El Instituto fue fundado en el año 1938por un grupo de intelectuales, historiadores,  militares y profesionales, que coincidían en la reivindicación de Juan Manuel de Rosas y en la necesidad de construir una interpretación del pasado frente a aquella que considerabanque había sido tergiversada por la tradición liberal.Entre quienes participaron en los primeros años de vida de la institución cabe nombrar a Julio y Rodolfo Irazusta, Ernesto Palacio, Ramón Doll, Ricardo Font Ezcurra, Carlos y Federico Ibarguren, Alberto Ezcurra Medrano, Manuel Gálvez, Roberto de Laferrére, Alberto Contreras, Vicente D. Sierra, Juan P. Oliver y José M. Rosa.

            Años después, tanto el gobierno militar instaurado en 1943 como la llegada a la presidencia de Juan D. Perón dividieron aguas en las filas del nacionalismo y entre los revisionistas que participaban en el Instituto. Durante el primer peronismo, pese a que varios de sus miembros adhirieron al movimiento, el Instituto rechazó toda identificación con una fuerza política o con formas de gobierno autoritarias,tal como algunos le imputaban. Se afirmaba que la reivindicación de Juan Manuel de Rosas obedecía a un objetivo exclusivamente historiográfico como forma de construir una conciencia histórica que suplantara la impuesta después de Caseros.En las publicaciones del Instituto (Revista y Boletín) hubo algunas expresiones esporádicas favorables al gobierno peronista pero también se plantearon reclamos y críticas al gobierno nacional y a los locales al cuestionarse, por ejemplo, los homenajes a Justo J. de Urquiza, al solicitarsela declaración como día de la soberanía nacional el 20 de noviembre, fecha del combate de la Vuelta de Obligado,o al exigirse la reforma de los planes de estudio para que se revalorizara la figura de Juan M. de Rosas.

            Por su parte, el gobierno mostró desinterés por la interpretación revisionista e incluso, según José M. Rosa, el ministro del Interior Ángel Borlenghi y el vicepresidente Alberto Teisaire se opusieron arespaldar una versión del pasado que abriera otro frente de combate con la oposición y la prensa,dado que ya lo venían comparando con la “tiranía” rosista. La excepción fue el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Aloé, quien en 1953 concurrió al acto por el combate de la Vuelta de Obligado.

            A partir de 1955, la proscripción del peronismo, el fracaso de las sucesivas experiencias civiles y militares y acontecimientos internacionales como los procesos de descolonización y la revolución cubana contribuyeron a la radicalización de las prácticas políticas, que encontraron su correlato en el campo historiográfico. A ello se sumó la demanda de nuevas generaciones dispuestas a buscar en el pasado una fuente de legitimación que diera sentido al compromiso intelectual y a la militancia política. En este contexto se produjo la convergencia creciente del peronismo con el revisionismo. Un hito de esta confluencia fue la publicación en 1957 del libro Los vendepatriade J. D. Perón, quien sostenía que desde la Revolución de Mayo se habían enfrentado dos líneas históricas: una, la del pueblo que luchaba por la independencia y que incluía a Rosas enfrentado a los enemigos internos y externos, y otra, la del antipueblo, la línea colonialista.

            Bajo la Revolución Libertadora, que se consideraba heredera de la línea Mayo-Caseros, el Instituto decidió suspender toda actividad, ante el clima de inseguridad reinante.Su presidente, José M. Rosa, fue detenido junto a John W. Cooke (vicepresidente del Instituto desde 1954), a quien había albergado en su domicilio.

            Recién a partir de 1958, bajo el gobierno de Arturo Frondizi, el Instituto reinició la publicación de su Revista con cierta continuidad hasta 1960 (seis números) apareciendo un número más en 1963. En ella se publicaron artículos sobre la etapa virreinal y las décadas posteriores a Mayo, y los habituales sobre la época de Rosas, además de reseñas sobre diferentes actividades como conferencias, misas por el Restaurador y  actos realizados en Navarro y la Vuelta de Obligado.

            En algunos años de la década de 1960 también apareció Revisión, una publicación mensual dirigida por Alberto A. Mondragón, que en algunos números figuró como órgano del Instituto.

Entre los miembros y colaboradores más conocidos con los que contó el Instituto en esta etapa se puede mencionar a Alberto Ezcurra Medrano, Fermín Chávez, Atilio García Mellid, Federico Ibarguren, Luis Soler Cañas, Juan P. Oliver, Carlos Steffens Soler, Enrique Pavón Pereyra, Ramón Doll, Leonardo Castellani, Vicente D. Sierra, Eduardo B. Astesano, Arturo Jauretche, René Orsi, Jorge Ramallo y Diego L. Molinari.

            El Instituto promovió la creación de filiales en diversas provincias. José M. Rosa y el vicepresidente Alberto Contreras, entre otros, participaron en estas actividades, que incluían ceremonias en las plazas públicas, celebración de misas, conferencias por radio y visitas a periódicos y a sedes universitarias. Las instituciones gremiales y las filiales de la Confederación General del Trabajo y, en algunos casos las de las 62 Organizaciones, adquirieron un papel muy destacadopor la presenciade sus representantes y como sedes de los actos y conferencias.

            Gracias a sus libros y a sus dotes de orador y polemista José M. Rosa se convirtió enla figura estelar del revisionismo y continuó como presidente del Instituto hasta 1968.Luego de su exilio en Uruguay y España (1956-1958), retornó al paísy a partir de 1965 fijó su residencia en Uruguay. Pese a ello, volvía a menudo para dictar conferencias en distintos puntos del país y participar en los tradicionales homenajes a Dorrego, Quiroga y Rosas así como para la conmemoración de la Vuelta de Obligado. En estos años mantuvo un contacto fluido con diversos miembros del peronismo y correspondencia con el propio Perón, quien en alguna oportunidad se valió de él como correo de sus directivas. José M. Rosa señalaba que había tenido que mediar entre los revisionistas antiperonistas de viejo cuño y aquéllos peronistas que no sólo querían escuchar sobre el Restaurador sino que también se hablara “del General”, lo que había conducido a cierta paralización del Instituto. Es que el revisionismo tradicional venía siendo desafiado por nuevas perspectivas que ponían un menor énfasis en la figura de Rosas y se abrían hacia el análisis de las masas y los caudillos federales, así como a diferentes líneas interpretativas aportadas por autores de la llamada “izquierda nacional” como Jorge A. Ramos y Rodolfo Puiggrós, y del peronismo de izquierda como Rodolfo Ortega Peña y Eduardo L. Duhalde.

            En 1968 el Instituto cobró nueva vitalidad y volvió a publicar su Boletín hasta 1971 (diez números) cuando dejó de aparecer. Sus artículos, salvo excepciones, carecieron de la profundidadde años anteriores y tuvieron un carácter mayormente de divulgación y debate. El Boletín continuó con la reivindicación de Rosas y de algunos caudillos, promovió el folklore “revisionista” de Roberto Rimoldi Fraga y otros intérpretes, y  publicitó diversas actividades del Instituto. Se conformó una nueva Comisión Directiva donde convivieron peronistas y antiperonistas y conspicuos participantes de años anteriores,retornandoala vieja tradición de nombrar militares en los cargos directivos,  en este caso al general de división (RE) Oscar Uriondo y al coronel (RE) Diego Perkins, quienes habían tenido tareas de conducción enorganismos del Ejército durante los gobiernos de Perón.

            Las relaciones entre el Instituto y el peronismo tuvieron un carácter informal basado en los vínculos personales que sus integrantes mantuvieron con políticos, sindicalistas y militares enrolados en el movimiento y en grupos afines que lo acompañaban. Fue el caso del estanciero nacionalista Manuel N. J. Anchorena quien dirigía diversas asociaciones como el Centro Federal, la Confederación Gaucha,  y que en 1969 presidió una Comisión Nacional pro-repatriación de los restos de Rosas (en la que figuraban DeolindoBittel, Antonio Cafiero y Oscar Alende entre otros), lo cual lo llevó a entrar en conflicto con un proyecto similar impulsado por el propio Instituto. Anchorena, hábil cultor de manifestaciones tradicionalistas, mantenía fluidos contactos con políticos y sindicalistas como José I. Rucci y Eustaquio Tolosa y militares nacionalistas como los generales Eduardo J. Uriburu y Eduardo Labanca.

            Unanovedad fue la incorporación de ex miembros del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara, afines al peronismo, que tenían vínculos con algunos miembros del Instituto y participaban habitualmente en los actos por el 20 de noviembre. Los miembros del grupo liderado por Alfredo Ossorioocuparonlos cargos estratégicos del Instituto y publicaron diversos artículos en los que era visible la influencia teórica del ex colaborador del gobierno de Vichy Jacques de Mahieu. En ellosaparecía cierto espíritu “comunitarista”señalándose que la tradición argentina implicaba hispanismo, milicia, catolicismo y “gauchaje”.

            En estos años Rodolfo Ortega Peña y Eduardo L. Duhalde, quienes habían sido asesores jurídicos de la Unión Obrera Metalúrgica dirigida por Augusto T. Vandor, se incorporaron al Instituto. Alineados con el peronismo revolucionarioy autores de una serie de libros sobre los caudillos Felipe Varela, Facundo Quiroga y Manuel Dorrego, venían polemizando con elrevisionismocriticándolesu excesivo “rosismo” y la ausencia de las masas en sus investigaciones. En1969 junto con Fermín Chávez,  mantuvieron en las páginas del Boletín un debate con Juan P. Oliver, acerca de la Guerra del Paraguay y el papel cumplido por Bartolomé Mitre, Felipe Varela y el imperialismo británico. Mientras que para Ortega Peña y Duhalde el revisionismo debía ser antimitrista, montonero y lopista, Oliver consideraba que ellos, como otros autores pertenecientes a la “izquierda nacional”, representaban un seudo-revisionismo de filiación marxista”.Oliver sostenía que el “marxismo apátrida” patrocinado desde Moscú socavaba los fundamentos religiosos, éticos y patrióticos de la población para dividirla mediante resentimientos clasistas,para debilitar la disciplina castrense frente a una amenaza exterior y organizar guerrillas y montoneras que anularan la defensa nacional.

            En el Instituto coexistieron expresiones tan disímiles como el nacionalismo conservador de Juan P. Oliver, el nacionalismo peronista y folklórico de Anchorena, y el peronismo popular y revolucionario de Ortega Peña y Duhalde. Junto a ellos convivieron comunitaristas, falangistas, militares sospechados de conspirar, ex tacuaras y su nuevo presidente Julio Irazusta, que en 1971 fue admitido en la Academia Nacional de la Historia, enemiga tradicional del revisionismo.Las disputas políticas y las controversias en materia histórica que arreciaron a fines de la década de 1960 llevaron a denuncias, expulsiones, renuncias y diversas reorganizaciones del Instituto. Agobiado por los conflictosy los enfrentamientos ideológicos y personales, el Instituto dejó de existir en la práctica,paradójicamente, cuandoel revisionismo había alcanzado una recepciónsignificativa en la sociedad.

Fuentes:

Revista del Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” (1939-1946 y 1958-1963)/Revista del Instituto “Juan Manuel de Rosas” de Investigaciones Históricas (1948-1951).

Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas “Juan Manuel de Rosas” (1944-1945)/Boletín del Instituto “Juan Manuel de Rosas” de Investigaciones Históricas (1951-1955 y 1968-1971). 

Revista La Estrella Federal símbolo de REVISIÓN  en la Historia Argentina (1959-1960 y 1964-1965).

Hernández, Pablo J. Conversaciones con José María Rosa. Buenos Aires, Colihue/Hachette, 1978.

Ortega Peña, Rodolfo; Duhalde, Eduardo L. Felipe Varela contra el Imperio Británico (Las masas de la Unión Americana enfrentan a las potencias europeas).Buenos Aires, Sudestada, 1966.

Perón, Juan. Los vendepatria. Las pruebas de una traición. Buenos Aires, Freeland, 1972 (1957).

Referencias:

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Goebel, Michael. La Argentina partida. Nacionalismos y políticas de la historia. Buenos Aires, Prometeo, 2013.

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Manson, Enrique. José María Rosa. El historiador del pueblo. Buenos Aires, CICCUS, 2008.

Ramallo, Jorge M., La Revista del Instituto Rosas (1939-1961).Buenos Aires, Fundación Nuestra Historia, 1984.

Stortini, Julio. “Historia y Política. Producción y propaganda revisionista durante el primer peronismo”, en Prohistoria, a. VIII, n° 8, primavera de 2004.

Stortini, Julio. “Polémicas y crisis en el revisionismo argentino: el caso del Instituto de Investigaciones Históricas «Juan Manuel de Rosas” (1955-1971), en Devoto, Fernando; Pagano, Nora (comps.), La historiografía académica y la historiografía militante en Argentina y Uruguay, Buenos Aires, Biblos, 2004.

                                                                   Julio Stortini