militar en 1931, desde donde egresó como oficial combatiente en 1934.

            Se desenvolvió en diferentes cargos militares: en 1935fuesubteniente del Regimiento N°9 Infantería, en 1938 teniente del mismo regimiento, en 1945 teniente del Comando General de Interior, en 1946 capitán, en 1947 jefe de Coordinación Policía federal, en 1948 capitán del Ministerio de Guerra, en 1952 teniente coronel, en 1954 renunciócomojefe de Coordinación Federal y fueadscripto por seis meses al Presidencia de la Nación, en 1955 pasó a disponibilidad y, finalmente, en diciembre de ese año realizó su pedido de retiro voluntario. En los años sesenta y setenta su trayectoria siguió como delegado personal y custodio de Perón.

Osinde emerge en la memoria histórica como un militar símbolo de la represión en la Argentina a partir de su actuación en los sucesos conocidos como “Masacre de Ezeiza”, aunque como aquí analizaremos, su actividad había comenzado y acompañado a Perón desde un primer momento. 

            El teniente coronel Jorge Manuel Osinde fue un agente de control estatal durante tres gobiernos peronistas. Sus funciones se desarrollaron entre 1946-1955 y 1973-1974. Durante el primer período investigó a quienes eran considerados “enemigos internos en pos de la defensa nacional”, y duranteel segundo actuó en contra de la llamada “infiltración comunista”, siendo el encargado de la seguridad personal de Perón en sus dos viajes de vuelta al país.   En este último período, son muchos los que identifican a Osinde como un personaje central de la organización Triple A, ese conglomerado contrainsurgente liderado por José López Rega en el que actuaron fuerzas estatales y paraestales.

            En base a su Legajo Personal N° 16.944, proveniente del ejército,puede reconstruirse su trayectoria militar y algunos datos que configuraron la formación de esa personalidad que tuvo a su cargo buena parte de lastareas de vigilancia yrepresión desde el estado argentino. Su relación con el espionaje nació a partir de su ingreso a la Escuela de Informaciones del Ejército, donde se diplomó como oficial de Informaciones en noviembre de 1943. Allí cursó materias como Criptografía, Contraespionaje, Sabotaje, Servicios de escuchay Tintas Secretas, entre otras.

            El lugar ocupado como jefe del servicio secreto del peronismo clásico puede estar relacionadocon la fidelidad a Perón, pero también con sus antecedentes como alumno. La calificación como “infatigable”, “tenaz” y “valiente” para “comisiones de riesgo y responsabilidad” resulta común en sus antecedentes. Este tenor se repite en 1948, cuando sus superiores calificaron con “sobresaliente desempeño como jefe de Coordinación Federal habiendo concretado importantísimos trabajos de gran valor para la seguridad de Estado” (Legajo 16.944, p.366).

            Avanzando en el tiempo, como sabemos, entre 1951-1954se registraron las primeras intentonas de golpes contra el gobierno de Perón. Uno de los cabecillas de las primeras conspiraciones, que fracasó en pocas horas, fue el generalBenjamín Menéndez. En esa ocasión, Osindefue quienencabezó el operativo de encarcelamiento de más de doscientos opositores.

Tiempo después, en ese contexto convulso, el 15 de abril de 1953, durante el discurso que ofrecía el presidente Perón en un acto convocado por la CGT en Plaza de Mayo, un grupo de estudiantes organizados en contra de lo que consideraban “el Régimen”hicieron estallar explosivos colocados en la puerta del Hotel Mayo y en la boca del subterráneo. Las bombas no fueron inocuas, generaron muertos y varios heridos. Como consecuencia de ese acto de violencia política, se detuvieron a varios jóvenes, entre ellos a Roque Carranza, Rafael Douek y Alberto González Dogliotti de la Unión Cívica Radical. Los universitarios detenidos fueron sometidos a crudas vejaciones policiales perpetradas por el entoncesjefe de Coordinación Federal, Jorge Osinde, designado como responsable de la investigación. Las víctimas aseguraron que las sesiones de picana se sucedieron en los sótanos del poder bajo la responsabilidad de Osinde, quien ya era teniente coronel del ejército argentino.

En junio de 1955, Osinde estuvo a cargo del KEES, último servicio de informaciones creado por el gobierno peronista antes de su caída para detectar todos los movimientos internos dentro de las Fuerzas Armadas e intervenir sobre los movimientos de las facciones golpistas.El servicio secreto había sido encargado por Perón días después del bombardeo del 16 de junio de 1955 como centro de inteligencia e información militar paralelo al de servicios militares oficiales, de los que Perón desconfiaba, razón por la cual contaba con equipamientos y personal adiestrado proveniente de los sectores militares y policiales, y con la colaboración de la Red Radioeléctrica de la Policía Federal.

Cuando Perón fue derrocado, Osinde fue arrestado por el coronel Cabanillas, quien lo llevó personalmente en su auto hasta Campo de Mayo. Durante el viaje deben haber recordado alguna anécdota en común, imagino, porque habían sido compañeros en el Colegio Militar. Sin embargo, lo más interesante fue el duelo verbal que se produjo cuando Osinde le expresó: “Lo mejor que podés hacer es detenerme, Cabanillas. Soy el mejor oficial de Inteligencia de este país y si en este momento hay alguna persona peligrosa, esa soy yo. Algún día voy a traer de vuelta a Perón. La historia es un péndulo, Cabanillas, ¿sabías? El poder es un péndulo”. (Eloy Martínez, 2002). Después del golpe de 1955, Osinde estuvo preso en un buque cárcel hasta ser amnistiado en 1958.

            Durante el exilio del líder en España fue su delegado personal e intermediario para con los sectores militares y facciones nacionalistas de la Argentina. Desde 1965, el contacto entre Osinde y Perón fluyó y se intensificócon el fin de afrontar el siempre latente peligro hacia los que “trabajan a favor de nuestros enemigos desde la traición” (Carta de Juan Perón a Osinde, 22 de marzo de 1965, HooverInstitution Archives, J.D. Perón, PapersBox, Folder 3). Por su parte, Perón le insistía en la preocupación de que los “gorilas” no harían otra cosa que generar resentimiento en el pueblo y eso sería, lamentablemente, capitalizado por un enemigo histórico, una facción que siempre estuvo en la mira opositora para Perón y sus históricos camaradas: “el Comunismo Internacional”. El peligro difuso del comunismo aparece en el diálogo de los dos hombres. Esa es la razón por la cual Perón le encarga a su viejo colaborador, un sensible anticomunista como Osinde, que hable con “con su gente”para hacerles entender que el peronismo necesita a Perón en el país, que es determinante para preservar la gobernabilidad del entonces presidente Arturo Illia (id.).

            En 1968, Osinde se autodefinía como “un camarada en enlace” (Carta de Osinde a Perón, 12 de diciembre de 1968. AGN, Depto. Archivo Intermedio, Fondo Juan Domingo Perón) e informaba acerca de la situación del gobierno de Onganía. Lo interesante es que sugería al líder exiliado la necesidad de abrir intersticios entre esos elencos gubernamentales para lograr el gran objetivo: “su ansiado retorno a la patria” (id.).

            Resulta de interés subrayar el papel que Osinde dice jugar, no solo como informante de Perón en el exilio sino también como mediador y agente activo de la lucha contrarevolucionaria llevada adelante en ámbitos castrenses y nacionalistas dispuestos a combatir comunistas. En la misma carta en la que le informaba a Perón acerca de sus vínculos con militares nacionalistas, Osinde también le cuenta haber creado lazos con “gente del grupo Verbo”. En una reunión con ellos, al mostrarse mutuamente las credenciales personales, Osinde se presentó como un “peronista ortodoxo de Perón”, y el cura Grasset, miembro líder de Verbo, como un “activo anticomunista y antiliberal”, lo que sugiere en buena medida una narrativa común e intereses anticomunistas compartidos.

            El 19 de abril de 1971, Osinde le escribió a Perón que las directivas dadas por el líder para ordenar el movimiento estaban en aplicación. Le informó que se incorporaron elementos afines al proceso “manteniendo la línea ortodoxa del Partido peronista y las 62”, y que se le dio cabida a distintas líneas y a “grupos de fricción” que “lamentablemente será imposible evitar hasta que usted llegue”, en obvia alusión a la función de conciliador de Perón entre las diferentes facciones (Carta de Osinde a Perón, 19 de abril de 1971. AGN, Depto. Depto. Archivo Intermedio, Fondo Juan Domingo Perón). En mayo del mismo año, Osinde le hizo a Perón un pedido “en confianza”, dirá, para lograr aportar a que ese plan de imposición del modelo de Revolución Nacional y Popular se cumpla a fondo, y solicita a Perón que se le otorguen “credenciales confidenciales” para “formación de cuadros técnicos y profesionales y grupos cerrados para copar la estructura del nuevo gobierno”, las cuales no sabemos porqué lo dice, se compromete a utilizar “con mesura” (id.).

En noviembre de 1971, el Movimiento Nacional Justicialista quedó a cargo de Héctor J. Cámpora y la juventud radicalizada se incorporó como “la cuarta rama del movimiento”, representada por Rodolfo Galimberti, quien en esos años, paralelamente, ingresaba al grupo Montoneros. Entre finales de 1971 y 1972, se consolidaron las bases de varias organizaciones armadas en el país: Montoneros, FAR y FAP se encontraban en un momento de expansión cultural y territorial que obligó a sus conducciones a fortalecer los lazos en el interior del país. El clima de desconfianza mutua se agravó después de la publicación de un documento de la Tendencia Peronista, que agrupaba a los sectores más radicalizados de izquierda, titulado “Compromiso con el pueblo y con la Patria”, donde se reivindicaban luchas de la resistencia, como los programas revolucionarios de Huerta Grande o la Falda, junto con la exigencia de nuevas medidas, como la liberación de presos políticos yla derogación de los tribunales y legislaciones represivas. Este documento, donde se exponían frontalmente los objetivos de un peronismo como camino hacia un socialismo nacional, se combinó con una serie de acciones concretas como la formación de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y el llamado del secretario general del partido y dirigente juvenil, Rodolfo Galimberti,a la formación de una “milicia de la juventud para la reconstrucción nacional”. Para Osinde, celoso ortodoxo, esto fue inaceptable, y se lo hizo saber a Perón. Vale la pena por su claridad verter aquí partes de un documento confidencial del 4 de febrero de 1972:

Se ha podido saber que con fecha de 28 enero de ppddo. El Teniente Coronel ( R) Jorge Manuel Osinde, miembro del Consejo Superior Peronista y Asesor militar de Juan Perón se dirigió por nota a este último planteándole la situación creada por actitudes de Rodolfo Galimberti y Alberto Brito Lima como integrantes de dicho consejo partidario en relación con su prédica subversiva y su acción perturbadora. El Teniente Coronel Osinde señala en el caso particular de Galimberti que contra lo que se esperaba con su incorporación al Consejo Superior no se ha logrado hasta ahora controlar sus actividades y frenar sus ímpetus, sino que por el contrario asumiendo esa representación se ha lanzado a actuar con independencia, comprometiendo la posición del alto organismo partidario con actitudes reñidas con la doctrina y las instituciones nacionales y provocando la consiguiente reacción de importantes  sectores de las FFAA cuya opinión, sentimientos y objetivos, no podemos ni debemos subestimar como que somos integrantes de ellas. (…)  Galimberti puede servir de caldo de cultivo en beneficio de los planes que sustentan los distintos sectores de la subversión marxista que operan en el país, Osinde aconseja la separación de Galimberti del Consejo Superior. (…) El último fin de semana Osinde mantuvo entrevistas con diversos sectores de la Juventud Peronista para sugerir no se vaya al juego de los perturbadores puesto que ello en nada beneficia al movimiento, mientras sirve a los intereses de las tendencias marxistas (Report: Jorge Manuel Osinde, February 4, 1972. Robert Potash Papers (FS 020) Special Collections and University Archives, University of Massachusetts, Amherst Libraries).

En el marco de una convulsión general entre las Fuerzas Armadas y partidos políticos, y de un enfrentamiento interno dentro del movimiento peronista en el que cada uno disputaba su espacio simbólico y de poder, Perón inició las tratativas para su regreso al país. El Comité de Recepción para el primer retorno de Perón, para el 17 de noviembre de 1972, estuvo integrado por Juan Manuel Abal Medina, José Rucci, Lorenzo Miguel, Norma Kennedy y Jorge Osinde. Este último fue designado como responsable de la seguridad del acto. Como táctica de seguridad frente a posibles ataques, en ese avión chárter viajarían varias personalidades de la Argentina junto al General. Todos ellos participaron de las reuniones y engorrosas negociaciones en el Hotel Internacional de Ezeiza con el brigadier Ezequiel Martinez, secretario de la Junta de Comandantes en Jefe de la Nación tendientes a negociar la posibilidad de que Perón abandonase la zona restringida de Ezeiza y se dirigiese a su domicilio particular en Vicente López. Luego de devaneos y mensajes cruzados, escenas cinematográficas de discusiones entre el secretario personal de Perón José López Rega y la “custodia especial” puesta por el gobierno militar a Perón, y con todas las precauciones a cuestas, el 18 de noviembre de 1972 a las 6:03 de la mañana, Juan Perón, precedido, seguido y flanqueado, ademásenmarcado por una movilización militar que superó los 30 mil hombres en el aeropuerto de Ezeiza, comenzó una veloz carrera por la autopista General Richieri en un poderoso Ford Fairlane,  después de 17 años y 48 días de ausencia en el país.

            En marzo de 1973, el gobierno militar cedió frente a las presiones y convocó a elecciones, pero una vez más, como en 1962, Perón no podría presentarse como candidato. El peronismo encontró nuevamente una fórmula en el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) con Héctor Cámpora como presidente, quien ganó las elecciones. Cámpora tuvo el claro apoyo inmediato de los sectores juveniles radicalizados de izquierda (Nahmias, 2013: 260- 271).

                       Finalmente, las divisiones hicieron de la llegada definitiva de Perón a la Argentina, el 20 de junio de 1973, una tragedia de connotaciones coreográficas,con el aeropuerto de Ezeiza como escenario. Según la revista Evita Montonera, órgano oficial de Montoneros, el teniente coronel Osinde apostó mil civiles armados cerca del palco ubicado en el puente 12 de la Av. Ricchieri, desde donde hablaría el expresidente a su pueblo, y en las instalaciones del Hogar Escuela. La consigna era, según el informe, no dejar pasar a las columnas que llevaran carteles alusivos a la izquierda peronista. Para lograr el objetivo de copar el acto, se estableció un sistema de comunicaciones internas desde las instalaciones centrales del ACA, junto a una flota de quince autos cedidos por la CGT. El comando de Seguridad del puente, encabezado por Osinde, ordenó reforzar las barreras de seguridad en el flanco izquierdo del palco y se constituyeron dos líneas de hombres armados. Las columnas de FAR, FAP y Montoneros iniciaron su marcha para instalarse con sus carteles y, a partir del control y la inteligencia, fueron perseguidas para ser atacadas en cuanto llegaran al palco. El documento del subjefe de policía de la provincia de Buenos Aires, Julio Troxler, da cuenta de la gran confusión que se desató incluso entre dos facciones lideradas por el mismo Osinde, entre las fuerzas irregulares del palco y los militantes del Comando de Organización, apostados en el Hogar Escuela desde varios días antes (Verbitsky, 1986: 187; Informe de Julio Troxler al Subsecretario del Ministerio del Interior, Carlos Manuel Seeber). Algunos testigos recordaron que antes hubo un primer tiroteo: en el “día más largo y gélido del año comienza a oler a pólvora y adrenalina” (Bonasso, 2010:128).

            La represión ejercida da cuenta de torturas dentro del Hotel Internacional y prácticas aberrantes dirigidas por la cabeza militar del COR, pero llevadas adelante por un grupo de oficiales, suboficiales, policías y civiles. Según Bonasso, Osinde le había ganado la puja interna al ministro del Interior Esteban Righi, ya que la policía federal estaba a 1.500 metros del teatro de los acontecimientos, impedida de intervenir. Las declaraciones oficiales y los documentos firmados por Osinde al otro día delos tiroteos dicen lo contrario: “que la acción preventiva de las fuerzas de seguridad, que han estado ausentes, pudo haber evitado la tragedia de tantas pérdidas de vida” y que “esta grave responsabilidad alcanza al Señor Ministro del Interior, Esteban Righi” (Verbistky, 1986: 153; Informe Sintético de Osinde y Síntesis cronológica de los episodios ocurridos en el palco de honor y sus alrededores la noche del 19 de junio y el mismo día 20. Ministerio Bienestar Social, Secretaría de Deportes.). Las interpretaciones de quién abrió el fuego primero también son contrapuestas (Evita Montonera, Año 1 N° 5 e Informe Sintético de Osinde y Síntesis cronológica de los episodios ocurridos en el palco de honor y sus alrededores la noche del 19 de junio y el mismo día 20. Ministerio Bienestar Social, Secretaría de Deportes).

            El análisis de la figura de Osinde, celoso custodio de la doctrina peronista, aporta a la comprensión de lo que en otro lado hemos denominado comola “cultura de marcialidad”, es decir,la imbricación entre conductas militares, prácticas policiales ylealtad al líder como valor supremo, características sobresalientes deuna ortodoxia, identificadapor los historiadores como la “derecha peronista” (Bartolucci, 2020). En fin, su estudio nos permite repensar las continuidades, rupturas y análisis de mediano plazo respecto de la violencia represiva estatal en la Argentina desde la segunda mitad del siglo XX.

Referencias:

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Bartolucci, Mónica. “Custodio de la doctrina y represor estatal. La función del teniente coronel Osinde dentro del movimiento peronista, 1953-973.” Aletheia, 11(21), 2020.

Besoky, Juan L. (a). “Violencia paraestatal y organizaciones de derecha. Aportes para repensar el entramado represivo en la Argentina, 1970-1976” ,[En ligne] Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Colloques, janvier, 2016.

La derecha peronista. Prácticas políticas y representaciones (1943-1976). UNLP, Fac. Humanidades y Ciencias de la Educación, 2016.

Cafiero, Antonio. “La tarde del 15 de abril de 1953”. La Nación, 3 de junio de 2003.

Cucchetti, Humberto. “¿Derechas peronistas? Organizaciones militantes entre nacionalismo, cruzada anti-montoneros y profesionalización política”. En Mundos Nuevos, Nuevos Mundos, 2013.

Eloy Martínez, T. “La tumba sin sosiego”, La Nación, 6 de agosto de 2002.

Herbert, Klein y Chiaramonte, Jose Carlos. H. El exilio de Perón, los papeles del Archivo Hoover. Buenos Aires, Sudamericana, 2017.

Kabat, Marina. Perón Leaks, Una relectura del peronismo a partir de sus documentos secretos, 1943. Buenos Aires, Ediciones R y R. n 29, 2017.

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Nahmías, Gustavo J.. La batalla peronista: de la unidad imposible a la violencia política Argentina (1969-1973). Buenos Aires, Edhasa, 2013.

Nazar, Mariana. “Estado de derecho y excepcionalidad. Algunas prácticas de control social sobre trabajadores durante el primer peronismo” en Ponencia presentada en VIII Reunión de Antropología del Mercosur, 29 de septiembre a 2 de octubre de 2009, Buenos Aires, Argentina.

Nudelman, Santiago.  En defensa de la democracia y de la moral administrativa. Buenos Aires, Debate de la Reforma de la Ley de Ministerios (extracto). Sesión 24/25 de junio de 1954, 1956. Panorama. Madrid: la sentencia de Juan Perón. N° 314.  3 de mayo de 1973.

Potash, Robert. El ejército y la política en la Argentina (II). 1945-1962 de Perón a Frondizi. Buenos Aires, Hyspamérica, 1985.

Verbitsky, Horacio. Ezeiza. Buenos Aires, Contrapunto, 1986.              

Walsh, Rodolfo. “Vida y muerte del último servicio secreto de Perón”. Todo es Historia, Nº 4, 1967.

Mónica Bartolucci