Esta publicación nació para “defender la Revolución Libertadora”. Tuvo treinta y un entregas, comenzando a publicarse en octubre de 1956.

            Su editor fue Víctor Klaiman, quien para la época dirigía el Diario Crítica. Sus colaboradores más directos en la redacción fueron Alberto Rudnisky y José Rummi. Sus promotores fueron periodistas profesionales que a su costa publicaban el periódico. Destacaban que la dirección de la publicación era rotativa. Tras su salida, agradecieron a “todos nuestros amigos del periodismo porteño que se refirieron a EL GORILA con motivo de su aparición” (EG,3).

            Su lema: “Un centinela de la Libertad y de la Decencia”.

            De salida semanal, aparecía los días jueves.

            Sus secciones:

“Así actuaban los Cardozo. Los torturados tienen la palabra”.

“Indiscreciones del GORILA de Turno”.

“La Revolución detrás de la Revolución (acciones durante el peronismo).

“Si no lo sabe…entérese”.

            Tenía cuatro páginas, con un tamaño de 42 por 58 centímetros. Como punto de venta fijaron el kiosco de Leandro N. Alem y Viamonte.

            Las ilustraciones estuvieron a cargo de Clément Moreau, artista alemán que residió en la Argentina entre 1935 y 1961.

            En la exposición de motivos sobre su nombre, decían:

«Nuestro nombre no existe en la fauna vernácula. Pero EL GORILA adquirió carta de ciudadanía cuando nació en la noche tenebrosa de la tiranía, con una lacerante incubación de doce años. Por eso llega hoy EL GORILA hasta la calle. Necesitamos mantener limpios los caminos abiertos hacia la democracia. Y barrer la basura que se amontona, único obstáculo que todavía queda. Basura de ayer. También, basura de hoy. Las dos, residuos del sensualismo y de la corrupción sembrada por la pandilla» (EG,1).

La “pandilla” aludida era frecuentemente mentada como “pandilla de Ali Baba” en clara referencia a Perón, a quien acusaban de no comparecer ante los jueces que debían juzgarlo por cuestiones públicas y privadas. En tono de desafío, escribían: “¿Porqué no te venís Alí? Aquí tenés alojamiento seguro y barato” (EG,3). Otras formas de referirse a Perón fueron: “el prófugo”, “dictador” o “Pochito”.

Escrita desde la matriz liberal-conservadora, la publicación buscaba confrontar con el peronismo. Por el momento de aparición y teniendo en cuenta las relaciones que se establecieron en el campo político atacó fuertemente a los nacionalistas y a los comunistas. En menor medida, dedicó algunas columnas a Frondizi.

            En su despliegue iban sentando posición con respecto al proceso político nacional.

            De manera continua había referencias a Perón y sus intervenciones remotas en la política argentina, en términos análogos a los utilizados por el gobierno de Aramburu y Rojas (EG,5).

            Se opusieron a todo tipo de amnistía para los militantes y dirigentes peronistas: “No es posible haber olvidado en sólo un año la larga cadena de días que forman la época nefasta del ‘tiempo del desprecio’ de la dignidad argentina” (EG, 11).

            Señalaban que Perón había realizado un autoatentado con la voladura de su auto en Caracas, para presentarse en papel de víctima (EG, 31).

            Los nacionalistas de Azul y Blanco, eran acusados de defender “la soberanía… de Alemania o Inglaterra”. Fueron bautizados como “chimangos” (“ave carnicera, de rapiña…de color pardo obsucro y blanquizo acanalado”, según el diccionario de Saubidet) al dejar de ser “cóndores” (referencia a los iconos aliancistas del pasado). En sus páginas les recordaban sus antecedentes en los años treinta y el golpe militar del 43, ligándolos a posturas autoritarias. En una caricatura aparecían en un número compartido “el virrey” (Juan Carlos Goyeneche) con “el payaso” (Marcelo Sánchez Sorondo) (EG,3). En otra entrada los acusaban de estar de manera permanente en la búsqueda de un general o se los calificaba como agrupación “naziamadeista” (EG,5). Solicitaron que el “AZCO” (Azul y Blanco and Company) “fuera puesto fuera de la ley”(EG, 31).

            El “Pe Ce”era acusado de buscar indebidos acercamientos: “el comunismo pide una trasfusión de sangre peronista. Por eso abre de par en par sus puertas para que entren todos, en confuso montón”. Antes habían citado a Codovilla que había planteado una campaña de afiliación para llegar a los 100.000 cotizantes, contando con la adhesión de peronistas arrepentidos o los que quieren seguir considerándose tales, “contritos ” o “reincidentes” (EG,3).

            Frondizi era tildado de “candidato apresurado”, “ególatra”, jefe de una “sociedad de responsabilidad ilimitada”, portador de una “ambición mezquina y partidista” (EG,5).

            Al iniciar el año 1957, señalaban que la Revolución Libertadora no necesitaba “mitos”, solo sacrificio (“cinturón apretado”) con el que se sortearía la pesada herencia peronista («la inflación”) (EG, 11).                   

            En todo momento defendieron al gobierno militar:

            “La revolución está resuelta a vencer cualquier escollo” (EG,3).

«La Revolución vino para dar libertad al pueblo. No para prestarse al juego de los sombríos intereses que se comercializan y capitalizan atentando contra el pueblo. La Revolución nació para dejar a la Argentina libre de odios y libre de miserias…extirpando de una vez la carcoma enferma de la tiranía que roía el cuerpo de la Nación» (EG, 15).                            

Para las elecciones de convencionales constituyentes confiaron en una derrota del peronismo: “El demagogo confunde recto por torcido. Será la Constituyente tumba de los tiranos” (EG, 25). En el número de mayo, consignaron: “Verdad y libertad, únicas armas de la revolución. Paso y peso firmes han resultado la mejor respuesta a las maniobras oportunistas” (EG, 29).Para la entrega correspondiente al 23 de mayo, reafirmaban el compromiso de las Fuerzas Armadas con el llamado a elecciones (EG, 30). En la tapa del 30 de mayo señalaban que “Pueblo y Libertad, esto es nuestra democracia” (EG,31).

            En el campo de la política reivindicaban la tarea de los exiliados en Montevideo durante la dictadura surgida del golpe del 4 de junio, señalándolos como precursores de la Revolución Libertadora; a los miembros de la Junta Consultiva y a figuras particulares como Santiago Nudelman  (EG,3). Su línea educativa reivindicaba la Ley 1420, señalándola como la inspiración “espiritual que contribuyó a derrocar a la dictadura” (EG, 5) y sostenían la necesidad de la “educación democrática”, en lugar de la instrucción cívica (EG, 31). En el ámbito gremial buscaban la normalización sindical con la idea apoyar a conducciones no peronistas, justificaban las intervenciones del Ministerio de Trabajo del gobierno militar y se referenciaban en Eudocio Ravines, de quien elogiaban su libro Un continente en erupción (EG,3). En el periodismo saludaron los 87 años del diario de los Gainza Paz que “adquirió una significación mayor de la corriente, si recordamos que la celebración se realizó con La Prensa recuperada por sus propietarios, con el ejercicio de la libertad y la democracia restaurados en el país” (EG,3).

            Según trascendidos periodísticos, en una cena entre el Padre Azpiazú y militares del gobierno, el primero habría sugerido el cierre del semanario por cuanto era más lo que desprestigiaba que lo que acreditaba al gobierno. Con posterioridad, el sacerdote salió a desmentirlo (Mayoría, 8).

            Ante los rumores de cierre del semanario, desde el periodismo de orientación nacionalista se lamentaron de su desaparición porque El Gorila “ponía una nota distinta dentro del panorama bastante uniforme del periodismo encadenado de la ‘libertadura’” (Mayoría, 11).

En la entrega del 23 de mayo pidieron apoyo a sus lectores argumentando problemas económicos, que sus adversarios atribuyeron al cese del apoyo oficial (Mayoría, 8).

A fines de mayo de 1957 plantearon “un paréntesis en la brega” y explicitaron los problemas por los que atravesaban (“prosaicos motivos de naturaleza pecuniaria”). Podemos agregar a ello las críticas desde el seno de los grupos oficialistas, el tratamiento de temas inconvenientes (manejo de la industria del azúcar) o las escasas ventas del periódico, como motivos concurrentes al cierre de esta experiencia político-periodística.

Fuentes:

Colección de El Gorila. Número 1 (octubre 1956) al 31 (mayo 1957).

Mayoría. La bolsa negra de las noticias. Número 8. 27 de mayo de 1957.

Mayoría. “El Gorila”, ¿R.I.P.? Número 11. 17 de junio de 1957.

Referencias:

Carman, Facundo. El poder de la palabra escrita. Buenos Aires, BN, 2015.

Julio Melon Pirro y Darío Pulfer