En el 55 laburaban en Riobamba César (Marcos) con Cooke. Era el local de la Intervención al Partido Peronista de la Capital Federal. Nosotros fuimos un día a verlo al ‘Bebe’ (apodo de John William Cooke), allí conocimos a César, entonces me busqué un banquito, me puse a cebar mate, y ahí me quedé, nomás.

Después del 19 de setiembre -fecha de la retirada de Perón-los dirigentes se borraron todos, o casi todos. Antes del golpe gorila estaba lleno de gente el local. Después, podíamos patinar en los patios, si queríamos, que no había nadie. Ya desde antes del 16 (de setiembre) se notaba… Veníamos caminando accidentalmente con el Petiso Poseiro (Lito, un amigo) y los tipos que salían de la Intervención venían sacándose el escudito (peronista) de la solapa y poniéndoselo en el bolsillo …

Unos días antes del golpe César y Cooke fueron a verlo a Albrieu (Oscar; entonces ministro del Interior) porque teníamos la onda de que estaba armada la revolución. Ahí nomás Albrieu llamó a un general no sé cuánto, no me acuerdo, que era del «servicio de inteligencia «, que le dijo que estaba todo controlado.

El asunto que al día siguiente saltó el despelote. La información estaba toda bloqueada. No nos decían nada. “Yo dije: tengo un cuñado, en San Juan, que es milico” (se trataba del mayor retirado, golpista del 51, Jorge Pechieu). Lo llamé, y me contó que se estaba peleando en el Interior. Que se decía que la revolución era un éxito. Acá, decían que eran todos rumores: Pero te digo que eran las dos de la mañana del 16 de setiembre cuando el general ése nos dijo que estaba todo controlado.

¿Después del golpe? Bueno, nosotros hasta ese momento éramos un grupo de amigos que íbamos a tomar mate. Cooke en ese momento se encontraba bastante solo … Y como nosotros estábamos todavía sentados en ese banquito … Hasta ese momento nosotros no habíamos tenido ningún tipo de participación política. Simplemente éramos unos amigos que íbamos a tomar mate. Se charlaba, se nos explicó todo el asunto. Cooke estuvo en libertad unos días más, antes de que lo metieran en cana. Unos quince días, más o menos. Y se habló antes, de que si le pasaba algo, quedaban a cargo Raúl (Héctor Raúl Lagomarsino) y  César (César Francisco Marcos).

El Manifiesto y el nombre de Comando Nacional vinieron después. Eso es posterior, ya en la clandestinidad. Cuando se hizo ese Manifiesto César y yo vivíamos en Quilmes, en casa de unos obreros amigos. Ya nos estaban buscando los Comandos Civiles. Ya estaba la policía detrás nuestro.

Asumimos la clandestinidad cuando comenzaron a buscarnos en serio. Primero la policía y los comandos civiles llegaron a la calle Charcas, que era el local de la Intervención del Partido propiamente dicho. Nos refugiamos en la calle Riobamba, que era el local de la Juventud Peronista. Ahí sí había gente. En el local, digamos, de los políticos, no había nadie. Fue el último local legal. Allí aparecieron el coronel Gentiluomo, Jauretche, Pepe Rosa, que siguió conectado, porque era amigo del Bebe. Por ejemplo en la época en que a Cooke lo andaban buscando, que estaba rajado, vivía en la casa de Pepe, en la calle Maipú.

En Riobamba, el local de la Juventud Peronista, una vez cayó la policía, y no pasó nada. Otra vez cayó la policía, y nos llevó a todos, y nos clausuró el local. La policía (Federal) se portaba bien. No estaba agresiva. Venía manejada por un teniente de Marina. Fue un encanamiento de ciento y pico de tipos. Estábamos con Raúl y Carlitos Held … César aparecía poco en esos días, estaba en la ‘Urss’ (un departamento que merecía ese apodo por su lejanía del Centro ya que estaba ubicado en la calle Rivadavia al 10.000, en el barrio de Villa Luro).

A ese local de la Juventud Peronista iba mucha gente, inclusive del Interior. Estaba lleno permanentemente, día y noche. Anduvo por allí también Capelli, que era el representante de Leloir (Alejandro, titular del partido) e instaló allí un escritorio … Allí también aparece Alicia Eguren …

Después nos instalamos en el departamento de Raúl, de la calle Arenales y Callao, y en la calle Guido, que estaba el mío. Cuando aparece el primer disco de Perón, por ejemplo, ya estaba el local cerrado, y estábamos en Arenales y comenzamos a hacer grabaciones y a pasar el disco en reuniones. Llegaron las primeras órdenes de Perón, y el primer disco. Lo pasamos todo el tiempo. Una noche allanaron mi casa de la calle Guido, buscándolo a Cooke. Vino la Federal, pero dirigida por un milico, un capitán o mayor del Ejército, y se fueron. Por fin una noche, al llegar a Guido, miré antes de entrar, y vi las luces prendidas de mi ventana…Yo no estaba dentro…así que no entré, me fui. Y Raúl y Carlitos (Held) se fueron de Arenales. Le rajamos por centímetros a la policía…[1]


[1] Reproducido en Monzón, Florencio (h). ¡Llegó carta de Perón! Rapsodia de la resistencia peronista. Buenos Aires, Corregidor, 2006.p.140 y ss.