(Córdoba, 1923- Buenos Aires, 2003).
Nació en Córdoba en el seno de una familia trabajadora rural. Su padre, parte del año trabajaba en el campo y también realizaba labores como albañil. Su madre -dedicada a las tareas domésticas- tuvo que migrar a Buenos Aires en 1932 cuando enviudó.
Con trece años comenzó a trabajar en una fábrica donde permanece siete años. En 1943 ingresó al Seminario de Villa Devoto. En 1945 terminó sus estudios en filosofía, año en el que viaja a Italia a estudiar teología. Allí fue compañero de Enrique Angelleli y Gerónimo Podestá. Allí, se ordenó sacerdote. Regresó al país en 1952 y comenzó a trabajar en la parroquia de la Encarnación del Señor, en la zona norteña de Chacarita. “Ya tenía la idea de los curas obreros franceses. Se creó un centro dependiente de esa parroquia, pero que funcionaba en Paternal, del otro lado del Warnes. Trabajaba en lo social nada más (…) El primer día que llegué de uniforme, con sotana, me miraban y no podían creerlo. Me saqué la sotana, la colgué de un alambre, se creó una relación y empecé a ayudarlos con la mezcla. Se creó una mutual de ayuda a la construcción de viviendas y yo trabajaba de eso. Todavía no me daban permiso para trabajar en una fábrica, que era lo que yo quería”, recordó años después (Daunes; Korol).
Con el tiempo obtuvo la autorización y durante un año y medio se desempeñó como obrero en una fábrica metalúrgica donde hacían procesadoras. Fue despedido por afiliarse al sindicato.
Con el Concilio Vaticano II se inició una nueva etapa en la historia de la Iglesia Católica y en la vida de Ramondetti. En particular, tuvo impacto la carta de los 18 Obispos del Tercer Mundo–entre los que se encontraba Hélder Cámara- y los posicionamientos políticos allí presentados. Cuando recibió dicho documento de manos del obispo Alberto Devoto de Goya, junto a Héctor Botán y Rodolfo Ricciardelli, en octubre de 1967, lo tradujo al castellano poniéndolo en circulación por todo el país. Durante semanas, los tres sacerdotes fueron sorprendidos por la intensidad y cantidad de respuestas que recibían. Obtuvieron el apoyo de 273 curas argentinos quienes se encontraron para escribir la misiva que enviaron en apoyo a la II Reunión del Consejo Episcopal Latinoamericano en Medellín (1968).
Fue así como se gestó el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM), realizándose el primer encuentro el 1 y 2 de mayo de 1968 en Villa Manuela, Córdoba. Miguel fue Secretario general de este movimiento que funcionó entre 1968 y 1974. En aquella época fue, además, colaborador de la revista Cristianismo y Revolución dirigida por Juan García Elorrio.
Cuando se desató el debate dentro del Movimiento (Santa Fe, 1971) entre los que se inclinaban por el peronismo y aquellos que presentaban fuertes críticas por adherir al socialismo, Miguel se inclinó por el segundo grupo. Diferenció lo que él denominó “peronistas del pueblo” (entre los que se encontraban los peronistas de izquierda, como Rolando Concatti y Rubén Dri) y los “peronistas de Perón” (el grupo de Buenos Aires). Con los primeros, en particular con el grupo los curas del noreste, tenían una buena relación; no así con el segundo grupo en especial con Jorge Vernazza con quien sostenía profundas diferencias teóricas y políticas.
Su compromiso lo llevó a ser perseguido por la policía y fue detenido en diferentes oportunidades tanto en Goya y en Rosario.
Con el advenimiento de la dictadura Ramondetti se exilió pasando dos años y medio en Francia, uno en México hasta que finalmente llegó a Nicaragua en 1980 donde entabló una amistad con Fernando Cardenal. Trabajó como albañil, de electricista, en el mantenimiento de una escuela y también en la municipalidad.
Regresó al país en 1985 presentando fuertes críticas a la Iglesia católica por su accionar durante la dictadura militar. Allí fue cuando decidió dejar los hábitos. Sobre esta etapa recuerda, “todos sabían lo que estaba pasando, que no vengan con el cuento. Si hubieran hecho lo que correspondía no hubieran muerto Angelelli y muchos miles más. Si quieren sintetizarlo en una sola palabra, yo diría que la actitud de la jerarquía fue una gran traición. Sólo un 5% se las juega y un porcentaje del 95% no sólo está ausente sino que está perversamente presente; yo no encuentro racionalidad para integrarme a esta institución” (Bruschtein).
Después del retorno al país continúa con su compromiso de militante.En la cabecera de su cama donde pasó los últimos días lo acompañaban tres imágenes: una fotografía de juventud de su madre, un retrato del Che Guevara y un crucifijo. Falleció a los 80 años el 28 de febrero de 2003 en Villa Bosch, provincia de Buenos Aires.
Fuentes:
Entrevistas realizadas por Liliana Daunes y Claudia Korol en marzo del 2002.
Bruschtein, Luis “Si la Iglesia hubiese hecho lo que correspondía, no hubiera muerto Angelelli” en Página/12. Sábado o1 de marzo de 2003.
Uranga, Washington, “Un hombre comprometido y frontal”, en Página/12, Lunes 17 de Marzo de 2003
Referencias:
Baschetti, Roberto.Documentos 1970-1973. De la guerrilla peronista al gobierno popular.Avellaneda, Ediciones de la Campana, 1996.
Bresci, Domingo. Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.Buenos Aires: Centro Nazaret- Cehila-Proyecto, 1993.
MSTM. A cincuenta años delMovimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Buenos Aires: GES-Comunicación, 2018.
Gutiérrez, J. La fuerza histórica de los villeros. Buenos Aires: Jorge Baudino Ediciones, 1999.
Martín, José P. El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, Un debate argentino. Buenos Aires, Editorial Guadalupe-Castañeda, 1991.
Martín, José P. Ruptura ideológica del catolicismo argentino. 46 entrevistas entre 1988 y 1992. Buenos Aires, Universidad Nacional General Sarmiento, 2013.
Lanusse, Lucas. Cristo Revolucionario. La Iglesia Militante. Buenos Aires, Ediciones Vergara, 2007.
Seisdedos, Gustavo. Hasta los oídos de Dios. La historia de los sacerdotes para el Tercer Mundo. Buenos Aires, Ediciones San Pablo, 1999.
Vernazza, Jorge. Para comprender una vida con los pobres: los curas villeros. Buenos Aires, Editorial Guadalupe, 1989.
Mara Espasande