La ciudad de Curuzú Cuatiá, en la provincia de Corrientes, fue uno de los escenarios de los levantamientos militares de la autodenominada Revolución Libertadora de septiembre de 1955. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en otros espacios, allí el movimiento fracasó por la actitud vacilante de los jefes militares y por el enorme apoyo que el peronismo había construido en el Ejército, fundamentalmente entre los suboficiales

Los casi diez años de predominio peronista en el país encontraron a la provincia de Corrientes en una situación particular. Fue la única en la que el peronismo no triunfó en las elecciones de gobernador de 1946, pero también en la que fracasó la revolución de septiembre de 1955. La política provincial se vio profundamente conmovida durante esos años. Los dos partidos provinciales que habían sido históricamente sus principales protagonistas (Autonomista y Liberal) perdieron esa centralidad y el peronismo que fracasó en las elecciones de 1946, se convirtió en la principal fuerza política apenas unos años más tarde.

A partir de 1949, de todos los partidos políticos actuantes en la provincia, sólo dos, el Partido Demócrata Nacional –PDN- (ex autonomista) y el radical, tuvieron una actuación opositora activa. Sin embargo, las formas y los espacios en los que ejercieron dicha oposición fueron diferenciados. Mientras los radicales apelaron a la oposición parlamentaria a través de las pocas bancas que lograron conseguir, los autonomistas o demócratas, sin representación legislativa, se volcaron más rápidamente a prácticas desleales y disruptivas.

Como es sabido, a fines de 1954, la tensión entre oficialismo y oposición sufrió una importante escalada; el recurso al derrocamiento por la vía de la conspiración militar por parte de la oposición como la persecución y prisión a los opositores por parte del oficialismo fueron considerados herramientas de lucha legítima por ambos. Por otra parte, la Iglesia Católica se sumó a la oposición lo que generó un vertiginoso crecimiento y ampliación del conflicto. Corrientes, una provincia con una importante presencia católica, no fue ajena a estos enfrentamientos. La oposición cuestionó las medidas por las cuales se decidió retirar las imágenes religiosas de las escuelas y oficinas públicas, la supresión de la enseñanza religiosa en las escuelas y de la personería jurídica a diferentes asociaciones religiosas y en particular, el levantamiento del feriado del 3 de mayo, día en que se recordaba la fundación de la ciudad y el milagro de la cruz, una de las fiestas cívico- religiosas más importantes de la ciudad a cuya procesión en 1955, por primera vez, no concurrieron representantes del gobierno. Sin embargo, la participación de la ciudadanía fue masiva aquél día -a pesar de la existencia de rumores de que se iba a interrumpir la procesión y detener a los peregrinos. El 29 de mayo se decidió oficiar una misa en la Iglesia Catedral presidida por el Obispo Francisco Vicentín con el propósito de desagraviar a la institución y sus fieles por las medidas adoptadas por el gobierno. Al término de la ceremonia, algunos concurrentes resolvieron realizar una manifestación callejera que terminó con diecisiete personas detenidas, se trató de importantes dirigentes políticos demócratas y radicales que participaron en la manifestación y del sacerdote que los acompañaba quienes recuperaron la libertad un mes más tarde.

El 16 de junio se produjo el fallido intento de golpe de estado con el trágico bombardeo a la Plaza de Mayo de Buenos Aires y la posterior represalia de los simpatizantes del gobierno con la quema de las Iglesias, pero en Corrientes no sucedió nada similar, aunque las actividades conspirativas se acrecentaron luego de esos sucesos. Elías Abad, el presidente del PDN local fue uno de los que tuvo a su cargo la organización del comando civil en apoyo al movimiento militar que se estaba preparando.

El golpe que se venía gestando desde hacía meses estalló finalmente el 16 de septiembre de 1955. La noche anterior, grupos de la Marina, el Ejército, la Aeronáutica y de los comandos civiles entraron en acción. Entre el 16 y el 21 de septiembre se llevaron a cabo enfrentamientos y operaciones en Córdoba, Mendoza, Río Santiago, Puerto Belgrano, Punta Alta y Bahía Blanca. Otro de los escenarios fue la ciudad de Curuzú Cuatiá al SE de la provincia de Corrientes, que contaba por entonces con cuatro regimientos. De acuerdo con lo planificado, la noche del 15 de septiembre los conspiradores comenzaron a poner en pie de guerra a la tropa de todos los regimientos de la ciudad. Una importante cantidad de civiles ofreció sus servicios y fueron destinados a tareas de patrullaje y conservación del orden, liderados por un grupo de radicales. Luego, tomaron la municipalidad, el banco, el correo y la estación de ferrocarril. A las ocho de la mañana, toda la ciudad estaba en poder de los rebeldes.

Sin embargo, como el General Pedro Eugenio Aramburu, que era quien tenía a su cargo movilizar a esa guarnición no llegó a tiempo y las noticias eran confusas, muchos oficiales y suboficiales empezaron a abandonar las filas revolucionarias. Cuando finalmente éste llegó a Curuzú Cuatiá se sucedieron algunos fuertes enfrentamientos entre ambos bandos en el que resultó muerto un joven soldado y muchos otros quedaron heridos. Paralelamente, se organizaron columnas leales al gobierno en las ciudades de Mercedes, Paso de los Libres y Monte Caseros que avanzaron hacia Curuzú Cuatiá. En un primer momento, Aramburu decidió mandar fuerzas para enfrentarlos, pero luego, ante lo confusa de la situación y viendo que la mayoría del Ejército en la zona había abandonado el bando revolucionario, decidió rendirse y marcharse. La sublevación de Curuzú Cuatiá estuvo completamente vencida la noche del 16 de septiembre.

En la ciudad de Corrientes los revolucionarios no tuvieron mejor suerte, ya que todos los preparativos que se habían planificado para apoyar el movimiento en esa ciudad, a través de los comandos civiles, finalmente no se produjeron. El General Esteban Font, a cargo del Ejército, descubrió la conspiración y la desbarató. Algunos de los oficiales complotados en esa oportunidad fueron detenidos, lo mismo que sus dirigentes políticos.

Mientras tanto, la flota de mar comandada por el contralmirante Isaac Rojas declaró el bloqueo del litoral marítimo y luego de bombardear Mar del Plata envió el ultimátum a Perón amenazando con hacer estallar la refinería de La Plata y atacar la Capital. Posteriormente, en la Fragata 17 de octubre con Rojas como jefe victorioso, la Junta Militar en la que Perón había delegado momentáneamente el poder, firmó el fin de las hostilidades. Luego, esta misma Junta aceptó la renuncia de Perón. Para el 21 de septiembre, se dio a conocer a través de la prensa el derrocamiento del presidente y el cambio de autoridades en cada una de las provincias. El 22 de septiembre el General Eduardo Lonardi asumió como presidente provisional de la república. Ese día, una multitud se congregó en la plaza 25 de mayo de la ciudad de Corrientes, frente al monumento al Gral. San Martín para escuchar su discurso de asunción.

Referencias:

Feris, Gabriel. Testimonio sobre política y periodismo, de 1930 a 1992. Diálogos con Antonio Emilio Castello. Buenos Aires: Plus Ultra, 1992.

Hume, R. Sublevación en Curuzú Cuatiá. Santa Fe: Librería Castelví, 1962.

Solís Carnicer, María.  La “Revolución Libertadora” en la provincia de Corrientes. El papel de los partidos políticos, la Iglesia y el Ejército frente al golpe de 1955 En: Revista Quinto Sol Vol. 21 Nro 3, 2017.

María del Mar Solís Carnicer