1.La Resistencia peronista. Nuestra pertenencia personal.

Es gratificante y sumamente valioso y útil recordar nuestra pertenencia juvenil y memorar las expectativas que alentábamos en procura de un mejor destino nacional.

La revolución de 1955 interrumpió un proceso ascensional de la Argentina y se inició un largo período de retroceso en materia política, económica, social y cultural y de violencias generalizadas que recayeron sobre muchos sectores de la población. Ministros, legisladores, simples militantes peronistas fueron a parar con sus huesos a distintas cárceles del país. Hubo fusilamientos y persecuciones por el solo hecho de haber simpatizado con el peronismo. Otros, por las mismas razones apuntadas, fueron expulsados de sus plantas laborales.

Léase a continuación mi primera cesantía y adviértanse los argumentos que se esgrimen para fundamentar la arbitrariedad.

La “Resistencia Peronista” empezó al principio sordamente, al otro día que cayó Perón. Hacia fines de 1955 y principios de 1956, en cada barrio de Buenos Aires, se agruparon jóvenes espontáneamente sin coordinación alguna entre unos y otros. No eran ni desocupados ni indigentes, pero que tenían un único objetivo: resistir el golpe de estado y reclamar el regreso de Perón.[1]

El jefe de la Resistencia Peronista, al principio preso y luego en el exilio, fue John William Cooke y en Buenos Aires los intermediarios fueron Raúl Lagomarsino y César Marcos quienes con otros integrantes se denominaron Comando Nacional Peronista. Referentes importantes fueron también Héctor Tristán y Manuel Buzeta entre otros.

Existía otro grupo de relación directa con Cooke encabezado por Enrique Oliva. Exiliados peronistas en los países limítrofes: Uruguay, Chile, Paraguay, Bolivia y Brasil, también se constituyeron en grupos de presión.

Pero en los barrios, dada la clandestinidad de las acciones que se emprendían y los riesgos consiguientes, la mayoría de los grupos barriales no se dieron por enterados de esas primeras estructuras jerárquicas conspirativas, por lo que siguieron durante un tiempo actuando aislada y espontáneamente sin directivas orgánicas. Tal era la entrega militante de esos cuadros anónimos a los que pertenecía el autor estas reflexiones.

Había otros jefes en las sombras de la clandestinidad que alimentaban nuestras acciones convocándonos por las noches en la Plaza Martín Fierro para entregamos paquetes llenos de panfletos para volantear en cada uno de los barrios: de esos jefes en la sombra recuerdo dos nombres:  Rodolfo Traversi y un tal De Morras, que ya venían de la Juventud Pcronista desde1952 ó 1953. Es un error creer que la Juventud Peronista nace con la Resistencia en 1957.[2]

¿En qué consistía nuestro accionar? El volanteo por las noches (p. ej. En uno de ellos se recordaban los precios de productos de primera necesidad en los años del peronismo y el notable incremento que comenzaba a registrarse tras la caída de Perón, el recuerdo de las frases doctrinarias del peronismo, etc).

La impresión de gacetillas y periódicos clandestinos de circulación perdurable y masiva, impresos en imprentas clandestinas, tal el periódico «Palabra Argentina» de Alejandro Olmos, huelgas en distintas fábricas, toma de establecimientos fabriles, reuniones en distintos sindicatos en donde se reflexionaba sobre las consignas doctrinarias, manifestaciones de repudio al gobierno en casi todas las canchas de fútbol con cánticos cuyos estribillos entonaban las tribunas; en el hipódromo ocurría con frecuencia algo parecido y arreciaba el abucheo cuando se detectaba algún funcionario del gobierno y las silbatinas cuando aparecían en los noticiosos de los cinematógrafos. Era una RESISTENCIA CIVIL; a nadie se le ocurría matar algún policía de facción. A nadie se le ocurría decir estar motivado por alguna supuesta lucha de clases: los objetivos eran claros y simples, resistir al gobierno- de Aramburu- Rojas y luchar por el retorno de Perón.

A esa RESISTENCIA CIVIL empezada en los finales del 55 y comienzos del 56 se le sumarán en el mayor sigilo y sin que muchos lo advirtieran grupos de suboficiales del ejército en actividad y algunos oficiales y civiles que se explicitan en la intentona de golpe militar en  junio de 1956, conducida por el gral. Valle y el cnel. Cogorno y aplastada por el gobierno de Aramburu-Rojas tras una represión sangrienta en donde menudearon los fusilamientos civiles y militares y otros escarmientos.

Pero la Resistencia en el marco de la civilidad siguió creciendo y a ella se fueron incorporando otros grupos de distinta procedencia y heterodoxa formación ideológica pero dispuestos a combatir al gobierno y a reclamar el retorno incondicional de Perón.

Liderados por Envar El Kadri, Héctor Spina, Maruca Ortega de Carrasco, Marta Curone que había sido presidente de la U.E.S. (Unión Estudiantes Secundarios Rama Femenina), Jorge Rulli, los hermanos Reartes, Osvaldo Agosto, Alfredo Carballeda, Rubens Basanta y otros fogonearon una lucha civil pertinaz, perceptible en todos los barrios porteños y en el gran Buenos Aires con acciones de resonancia pública.

Fueron importantes muchos grupos que alcanzaron cierto grado de organicidad y que se reunían en los sindicatos que se iban recuperando después de fracasada la intervención militar: tal el caso del LJ.E.S (Instituto Justicialista de Estudios Sociales) al amparo del Sindicato de la Sanidad, facilitado por su Secretario General Amado Olmos, y organizado por Juan Carlos Juárez, Jorge Cellier y Julio Jáuregui . Fue precursora de la Escuela Superior de Conducción Política.

De más está decir que cada sindicato que se recuperaba de la intervención militar se constituía en un semillero de acciones insurreccionales en contra del gobierno usurpador. Este fue agotando su ciclo cuando al llamar a elecciones constituyentes en 1957 un aluvión de votos en blanco de un peronismo proscripto triunfó sobre los votos pertenecientes a los partidos políticos participantes, cubriendo de desprestigio al ya desacreditado gobierno de Aramburu-Rojas ya los mismos partidos políticos.

Simultáneamente, como fruto del propio proceso de confrontación con la intervención militar y sus aliados del socialismo y el comunismo, fue surgiendo en el sindicalismo peronista una nueva elite sindical que expresada en las «62 Organizaciones» liquidó las pretensiones del gobierno de controlar la C.G.T. .

Estos dos hechos, el fracaso político por el aluvión del voto en blanco y el fracaso sindical al no poder controlar la C.G.T contribuyeron a hundir definitivamente a la llamada Revolución Libertadora.

Luego se sucedieron gobiernos civiles y militares con un peronismo permanentemente proscripto, por lo que la Resistencia continuó con sus acciones insurreccionales que tuvieron resonancia pública como lo fue la toma del Frigorífico Nacional en la que fue protagonista Sebastián Borro.

Otro hecho de resonancia fue el asalto a una comisaría del norte santiagueño por un grupo cuyo jefe fue llamado «Uturunco» que para los habitantes del norte argentino significa algo así como «hombre tigre»: los uturuncos no hicieron’ ninguna víctima, redujeron a los policías, se llevaron armas, alimentos, un cajón de vino y la bandera argentina de esa repartición policial.

También en ese marco de resonancia pública recordamos la sustracción del Museo Histórico Nacional del sable corvo de San Martín efectuado por un grupo de la Resistencia y que posteriormente fuera devuelto al capitán del ejército Eduardo Phillippeaux, de confesada fe peronista.

También recordamos posteriormente la «Operación Cóndor» realizada por un grupo liderado por Dardo Cabo y Alejandro Giovenco, tomó un avión en vuelo con destino a Ushuaia obligando al piloto a aterrizar en Malvinas y dejar ondeando en un mástil una bandera argentina.

Otras agrupaciones de peso organizativo aportaron a esa Resistencia Civil como el Comando de Organización cuyo jefe fue Brito Lima, acompañado entre otros por los hermanos Bevilacqua; otro se denominó “Guardia de Hierro” cuyo líder fue el “Gallego” Alejandro Álvarez, otro gurpo se denominó “Encuadramiento” cuyo oráculo fue Juan Bardoneschi, también llamados “los Demetrios” por el nombre de un cuadro importante de esa agrupación llamado Demetrio Tarasi.

Paralela o simultáneamente funcionó, con la intención de formar cuadros, la llamada Escuela Superior de Conducción Política que funcionaba en una de las casas de Jorge Antonio malograda esa experiencia por el que fuera su Secretario General Pedro Eladio Vázquez, que luego de defenestrado fuera conducida por Hugo Petroff y luego por Héctor Flores.[3]                                                                                            


[1] Por el contrario la llamada Revolución Libertadora tuvo sí un claro sentido clasista y oligárquico.

[2] La Juventud Peronista inició sus actividades en un local de la calle Charcas hacia 1952 ó 1953. Sus referentes fueron Rodolfo Traversi, De Morras, Emilio Maspero, que se separó por el conflicto con la Iglesia y en La Plata intentó organizarla Alberto Priori Gordillo.

[3] SULÉ, Jorge Oscar. La resistencia peronista. Correspondencia con Perón. Buenos Aires, Forjando Ideas, 2013.Pág.1-8.