SARMIENTO, Hugo Erasmo

E: ¿Cómo llegaste al peronismo?

S: Yo llegué en el año 1950. Mi madre tenía una unidad básica en la Ciudad de Córdoba, en el barrio Pueyrredón, hasta que en el año 1955, la “Revolución Libertadora” la destruye con el signo de “Cristo Vence”. Ese fue el peronismo que nosotros mamamos. Cae el general Perón y el gorilismo se apodera del país. Estábamos en la decadencia, en manos de los cipayos, los vendepatria de aquel entonces, tenían una forma distinta de pensar el país que nosotros. Vivíamos bien antes de esa época…

E: ¿A qué se dedicaban tus padres?

S: Mi viejo era ferroviario y yo también lo fui. Vivíamos seis hermanos en la casita. Vivíamos dignamente con el sueldo de mi viejo y esporádicamente alguno de nosotros también trabajaba para sumar un poco de plata.

E: ¿Cómo viviste el año 1955?

S: En 1955, hice mi primera actividad revolucionaria, que fue la pintada de pared. Éramos un grupito de cinco o seis muchachos. Uno pasaba y pintaba la “P”, venía otro y pintaba la “V” y un tercero escribía “Vuelve”. Y así empezamos…A mí el ferrocarril me dejó cesante en el año 1956, porque me encontraron marcando monedas de “Perón Vuelve”. Fue la única provincia que hizo las monedas “Perón Vuelve”. Les pedíamos a los compañeros trabajadores que nos dieran monedas para marcarlas, y entonces salíamos a la calle y las repartíamos. Íbamos a comprar cigarrillos y si el quiosquero no las quería aceptar le decíamos que nos la habían dado en otro negocio. Así las hacíamos circular. Había otros que las recibían con cariño.

Después empezamos a ver tanta injusticia…Cuando hablaban del peronismo, bueno, no hablaban, estábamos amordazados. Y a mí las mordazas no me gustaban. Nunca las acepté. Mis padres me habían enseñado a ser libre y así me manejé toda la vida. Quizás por eso entré en la Revolución Peronista y en la Resistencia Peronista en el mismo 55. Con los muchachos armamos un grupo. Estaba el “Francés”, “Bruno”, “Morales”, “El Negro Dante”, y así empezamos a trabajar. Cuando estalló una bomba de estruendo, que fue la primera que explotó en la Iglesia del Colegio Roble de la calle Potosí, nos pareció un hecho revolucionario. Después, como estábamos siempre en los paros, entré en una agrupación que se llamaba “Avanzada Sindical” de ATE, donde estaban “Bruno Sánchez”, el “negro Quinteros” y así nos fuimos organizando.

Después salimos a trabajar para Frondizi, cuando los lo mandó Perón, pero lo hicimos medio en rebeldía, porque nosotros queríamos el voto en blanco. Vino Framini a hablar con nosotros un día.

Llegó un momento en el año 1958, cuando se puso muy pesado para mí. Mis padres ya se habían ido de Córdoba, porque los amenazaban mucho. Yo me quedé un tiempo más, hasta cerca del 17 de octubre de 1958. Vendimos la casa, porque mi vida estaba pendiente de un hilo, y nos fuimos a Marcos Juárez. Ahí entré a trabajar en una fábrica metalúrgica, gracias a que figuraba con otro apellido y no me pidieron documentos, porque era amigo del tipo. Hasta que un día empecé a organizar a la gente, despacio y ahí empezó la lucha nuestra, día a día, boca a boca. Me acuerdo que me encontré con un delegado molinero, un tal “Sosa” y después con otro delegado, que cayó preso conmigo, “Iglesias”. Con ellos nos reuníamos a vecs en el Barrio Sur de Marcos Juárez para coordinar. Éramos todos laburantes.

E: ¿Dónde estabas cuando te encuentran?

S: Me encuentran en Marcos Juárez. En Córdoba teníamos un archivo con toda la información de la Resistencia y lo capturan.

E: ¿Cómo estaban organizados ustedes?

S: En células. Casi sin contacto. De no más de ocho tipos, escalonados jerárquicamente. De esa forma trabajábamos. Células de cinco hacían los comunistas y con ocho personas, nosotros, teníamos mayor nivel de recursos para la disputa. La gente nos respondía como le pasó a tantos en el país.

E: Y ¿cuántas células calcula que existían?

S: En 1960, cuando vamos presos, caemos casí quinientas personas. Y de ahí podemos calcular que, como mínimo, teníasmo sesenta células en actividad. Pero había un archivo, en el cual estábamos todos incluidos, y había tres personas encargadas de llevarlo. Muchos los acusamos a ellos de traidores, por haber entregado el archivo para salvarse.

E: ¿Le hicieron un juicio Conintes?

S: Sí. El fiscal a nosotros nos quería poner la pena de muerte. Juan Carlos Sánchez era el presidente del tribunal. Julio Grondona era el secretario del tribunal.

E: ¿En qué ciudad se desarrolló?

S: En Córdoba Capital. En el Tercer Cuerpo del Ejército. A mí me detuvo el Ejército, el 25 de mayo de 1960, en Marcos Juárez. Un grupo de tropa de ocho o diez personas, que venían en un camión del Ejército.

En el momento que me detuvieron me trataron muy bien. Me trataban de señor. Cuando me llevaron a la policía, me dijeron que no pasaba nada. Después, el oficial a cargo me miró, y entre cuatro soldados me esposaron y me levantaron. Esa fue la última vez que toqué el suelo. Me tiraron esposado al camión y me llevaron a Córdoba. En un momento armé quilombo para tratar de mover el volante, pero salió mal y me amenazaron de muerte.

Cuando llegamos a Córdoba, a la cárcel, recién ahí me pude enderezar.  Me bajaron esposado y el guardiacárcel me preguntó quien era yo. Me di cuenta de que hab´pia dos pabellones intervenidos por el Ejército. Me pusieron en una celda seis días. Una noche me sacaron a pasear…la primera “barrida” que me hicieron fue en una camilla. Fue la primera vez que sentí electricidad en mi cuerpo. Fue a principios de 1960, nunca me voy a olvidar. El que me aplicaba la picana era un tal Raffo, un Mayor…

Ese día pensé tanto en Perón, y nunca creí que se pudiera hacer algo así en la Patria, por nuestros mismos hermanos, que juraban la misma bandera. Nunca lo acepté ni lo voy a aceptar.

Te cuento una anécdota. Esa noche, después de la “viaba” que me habían dado a mí, me dejaron en los cuarteles y me hicieron lavaje de cerebro. Yo no sabía que era eso. Me hicieron mirar durante veintucuatro horas una pared color cremita…y terminé mirando ¡películas! en la pared. Esa era la tortura francesa, después me enteré. La pared estaba en blanco. La mente se me empezaba a blanquear y los tipos no te dejaban dormir.

Después me interrogaron y me preguntaron si había puesto bombas. Les dije que no. Ellos me preguntaron si yo era peronista, y le dije que sí. Me preguntaron si yo era católcio, si iba a la Iglesia y yo les dije que sí. Me preguntaron si iba a misa, y les mentí diciendo que iba todos los domingos. Entonces me sacaron a caminar y me llevaron a una pieza, en la cual había un montón de cosas en el suelo. Me preguntaron si yo conocía lo que era eso, y yo dije que no. Me dijeron que era un de las bombas que nosotros habíamos fabricado, y yo le dije que no tenía ni idea de qué era eso. Me preguntaron si yo había hecho el servicio militar, y yo les dije que no. Les dije que cuando yo había nacido, a mi madre le habían dicho que había tenido un hombre…me paregaron tal trompada en la boca…por esas cosas te pegaban. Para ellos, vos te hacías hombre haciendo el servicio militar, pero yo me había hecho hombre sin el servicio militar. Esa era la diferencia que había entre ellos y yo, y ahí comprendí que eran traidores, cipayos, alcahuetes. Eran profundamente traidores, porque en la frente usan el Escudo Nacional, pero en el corazón, ¿qué tienen? tienen la bandera inglesa o norteamericana. ¿Y eso te parece justo? Yo siempre me lo pregunté…

E: ¿Cómo era el trato cuando estaban detenidos?

Nos daban “viaba” todo el día. Hasta que el 2 de julio nos sacaron de los cuarteles y nos llevaron al auditorio para el juicio. El lugar estaba lleno de milicos. Al primero que condenaron fue al tipo que entregó el archivo, después siguieron con los otros muchachos. A mí me pidió el fiscal treinta y cinco días de arresto, porque yo no me había hecho cargo de nada más que de hacer una bomba y de tirarla al río…y era tal el odio que me tenían los milicos, que me dieron cuatro años de cárcel….donde la geografía cambiaba, pero el verdugo era siempre el mismo. Salimos de Córdoba y nos llevaron a Viedman. Ahí a algunos dejaron en la cárcel y a otros los llevaron más al Sur. Después hicimos una huelga de hambre en Viedma y nos trajeron a Las Heras, que la estaban demoliendo. Ahí estuvimos un tiempo hasta que nos pasaron a Coronda. En Coronda estuvimos seis meses, hicimos otra huelga de hambre y nos separaron. Algunos fueron a Córdoba, otros a Chaco y otros a Villa María. Donde yo terminé. Ese fue mí recorrido, cada seis o siete meses había traslado para nosotros. Y eso nos lo  hicieron por peronistas, así me hice más peronista.

E: ¿Saliste con la amnistía de Illia?

S: Si, nos dio una amnistía. Los juicios fueron suspendidos. Fueron anulados en septiembre de 1963. Yo me comí tres años, dos meses y siete días adentro. Pero nunca me comprobaron nada.

E: El juicio en el Tercer Cuerpo, ¿Cómo te acordás que fue? ¿Quién te defendió?

S: La defensa, sí…eso fue algo de risa…cuando me asignan un defensor, yo les pedí un abogado…y me traen un oficialito de ellos…y como tenía menos jerarquía que ellos, e iba a defendernos a nosotros, les tenía que pedir permiso para defender a “este sujeto”…Le pedía permiso al coronel Juan Carlos Sánchez para defendernos de incendio, sabotaje, terrorismo, asociación ilícita e intimidación pública.

E: ¿Te dijeron las leyes que usaban para acusarte?

S: No. Ellos te acusaban de terrorista y de estar apoyando al “tirano prófugo Juan Domingo Perón”. Ese ere el problema con ellos. No tenían ley, nos acusaban de terroristas. ¿Qué ley? Tenían el 4161, pero el resto era manejado por el Ejército.

Yo con Frondizi tuve una agarrada muy grande. Él fue a un pueblo del sur de Córdoba, y yo le pregunt, presentándome como un ex preso Conintes, un prisionero de guerra, por qué él había hecho el Plan Conintes. Él me respondió que si no lo hacía, lo mataban a él y nos mataban a nosotros.

E: ¿En qué año fue el diálogo ese?

S: Fue en el año 1963-64, era una gira por el pueblo llamado Alejo Ledesma, al sur de Córdoba. Iba él y alguno de sus ministros.

Creo que por todo esto los muchachos, después, en los 70, empiezan a matar gente.

El Conintes nos tuvo a nosotros como lso primeros secuestrados. A los peronistas. Nosotros dimos la sangre en todo el territorio de la Argentina. Mucha gente murió por Perón. Y hoy hay gente joven que todavía canta la marcha peronista.[1]


[1] Testimonio de Hugo Erasmo Sarmiento. En Instituto Nacional Juan D.Perón. Plan Conintes y resistencia peronista. Buenos Aires, INJDP, 2010.pág.147-154.