Los orígenes de las FAR se remontan a los años 1966-1969. Entre 1966 y 1967 se entrenaron en Cuba numerosos núcleos de argentinos con el propósito de integrar la columna del Ejército de Liberación Nacional (ELN), comandada por Ernesto “Che” Guevara en Bolivia. El proyecto quedó trunco cuando este fue asesinado y el ELN desarticulado, en octubre de 1967. Entre aquellos, se contaban los tres pequeños grupos que dieron origen a las FAR.El primero, liderado por Carlos Olmedo y Roberto Quieto, tenía su origen en las redes políticas disidentes del comunismo. El segundo, por Marcos Osatinsky, reconocía una similar procedencia ya que estaba constituido íntegramente por militantes provenientes de la Federación Juvenil Comunista. Y el tercero, orientado por Arturo Lewinger, había participado del Movimiento de Izquierda Revolucionaria-Praxis para luego constituir el efímero Tercer Movimiento Histórico. A principios de 1968, una vez regresados a Argentina, los dos primeros se unificaron. Junto al tercero y otro grupo más integraron el intento de dar forma, en 1969, a la sección argentina del ELN, que se había relanzado bajo del liderazgo de Álvaro “Inti” Peredo en Bolivia, uno de los sobrevivientes de la columna original. El plan era servir de apoyo a la guerrilla boliviana y, al mismo tiempo, propiciar las condiciones para la instalación de un “foco” armado en Argentina. En esta etapalos diversos grupos funcionaron en forma coordinada y compartimentada. El operativo armado más importante realizado por el ELN fue el incendio de 13 supermercados “Minimax” situados en Buenos Aires y localidades circundantes como repudio a la vistita del emisario del gobierno de Estados Unidos, Nelson Rockefeller, el 26 de junio de ese año. Las FAR se atribuyeron, retrospectivamente y en forma parcial, la autoría de dicho atentado reconociendo que habían sido efectuados por sus “ancestros”. La experiencia se prolongó durante 1969, aunque en la segunda mitad de ese año se produjeron una serie de sucesos que pusieron en entredicho su viabilidad, entre los que se destacaron, un fallido asalto a un banco que ocasionó problemas de seguridad a parte de la militancia (agosto) y el asesinato de Peredo en La Paz (septiembre).
A fines de ese año, el pequeño grupo orientado por Lewinger se integró al contingente que ya estaba encarando el objetivo de conformar una nueva organización armada revolucionaria. La red se acrecentó cuando, a principios de 1970, sumaron a otros tres grupos militantes de las ciudades de Córdoba, La Plata y Tucumán. El primero de ellos, cuyos militantes provenían del Comando Unificado de Combate Organizado-Comandos de Resistencia Santiago Pampillón que había actuado en el “Cordobazo”, era el grupo más importante y en donde oficiaba como principal referente Juan Julio Roqué. Esa rudimentariaestructura nacionalconformó las cuatro regionales fundadoras de la organización que, con el nombre de FAR, se dio a conocer públicamente, el 30 de julio de 1970, por medio de la espectacular toma de la localidad de Garín, provincia de Buenos Aires (Bs. As.).Los lineamientos rectores de la nueva organización se centraban en instrumentar la lucha armada con miras a dar forma a un ejército popular que fuese capaz de derrotar al ejército regular, garante último del orden social. Para ello era necesario, en base a una reformulación de los planteos guevaristas originales y en consonancia con el ideario y la práctica de la guerrilla urbana, iniciar la lucha armada en las ciudades como un primer paso hacia la conformación de un “movimiento armado de alcance nacional”. Esto solo podía lograrse con total plenitud cuando las estructuras clandestinas en las ciudades lograsen, luego de un sostenido crecimiento, compenetrarse con el movimiento de “masas”, es decir, los sectores contestatarios no armados y establecieran las condiciones indispensables para instaurar y consolidar la estratégica guerrilla rural, embrión del futuro ejército del pueblo.
La primera etapa organizativa de las FAR podemos ubicarla a lo largo de 1970. En ella, lograron establecer un incipiente aparato armado clandestino que efectuó sus primeras acciones en Buenos Aires y Córdoba. Su aparición pública fue un paso determinante que cimentó la pequeña estructura mediante los primeros operativos firmados.Durante esta primera etapa la cuestión sobre la valoración delperonismo se mantuvo como untema de debate fundamental en el seno de la organización sin establecer un posicionamiento claro al respecto. No obstante, en ese entonces, la organización mantuvo estrechas relaciones con las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP), que se remontaban a sus antecedentes formativos.Al finalizar el año, las FAR consideraron como un paso necesario establecer vinculaciones con el movimiento de “masas”, es decir, el activismo contestatario no armado que se referenciaba en las organizaciones político-militares que proliferaban en ese momento.
Esa vinculación con otros sectores militantes fue la tarea principal enfrentada por la organización a lo largo de 1971 iniciando una segunda etapa en donde las FAR consolidaron definitivamente su presencia en la escena política nacional. Ello condujo, en gran medida, a que el debate en torno al peronismo se definiese por la adopción de la identidad peronista por medio de una entrevista publicada en Cristianismo y Revolución, en el mes de abril, en donde Olmedo, el dirigente máximo de la organización desde su fundación, defendió la postura de combinar las herramientas de análisis brindadas por el marxismo y la experiencia histórica concreta de la clase obrera argentina, cristalizada en el peronismo, como vía para desarrollar sus potencialidades revolucionarias.Ello suscitó una réplica, por parte de militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), que fue muy difundida en la época. Por otro lado, favoreció la participación de las FAR en una instancia de coordinación conjuntacon las FAP y Montoneros, nominada Organizaciones Armadas Peronistas (OAP), a la que se sumaría posteriormente y por un muy breve lapso la organización Descamisados. En ese momento, las FAR también comenzaron a operar militarmente en La Plata, Tucumán, Rosario y Santa Fe. La ciudad rosarina se convirtió en la cabeza de la quinta regional de la organización, luego de que se consumase la integración del Comando Argentino Revolucionario Popular, pequeña organización de actuación en dicha urbe. El año de 1971 también fue un año de grandes pérdidas para las FAR. La más significativa fue, sin lugar a dudas, la muerte de Olmedo en un operativo armado, el 3 de noviembre, junto a otros tres militantes importantes de la organización (Juan Carlos Baffi, Agustín Villagra y Miguel Ángel Castillo), que fuese conocido como el “Combate de Ferreyra”. En julio de ese año, la organización ya había sufrido las desapariciones de Marcelo Verd, su esposa Sara Palacio y Mirta Misetich, esposa de Juan Pablo Maestre, quien fue asesinado y su cuerpo encontrado sin vida en las inmediaciones de Buenos Aires. A ello se sumó la detención de los dos dirigentes máximos, luego de la muerte de Olmedo: Quieto y Osatinsky.
En 1972, las FAR iniciaron una tercera etapa que definieron como de “extensión de la guerra” y que marcó un proceso de crecimiento sostenido de sus propias fuerzas. Al inicio de ese año, la organización aceptó el proceso electoral, cuya instrumentación por parte de la dictadura aparecía cada vez más cierta aunque signadapor un grado importante de incertidumbre. Esa postura la terminó por acercar a los posicionamientos de Montoneros y estuvieron en el origen de la disolución de las OAP producida en abril. La “extensión de la guerra” suponía, por un lado, la intensificación de la operatividad armada que no se consideraba contradictoria con la opción eleccionaria y, por el otro, la multiplicación y profundización de vínculos con los sectores militantes contestatarios no armados que se identificaban en forma creciente con las organizaciones armadas. La red militante, en este año crucial, se expandió notalmente irradiando hacia diversos puntos del país, como Mendoza (sexta regional de la organización), Neuquén, Mar del Plata, Paraná, Santiago del Estero, La Rioja, Corrientes, Río Cuarto y Bahía Blanca. El 15 de agosto integrantes de las FAR, en conjunto con miembros del PRT-ERP, participaron del apoyo externo brindado al intento de fuga de 116 combatientes recluidos en la cárcel de Rawson (Chubut). La errónea interpretación de una señal emitida desde el interior del penal redundó en un fracaso del operativo, aunque permitió la evasión de los principales dirigentes, entre los que se contaban, los máximos referentes de las FAR: Quieto y Osatinsky. Un segundo grupo de 19 militantes, que no logró alcanzar el avión de escape, fue detenido y recluido en la Base Aeronaval Almirante Zar, situada en la aledaña ciudad de Trelew. El 22 de agosto fueron fusilados en la célebre “Masacre de Trelew”, pereciendo 16 de ellos (Carlos Astudillo, Alfredo Kohon y María Angélica Sabelli, siendo los únicos pertenecientes a las FAR) y sobreviviendo solo 3 (entre los que se encontraban, María Antonio Berger y Miguel Camps, también militantes de la FAR). El repudio de dichos sucesos ocasionó una oleada de conflictividad y movilización, principalmente en ámbitos estudiantiles, que se encadenó, prácticamente, con el primer regreso de Perón al país, en noviembre, y el inicio de la campaña electoral, al mes siguiente, luego de la partida de este último.
Ante esa cambiante coyuntura, las FAR dieron inicio a su etapa final como organización, que podemos situar a inicios de 1973. El fin de la dictadura militar dio lugar a un escenario en donde la captación de nuevas voluntades fue hábilmente aprovechada por el eje FAR-Montoneros utilizando la campaña electoral como un “elemento concientizador” que se coronó, el 25 de mayo de 1973, con la asunción del gobierno peronista presidido por Héctor Cámpora. El objetivo de ambas organizaciones fue convertirse en el polo hegemonizador del peronismo revolucionario, al tiempo que ponían en funcionamiento un dispositivo con una capacidad movilizadora notable destinado tanto de brindar apoyo a la nueva gestión como a controlar que su cauce se orientase en el sentido revolucionario que buscaban imprimirle al proceso. La consigna propuesta de cara a las elecciones por las FAR (“Con el frente al gobierno y con las armas al poder”) sintetizó esa ambigua posición, aunque no logró imponerse a la más popular “Cámpora el gobierno, Perón al poder” acuñada por Montoneros. Con esa finalidad, ambas organizaciones conformaron una conducción única encargada dedirigirla fusión a la que se encaminaban. Su composición implicó la aceptación de la prevalencia de Montoneros sobre las FAR en una relación de 5/3que sería replicadaen los niveles inferiores y rubricada mediante la adopción del nombre de la primera para nominar a la nueva estructura fusionada. A nivel del activismo, las agrupaciones de base ligadas a cada una se reunieron en los diferentes “frentes de masas” que propiciaron estructuras organizativas con ámbitos de inserción específicos y referenciados explícitamenteen la flamante organización político-militar: la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), el Movimiento Villero Peronista (MVP), el Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP) y la Agrupación Evita (AE).
A lo largo de su trayectoria, se han contabilizado 181 operativos armados protagonizados por las FAR. Fueron efectuados en 15 ciudades diferentesteniendo grados de complejidad muy variable, aunque el número es seguramente más elevado y haya superado los 200. Entre los más resonantes, además de la toma de Garín, el “Combate de Ferreyra” y la fuga del penal de Rawson ya referidos, se contaron: el asalto de un camión militar (Pilar, Bs. As., 29/04/1971); los asesinatos del Mayor (R) Julio San Martino (Córdoba, 29/07/1971, efectuado en el seno de las OAP), el Teniente General Juan Carlos Sánchez (Rosario, 10/04/1972, perpetrado en conjunto con el PRT-ERP) y el Contralmirante Emilio Berisso (Lomas de Zamora, Bs. As., 28/12/1972); los secuestros y canjes por dinero de los empresarios Enrique Barella (Merlo, Bs. As., 5/11/1972) y Oscar Castell (Córdoba, 21/05/1973); la destrucción de la discoteca Keops y la toma parcial de la localidad de Saldán (ambas en Córdoba, el 3/11/1972 y el 29/03/1073, respectivamente). Una acción armada de envergadura planificada y que fue abortada, a principios de 1973, ante la detención de las células operativas en Mar del Plata contemplaba simultáneamente la destrucción de la sede social del Golf Club y el hundimiento de un submarino amarrado en la base naval de la ciudad balnearia.
Entre los cuadros dirigentes máximos de las FAR descollaron los ya mencionados Olmedo, Quieto, Osatinsky, Roqué, Lewinger, Maestre y Verd. Otros militantes relevantes que ocuparon puestos de conducción, tanto en FAR como en Montoneros, fueron Marcelo Kurlat (“Monra”), Horacio Arrué (“Pablo Cristiano”), Antonio Latorre (“Pelado Diego”), Elida D´Ippolito (“Gorda Amalia”), Jorge Vázquez (“Caballo loco”), Eduardo Jensen (“Añamen”), Horacio Campiglia (“Petrus”), Eduardo Pereira Rossi (“Carlom”) y Horacio Maggio (“Nariz”). Se han podido identificar 300 militantes con nombre y apellido “encuadrados” en la organización, es decir, combatientes orgánicos, en su momento de apogeo. Estimamos que esa cifra pudo rondar los 500 integrantes plenos al momento de producirse la fusión con Montoneros, aunque el radio de su influencia fue muchísimo mayor en virtud del crecimiento exponencial del caudal militante reunido en agrupaciones de base ligadas a la organización que nutrieron, a mediados de 1973, a los “frentes de masas” montoneros. Tanto esa dimensión como la operatividad armada desplegada ubican a las FAR como la tercera organización armada en importancia del período 1970-1973 y con un tamaño similar al de Montoneros, al menos hasta fines 1972. Su militancia, tanto a nivel dirigencial como de cuadros combatientes y de la militancia de base, fue diezmada por los embates represivos de la última dictadura militar.
Fuentes:
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FAR. “Con el fusil del Che”. Granma, 11/12/1970, 7.
FAR. “Los de Garín”. Cristianismo y Revolución, Nº 28. Abril 1971, 56-70.
FAR. “Testimonio ante la tumba de un militante peronista”. Cristianismo y Revolución, N° 30. Septiembre 1971, 61.
FAR. “13 Preguntas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)”. Nuevo Hombre, Nº 17. 10-16 noviembre 1971, 2-5.
FAR y Montoneros-Grupo de prisioneros de guerra. “Opiniones sobre los problemas centrales de la guerra revolucionaria en esta etapa”. 10 de agosto de 1972. En FAR. ‘Boletín Nº 4’. Noviembre de 1972.
FAR. “Informe interno”. 12 de marzo de 1973. CPM-Fondo DIPPBA, Mesa Ds, Carpeta Bélico, Legajo N° 641.
FAR y Montoneros. “Apoyar, defender y controlar”. 24 de mayo de 1973. El Descamisado, N° 2. 29/05/1973, 2.
FAR y Montoneros. “Acta de la unidad”. 12/10/1973. El Descamisado, N° 22. 16/10/1973, 7.
Referencias:
Caviasca, Guillermo (2006b). “Arturo Lewinger y los orígenes de las FAR”. Lucha Armada, Nº 6. Mayo-junio, 82-97.
Custer, Carlos Ignacio (2021). En torno a la trayectoria de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR): acción político-militar y vinculación con el “movimiento de masas» (1970-1973). Tesis de maestría. Universidad Torcuato Di Tella. Departamento de Estudios Históricos y Sociales. Disponible en: https://repositorio.utdt.edu/bitstream/handle/20.500.13098/11234/MHIS_2021_Custer.pdf?sequence=1&isAllowed=y.
González Canosa, Mora (2021). Los futuros del pasado: marxismo, peronismo y revolución: una historia de las FAR. Buenos Aires: Prometeo.
Perdía, Roberto (1997). La otra historia. Testimonio de un jefe montonero. General Roca: Ágora.
Carlos Ignacio Custer