Notas de Pastoral Jocista (NPJ), fundada en 1944 por monseñor Enrique Rau en La Plata, fue una revista de los asesores eclesiásticos de la Juventud Obrera Católica (JOC), asociación laical fundada en 1940 para “recristianizar” a la clase obrera a través del apostolado de sus militantes en los distintos ámbitos cotidianos: el de la familia, el barrio, el lugar de trabajo. En el campo laboral este compromiso podía traducirse en la militancia gremial a través de la participación en sindicatos ya existentes.

 En NPJ estaban invitados a participar otros religiosos e incluso laicos. De todas maneras, sus interlocutores eran los eclesiásticos y su enfoque eminentemente pastoral. La revista, bimensual primero y desde mediados de 1950 cuatrimestral, se compraba en las librerías cristianas y era consultada tanto por seminaristas como por curas.

En una primera etapa NPJ se concentró en el tratamiento de temas internos de la JOC, hasta la interrupción de su publicación durante 1952 por presión del cardenal Antonio Caggiano. La revista recién se reinició con el número de mayo-junio de 1953, ahora con sede en Capital Federal, bajo la dirección de los asesores jocistas Osvaldo Ganchegui y Norberto Derudi y con artículos más radicalizados, con temas como la falta de apoyo de las jerarquías eclesiásticas a la JOC y el fomento, en cambio, de un apostolado con escasa gravitación social. A grandes rasgos, el perfil de los asesores de la JOC y de los colaboradores en NPJ entre 1953 Y 1958 era renovador, compuesto por sacerdotes jóvenes, con pocos años de ordenamiento pero con un nivel alto de capacitación intelectual y con cargos docentes en los seminarios.

Los cuestionamientos desarrollados en NPJ reflejaron una lectura atenta a la relación entre iglesia y sociedad como ecos -con características propias- de la crisis intracatólica originada en la iglesia europea, y como precedentes y anticipos de los debates que se suscitaron años después con el Concilio Vaticano II (octubre de 1962-diciembre de 1965). La crítica fundamental era la falta de compromiso de la iglesia con la sociedad y la política, debido en parte a problemas de métodos (pervivencia de una catequesis y liturgia inadaptados a las nuevas realidades), de instrumentos (limitaciones apostólicas de la parroquia), de formacióneclesiástica (preparación intelectual y literaria de los seminarios) y de roles entre clero y laicado. Como soluciones planteaban el mayor compromiso del laicado en la conformación de su iglesia y una formación más realista del clero. En cuanto al mundo del trabajo, uno de los debates centrales giró en torno a la acción directa del sacerdote en las fábricas (curas obreros).

Algunos participantes de NPJ formaron parte del grupo reformador argentino Coetus durante el Concilio y propusieron la consideración de las escrituras como experiencia del pueblo y no como verdad revelada y el cambio del latín por las lenguas vulgares durante el culto. Luego, trayectorias sacerdotales se acercarán al movimiento de los Sacerdotes del Tercer Mundo y a la teología de la Liberación.

Es de destacar que la mayoría de las discusiones de los sacerdotes vinculados a la JOC respecto a la modalidad de la presencia de la iglesia en el mundo y al despliegue de sus actividades se produjeron desde fines de 1955, en parte porque el derrocamiento de Perón significó un gran golpe para la JOC, debido a que la distancia con la clase trabajadora parecía ya imposible de eliminar.

La redacción de NPJ en el número de septiembre-octubre reconocía la responsabilidad católica en el golpe de Estado de septiembre de 1955, e interpretaba la quema de los templos de junio de ese año como una respuesta al alejamiento social de la iglesia. Su posicionamiento fue cauteloso con el nuevo movimiento y desde diciembre suspendió su apoyo al gobierno militar, en parte probablemente por la detención por desacato de los asesores jocistas Norberto Derudi, Antonio González y Julio Meinvielle motivada por distribuir volantes considerados injuriosos contra las autoridades nacionales. A la vez, el periodo 1943-1955 comenzó a ser abiertamente objeto de análisis en las Semanas de Asesores de la JOC de 1956 y 1958, en plena proscripción del peronismo.

En NPJ el golpe militar de 1943 era conceptuado como una ruptura positiva en la vida política argentina, producida por un movimiento nacional de raigambre cristiana, mientras el 17 de octubre de 1945 había significado una revolución pacífica e incruenta en apoyo a un Perón que se inspiraba en las encíclicas sociales. Sin embargo, este cambio había sido bastardeado prontamente por este mismo hombre convertido en un conductor ambicioso.

            Se reconocía la incidencia del peronismo en el mejoramiento de la situación social de los trabajadores y en el vínculo de estos con la iglesia, pero desde el discurso del 10 de noviembre de 1954, el tenue catolicismo popular había mudado en odio hacia la iglesia. Precisamente esta fecha marca en el análisis posterior realizado por los asesores la persecución del gobierno contra la iglesia, que triunfó con el golpe, pero al poco tiempo la oposición se independizó de la institución, que a partir de entonces juzgó al gobierno como un laicismo anticristiano dirigido por sectores económicos e ideológicos liberales.

En el ámbito laboral se admitía que Perón había dignificado a los trabajadores y que los sindicatos se habían convertido en instituciones de derecho público reconocidas, reglamentadas, con tribunales de trabajo pero también con funciones paraestatales. Se desarrolló una poderosa organización sindical, la CGT, y en lo social el obrero dejó de ser un proletario y logró una participación -más numérica que cualitativa- en el gobierno de la cosa pública y un usufructo de los bienes culturales y de confort.  Sin embargo, las mejoras económicas en la industria se hicieron a costa del campo y de la clase media, a través del intervencionismo estatal, y la disminución de los bienes económicos conjugado con un aumento del circulante condujo a la inflación. Por otro lado, los beneficios materiales no fueron acompañados de una formación espiritual, ya que los comportamientos de los trabajadores ante sus propios problemas denotaron falta de responsabilidad.  Desde el punto de vista gremial se subrayaba la burocratización y la diferenciación de los sindicalistas con las bases. También fue a partir de 1956 que en las NPJ criticaron el poder de intervención de la CGT en las regionales, al comentar el artículo 67 del estatuto de la central sindical aprobado en 1951 que le permitía intervenir organizaciones afiliadas o delegaciones regionales.

            En septiembre de 1955 el presbítero Lucio Gera se encontraba en Alemania completando los estudios eclesiásticos. Regresó a fines de 1956 y se hizo cargo de la Redacción de NPJ por unos meses. Lo que más le sorprendió fue que mientras sectores de la iglesia estaban resentidos con el peronismo, el grupo de sacerdotes nucleados alrededor de la JOC quiso fortalecer o mantener la organización sindical que había surgido con Perón. Hubo discusiones entre los asesores y los antiguos jocistas integrados en la Acción Sindical Argentina acerca de las opciones de incentivar el pluralismo y por ende, la formación de sindicatos cristianos o apoyar el sindicato único. Finalmente, se inclinaron por lo segundo, pues veían la pluralidad como una competencia sindical en la que los católicos intervendrían como minoría.  La propuesta consistía en que los jocistas siguieran actuando en los sindicatos ya existentes, aún en los dirigidos por peronistas. En este sentido, en 1956 la presencia durante la III Semana de Asesores de Adelino Romero, dirigente textil y futuro secretario general de la CGT durante el último gobierno de Perón, corroboraba la propuesta pastoral de reconciliar a la clase obrera con la iglesia. Según Jorge Soneira, Romero jugó un papel fundamental en el acercamiento entre sectores católicos y dirigentes sindicales peronistas. Esta tendencia se reafirmó en 1958 en la IV Semana, que contó con la participación de representantes de las 62 organizaciones peronistas, compuestas por nuevos dirigentes que luchaban contra la represión del gobierno provisional. Erio Vaudagna, participante de esta última Semana, recuerda que lo que más le sorprendió fue la revalorización del peronismo como un movimiento político, popular y cristiano, a pesar de sus connotaciones antieclesiásticas.

En 1956, respecto a la persistente polémica sobre la participación de laicos y clero en la vida política, Ganchegui defendía el compromiso social del sacerdote que, en base a la doctrina, planteaba problemas vitales desde el púlpito. La tarea de la iglesia no debía reducirse al culto y era necesario que tomara posiciones (por ejemplo a favor de las numerosas huelgas y en contra de los abusos de autoridad y las arbitrariedades -allanamientos, persecución, despidos y represalias a los manifestantes-), en post del cambio político y social, lo cual requería que las jerarquías eclesiásticas confiaran tanto en los sacerdotes como en los laicos. Esta confianza nunca llegó: en el segundo semestre de 1958 el equipo redactor de NPJ en el editorial “Misión cumplida” comunicó su cierre, ante repetidas insinuaciones del cardenal Caggiano acerca de que la amplitud de sus temáticas la hacía competir con la Revista Eclesiástica Argentina.

Fuentes:

-Pbro. Lucio Gera: entrevista realizada el 26 de marzo de 2007.

-Erio Juan Vaudagna (abandono de carrera sacerdotal): entrevista realizada el día 10 de septiembre de 2007.

Referencias:

-Blanco, Jessica, “El proyecto de Iglesia propuesto por los asesores de la JOC, preludio del Concilio Vaticano II” en Caretta, Gabriela, Zacca, Isabel, Para una historia de la Iglesia: itinerarios y estudios de caso, CEPIHA, Salta,2008.

-Blanco, Jessica, Mundo sindical, esfera política y catolicismo en Córdoba, 1940-1955. La Juventud Obrera Católica durante el peronismo, tesis de doctorado en Historia, Universidad Nacional de Córdoba, 2012.

-Di Stefano, Roberto, Zanatta, Loris, Historia de la Iglesia Argentina.  Desde la Conquista hasta fines del siglo XX, Grijalbo-Mondadori, Buenos Aires, 2000.

-Soneira, Abelardo, “La Juventud Obrera Católica en Argentina: De la secularización a la justicia social”, Justicia Social, 8, Buenos Aires, junio de 1989.

-Soneira, Abelardo, “Notas de Pastoral Jocista”, Revista del CIAS, Buenos Aires, julio de 1989.

Jessica Blanco