El Comando de Organización (CO) de la Juventud Peronista (JP) se fundó en 1961 y fue una destacada agrupación en los años sesenta y setenta. Este grupo surgió de una escisión de la Mesa Ejecutiva de la JP, impulsada por los dirigentes juveniles que controlaban la Secretaría de Organización, de la cual devino el nombre.
Los jóvenes dirigentes eran Alberto Brito Lima, Pablo Flores, Rubén Macchiavello y Domingo Paleo, y hasta mediados de la década del sesenta tuvieron hegemonía en la JP.
Macchiavello, Brito Lima y Flores
Tenían presencia en algunos importantes sindicatos obreros y un implante territorial en varios barrios periféricos del área metropolitana de Buenos Aires, y con el paso de los años extendieron su influencia a otras provincias.
A lo largo de su itinerario el CO conservó como una marca distintiva el marcado perfil social plebeyo de sus orígenes. Si bien Brito Lima y otros dirigentes eran lectores asiduos, el ascendiente militante lo ganaron a través de la acción directa.
Como los demás miembros de la Mesa Ejecutiva, Brito Lima fue perseguido y el 6 de agosto de 1961 mantuvo un enfrentamiento armado con la policía, en el que resultó herido.
Ya en 1963 es posible apreciar en el principal folleto editado por el CO, Argentinos a la lucha, un lenguaje que en los setenta se volvería frecuente: la denuncia de la “infiltración marxista” en los elencos de la JP. Para ello, la ortodoxia de la Doctrina Peronista funcionaba como una suerte de cuerpo filosófico-político de alcance existencial.
Esta ideología de corte populista no estaba reñida con las prácticas políticas radicalizadas que desplegaba el CO. Desde su fundación y hasta 1972 esta agrupación incitó a una insurrección popular con el objetivo de restaurar la experiencia interrumpida en 1955, que ellos denominaban “Revolución Social Justicialista”.
Durante el llamado Operativo Retorno de fines de 1964 los activistas del CO se movilizaron, muchos de ellos precariamente armados, con la expectativa de desatar un “segundo 17 de octubre”. El fracaso de ese Operativo acicateó el conflicto del peronismo duro con el neoperonismo y el vandorismo sindical. En el CO, en particular, esta decepción ocasionó una discusión y un fraccionamiento interno. Luego de enfrentarse con los otros dirigentes originarios, que se retiraron de la agrupación, Brito Lima consolidó su posición como líder carismático del CO y se construyó en torno a su figura un culto a la personalidad.
Cuando en octubre de 1964 el presidente francés Charles De Gaulle (de prédica también tercerista) visitó el país, el activismo peronista aprovechó la ocasión para realizar acciones de protesta que derivaron en incidentes en la Capital Federal y, algo más graves, en la ciudad de Córdoba. Los activistas del CO tuvieron una participación decisiva en estos acontecimientos y muchos de ellos terminaron detenidos.
El 12 de mayo de 1965 los comandos movilizaron una columna hacia la Plaza de los Dos Congresos para romper un acto que la Confederación General del Trabajo (CGT) organizó en conjunto con la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), a fines de repudiar la invasión estadounidense a la República Dominicana. El CO rechazaba tanto la invasión como lo que denunciaban como una alianza espuria del vandorismo con las fuerzas estudiantiles de izquierda. La acción del CO (acompañado en la ocasión por algunos activistas nacionalistas) derivó en un enfrentamiento con la seguridad de la Federación Juvenil Comunista (FJC). Allí fue asesinado el estudiante universitario y militante comunista Daniel Grinbank, mientras resultó herido de muerte el obrero peronista Héctor Lorenzo Gatica. Gatica se sumó a otro militante del CO fallecido meses antes, Jorge Osvaldo Giménez, en una saga de caídos con los que la agrupación de Brito Lima construyó su propio martirologio heroico.
Un nuevo protagonismo adquirieron cuando se produjo la visita de Isabel Perón (Estela Martínez), quien llegó al país como enviada de su esposo para dirimir el pleito interno con el sector conducido por Augusto Timoteo Vandor, que amenazaba con trascender el ámbito gremial para desafiar el liderazgo político del caudillo exiliado.
Los miembros del CO le hicieron la custodia personal a Isabel en la Capital Federal y en su gira por provincias del interior. En las adyacencias del Hotel Alvear, donde se alojó inicialmente Isabel, los militantes del CO mantuvieron fuertes choques con vecinos de la Recoleta y grupos de activistas antiperonistas, entre los que se encontraban miembros de los ex Comandos Civiles y militares retirados. También tuvieron momentos de tensión con los vandoristas, que no excluyeron las amenazas armadas.
En el segundo lustro de la década del sesenta se produjo un cambio en la base social de la JP que tuvo impacto político, porque la afluencia de militantes universitarios acrecentó la circulación de ideas de izquierdas. Tanto por sus ámbitos de sociabilidad como por su doctrinarismo peronista de cuño ortodoxo, el CO prácticamente no tenía llegada a estos sectores medios ilustrados.
De todos modos, los comandos alentaron la radicalización juvenil de fines de los sesenta, reivindicaron el Cordobazo y miraron con buenos ojos el asesinato de Vandor.
A comienzos de los setenta se aliaron a los nacientes montoneros a través de las Juventudes Argentinas para la Emancipación Nacional (JAEN), dirigidas por Rodolfo Galimberti, con quien conformaron el Consejo Provisorio de la JP. Brito Lima y Galimberti se mostraron juntos en varios actos públicos y atacaron las posiciones moderadas de los sindicalistas y los paladinistas. En un choque a fines de 1971 con partidarios del delegado saliente Jorge Daniel Paladino, entre los que se encontraba el activista nacionalista y guardaespaldas de los metalúrgicos Alejandro Giovenco, fue herido para luego fallecer otro militante del CO: Enrique Castro.
Durante el primer regreso de Juan Domingo Perón, el 17 de noviembre de 1972, los cuadros del CO desplegaron un operativo para el que se abastecieron de armas largas. Si bien el CO priorizaba lograr el regreso de Perón, entonces ya se había evidenciado el conflicto ideológico con el sector hegemonizado por Montoneros, que en los actos de JP había cantado a favor de la “Patria Socialista” en lugar de la más tradicional “Patria Peronista”.
Estandartes de José Mario Bevilacqua (quien había sido aliado de Brito Lima y cuyos dos hermanos eran dirigentes del CO), Giménez, Gatica y Castro, fueron exhibidos en un acto de estética miliciana realizado en mayo de 1973 en el cementerio de Flores.
Se preparaban para un enfrentamiento que finalmente se produjo el 20 de junio de 1973, en el acto del regreso definitivo del general Perón. Dirigidos militarmente por Juan Quiróz, los cuadros del CO, muchos de ellos fuertemente armados, tuvieron protagonismo aquel día y uno de ellos, Rogelio Cuesta, un ferroviario de Chascomús, cayó en combate.
A raíz de esos luctuosos hechos, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y los Montoneros iniciaron una intensa campaña pública destinada a denunciar a los “Asesinos de Ezeiza”. Los carteles con dicha consigna estaban ilustrados con la foto de Brito Lima, la activista Norma Kennedy y el militar retirado Jorge Osinde.
Entre 1973 y 1976, los comandos mantuvieron otros enfrentamientos con grupos de la izquierda armada, en los cuales asesinaron y sufrieron bajas. No obstante, cuando varios de sus cuadros fueron objeto de atentados por parte del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) 22 de Agosto y de Montoneros, en los años 1974 y 1975, las razones invocadas por estas agrupaciones todavía remitían a una venganza por los hechos de Ezeiza.
Como suele ocurrir con los grupos partisanos, incluso una vez que el justicialismo volvió al gobierno, el CO se movió en una frontera porosa entre lo legal y lo ilegal, la actividad política partidaria y la irregularidad armada.
Al fallecer Perón en julio de 1974, el entonces diputado nacional Brito Lima rompió la relación con su histórica aliada Kennedy, porque se mostró en desacuerdo con integrarse al esquema comandado por el ministro José López Rega y expulsó de la agrupación a los cuadros que, como Osvaldo “Paqui” Forese (quien se sumó a la banda de Aníbal Gordon) proponían el camino decididamente ilegal en el combate antiguerrillero.
En línea con el discurso de Perón que proponía una “solución policial” a la insurgencia guerrillera, el CO estableció una alianza con el comisario Alberto Villar. No obstante, además de que hay indicios de que las fuerzas policiales no acotaban sus acciones al marco de la legalidad, los comandos reforzaron su armamento con ametralladoras entregadas por Villar.
A este conflicto con la izquierda se le sumaban pujas de poder que el CO mantenía con otros actores del peronismo tradicional. Por ejemplo, con el líder sindical Lorenzo Miguel, a quien en 1974 le ganaron la conducción de la Unión Ferroviaria (UF) mediante una lista encabezada por el comando Esteban Rolando.
Férreos defensores del gobierno de Isabel Perón, cuya figura exaltaban, el CO fue un grupo inalterablemente ubicado en el campo de los peronistas llamados verticalistas.
Los militares que dieron un golpe de Estado en marzo de 1976 bloquearon las cuentas bancarias de Brito Lima y allanaron su casa en Mataderos, donde detuvieron para luego torturar a su madre.
El mencionado dirigente sindical Rolando, que había sido además diputado nacional por La Pampa entre 1973 y 1976, fue trasladado a Buenos Aires, acusado de corrupción y sometido a torturas por la dictadura militar.
Referencias
Denaday, Juan Pedro (2020). Una experiencia partisana y plebeya, entre la Resistencia peronista y la stásis de los setenta: el Comando de Organización. Tesis de doctorado. Doctorado en Historia. Secretaría de Posgrado de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires.
Denaday, Juan Pedro (2021). “Partisanismo y populismo: el Comando de Organización en la provincia del Chaco (1973-1976)”. Quinto Sol, Vol.25, N° 3.
Juan Pedro Denaday