La Juventud Obrera Católica (JOC) fue un ámbito de socialización religiosa central para gran parte de sus integrantes y un espacio de pertenencia que brindó un marco de contención y seguridad durante los años claves de juventud. Hacia finales de la segunda presidencia peronista algunos de sus antiguos miembros incursionaron en grupos de inclinación cristiana con diverso grado de institucionalización y desarrollo. Uno de ellos fue Acción Sindical Argentina (ASA), una organización parasindical de orientación socialcristiana fundada al mes del golpe de Estado de septiembre de 1955 para coordinar las actividades de dirigentes sindicales. Fue creada por quienes priorizaron la intervención cristiana en los sindicatos y evitaron confundirse en la puja partidaria concreta que significaba el partido demócrata cristiano.

En agosto del año siguiente en su congreso constitutivo celebrado en Córdoba, ASA decidió afiliarse a la Confederación Latinoamericana de Sindicalistas Cristianos (CLASC) y a la Confederación Internacional de Sindicalistas Cristianos (CISC). Las relaciones con estas incluían el pago de becas para que los miembros de la JOC y de ASA conocieran de primera mano el funcionamiento del sindicalismo cristiano europeo y trasladaran su aprendizaje a Argentina, y en transferencias de dinero a ASA.

El órgano que tomaba las decisiones de ASA era el Comité Ejecutivo Nacional; asimismo contaba con Congresos y Consejos Regionales y un Consejo Confederal Nacional. La mínima unidad de organización eran los Grupos de Acción en el Trabajo, con miembros de ASA que trabajaban en empresas, fábricas u oficinas. Entre sus secretarios generales se sucedieron Alfredo Di Pace, Emilio Máspero, Mario Bravo, Juan Carlos Loureiro y Dante Oberlin.

Luego del golpe de 1955, los debates del sindicalismo cristiano giraron en torno de cuatro cuestiones, vinculadas a la política, el modelo económico y social y la inserción al interior del campo católico, respectivamente: el peronismo ahora proscripto, el capitalismo, el sistema de representación sindical y los grados de autonomía laical. Respecto de este punto, ASA se definía como una agrupación integrada por cristianos pero no como un movimiento religioso perteneciente a la iglesia. Sin embargo, contó con supervisores sacerdotales como Ramón Dorrego y Egidio Esparza, quienes en 1956 participaron de la III Semana de Asesores de la JOCen representación de la arquidiócesis de Buenos Aires.

En el estatuto de ASA de 1956 figuraba la creación de un instituto de formación obrera, que se denominó Instituto de Formación Social y Sindical (IFSS). Entre sus instructores pueden nombrarse influyentes laicos de la Acción Católica y/o dirigentes de la Unión Federal Demócrata Cristiana: Basilio Serrano y César Belaunde. En cuanto a la capacitación y formación sindical, en 1964 se creó el Instituto de Educación y Capacitación de los Trabajadores (ITEC). Formaron parte, entre otros, Carlos Etala, Gonzalo Cárdenas, Floreal Forni, Carlos Juan Zabala Rodríguez, Carlos Leyba, Atilio Borón y Julio Neffa, quien hasta el golpe de Estado de 1966 fue director del IFSS y del ITEC. En articulación con este, los miembros de ASA que participaban de la CGT de los Argentinos desarrollaron actividades de formación destinadas a los espacios rurales.

ASA se proponía la formación y reunión de dirigentes cristianos que actuaran en sindicatos democráticos, con una representación sindical por parte de trabajadores «auténticos» para la defensa de las libertades gremiales y los derechos sociales conseguidos durante el peronismo. En referencia a este movimiento proscripto, la organización se ubicó dentro de un antiperonismo tolerante (Spinelli, 2005), que rescataba la acción social del peronismo pero exigía la depuración de corrupción del gobierno y los sindicatos y la clara distinción de las esferas política y sindical. Con el correr de los acontecimientos se transformó en una tolerancia peronista que en el caso de ASA llegó a la participación en la resistencia sindical al aramburismo. En efecto, durante fines de 1956 y principios de 1957, ASA apoyó como organización y con cuadros las huelgas metalúrgicas y bancarias. Por ello sufrió el allanamiento de los domicilios de sus líderes y la persecución y el encarcelamiento de dirigentes que a la vez apoyaban y participaban de las huelgas. Son los casos ocurridos en La Plata del metalúrgico Carlos Ledesma, dirigente regional de ASA en La Plata, y delegado al Plenario Nacional de la Unión Obrera Metalúrgica; en Morón del delegado de la fábrica La Cantábrica Bernabé Ceballos; y en Córdoba de los dirigentes regionales de ASA y metalúrgicos Francisco Angulo y Alfredo Ceballos.

También se denunciaban los allanamientos sucesivos a la sede central de ASA, la vigilancia policial y gremial de sus actos y militantes. Ante estas situaciones, en dos manifiestos fechados el 30 de noviembre y el 22 de diciembre de 1956, el Comité Ejecutivo Nacional de ASA se posicionó en contra de la política sindical del gobierno de Aramburu, sobre todo el control policial sobre el movimiento obrero y la intervención de la CGT, la cual no había conducido a la normalización sindical en un marco de libertad y legalidad, sino a su utilización como campo de lucha entre fracciones políticas partidarias.

En febrero del año siguiente, ASA avaló un paro de bancarios iniciado el mes anterior y que había provocado la intervención del sindicato y la prohibición del derecho a huelga por parte del gobierno. Por este apoyo, ASA sufrió la ocupación policial de su sede y el arresto de 46 sindicalistas que fueron condenados a años de prisión, aunque por la presión popular fueron liberados. Entre ellos se encontraba el secretario general de ASA Máspero, quien logró irse a Europa por una beca de estudio de la CISC. En ese contexto ASA emitió otro manifiesto, de tono más radicalizado y antisistémico en el cual denunciaba que la oligarquía al servicio del capitalismo dominaba los gobiernos y los partidos políticos, de ahí que proponía como única solución la organización obrera independiente de estos grupos de poder llevada a cabo por trabajadores imbuidos de procedimientos y doctrinas nuevas, como quienes conformaban la ASA.

Oberlín Molina marca un punto de inflexión en la organización desde mediados de los años 60, de la mano de una dirigencia renovada y más radicalizada. El apoyo a la existencia de una Central Única de Trabajadores, el ingreso a la Democracia Cristiana atraídos por la línea aperturista de Horacio Sueldo, la fusión de ASA con el Movimiento Sindical Demócrata Cristiano en 1967, el acercamiento explícito al peronismo y posteriormente el compromiso con la lucha armada constituyeron algunos hitos de este cambio de rumbo.

En cuanto al peronismo, de acuerdo a testimonios de antiguos integrantes, el apoyo financiero de las centrales obreras cristianas internacionales se interrumpió en la década de 1960 cuando el en ese entonces titular de ASA, Mario Bravo, se proclamó abiertamente a favor del peronismo, puesto que dicho posicionamiento contrariaba el postulado de un sindicalismo cristiano independiente de los partidos políticos. Esta relación fue reestablecida cuando Máspero llegó a ser secretario general de la CLASC.

Respecto de la apuesta por la lucha armada, cuando en octubre de 1969 se realizó en Ecuador un Consejo de la CLASC, el secretario general de la ASA Dante Oberlin habría postulado la legitimidad de la lucha armada en nuestro país. Oberlin Molina afirma que ASA fue un nexo fundamental entre el sindicalismo, la iglesia combativa representada en el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo y las organizaciones armadas como Montoneros y las Fuerzas Armadas Peronistas. Finalmente la estructura de ASA se disolvió en las organizaciones armadas de los 70 y varios miembros sufrieron el exilio y la desaparición.

Fuentes:

Antorcha, Buenos Aires, quincena del 3 al 7 de enero de 1957.

Avanzada, Buenos Aires, 2ª quincena de marzo de 1957.

Notas de Pastoral Jocista, Buenos Aires, marzo-abril de 1956.

Angulo, Francisco: entrevista realizada el 28 de julio de 2005.

Guzmán Efraín: entrevistas realizadas el 19 de diciembre de 2006 y 31 de enero de 2007.

Referencias:

Blanco, Jessica. Ser un dirigente sindical cristiano luego de 1955. El jocismo durante los gobiernos de la “Libertadora”. Boletín Americanista, Universidad de Barcelona, vol. 76, número 1,2016.

Fares, María C. La Unión Federal: ¿nacionalismo o democracia cristiana? Una efímera trayectoria partidaria (1955-1960). S/f. Disponible en https://historiapolitica.com/datos/biblioteca/fares.pdf

Oberlin, Matias. Acción Sindical Argentina. El sindicalismo cristiano y su relación con la formación de la guerrilla urbana (1955-1976). XII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia, Facultad de Humanidades y Centro Regional Universitario Bariloche. Bariloche, Universidad Nacional del Comahue, 2009..

Scodeller, Gabriela. La formación político-sindical de los trabajadores socialcristianos en la Argentina de los años ’60. Anuario del Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”, año 11, n° 11, 2011.

Soneira, Abelardo J. «Trayectorias creyentes/trayectorias sociales». Zalpa G. y Offerdal H, ¿El reino de Dios es de este mundo? El papel ambiguo de las religiones en la lucha contra la pobreza. Bogotá, CLACSO, Siglo del Hombre Editores, 2008.

Spinelli, María E. Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la “revolución libertadora”. Buenos Aires, Biblos, 2005.

Touris, Claudia. Catolicismo y cultura política en la Argentina. La ‘constelación tercermundista’: 1955-1976. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires (tesis doctoral), 2012.

Jessica Blanco