(Buenos Aires, 24 de mayo de 1924 – 24 de abril de 2004)

            Apodo: “El gallego”.

            Su infancia la pasó en las cercanías del Parque Chacabuco, en una familia obrera. Desde 1943, se desempeñó como operario en la fábrica Tejeduría Mitre.  Desde 1948  fue miembro de la comisión interna de esta empresa hasta su cierre en 1953. Luego ingresó en la fábrica de estufas y calefones “Volcán” y al poco tiempo, en 1954, fue designado delegado de sección. Al año siguiente, 1955, siendo miembro de la comisión interna, se produjo el golpe militar.

            En tiempos de la resistencia peronista se enroló en la lucha por la defensa de los sindicatos. La Unión Obrera Metalúrgica había sido intervenida por la dictadura militar.

            En noviembre de 1956 un plenario de delegados declaró la huelga. En condiciones muy adversas, los trabajadores metalúrgicos sostuvieron durante 40 días la medida.

             Al año siguiente, 1957, la intervención militar convocó a elecciones y  Fernández fue elegido secretario general de la UOM Capital.

            En agosto de ese mismo año, el interventor de la CGT Patrón Laplacette convocó a un congreso normalizador de la CGT, en el cual el peronismo resultó  mayoritario. De allí surgieron las “62 organizaciones gremiales peronistas” en las que Fernández tuvo un rol destacado.

            Tras la recuperación de las libertades públicas el gremio metalúrgico fue convocado a elecciones en todo el país. Al estar rehabilitado Vandor, Fernández le cedió la posición y de esa manera resultó electo Secretario General. Fernández ocupó la secretaría administrativa del gremio.

            En 1959, fue designado integrante del Consejo Coordinador y Supervisor del Peronismo. En enero, cumplió un rol importantísimo en el apoyo a la huelga declarada por los trabajadores del Frigorífico Municipal Lisandro de la Torre, enfrentados a la privatización que impulsaba el gobierno de Frondizi.

            Junto a otros sindicalistas, como Armando Cabo, apoyó el levantamiento del General Iñiguez en Rosario de 1960.

            Entre 1963 y 1964 estuvo a cargo de la secretaria  gremial de la CGT desde la que tuvo que impulsar los planes de lucha que incluyeron operativos de “ocupación de fábricas” por sus trabajadores. Este método de lucha exigía una cuidadosa planificación, articulando a las distintas seccionales del país, de distinto gremios, responsabilidad que en gran medida estuvo su cargo.

            Por ese tiempo viajó a España para entrevistarse con Perón.

            El 30 de junio de 1969, un grupo comando ultimó a Vandor, en la sede metalúrgica de la calle Rioja. Avelino Fernández, secretario adjunto, tomó a su cargo la conducción de la UOM Seccional Capital.  Por su trayectoria parecía la figura indicada para el cargo de secretario general de la UOM a nivel nacional. El general Perón, desde Madrid, avaló esa designación.

            En marzo del año siguiente un grupo asaltó la seccional Capital de la UOM generando las condiciones para el desplazamiento de Avelino Fernández. A partir de esos hechos, Lorenzo Miguel quedó a cargo de la UOM.

            Fernández volvió a su antiguo empleo en Volcán. Al mismo tiempo desarrolló la acción política, junto a otros gremialistas luchando por el regreso de Perón, con posiciones cercanas a la Juventud Peronista. Integró la Agrupación 17 de Octubre- Lista Azul y Blanca adherida a la JTP.

           En “Volcán”, se desempeñó hasta agosto de 1980. Una maniobra urdida por los grupos gremiales con los que confrontaba llevaron a su despido, después de más de 20 años de antigüedad en la empresa. Con esta medida se quería impedir su presentación a elecciones del gremio.

            Cerca ya de los sesenta años, Fernández ingresó a “Calefones Universal”. Por entonces, vivía con su esposa y el resto de su familia en el Barrio de la Carne, de la localidad de Wilde, provincia de Buenos Aires, donde su hermano había adquirido una casita por medio del Banco Hipotecario y se la facilitó en préstamo.

            En 1984, en la transición democrática, Fernández organizó una nueva agrupación: “Conducta Sindical, lista Celeste” para disputar la conducción del gremio a Lorenzo Miguel. Apenas creada, la lista obtuvo candidatos a delegados en varias fábricas, inicialmente en Benito Roggio, Piazza y Decker, luego en Atma, Camea, Volcán y Phillips. Los delegados fueron perseguidos o despedidos. El oficialismo sostenía que Avelino Fernández, en su tarea en “Calefones Universal”, actuaba como supervisor, por lo cual no pertenecía a la UOM sino a ASIMRA.

            De este modo, Marcos y Martínez, hombres de Miguel, pretendían impugnar la candidatura de Fernández. El 23 de julio de 1984, denunció estas maniobras en “La Razón” y “Clarín”, imputando además, complicidad al ministro Casella en particular y en general al gobierno radical. Sin estar dadas las condiciones para elecciones abiertas, se retiró de la contienda.

            Se jubiló hacia 1993, cuando ya había cumplida setenta años, percibiendo un haber mínimo que lo obligó a continuar trabajando, en la misma empresa, durante algunos años más. En esa época, no cejó su militancia. Se manifestó opositor al Gobierno de Menem y a la dirigencia del Partido Justicialista que acompañaba esa gestión.

            Apoyó los esfuerzos de Germán Abdala y Víctor De Gennaro dirigidos a consolidar la CTA.            Ya enfermo, en sus últimos años, se comunicaba telefónicamente con amigos y sindicalistas instándolos a pronunciarse sobre la situación que vivía el país. 

            Falleció el 23 de abril del 2004, cuando estaba próximo a cumplir los 81 años.

Referencias:

Baschetti, Roberto. Militantes / Avelino Fernández. Disponible En www.baschetti.com.ar.

Calello, Osvaldo y Parcero, Daniel. De Vandor a Ubaldini/1. Buenos Aires, CEAL, 1984.

Galasso, Norberto. Los malditos. Buenos Aires, Madres de Plaza de Mayo, 2004.

Panella, Claudio. “Andrés Framini. Las visicitudes de la lealtad”, en Rein, Raanan y Panella, Claudio (compiladores). Los necesarios. La segunda línea peronista de los años iniciales a los del retorno del líder, Rosario, Prohistoria, 2020.

Darío Pulfer