Las 62 Organizaciones fue el nombre del nucleamiento que desde 1957 reunió a sindicatos normalizados, que se erigieron como la representación sindical del peronismo, en el ámbito laboral, así como en los órganos de conducción del movimiento.

Después del golpe de Estado de 1955, más específicamente tras la asunción de Aramburu, comenzó una persecución general, que en el ámbito sindical generó intervenciones e inhabilitaciones. La normalización de los sindicatos fue paulatina, guiada por un gobierno militar atento a no permitir la vuelta del peronismo. Durante 1956 se convocaron elecciones de delegados paritarios, y delegados de fábrica, quienes adquirieron gran visibilidad al encabezar importantes huelgas desde ese mismo año. Además, en ese período comenzaron las elecciones para normalizar los sindicatos intervenidos, y para 1957 se concretó una renovación, que el gobierno militar imaginaba fundamental para elegir las nuevas autoridades de la CGT.

A fines de agosto de 1957 comenzó el Congreso Normalizador de la CGT, para elegir nuevas autoridades, y poner fin a la intervención. El Congreso reconoció el legado peronista de una sola central de tercer grado, una sola central nacional, aunque fracasó en la elección de las nuevas autoridades. Los dirigentes que no llegaron al acuerdo se englobaban en dos tendencias mayoritarias, peronismo y antiperonismo. Estos últimos, mayormente socialistas, radicales, independientes, y otras tendencias, conformaron una agrupación llamada Los 32 Gremios Democráticos, mientras que peronistas y comunistas se nuclearon en Las 62 Organizaciones.

Durante el resto de 1957 Las 62 se presentó públicamente encabezando paros y actos para reclamar por la devolución de la CGT y por temas económicos, sociales y laborales. La primera mesa coordinadora se integró por los sindicatos de la carne, tranviarios, vitivinícolas, textiles, Luz y Fuerza, metalúrgicos, madera, panaderos, sanidad y construcción (metalúrgicos, textiles, carne y sanidad, considerados la “línea dura” peronista en Las 62). En noviembre de ese año realizaron un plenario de seccionales de la CGT en La Falda, Córdoba, donde dieron a conocer una declaración con las demandas del nucleamiento.

Los sindicatos de Las 62 participaron luego de diversas acciones, entre ellas electorales, facilitando dinero y militantes. Para las elecciones de febrero de 1958 la mesa coordinadora llamó a votar contra el “entreguismo y el continuismo”, situación que generó tensiones con los sindicatos peronistas de Las 62, que no aceptaron a Frondizi hasta que el propio Perón llamó a votar por él.

Tras la asunción de Frondizi se generaron nuevas tensiones entre los comunistas y los peronistas; los primeros se opusieron al proyecto de Ley de Asociaciones Profesionales, la posibilidad de nuevas elecciones gremiales, y la actuación conjunta de sindicatos de Las 62 con la CGT Auténtica, en organismos peronistas.

Para ese entonces, Las 62 y la CGT Auténtica compartían equitativamente los cargos sindicales en los organismos para la conducción local del peronismo (sucesivamente fueron: el Comando Táctico, la Delegación y el Consejo Coordinador y Supervisor). Ese reconocimiento a la par entre los dirigentes desplazados en 1955, y los nuevos surgidos desde 1955, se mantuvo hasta 1963, en que la representación pasó a caber solo a Las 62.

En julio de 1958 los integrantes comunistas se retiraron de Las 62 y conformaron un nucleamiento conocido brevemente por su número (Los 19) y en los años siguientes como Movimiento de Unidad y Coordinación Sindical (MUCS). Además de esa diferencia con comunistas dentro de Las 62, pronto se transparentó un diferendo entre peronistas: sucedió durante los años de Frondizi, en torno de los “duros”, y los sindicatos que se acercaron al gobierno desarrollista y su propuesta de “integración”.

Hacia finales de 1958 el gobierno de Frondizi anunció un “plan de estabilización”, y en enero de 1959 el proyecto de privatización del Frigorífico Lisandro de la Torre. La oposición al proyecto derivó en la toma del establecimiento y un paro general, reprimido y respondido con intervenciones sindicales. Después de las mismas, un plenario de Las 62 resolvió reemplazar a la mesa coordinadora, e integrarla con sindicatos chicos de la línea dura (“la mesita”), quienes conformaron, con el MUCS e Independientes, el Movimiento Obrero Unificado (MOU), en torno de los conflictos sindicales de 1959.

A fines de ese año Las 62 se reorganizaron, con la vuelta de los sindicatos grandes (metalúrgicos, textiles y carne) a la mesa coordinadora del nucleamiento, que fue ampliada, en un plenario en Rosario. Meses después, durante febrero de 1960 los dirigentes de Las 62 se sumaron a la campaña por el voto en blanco, en la renovación parcial de la Cámara de Diputados. En esos meses, mediados de 1960, eran más notorias las diferencias internas con dirigentes peronistas muy proclives a la “integración” con el gobierno de Frondizi (petroleros, vitivinícolas, carne, tranviarios), en un momento en que Perón reforzaba la línea de oposición al gobierno. Por otro lado, Las 62 reforzaron las gestiones junto a los Gremios Independientes (nuevo nucleamiento que ya reunía casi cuarenta sindicatos, la mayoría que habían abandonado Los 32) que dieron como resultado la conformación de una comisión de veinte sindicatos, diez por cada sector, para avanzar con la devolución de la CGT. La devolución se concretó a comienzos de 1961, cuando la central sindical pasó a integrarse por una comisión provisoria dividida entre Las 62 y los Independientes.

En el ámbito político Las 62 apoyaron desde fines de 1961 y comienzos de 1962 la participación en elecciones, y vieron en marzo de 1962 el triunfo de uno de sus integrantes, Andrés Framini, en la gobernación de Buenos Aires. Después de la anulación del comicio, un grupo de dirigentes se alejó del nucleamiento (Di Pascuale, Jonch y Borro), porque a su juicio no se realizaba un reclamo enérgico para el respeto de la voluntad popular. Las 62 continuó su actividad, que para mediados de 1962 se cifraba en el encabezamiento, por parte de Framini, del “giro a la izquierda” llamado por Perón; para muchos ese “giro” se vio plasmando en el plenario Las 62 realizado en Huerta Grande, Córdoba, en julio, de donde surgió un programa de 10 puntos.

Semanas antes del Congreso Normalizador de la CGT, de 1963, Las 62 se reorganizaron; eligieron una nueva mesa, donde primaron las posiciones en torno de Augusto Vandor por sobre las de Framini. Esa nueva mesa fue la que negoció con los Independientes por la CGT. La ecuanimidad entre ambos nucleamientos en la Comisión Provisoria, que sobrerepresentaba a los Independientes, fue saldada con la normalización de 1963 cuando la secretaría general fue para José Alonso, de Las 62, nucleamiento que se quedó con las secretarías más relevantes (gremial e interior, prosecretario de gremial e interior y prosecretario de Hacienda).

En ese mismo año, 1963, el fracaso de las posibilidades del peronismo para participar en las elecciones que ganó Illia, posó la críticas sobre los dirigentes sindicales que desde Las 62 habían apoyado esas gestiones. Perón llamó a la reorganización del movimiento, en la rama política y en la sindical. De allí se sucedió una normalización de Las 62, que se postergó a 1964 y que ganó Vandor. En esos meses definitorios, de fines de 1963 y comienzos de 1964, Las 62 logró además pasar a representar la totalidad de la rama sindical peronista en los organismos de conducción del movimiento, dejando afuera a la CGT Auténtica por primera vez desde 1957, y consolidando por primera vez la línea de Vandor.

El triunfo de Vandor en la reorganización de Las 62 lo afianzó en la intransigencia que desde la CGT impuso para continuar el Plan de Lucha con toma de fábricas, que se desarrolló a mediados de 1964. El avance sindical de la línea Vandor, por sobre la de Framini o Di Pascuale, y su reflejo también en los organismos políticos del peronismo, generó tensiones con la conducción de Perón, que afloraron en 1965 y que a comienzos de 1966 se expresaron en una gran división de Las 62.

Para ese entonces José Alonso emergió como nueva figura del antivandorismo, y se sumó a los opositores precedentes. Estos sectores intentaron, a fines de 1965, remover a Vandor de la mesa coordinadora; fallado ese intento lograron, en enero de 1966, reunir fuerzas para elaborar una denuncia pública, reafirmar su acatamiento a Perón y acusar a los otros de alzarse contra aquél; fueron conocidos como “Las 62 de Pie junto a Perón”, integrado por posturas disímiles (duros y corporativistas, entre otros) unidos en el antivandorismo. La mesa de Las 62 (vandorista) rechazó las acusaciones y resolvieron expulsar al otro grupo; fueron conocidos como “Las 62 leales a Perón”. Además, lograron expulsar a Alonso de la CGT y controlar la central.

La división de Las 62 se replicó en movimientos diversos en los meses siguientes, como las elecciones de Mendoza. Coincidieron sin embargo en no lamentar el derrocamiento de Illia, salvo algunos de los “duros” de Las 62 de Pie, aunque los vínculos de la figura de Las 62 de Pie, José Alonso, con el nuevo gobierno militar, eran los más fluidos de todos.

La posición antisindical del gobierno de Onganía acercó posiciones de las diferentes líneas sindicales, todas en crisis. En las semanas en que se levantó el Plan de Acción de la CGT, a fines de marzo de 1967, se conoció el proyecto de reunificación sindical peronista, en Las 62, que traía el nuevo secretario general del movimiento peronista, el ex mayor Bernardo Alberte,. En junio se conformó una mesa provisoria, en partes iguales entre Leales y De Pie, de lo que se llamó “Las 62 Organizaciones Únicas”, aunque la progresiva aparición de dirigentes participacionistas cercanos al gobierno militar ponía en duda la fuerza de la reunificación.

Esas dudas se confirmaron en los meses siguientes, en que se sucedieron conflictos entre Alberte y los participacionistas. Con la formación de la CGT de los Argentinos, en marzo de 1968, se terminaría por resolver la disolución de Las 62 Organizaciones Únicas, por no haber logrado mantener la unidad.

La persistencia de las divisiones, ya en Las 62, desde 1968 también en la CGT, hizo que Perón convocara a una nueva y amplia reorganización de Las 62, para normalizar luego la CGT. Para ese proyecto otorgó una amplia amnistía, convocó a todos los peronistas, se conformó una Comisión Reorganizadora, y luego una Mesa Provisoria, con la difícil misión de aunar posiciones de la CGTA y los participacionistas (con mayores prevenciones de estos últimos), mientras el vandorismo estaba en el centro de la reagrupación. Después del Cordobazo Perón insistió en el camino de reunificar Las 62, aunque el asesinato de Vandor un mes después frenó en parte las gestiones.

En el segundo semestre de 1969 otro grupo de sindicatos fue expulsado de Las 62, por colaborar con la intervención del gobierno militar en la CGT Azopardo; fueron conocidos por su número, “Los 8”. Hacia fines de 1969 el peronismo sindical estaba dividido en varios grupos: Las 62, los participacionistas, Los 8 y los combativos.

Después de diversas gestiones que ocuparon los meses siguientes, y buscaron plasmar el pedido de Perón de una CGT unida y peronista, se llegó a un acuerdo para la normalización de la CGT a mediados de 1970, cuando fue elegido José I. Rucci. A partir de ahí, la progresiva reperonización de la CGT hizo que la central volviera a ejercer la representación del peronismo sindical. Si durante la década de 1960 la CGT había intentando proyectarse pluralmente sobre la política nacional, integrada por peronistas, independientes y otros, y en esos años la rama sindical del peronismo no fue la CGT sino las 62 Organizaciones (hasta 1963 junto con la CGT Autentica), a partir de la reperonización de la CGT comenzaría a caer a importancia de Las 62, que persistió como sello, con suerte dispar a lo largo de las décadas siguientes, y hasta el día de hoy.

Referencias:

Dawyd, Darío. Sindicatos y Política en la Argentina del Cordobazo. El peronismo entre la CGT de los Argentinos y la reorganización sindical (1968-1970). Buenos Aires, Editorial Pueblo Heredero, 2016.

Dawyd, Darío. “Sindicalismo, peronismo y política. La construcción del liderazgo de Augusto T. Vandor, 1948-1969” [en elaboración].

Gasparri, Mario y Panella, Claudio. El congreso normalizador de la CGT de 1957. La resistencia obrera y el surgimiento de las 62 organizaciones. Buenos Aires, Corregidor, 2008.

Senén González, Santiago y Ferrari, Germán. El ave Fénix. El renacimiento del sindicalismo peronista entre la Libertadora y las 62 organizaciones (1955-1958). Buenos Aires, Corregidor, 2010.

Darío Dawyd