(Buenos Aires, 20 de agosto de 1906 – Buenos Aires, 2 de julio de 1991).

            Apodo: “Pepe”.

            Abogado, juez, profesor universitario, político y diplomático.

            Nació en la Capital Federal (Alvear y Montevideo) en el seno de una familia tradicional de Buenos Aires. Su padre, José María, fue abogado y ministro tanto de Roca como de Sáenz Peña. Su madre era Lucila Cano.

            Fue bautizado en la Iglesia del Socorro.

            Hizo la escuela primaria en el colegio Onésimo Leguizamón, entre Santa Fe y Paraná. Luego siguió sus estudios en el Católico Internacional. Al cumplir trece años falleció su madre y fue anotado para estudiar como pupilo en el Colegio Carmen Arriola de Marín en San Isidro. Terminó su escuela en el Colegio San José de Azcuénaga, a los quince años.  Se recibió de abogado a los veintiséis años y comenzó a ejercer la profesión en la Capital Federal.

            Formó parte de la intervención a Santa Fe tras el golpe de 1930. Se desempeñó como juez de instrucción y de allí salió su primer libro titulado Más allá del código. Sus simpatías en ese momento se ubicaban cerca de la Democracia Progresista.

            En 1931 contrajo matrimonio con María Luisa Julia Delfina Bunge, con quien tuvo cuatro hijos.

            En 1934 hizo campaña en Santa Fe por la Alianza civil. Ese año asumió como Ministro de Gobierno del Gobernador Iriondo.

            En 1936 escribió Interpretación religiosa de la historia.

            En 1938, al cumplirse el centenario del fallecimiento de Estanislao López,  participó del lanzamiento del Instituto de Estudios Federalistas de Alfredo Bello, para él puntapié del revisionismo histórico argentino.

            En 1941 se acercó al porteño Instituto Juan Manuel de Rosas. En el año 1943, tras encontrar documentación relativa a la Ley de Aduanas de 1835, publicó Defensa y pérdida de nuestra independencia económica.

            Integró la lista de diputados nacionales por la Alianza Libertadora Nacionalista en la elección de 1946.

            En tiempos del peronismo se orientó a la cátedra en Buenos Aires y La Plata. Dirigió el Instituto Juan Manuel de Rosas desde inicios de la década de 1950. Apoyó las campañas de repatriación de los restos de Rosas, tanto la encabezada por Alejandro Olmos como la que impulsó el mismo con la Comisión Nacional pro repatriación en el año 1954. Escribió en el diario La Prensa, bajo control de la CGT, con el seudónimo Martín Pincen sobre “La defensa de la nacionalidad en ‘La razón de mi vida’”. En 1951 difundió El cóndor ciego, sobre la trágica muerte de Juan Lavalle y La misión García ante Lord Strangford.

            Luego de conseguir el apoyo del Gobernador Aloé para la celebración del aniversario de la Vuelta de Obligado en 1953 se encontró con limitaciones por parte del gobierno para sus iniciativas de corte reivindicatorio. El Partido Peronista en su reglamento prohibió la propaganda revisionista o el embanderamiento historiográfico. El Ministerio del Interior limitó las manifestaciones públicas en favor de la repatriación y se ocupó de transmitir el desagrado del gobierno nacional por el crecimiento de la inciativa hasta abortarla.

            En 1954 contrajo enlace con Ana María Rocca, con quien tuvo un hijo.

            En las postrimerías del peronismo Rosa, junto con W. Cooke, dirigían el Instituto Juan Manuel de Rosas, desarrollando discretas actividades y publicando un boletín de novedades. En ese momento publicó Nos, los representantes del pueblo, obra satírica del proceso de creación constitucional de 1853.

            La Revolución Libertadora lo destituyó de todos sus cargos.

            En octubre de 1955, John W. Cooke escapaba de la captura policial. Le habían ofrecido un departamento en el mismo edificio en el que vivía José María Rosa. No pudo ingresar al mismo y Rosa lo albergó en su casa. En esas circunstancias fue detenido y ello originó la posterior detención de Rosa.

            En esas circunstancias fue juzgado por un tribunal especial dirigido por el Próspero Germán Alvarez Magariños, alias “Capitán Ghandi”.  Tras las irónicas respuestas de Rosa quedó detenido. Su abogado defensor, Pablo Olivares, logró tiempo después su liberación.

            En esas condiciones Rosa se embarcó en distintas conspiraciones.

            Al haber participado del fallido levantamiento de Valle en la zona del litoral, salió clandestinamente hacia Uruguay. Se recluyó en la “Sudestada”, una casa suya en la Barra de Montevideo.

            Luego partió a España y mediante una beca del Instituto de Estudios Políticos de Madrid, se ocupó de escribir su libro La caída de Rosas.

            Tiempo antes, desde Madrid, enviaba avances del texto  al Semanario Mayoría de los hermanos Jacovella, quienes lo destacaban con una columna e incluían fotos suyas.

            En la capital española formó parte del Comando de exilados junto a Mariano Cavagna Martínez, José León Suárez, Manolo Buzeta y otros militantes peronistas. En ese marco recibió la versión de La fuerza es el derecho de las bestias con la autorización de Perón para modificarla y ajustarla a las necesidades de edición para la España de Franco. El texto fue cambiado en los tramos en los que había alusiones agudas en relación al papel político de la Iglesia y de las Fuerzas Armadas y comenzó a circular allí.

            En la situación previa a las elecciones de 1958 Rosa se trasladó a Montevideo y en un núcleo de exilados recomendaron a Perón no apoyar a Frondizi, bajo la especulación que si hacía un buen gobierno podía eclipsar al peronismo.

            Vuelto al país, se ocupó de reabrir el Instituto Juan Manuel de Rosas de investigaciones históricas con la colaboración de Alberto Contreras. Fue su presidente y relanzó la Revista de la institución.

            En ese momento consideraba que el principal problema de la Argentina era que “no tenemos ‘clase dirigente’…antes hubo una aristocracia…luego tuvimos una oligarquía…hoy no hay nada, o hay muy poco”.

            Por entregas fue presentando su trabajo sobre La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas, que luego fue publicado en formato libro por la Editorial nacionalista Huemul y luego por Peña Lillo. En esta misma época produjo Rivadavia y el imperialismo financiero.

            En ese tiempo Perón le encargó que lo representara en actos de bautismo que le solicitaban adherentes. A su vez, en unas entrevistas, destacó su libro La caída de Rosas como un texto fundamental.

            En 1962 apoyó la fórmula Framini – Anglada siendo el encargado de transmitir órdenes de Perón en esa coyuntura.

            Desde el IIHJMR Rosa recorría el país visitando a las filiales, brindando conferencias y realizando encuentros políticos con referentes locales del peronismo.

            Hacia 1965, cansado de los enfrentamientos entre nacionalistas y peronistas en el seno del instituto Juan Manuel de Rosas, se retiró de la actividad institucional. En ese momento concentró su energía en la escritura en su Historia Argentina, de la que fueron saliendo sucesivos tomos.

            En el año 1967 colaboró con Azul y Blanco, revista nacionalista orientada por Marcelo Sánchez Sorondo. Desde allí impulsaron un acto en la Vuelta de Obligado para noviembre del año 1967 en el que buscaron implicar a las distintas fuerzas políticas, entre las cuales se destacaba el peronismo orientado localmente por el Mayor Bernardo Alberte.

            De manera progresiva Rosa se convirtió en referente del revisionismo “nacionalista popular”, merced a las múltiples conferencias que dictaba y la difusión de sus libros. La editorial Pampa y Cielo publicó El revisionismo responde. La editorial Sudestada de Ortega Peña y Duhalde publicó su obra Estudios revisionistas, en la que compilaba trabajos anteriores. La editorial Merlín publicó Historia del revisionismo.

            En  los primeros años  de la década del setenta polemizó con Ernesto Fitte en la Revista Panorama sobre la figura de Rosas, producto de lo cual salió el libro Rosas, nuestro contemporáneo que gozó de una importantísima difusión.

            En ese momento fue entrevistado por varios medios con relación a su experiencia en vinculación al peronismo. En ese momento buscaba señalar que su origen nacionalista no lo había vinculado orgánicamente al peronismo y que esa relación fue provocada por la acción de la Revolución Libertadora.

            Formó parte del charter de regreso de Perón a la Argentina el 17 de noviembre de 1972. En las elecciones de abril de 1973 para legisladores de la Capital Federal fue como candidato a senador suplente, acompañando la candidatura de Marcelo Sánchez Sorondo.

             En el gobierno peronista del año 1973 fue designado Embajador en Paraguay. Tras la muerte de Perón, tuvo desinteligencias con el Canciller Alberto Vignes y fue trasladado como embajador a Grecia, donde permaneció hasta el golpe de 1976.

            A principios de los años fue fundador de la Revista Línea oponiéndose al gobierno militar. La publicación fue clausurada y reabierta.

            Se pronunció en favor del diferendo del Beagle.

            Participó del acto de repatriación de los restos de Rosas propiciado por el Gobierno de Carlos S. Menem.

            Falleció en el año 1991.

Obras:

Rosa, José, M. El condor ciego. Buenos Aires, Albatros, 1951.

Rosa, José. Nos, los representantes. Buenos Aires, Theoria, 1955.

Rosa, José M. La caída de Rosas. Madrid, IEP, 1958.

Rosa, José M. La guerra del Paraguay y las montoneras argentinas. Buenos Aires, Huemul, 1963.

Rosa, José M. Historia Argentina. Buenos Aires, Oriente, 1965-2007.

Rosa, José M. Rosas, nuestro contemporáneo. Buenos Aires, Peña Lillo, 1971.

Fuentes:

Mayoría. 25 preguntas a José María Rosa. Una radiografía periodistíca de Alfredo Bettanin, ilustada por él mismo. Número. 78. 6 de octubre de 1958.

Envido. Reportaje al Dr. José María Rosa. Número 2. Noviembre de 1970.

Referencias:

Hernández, Pablo J. Conversaciones con José M. Rosa. Buenos Aires, Colihue-Hachette, 1978.

Manson, Enrique. José M. Rosa, el historiador del pueblo. Buenos Aires, Ciccus, 2010.

Darío Pulfer