Las comisiones investigadoras fueron una de las primeras medidas implementadas por el nuevo gobierno dictatorial que destituyó a Juan Domingo Perón. Eduardo Lonardi asumió el cargo de presidente provisional el día 23 de septiembre de 1955 cuando arribó proveniente de Córdoba a la entonces Capital Federal y tuvo un recibimiento apoteósico en Plaza de Mayo. El 7 de octubre, apenas dos semanas después, se formaron estas comisiones cuyo propósito fue investigar en detalle todo lo ocurrido con el gobierno peronista en lo concerniente a diversos aspectos de la gestión gubernamental. Una de ellas, la que llevó el número 49, fue la encargada de indagar en lo atinente a las políticas públicas llevadas a cabo en el plano deportivo. Fue presidida por el Coronel retirado Alejandro Ojeda y se encontraba domiciliada en la Av. Carlos Pellegrini 1362, sede de la Confederación Argentina del Deporte-Comité Olímpico Argentino (CADCOA) y lugar en el que se había construido la Casa del Deporte en el año 1950 por iniciativa del ex presidente Juan Domingo Perón. Es decir, se formó en el mismo sitio en el que supuestamente habían ocurrido muchas de las atrocidades vinculadas al gobierno peronista.

            La conformación de una comisión investigadora vinculada a auscultar lo ocurrido en los deportes en Argentina entre 1946 y 1955 no constituyó una medida aislada. En efecto, la asociación entre el gobierno destituido con las diversas manifestaciones deportivas fue muy fuerte y pudo apreciarse en los planos materiales y simbólicos. En el primero de ellos, la inversión realizada por el Estado fue numerosa y se plasmó en la creación de una amplia infraestructura. Las canchas de fútbol de Racing Club, Vélez Sarsfield y Huracán, el velódromo, el autódromo, la creación de torneos deportivos colegiales a lo largo y ancho del país, así como la organización de eventos de relieve como el Campeonato Mundial de Basquetbol en 1950 y los Primeros Juegos Panamericanos en 1951. En el aspecto simbólico, Perón fue un habitúe de las diversas justas deportivas que se llevaron adelante durante su gestión, lo que fue interpretado como parte del apoyo que el gobierno prestaba a cada una de ellas.

            Por los motivos expuestos, desde la autodenominada Revolución Libertadora se le dio primordial importancia a esta comisión que tuvo la potestad de erigir sub comisiones destinadas específicamente a todas las asociaciones deportivas así como a cada uno de los clubes de fútbol. Partiendo de la premisa de su culpabilidad las asociaciones y los clubes tuvieron que demostrar su inocencia con frondosa documentación. La misma debía explicar el destino otorgado a los cuantiosos préstamos otorgados por el gobierno saliente. Del mismo modo, debía informarse si se habían adquirido ejemplares de La Razón de mi vida, libro que narraba la vida de Eva Duarte de Perón, si se había construido algún busto de la ex pareja gobernante, si se habían comprado estampillas para construir el monumento al descamisado, o si se había adherido al duelo por la muerte de la esposa del ex presidente en el año 1952.

            La idea que predominaba en las altas esferas gubernamentales era la que hacía hincapié en la utilización que Perón realizaba de los deportes, donde estos fueron desvirtuados de sus sanos propósitos constituyendo “un elemento corruptor de la juventud”.

            Un aspecto nodal de estas subcomisiones fue la delación ejercida por ciudadanos que en la mayor parte de los casos se hicieron eco de determinados rumores para lanzarse a escribir misivas destinadas a la plana mayor del nuevo gobierno surgido del golpe de estado perpetrado en septiembre de 1955.Cecilio Conditti, último presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) nombrado por el gobierno peronista sufrió los rigores de estas denuncias que en gran parte eran anónimas.Por ejemplo, el Expediente n° 2344, ingresado el 7 de noviembre de 1955, estuvo firmado por un particular quien dice tener información fehaciente sobre viajes del ex mandamás de la AFA a Europa para realizar actividades lucrativas, además de la compra de varias propiedades que estarían a nombres de testaferros. “Ante todo le pido perdón por la mala letra y la falta de redacción”, comienza su descargo este ciudadano, quien se vio interpelado por el clima de violencia vivido desde la misma asunción de Lonardi y escribió una larga carta. Otro presidente de la AFA, Valentín Suárez, también sufrió los rigores de estas denuncias. “Un ferviente colaborador de la revolución” sembró las sospechas sobre su presunto enriquecimiento ilícito tal se desprende del Expediente n° 5242/56. A su vez, existieron personas que enviaron notas con su nombre y apellido a fin de colaborar con la depuración que propiciaba el gobierno dictatorial. Raúl Almeida fue uno de ellos. De profesión abogado, y domiciliado en la calle Florida 229, se ofreció el 29 de noviembre de 1955 a brindar datos de interés respecto a la actuación de Ismael Pace y el estadio Luna Park en los años en que Perón fue presidente de Argentina.

La acción de estas comisiones repercutió de modo ostensible en la vida social e institucional de la mayor parte de las asociaciones. Por ejemplo, la Federación Argentina de Aficionados al Billar le solicitó a la subcomisión una rápida resolución de su caso puesto que “esta Federación necesita encauzar su vida institucional con el fin de arbitrar los medios materiales que le permitan absorver (sic) el déficit ocasionado por la organización del I Campeonato Mundial de Billar”. Empero, algunas entidades deportivas salieron ilesas de estas averiguaciones. Fue el caso de la Unión Argentina de Rugby, que realizó sus actividades “sin contaminación política de ninguna especie”. El cambio en la situación política provocó que varios dirigentes que no habían tenido espacio en la vida política de las entidades y los clubes asumieran un renovado protagonismo. La desperonización y la revancha también tuvieron lugar en el deporte.

Fuentes:

Expedientes N° 2344/1955; N° 20/1956; N° 5242/1956; Expediente N° 103.711/1957.

Referencias:

Ferreyra, Silvana. El peronismo denunciado: antiperonismo, corrupción y comisiones investigadoras en el golpe de 1955. Buenos Aires, Eudem/GEU, 2018.

Libro Negro de la Segunda Tiranía, Buenos Aires, 1958.

Ruffini, Martha. “Tiempos antiperonistas en la Patagonia argentina. La acción de las Comisiones Investigadoras durante la “Revolución Libertadora””, en Revista Páginas, Año 8, n° 16, 2016.

Spinelli, María E. Los vencedores vencidos.  El antiperonismo y la revolución libertadora, Buenos Aires, Biblos, 2005.

Villarreal, Daiana. Prácticas represivas y políticas carcelarias en el gobierno de la “revolución libertadora” (1955-1958).Tesis Licenciatura en Historia, UNQui, 2020.

Iván Orbuch