Para 1956 existían exiguos trabajos de carácter revisionista vinculado a la problemática cultural. Hasta la edición del primer trabajo de índole ensayístico del entrerriano Fermín Chávez Civilización y barbarie. El liberalismo y el mayismo en la historia y en la cultura argentina los mismos no habían sido encarados desde un enfoque ontológico historicista, donde el rol de los intelectuales y su praxis ocuparan un lugar trascendental al momento de la creación de sentidos sobre la realidad sociopolítica en ciernes.

Chávez retomó el viejo dilema sarmientino, para profundizar la reflexión originaria del ensayista sanjuanino: si hasta entonces “civilización/barbarie” se constituían en banderas que se representaban desde la otredad política e identitaria, Chávez volvía a la complejidad de la lectura panfletaria del antirrosista: la cultura nacional se encontraba para él conformada con ambas vertientes enfrentadas.

Desde una lectura a partir de la historia de la cultura con un enfoque historicista, nutrida de una interpretación basada en Giambatista Vico de la misma (entendiendo al tiempo en sentido vectorial, con su corsi e ricorsi, flujo y reflujo), la identidad cultural nacional se encontraba con aportes del campo iluminista (“civilización”) así como desde el historicismo (“barbarie”). El desconocimiento de esta situación agudizaba la crisis ontológica que Chávez advertía en su prólogo de 1956.

Sin embargo, este ensayo había tenido su génesis para 1955, en los prolegómenos del golpe a Juan Domingo Perón efectuado por la “Revolución Libertadora”. “Civilización y barbarie en la cultura argentina” saldría como separata para la Revista de Estudios Americanos de Sevilla y constitía un adelanto de su casi homónimo publicado luego de la caída del peronismo, en donde se acentaba el carácter coyuntural del mismo.

            Algunas pautas de la problemática de la clásica dicotomía sarmientina se traslucía en un artículo publicado en 1953 para la revista Dinámica Social:

                Quizás los términos de esa fórmula (‘Civilización y barbarie’) tomados por separados fueron      verdaderos, pero el juicio de conjunto que pronunciaba Sarmiento fallaba por lo injusto y    desequilibrado. Al sanjuanino lo dejaba extraviado el término ‘Civilización’: era como siervo   de esa   palabra. Y no quería advertir que los valores humanos de lo que él llamaba Barbarie eran la mayoría de las veces superiores a los de su civilización.

(…) Es tarea de los historiadores jóvenes (y denomino así a los que no tienen compromiso con el pasado), la de ir hilando fino en los sucesos y en las vidas argentinas del ayer próximo para que se vea donde andaba lo americano y donde lo aparentemente argentino. El total  desconocimiento que generalmente se tiene de nuestra historia a partir de Caseros es una de    las fallas fundamentales de los estudiosos que tratan de interpretar hoy la realidad argentina… (“Actualidad de una biografía”, Dinámica Social. N° 40, 1953).

                La tesis de su trabajo publicado en Sevilla viene a instalar que el problema nacional es de índole cultural: desde que fue construido un falso concepto de “civilización” con la Generación de 1837, se comenzó a hablar de la “barbarie americana” en sentido negativo.

                «Libros como ‘Muerte y transfiguración del Martín Fierro’ de Martínez Estrada, ‘Las ideas  políticas en Argentina’ de José Luis Romero, ‘El espíritu de Mayo y el revisionismo  histórico’ de Barreiro, los trabajos de Borges interpretando lo criollo, resultan así vehículos (conscientes o inconscientes) de denigración de lo original en provecho de  lo  espúreo, sea este último londinense o parisino, como ayer, en tiempos de ‘la civilización de la levita’.

                Ramón Doll, Leonardo Castellani, Ernesto Palacio, Rubén Franklin Mayer, los hermanos razusta, José María Rosa en su último libro (‘Nos los representantes del Pueblo’) y Amaro Villanueva, entre los marxistas, han mostrado a los argentinos –en especial a las jóvenes generaciones– la gran mentira que pesa sobre nuestra cultura por obra de  quienes no han llegado a entender que la historia de nuestra nación no es la historia de sus oligarquías mercantiles, pendientes de los  empréstitos o de la banca            internacional (Chávez, Fermín, “Civilización y barbarie en la cultura    argentina”, Revista Estudios Americanos. N°49. Sevilla, 1955, p. 427.)

En 1956, la editorial Trafac editaría “Civilización y barbarie. El liberalismo y el mayismo en la historia y en la cultura argentina”. La misma estaba conformada con el ensayo editado previamente (con ligeras modificaciones) junto a otros capítulos donde profundizan varios aspectos vinculados a dicha problemática y realizaría avances sobre diversas figuras del federalismo argentino posterior a Caseros, constituyéndose en una novedad para el revisionismo histórico argentino.

Abordaría la particular figura de Juan Bautista Alberdi en el capítulo “Alberdi y los liberales” (luego retomaría dicha perspectiva para la colección La Siringa de Arturo Peña Lillo con el título “Alberdi y el mitrismo” en 1961); discute con la obra de Ezequiel Martínez Estrada en torno a su clásico dedicado al Martín Fierro, inaugurando sus estudios en torno a José Hernández y su obra;  y presentaría las semblanzas intelectuales de figuras del federalismo entrerriano como Alejo Peyret y Francisco Fernández.

“Civilización y barbarie…” inaugura la ensayística vinculada en torno al peronismo, la cultura y el rol de los intelectuales (si bien desde la izquierda nacional Jorge Abelardo Ramos ya lo  había discutido en Crisis y resurrección de la literatura argentina) a partir de la crisis desatada luego del golpe cívico militar, la proscripción, persecución y censura hacia el peronismo y el vacío de legitimidad que dejaba su líder exiliado. En 1957, Arturo Jauretche continúa en la senda de Chávez con Los profetas del odio (también editado por Trafac) mientras que Juan José Hernández Arregui realizaría el luego popular trabajo Imperialismo y cultura en clave similar a la propuesta de Chávez, aunque realizada desde un matiz más sistematizado y ordenado.

La “Revolución Libertadora” se legitimaba bajo un discurso histórico: se consideraban los vencedores ante un “Nuevo Caseros”, donde partía al exilio el “segundo tirano”: Juan Domingo Perón. Amparándose en lo que denominaban la “Línea Mayo- Caseros”, Fermín Chávez respondía visibilizando la idea de “mayo” para el liberalismo que suscribía el viejo relato mitrista y luego de la “Historia Oficial”. En la presentación de su trabajo advertía

«Hasta el presente, los doctores unitarios celebraban Mayo como una victoria limpia del pueblo y del ejército. Ahora lo celebran jubilosamente unido a Caseros, es decir, unido a  una derrota del ejército argentino frente a tropas extranjeras que se tomaban el desquite de Ituzaingo. La complacencia por Mayo alcanza también a la derrota de Caseros, hasta tal punto que se ha creado una Comisión para la Vigencia del Ideal de Caseros. ¿Será el ideal de aliarse al extranjero para llegar al gobierno de la Nación?

Si nos detenemos un instante frente a los doctores de Ascua advertiremos inmediatamente  que su gran sofisma radica en dar más importancia a lo formal (códigos, constituciones, estatutos) que al país real: más importancia a las minorías ilustradas y a las “oligarquías de familia” que al pueblo argentino y a la soberanía popular; más a la constitución rivadaviana             que a las provincias argentinas que la rechazan categóricamente (“Civilización y Barbarie”, Prólogo).

            Y remataba su reflexión diciendo que “la línea Mayo-Caseros se alimenta de la formula Civilización y Barbarie, con la única diferencia que ahora los bárbaros son todo el pueblo argentino que no concuerda con los esquemas clásicos del liberalismo”.

Diez años después de su trabajo inicial, Chávez a través de la editorial nacionalista Theoría reeditaría su tesis Civilización y barbarie en la historia de la cultura argentina ampliando su trabajo con el agregado de dos capítulos: “Sobre la desubicación de nuestros intelectuales” (un artículo que discute en torno al legado peronista y la percepción de los intelectuales) y “Cronología cultural de los heterodoxos argentinos”.

Este último capítulo significaba el puntapié inicial para futuros trabajos que continuaron la senda ensayística, proponiendo la búsqueda de una nueva episteme. De esta forma en 1973 publicó La cultura en la época de Rosas, en 1977 Historicismo e iluminismo en la cultura argentina, La recuperación de la conciencia nacional en 1983, Porque esto tiene otra llave en 1992, La conciencia nacional: historia de su eclipse y recuperación en 1996, sin contar su vasta obra publicada en diversas revistas y semanarios que abordaban dicha problemática: desde Dinámica Social, pasando por Mayoría, Qué sucedió en 7 días, Ahijuna, Todo es Historia, Pueblo Entero, Movimiento, Crear en la cultura dan cuenta de una continua y agitada recuperación de una cultura de raigambre historicista desde fines de la década de los cincuenta hasta sus últimos años.

Referencias:

Chávez, Fermín. “Civilización y barbarie en la cultura argentina”, Revista Estudios Americanos. N°49. Sevilla, 1955.

Chávez, Fermín. Civilización y barbarie. El liberalismo y el mayismo en la historia y en la cultura argentina. Buenos Aires, Trafac, 1956.

Chávez, Fermín. Civilización y barbarie en la historia de la cultura argentina. Buenos Aires,  Theoría, 1965.

Chávez, Fermín. La cultura en la época de Rosas. Buenos Aires, Theoria, 1973.

Chávez, Fermín. Historicismo e  iluminismo en la cultura argentina. Buenos Aires, Theoria, 1977.

Chávez, Fermín. Historicismo e iluminismo en la cultura argentina. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982.

Chávez, Fermín. La recuperación de la cultura nacional. Buenos Aires, Peña lillo, 1983.

Chávez, Fermín. Epistemología para la periferia. Buenos Aires, Ediciones de la UNLa, 2012.

Manson, Enrique. Fermín Chávez y su tiempo. Buenos Aires, Edic. Fabro, 2011..

Otal Landi, Julián. El joven Fermín Chávez. Buenos Aires, Edic. Fabro, 2021.

Julián Otal Landi