El golpe militar que estalló en Córdoba el 16 de septiembre de 1955 y se autodenominó “Revolución Libertadora”, en Mendoza contó con la participación de civiles, pertenecientes a los partidos Demócrata y Radical, y de militares, jefes y oficiales de la Agrupación de Montaña Cuyo. Sin embargo la figura más relevante fue el general Julio Lagos quien llegó desde Buenos Aires el 15 de setiembre para organizar el levantamiento.

General Julio Lagos

            El 16 de septiembre en Mendoza la jornada se desarrolló con normalidad, pero debido a la implantación del estado de sitio por parte del gobierno nacional, se dispuso en la provincia el «toque de queda» a partir de las 18:30 por lo que todas las reuniones quedaron suspendidas a partir de esa hora. La policía desde temprano mantuvo vigilancia en los servicios esenciales como centros de comunicaciones, emisoras radiales, diarios, etc. Por su parte los civiles revolucionarios alertados de lo que iba a suceder, se hallaban a la expectativa esperando el momento para actuar.

            En el ámbito militar, la Agrupación de Montaña Cuyo que estaba al mando del general Héctor Raviolo Audisio, ese día recibió la orden de alistarse para marchar a Córdoba a reprimir el movimiento revolucionario. A media mañana del 17 de septiembre, la columna llegó a San Luis para abastecerse. El general Raviolo Audisio con su estado mayor se estableció en la oficina del Comandante del Segundo Ejército, y allí un grupo de jefes y oficiales entre los que se hallaban los tenientes coroneles Eduardo Aguirre, Fernando Elizondo, Alberto Cabello, Juan José Ávila, Porrini y López Rosas; los mayores Santamaría, Blanco, Argumedo, Quiroga, Rosa Gutiérrez y el capitán Colombo, pidieron una reunión con él. Habló el teniente coronel Aguirre quien le expresó que ellos eran solidarios con el golpe de Estado y que no querían marchar a Córdoba y le pedían que se plegara a la Revolución. El general Raviolo expresó que quería conocer la opinión de cada uno de los jefes, declarándose la mayoría revolucionaria. Ante esta situación el general Raviolo decidió retirarse, haciéndose cargo del mando de las tropas el general Eugenio Arandía, quien decidió retornar con ellas a Mendoza, pero antes instauró la Revolución en Cuyo, abriendo un tercer frente contra Perón. Se instaló en San Luis el primer gobierno revolucionario provincial a cargo del coronel Carlos Trogliero y fue ocupado el Aeródromo de Villa Mercedes, base de los bombarderos pesados.

            Mientras tanto el 17 de septiembre la actividad en la capital y el resto de la provincia fue normal. El gobierno provincial, comunicó a la población, a través de las emisoras locales que se hallaba constituido en pleno en el Palacio de Gobierno, en permanente contacto con el comando de represión. Por su parte el general Lagos decidió esperar el regreso de las tropas y hacerse cargo del mando aquí en Mendoza

            Entretanto, las tropas rebeldes procedentes de San Luis al mando del general Arandía, llegaron al puente de Palmira al anochecer y decidieron detenerse allí para no marchar de noche y evitar cualquier ataque por parte de los leales al gobierno de Perón, ya sean civiles o militares. El general Arandía mandó a buscar al general Lagos a la ciudad de Mendoza y en el Puente de Palmira, le entregó el mando. Allí esperaron hasta que amaneciera para entrar en Mendoza.

            Esa madrugada se vivieron horas de gran nerviosismo en la Casa de Gobierno. Numerosos funcionarios, legisladores y políticos se hallaban en las salas contiguas al despacho del gobernador, Dr. Carlos Evans, que estaba reunido junto al vice gobernador y sus ministros. El Dr. Evans se mantenía en continuo contacto con la Jefatura de Policía, el Ministro del Interior y la Base Aérea. A las cuatro de la mañana, el gobernador y sus acompañantes abandonaron la Casa de Gobierno. Ya no volvería más a ella. El gobierno provincial no tomó ninguna medida para tratar de evitar la entrada de las tropas a Mendoza, ni organizó algún tipo de resistencia armada.

            Las tropas penetraron en la mañana del 18 de septiembre. Un piquete del Ejército ocupó posiciones en los jardines y en la explanada frente a la Casa de Gobierno. Posteriormente, llegaron más soldados para ocupar los balcones y terrazas y el edificio en construcción del Palacio de Justicia, en espera de que se hiciera cargo del gobierno el general (R) Roberto V. Nazar designado por el general Lagos Interventor de la Provincia. El Comando Revolucionario se instaló en la compañía de comunicaciones que se hallaba ubicada en la calle Boulogne Sur Mer.

            Las fuerzas militares también ocuparon la sede de la delegación regional de la CGT, ya que corrían rumores de que allí habían armas, al igual que en los gremios. Pero todas estas versiones fueron infundadas, ya que en la CGT sólo se encontró una pistola y los dirigentes se entregaron pacíficamente. Otro de los edificios ocupados militarmente fue el Correo Central. Al teniente coronel Cabello se le ordenó tomar la IV Brigada Aérea, cosa que hizo después de una simbólica resistencia y esto permitió establecer la comunicación aérea con Córdoba. A medida que la población se iba enterando lentamente de estos hechos, se fue volcando a las calles mediante manifestaciones callejeras. Lo hacían en vehículos o a pie y eran personas de muy diversas edades y condiciones, mujeres y hombres. Se agitaban banderas y pañuelos blancos y se expresaban vivas a la Revolución, censurando al Poder Ejecutivo Nacional.

            Hubo algunos manifestantes que portaban piezas de bronce que habían estado colocadas en distintos lugares de la ciudad como homenaje al Presidente de la Nación y a Eva Perón, carteles del Partido Peronista y otros elementos que de una u otra manera tenían algún significado vinculado al peronismo. Al llegar frente al diario «Los Andes» muchos de ellos pidieron que tocaran las sirenas. Sin embargo no todo fue tan pacífico, y algunos grupos atacaron el diario «La Libertad» produciendo daños en sus secciones de administración general y redacción y prendieron fuego a las cortinas y papeles de los locales del frente. También sufrieron daños los locales que ocupaban la UES rama masculina y femenina, los del Partido Peronista y el de la CGT. En la plaza Eva Perón fueron arrancados los letreros con su denominación y las placas de bronce que adornaban el monolito allí existente. Asimismo, fueron destruidos los bustos de Eva Perón de la Estación del Ferrocarril General San Martín, en el Barrio Cívico, y en la Municipalidad de Godoy Cruz.

            Aproximadamente al mediodía el comando revolucionario a cargo del Gobierno, tomó posesión de la estación de radio LRA que realizó transmisiones bajo la denominación de «Radio Ejército de Los Andes» y a través de ella se difundieron durante el día informaciones, proclamas y advertencias en relación a lo que acontecía en Cuyo. La asunción del general Nazar como interventor Provincial se llevó a cabo al anochecer.

            En Mendoza también existieron los llamados “Comandos Civiles”. Se habían formado antes de que estallase la revolución en previsión de una posible guerra civil y estaban integrados en su mayoría por políticos de la oposición. Pero a partir de la noche del 18 de setiembre y en los días subsiguientes, se presentaron como voluntarios gentes de muy diversos sectores políticos y culturales. Los lugares de concentración eran las sedes de los partidos políticos, el comando Revolucionario y la sastrería militar. Aquí impartía las órdenes el mayor Carlos Elías Villanueva. Se les repartió garibaldias y fusiles «Mauser» y la función de estos grupos civiles a cuyo frente iba un oficial y suboficial, era la de ayudar y cooperar con las tropas previendo un posible ataque leal. Se los envió a recorrer los departamentos y a vigilar los lugares claves, como por ejemplo, la estación de tranvías, la usina de Álvarez Condarco, la usina eléctrica de la calle San Martín, etc. En caso de que hubiera disturbios en esos lugares debían defenderlos hasta que llegaran las tropas del Ejército. La acción de los comandos civiles se desarrolló durante los primeros días de la Revolución y terminó a los pocos días cuando se restableció la normalidad.

Fuentes:

«Los Andes», Mendoza. Ediciones correspondientes al año 1955.

«La Libertad», Mendoza. Ediciones correspondientes al año 1955.

«La Palabra», Mendoza. Ediciones correspondientes al año 1955.

«La Tarde», Mendoza. Ediciones correspondientes al año 1955.

“Proceso”, Mendoza, 6 de octubre de 1955

Referencias:

Omar Cueto y otros. Historia de Mendoza. Mendoza, Los Andes, 1995.

Del Carril, Bonifacio. Crónica interna de la Revolución Libertadora. Buenos Aires, Emecé, 1959.

Diario Los Andes. Cien años de vida mendocina, Mendoza, 1982.

Junta de Estudios Históricos de Mendoza. Historia Contemporánea de Mendoza a través de sus gobernadores. T I (1932-1966), Mendoza, 1996.

García, Eduardo. Yo fui testigo.  Buenos Aires, Luis Lascerre y Cía. S.A. Editoras, 1971.

Lucero, Franklin. El precio de la lealtad, injusticias sin precedentes en la tradición argentina.  Buenos Aires, Propulsión, 1959.

Roig, Arturo y otros (comp). Mendoza, a través de su historia, Mendoza, Book, 2004.

Yamile ALVAREZ