(Mendoza, 1937 – La Tablada, Provincia de Buenos Aires, 23 de enero de 1989). 

            Apodo: Quito.

            Nacido en un hogar modesto. Su madre era enfermera. Su padre suboficial del Ejército. Por la profesión de su padre se trasladaron de Buenos Aires a Mendoza.

            Sus estudios primarios y secundarios, por esa razón, resultan fragmentados. Fue seminarista entre los 11 y los 14 años.

            Hacia 1954 conoce al Teniente Ciro Ahumada y a su esposa Margarita Aretsen, residentes en Chacras de Coria.

            Como estudiante participó de la C.G.U.

            En 1955, el golpe militar lo sorprende en Dolores, percibiendo la desesperación popular y el revanchismo. 

            En el ámbito universitario participó de la campaña en favor de Frondizi. Decepcionado decía: “ya se ve adonde han ido a parar los veinte millones…y yo”.

            En 1958 comenzó a actuar en el seno del peronismo mendocino proscripto. Por ese tiempo se asoció a la empresa de edición del Boletín Informativo de la Resistencia Peronista de Mendoza, orientado por el anarquista devenido peronista José Stemberg.

            A principios de los años sesenta se desempeñó como Secretario General de la Juventud Peronista de Mendoza (Comando Mendoza del Movimiento Nacional de las Juventudes Peronistas). En principio integraban jóvenes de la Capital y los departamentos aledaños de Las Heras, Godoy Cruz y Guaymallén, extendiéndose luego por Luján de Cuyo, Maipú, San Martín, Lavalle y Tunuyán.

             Desde ese espacio decidió impulsar la salida de una publicación.  En febrero de 1960 dirigió un semanario mimeografiado que llamó El Guerrillero de la Juventud Peronista. Se trataba de una publicación de 12 páginas, tamaño oficio, dobladas por la mitad como librillo. En la tapa llevaba una ilustración. De la primera tirada se hicieron quinientos ejemplares, debiendo hacer una reimpresión de mil más. En lo sucesivo salieron entre 1000 y 1500 ejemplares. Como lema reproducían la frase de Perón contenida en una de sus directivas insurreccionales: “Los pueblos que no saben o no quieren luchar por sus derechos y su independencia, merecen vivir en la esclavitud”. Sus banderas fundamentales eran “el retorno de Perón y la liberación nacional”.

            Compartieron la improvisada redacción en la biblioteca “José Hernández” de la CGT regional Mendoza, con Burgos: Lucio Quiroga, Emilio Maderos, Mario Paez y Ernesto Suárez. Las resmas fueron provistas por los sindicatos de Sanidad, Alimentación, Molineros y la estructura de la CGT. La impresión se realizaba en el sindicato de Sanidad, que dirigía Edgardo Boris.

            Esa acción se inscribía en el acercamiento al proyecto del comandante Uturunco. Para ello, desde finales de 1959, la dirección del Comando Mendoza participó en el Estado Mayor de la Unidad de Guerrilleros Andinos – movimiento que actuaba en las provincias de Mendoza y San Juan-. El grupo juvenil –formado por obreros, empleados y algunos estudiantes- buscó convertirse en un grupo capacitado para la lucha armada.

            Desde la publicación buscaban propagandizar las razones del accionar guerrillero y despertar adhesión popular. En el editorial de la primera entrega titularon “Los motivos del Uturunco”, reivindicando la toma de la comisaría de Frías. Además criticaban la política económica de Frondizi, entregaban información sobre acciones de la resistencia peronista e incluían un poema dedicado a Eva Perón en la contratapa. En la segunda entrega continuaban con los “motivos del Uturunco” y entrevistaban al secretario general de la CGT regional.

            Por las actividades del UGA (Unidad Guerrillera Andina) del 25 de mayo de 1960 en Mendoza (atentado a la casa de Cecilio L. Labayrú, jefe del comando Conintes en la provincia y las oficinas de la Carl Loeb Rohades and Co. y la voladura de un puente carretero) cayó la red de apoyos del movimiento liderado por el ex – teniente Ciro Ahumada. El Guerrillero dejó de salir luego de su quinta entrega que fue distribuida el mismo 25 de mayo. El 13 de junio Burgos fue secuestrado y torturado.

            Luego fue detenido y juzgado por esos hechos junto a un número significativo de dirigentes y militantes. Entre ellos estaba el dirigente de sanidad de apellido Boris y el lugarteniente de Ahumada, Herbst.

            Los promotores del Boletín de la Resistencia Peronista, tomaron la identidad de El Guerrillero sacando un número más, para demostrar que el grupo no había sido definitivamente vencido. Decían: “En los primeros días de septiembre serán juzgados por los enemigos del pueblo y de la patria, 54 patriotas. Hijos de la clase obrera y el pueblo, 54 valientes, heroicos soldados civiles de la causa nacional, fieles a los intereses de la Patria, que serán condenados por querer reconstruir  una Patria Justa, Libre y Soberana”.

            Juzgado por el Consejo de Guerra Especial Número 3, Burgos esgrimió en su defensa que el “terrorismo” era la resultante de la exclusión de la mayoría. Dijo seguir las enseñanzas de Juan Perón (“Primero, la Patria, después el Movimiento Peronista”), bregando por una “solución nacional a los problemas del país” inspirada en la “doctrina social y católica que surge de las enseñanzas evangélicas de Jesucristo y de las encíclicas papales…que conforman el núcleo central de la doctrina justicialista”. Con ello buscaba diferenciarse del comunismo a quien hay que vencerlo, según sus argumentos, con una “doctrina mejor”.

            En la ocasión reconoció como Jefe al teniente 1° Ciro Ahumada y descartó la acusación que señalaba que la guerrilla era de inspiración comunista a través de las doctrinas de Mao Tsé Tung. Alegó que la guerrilla era “vieja como el arte de la guerra” y citó los ejemplos del caudillo galo Vercingetorix; los Dragones Infernales de Guemes a su favor y la montonera federal a su favor. Cerró ese tramo diciendo: “Debe buscarse entonces la inspiración de nuestros métodos guerrilleros no en los libros de Mao Tsé Tung, sino en la ‘Guerra Gaucha’ de Lugones”.

            Burgos mereció la pena máxima de veinticinco años.

            En la Revista Che, de noviembre de 1961, realizó una narración detallada de las situaciones que tuvo que vivir estando preso. La tortura, los sucesivos y el trato propinado por los carceleros. Todo ello enmarcado en la denuncia de la vigencia del Plan Conintes por el que fue juzgado por un tribunal militar y condenado a 25 años de prisión. Fue acusado de atentar contra el busto de Justo J. de Urquiza, colocar una bomba en el garaje de la petrolera Development subsidiaria de la banca Loeb y de otras acciones cosnideradas subversivas. El fallo fue leído el 16 de septiembre de 1955, y en los considerandos se aludía  a los “cinco años de la caída del tirano…”.

            En la nota destacaba que Margarita Aretsen de Ahumada, pagaba la prisión de 6 años, por “ser esposa abnegada y leal de un hombre extraordinario, Ciro Ahumada. Por venganza contra él, al no poder detenerlo, sus ex camaradas de armas tomaron como rehén a su mujer. Ella es, por la entereza y dignidad con que enfrenta esta situación, un valiente símbolo de la grandeza y el temple de las mujeres de mi patria”.

            La abogada defensora de Burgos fue Martha Fernández, ligada al Partido Socialista de Vanguardia, con quien se casó y tuvo un hijo.

            En su alegato de defensa argumentó que pertenecía al peronismo, movimiento inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia y que luchaba por sus banderas históricas.

            Estuvo detenido en la cárcel de Santa Rosa, La Pampa. En ese momento , escribió en forma de poema: “Cristiana, occidental  y capitalista, esta cárcel es, patria, todo lo que has podido hacer por tus hijos morenos, mestizos, peones y hacheros, destruidos hombres de esta Pampa cereal y latifundista. Pero ni estos muros son definitivos. Te estamos haciendo en la lucha un bello rostro nuevo, patria, para que te vistas de amor y de pan, de fraternidad y justicia, de igualdad y alegría”.

            Por sus acciones en Mendoza Burgos recibió una carta y una distinción de Perón (Medalla del valor peronista) que tenía depositadas en la mesa de luz de su cuarto.

            Fermín Chávez le ofrendó estos versos:

Ya no está el tobogán de la falta nevada.

No puedes resbalar. Ni en la nieve ni en nada.

No puedes respirar. Nada quedó como antes.

El aire andino es sólo para almirantes.

Un lucero crinudo me dice que no es eso.

Que todo está. La nieve. Y el pueblo y la victoria.

Que aguaitemos –proscriptos- la alborada del hueso,

El primer diente, el fato, la alameda ilusoria.

Sé que un día podremos de nuevo “hacer chorizo”.

Sobre el césped de un parque, y subir a babuchas,

Que digan “y hay  gualichos muy buenos por si puchas”.

En Orán resplandece la noche. No es el fuego.

-Usted se ha equivocado, coronel relamido.

Es el alba redonda de algún muerto querido.

Carlos Alberto Burgos, te despido hasta luego.

            Adhirió a la CGT de los Argentinos y colaboró en su Secretaría de Prensa. Militó en el peronismo de base y apoyó a las FAP.

            En los años setenta se desempeñó en el periodismo como responsable de la sección noticias del diario La Opinión y  luego asumió como secretario general del diario El Cronista ante un ofrecimiento realizado por Rafael Perotta.

            Al regreso de Perón, cuando salía de Ezeiza el 18 de noviembre de 1972 Burgos corrió en paralelo al auto y decía “Gracias General, gracias General”.

            En ese tiempo, intentó infructuosamente contactar a Perón para recibir la medalla prometida por su accionar en la resistencia.

            En el regreso de Perón del 20 de junio de 1973 estuvo en Ezeiza junto a Ricardo Roa (director de El descamisado) y Luis Bruschtein.

            Durante la dictadura militar se exilió en Cuba, formando parte de la Unión de periodistas cubanos. Allí realizó su tesis sobre Periodismo popular y revolucionario, 1955-1975, obteniendo la licenciatura en periodismo.

            Para esa época simpatizó con las posiciones del PRT.

            En la transición democrática Burgos integró la conducción del Movimiento Todos por la Patria, propiciado por Gorriarán Merlo.  En esa condición fue director de  la revista Entre Todos, en la que también colaboraba su esposa.

            Formó parte del grupo que intentó tomar el Regimiento de La Tablada, en el que perdió la vida. Muchos años después el equipo de antropología forense pudo identificar su cuerpo.

Fuentes:

Revista Che. Carlos Alberto Burgos. Número 27. 17 de noviembre de 1961.

Referencias:

Alvarez, Yamile. “La resistencia peronisa en Mendoza (1955-1960). Una aproximación a su estudio a través del relato de sus protagonistas”. En Revista de Historia Americana y Argentina, Vol. 49, Nº 2, 2014, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo.

Baschetti, Roberto. Hombres y mujeres del peronismo revolucionario. La memoria de los de abajo. 1945-2007. La Plata, De la Campana, 2007.

Burgos, Quito. Prensa popular y revolucionaria en la Argentina, 1955-1975. Buenos Aires, Nuestra América,2015.

Chávez, Fermín. Poemas con fusilados y proscritos. Buenos Aires, FRSO, 1964.

Darío Pulfer