En el marco de la dictadura militar de Onganía, que había prohibido la actividad política al conjunto de los partidos y limitado las expresiones públicas, la celebración del 17 de octubre de 1967 constituyó un  acontecimiento anómalo en ese contexto. Por varias razones.

            Como el año anterior la celebración había sido prohibida, pero a diferencia de 1966 en que los movilizados fueron escasos, en la oportunidad la cantidad de quienes se sumaron a las convocatorias cobró cierta entidad.

            En lugar de ser un día de fiesta para sus adherentes, la crónica periodística lo destacó como un acontecimiento “violento”, caracterizado por “palos”, “corridas” y “detenciones”.

            En lugar de ser un acto en Plaza de Mayo, se desenvolvió en diversos puntos de la Capital Federal.

            El clima contradijo el mito del soleado y agradable “día peronista”, con una intensa lluvia.

           ¿Qué ocurrió entonces?

            Ante la prohibición policial de realizar el acto de manera centralizada en Parque de los Patricios o en su defecto en la Plaza Martín Fierro la estrategia del peronismo fue el desarrollo de actos simultáneos en distintos puntos de la Capital Federal. Además del Obelisco, las manifestaciones se organizaron en las manifestaciones se organizaron en Villa Urquiza, Plaza Once, Retiro, Plaza Constitución y Liniers.

            Días antes la Capital amaneció con pintadas que reclamaban la adhesión a Perón y al “día de la lealtad”. Junto con ello se difundieron volantes con la firma de diversas agrupaciones. “A 22 años de aquella extraordinaria epopeya popular, en donde la oligarquía fue desplazada del poder, ha quedado demostrado que sólo un gobierno que cuente con el respaldo del pueblo, puede garantizar justicia social, soberanía e independencia. Los humildes, los descamisados, decimos hoy, presente general Perón. Nuestra consigna: Resistencia, organización y lucha”, decía un volante distribuido en la calle. “Ante la opresión contra la Patria y el pueblo, el Movimiento Peronista levanta sus banderas. Por la liberación nacional y el retorno del general Perón, la Juventud Peronista convoca al pueblo a esta batalla definitiva contra la oligarquía y el imperialismo”, rezaba otro de ellos. Un panfleto redactado por ARP (Acción Revolucionaria Peronista) y la JRP (Juventud revolucionaria peronista) comenzaba expresando “Contra el hambreamiento del pueblo: JUSTICIA SOCIAL”.  Otro volante de ARP, ante la proximidad de su fallecimiento, exaltaba la figura del “Che“ Guevara, proclamando que en base a la “dignidad de tu ejemplo, puedes decir: ¡VOLVERÉ Y SERÉ MILLONES!”.

En esos días, como ya era habitual desde hacía años, en lugares estratégicos de la ciudad aparecieron grupos juveniles vivando el nombre del líder exiliado. La JP denunciaba la detención “preventiva” de militantes ante la proximidad de la fecha y anunciaba un 17 de octubre “iluminado”. Así fue: un grupo de jóvenes, sobre la medianoche, en Córdoba y Cerrito, tomó un  cartel luminoso de propaganda que publicitaba la marca de guardapolvos 12 de octubre y le cambió el 2 por un 7, quedando a la vista pública la leyenda “17 de octubre”. Otro acto de ingenio fue la supresión de la parte superior del emblema de Mercedes Benz de la estructura del cartel luminoso de Cerrito y Lavalle, quedando configurada una estructura que se asimilaba a un reloj que marcaba las 20 y 25….

            En la víspera apareció una solicitada firmada por Bernardo Alberte, Andrés Framini y Augusto Timoteo Vandor haciendo referencia a la mítica fecha en vinculación con la realidad que vivía el país.

            Un hecho cultural, la presentación de la obra “De pie, esperanza” de la compañía de Alba Martelli y Ernesto Cáceres en el Teatro Astral, que vendió todas las entradas, amenizaría la espera del 17 de octubre. Por las connotaciones que evocaba el solo nombre de la obra el Comisario Margaride prohibió la exhibición, movilizando fuertes contingentes policiales que prohibieron el ingreso del público. Quienes habían comprado las entradas, lejos de arredrarse, se quedaron en las inmediaciones y poco después, la Avenida Corrientes, entre Montevideo y Callao se convirtió en el escenario de confrontación entre grupos que entonaban estribillos y vivan a Perón.  Fueron detenidos Alfredo Ferraresi del sindicato de Farmacia, Pedro Loiácono de la Juventud Peronista y Bernado Alberte, hijo.

            Desde el mediodía la Policía desplegó sus efectivos en distintos puntos de la Ciudad.

Plaza Once fue especialmente custodiada, siendo el lugar de las celebraciones del peronismo, tras su desplazamiento del poder. En ese lugar, cerca de las 20 horas, todo parecía normal y habitual. De golpe, comenzaron a sonar los compases y estribillos de “La Marcha”.  Ello fue acompañado por un fuerte batir de palmas, que iban siguiendo el ritmo. Las fuerzas policiales se lanzaron sobre la gente y arreciaron las corridas, los golpes y los gritos.  Según Así: “Toda la zona quedó envuelta en la conmoción”.

            De un bar de la zona salía el Dr. Raúl Matera. Fue agredido por la policía y solo atinó a decir, en una expresión que más tarde haría época, “¡Respéteme, soy el doctor Matera!”. La identificación – advertencia no dio sus frutos: los bastones siguieron cayendo sobre los hombros del médico.

            Del Bar La Perla, salían grupos de mujeres que vitoreaban a Perón y volvían a sus lugares. La Policía desalojó los bares de la zona provocando incidentes y alborotos. Fueron detenidas veinte personas, entre quienes había varias mujeres.

            En la intersección entre Monroe y Triunvirato un improvisado e ignoto orador arengaba a quienes se habían nucleado a su alrededor. Tras el discurso los oyentes se formaron en fila mientras daban vivas a Perón, cantaban la Marcha partidaria y reclamaban su regreso, enfilaron hacia el centro de la ciudad. Poco después, al llegar la Policía, el lugar se transformó en un escenario de enfrentamiento: la represión policial fue respondida por los manifestantes mediante golpes de puños y piedras. La pizzería de la esquina fue otro de los espacios en los que se libraron confrontaciones: forcejeos, sillazos y lluvia de monedas cayeron sobre los agentes policiales. Allí fueron detenidas dos personas.

            Otros lugares de manifestación fueron aquellos en los que diariamente se producían aglomeraciones por el transporte público como Liniers, Retiro y Plaza Constitución. En este último lugar fue detenido Bernardo Alberte hijo.

            En Diagonal Norte al 1100 hubo incidentes, cuando un grupo de jóvenes colgaron un cartel con frases alusivas al 17 de octubre. Allí quedó detenido un hijo de Guillermo Patricio Kelly.

            El lugar en el que más manifestantes se reunieron fue en el Obelisco.  En un edificio colgaron  un gran cartelón en el que se leía: “Viva el 17 de Octubre – Perón – Pueblo – FFAA – Juventud Rebelde Peronista”. Los militantes recorrieron la calle Corrientes hasta Callao, ida y vuelta. Uno de los cánticos coreados fue: “Aquí están; éstos son los fusiles de Perón”. El despliegue policial con carros de asalto, el camión Neptuno, vehículos policiales, entremezclados con autos particulares y ómnibus del transporte público, buscaban intimidar a la multitud, mayoritariamente joven. Para el cronista de Asi, la avenida Corrientes se transformó “en el campo de una verdadera guerrilla urbana”. A las bombas de los gases lacrimógenos se contraponía el ruido de las bombas de estruendo. Los grupos se organizaban y disolvían frente al avance de la fuerza policial. Fue en ese lugar que convergieron las figuras públicas del peronismo de ese entonces junto a los “comandos de la juventud”. Bernardo Alberte, Amado Olmos, Adolfo Cavalli, Héctor Mango, Jorge Di Pascuales se entremezclaban con los manifestantes. La detención de la actriz Azucena Vidal junto a un grupo de jóvenes fue una de las notas de la jornada. Aunque lo que más llamó la atención fue la del Delegado de Perón, Bernardo Alberte, quien aparecía como referente de la manifestación. Su apresamiento no fue óbice para que la marcha y los cantos prosiguieran…

            Mientras se desarrollaban los actos relámpago y las manifestaciones callejeras Andrés Framini recorría en auto los distintos puntos de encuentro.

            Un grupo se desprendió de la concentración de Corrientes y marchó hacia Viamonte y Callao y frente al local del SIE (Servicio de Informaciones del Ejército) entonaron los estribillos de la Marcha Peronista, para disolverse ante la inminente presencia policial.

            Grupos remanentes de las convocatorias, entrada la noche, seguían manifestándose en calles y barrios de la ciudad.

            Cerca de la medianoche estalló una bomba de estruendo frente a la Casa Rosada.

            El saldo de la jornada fue la detención de cincuenta personas, entre los cuales se contaban numerosas mujeres y algún niño.

Fuentes:

Revista Así. 31 de octubre de 1963.

Referencias:

Castellucci, Oscar. Los 17 de octubre entre 1955 y 1972. Una historia de lucha y represión. En Perón y el 17 de octubre. Buenos Aires, Congreso de la Nación, 2002.

Ehrlich, Laura. La reinvención del peronismo. Buenos Aires, UnQ Editorial, 2022.

Julio César Melon Pirro y Darío Pulfer