Los primeros núcleos de muchachos nos juntamos alrededor de Cooke cuando Perón lo nombraInterventor del Partido en la Capital. Allí se comienza a formar lo que luego se llamará Comando Nacional de la Resistencia. A la cabeza están Marcos y Lagomarsino.

El 16 de septiembre llorábamos: no teníamos armas. No se las habían querido dar a Cooke. Nunca hubo armas para los civiles. Salvo algún 32 o 45 . La guerra la hicimos con caños. Todo tuvimos que improvisarlo. Nunca hubo armas. Todo tuvimos que improvisarlo, dede las contraseñas. Por ejemplo, hablábamos por teléfono: “Van a retirar las resmas de papel”.  Eso significaba un traslado de caños. En esas primeras épocas que cayeron presos, saltaban zanjas con nosotros “Pepe” Rosa y Rodolfo Puiggrós.

Nunca hubo armas. Se hablaba siempre de misteriosos cajones con granadas y ametralladoras. Pero nadie las vio nunca. Siempre había un ignoto oficial comprometido. Y grupos que esperaban un milico salvador….

Una vez nos citan a una reunión en Tapiales. Llegamos a una casa, retiran una mesa y abren una trampa en el suelo. Abajo estaban Calace que era metalúrgico, Agarrabere, Zucotti, y un tal Pedernera de UTA. Empezaron con la cantinela de siempre: “No se puede aguantar más… hay que salir mañana”. Y agregan que ellos tienen un uniforme de un general. Ya estábamos hartos de las patrañas de los bengoistas. El viejo Cesar Marcos se para y le dice: “Me permiten compañeros”. ¿Porque no se van a la reputa madre que los parió? “Yo con el uniforme de general me limpio el culo”.

Nosotros teníamos la conciencia que la cosa iba para largo. Diez o más años, y nos quedamos cortos.

Con los milicos no colaboramos. Creo que si ganaba Valle nos fusilaban a nosotros. Muchos eran lonardistas y no querían saber nada con la vuelta de Perón y Perón estaba al tanto.

También teníamos que luchar con la concepción equivocada del coronel Gentiluomo. Cuando Aramburu da el golpe, el 13 de noviembre, estábamos reunidos en Mataderos y Gentiluomo nos dice: “Este es amigo mío, es peronista”. Siempre querían salir al día siguiente. Decían que tenían armas, pero nunca aparecía nada.

En noviembre de 1955 proliferaban los comandos clandestinos peronistas. El nuestro era uno de ellos pero comenzado….desde antes de septiembre, era de los más amplios y de los más organizados. Cooke había dado preferencia a la juventud. Los de la Alianza se dividieron al poco tiempo. Por ejemplo a Kelly los compañeros de la Alianza de Mataderos, que estaban en nuestra línea, lo rajaron. Después muchos agarraron para el lado de la cana. Eran cerrados. En el 56 compartíamos un pabellón en Caseros. Cuando lo mandan a Ramón Prieto desde el Sur, pretenden negar su ingreso por bolche. Hicimos una votación y perdieron. Prieto entró. Los pabellones más combativos eran el 41 y el 34. De la mucha gente que estuvo presa allí solamente algunos se portaron bien. Lo que nosotros llamábamos ‘conducta carcelaria ‘. En tren de hacer nombres, y con el riesgo de olvidarme de alguno, rescatamos a Tito Pére; Otero, Bidegain. Cooke, Gobello, Gómez Morales, y entre los milicos, Aloé (el teniente, hijo del ex gobernador bonaerense).

Nosotros caímos en pleno el 2 de junio. Marcos era demasiado cuidadoso. Tenía los nombres de todos y las direcciones. Fue lo que nos salvó. Si no, nos fusilan. Los milicos no podían creer que una organización subversiva tuviera todo cantado. Creyeron que éramos de la superficie. No nos relacionaron con el 9 de junio. Y no estábamos relacionados, pero sí con otras cosas.

Esta falla de clandestinidad era común. En el57 lo detienen a Amoroso, que vuelve de Chile con todo el paquete del Consejo Coordinador. Otra: la detención de Fernando Torres en Ushuaia. Los marinos la llamaban ‘Operación Cholga ‘. Así llamaban esos infantiles a sus operaciones. ‘Cholga’, ‘Yerba’, ‘Sol’, etcétera. Todos los que Cooke quiso mandar saludos a través de su abogado, Torres, fueron interrogados en Buenos Aires.

Íbamos de cocina en cocina, noche tras noche, explicándoles a los compañeros que no podíamos esperar nada de los milicos salvadores, sino que todo vendría de la organización casa por casa. Todos nos preguntaban: “¿Cuándo vuelve Perón?”. Les decíamos: “Perón va a volver sólo mediante la organización y la lucha del pueblo. Si no, no vuelve”.

Y después explicábamos pacientemente que la lucha sería larga, que duraría años. Muchas veces, sin embargo, al salir, venía por ejemplo el dueño de casa, que había escuchado horas y nos preguntaba confidencialmente, “¿Para cuándo el golpe, muchachos?”.

Había un constructor que salía todos los días a las seis de la mañana y se ponía a mirar el cielo: esperaba el “Avión Negro”. La gente se aferraa a cualquier esperanza.

El Comando Nacional estaba en la intransigencia total. Su consigna era “Por la vuelta incondicional e inmediata del General Perón”.  En un momento dado, entre 1955 y 1956, tuvimos 22 sindicatos en nuestra línea. Por ejemplo, Sanidad, Madera, Frigorífico Nacional, Gas del Estado, Vestido, etcétera. Pero, hablando estrictamente, los grupos sindicales que participaron en la Resistencia, que se sumaron a nosotros, lo hicieron más por relaciones barriales, zonales, que por las estructuras gremiales. La mayor parte de nosotros vivíamos en Mataderos, Villa Luro, Liniers.

Yo trabajaba en el Lisandro de la Torre. El 26 de septiembre de 1955 el Friogorífico estaba rodeado por el Ejército. Sin embaro, no se habían atrevido a tocar el busto de Evita. Nosotros todos los 26 poníamos una palma. Yo salí, compré una, le hice poner una cinta que decía: “A Evita, de sus compañeros”, y recorro como veinte cuadras con la corona a cuestas. El problema era cruzar las tropas. Pero los soldados y suboficiales no sólo me dejaron pasar sino que me alentaban. ‘¡Bien, pibe, bien!’.

Cuando entré, Amoroso avisó dentro del Frigorífico. Todos pararon y bajaron a rendir homenaje. Allí me sacaron lafoto. Un año después yo estaba preso y varios compañeros le van a pedir por mí al general (Juan) Quaranta. ‘A ése -dice Quaranta- no me lo nombren’. Y saca un montón de fotos, en una estaba yo con la famosa palma. En otra estaba retratado uno de los compañeros que pedían por mí. Casi lo dejan adentro a él también.

Hablando de fotos… Después del 26, un teniente coronel ocupó el Lisandro con las tropas. Nosotros teníamos en un baúl mil fotos de Perón en colores. Las dejamos caer encima de la comitiva. Del susto se tiraron cuerpo a tierra.

Después se hizo cargo el capitán Tropea, un gorila de la Marina.» Nos recibió a los de la Comisión Interna flanqueado por dos tipos con ametralladoras. Dijo: “Señores, esto es así, y así, y así y terminado”. Alguien le contestó: “¿Terminado? Si todavía no empezamos …” Fuimos a parar todos en cana al baño. Días después vinieron (Francisco) Manrique y el Jefe de Policía. Les volcamos la camioneta. «

Cuando nos detienen en junio del 56, desde la Policía nos llevan a todos de la nariz al SIN (Servicio de Informaciones Navales) que eran los que dirigían el operativo. Nos interrogaban tenientes jóvenes, corteses. Ellos creían que los peronistas éramos todos ladrones enriquecidos y vieron que los peronistas que ellos detenían vivían humildemente. Y se ponen a dialogar con nosotros. En un momento de la conversación. uno me dice: “No fuimos nosotros los que fusilamos; fue el Ejército”’. Mirá qué hijo de puta. Ellos prepararon todo para que el Ejército fusilara y después mandarse la parte.

De lo que me enteré después es de que toda la oficialidad joven que nos interrogó, menos uno, pidieron la baja después de comprender la corrupciónque había en el Gobierno. ‘Mire, Saavedra, usted tenía razón -me dijo un teniente de Marina-, acá todo lo que quieren son puestos y coches. Esamos con la mierda hasta acá”. En esa época el Sur estaba lleno de presos: Rawson, Ushuaia, ESquel. Un poco tarde se avivaron.

Hay dos épocas en la resistencia. La primera, desde el 55 hasta Frondizi, pero hay que tener en cuenta que nosotros nunca creímos en el Pacto. Para la elección de Constituyentes del 57 ordenamos el Voto en Blanco. Con Perón. Y para la elección de Frondizi decidimos, abiertamente, la Abstención. Es decir, no votar. Después vinieron de Santo Domingo las dos órdenes de Perón la del alerta y la de la lucha. Los Comandos debían reorganizarse. Para nosotros no fue problema: nunca nos habíamos desbandado.

En la cárcel cantábamos:

¡Guerrillero peronista

No les des paz ni cuartel!

¡Sabotaje, sabotaje,

Que muy pronto han de caer!

Artilleros al cañón,

Afinar la puntería

¡Qué el hijo de puta Rojas

No está muerto todavía!

Al llegar a Buenos Aires

Lo primero que se ve

A los niños petiteros

A la puerta del café

Llevan sacos ajustados

Y también los pantalones

Y a nosotros en la cárcel

Se no ve hasta los cojones

Esto se canturreaba con la conocida melodía de la Guerra Civil Española “Al llegar a Barcelona…”

[Al salir de la cárcel, Saavedra se reintegró en el Frigorífico Lisandro de la Torre].

El 7 de diciembre del 58, nuestra lista gana las elecciones del Lisandro. Se presentaron tres listas, la única peronista era la nuestra. La encabezaba Sebastián Borro. Yo fui electo como Secretario de Prensa.

A principios de enero recibimos el informe de que Frondizi había resuelto la cesión del Frigorífico Nacional a la CAP (Corporación Argentina de Productores). Nos opusimos desde el vamos. Tuvimos reuniones desde el vamos a todos los niveles.

Una de las más violentas fue con Frondizi. Nos citó a la Quinta de Olivos. En los jardines nos tropezamos con Garibaldi, Presidente del Concejo Deliberante (UCRI), nos dice: “¡Ah! Así que ustedes son los que quieren hacer revoluciones”. Le contestamos: “Andate a la mierda”. El tipo: “Manga de atorrantes”. Y ahí mismo nos vamos a las piñas. Nos separa el capitán de navío Niceto Vega, entonces jefe de policía.

Antes de entrar a la audiencia nos enteramos de que hay una delegación de las 62 esperando ver a Frondizi. Ponemos como condición que ellos estén presentes. Estaban Jorge Di Pascuale, Avelino Fernández y uno de Panaderos.

Frondizi nos recibe detrás de un escritorio y de entrada nos dice: “Señores, yo voy a vender todas las empresas del Estado; lo único que no voy a vender son los hospitales”. Uno de nosotros le contesta: “Claro, si los hospitales no dan ganancias”.

Yo le digo: “Usted se apartó del Programa del 23 de febrero”. Frondizi: “¡De política habláremos en otro momento”. Borro: “No creo que haya otro momento”.

La discusión se hace violenta e inútil. Cuando nos vamos, uno de los compañeros le desea muy buen viaje a Frondizi, que estaba por irse a EE.UU. Borro dice: “Este es un mentiroso. Antes de entrar nos decía: ¡por qué no se le caerá el avión!.

Si a ustedes les parece mejor, me quedo en el extranjero”. Borro: “Por nosotros ningún problema”. Niceto Vega echaba chispas. Borro lo carga: “Le voy a pedir un favor, señor Jefe. Que nos reserve una celda limpia. Porque la piojera es insoportable”.

A Alsogaray, que era ministro de Economía, lo habíamos visto varias veces. Habíamos llevado un principio de acuerdo para hacer una cooperativa. Entonces se vino con ésta: “Para la faenación de cerdos va a ir un amigo mío”. Borro: “Como un amigo mío, si la Cooperativa va a ser nuestra”. Alsogaray: “Sí. Va a ir un amigo mío que sabe mucho sobre el tema, se llama Julio Chamizo”. Borro: “Usted es un farsante”.

A los dos o tres días Alsogaray denunciaba que los del Frigorífico Nacional éramos dirigentes terroristas y se hacía construir una estructura de planchas de acero que apenas apretaba un botón rodeaba su escritorio en el Ministerio. En rigor, eso lo hizo después de que una comisión de amas de casa lo agarrasen a carterazos.

Entrevistamos a todo el mundo. Diputados, ministros, al de Trabajo, al de Agricultura, al mismo Larroudé, que estaba en Defensa y era socio de CAP.

Llegamos a pasear una vaca frente al Congreso. A la vaca la llevaron presa. A nosotros todavía no.

El 15 de enero -de 1959- ocupamos el Frigorífico. Las entrevistas anteriores, la indecisión o tración de muchos dirigentes, nos habían demorado.

Cardozo secretario genral de la Federación de la Carne, entra en tratativas con Frigerio para dejarnos de lado. Nosotros no pertenecíamos a la Federación.

Vandor es el primero en pararse y llamar a la Huelga General, aunque también es el primero al subirse al celular, en achicarse.

La huelga dura dos días y eso que fue calificada de huelga general revolucionaria. Dos días.

El primero que la levanta es Carullias, de UTA.

En uno de esos días nos llama Gelsi, a una reunión clandestina. Vamos Arroyo y yo. Y nos encontramos con Carullias. Se fue rajando…

Después entraron con los tanques, trajeron un Sherman para romper la puerta. Mi idea había sido calentar la caldera y volar odo. No prendió…(la idea).

Pero la gente había hachado los árboles y levantado el adoquinado. Todo el barrio adhería a nuestra lucha. Hasta los comités de la UCRI de la zona. Nos les quedaba más remedio.

Pero además ya se empezaban a ver las divisiones entre Alende que capitalizará ese movimiento, y Frondizi.

Nosotros teníamos prevención hasta ese momento con los estudiates, pero se acercaron e hicieron manifetaciones. Se movieron…

De noche no circulaba ni un cana por el barrio. La gente tiraba hondazos desde las casas vecinas. Las calles estaban llenas de clavos. No podían pasar los coches. Fue verdaderamente un “Cordobazo”, el primero…

Lamentablemente el foco se redujo a Mataderos, Liniers, Floresta. Podía haber provocado la caída del Gobierno si en las 62 hubiera habido una coordinación revolucionaria. Un “Cordobazo”, el primero. Pero quedamos aislados…

Esa fue la discusión con el “Gordo” Cooke. Me mandó primero un enviado a la Plaza de la Concordia en Flores. Preguntaba si necesitábamos armas. Le contesté que lo que necesitábamos era más “Lisandros” en todo el país. Después Cooke se apersonó al Frigorífico tomado..

Entraron tirando. Hubo varios heridos por explosión de bombas de gases.

El Conintes termina con la Resistencia. Miles y miles de arrestos…La gente se cansa. Empieza a tomar por diferentes caminos. Nosotros en el Comando Nacional todavía alcanzamos a sacar un folleto: “Quince mese de hambre y de miseria”.

Todo era improvisado. No se nos ocurría raptar ni robar bancos. Andábamos sobre la base de pequeñas donaciones, imprimíamos bonos. Los únicos que daban eran los pobres…

Bajo el gobierno de Frondizi hubo un intento de aglutinar a los Comandos en el Movimiento Nacional Peronista Insurreccional Intransigente. Había representantes de casi todos los comandos. El Conintes lo arrasó. Ahí vuelve a caer Marcos. Se encuentra con el “Bebe” Cooke en Devoto y se abrazan Hacía años que no se veían.

En el 59 nos hablan los Uturuncos. Consideramos que en la Argentina era descabellado. El Ejército acá estaba mucho mejor preparado. No buscábamos un enfrentamiento donde no podíamos darlo. Ya lo había dicho Perón: “Donde está la fuerza, nada. Donde no está la fuerza, todo”.[1]


[1] Reproducido en Monzón, Florencio (h). ¡Llegó carta de Perón!. Buenos Aires, Corregidor, 1006.p.182.