Rodolfo Jorge Walsh nació el 9 de enero de 1927, en Choele Choel, territorio nacional del Río Negro. Trabajó como corrector de pruebas de una editorial, antólogo de cuentos policiales, escritor y periodista, y su primera militancia política fue en agrupaciones nacionalistas.

            Fruto de su investigación de los fusilamientos de José León Suárez, producidos en torno del levantamiento de J. J. Valle de 1956, apareció su libro Operación Masacre. En 1959 se trasladó a la revolucionaria Cuba, donde participó en la fundación de la agencia de noticias Prensa Latina, y fue parte de la misma hasta que en 1961 volvió a la Argentina, se alejó del periodismo, y de la política. Desde ese año se instaló en Tigre, resuelto a volver a su proyecto literario; así fue hasta que a fines de 1967 (pocas semanas después de conocida la muerte del Che Guevara en Bolivia) Walsh viajó al Congreso Cultural de La Habana para participar del debate sobre el rol del intelectual, integrando la posición de quienes afirmaron que los intelectuales debían asumir concretamente una actitud revolucionaria. La oportunidad para su incorporación se dio enseguida: en marzo de 1968 fue convocado para participar de una nueva CGT, que se había formado entre sectores sindicales combativos, opositores a la dictadura del general Onganía, y opositores a los sindicatos liderados por Vandor. La nueva central fue bautizada CGT de los Argentinos; Walsh participó en la redacción de su primer Mensaje, y fue el director de su semanario.

            Además de dirigir la publicación CGT, Walsh publicó diferentes notas. La primera que llevó su firma apareció en el tercer número, en mayo de 1968, e inició la serie titulada “¿Quién mató a Rosendo García?”. Centrando la mirada en García, el dirigente vandorista de la seccional Avellaneda de la UOM, Walsh se propuso investigar el incidente de 1966, la muerte de aquél, y de Juan Zalazar y Domingo Blajaquis.

            Cuando ocurrió el tiroteo en mayo de1966, Rodolfo Walsh estaba radicado en el Tigre, dedicado a su obra literaria; el tiroteo entre dos grupos peronistasconcitó diferentes miradas e investigaciones en los meses próximos al hecho, que precedieron a la investigación del propio Walsh, quien en parte retomó aquellas o bien prefirió omitirlas (Dawyd, 2019). Cuando Walshen 1968investigó el incidente, desde el semanario CGT, expuso su intención original: actuar sobre el pasado, esclarecer el tiroteo, y que la justicia dejara de perseguir a los sobrevivientes del grupo Blajaquis (que para 1968 militaban en la CGT de los Argentinos). Al transformar las notas en el libro, en 1969, Walsh buscó otro efecto: dar y reforzar una imagen del vandorismo; para ello apeló a una construcción que se valía de colocar al vandorismo del mismo lado del “sistema” que los fusiladores de 1956; también apeló a la construcción de un modelo de militancia de base a partir de los integrantes del grupo Blajaquis.

            La primera nota en el semanario CGT presenta al grupo de Vandor como agresor, el “argumento” donde Walsh describe el enfrentamiento de Vandor con Perón desde fines de 1965, y una “advertencia” donde enuncia los propósitos de su investigación (la inocencia del grupo Blajaquis y que todos los disparos surgieron del grupo Vandor). A partir de las notas siguientes notas Walsh introduce a “las personas”; en la segunda nota a Raimundo Villaflor, en la tercera a Rolando Villaflor (en ambas destaca la influencia que ejerció Blajaquis en aquellos jóvenes militantes), en la cuarta nota a miembros del grupo vandorista y el primer relato del comienzo del “incidente”. La quinta se detiene en Armando Cabo y José Petracca, del grupo vandorista, y en Granato y Juan Zalazar, del grupo Blajaquis, y también hace un resumen del incidente. En la sexta nota Walsh menciona al resto de la “mesa vandorista”, nuevos datos del incidente y se ocupa de la muerte de Rosendo García. La séptima y última nota está dedicada a los tres muertos, comienza con la semblanza de Blajaquis (“símbolo de la resistencia obrera”), Zalazar (otro tipo de militante, más “simple”) y, finalmente, Rosendo García; cierra la última nota la “Conclusión”: “Augusto Vandor es un hombre del sistema”, “el vandorismo es una pieza necesaria del sistema”.

            La construcción de la materialidad del libro, su edición, fue en busca de que las notas aparecidas en lo efímero del papel de diario no quedaran en el olvido, y que ese nuevo objeto pudiera tomar parte de una lucha política a partir de la mucha mayor repercusión que le daba el nuevo y más duradero formato. Esa transformación de las notas en un libro se concretó en Tiempo Contemporáneo, una editorial que fue parte de los proyectos editoriales de la nueva izquierda argentina.

            Entre esas notas periodísticas publicadas en CGT entre mayo y junio de 1968, y la aparición del libro en mayo de 1969, Walsh introdujo varios cambios (Dawyd, 2011). Entre los muchos cambios que se encuentran en el libro está la ausencia de las invocaciones a quienes participaron del incidente de 1966, para que declararan ante Walsh; en el libro se presenta todo resuelto, con algunos datos actualizados respecto de la investigación del año anterior, sin pretender que nadie responda nada. El libro contiene menos detalles de la pelea, cambia la caracterización que hace de Vandor, las referencias a las notas periodísticas acerca del incidente están omitidas, tiene mayor centralidad el grupo Blajaquis, y la división del peronismo sindical entre la CGTA y la CGT Azopardo como parte del “drama del sindicalismo peronista a partir de 1955” (Walsh, 1969: 7). La finalidad del libro no era repetir sin más la investigación, si no dar y reforzar una imagen del vandorismo, su significado para el sector del peronismo que había roto con aquellos con quienes no volverían a convivir ni ante el llamado de Perón, ya a reorganizar las 62 Organizaciones o normalizar la CGT.

            En ¿Quién mató a Rosendo? la investigación sobre el tiroteo se convirtió en un eje sobre el cual debatir la identidad peronista de los divididos. De un lado el hegemónico vandorismo, en su apogeo sindical entre 1965 y 1966, y hasta disputándole a Perón la conducción local su movimiento. De otro lado el “verdadero” peronismo, las bases, la militancia a la que la CGT de los Argentinos aspiraba a despertar; esa militancia que en los textos de Walsh se resumió en el ejemplo del “grupo Blajaquis”.

            Todo confluyó en mayo de 1969, a tres años del tiroteo en que murieron Blajaquis, Zalazar y García, en los días en que las puebladas en diferentes ciudades anunciaban el Cordobazo a fines de mes; en esos días apareció ¿Quién mató a Rosendo?En los primeros días de julio de 1969Primera Plana dio a conocer la lista de los libros argentinos más vendidos, en la que, apenas aparecido, ¿Quién mató a Rosendo? se ubicó entre los primeros cinco, y llegó al primer lugar en pocas semanas. Igual de rápidamente el libro se convirtió en un texto crucial para la interpretación que la izquierda peronista hizo, en los años setenta, del vandorismo, del sindicalismo peronista hegemónico, de la burocracia sindical, de la CGT.

            La huella del libro de Walsh está presente de manera transparente en la proclama que el Ejército Nacional Revolucionario (ENR) dio a conocer en 1971 con motivo del autoatribuido asesinato de Vandor ocurrido casi dos años atrás, en las notas de la “historia de la UOM” publicadas entre febrero y marzo de 1974, en el semanario montonero El Descamisado, y en el suplemento especial “Vandorismo. La política del imperialismo para los trabajadores peronistas” publicado en la revista La Causa Peronista, también de Montoneros (Dawyd, 2018).

            La representación que se ofrecía del vandorismo en particular, y la dirigencia sindical en general, desde “la prensa peronista de izquierda”, aparece como parte de un “paradigma simplista” para comprender el liderazgo sindical (James, 1999: 261, 283, 332). El  libro de Walsh fue central para la construcción de aquella imagen de Vandor como traidor y burócrata, y desde él, la construcción de una imagen de la burocracia sindical: “la versión más atrapante de esta visión del vandorismo fue la expresada por el escritor Rodolfo Walsh” en su investigación sobre el tiroteo de La Real, “que alcanzó gran circulación” y motorizó la oposición al vandorismo, que en la década de 1970 la llevaría adelante una juventud “fuertemente influenciada por la visión crítica de autores como Walsh” (James, 2003: 138 y 151).

            Pero debe añadirse también que ¿Quién mató a Rosendo? si fue central como una herramienta entre los militantes del peronismo antivandorista, para debilitar el poder de Vandor, fue central también como una herramienta para mostrar un ejemplo, el que de acuerdo a la reconstrucción de Walsh aparecía como un modelo ideal de militancia popular: de base, sindical y barrial, opuesta a los grandes poderes, y a quienes estaban del lado de los poderosos. El libro construye un enemigo a combatir y ofrece el ejemplo del grupo Blajaquis, para compartir en el camino de quienes buscaban asumir una actitud revolucionaria, del lado de los sectores populares.

Referencias:

Dawyd, Darío.“Del semanario al libro. La escritura del Rosendo de Rodolfo Walsh como construcción del vandorismo en la Argentina del peronismo fracturado”, en revista Trabajo y Sociedad. Indagaciones sobre el trabajo, la cultura y las prácticas políticas en sociedades segmentadas, Universidad Nacional de Santiago del Estero, Argentina, Nº 18, 2011.

Dawyd, Darío. “La memoria dominante sobre la burocracia sindical. ¿Quién mató a Rosendo? de Rodolfo Walsh y la batalla por la construcción de identidades colectivas”, en revista Papeles de Trabajo, IDAES-UNSAM, Vol. 12, N° 21, 2018.

Dawyd, Darío (2019) “Prensa y política en los años sesenta. Variaciones del relato de un crimen, periodismo e identidades políticas en el cosmos peronista (1966-1969)”, en Scheinkman, Ludmila y Dawyd, Darío.El Rol del Periodismo en la Política Argentina. Segunda parte: 1930-1990, CABA, Honorable Senado de la Nación, 2019.

James, Daniel.Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976, Buenos Aires, Sudamericana, 1999.

James, Daniel. “Sindicatos, burócratas y movilización”, en James, Daniel (dir.) Violencia, proscripción y autoritarismo (1955-1976), Buenos Aires, Sudamericana, 2003.

Darío Dawyd