Enero de 1967

Carlos Loholaberry, dirigente del sindicato textil (A.O.T.) visitó a Perón en Puerta de Hierro.

2. Carta de Perón a Pedro Michelini, dirigente justicialista de La Plata:

Mí querido amigo:

He recibido su carta del 21 de diciembre pasado y le agradezco las valiosas informaciones como asimismo su saludo y buenos deseos que retribuyo con mis augurios para que la felicidad lo colme de favores en el año que se inicia. Quedo en claro de sus conversaciones con los distintos personajes políticos y militares de que me informa en su carta y pienso que la cosa va bastante bien. Está claro que hay ya bastante gente dispuesta a llegar a acuerdos para formar un frente general de oposición a la dictadura militar y esto es auspicioso para el futuro inmediato. Es indudable que en el país se mueven dentro y fuera de la dictadura algunas corrientes incipientes todavía, pero que tienden a sacar provecho de la ingenuidad política de los militares y otras que tratan de conformar sus designios a la situación imperante: dentro de las primeras está el “frentismo” de Frondizi y en las segundas una suerte de ideología que viene de Europa (Francia, España, Portugal, etc.) que se ha dado en llamar la “Cité Catholique”. El frentismo frondiziano nos es suficientemente conocido, como sus planes. La “Cité Catholique” es menos difundida aunque, por su carácter internacional, es igualmente peligrosa. En una carta que le escribo junto con ésta al Doctor Lannes entro en ciertos detalles sobre este asunto y como usted leerá esa carta evito darle la lata al respecto. Yo no digo que tengan éxito pero no está demás que las tengamos en cuenta, por lo menos. De cualquier manera, todo está indicando la necesidad de no dejar ganar terreno a nada que signifique un apoyo directo o indirecto a la actual dictadura sin que nosotros tomemos las medidas indispensables para neutralizarlos. Por eso, creo en la necesidad de apresurar las gestiones tendientes a conformar por lo menos un frente general de oposición que servirá para combatir a la actual dictadura como asimismo para enfrentar futuras posiciones que le sean afectas porque, a pesar de la poca claridad que se descubre en las afirmaciones de Onganía, me parece que estas ideas no son extrañas a cuanto se ha venido diciendo por boca de la dictadura y sus agentes. De cualquier manera, todo hace pensar en la necesidad de ir previendo la posibilidad de que se arme un tinglado político que pudiera dar, siquiera sea aparentemente, una sensación de apoyo a la dictadura militar que aún está huérfana de todo sustento popular político. Nunca faltan oportunistas e interesados de todo pelaje con tal de medrar con cualquier situación. La única manera de impedirlo está en la posibilidad de formar un frente general de oposición que, si realiza una acción apropiada, puede incluso terminar con la actual dictadura. Veo, sin embargo, que falta grandeza y desprendimiento en los dirigentes políticos como para renunciar a sus objetivos particulares en provecho de un gran objeto general que pusiera fuera de circulación las extrañas ideas que campean en la mente de los que esgrimen a la “revolución argentina” como instrumento de realizaciones inconcebibles. A fin de no tener que repetir aquí cuanto le digo a Lannes en mi carta, le pido que le diga a él que se la deje leer. Como síntesis de todo: debemos tratar con los dirigentes políticos adversos a la dictadura. Con los hombres de la dictadura, no. De la misma manera sucede con los militares. Es claro que conviene que los tratos, con cualesquiera que sean los personeros, deben serlo “ad referéndum” de Madrid porque, como no se puede tener absoluta confianza en ellos, conviene siempre dejar una puerta abierta por si tenemos que arrepentirnos. Yo estoy pronto a atender a cualquiera que me quiera consultar, siempre que se trate de alguien responsable y autorizado para hacerlo, no en su nombre sino también en el de las agrupaciones que representen. Me inclino mucho hacia los jóvenes porque ellos tienen que interesarse del futuro que les corresponde, ya que serán también ellos los que han de sufrir o gozar las consecuencias de cuanto se está actualmente dilucidando. Sin embargo, tampoco debemos despreciar a los viejos, porque ellos están llenos de experiencia y sabiduría, y, aunque indudablemente están a punto de cerrar su ciclo, no por eso habrá que despreciar los valores que puedan investir. Hay viejos de veinte años y jóvenes de sesenta. Lo importante es hacer cesar todo intento de formar “rancho aparte” en las fuerzas políticas disueltas para ponerlas en su conjunto a luchar contra el enemigo común. Para ello es preciso que nos pongamos de acuerdo siquiera sea en lo fundamental: hay que comenzar por estar de acuerdo en hacer una causa común, luego vendrán los detalles de cómo se compaginan las cosas durante la marcha. No podemos diferir tanto que no sea posible acordar una conducta común ante un enemigo también común. Sobre la serie de rumores circulantes en la campaña de provocación orquestada por diarios y revistas al servicio disimulado o no de la dictadura, como usted verá en la carta de Lannes, hay que oponerle la más absoluta indiferencia, enterando a los peronistas para que los tontos no caigan en sus efectos y para que los sinvergüenzas (que también los hay) no la puedan aprovechar. El caso de lo sucedido con Gianola y Remorino es suficiente como para curarnos de semejantes aberraciones. He leído asimismo en las publicaciones de El Mundo y de La Razón otra punta de sandeces por el estilo de la que comentamos: que Vandor10 ya tiene arreglado el asunto, que Matera11 será el heredero, que yo ya he dispuesto semejante barbaridad, etc., etc. Es natural que en estas publicaciones se persigue un objetivo: hacer pelear a todos los dirigentes peronistas entre ellos. Si hay tontos que se presten al juego, la cosa les saldrá bien, pero si nos avivamos un poco los que estarán fritos serán ellos. Siga usted en cuanto está empeñado, que lo hace muy bien. No haga caso de nada. Recuerde lo que dicen los italianos: “de quello [che] vedi a metácredi, de quello [che] senti non crediniente”. Traten de ponerse de acuerdo todos los peronistas que ése es el objetivo que más puede perjudicar a nuestros enemigos que hasta ahora han conseguido poner a unos contra otros, con evidentes ventajas para ellos. Si los peronistas olvidan toda clase enfrentamientos entre ustedes y tratan entre todos por igual, habremos conseguido vencer lo más negativo de cuanto nuestros enemigos han conseguido meter en nuestras filas. Los que sean capaces de vencer las pequeñas “puñeterías” que existen entre dirigentes y sus roscas, serán los únicos que llegarán al final de esta “carrera”. Creo que ha llegado el momento de reflexionar sobre esto porque, de lo contrario, el enemigo seguirá cosechando lo que ha sembrado entre nosotros, que no hemos sabido impedir tales males mediante una solidaridad que debe ser superior a todo sentimiento y procedimiento mezquino. O nosotros reaccionamos contra este mal, que se ha hecho endémico en el Peronismo porque ha sido abonado desde fuera, o pereceremos víctimas de nuestra propia falta de grandeza y comprensión inteligente. El juego está a la vista: bastaría que los dirigentes que son aludidos por las publicaciones se reunieran cuando sale algo provocativo, para que sistemáticamente se viniera toda la campaña abajo. Es precisamente el espíritu pequeño de los hombres, a veces su orgullo o su soberbia, lo que ha conspirado más eficazmente para hacer efectivas las campañas de provocación que nuestros enemigos vienen realizando. Lo incomprensible es precisamente que nuestros dirigentes se hayan dejado meter de esta manera en la bolsa, sin ocurrírseles por lo menos aclarar antes de aceptar. Bueno amigo Michelini: espero sus informaciones. Hoy 2 de enero debería salir de allí el amigo que me dice. Yo iba a viajar a Sevilla por una invitación para ver asuntos de negocios, pero frente a su carta he resuelto mandarla a Isabelita con otros para que resuelvan ese asunto. Esperaré en Madrid, por si las moscas. Me interesa saber cómo están pensando esos dirigentes del Partido Radical porque he conversado con alguno de la Juventud (que también se llama Suárez) y hemos estado en absoluto de acuerdo con cuanto se puede realizar. De la misma manera, si cualquiera desea venir a conversar conmigo al respecto, ya sea viejo, joven o intermedio, estoy listo para recibirlo con el mayor interés y afecto, porque yo ya estoy sobre el bien y el mal de las pequeñas cosas y no me ocupo sino de lo que sea fundamental, sin pasiones deformadoras ni intereses espurios, casi “desencarnado”. A mis años de vida uno se ha superado lo suficiente como para no descender a la contemplación de apariencias. Le ruego que haga llegar mis más afectuosos saludos a todos los compañeros, con mis deseos de felicidad para el año que se inicia en el que espero que, por lo menos, se hayan aclarado las cosas tan “quilombificadas” en estos momentos. A veces me asalta la idea de lo que ha de estar ocurriendo en la Patria y llego a la triste conclusión de que, como van las cosas, esto no tiene otra salida que el caos o la guerra civil. Lo primero podría dar la última oportunidad de soluciones. Lo segundo, quizá sería también la solución más decisiva, pero demasiado cara como para desearla. Este año 1967 dirá la última palabra, y si el Pueblo argentino no es capaz de ponerse los pantalones, sufrirá las consecuencias quizá durante todo el resto de este siglo. Un gran abrazo

3. Fue decretada la detención del dirigente portuario Eustaquio Tolosa.

4. El Sindicato de Luz y Fuerza organizó una manifestación  que fue reprimida violentamente por la policía.

5. La Fraternidad y la Unión Ferroviaria convocaron a una huelga para el 12 de enero.

7. Se presentó ante la Justicia y quedó detenido el dirigente portuario Eustaquio Tolosa.

12. En una marcha de protesta de los trabajadores azucareros en Tucumán se produjo un enfrentamiento con la Policía del que resultó muerta Hilda Natalia Guerrero de Molina.

A raíz de la detención de un estudiante que transportaba “libros subversivos” se vio implicado en investigaciones “anticomunistas” el hermano Arturo Paoli, organizador en Fortín Olmos de una cooperativa de hacheros del norte de Santa Fe.

Paro ferroviario de 24 horas en contra de los planes de “racionalización”.

Carta de Perón a Raimundo Ongaro:

Madrid 12 de enero de 1967

Mí querido compañero:

Al Señor Raimundo José Ongaro

Buenos Aires

He recibido su amable carta del 4 de diciembre pasado, que recién me llega, y le agradezco su recuerdo y su saludo que retribuyo con mi mayor afecto, reiterándole mi enhorabuena por su elección en la Federación Gráfica Bonaerense y deseando que el año de 1967, que se inicia, le sea propicio y le colme de felicidad. He leído su carta, llena de una juiciosa apreciación del momento en que vivimos y de los hombres que circunstancialmente tienen la responsabilidad de nuestros destinos. Ustedes, los jóvenes, tienen el inalienable derecho y la responsabilidad grave de defender ese destino en la forma que sea, porque también serán los que han de gozar o sufrir las consecuencias de lo que en el presente se haga.

Por lo que venimos viendo, en estos once años de desatinos y arbitrariedades, poco pueden confiar los jóvenes argentinos en la generación que ha depredado el país en procura de beneficios inconfesables, tan pequeños como repugnantes. El paternalismo, tan ridículo como torpe, que se pretende implantar ahora, no da lugar al menor optimismo porque nadie puede creer que los que durante once años arruinaron al país, sean ahora los que han de poner remedio a los males con los mismos hombres y los mismos sistemas que sirvieron para provocar el desastre. La profunda crisis espiritual de que usted me habla en su carta, es el problema del mundo: nada parece escapar a la decadencia que, en una u otra forma, se manifiesta en todas partes. La evolución nos impulsa hacia nuevas formas más acordes con las necesidades del hombre de hoy; pero inmensos poderes sinárquicos18 parecen oponerse a esa evolución. Es así que se va alejando toda posibilidad de mantener las formas incruentas de ejecución para acercarnos cada día más peligrosamente a las formas cruentas. El Justicialismo intentó los cambios necesarios por la vía de la evolución incruenta, pero nos pararon los pies; desde ese momento no ha quedado sino el camino cruento para realizarlos. Por eso, el fantasma del caos o la guerra civil amenazan peligrosamente a la República en las horas actuales. Cuando converso con los viejos camaradas militares de la España actual, todos coinciden que tampoco en España, en 1936, nadie creía posible una guerra civil. Sin embargo, cuando se acordaron, estaban empeñados en una enconada acción criminal, que les llevó más de tres años y en la cual se mataron más de un millón de españoles. Cuando contemplo la situación actual de la Argentina, tan comprometida en manos irresponsables, no puedo dejar de pensar en las graves consecuencias a que la pasión, la incapacidad y la irresponsabilidad pueden conducirla, porque de la actual situación solo se puede desembocar, si las cosas no se modifican, en el caos o la guerra civil. Lo primero, tal vez permitiera un nuevo intento; lo segundo, quizás, fuera la solución, pero es un precio demasiado elevado como para apetecerlo. El Movimiento Peronista también comparte la responsabilidad de una decisión adecuada y así lo hemos venido sosteniendo desde hace veinte años a esta parte. Nuestra lucha no puede decaer precisamente cuando todo indica que nos acercamos a esa decisión. Por eso creo que los dirigentes peronistas, ya sean sindicales como políticos, deben pensar con grandeza, para alejarse de las pequeñas cosas y los despreciables intereses personales y de círculo, dedicándose a interpretar el deber de la hora y cumplir su misión al servicio del Movimiento en su conjunto. La falta de unidad entre los dirigentes, que caracteriza este momento del Peronismo, nos perjudica a todos los dirigentes peronistas, porque nadie ha de realizarse en un peronismo que no se realice. Hoy, como siempre, solo unidos y solidarios podremos vencer a nuestros enemigos y salvar al país de las acechanzas que pesan sobre su destino y de las barbaridades que lo vienen azotando desde hace más de once años. Mediante la acción de una conducción adecuada hemos podido, en lo político, descartar y neutralizar los intentos del neoperonismo. Ahora les queda a las organizaciones sindicales la realización de lo mismo en la Rama Sindical del Movimiento. El Comando Superior Peronista no ha querido nunca meter la mano en lo sindical, porque la solución de esos problemas debe estar a cargo de las propias organizaciones sindicales. El problema de la actual división es solo cuestión de dirigentes porque las bases no entran ni entrarán en las “trenzas” y círculos que se mueven en ese horizonte directivo; pero, por desgracia, es precisamente esa división y la lucha consiguiente, la que trabaja sin cesar contra el prestigio de los dirigentes en una hora en [la] que más se necesita de ese prestigio. No es sin cierto desencanto que contemplo el triste panorama que están dando los dirigentes peronistas de algunos sectores, empeñados en una “carrera de simulación” que no es la misión que les corresponde. Esta falta de seriedad y de honestidad, practicada al servicio de apetitos personales, de intereses de círculo y de compromisos inconfesables, no nos hacen ningún favor como Movimiento Popular y tiende a la destrucción de esos propios dirigentes que no están a la altura de su misión. Yo no alcanzo a comprender cómo no se dan cuenta algunos de ellos del triste papel que están haciendo y cómo no reaccionan hacia la unidad y solidaridad indispensable a los altos intereses que servimos. Por eso, frente a la defección de muchos, que no tienen incentivo porque no hay cargos a la vista o porque temen a la represión o están cansados de la larga lucha, pienso en la necesidad de un trasvasamiento generacional que ponga en acción a la Juventud Peronista, porque imagino que los muchachos ni están interesados por los cargos, ni temen a la represión, ni están cansados de la lucha. Y aunque también la juventud ha sido influenciada por un divisionismo negativo, creo que será posible encaminarlos hacia una unidad y solidaridad que no ha sido posible mantener en el actual horizonte directivo del Peronismo. De cualquier manera, nuevos valores son indispensables si deseamos dar continuidad y permanencia a nuestra ideología y a nuestra doctrina, y ello debe ser ahora una preocupación constante de todos nosotros. Que los jóvenes van a cometer algunos errores, es posible, porque nadie aprende a caminar sin darse algunos golpes; pero solo ellos pueden superarnos, porque basta ver el mundo que les dejamos para persuadirnos [de] que, peor que nosotros, no lo podrán hacer. Creo indispensable irles entregando nuestras banderas paulatinamente en la acción para realizar el trasvasamiento generacional, de manera que incorporemos el idealismo, la energía y el empuje de la juventud al amparo de los consejos y la experiencia de nosotros, los viejos, para calificar su acción con la prudencia y la sabiduría que a ellos pueda faltarles. Solo si tenemos la grandeza y el desprendimiento necesarios para proceder así, podremos realizar esa operación positivamente. Si no, la realizará igualmente el tiempo pero, enese caso, habremos perdido la ocasión de poderla hacer racionalmente y en [la] forma más conveniente. En el orden político del Peronismo se avanza dentro de esa tendencia, y veo que en el sindical también se comienza a realizar lentamente. La llegada de ustedes es una esperanza para el futuro del Peronismo. Es preciso que luchen por imponer los cambios que serán saludables, porque la descomposición ha cundido ya peligrosamente en nuestros organismos, y porque, con un enemigo al frente, no se pueden aceptar algunas cosas que están ocurriendo. Todo se nos presenta favorable en el futuro y, cuando la fortuna nos tiende la mano, es preciso que haya alguien que atine a asirse y me temo que, en las circunstancias actuales, pocos sean los que están en condiciones de hacerlo, porque están en otra cosa. En fin, querido compañero, ustedes allí tienen la responsabilidad y las posibilidades de defenderla: nada debe impedirles cumplir con el deber de la hora. El Peronismo no es de nadie porque, precisamente, es de todos y todos tenemos la obligación de defenderlo y servirlo con una idea de conjunto y apartados de todo otro interés que no sea el del Pueblo y de la Nación, como siempre hemos entendido los verdaderos justicialistas. Se acercan días de decisión en los que será preciso recordar, ante todo, nuestra razón de ser. Para ese momento necesitamos hombres puros e idealistas que conduzcan y encuadren nuestras organizaciones. Aprovecho la oportunidad para rogarle quiera transmitir mis más afectuosos saludos a todos los compañeros de la Federación Gráfica Bonaerense que le acompañan. Un gran abrazo.

15. Carta de Juan D. Perón al Mayor Bernardo Alberte:

Madrid, 15 de enero de 1967

Mí querido amigo:

Por amabilidad del compañero Vicente he recibido sus saludos junto con el Informativo de P. 06-001 del 31 de diciembre. Le agradezco ambas cosas y aprovecho el viaje del Doctor Remorino para hacerle llegar esta carta que, aparte de lo que él le comentará de viva voz, tiene por objeto hacerle llegar mis noticias en forma directa. Estoy enterado de sus actividades por informaciones de Vicente y le agradezco todo cuanto está haciendo, al tiempo que le pido nuevos esfuerzos a favor de nuestra causa. Usted sabe que, dentro del Movimiento, las cosas no andan tan bien como fuera de desear y que la causa de ello es la conducta de muchos de sus dirigentes. Como le explicará el compañero portador de ésta, creo que ha llegado el momento de pensar en establecer un verdadero Comando Táctico que sea capaz de conducir a todo el peronismo en sus distintas ramas y en todos los aspectos de la lucha táctica. Yo sé que no es fácil lograrlo, pero también entiendo que debemos intentarlo. Por eso he deseado que el Doctor Remorino, que ha conversado mucho conmigo sobre este asunto, se pusiera en contacto con usted allí para estudiar el caso y aconsejarme la mejor forma de proceder.Remorino lleva un “Memorandum” con mis puntos de vista sobre este problema en el que he tratado de sintetizar las condiciones en que el relevo debe realizarse. Me temo que la existencia de “roscas” y trenzas haya sido la causa de la falta de unidad entre los dirigentes y, aunque “no doy por el pito más de que el pito vale”, me preocupa la falta de grandeza de los dirigentes, más empeñados hoy en sacar ventajas personales y acomodarse para el futuro que en defender los verdaderos intereses de nuestro Movimiento. Hay muchos hombres dirigentes peronistas buenos y capaces, pero cada uno tira para su lado y así no podemos hacer frente a la actual situación que, precisamente, especula con las debilidades de algunos dirigentes peronistas. Estoy convencido de que solo tendremos conducción táctica apropiada si un grupo de dirigentes, evitando constituir nuevas “trenzas” o “roscas”, toma las cosas en sus manos como propias  y realiza lo que yo, por razones de espacio, no puedo realizar: la conducción de conjunto. Ésta solo puede ser eficaz si llega a conducir  a  las bases en forma de ser bien obedecidos y puede neutralizar la acción nefasta de las actuales “roscas” evitando así la disociación que puede ser germen de futuras decisiones si dejamos progresar a los “impíos”. Yo comparto en absoluto las apreciaciones del SINSE, y creo que esa información es magnífica, por lo que le pido que no me la dejen faltar en el futuro con la asiduidad que sea posible porque me mantiene al día en el cambiante cuadro de la situación actual. De la misma manera, le pido que Halcón, cuyas informaciones me son valiosas, no deje de mandarme sus excelentes apreciaciones e informaciones que me sirven de base para mis propias apreciaciones y por las que le felicito por el alto valor intuitivo que evidencian. Comparto en absoluto sus conclusiones del Boletín Informativo del 31 de diciembre: a) Necesidad de reubicar al Movimiento Justicialista con hombres nuevos, para lo cual vengo propugnando los cambios generacionales indispensables en forma de que la juventud tome, de una vez por todas, nuestras banderas con la finalidad de llevarlas al triunfo; b) reactualización doctrinaria, que no permita al envejecimiento de las ideas base para hacer frente al avance del internacionalismo traicionero, para lo cual he propugnado las Escuelas de Formación Política e impulsando a los grupos de predicadores del tipo del “Grupo Alberto Baldrich” y del “Grupo del Doctor Disandro”, como asimismo la formación de ateneos, centros, clubs, etc. en los que los predicadores puedan trabajar; c) necesidad de ampliar la organización, abriendo las puertas a los que deseen incorporarse, cualquiera sea su procedencia, en especial a los hombres jóvenes. Asimismo, en lo militar asegurar el ingreso de hombres nuevos apoyados por los que, como dice usted, tienen méritos en la lucha; d) impedir la infiltración en el horizonte directivo de los hombres que ya defeccionaron, como asimismo preparar la batalla para eliminar a los que actualmente reptan. De la misma manera, iniciar cuanto antes el ataque y desenmascaramiento de los F.F.F.; e) Preparar en el Comando Táctico, una vez constituido de nuevo, el plan correspondiente a la “tercera etapa” de la “Revolución Argentina”; f) llevar adelante la unidad de toda la Juventud Argentina que se manifiesta dispuesta a abandonar banderías y partidismos para constituir la verdadera generación que el país espera y necesita para lograr su destino;  g) no eludir la misma orientación que las organizaciones políticas actuales parecen apetecer para hacer frente unidas a los designios de la actual dictadura militar y que el Doctor Remorino le explicará. Con esta gente es preciso andar con pie de plomo, dejándolos encabezar a ellos para evitar ulteriores sorpresas. Muchas gracias por sus generosas palabras y su afectuoso recuerdo con motivo de las fiestas de fin de año. Yo, como ustedes, he brindado por los objetivos comunes y, como ustedes, les deseo un 1967 muy feliz y que yo lo pueda contemplar de cerca. Le he pedido al Doctor Remorino que trabaja en enlace con usted, y él le explicará cuánto hemos conversad al respecto. Creo que será muy posible llevar las cosas adelante si conseguimos que allí se “emparejen las cargas”. Isabelita me pide que haga llegar a usted y a toda su familia, para la que tiene un agradecimiento imperecedero, su gran abrazo y sus mejores deseos. De la misma manera que yo… mis saludos y mis votos de ventura para todos.

17. Fue designado gobernador de La Rioja, Guillermo Iribarren, empresario vinculado a la CGE. Eduardo Menem fue designado subsecretario y luego Ministro de Gobierno.

19. Carta de Juan D. Perón al Mayor Octavio H. Flores, escrita desde Madrid.

Mí querido amigo:

Había recibido y contestado su carta del 16 de diciembre próximo pasado que, según me informa Vicente, Usted no ha recibido todavía a pesar que se la remití a la mano. Aprove­chando el viaje del Doctor Jerónimo Remorino, le he pedido que hable con Usted y mantengan contacto a los fines que él le explicará.

Comparto sus atinados juicios sobre la situación del Movi­miento en cuanto se refiere a la conducción táctica, pero como todo el organismo compuesto por el Comando Táctico y la Jun­ta Coordinadora ha sido designado provisionalmente, es nece­sario pensar en organizarlo definitivamente. La renuncia del Doctor Lannes, que por razones comprensibles he mantenido en suspenso, es necesario resolverla porque sus ocupaciones no han de permitirle ocuparse como fuera de desear, en eso deseo ocuparme cuanto antes a fin de regularizar el funciona­miento de tan importantes organismos. A tal fin le he encargado al Doctor Remorino, para que con todos Ustedes estudie la mejor forma de realizarlo sin que la conducción sufra en lo más mínimo y sin que lo que se haya organizado puede cam­biarse.

Creo que la mejor manera de realizar este paso es preci­samente haciéndolo de común acuerdo, para lo que se necesita que una persona ajena a todo «entourage» e independiente de todo otro interés que no sea la conducción misma, que amigablemente y sin provocar «doloridos», se ocupe de armoni­zar todo y organizar de la mejor manera el futuro y definitivo organismo de la conducción que las horas de decisión que se aproximan imponen como indispensable. Como Usted me dice, tanto la designación del Doctor Faermann como la de Buceta como asesores del Secretario General de la Junta Coordinadora Nacional no corresponden, porque antes debieron ser elegidos compañeros del Comando Táctico, pero no es preciso ahora tomar ninguna medida al respecto desde que todo eso se solu­cionará con la designación de nuevas autoridades en la Junta Coordinadora.
Sobre las alianzas y acuerdos que mencionan las revistas políticas del tipo de la que me remite no pasan de ser ma­niobras de provocación en las que están permanentemente empeñados estos órganos publicitarios al servicio de otros intereses políticos. Por eso creo que no hay qüe hacerles dema­siado caso: ellos rumbean y al conjuro de ello se dedican crear subjetivamente lo que les parece posible y es conveniente a los fines que sirven. Nosotros no haremos nada de cuanto imaginan sino en lo que convenga a la causa que servimos, en el momento y en el tugar en que sea preciso en procura de una decisiónPor ahora, interesa por sobre todo, la posibilidad de ajus- tar de la mejor manera nuestras organizaciones clandestinas en lo político y unificar de la forma que sea a la rama sindi­cal del Movimiento un tanto perturbada por los divisionismos sindicales de sus dirigentes. Asimismo debe interesarnos la forma de asegurar la mejor manera de realizar una conducción táctica que nos permita obrar con unidad de concepción y de acción. Con un Movimiento unido y solidario en sus distintas ramas y formaciones nosotros no tenemos nada que temer para el futuro, menos aun si como se prevé, la actual dictadura militar está en plena descomposición. Desde 1955 hemos ven­cido a nuestros enemigos solo con nuestra organización mono­lítica y nuestra presencia y pienso que en el futuro sucederá lo mismo si conseguimos retomar ese estado y conducir conve­nientemente a nuestras fuerzas. De ahí mi interés en echar de una vez por todas las bases de un buen comando de conduc­ción táctica (cuya función es por sobre todo la organización y la unidad) y mantener luego una conducción prudente y acerta­da dentro de la difícil situación creada.

El Doctor Remorino, que ha conversado largamente con­migo, lleva la misión de conversar con Usted y con otros com­pañeros, para buscar la mejor forma de preparar los cambios indispensables que permitan dar una mayor perfectibilidad a las actuales organizaciones encargadas luego de realizar cuanto antes menciono. No se trata en consecuencia de cambiar hom­bres sino de perfeccionar organismos para lo cual, si se necesita resolver el reemplazo de algunos compañeros, es preciso tam­bién buscar las mejores formas para hacerlo en beneficio de la coordinación y unidad de todo el conjunto.

Espero que se pueda hacer lo mejor, dejando contentos a todos los que se pueda contentar, pero lo fundamental es corre­gir los males que se han observado ya en lo que el Comando Táctico y la Junta Nacional Coordinadora puedan haber mostrado ya en sus seis meses de funcionamiento y conducción. De acuerdo con ello pensar en las modificaciones que le den un mayor grado de perfectibilidad sin conmocionar demasiado la estabilidad indispensable. Cambiar es fácil pero ello no tiene ninguna utilidad si, al hacerlo, no se consigue perfeccionar con esos cambios.

Nuestra gente quiere hombres nuevos. No siempre es pru­dente proceder sin mas a barrer a los que hasta ahora han venido realizando lo que la propia gente no sabe. Nosotros, que tene­mos la experiencia y la observación de conjunto, tenemos la responsabilidad de no equivocarnos en la elección de los hom­bres; eso es lo que en estos momentos mas preocupa. Es eviden­te que el Doctor Lannes no quiere seguir en la Secretaría Gene­ral y así me lo ha hecho saber, pero mi temor de que pueda su­frir lo hecho, ha demorado las soluciones que se reclaman. Con el asesoramiento de Ustedes creo que podré tomar desde aquí las medidas mas acertadas.

Le ruego que todo ésto lo mantenga en secreto porque sino los rumores nos harán luego decir lo que quiera. Mis afectuosos saludos a todos los compañeros.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan Perón.

20. Carta de Juan D. Perón a Horacio Farmache, ex militar, dirigente peronista mendocino:

Madrid 20 de enero de 1967

Mí querido amigo:

Por mano y amabilidad de … he recibido su amable carta del 24 de diciembre próximo pasado y le agradezco el recuerdo, sus generosas palabras y su saludo, que retribuyo con mi mayor afecto, como asimismo aprovecho para hacerle llegar nuestro mejores deseos para el año que se inicia. De la misma manera, deseo agradecerle las atenciones y ayuda que prestó a Isabelita durante su “campaña” en Mendoza y que ella no solo no olvida sino que me lo ha hecho constar con el empeño correspondiente y que yo valoro y agradezco muy sinceramente. Ella le hace llegar también, por mi intermedio, sus más afectuosos saludos y sus mejores recuerdos.

Sobre la situación que se sigue viviendo en la Patria, yo sé que las cosas no cambian, porque con los mismos hombres y los mismos procedimientos que sus predecesores, no pueden sino llegar a las mismas consecuencias. Dentro de la situación de observación en que se ha colocado el Movimiento Peronista desde el 28 de junio en que el Ejército impusiera la actual dictadura militar, se ha comprobado fehacientemente la orientación de ésta, y todo parece confirmar que se trata de una continuación de la acción que ha venido azotando al país desde hace once años y causante del desastre económico, de la frustración política y del desbarajuste social que ha sumido a la República en la más trágica situación de que haya memoria.

Por si alguna duda pudiera quedar, la política económica fijada el 7 de noviembre, las declaraciones posteriores y la reestructuración ministerial, han venido a demostrar elocuentemente que solo se trata de impedir el progreso de la evolución que el país viene reclamando desde hace más de veinte años. Así, dentro de las formas de un paternalismo absurdo, viene actuando una sinarquía encaminada a la consecución de los mismos fines: impedir la destrucción de las viejas y caducas formas del demoliberalismo burgués. El fino instinto popular ha descubierto la maniobra y el desprecio del “gobierno” y de sus hombres no se ha hecho esperar, y lo que inicialmente pudo ser una esperanza, se ha transformado en una desilusión que ha ido aumentando con el deterioro de la dictadura. Conminar al país a vivir con los excedentes de la exportación es someterlo a la miseria y al hambre, para resolver una situación preconcebidamente provocada por los mismos que ahora pretenden hacerle pagar al pueblo las consecuencias de sus propios despropósitos. La solidaridad nacional solo puede alcanzar cuando se reparten equitativamente los esfuerzos, los sacrificios y los beneficios consiguientes.

Cuando el pueblo argentino apoya al Justicialismo, no lo hace por la linda cara de los que lo propugnamos sino porque coincide con nuestra ideología y nuestra doctrina, a la par que se opone a los procedimientos que, desde 1955, se vienen evidenciando como funestos para el bien nacional y popular. No es que nosotros hayamos sido tan buenos, sino que los que nos sucedieron fueron tan malos que, al final, vamos resultando óptimos. Pretender que la mentada “revolución argentina” se realice hacia los objetivos que todos rechazan, y precisamente con los hombres y los sistemas que ocasionaron el desastre, es algo realmente inconcebible. Las consecuencias no pueden ser otras que las que ya comenzamos a percibir.

Si, como en el caso actual de la Argentina, los seudogobernantes que precedieron a la actual dictadura militar hipotecaron el futuro del país, no es justo ni es honesto que ahora se cargue sobre las espaldas del pueblo el total de las consecuencias de tal hipoteca. El gobierno tiene en sus manos mil arbitrios para resolver el problema en forma conveniente, que no puede ser la de transferir ni la responsabilidad ni las consecuencias al pobre pueblo que no ha hecho otra cosa que aguantar violencias, fraudes, latrocinios y concupiscencias con las que no tuvo nada que ver. Al gobierno se le puede tolerar todo, menos la injusticia. Suprimir los partidos políticos como forma de ataque al demoliberalismo y mantener sus sistemas económicos, es atar los caballos detrás del carro, porque para desmontar un sistema no es suficiente con atacar las formas de su existencia aparente, sino que es preciso llegar al fondo de lo que es su razón de ser.

Una “revolución argentina” que solo quiere cambiar las estructuras superficiales, dejando subsistentes las profundas, está indiscutiblemente condenada al fracaso. El problema así planteado vuelve a lo mismo: la lucha de una minoría contumaz por conservar sus privilegios, contra la mayoría del pueblo argentino que anhela los cambios necesarios. En otras palabras, lo que viene sucediendo desde 1955 y que ha ocasionado el estado de cosas actual. El Movimiento Peronista, alejado de todo preconcepto, estaba decidido a apoyar a la “revolución argentina” si realmente se trataba de una revolución pero, como movimiento popular, no puede ser un elemento pasivo ante las comprobaciones que se vienen haciendo. No puede aceptar el ataque unilateral a organizaciones sindicales y a los intereses populares, porque no es justo como tampoco conviene a los intereses nacionales tal cual los entendemos los justicialistas. Por esas y muchas otras razones, el Movimiento Peronista está y estará siempre de parte de los obreros azucareros de Tucumán, de los portuarios y de los ferroviarios, como del pueblo argentino en todas sus manifestaciones que presupongan la defensa de sus intereses e ideales. Nuestra razón de ser ha sido siempre esa posición inamovible al lado del pueblo, y nunca como ahora ha sido tan impositiva. Nosotros no estamos contra nadie, estamos simplemente con el pueblo y, si alguno de sus sectores ha sido atacado por la injusticia, nosotros hemos sido atacados. No creemos que cuanto está aconteciendo en la Argentina sea definitivo, por eso nuestra posición de conjunto tampoco es definitiva aunque, como decimos antes, tomamos y tomaremos posición siempre al lado del pueblo y de sus sectores atropellados. Pensamos que el Ejército no debe estar enfrentado con el pueblo que, en último análisis, es la fuente de su formación y su mantenimiento, pero si los mandos lo logran, tendrán que atenerse a las consecuencias.

Una “revolución argentina” que solo quiere cambiar las estructuras superficiales, dejando subsistentes las profundas, está indiscutiblemente condenada al fracaso. El problema así planteado vuelve a lo mismo: la lucha de una minoría contumaz por conservar sus privilegios, contra la mayoría del pueblo argentino que anhela los cambios necesarios. En otras palabras, lo que viene sucediendo desde 1955 y que ha ocasionado el estado de cosas actual. El Movimiento Peronista, alejado de todo preconcepto, estaba decidido a apoyar a la “revolución argentina” si realmente se trataba de una revolución pero, como movimiento popular, no puede ser un elemento pasivo ante las comprobaciones que se vienen haciendo. No puede aceptar el ataque unilateral a organizaciones sindicales y a los intereses populares, porque no es justo como tampoco conviene a los intereses nacionales tal cual los entendemos los justicialistas. Por esas y muchas otras razones, el Movimiento Peronista está y estará siempre de parte de los obreros azucareros de Tucumán, de los portuarios y de los ferroviarios, como del pueblo argentino en todas sus manifestaciones que presupongan la defensa de sus intereses e ideales. Nuestra razón de ser ha sido siempre esa posición inamovible al lado del pueblo, y nunca como ahora ha sido tan impositiva. Nosotros no estamos contra nadie, estamos simplemente con el pueblo y, si alguno de sus sectores ha sido atacado por la injusticia, nosotros hemos sido atacados. No creemos que cuanto está aconteciendo en la Argentina sea definitivo, por eso nuestra posición de conjunto tampoco es definitiva aunque, como decimos antes, tomamos y tomaremos posición siempre al lado del pueblo y de sus sectores atropellados. Pensamos que el Ejército no debe estar enfrentado con el pueblo que, en último análisis, es la fuente de su formación y su mantenimiento, pero si los mandos lo logran, tendrán que atenerse a las consecuencias.

Las distintas organizaciones y los hombres del Movimiento Peronista, dentro de las necesidades de conjunto, deben obrar de acuerdo a las consideraciones precedentes, como una manera de irse adaptando a las circunstancias que se produzcan en el tiempo. Y, si bien cada peronista tiene el derecho de pensar y obrar por sí, dentro de las formas establecidas en el Movimiento tiene el deber de seguir una orientación uniforme en cuanto se refiere a los fines y acciones de conjunto. El Peronismo solo tiene un pacto firme: con el Pueblo. Como mayoría, anhela la pacificación, pero ello no puede ser a costa de su renunciamiento. Pensamos que los argentinos pueden llegar a un acuerdo en beneficio del país, y estamos prontos a intentarlo, pero el camino que pueda conducir a ese objetivo es de comprensión y tolerancia, porque las formas impositivas y las amenazas no constituyen medios adecuados para tan altos fines.

Mi querido amigo Farmache: éstas son, en mi sentir, las consideraciones que cuadran a la situación existente. Mis nuevas informaciones no modifican el cuadro, y el panorama político, social y económico no se ha modificado en lo más mínimo con los cambios de hombres ensayados por el “gobierno”. Todo me hace pensar que está abocado a nuevos e imprevisibles acontecimientos para lo que es preciso prepararse convenientemente. La unidad y la solidaridad de los peronistas y sus organizaciones será piedra de toque de todo nuestro sistema: solo unidos y solidarios podremos vencer. Si nos falta grandeza y desprendimiento estaremos siempre en peligro de fracasar. Solo la unidad puede darnos la fuerza indispensable para triunfar. Usted, que estará en contacto con todos los compañeros y amigos mendocinos, le ruego que les haga llegar mis más afectuosos saludos y mis mejores deseos para el año que se inicia. Un especial saludo y abrazo para el coronel Pedrito Lucero y los demás muchachos de montaña que se encuentran allí, Ugarte, etc. Para usted, de nuestra parte, el recuerdo y el saludo más cariñoso. Un gran abrazo.

22. La empresa IKA dejó cesantes a 900 obreros en plan de reducción de costos. SMATA declaró una huelga general por tiempo indeterminado hasta lograr la reincorporación de los despedidos.

23. El Ministro de Economía Krieger Vasena «anuncia que el pueblo deberá hacer sacrificios».

25. Carta de Juan D. Perón a Héctor Flores, dirigente de la Escuela Superior de Conducción Política del Movimiento Peronista.

Mis queridos compañeros:

Por amabilidad del mayor Dn. Pablo Vicente he recibido la comunicación que con Fecha 5 de enero,rne dirigen a fin de informarme sobre el desarrollo de las actividades de la Escuela en el año 1966 como asimismo los planes que tienen para el futuro. En general comparto cuánto contiene la mencionada comunicación como también lo que ustedes proyectan para 1967 dentro de las c0ndiciones y circunstancias en que deben hacer funcionar el organismo. No me escapan las dificultades con que tropiezan pero los tiempos vienen así y no hay mas remedio que afrontarlos Tenemos una misión y perseguimos una finalidad y yo veo que ustedes las encaran con decisión y energ!a,por lo que solo me resta desearles el mayor de los éxitos.

Si hasta ahora no les he contestado las anteriores comunicaciones, ha sido porque trataban asuntos en los que no deseo intervenir,menos aun estando a quince mil kilómetros. La presente comunicación que contesto, es otra cosa, me hablan Ustedes de lo que quieren hacer y yo encomio toda conducta que, sobreponiéndose a las cosas pequeñas contienen la grandeza necesaria para cumplir con los objetivos de nuestra causa y con la misión que nos hemos impuesto. El Peronismo no es de nadie en particular porque es precisemente,es de todos en general. Y todos tenemos el deber y el derecho defenderlo y realizarlo. El que trabaja constructivamente,en cualquiera de sus actividades,es respetable y debe ser respetedo. Yo acostumbro a cumplir fielmente esa premisa.

El adoctrinamiento es fundamental como lo viene demostrando positiva o negativamente el Peronismo. El mantener la doctrina al dia en concordancia con la evoluci6n es también de importancia capital, ,porque las formas de ejecución de la ideología  fijada,no pueden ser siempre las mismas. Lo que no ha de variar es precisamente esa ideología en lo esencial sino en largos períodos de la marcha revolucionaria. La tarea de las escuelas peronistas  es,por lo tanto, mantener firme la ideología qve es nuestra razón de ser mientras tanto se hace evolucionar la doctrina que son meras formas de ejecución.

La marcha del tiempo nos enfrenta a la necesidad de un transvasemiento genaracional como medio de consolidar en el tiempo al Justicialismo y de prolongarlo a través de las nuevas generaciones,que tienen el inalienable de recho de defender su propio porvenir, porque también han de ser las que gocen o sufran las consecuencias de cuanto se haga en el presente. Dentro de ello es misión de las escuelas peronistas la formación de los jóvenes que han de comenzar a actuar paulatinamente hasta tomar en sus manos la conducción,el encuadramiento y la orgenizació funcional de todo el Peronismo.

Dentro de estos conceptos,creo que cuánto Ustedes proyectan,es excelente y cuentan con mi aprobación y mi encomio. Les ruego que hagan llegar mis mas afectuosos saludos a todos los compañeros de la Escuela.

Un gran abrazo.

Juan Perón.

27. Los obreros de la industria automotriz decretaron una huelga por 48 horas.

Perón designó como delegado y Secretario General del Movimiento Peronista a Bernardo Alberte, ex militar que había sido su edecán por el Ejército.

En cinta magenetofónica señalaba:

La unidad y solidaridad que nos ha estado faltando por carencia de una conducción apropiada, debe cesar de inmediato. Aunque se deba sancionar a los disociadores que muchas veces no son sino tránsfugas y traidores al servicio del enemigo.

Desde ahora cada peronista debe saber que tiene un Jefe para la lucha táctica. El Mayor Alberte, en quien el Jefe del Movimiento ha delegado toda su autoridad para la conducción directa de toda la lucha táctica. Si en esta, que es la primera vez que discrecionalmente designo a un hombre de mi confianza, los peronistas no le llegan a obedecer y apoyar en la forma que les pido, habrá llegado quizás para mí el momento de pensar que ya los peronistas no me necesitan.

Hasta ahora, frente al peligroso panorama que el Peronismo ofrecía, con su Rama Sindical anarquizada y su Rama Política desorganizada y con brotes de «Neos», ha sido indispensable recapacitar seriamente y proceder a unir y ordenar la Rama Sindical y 0rganizar las fuerzas políticas. Realizado lo anterior, será cuestión de desarrollar al máximo la solidaridad sindical perdida por la acción de algunos dirigentes que irresponsablemente han llevado a la Central Obrera a un desastre sin precedentes, con un «Plan de Lucha preparado para fracasar, poniendo así a la clase trabajadora indefensa bajo la bota de la Dictadura Militar.

No menos importante es limpiar la Rama Política para que sepamos quienes son los peronistas y quienes simulan serio. O nosotros terminamos con los aprovechados simuladores o ellos terminarán con el Peronismo.

Sacerdotes del Norte de Santa Fe dieron a conocer la Declaración titulada “El grito de la gente que sufre la  injusticia”.

Febrero de 1967

A la crisis de Kaiser se sumó la de DKW con una reducción de su labor en un 30 % y Chrysler suspendió a todo su personal por ocho días. Esto afectó la venta de tractores y maquinaria agrícola. En Avellaneda se desarrolló un conflicto en la planta de SIAM.

1. La CGT anunció huelgas para el mes de marzo.

4-7. Encuentro Nacional de Dirigentes de la Juventud Universitaria Católica, en Ramos Mejía.

8. La CGT anunció un plan de luchaen contra de las medidas económicas y sociales del gobierno. En represalia, el fiscal del crimen Rocha Degreef promovió una querella contra los dirigentes de la central obrera, acusándolos de subversión y pidiendo su encarcelamiento.

El gobierno militar suspendió la personería gremial a la FOTIA (azucareros), la UOM y otros sindicatos.

10. La policía denunció un complot terrorista que debía coincidir con el Plan de Lucha de la CGT.

12. La CGT publicó una solicitada al “Pueblo de la República” acusando al gobierno militar de estar al servicio de los monopolios y llamando al esclarecimiento, movilización y acciones directas para cambiar el rumbo de acción de las autoridades.

13. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Madrid, lunes 13 de febrero 1967

Mi querido amigo:

Señor My. D. Bernardo Alberte

Buenos Aires

Aunque todavía no he recibido la carta en que, por cable, me anuncia Remorino, con noticias sobre la forma en que han arreglado el asunto del relevo, sé por aviso de Vicente que usted ha aceptado el “presente griego” de la Secretaría General de la Junta Coordinadora Nacional. Yo no tengo la menor duda en su éxito, no solo porque lo conozco a usted, sino también porque las circunstancias le serán propicias. Frente a los acontecimientos militares producidos y a los que han de producirse, yo pienso que las horas de las decisiones se acercan, como también que es preciso contar un poco con la posibilidad de buscar esas decisiones en el buen sentido que, al final por lo menos, ha de imponerse. Yo intuyo que Onganía tiene sus horas contadas en lo que a tranquilidad se refiere y que los “entourages” en el Ejército trabajan incesantemente en estos días de “vacaciones”, de lo que se infiere que, cuando el año efectivo comience, comenzarán para él también las complicaciones. Generalmente, según la experiencia me dice, estas caídas se producen en cascadas sucesivas y de acuerdo a ello, deben producirse hechos que provocarán una etapa de incertidumbre y de caos, de la que solo puede salirse con el apoyo de toda la Nación. Es por eso que vengo pidiendo sin cesar la unidad y solidaridad de nuestro Movimiento. Yo sé que no es fácil alcanzarlas, porque en la descomposición general del país producida, como en el pescado, comenzando por la cabeza, nosotros no hemos escapado a la pudrición y, en consecuencia, debemos salvar, por lo menos, la parte sana para lograrlo.

Sé también que las fuerzas políticas proyectan un frente nacional de unidad, comenzando por los Radicales del Pueblo, lo que evidenciaría que el Ejército está ya enfrentado totalmente con el Pueblo y que nosotros seremos arrastrados, queramos o no, por el frente civil que se prepara. Pero, para entrar en esta unidad, será preciso antes unirnos nosotros porque peligramos caer en manos “non sanctas” si no tenemos el poder que solo la unidad de conducción puede ocasionarnos y darnos. Todo hace presagiar que usted tome el mando táctico en un momento difícil, pero el más interesante de todo el proceso que se viene produciendo desde 1955. Ahora me interesa que, al producirse el relevo del Doctor Lannes, se lo haga con el menor ruido posible y sin dejar doloridos ni desplazados; lo que ustedes pueden allí hacer si se produce con la naturalidad de un cambio de guardia y se tiene la precaución de hacerlo entre compañeros y amigos. No sé qué habrán ustedes arreglado al respecto y espero la carta de Remorino que, como le digo antes, me la enunció hace una semana y todavía no sé nada de ella. Estoy tranquilo porque hemos analizado con él su plan de acción, que me ha parecido excelente y, que aplicado convenientemente, dará en poco tiempo sus resultados.

Mi larga experiencia en estos quehaceres me inclina a aconsejar este procedimiento a fin de que el nuevo comando no nazca con “pecados originales” que luego hagan sentir su influencia en el curso de las operaciones. Hay que cuidar mucho a los hombres que, con sus condiciones y características, han tratado de cumplir una misión. Jamás deben tener la impresión de que se los usa y luego se los arroja por la borda. No tiene usted una idea de la importancia que esto llega a tener cuando es preciso seguir trabajando con todos. Por eso, es preciso tratarlos de la mejor manera (aun a los que no lo merezcan a nuestro juicio), porque los “doloridos” son casi enemigos pero que trabajan a nuestro lado.

La técnica de la conducción política tiene sus exigencias originales: desde que usted deberá conducir a todos deberá ser una suerte de “Padre Eterno” que bendice “Orbe et urbis”. La acción política es cuantitativa porque lo mismo cuentan los buenos y los malos, los ricos y los pobres, los sabios y los ignorantes. Si solo quisiéramos quedarnos con los buenos, terminaríamos por disponer de muy poquitos y, con muy poquitos, no se puede hacer mucho en la política. Es natural que la conducción deba echar mano a un procesocualitativo: eligiendo los mejores para colaborar, pero ello ha de hacerse pensando también en cuales son “los mejores” en el trabajo que ha de ejecutarse. 94 El Doctor Lannes es un hombre bueno y peronista, como son todos los que le acompañan y que jugaron su prestigio en un momento difícil para el Movimiento. Yo debo tenerles un gran agradecimiento y demostrárselo porque, en política, la ingratitud suele ser de funestos resultados. Como consecuencia de lo mismo, ese agradecimiento debemos sentirlo todos los peronistas. Se trata, entonces, de demostrarlo en todas las ocasiones y ésta del relevo es la más propicia. Un acuerdo entre usted y el Doctor Lannes puede evitar todo comentario adverso y, a la vez, dar al Doctor Lannes las satisfacciones que realmente merece. Es cuanto le pido en esta emergencia. Si usted y él trabajan un tiempo juntos con miras a hacer el trasvasamiento, sin perturbaciones de ninguna clase, todos saldremos ganando. El Doctor Lannes hace tiempo me ha pedido su relevo y yo le había pedido que permaneciera un poco más a fin de evitar trastornos en la organización y conducción de los difíciles momentos que se están viviendo en el país y en el Movimiento. El accedió, pero creo que no tengo derecho a seguirlo cargando con una tarea demasiado pesada para él, sobre todo si se tiene en cuenta que vive fuera de la Capital Federal y que ha debido abandonar su consultorio en largos periodos de tiempo. Junto con esta carta va una para él, en el mismo sentido, y que leerá Remorino. Usted puede mostrarle, si le parece, esta carta al Doctor Lannes. Creo que si se ponen de acuerdo enseguida me podrán, en poco tiempo más, decirme que están listos para dar la orden del relevo. Espero sus noticias al respecto. Saludos a su familia y a los compañeros.

14. El Gobierno rompió relaciones con la CGT.

Carta de Juan D. Perón a Jorge O. Sulé.

Mi querido amigo

He recibido su carta del 12 de enero con poco de retardo imputable al sistema de correo propio que ,si biim brinda seguridad, no siempre sirve a la premura. Le agradezco su recuerdo y retribuyo el saludo con mi mayor efecto ,al tiempo que le hago llegar mis felici taciones por el excelente trabajo que  ha tenido a bien reinitirme y que he leido con todo initerés y satisfacción.  Es preciso que los peronistas ,que por sus disciplinas intelectuales estén en condiciones de escribir estos trabajos lo hagan profusamante porque,aparte que es una forma de extensión cultural, por otra van sirviendo para mantener al dia nuestros postulados.

Es indudable que estamos asistiendo a una nueva etapa decisiva en la evolución de la humanidad y que lo que hoy puede ser novedad , mañana deja de serlo, para paso a nuevas concepciones y realizaciones.  Actualizarse debe ser la consigna da esta hora y ese es el trabajo de los  intelectuales y especialmente de los ideólogos que están en condiciones de brindar a los demás el fruto de sus estudios y orientaciones.

Cuando en 1944 fué preciso dar  el puntapié inicial a la ideología peronista,me vi yo (sin ser más que un amateur) precisado a sentar algunas bases con un folleto,que luego de pasar por el Congreso de filosofía de Mendozae, se publicó con el título de «Una Comunidad Organizada” y que ha venido sirviendo como base de la ideología. Luego publicamos la “Doctrina Peronista” que constituía las formas de ejecución de esa ideología. Quedaba por establecer algo sobre la acción orgánico funcional y entonces se editó el libro “Conducción Política”. Estos tres libros fueron solo una base susceptible de mejorar y ampliar mediante la publicación de trabajos de extensión cultural.

Veo con placer que se trata ahora de cumplir esta etapa,y su  trabajo representa en este sentido un aporte esencial y de’ extraordinario valor.   Si cada uno de los peronistas capacitado hiciera lo mismo que Usted dedicado un poco de su tiempo perdido, el Justicialismo recibiría un aporte de inestimable valor. Me parece que el “Centro de Investigaciones Sociales“ debería publicarlo y vendterlo lo mas profusamente posible.

Le ruego que transmita mismas afectuosos saludos a los compañeros Larraburu, Azerrett, Barragán, Pinchitore, Diaz y Celier que veo trabajan junto s Usted y los exhorte a seguir en este empeño tan promisorio  para el futuro del Justiaialismo. La juventud intelectual argentina tiene una gran responsabilidad porque tienemucho que ver con nuestro futuro. 

Un gran abrazo.

15. El gobierno prohibió las reuniones públicas y acusó a la CGT diciendo que “el Plan de Lucha afecta a la seguridad nacional” por lo que decidió suspender todo tipo de diálogo con la central obrera. A la vez propuso tomar medidas de prevención, asegurar la “libertad de trabajo” y cambiar la reglamentación de la Ley de Asociaciones Profesionales.

El Comité Argentino de OLAS, integrado por Acción Revolucionaria Peronista, Acción Socialista Argentina “Baluarte”, Frente Revolucionario Camilo Torres, Mesa Coordinadora de Juventudes políticas, Movimiento de Liberación Nacional y Juventud Revolucionaria Peronista, repudian el desarrollo de la Conferencia de la OEA en el país.

16. La CGT respondió al gobierno militar reafirmando los “derechos constitucionales de luchar por los intereses del pueblo que la Revolución se comprometió a respetar” y que “el factor que verdaderamente subvierte el orden interno y amenaza la paz social, es la permanente presión de intereses monopolistas y agroimportadores que pretenden una política liberal y antipopular”.  Para la central sindical el Plan de Lucha ”no solo responde al deber de proteger al pueblo contra la amenaza del despido, el fantasma de la desocupación y el hambre y la caída de salarios, sino que patrióticamente incita a los gobernantes a una auténtica política de transformación económica, reactivación industrial, mejoramiento de la actividad agraria, aprovechamiento de recursos hídricos, explotación de yacimientos de carbón, hierro y petróleo”.  Denunció que “las tendencias antipopulares del gobierno se vuelven a manifestar al interrumpir el diálogo con las organizaciones sindicales y amenazar con represión, cuando lo más correcto para el país sería conocer las verdaderas causas del proceso de distorsión de la economía y elaborar, con participación de los trabajadores, planes realistas”.

Carta de Juan D.  Perón a Edgar Sá.

Mí querido amigo:

He tenido el placer de recibir a la Señora Ruth Elba Sá de Fuentes y a su marido que me han traído su saludo y que, por su intermedio retribuyo con mi mayor afecto, agradeciéndole su recuerdo y haciéndole llegar mis mejores deseos.

Como hace tiempo le contesté una carta sobre algunas inquietudes de los sectores nacionalistas y no he tenido contestación, se me ocurre que ello habrá quedado en nada, como era de esperar de acuerdo a su contenido un poco aleatorio. Como Usted habrá visto, las cosas desde entonces han ido de mal en peor y el último «recauchutaje» gubernativo, como remedio, ha resultado peor que la enfermedad. Yo ya no tengo dudas sobre el futuro incierto de esta dictadura, porque no se puede solucionar el problema argentino «tapando agujeros con materiales de circunstancias».

Deberemos presenciar todavía una crisis más acentuada, que envolverá al país en acontecimientos imprevisibles como consecuencia de una marcha llena de incongruencias y desatinos. La actitud reciente del sector sindical, la conformación de un frente cerrado de oposición, el deterioro indetenible de la dictadura y sus hombres, la acumulación de los problemas económico-financieros, el desbarajuste social suscitado por la provocación desaprensiva del «Gobierno» y la existencia de tanto problema acumulado terminarán por aplastarlo indefectiblemente.

Nosotros, que también tenemos una parte importante en la responsabilidad del futuro nacional, deberemos observar una conducta muy prudente: congruente con nuestra posición no podemos sino apoyar la acción sindical en su lucha contra la dictadura militar, para lo cual será preciso movilizar la acción política de manera que todo peronista se ponga en acción dentro de las líneas dispuestas por la conducción táctica.

Hemos conversado largamente con su sobrina y el Señor Fuentes y ellos le podrán informar en detalle sobre cuánto hemos hablado con referencia al problema de nuestro país por lo que evito darle la lata. No deje de escribirme e informarme en qué quedó el asunto nacionalista.

Le ruego que salude a los compañeros con la exhortación para que se pongan a trabajar. Si hasta ahora no les he instado a que lo hicieran ha sido porque se vivía una etapa propicia a la inacción pero, ahora, pienso que se acercan horas de decisión en las que no podremos estar ausentes aunque lo quisiéramos.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan Perón.

17. Carta de Juan D. Perón a Pedro Michelini

Mi querido amigo:

He recibido su carta del 24 de febrero pasada y le agradezco las informaciones que son excelentes. Veo por ellas que Usted no descansa y creo que, dados los momentos que se viven, es lo que debemos hacer todos los peronistas. Detrás de los acontecimientos anecdóticos que se desarrollan, hay un campo de acción mas importante de lo que muchos creen y que es preciso aprovechar para maniobrar convenientemente.

Me alegra saber que el asunto Facundo Suarez marcha bien y que Ustedes se ocupan allí en mantener latente el objetivo de la unidad de las fuerzas que, lealmente, se interesan para enfrentar el problema de la dictadura. Ya se que hay entre las partidos políticos indicios de acomodos de la mas diversa clase con fines electorales pero me parece que antes es necesario previamente deshacer lo que se ha hecho: el gobierno militar. De moda que pienso que toda lo pensado por Frondizi,Balbín,Illía y otros,no tiene importancia por ahora. En cambio si puede ser posible unir a todos los «intermedios» con el Peronismo, pero para que ello pueda ser aceptable, debemos asegurarnos que luego no han de dejarnos en la estacada.

Me parece muy bien las visitas que me anuncia. Será bueno que Usted arregle ya las entrevistas para el caso en que esos Señores viajen. Para éllo lo mas simple será conectarlos con Castellana 56 y que de allí me digan cuando lleguen para recibirlos de inmediato, para que no tengan dificultades.

Sobre el asunto del Diario El Dia, desconozco totalmente de lo que se trata. Esos eran asuntos que manejaban Aloé y Maresca. Es muy posible que sea así pero yo no tengo noticias sobre los detalles. De modo que deben Ustedes manejarlo como sea más conveniente.

Me parece magnífico lo de Carballo y lo espero si se decide a viajar a Madrid. No deje de coordinar con Castellana 56 a los efectos de que no ande dando vueltas en Madrid.

Por las noticias que me llegan veo en la lucha entablada entre la Dictadura y la C.G.T. que las cosas no andan bien, producto de las diseciones internas que han llevado a enfrentamientos entre dirigentes que no puede ser sino perjudicial para nuestras aspiraciones de conjunto. La pasi6n en la lucha interna hace que muchos dirigentes se obsesionen en lo pequeño y abandonen lo que a todos debe interesar hasta el extremo que llegan a ser verdaderos aliados de nuestros, enemigas. Es que la ma la conducta de elgunos dirigentes, ocasionada la mayor parte de las veces por agentes de provocación distorsiona la marcha neutralizando las pocas ventajas que tenemos lodavía.

En cuanto se refiere e la situación general se me ocurre que, del lado del Gobierno, las cosas no andan bien y se preparan acontecimientos para el futuro inmedieto, pero será difícil que podamos aprovecharlos convenientemente si, como hasta ahora, seguimos empeñados en peleas internas. Sin embargo tampoco creo que los males sean tan profundos como para que no los podamos solucionar aunque sea preciso perder un poco de tiempo para corregir los males apuntados, lo que será siempre saludable a la larga.

Lo ocurrido en el Congreso de la Juventud Peronista de Montevideo ha sido lamentable, me afirmo más en la idea de que funcionan infiltrados dentro de nuestro movimiento numerosos agentes de los “servicios» que hacen una campaña de provocaci6n con bastante éxito,  Kelly es un ejemplo de éllo y deben haber muchos mas que lo saben disimuler mejor. Creo que será necesario que todos nos ocupemos de desenmascararlos y sancionarlos ejemplarmente y como para que el caso no se repita. En Montevideo existieron dos acciones: una dentro del local para provocar el desorden y otra fuera del mismo en forma de manifestación colectiva antiperonista. Es lo que saco yo por las noticia. El pobre Vicente fue impotente para preparar solo el Congreso y para impedir los sucesos que le prepararon dentro y fuera de él.

De todo esto y de mucha a otras circunstancias que se provocan en el país en todos los actos, se puede ir apreciando que esta gente trabaja insidiosamente y por medio de métodos que no son los comunes en la política criolla y a los que hay que atender con preferencia en el futuro inmediato. No creo que sean peligrosos a la larga pero sí son efectivos en los momentos que nos tocan vivir. Será necesario crear una verdadera policía en el movimiento para estudiar, descubrir y sancionar las infiltraciones de este tipo. El agente que «juega adentro” es el mas eficaz pero también es el que mas se expone es la acción directa: bastará entonces con fijarlos y ajusticiarlos.

Nosotros por acá seguimos igual que siempre. Jorge un poco abstraido en sus cosas y trabajando como siempre. Viaja mucho por sus negocios pero nos vemos muy a menudo y charlamos de todo lo nuestro. Jimenez que se encuentra allí espero que haya hablado con Ustedes. Estoy viendo de solucionarle el asunto al Doctor Lannes que como Usted sabe se ha sacrificado un largo tiempo viajando de Buenos Aires a Lincoln y viceversa, desatendiendo su consultorio, etc. Por éso trataremos de repartir las cargas a fin de no abusar de este amigo.

Le ruego que me siga Usted informando sobre las diversas cosas que pasan allí en la forma que lo ha venido haciendo y que sigan en la tarea con el empeño de siempre. Espero que todo el lio que existe allí desemboque en algo útil para nuestras cosas aunque no me hago muchas ilusiones sobre el asunto sindical hasta tanto no se unan y se dejen de fricciones domésticas, que tanto mal no están haciendo. Ya vé Usted los lios que ha traido Varndor con sus combinaciones pecaminosas, que se han magnificado con lo que hicieron sue adversarios dentro del Peronismo. La consecuencia no podía ser otra: división y debilitamiento para la lucha contra el enemigo de todos. La pequeñeez de los hombres esinconcebible pero, desgraciadamente, existe y perjudica.

Saludos a todos los amigos y compañeros.

Un gran abrazo.

22. El Gobiemo decretó el congelamiento de los fondos de la Unión Ferroviaria y la Fotia (azucareros).

22. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte, de carácter secreto:

Mí querido amigo:

He recibido su carta del 8 de febrero pasado y le agradezco no solo la disposición de servir sino también la comprensión de que hace gala en este difícil momento de la conducción. Como usted sabe, el actual Comando Táctico y la Junta Nacional Coordinadora son, conjuntamente, el organismo de la conducción  táctica. El primero es el órgano deliberativo y de estudio; y el segundo, el órgano ejecutivo. Ambos fueron designados con carácter provisional hasta que la práctica aconsejara lo definitivo. Creo que hemos llegado al momento en que es preciso pensar en esto último. No sé el grado de realidad que ha caracterizado la conducción táctica en este período de experiencia, pero las circunstancias actuales de la situación argentina nos obliga a ser muy cautos y prudentes en la forma de realizar la estabilización en un organismo definitivo, no solo para que la conducción táctica no sufra sino también para evitar, por todos los medios, la posibilidad de producir fricciones, alejamientos y doloridos. Es pensando en ello que me permito aconsejar algunos detalles sobre la forma de realizar el relevo de que venimos hablando.

No se me escapa la dificultad de “cambiar caballo en el medio del río”, pero todo depende de la forma en que se lo haga: evitando crear soluciones de continuidad. Para esto, creo que la mejor manera de hacerlo, es evitando toda acción brusca que llegue a producir una paralización, sino que, por el contrario, sedebe asegurar la manera de ir realizando paulatinamente y por evolución toda la transformación indispensable. Lo más importante es indudablemente el aspecto orgánico-funcional, pero lo más difícil son los hombres, a los que también debemos contemplar.

Por todo ello, y muchas otras razones que omito en favor de la brevedad, creo que sería prudente y conveniente proceder al relevo de la siguiente forma:

1º- Un acuerdo entre usted y el Doctor Héctor Lannes, actual Secretario General, para que el relevo se pueda realizar lentamente, en un prudente espacio de tiempo que ustedes determinarán.

2º- Por ahora, y hasta tanto usted me aconseje lo definitivo, no hacer ningún cambio en el Comando Táctico ni en la Junta Coordinadora Nacional.

3º- Realizado el relevo del Secretario General, usted me indicaría las modificaciones que juzgara indispensables y el Comando Superior las ordenaría de acuerdo con su propuesta.

4º- Yo le escribo al Doctor Lannes junto con usted, para que se puedan hacer las cosas sin bulla, en lo posible desapercibidamente.

 5º- Una vez realizados los cambios, quedaría usted en la más absoluta libertad de acción, con toda la responsabilidad de la conducción táctica, pero también con toda la autoridad para defenderla.

La organización que usted preside y sus vinculaciones en el ambiente militar pueden ser de valor extraordinario para enfrentar los futuros acontecimientos, por lo menos por ahora, de tratar con algunos sectores del Ejército. Si es preciso que contemos con el pueblo, mediante una acción decidida de la conducción táctica, no es menos importante contar con algo en el Ejército cuando es éste el que, por el momento, puede jugar decisivamente en la balanza de las decisiones finales.

Hay que tener también la precaución de que todo lo que se refiere al relevo de la Junta Coordinadora Nacional se haga en el mayor sigilo y sin que nada trascienda. Hasta sería conveniente para su futuro accionar que todo se vaya sabiendo lentamente por intermedio de la gente que usted utilice. De esa manera, podrá usted acometer la tarea sin los inconvenientes que vienen aparejados a la acción inicial. Creo que, si bien esto debe conocerse en el Movimiento, mejor será  si ocurre en el acontecer mismo de la conducción, para no ocasionar el natural “despelote” en lo que ya está organizado que, si es malo, debe corregirse despacio y con “buena letra”; al fin y al cabo, buenos y malos, son peronistas.

Tan pronto hayamos tomado desde aquí las medidas para el relevo, para lo que espero la carta de Remorino, le mandaré mis puntos de vista al respecto y las instrucciones sobre lo que yo pienso aquí sobre la situación, tanto para la conducción táctica como para el trato con el enemigo y las fuerzas políticas proclives a entrar en arreglos con el Peronismo que usted conocerá por su propia información y lo que le haya dicho Remorino al respecto.

He recibido su carta: muchas gracias, pero no era necesario que me aclarara el asunto de su anterior. Vicente me dice que han estado ustedes reunidos en Montevideo y me alegra mucho su decisión. Ahora solo espero que la suerte le sea propicia, y como sé que usted ayudará a la suerte, me quedaré tranquilo tan pronto haya tomado la manija y comience a dar vueltas.

Le ruego salude a todos los camaradas, compañeros y amigos que siguen allí firmes en la brecha.

Un gran abrazo.

23. Carta de Juan D. Perón a Raimundo Ongaro:

Madrid, jueves 23 de febrero de 1967

Mí querido amigo:

Señor D. Raimundo José Ongaro

Buenos Aires

He recibido su carta del 3 pasado y le agradezco el saludo que retribuyo con mi mayor afecto. Comparto su opinión sobre la mejor oportunidad futura de su posible colaboración en la conducción táctica de nuestro Movimiento, cuando se realicen los actos esperados en el gremio, que deben culminar, como espero y deseo, con su elección. De cualquier manera, muchas gracias.

 Sigo desde esta lejanía los acontecimientos que se están allí viviendo. No espero aún decisiones definitivas, pero intuyo que no están éstas lejanas. Me interesa, en cambio, la conducta de nuestros dirigentes, que pueden hacernos mucho bien o mucho mal, según sean las actitudes que tomen en las actuales circunstancias. Tal como están planteadas las cosas, la C.G.T. se ha colocado, como Central Obrera, en una difícil situación, dadas muchas circunstancias que no escapan al conocimiento de nadie: si los dirigentes de la C.G.T. se inclinan por la dictadura en alguna forma, serán destruidos por las bases del Movimiento Obrero; y si resisten, deberán estar pendientes de un éxito que entonces es para ellos de vida o muerte, porque si no triunfa el Plan de Lucha, serán destruidos por el “gobierno” de la dictadura militar. Todo es el producto de actitudes anteriores no definidas o engañosas que ahora comienzan a mostrarse en sus efectos.

Cualesquiera sean las circunstancias que resulten de este complicado pleito, no creo que la dictadura logre ni siquiera “salvar la cara”, a la vez que se verá en un momento dado enfrentada literalmente a todo el país con el solo apoyo de una minoría pequeña que, por añadidura, no tiene razón. No pasará mucho tiempo sin que los jefes militares pongan en acción nuevos intentos de golpe militar, y ése será, quizá, el principio del fin. Es para entonces que nosotros necesitamos estar en condiciones de unidad y solidaridad que nos posibiliten una acción efectiva en todos los campos con la posibilidad de imponernos, lo que dependerá, en último análisis, no solo de la descomposición que se haya producido entre nuestros enemigos, sino también del grado de compostura que hayamos podido lograr nosotros.

Por todo ello, sigo pensando que la tarea fundamental para el Peronismo radica por ahora en alcanzar la mayor unidad y solidaridad que nos permita, en su momento, operar con la mayor unidad de acción, sin la cual nada puede lograrse en situaciones como la que nos tocará vivir en el futuro inmediato o, por lo menos, futuro. De ahí que yo siempre pida a todos los compañeros que trabajen por nuestra unidad y solidaridad; destruyendo la disociación que parece comenzar, aunque para ello sea preciso incluso destruir a los disociadores, víctimas de sus propios apetitos personales o intereses de círculo.

Le ruego que salude a los compañeros.

Un gran abrazo.

25. Carta de Juan D. Perón dirigida a Miguel Garófalo y Roberto Gasparini.

Mis queridos amigos:

Acabo de recibir vuestra carta del 19 pasádo y me apre­suro a contestarla deseando que no vayan a pensar en un» desatención de mi parte. Hace poco, he enviado un prólog para la publicación del libro «Conducción Política» e imagi­no que será para la publicación de que Ustedes me hablan. Mi interés es sólo la difusión de mis libros porque interesan al Movimiento Peronista. Su publicación desde ya está autoriza­da por mí como autor y les agradezco y acepto la Presidencia honoraria de la «Editorial Justicialista» que me ofrecen.

Nuestro Movimiento necesita como elementos básicos de su adoctrinamiento: una ideología, una doctrina y las bases indispensables de los conocimientos de la conducción. La ideología fue fijada en el libro «La Comunidad Organizada» que se ha editado ya por segunda vez; una doctrina que indi­que la forma de ejecución de esa ideología, que se ha determi­nado en el libro »Doctrina Peronista», ya publicada. El libro de «Conducción Política» trata de fijar elementalmente y en forma lo más objetiva posible la «Teoría de la Conducción» como la «Técnica de la Conducción». De allí la importancia de este libro, especialmente para los dirigentes.

Conducir es un arte y, en consecuencia, tiene una teoría y una técnica como todas las demás artes. Así como a nadie se le ocurriría pintar o esculpir sin conocer la teoría y técnica de la pintura o la escultura, a nadie se le debería ocurrir condu­cir sin conocer también ambas cosas en el arte de la conduc­ción. Es natural que ambas cosas constituyan la parte inerte del arte: la parte vital es el artista. Si bien, conociendo la teoría y la técnica pictórica o escultórica se pueden hacer buenos cuadros y buenas esculturas, resulta natural que para hacer una «Cena» de Leonardo o una «Piedad» de Miguel Angel son ne­cesarios Leonardo y Miguel Angel.

Así como no sólo estos grandes artistas pintan o esculpen sino, que existen buenos pintores cultivados en el quehacer artístico de diferentes disciplinas a base de teoría y de técnica, deben existir buenos dirigentes que por el conocimiento de la teoría y la técnica de la conducción lleguen a conducir bien, sin necesidad a aspirar ser un César, un Napoleón o un Fede­rico. Esa es la finalidad del conocimiento del libro «Conduc­ción Política» que debe llegar a todos los dirigentes peronis­tas, porque en él he tratado de resumir objetivamente y en for­ma un tanto aplicada, la teoría y la técnica de la conducción en el Movimiento Peronista.

Yo les agradezco el empeño que Ustedes han puesto en la publicación de referencia, como asimismo el favor que con ello hacen Ustedes a la difusión de nuestras cosas porque será muy provechoso para el peronismo y para el país, hasta ahora conducido por «amateurs», el disponer de algo en que apo­yarse para una conducción con criterio profesional. Les ruego que saluden a los compañeros.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan D. Perón.

25-26. Congreso de la Juventud Peronista en Montevideo. Se realizó en el Palacio Vacaro con la participación de más de 150 delegados de las provincias y la Capital Federal. Sesionaron bajo el lema “Por la Unidad y el Trasvasamiento generacional”.  Perón envío un Mensaje a la Juventud que fue impreso para ser distribuido.

El tono universalista de la vida moderna obliga a considerar y estudiar los problemas con un amplio concepto, que permita interpretarlos integralmente y en toda la intensidad de la vida de relación que, cada día, adquiere una importancia mayor. Para que la juventud de nuestros días pueda abarcar el problema de su destino, es preciso que lo sepa encuadrar con amplitud de criterio en el problema del mundo primero, luego en el de su continente y, finalmente, en el de su país. Por eso, al dirigirles este mensaje, hemos creído oportuno considerar las actuales circunstancias que conforman una situación general, dentro de la cual deben jugar todas las situaciones particulares que puedan interesar en la contemplación de los problemas regionales o nacionales.

La juventud del mundo evidencia en estos momentos un justo estado de rebelión. Las causas hay que buscarlas en las actuales condiciones de vida y en la incertidumbre que caracteriza su futuro. Como corresponde a un mundo en decadencia, que vive de la simulación y donde lo único sublime de las virtudes parece ser su enunciado, esa rebelión es, en muchos casos, negativa, como lo evidencian los sectores juveniles víctimas de dolorosas desviaciones de todo orden.

Una juventud con espíritu de rebelión positivo saldría a luchar por su destino, porque ella tiene el inalienable derecho de intervenir activamente en la solución de los problemas que el mundo actual plantea, ya que ella ha de ser, en último análisis, la que ha de gozar o sufrir las consecuencias del acontecer actual. Es indudable que, al comenzar ese quehacer, cometerá los errores propios de la inexperiencia, pero nadie aprende a caminar sin darse algunos golpes. Bastará contemplar el mundo que los viejos les dejamos, como consecuencia de nuestros errores, para persuadirse de que no lo podrán hacer peor que nosotros.

El mundo actual, obedeciendo a sus características originales, está sometido a un proceso de nuevas articulaciones geopolíticas que necesariamente influyen en el desarrollo de la vida presente como en su desenvolvimiento futuro. Existen solo dos filosofías políticas: la cristiana y la marxista, que dan origen a dos ideologías, y aunque el mundo evoluciona ideológicamente hacia el socialismo, las formas de ejecución presentan dos variantes: una que obedece al socialismo nacional cristiano y otra al socialismo internacional dogmático (comunismo). Las antiguas formas del demoliberalismo burgués, nacido en la Revolución Francesa, han sido superadas por el tiempo y la evolución. La vieja Europa que, aun por siglos seguirá siendo la cabeza del mundo, ha evolucionado ya acorde con las nuevas orientaciones, y las agrupaciones políticas demoliberales han pasado a ser artículo de museo como expresión política. De la misma manera, el capitalismo que se formó a su influjo, ha ido perdiendo su poder para ceder a tendencias más humanas y en mejor concordancia con las necesidades del hombre de hoy.

La actualidad europea, en lo que se refiere a este aspecto de su evolución, presenta un cuadro claro: los nórdicos, tan civilizados, constituyen monarquías socialistas; lo mismo que Inglaterra. Alemania e Italia se afirman en una yuxtaposición creciente de la democracia cristiana y el socialismo marxista con el que comparten el gobierno. Francia (inventora de los partidos políticos) se articula en dos grandes movimientos, el nacionalista liberal del degaullismo y el marxista de Mitterrant; España ensaya un Estado Nacional Sindicalista. Pero la influencia de esta evolución no se para en Europa: el Medio Oriente generaliza un sistema socialista en todos sus estados, lo mismo que parece ir ocurriendo en las repúblicas negras de África. En el Asia, en plena lucha de decisiones, se mezclan unas y otras formas. Pero lo que sí podemos asegurar es que la evolución hasta ahora detenida, se ha lanzado en todo este sector del mundo que hasta ahora ha escapado del dominio colonial del imperialismo capitalista o al dominio ideológico del comunismo. Detrás de la Cortina, no hay sino marxismo.

América, fuertemente influenciada también por la evolución, presenta un aspecto diferente: todo parece decidirse en luchas parciales por descomposición de los sistemas institucionales y los cambios estructurales consiguientes. Esta lucha empeñada entre los evolucionistas y los reaccionarios ha sido y es influenciada gravemente por la acción del imperialismo capitalista como también por la del imperialismo comunista. Esta palestra ideológica, propicia a los ensayos y a la aventura política, nos muestra cuál es el grado de atraso evolutivo en que nos encontramos los iberoamericanos frente a un mundo que cambia todos los días sin provocar mayores acontecimientos catastróficos.

Este somero cuadro de la situación que nos muestra el aspecto objetivo de la evolución, debe inferirnos también las distintas causas que lo provocan. La historia de los pueblos, desde los fenicios hasta nuestros días, ha sido su lucha contra el imperialismo, pero el destino de éstos ha sido siempre el mismo: sucumbir. Es que su existencia obedece a un determinismo histórico que les señala una parábola de su fatalismo: como el hombre, nacen, se desarrollan, dominan, envejecen y mueren.

El mundo actual, influenciado por las grandes internacionales creadas por los imperialismos dominantes, está enfrentando a una sinarquía internacional que ha venido manejándolo hasta el momento en que esos imperialismos han entrado en decadencia. Como ha sucedido siempre, cuando los pueblos comienzan a recobrar su libertad, grandes movimientos sociales despiertan con todo el poder e intensidad que las circunstancias les ofrecen. Ésa es la causa del presente aceleradamente evolutivo que, en unas partes, lleva a la evolución incruenta y, en otras, a las luchas enconadas de la revolución. En todo esto es preciso entrever intuitivamente un futuro que debe ser lo que interese a la juventud de nuestros días.

Paralelamente a la evolución político-social, se desarrollan distintas acciones destinadas a favorecer la consolidación indispensable. Es indudable que el mundo se encuentra hoy en un proceso de integraciones continentales o regionales. Ya no se concibe nada con criterio aislacionista, porque la evolución lleva indefectiblemente a agrupaciones mayores como consecuencia de la contracción de la Tierra que las comunicaciones y transportes han producido en el tiempo, si bien no en el espacio. Por otra parte, el hombre ha seguido en la evolución de la humanidad siempre un criterio de integración: del hombre aislado pasó a la familia, de ésta a la tribu, de la tribu a la ciudad, de la ciudad al estado feudal y de los estados a las naciones. El próximo paso parecería ser el continente. Las características del mundo en que nos toca vivir con cierta preponderancia económica impuesta por la superpoblación y la superindustrialización que llevarán a una lucha futura por la comida y la materia prima, influirán decisivamente en los métodos de integración. Lo que parece dominar hasta ahora es la idea de la integración económica, aunque la finalidad es la integración política. Un ejemplo de ello lo tenemos en la Comunidad Económica Europea que ha establecido como base y programa: 1. Crear, gracias a un mercado ampliado, sin fronteras interiores, las condiciones más favorables para la utilización del progreso técnico y para la expansión económica. 2. Para poner fin definitivamente a los conflictos que durante tanto tiempo han desgarrado a Europa. 3. Para mejorar el nivel de vida de 177 millones de europeos. 4. Para dar a Europa, frente al dinamismo de los “grandes”, frente a los continentes que despiertan, el puesto que le corresponde en los asuntos mundiales. 5. Para crear las bases de los futuros Estados Unidos de Europa. Esta feliz realización europea, que tan brillantes resultados ha dado, ha servido de inspiración y orientación a todos los demás Mercados Comunes que se han organizado con diversa fortuna en América, Medio Oriente, África, etc. Solo la América del Sur, presionada por el imperialismo, permanece en estado primitivo, que se agrava con la existencia de la ALALC que es una suerte de sofá-cama en el que se duerme mal y se sienta peor.

Frente a este panorama surge la pregunta: ¿Es que la integración es un asunto tan difícil de realizar? Naturalmente que sí, teniendo en cuenta que contra los que se quieren unir, están los que tienen intereses económicos y políticos para impedir esa unión. Los imperialismos están en contra y harán todo lo posible para que esas uniones no se realicen porque, evidentemente, son integraciones que van contra sus designios e intereses. Bastaría para convencerse, leer lo que dicen los acuerdos de la Comunidad Europea al respecto: “Al poner en común sus recursos y al adoptar una política económica común, los seis países de la Comunidad crean, con sus 177 millones de habitantes, una nueva potencia económica comparable a las grandes potencias mundiales: Estados Unidos y la U.R.S.S. Uniéndose los seis países, hacen más que sumar su potencia económica, realmente multiplican su potencial porque se desencadena un proceso dinámico que transforma la Europa de ayer y el papel de los europeos en el mundo”. Quien lea esto, comprenderá que, contra la política de los imperialismos de “dividir para reinar”, se antepone la de “unirse para no ser dominados”. Frente a la superpoblación y la superindustrialización que puede llevar al mundo a la lucha por la comida y por las materias primas, podemos imaginar que el futuro será de los que tengan mayores reservas de ambas cosas. Las mayores reservas de comida y materia prima están indiscutiblemente en la América Ibérica, pero la historia prueba que cuando los fuertes han necesitado de ellas, las han tomado donde existieran, por las buenas o por las malas, lo que nos hizo decir hace más de veinte años, “que el año 2000 encontrará a los latinoamericanos unidos o dominados”. Consecuente con ello, durante nuestro gobierno, en 1948 (dos años antes que Europa lo hiciera), promovimos la integración latinoamericana con un tratado multilateral de complementación económica que firmaron Argentina, Chile, Paraguay, Bolivia, Venezuela, Colombia y que quedó abierto a que lo hicieran los demás países de nuestro continente. La finalidad de esta iniciativa era crear un Mercado Común Sudamericano, poner fin a las divisiones artificiales creadas entre nuestros países, mejorar el nivel de vida de nuestros pueblos, dar a nuestro continente latinoamericano el puesto que le corresponde frente al dinamismo de los grandes y el despertar de los continentes, echando las bases para los futuros Estados Unidos de Sudamérica. Desgraciadamente, la acción del imperialismo con la colaboración del cipayismo vernáculo, destruyeron luego cuanto nosotros habíamos construido en ese sentido, pero la historia dirá un día quiénes han traicionado a la América trigueña.

Dentro del concepto que venimos enunciando se puede establecer que, además del concepto económico, en estas integraciones, ha de gravitar el geopolítico, y aún el histórico. Lo primero está caracterizado por los mercados comunes; lo segundo, por la lucha por la liberación. La existencia del “Tercer Mundo” enfrentado a los actuales imperialismos constituye el intento de liberación que gravita hacia una integración histórica que ha de ser simultánea a la integración geopolítica. Durante los diez años del Gobierno Justicialista la República Argentina fue libre y soberana. Nadie metió en ella sus narices sin que llevara su merecido. Pero al cabo de esos diez años, la sinarquía internacional coaligada con el cipayismo vernáculo al servicio del colonialismo nos aplastaron. Ello parece probar que la liberación no puede ser un hecho insular ni aislado, es preciso pensar entonces que el proceso de liberación ha de ser precedido por una integración del Tercer Mundo que, por una acción conjunta, represente una garantía para la liberación permanente que necesitamos.

Europa ha seguido un proceso inverso: ha alcanzado primero la integración económica para llegar, por ese camino, a la integración geopolítica, con lo que consideran que alcanzarán también su liberación. Pero las condiciones de Europa son muy diferentes a las sudamericanas, sometidos como estamos al colonialismo imperialista, subdesarrollados, descapitalizados, endeudados, infiltrados de cipayismo y, en consecuencia, sin el poder ni la importancia que la economía da a los países del Viejo Mundo y sin el espacio que les da un margen de seguridad indispensable para el futuro.

Todos estos factores que venimos compulsando y muchos otros que, en favor de la brevedad no podemos considerar en este mensaje, conforman una situación general, dentro de la cual es preciso considerar nuestra situación particular que, queramos o no, está en gran medida subordinada, porque en los tiempos que corren, la vida de relación es tan intensa y determinante que hace que la evolución producida hoy en las antípodas, nos influencie mañana a nosotros. Por eso también hemos querido llegar a nuestros muchachos con este exordio previo a la consideración del problema argentino que deseamos tratar a continuación.

Partimos de la base que en el mundo actual se está produciendo una de sus más profundas transformaciones, que marca el comienzo de una nueva etapa en la evolución de la humanidad. Es así que lo político, lo económico y lo social han de transformar sus estructuras hacia nuevas formas, impulsados por lo cultural, lo científico y lo filosófico. El problema de la juventud, que encarna el futuro, está precisamente en la interpretación justa de esa transformación, que le permita transitar por la historia con la clarividencia que estos momentos exigen a su acción, porque ninguno de los problemas con que tropieza en el porvenir inmediato podrá solucionarse sin la base existencial indispensable. La humanidad del presente necesita hombres que piensen, aprecien y resuelvan con acierto para ejecutar eficazmente. No interesan tanto los que sepan seguir en el proceso cuantitativo a los líderes monitores, como que los líderes los sepan conducir acertadamente. Ése es el problema fundamental de la juventud.

Dentro del complejo mundo que acabamos de mencionar, nuestro país encuadra su situación particular dentro de una evolución propia, influenciada por sus características originales, pero no escapa en manera alguna a lo que es común en la evolución general. Por eso, las improvisaciones llenas de incongruencia que venimos presenciando desde hace once años106, nos han conducido a una situación incomprensible en que se debate el país en medio de la frustración política, el desastre económico y el desbarajuste social. Es que no se trata de resolver un problema intrínsecamente argentino sino de interpretar y solucionar un problema del mundo en que vivimos. Los que han creído que todo se puede arreglar con el procedimiento de “tapar agujeros” con materiales de circunstancias, han terminado en el más absoluto fracaso, porque lo que hay que resolver es algo más profundo que la transformación intrascendente de algunas estructuras de superficie.

Hace dieciocho años el Gobierno Justicialista puso en ejecución en la América nuestra, la idea de integración cuando aún en Europa ni siquiera se pensaba en ello, y hace más de veinte años lanzó al mundo la idea de una “Tercera Posición” concordante con lo que es hoy el “Tercer Mundo”. Esa Tercera Posición cayó aparentemente en el vacío, pero han pasado veinte años y hoy las dos terceras partes del mundo puja por colocarse en ella, como también realiza lo pertinente para  alcanzar la integración continental. Hace el mismo tiempo inició la Revolución Justicialista destinada a transformar la fisonomía colonial del país para realizar la justicia social, la independencia económica y mantener la soberanía nacional. Tropezamos entonces con la contumacia reaccionaria del cipayismo vernáculo y los intereses de las metrópolis contra los cuales luchamos con éxito durante diez años. Pero, precursores al fin, debimos pagar el precio correspondiente, pero ello no implica que no hayamos tenido razón. La experiencia de estos once años de gorilismo ha sido suficiente para demostrar que nos pueden calumniar e insultar, pero que no tendrán más remedio que hacer lo que nosotros dijimos.

Es que el fatalismo evolutivo nos obliga a transformarnos o sucumbir. El Justicialismo no era sino la transformación indispensable, dentro de las formas incruentas, hacia un socialismo nacional y cristiano en contraposición a la contumacia reaccionaria o la influencia del socialismo internacional dogmático comunista que, para el caso, estaban unidos entre sí y aferrados con el cordón umbilical de la sinarquía internacional.

Existen solo dos caminos para realizar las transformaciones de que venimos hablando: la incruenta y la cruenta. Nosotros elegimos la primera, que realizamos por una evolución acelerada destinada a cambiar lo anacrónico y respetar lo que fuera respetable. El camino cruento tal vez hubiera sido más efectivo y, por cambio, hubiéramos alcanzado tal vez el objetivo, pero esta solución suele ser demasiado cara como para apetecerla. La Revolución Francesa costó la mitad de la población de París, la mexicana se llevó a un millón y medio de sus hijos, mientras en España la Guerra Civil costaba un millón de víctimas, o la rusa veinte millones o la china otro tanto.

Mientras el Justicialismo renunció a las formas violentas, el gorilismo, en sus distintas formas y reencarnaciones, ha ido siguiendo el camino de las reacciones cruentas y acercándose cada día más a la guerra civil, hasta plantear la actual disyuntiva en la que el reaccionarismo [descarnado] de la existencia actual, debe presenciar un futuro en que el dilema será el Justicialismo o Comunismo. El sectarismo socialista y la contumacia reaccionaria han sido los que han creado las violentas fricciones que terminaron en procesos cruentos pero definitivos. Actualmente parece que, suavizados ambos, es posible, en beneficio de los países, combinar las formas que permitan convivir y cooperar. Lo estamos viendo en casi toda Europa, Medio Oriente, África, etcétera. Pero ésos parecen ser países más civilizados que nosotros o más libres de la influencia del imperialismo corruptor e intransigente.

Transcurridos veintitrés años del comienzo de la Revolución Justicialista y once de la caída de su gobierno legal y constitucional, estamos de nuevo en el punto de partida: la “Revolución Argentina”. Sus hombres interpretan, como nosotros, la necesidad de transformar convenientemente a la comunidad argentina modificando y cambiando las actuales estructuras institucionales, pero carecen de toda ideología y, en consecuencia, de una doctrina nacional determinada. Es decir, intentan cambiarlo todo pero no pueden decir para qué ni cómo. Nadie pone ya en duda la necesidad de acomodarse a la evolución que impone el mundo y realizar los cambios indispensables que permitan una transformación de fondo, pero pareciera que carecen de objetivos concretos o que se trata de una simulación más de las que venimos presenciando desde hace tanto tiempo, para evitar la destrucción de un sistema permitido por el tiempo y superado por la evolución. Se declaran furiosamente anticomunistas; persiguen al Justicialismo; disuelven los partidos demoliberales; dicen que respetan las organizaciones obreras, pero intervienen y persiguen a las que defienden sus intereses profesionales; atropellan a la Universidad gorila, pero le nombran un interventor de su misma calaña108; piden la cooperación de todos, pero se la posibilitan solo al sector reaccionario o gorila; anhelan, según afirman, la pacificación del país, mientras provocan nuevas fuentes de discordia interna, pero en lo único que se muestran efectivos es en la defensa del sistema liberal capitalista.

Suprimir los partidos políticos como forma de ataque al demoliberalismo y mantener sus sistemas económicos, es atar los caballos detrás del carro porque, para desmontar un sistema, no es suficiente con atacar las formas de su existencia aparente, sino que es preciso llegar profundamente al fondo de lo que es su razón de ser. Una “Revolución Argentina” que solo quiere cambiar las estructuras superficiales dejando subsistentes las profundas, está indiscutiblemente destinada al fracaso. Los partidos demoliberales son la consecuencia de la economía capitalista a la que vienen protegiendo desde hace un siglo y medio. El ejemplo lo tenemos en los países más evolucionados donde han dejado actuar a esas organizaciones políticas, mientras se fueron modificando profundamente los sistemas económicos, hasta constituir economías nacionales que absorben casi la mitad de la economía, dejando la otra mitad para la economía privada y estableciendo sistemas de protección para la economía popular. Cuando el sistema capitalista desaparece, lo hacen también los partidos políticos, que son su consecuencia. Precisamente el proceso inverso que se intenta con la “Revolución Argentina” que constituye un raro caso en el que se pretende suprimir el efecto, dejando subsistente la causa que lo produce.

Cuando el Pueblo argentino apoya al Justicialismo no lo hace por la linda cara de los que lo propugnamos, sino porque coincide con nuestra ideología y su forma de ejecución, a la par que se opone a los procedimientos que, desde 1955, se vienen evidenciando como funestos para la Nación y el Pueblo. Esto no creemos que sea porque nosotros hayamos sido demasiado buenos, sino porque los que nos han sucedido han sido tan malos que, por comparación, hemos resultado óptimos. Pretender que la “Revolución Argentina” se realice hacia los objetivos que todos rechazan, precisamente con los hombres y los sistemas que ocasionaron el desastre, es algo realmente inconcebible, y las consecuencias de semejante aberración no pueden ser otras que las que ya comenzamos a percibir.

En la situación de observación en que se ha colocado el Movimiento Justicialista después del golpe de estado del 28 de junio de 1966, nos ha sido dado comprobar fehacientemente la posición del Gobierno Militar, como la calidad de sus hombres y los procedimientos puestos en ejecución, y todo parece confirmar que se trata simplemente de una continuidad gorila, que ha venido azotando al país desde hace ya once años, causante del desastre político, social y económico, que ha sumido a la República en la más trágica situación de que haya memoria y, por si alguna duda quedaba, la política económica fijada ha venido a demostrar elocuentemente que se ha constituido un gobierno supraconstitucional como  una manera de impedir el progreso de la evolución que el país viene reclamando hace más de veinte años. Así, dentro de las formas de un paternalismo simbólico, sigue actuando una sinarquía nacional encaminada hacia la consecución de los mismos fines y designios que caracterizaron a la acción gorila.

Es indudable que el instinto popular ha descubierto la maniobra, y el desprestigio del Gobierno Militar, como el de sus hombres, ha comenzado aceleradamente. Por eso, también, lo que inicialmente pudo ser una esperanza, se ha transformado en una desilusión que ha ido aumentando simultáneamente con el deterioro gubernamental. Este desgaste paulatino e indetenible se ha visto acrecentado con los distintos problemas provocados en el orden social, ya sea con el atropello a la Universidad, a los portuarios, los ferroviarios o los azucareros.

El anuncio de la política económica que se seguirá, indicada en sucesivos discursos, tan ambiguos, no ha sido un impacto menor, porque conminar al país a vivir de los excedentes de exportación es fijar de antemano la necesidad de someterse a la miseria, para resolver una situación preconcebidamente provocada por los mismos que ahora pretenden hacerle pagar al Pueblo las consecuencias de sus propios desatinos. Por manso que sea un pueblo que ha asistido a una depredación continuada del país en manos de sus enemigos, como ha sucedido en estos once años de pesadilla, no puede sino reaccionar violentamente ante el anuncio de que ahora será nuevamente él quien ha de pagar con sacrificios y dolores los desaguisados cometidos por los que usurparon el Poder del pueblo y lo mantuvieron mediante el fraude o la violencia. Pero, los primeros síntomas de tan imprudentes anuncios no se han hecho esperar: una incontenible inflación de precios ha llevado el costo de vida a las nubes, la caída del signo monetario que la acentúa violentamente y la aparición de las reacciones sindicales que, en defensa de elementales derechos del Pueblo, ponen en peligro la paz social.

El cambio de ministros, como recurso contra el desprestigio generalizado del gobierno, no puede ser eficaz, porque la calidad de los hombres y sus conocidas tendencias, no dan lugar a engaño posible. Este “recauchutaje” gubernativo como remedio, ha resultado peor que la enfermedad y no ha resuelto ni siquiera la inquietud que existe en el propio Ejército, que se siente enfrentado con el Pueblo porque, a nadie le escapa que, pese a las afirmaciones sofísticas del gobierno, el verdadero responsable será el Ejército que deberá cargar con las culpas de los hechos y de los problemas que el Gobierno Militar pueda provocar con su respaldo. La institución ha firmado un cheque en blanco y ahora, o toma las medidas necesarias para impedir que se siga así, o será ulteriormente responsable de cuanto pueda ocurrir en el futuro. 

Es que los hombres de la “Revolución Argentina” no han llegado a percibir que las tareas de gobierno están siempre orientadas hacia dos finalidades esenciales: la grandeza de la Nación y la felicidad de su Pueblo. Algunos gobernantes, encandilados por la grandeza, sacrifican la felicidad popular e, inversamente, otros atraídos por la felicidad, pueden sacrificar la grandeza. Lo justo es trabajar racionalmente por alcanzar la prosperidad, sin que para ello sea preciso sacrificar el mínimo de felicidad a que los pueblos tienen derecho, porque siempre es preferible una pequeña Nación de seres felices a una gran Nación de hombres desgraciados. Si, como en el caso actual de la Argentina, los seudogobernantes que precedieron al Gobierno Militar, hipotecaron el futuro del país, no es justo ni es honesto que ahora se cargue sobre las espaldas del Pueblo el total de las consecuencias de tal hipoteca. El gobierno tiene en sus manos mil arbitrios y a él le corresponde resolver el problema en forma conveniente, que no puede ser la de transferir ni la responsabilidad ni las consecuencias al pobre Pueblo que no ha hecho otra cosa que aguantar violencias, fraudes, latrocinios y concupiscencias, con los que no han tenido nada que ver. Al gobierno se le pueden tolerar muchas cosas, menos la injusticia.

Afirmar que la situación económica ha de resolverse haciendo economías es desconocer supinamente el problema argentino. Los países, como los hombres, no se hacen ricos con lo que pueden ahorrar sino con lo que son capaces de producir y de ganar. Los malos tiempos económicos, en una economía organizada, pueden superarse con trabajo y buenos negocios. El Pueblo no ha de quejarse porque se le imponga una dura labor para producir, siempre que se haga lo necesario para que el fruto de ese esfuerzo sea bien distribuido entre los que trabajan. Los buenos negocios nacionales completarán el panorama, porque el país, como cualquier otra empresa económica, se enriquece con buenos negocios y, con malos negocios, se funde. La reacción sindical que comienza a aflorar en el ambiente gremial, pese a las amenazas de represión, tiene su explicación racional en el hecho de que la orientación gubernamental está dirigida hacia la injusticiasocial que el Pueblo argentino no tolera. Si todo un programa de gobierno se encamina a ahorrar sobre la miseria popular para que los ricos puedan ser más ricos a expensas del sacrificio ingenuo de los pobres, es natural que tal sistema no ha de ser recibido con aclamaciones. La solidaridad nacional solo puede ser compartida por todos los argentinos cuando también se comparten los sacrificios, los esfuerzos y los beneficios. Ésa ha sido la principal razón por la cual se han cambiado los sistemas en el mundo actual.

Estos defensores de la economía libre están navegando en el proceloso mar de la inconsciencia: la economía libre y el libre comercio son solo afirmaciones para el consumo de los tontos y de los ignorantes. La economía nunca ha sido libre: o la controla el Estado en beneficio del Pueblo o lo hacen los grandes consorcios en perjuicio de éste. Es cuanto podemos decir al respecto, y hablar de libre comercio en una economía mundial dominada por los mercados comunes es predicar en el desierto. Pero cuando un gobierno que se dice revolucionario, habla en defensa de semejantes cosas, es para echarse a reír. Es que en situaciones como la que le toca vivir a la Argentina, la tecnocracia suele ser funesta cuando se aferra a sus preconceptos aprendidos, olvidando que la economía es una sucesión de casos concretos que han de solucionarse a base de criterio objetivo y no por la aplicación de recetas, a que tan apegados suelen ser algunos técnicos. La economía liberal ha cerrado su ciclo, y seguir defendiendo y practicando sus postulados es someterse a unas reglas de juego que ya no existen. Nosotros, los justicialistas sabemos bien de qué se trata y ello se comprueba a base de una simple estadística comparativa: en 1946, cuando nos hicimos cargo del gobierno, la situación financiera del país era la siguiente:

Deuda externa  3500 millones de dóalres

Servicios financieros anuales  1000 millones de dólares.

Reserva financiera: cero.

Balances de pago al exterior Invariablemente desfavorables.

Cuando caímos en 1955, después de diez años de gobierno Justicialista, la misma situación había evolucionado así:

 Deuda externa Totalmente repatriada.

Servicios financieros anuales 90 millones de dólares.

Reserva financiera: 1500 millones de dólares.

Balances de pago al exterior Invariablemente favorables.

Han pasado once años, veamos ahora la obra del gorilismo, reflejada en los siguientes datos estadísticos:

Deuda externa estatal directa 124 4.000 millones de dólares.

Documentos descontados de empresas financieras norteamericanas con el aval de bancos oficiales y servicios financieros impagos por falta de divisas: ¡vaya a saber cuánto!

Servicios financieros anuales, de nuevo 1000 millones de dóalres.

Reserva financiera: cero.

Balances de pago al exterior:   Invariablemente desfavorables y, aunque la situación actual es peor que la que recibimos en 1946, estamos persuadidos de que, así como solucionamos aquélla, resolveríamos ésta, sin imponer a nadie el menor sacrificio.

Lograríamos, como entonces, pasar de una economía de miseria a una economía de abundancia, daríamos el más alto poder adquisitivo a la economía popular, al tiempo que aseguraríamos la justicia social; alcanzaríamos la independencia económica e impondríamos la soberanía nacional hoy perdida. Si entonces aseguramos la felicidad del Pueblo, ¿no sabemos por qué no lo habríamos de hacer ahora? De la misma manera que, como entonces, los comerciantes, industriales y productores podrían ganar cada día más. Impulsaríamos, como entonces, lentamente, una evolución destinada a ponernos al día en las formas políticas y sociales que nos están ahora avergonzando ante el mundo civilizado.

Pero, desgraciadamente, los hombres a quienes el destino o la casualidad han puesto en situación de decidir, no se interesan por la verdadera solución de los problemas, porque ellos están en otra cosa, que poco tiene que ver con la grandeza de la Patria ni con la felicidad de los hombres del Pueblo. Es así como el problema que se plantea vuelve a lo mismo: la lucha de una minoría contumaz que quiere mantener sus privilegios, contra la mayoría popular que anhela los cambios indispensables a sus más apremiantes necesidades. En otras palabras, lo que viene sucediendo desde 1955 y que ha ocasionado el estado actual de cosas. Cuando la “Revolución Argentina” promete esos cambios, cuenta con la simpatía de esa mayoría, pero al comprobarse la superchería109, la esperanza se transforma en desilusión. Nadie puede, en consecuencia, asombrarse si ahora todos están en contra de la dictadura militar que los ha defraudado. Y si el Gobierno Militar intenta imponer violentamente la determinación anunciada, tropezará con la resistencia, inorgánica primero y organizada luego, de todo el Pueblo argentino y, entonces, estará perdido.

El Movimiento Peronista, alejado de todo prejuicio, estaba decidido a apoyar a la “Revolución Argentina” si realmente se trataba de una revolución pero, como movimiento popular, no puede ser un elemento pasivo ante las comprobaciones que se vienen haciendo. No puede aceptar el ataque unilateral a las organizaciones sindicales y a los intereses populares porque no es justo ni conveniente a los intereses de la Nación, tal cual los entendemos los justicialistas.

Por ésa, y por muchas otras razones, el Movimiento Peronista está y estará siempre de parte de los obreros azucareros de Tucumán, de los portuarios y de los ferroviarios, como del Pueblo argentino en todas sus manifestaciones que presupongan la defensa de sus ideales e intereses. Nuestra razón de ser ha sido siempre esa posición inconmovible al lado del Pueblo, y nunca como ahora ha sido tan impositiva. Nosotros no estamos en contra de la “Revolución Argentina” ni de nadie en particular, estamos simplemente con el Pueblo y si alguno de sus sectores ha sido atacado por la injusticia, nosotros hemos sido atacados.

No creemos en la eficacia de una revolución cruenta ni violenta, como no compartimos la idea de una reforma “por cambio” sino “por evolución”, porque no se pueden romper las instituciones sin provocar desequilibrios negativos, y porque el camino de las reformas incruentas es lo racional cuando se trata de países civilizados. Durante diez años hemos demostrado desde el gobierno que todo se puede reformar si se tiene el tino de hacerlo racionalmente y sin violencia. La compresión y la persuasión son medios más adecuados para la evolución constructiva que la violencia o la fuerza. Sin embargo, como no todos piensan igual, deberemos imponernos la necesidad de estar preparados para todo.

No creemos que cuanto está aconteciendo en la Argentina sea definitivo, porque esperamos que el buen juicio llegue a primar en la comunidad y que los errores tengan su corrección oportuna, porque lo contrario sería demasiado peligroso para el futuro del país y, por eso, nuestra posición de conjunto tampoco es definitiva. Pensamos que el Ejército ni debe ni puede estar enfrentado con el Pueblo que es la fuente de su formación y de su mantenimiento, compartimos la idea de muchos que piensan que de la actual encrucijada solo se puede salir por la unión del Pueblo y del Ejército. No creemos, en cambio, que el atropello a la Constitución Nacional y a las leyes de la Nación pueda conducir a otro resultado que al caos, y consideramos que en una comunidad organizada nadie puede ser superior a la comunidad misma, porque de la única manera que se puede alcanzar la libertad es siendo esclavo de la ley, pero de la ley auténtica, no de la “prefabricada”.

Tratados los anteriores aspectos del problema argentino, nos toca ahora considerar dentro de ellos los que conciernen al propio Movimiento Peronista. No podemos negar que la descomposición general del país que, como el pescado, ha comenzado a pudrirse por la cabeza, nos ha alcanzado también a nosotros en el horizonte especialmente directivo. La existencia de algunos peronistas que se han dedicado a defender sus apetitos o intereses personales o a servir los de sus círculos o trenzas, han provocado un cierto grado de disociación perjudicial a los fines del conjunto del Peronismo. El Comando Superior Peronista, que siempre ha seguido una conducta acorde con las necesidades de la conducción general, se ha visto perturbado por las siguientes causas:

a) División en la Rama Sindical del Movimiento, ocasionada por el enfrentamiento de dirigentes.

b) Apatía en la acción de la Rama Política porque no existe aliciente de cargos a la vista para los dirigentes o porque están fatigados por la larga lucha o porque temen la represión.

c) Falta de una acción unitaria por carencia de una conducción táctica apropiada como consecuencia de las anteriores causas, y

d) Falta de unidad y solidaridad peronistas en el horizonte directivo y, en parte, de la propia masa, demostradas por una acción desganada que tiende a generalizarse.

Es indudable que tales defectos, especialmente imputables a los dirigentes, solo se podrán corregir mediante una verdadera revolución dentro del Peronismo, y esa revolución deberá estar en manos de la juventud del Movimiento. Por eso, el Comando Superior ha venido propugnando desde hace tiempo la necesidad de un trasvasamiento generacional que pueda ofrecernos una mejor unidad y solidaridad que presuponga para el futuro una unidad de acción de que carecemos en la actualidad. Pero, desgraciadamente, hemos tropezado con una juventud peronista dividida en pequeños sectores, dominados por caudillitos con sus valores que no discutimos, pero que resultan negativos para la unidad que necesitamos.

Al hablar de juventud, el Comando Superior no hace cuestión de edades, porque hay viejos de veinte como jóvenes de cincuenta, sino de pensamiento y calidad de adoctrinamiento que sean una garantía segura para la conducción y el encuadramiento que el Peronismo necesita para prolongarse en el tiempo y superarse en la acción política. Un gran sector de dirigentes peronistas, que actualmente se encuentran en la acción, son excelentes, adoctrinados y capaces: ellos serán los más interesados en recibir el aporte juvenil, juntando así el entusiasmo, la energía y la decisión de los jóvenes con la prudencia, el saber y la experiencia de los viejos.

El cambio generacional en el horizonte directivo ha de ser paulatino y progresivo e impuesto por las circunstancias porque, en política, no se regala nada. Cada joven con aspiraciones ha de ganarse el derecho de ser dirigente, y nadie lo podrá hacer en lugar suyo en forma que tenga nada que agradecerle. La aptitud y los valores del conductor han de mostrarse en la acción y es, precisamente, esa acción la que ha de calificarlo y encumbrarlo, si lo merece. Si cada joven lleva su “bastón de mariscal” en la mochila puede intentar empuñarlo para conducir, pero ha de tener en cuenta que, de todos los que lo empuñan, solo un pequeño porcentaje llega a hacerlo con honor o con capacidad efectiva. Por eso, el respeto de los muchachos por los viejos dirigentes, que han llegado al fin de su camino con ese honor y con esa capacidad, los mostrará en su verdadero valor y en la prudencia que necesitan para triunfar.

No se trata, pues, de “tirar todos los días un viejo por la ventana” para ocupar su puesto, sino de entrar a colaborar humildemente para aprender y para evidenciar, probando, si se tiene la capacidad que se presupone. Ninguno que no conozca perfectamente las directrices de nuestra ideología, como las prescripciones de nuestra doctrina, estará en condiciones de aspirar a la conducción o el encuadramiento de nuestras fuerzas. Solo se puede ser revolucionario si se tienen presente, en todo momento, los objetivos que se persiguen y se poseen los valores morales y la mística necesarios para luchar por ellos sin descanso y sin desfallecimientos. En los tres libros publicados por el Jefe del Movimiento, los jóvenes peronistas encontrarán tales principios: la ideología, en el libro Una comunidad organizada (sic); las formas de ejecutar esa ideología, en el libro La doctrina peronista; y los conocimientos de la teoría y la técnica de la conducción, en el libro de Conducción política.Las Escuelas de Formación Política en el país podrán ampliar todo lo referente a tales asuntos.

Capacitado el dirigente juvenil, podrá pensar en la responsabilidad que también a nosotros concierne en la solución de los graves problemas creados por la insensatez de los que les han precedido. Una juventud libre de prejuicios y banderías, que fuera capaz de obrar con grandeza y desprendimiento, es la que podrá defender con éxito esa responsabilidad. Por eso, el Comando Superior piensa que el problema de la hora no es solo atingente a la Juventud Peronista, sino a toda la Juventud Argentina que, unida y solidaria, podría encarar soluciones para las cuales han demostrado ser ineficaces sus predecesores. Si la responsabilidad pesa sobre las espaldas de la Juventud Argentina, ésta tiene el derecho de hacerse con la autoridad para defenderla. Todo depende de que demuestre que está a la altura de la misión que debe cumplir.

Espero que los argentinos se hayan ya persuadido de que, sin una previa pacificación del país, nadie podrá encarar las soluciones que la Nación reclama angustiosamente. Es que, sin el concurso orgánico del Pueblo, ninguno podrá gobernar en la Argentina, y ese concurso no ha de alcanzarse sin un clima de paz que posibilite el esfuerzo y la colaboración de todos. Los actuales intentos han equivocado el camino: en vez de pacificar, han irritado más con una provocación desaprensiva. El primer deber de la juventud es intentar la pacificación en los sectores a que ellos pertenecen, con el entendimiento sincero y franco que conduzca a una unidad y solidaridad efectivas, libre de tendencias y banderías. Los jóvenes que se sientan libres de las pasiones que envenenaron a las generaciones pasadas, están en condiciones de alcanzar entendimientos exentos de las reservas mentales y las malas intenciones: a ellos, pues, les corresponde la tarea de intentarlo.

Pero, para que la Juventud Peronista esté en condiciones de realizarlo con autoridad moral, debe comenzar por estar ella unida, cosa que no ocurre en la realidad actual. Por eso, la finalidad esencial de este Congreso Juvenil, ha de ser la de alcanzar la unidad de la Juventud Peronista. El Peronismo no ha de consolidarse en el tiempo a base del esfuerzo aislado de los que trabajan con fines personales o de círculo. Solo la unidad orgánica funcional podrá asegurar la unidad de acción indispensable que los éxitos de conjunto imponen y que son los únicos que conducen al triunfo de todos y de cada uno, porque ningún peronista podrá realizarse en un Movimiento que no se realice. La unidad se hace a base de comprensión y desinterés, como la solidaridad se desarrolla solo en un ambiente de trabajo común, en el que todos participen con grandeza y desprendimiento.

Compañeros de la Juventud Peronista:

Creemos haberles dado los consejos más constructivos. Si no fuera así, ésa ha sido nuestra intención, pero de lo que deben estar convencidos es que solo nos anima el deseo y la intención de servir al Movimiento y a la Patria. Se acercan horas de decisión en las que podremos gravitar y aún decidir si estamos unidos y solidarios. Por eso, los exhortamos a esa unidad que, para que sea efectiva, ha de ser antes que nada sincera y efectiva. Los dirigentes que no sepan o no quieran entrar en ella, no pueden tener buena intención y es mejor que la masa los abandone. Cuando se juega el destino de todos, todos deben defenderla. Con esta exhortación les hacemos llegar un abrazo muy fuerte sobre nuestro corazón.

COMANDO SUPERIOR PERONISTA

Si bien el congreso fue accidentado y no llegó a los resultados esperados por su principal organizador (el Mayor Pablo Vicente), en la declaración final exigieron

la derogación de todas las leyes represivas; una amnistía general para todos los presos políticos y sociales; el retorno del general Perón y la restitución de los restos de Eva Perón, control del Estado sobre los medios de producción y el comercio exterior; nacionalización del sistema bancario; expropiación de los latifundios sin indemnización; nacionalización de toda la industria extractiva y productiva de materias primas: petróleo, electricidad, siderurgia y frigoríficos; prohibición de importaciones competitivas con la industria nacional; prohibición de exportación de capitales; nulidad de la deuda extern y compromisos internacionales, intervención obrera sobre la producción; de nunca de los tratados internacionales que afecten la soberanía, respeto a la autodeterminación de las naciones y los pueblos; solidaridad con los pueblos del mundo que luchan por su liberación.

Marzo de 1967

1.La CGT dispuso un paro de 24 horas. La respuesta del gobierno fue el despliegue militar en lugares estratégicos para asegurar la “libertad de trabajo”. Según el gobierno el ausentismo ascendió a 26% y se desarrollaron varios atentados.

2. Por decreto del Gobiemo quedó suspendida la personaría gremial a los siguientes sindicatos: UOM, AOT, FOTIA, (Tucumán) y FOETRA; además se congelaron sus cuentas bancarias.

4. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte.

Señor Mayor Don Bernardo Alberte

Informado por el doctor Remorino, sigo la situación que allí se vive, tanto en lo referente a la situación general del país y su dictadura militar, como en lo concerniente al Movimiento Peronista y, en especial, a lo que se refiere al relevo del Secretario General de la Junta Nacional Coordinadora. Me dice Remorino que ya se ha puesto el asunto en ejecución en la forma sugerida por mí: creo que ello es lo más conveniente porque noto que existe una generalización del “estado psicopatológico” que obedece en los momentos actuales a causas naturales y a otras provocadas por agentes infiltrados en el Movimiento.

Es indudable que la antigua conducción del binomio Vandor-Iturbe ha dejado una situación difícil que no pudo corregirse con la inoperancia que le siguió. Esto, unido al hecho de que la descomposición general del país ha debido también influenciar a nuestro Movimiento, nos hace pensar en la necesidad de proceder a un estudio meditado de lo que está ocurriendo a fin de tomar luego las medidas necesarias para enfrentar las causas naturales. En cuanto se refiere a las demás causas, en presencia de lo que ocurre todos los días en el Movimiento, de lo que el congreso de la Juventud ha sido solo un hecho, debemos pensar que estamos gravemente infiltrados por agentes de todo tipo, que trabajan para impedir la aglutinación orgánica del Peronismo y realizar todo tipo de provocaciones que propugnan la disociación y el desorden.

Las causas naturales son simples para ser superadas, porque imponen solo medidas atinadas que neutralicen los males; en cambio, las causas provocadas imponen toda una lucha con los agentes que las provocan. En el primer caso, todo es asunto orgánico y de conducción; en el segundo, de investigación para descubrir estos agentes y sancionarlos ejemplarmente como para que no vuelvan a reproducirse. Una medida muy importante suele ser la de enterar a la masa de lo que está ocurriendo a fin de provocar la acción de las autodefensas del Movimiento.

Existe, sin duda, todo un plan de los “servicios” encaminado a provocar en el peronismo lo que no logró, ni la violencia de Aramburu, ni la integración de Frondizi, ni el intento de disociación de Illia, por medio de una sistemática campaña de infiltración, utilizando a los propios elementos susceptibles del peronismo, para actuar como agentes de la disociación al servicio del enemigo: Kelly es un ejemplo. Como él deben existir muchos, que lo saben disimular, pero que a menudo son sindicados por la perspicacia de los peronistas que los ven actuar. Todo es cuestión de hombres: hay que crear una suerte de policía peronista de contraespionaje que, actuando dentro del Peronismo, se encargue de “limpiar” a los sospechosos. Solo así podremos impedir que se siga produciendo lo que estamos presenciando todos los días.

Es natural que una tarea muy importante a cumplir es la de cuidar los procedimientos a fin de evitar ayudar a los provocadores por nuestros propios procedimientos, poco adecuados a la tranquilidad con que deben producirse las demás cuestiones atingentes a nuestra propia conducción interna del Movimiento. Hay una serie de diarios y revistas (de provocación) que se encargan de magnificar los hechos que se producen en el Movimiento para que sean aprovechados por los agentes de la disociación, contando con la poca tolerancia que existe ya en el peronismo. Es indudable que esos diarios y revistas trabajan en combinación con el plan que rige la actividad de toda esta red de agentes de provocación.

Es, teniendo en cuenta esta cuestión, que he aconsejado que el relevo del Secretario General se haga de la manera más imperceptible que se pueda, sin provocar situaciones que puedan hacer factible su aprovechamiento por el enemigo, como podría suceder si se procediera drásticamente. Sin embargo, a pesar de la prudencia que hemos empleado, ya ha trascendido el hecho y se comenta en los órganos publicitarios de la provocación. Si llegara a producirse alguna fricción con motivo del relevo, yo no tengo la menor duda de que sería ampliamente aprovechado para llevar agua al molino de la provocación, creando estados de incertidumbre siempre propicios a ser aprovechados.

Ello no implica, en manera alguna, que el relevo no se realice, y con toda decisión y energía si es preciso, pero creo que, en este caso, es necesario hacerlo de la manera más sigilosa y prudente para evitar los males apuntados. Todo es cuestión de formas de ejecución. En esto hemos coincidido con Remorino y veo que ustedes, comprendiendo las razones expuestas, siguen una línea apropiada a esas necesidades. Hoy es más importante cuidar este aspecto que hacer las cosas a la tremenda, que no acarrean sino inconvenientes ante la soberbia, a veces, y otras ante la susceptibilidad de los hombres dirigentes. Los relevos son siempre dolorosos para algunos, debemos también tratar de que duelan poco.

Yo sé que usted no toma su cargo de conductor como muchos otros. Nosotros, si bien somos políticos amateurs, en cambio somos conductores profesionales, solo que la técnica militar para la que hemos sido formados, difiere mucho de la que hemos de emplear en la conducción política. Nosotros hemos sido educados para el mando; mandar es obligar; conducir políticamente, es persuadir. Al hombre es siempre mejor persuadirlo que obligarlo. También media un abismo entre las formas del mando militar y las de la conducción política. Es preciso, entonces, que nos pongamos en la nueva técnica, ya que la teoría de la conducción contiene, tanto para la lucha activa como para la política, los mismos principios con los cambios impuestos en los medios de la acción. La lucha de dos voluntades contrapuestas, sigue siendo lo mismo.

No tengo la menor duda de que usted saldrá adelante en la conducción, porque es nuestro oficio y porque usted lo conoce. Yo creo que así como nadie puede pintar ni esculpir desconociendo la teoría y la técnica de ambas artes, tampoco a nadie se le debería ocurrir conducir desconociendo la teoría y la técnica del arte de conducir. Llevamos esa enorme ventaja; lo demás, como decía Napoleón: conducir es un arte sencillo y todo de ejecución. Yo anhelo verlo actuar y resolver los problemas que la desaprensión y la falta de capacidad nos han creado en estos once años de lucha, donde los que condujeron al Movimiento, lo han hecho un tanto discrecionalmente y sin la congruencia indispensable del que persigue un objetivo claro y concreto. Todos han corrido dos liebres y, naturalmente, han terminado por no dar alcance a ninguna.

He estudiado los cuadros orgánicos propuestos y me parecen excelentes. Ahora hay que realizarlos e imponerlos. No es tarea simple en medio de la inorganicidad en que se ha estado viviendo, pero tengo la seguridad de que ustedes podrán imponerlos si proceden racionalmente y empleando las mejores formas de ejecución. En política todo se puede hacer si se acierta con la forma de realizarlo, como asimismo toda organización y sistema puede ser bueno, si se cuenta con hombres buenos y capaces para realizarlos. Hay que elegir bien y sin equivocarse: si bien la tarea política es eminentemente cuantitativa, la conducción, en cambio, impone un proceso duramente cualitativo. Con hombres buenos se puede hacer todo. Por eso he preferido que sea usted el que los elija, porque es preciso que el que tiene la responsabilidad, tenga también la autoridad para defenderla. En este sentido, puede usted contar con la más absoluta seguridad de que nadie ha de interferirle. Los enemigos internos o externos que se le enfrenten son cosa suya, pero el Comando Superior ha de apoyarlo en la medida que le sea indispensable.

En cuanto a la situación que está viviendo el país, creo que podemos ya considerar aclarado el panorama, dentro de la incertidumbre natural de los acontecimientos. Onganía ha perdido su prestigio y, con él, la “revolución argentina” está expuesta a que le pase lo mismo, pese a los equilibrios que se hacen para evitarlo. Pero lo que se puede inferir es que estamos abocados a nuevos e imprevisibles sucesos en los que el Ejército tendrá una acción decisiva. Remorino conoce de cerca algunos contactos sobre los que le informará y que quizá sean oportunamente de interés para nuestras cosas. Usted infiere en su plan orgánico funcional de la Junta Nacional Coordinadora la necesidad de fijar como objetivo la toma del poder que, naturalmente, es nuestro próximo objetivo; pero es preciso pensar que, en el empeño de conseguirlo, tropezaremos con el Ejército que se ha adueñado de él y lo mantiene por medio de la fuerza que, por ahora, es eficaz. Siendo así, debemos pensar en la necesidad de tentar fortuna por ese lado también. El Ejército, ni sus personeros, conseguirán soluciones mientras no cuenten con el concurso del Pueblo, pero el Pueblo tampoco podrá hacer mucho positivo en el sentido indicado en tanto la fuerza se lo impida. Luego, no es descabellado pensar que unidos podremos hacerlo todo. La incógnita a despejar consiste entonces en saber si un día podremos contar también con la fuerza o, por lo menos, con parte de ella. El camino de lograrlo es indudablemente problemático: “thatisthequestion”.

Las circunstancias que podemos esperar en el futuro inmediato serán propicias a intentar también soluciones por este lado y no debemos dejar de aprovecharlas si se presentan. Es en este sentido que deseo alertarlo, porque a la ocasión se la suele pintar calva. Yo, desde aquí, no puedo penetrar el estado actual de los jefes y oficiales, en lo que a inclinaciones se refiere, pero mi experiencia me aconseja no echar en saco roto las posibilidades que se puedan presentar en este sentido. Pienso que, dada la situación, deben existir voluntades contrapuestas, que es lo que en estas circunstancias se puede aprovechar, y si eso existe, como preveo, puede ser propicio alentarlas y seguirlas de cerca para aprovecharlas en el momento oportuno. Queda en manos de ustedes la posibilidad de hacerlo, para lo cual deben proceder “ad referendum” del Comando Superior Peronista, porque de esta manera queda siempre la puerta abierta para salir en el caso que debamos arrepentirnos.

En fin, amigo Alberte. Ustedes allí, con las manos en la cuestión, sabrán mejor que yo lo que conviene hacer en cada caso. No dejen en cambio de mantenerme informado a los efectos de seguir el movimiento. Creo no equivocarme al pensar que se acercan horas de decisión, para las cuales debemos estar muy alertas. La unión y solidaridad del Movimiento pueden ser el factor más decisivo en el empleo de nuestra fuerza; por eso, mientras lo logramos, debemos seguir accionando en los demás campos, por si las moscas.

Le ruego que salude a los compañeros y espero que, de acuerdo con lo que ya hemos acordado, tome usted la manija allí y me diga lo que debemos hacer desde el Comando Superior. Espero el informe de Vicente sobre las cosas de la Juventud Peronista para tomar las medidas que sean necesarias, pero usted no debe olvidar que la Juventud Peronista tiene una conducta que también debe ser manejada desde el Comando Táctico y, en ese sentido, visto lo ocurrido allí, creo oportuno que usted tome medidas de acuerdo con Vicente. Saludos a la Señora de parte de mi Señora, que me encarga hacerle llegar sus recuerdos a ustedes. Un gran abrazo.

8. Como castigo por haber participado en una huelga fueron sancionados 116.449 obreros ferroviarios.

9. La UOM denunció que fueron suspendidos 800 obreros en la planta automotriz de IKA en Monte Chingolo, provincia de Buenos Aires.

12. Cinta magenetofónica de Juan D. Perón conteniendo un “Mensaje a los compañeros peronistas”, presentando a Alberte como responsable de las acciones tácticas y a Remorino como “delegado” del Comando Superior para las relaciones con los partidos políticos:

Compañeros Peronistas:

Aprovecho el viaje de un compañero de confianza, porque también hay de los otros, para hacer llegar al compañero Alberte mi palabra, a fin de que pueda hacérsela escuchar, si es necesario, a los compañeros peronistas. (…)

Por primera vez desde que soy Jefe del Movimiento he designado discrecionalmente a un hombre de mi entera confianza, a quien conozco desde hace muchos años de trabajar juntos en los quehaceres de nuestro Movimiento, el compañero Mayor Don Bernardo Alberte. Él, como yo, es un aficionado en la política pero es un profesional en la conducción. Era hombre de reserva del Comando Superior Peronista pero, dadas las circunstancias actuales, no he titubeado en pedirle que se haga cargo de toda la Conducción Táctica, con toda la responsabilidad, pero también con toda la autoridad que necesita para defenderla. (…)

La unidad y la solidaridad que nos ha estado faltando por carencia de una conducción apropiada, que nos ha llevado a una disociación y al divisionismo, debe cesar de inmediato. Aunque se deba sancionar a los disociadores que, muchas veces, no son sino tránsfugas o traidores al servicio del enemigo.

Desde ahora, cada Peronista debe saber que tiene un Jefe para la lucha táctica: el Mayor Alberte, en quien el Jefe del Movimiento ha delegado toda su autoridad para la conducción directa de toda la lucha táctica. Si en ésta, que es la primera vez que discrecionalmente designo a un hombre de mi confianza, los peronistas no le llegan a obedecer y apoyar en la forma que les pido, habrá llegado quizás, para mí, el momento de pensar que ya los peronistas no me necesitan.

Hasta ahora, frente al peligroso panorama que el Peronismo ofrecía, con su Rama Sindical anarquizada y su Rama Política desorganizada y con brotes de “neos”, ha sido indispensable recapacitar seriamente y proceder a unir y ordenar la Rama Sindical y organizar las fuerzas políticas. Realizado lo anterior, será cuestión de desarrollar al máximo la solidaridad sindical perdida por la acción de algunos dirigentes que, irresponsablemente, han llevado a la Central Obrera a un desastre sin precedentes, con un “Plan de Lucha” preparado para fracasar, poniendo así a la clase trabajadora indefensa bajo la bota de la dictadura militar.

No menos importante es limpiar la Rama Política para que sepamos quiénes son los peronistas y quiénes simulan serlo. O nosotros terminamos con los aprovechados simuladores, o ellos terminarán con el Peronismo. (…)

El gobierno militar desde el 28 de junio en que tomó el gobierno, se ha movido irregularmente porque en su seno se desarrolló una lucha sorda entre los diversos grupos “por copar el poder detrás del trono”. En esa pelea intervinieron desde los grupos nacionalistas-clericales, pasando por la oligarquía vacuna, los sectores agro-exportadores y la pequeña burguesía industrial, hasta los gorilas. Mientras esto sucedía, los grandes monopolios foráneos al acecho, crearon en el país una situación económica que obligó al gobierno a caer en sus manos.

El nombramiento de Krieger Vasena, conocido agente monopolista, es la primera consecuencia de este hecho. Sus declaraciones y sus medidas lo demuestran elocuentemente. En consecuencia, se está ante un gobierno de neto corte reaccionario.

Coincidiendo con lo anterior, se produce el desastre del “Plan de Lucha” en la C.G.T., circunstancia que aprovecha el gobierno para tomar medidas de la más dura represión que coincide y forma cabeza de un plan de intimidación popular destinado a frenar todo intento de defensa por los trabajadores que, ante la amenaza de cesantías en un momento de intensa desocupación, han bajado los brazos. Es natural que, individualmente, nadie pueda defenderse de otra manera que quedándose quieto. La falta de una conducción de conjunto y la convicción de que están siendo objeto de una entrega por sus propios dirigentes es lo que ha producido la inercia. Todos protestan, pero nadie se anima a hacer nada porque no hay quién los dirija, ni en quién depositar la confianza para hacerlo.

A todo esto han correspondido las medidas que se han tomado en el Peronismo: unión y solidaridad en la Rama Sindical, organización del Movimiento en forma de poder conducirlo en esta lucha, nombramiento de un Secretario General del Movimiento Peronista con toda autoridad para realizar una conducción de conjunto que permita ejecutar una lucha con la congruencia, la coordinación y la decisión necesarias, sin lo cual los males señalados seguirán aumentando sin remedio. Las relaciones del Comando Táctico con el Comando Superior Peronista, por razones de tiempo y de espacio no pueden ser mantenidas en forma directa porque las circunstancias impiden consultas a largo plazo. Para ello es que se ha nombrado al Dr. Jerónimo Remorino como Delegado del Comando Superior y es el único autorizado para establecer relaciones con las demás fuerzas políticas en nombre de éste. El Comando Táctico, en todo lo que se refiere a los enlaces y relaciones con el exterior, debe obrar bajo su dependencia y en estrecho contacto con el Delegado del Comando Superior. (…) Un gran abrazo para todos.

13. Krieger Vasena lanzó su programa económico, con una fuerte devaluación del peso y se impusieron retenciones a las exportaciones.

20. Orden para todos los peronistas de Juan D. Perón. Enviada a Bernardo Alberte con carácter secreto:

PARA TODOS LOS PERONISTAS

1.- La crítica situación general del país ha cundido en las instituciones y en todos los escalones directivos: desde las Fuerzas Armadas a las jerarquías eclesiásticas, desde las organizaciones del Estado hasta las privadas y desde las instituciones educacionales hasta las culturales y sociales, evidencian un estado de decadencia que configura un clima general de desaliento, de escepticismo y de desesperanza. Nuestro Movimiento, que constituye el mayor grupo social, cultural, doctrinario, económico y político de la comunidad nacional, no ha escapado a la crisis que ha comenzado a hacerse sentir en sus cuadros directivos.

2.- La existencia de algunos dirigentes dedicados a defender apetitos e intereses personales, como a servir los de círculos o grupos, ha provocado un cierto grado de disociación perjudicial a los fines de conjunto, y el Comando Superior Peronista, que anhela realizar una conducción acorde con esas necesidades de la conducción general, se ha visto perturbado por las siguientes causas: a) División de la Rama Sindical ocasionada por el enfrentamiento de sus dirigentes; b) apatía en la acción de la Rama Política por falta del aliciente de cargos a la vista, por la fatiga de la larga lucha o por temor a la represión; c) falta de acción unitaria por carencia de una conducción táctica apropiada como consecuencia de las anteriores causas, y  d) falta de unidad y solidaridad peronistas en el horizonte directivo y en la propia masa, puesta de manifiesto por una apatía que tiende a generalizarse y por su disposición a aceptar la acción de círculos o grupos encabezados por “caudillejos” que pretenden marginarse de la conducción táctica a la que deben total y disciplinado acatamiento.

3.- Es indudable que tales vicios, que han desgastado las energías del Peronismo en estériles luchas internas, apartándolo de la misión que nos hemos impuesto de completar la Revolución Justicialista que tiende a la grandeza de la Patria y a la felicidad de su Pueblo mediante la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, solo podrán corregirse mediante formas más rígidas y severas, que configuran una verdadera conducción vertical, por la que tanto aboga la masa y, también, mediante procedimientos verdaderamente revolucionarios.

4.- La actitud revolucionaria, que ha de manifestarse en primer término dentro de las filas del Movimiento en forma de capacitarlo para el logro de sus objetivos, debe estar precedida por una sólida y firme unidad orgánico-funcional que permita asegurar la unidad de acción indispensable a los éxitos de conjunto, que son los únicos que conducen al triunfo de todos y cada uno, porque ningún peronista podrá realizarse en un peronismo que no se realice. La unidad se hace a base de comprensión y desinterés, como la solidaridad se desarrolla solo en un ambiente común en el que todos participen con grandeza y desprendimiento.

5.- El Movimiento Peronista, al mantener en sus bases la pureza de sus principios doctrinarios, depurado y fortalecido a través de once años de lucha en las condiciones más adversas impuestas por las persecuciones, las cárceles, el exilio, etc., ha demostrado que constituye el único movimiento nacional con legítimo derecho de gobernar el país y, para ello, debe reaccionar contra todas las influencias que lo disocien y lo dividan, anarquizándolo y debilitándolo. 6.- Un principio elemental de la conducción dice que los éxitos tácticos se anulan cuando se alcanzan en una situación estratégica falsa. No es menos cierto que toda solución estratégica ha de realizarse mediante éxitos tácticos. El Comandando Superior Peronista se ha preocupado de mantener siempre una situación general conveniente al cumplimiento de este principio pero, a menudo, se ha visto defraudado por la falta de una conducción táctica apropiada y eficaz. En muchos casos, ello ha sido ocasionado por la falta de unidad y solidaridad entre los dirigentes que, en vez de servir a la causa, se sienten inclinados a servirse a sí mismos.

POR TODO ELLO, ESTE COMANDO SUPERIOR IMPARTE EN LA FECHA LA ORDEN PARA LA UNIDAD DE TODOS LOS PERONISTAS.

1º.- Aquellos dirigentes que encabezan grupos o círculos y que los constituyeron con la finalidad de salvarlos de las desorientaciones o desviaciones doctrinarias como de las infiltraciones peligrosas, pueden poner ahora en evidencia su sinceridad, sumándolos al conjunto y facilitando así la unidad sin contemplaciones de carácter personal o sectario. Los dirigentes que signifiquen un obstáculo para el logro de los objetivos que persigue esta orden, deben “dar un paso atrás” 147148 y dejar el lugar a quienes estén en condiciones de ser los artífices de la gran unidad peronista. Los grupos y dirigentes que no se avengan a esa unidad y persistan en mantenerse fuera de la conducción táctica ordenada, deberán considerarse fuera del Peronismo, y el Comando Táctico deberá proceder a expulsarlos e impedir a sus fracciones el uso de la designación de peronistas o justicialistas. 2º.- Normas para la unidad de la Rama Sindical: 

a) El Comando Superior Peronista, a través de veintidós años de contacto con las organizaciones sindicales, se ha abstenido de participar en forma directa en el problema gremial específico, prefiriendo que las cuestiones sindicales fueran resueltas por las organizaciones respectivas. Pero, a esta altura de los acontecimientos, cuando fuerzas extrañas al sindicalismo argentino intentan dividirlo, anarquizarlo y destruirlo, como paso previo a la destrucción de las defensas primarias y fundamentales de la comunidad nacional, con el objeto de sojuzgarla y encadenarla a los intereses internacionales, debe modificar su conducta e intervenir con todo el peso de su autoridad y el apoyo del resto del Movimiento, que también se siente afectado por la situación gremial imperante.

b) Por eso es que este Comando se dirige a los grupos en que se divide el sindicalismo peronista (62 Organizaciones de Pie y 62 Organizaciones, por intermedio del Secretario General del Movimiento, a fin de que procedan a la unificación de los agrupamientos mediante una total y sincera unidad y la designación de una sola Mesa Directica. Para ello, los agrupamientos designarán a los dirigentes más representativos de los cuatro sindicatos más importantes de cada uno de ellos a fin de proceder, integrados por otros nucleamientos que le sean afines, a una reunión conjunta, donde se sentarán las bases definitivas para la unidad en una sola 62 Organizaciones Peronistas. El Secretario General delMovimiento Peronista coordinará todo lo necesario para el éxito de la reunión, en representación del Comando Superior Peronista e invistiendo toda su autoridad, presidirá las deliberaciones, que serán absolutamente secretas y grabadas en su totalidad para conocimiento del Comando Superior.

c) Es interés del Comando Superior que la unidad se concrete antes de la reunión del próximo Comité Central Confederal o, a lo sumo, del Congreso General de Delegados, a fin de concretar la futura conducción de la C.G.T. en manos peronistas e impedir que ello ocurra en manos del gobierno o de cualquier otra agrupación interesada.

d) Este Comando Superior exhorta a los dirigentes máximos de los agrupamientos a que faciliten la unidad con hechos concretos y positivos, renunciando a manifestaciones o declaraciones ineficaces ante esta clase de necesidades. Si para el logro de esta unidad fuera necesario un renunciamiento, ha de hacerse con grandeza y desinterés que evidencien ante el Movimiento los valores morales que deben ser atributo de todo dirigente honesto.

El Movimiento Peronista tendrá así motivos de agradecimiento a la sinceridad y lealtad con que se realicen estos gestos. Todos aquellos dirigentes que obstaculicen la unidad del Peronismo no merecen ni ser dirigentes ni ser peronistas. 

COMANDO SUPERIOR PERONISTA

20 de marzo de 1967

22. Una comisión del Ministerio de Economía y Traajo recomendó una reducción de 150.000 agentes de la administración pública.

23. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Madrid, jueves 23 de marzo de 1967

Mi querido amigo: 

Señor Mayor Don Bernardo Alberte

Buenos Aires

Aprovecho el viaje y la visita del compañero emisario de esta carta para hacerle llegar, junto con mi saludo más afectuoso, mis noticias. Ya sé que ha comenzado usted a hacerse cargo de la Secretaría General, como también sé que allí no encontrará solo rosas. Los que tienen intereses personales y de grupo seguirán empeñados en sus menesteres y usted tendrá que neutralizarlos, sin pelearlos, porque su tarea, como la mía, es un poco de Padre Eterno. Es bendiciendo “urbis et orbe” y midiendo a todos con la misma vara que se consigue llevarlos a todos hacia los objetivos como es la misión del que conduce el conjunto.

Lo que más se necesita en ese cargo es, sin duda, paciencia y tolerancia: muchas veces llegará uno a quien le daría un puntapié y no tendrá más remedio que darle un abrazo. Cuántas veces deberá resolver un pleito en el que la razón está clara de uno de los lados y tendrá que callar, sin embanderarse ni siquiera del lado de la razón, porque su cometido no es el de juez sino de conductor y, por eso, teniendo que llevar a todos, buenos y malos, no tiene más remedio que hacer la “vista gorda”. En el cargo suyo, la sabiduría está precisamente en saber congeniar para dominar a todos y para manejarlos de la manera que más convenga a las necesidades de conjunto.

La conducción política tiene sus exigencias, y la principal consiste en no hacerlo nunca discrecionalmente, sino sometido fríamente a la necesidad superior que se sirve y a la técnica que indica las formas de ejecución apropiadas. El peor error del que conduce políticamente es tomar partido en las fracciones en que se suelen dividir los dirigentes porque, al hacerlo, se pierde el derecho de manejar a las demás, que siempre existen. Desgraciadamente, en la conducción no es la simpatía, ni la amistad, y ni siquiera la justicia, la que preside las decisiones, sino la conveniencia. Es duro acostumbrarse a ello, pero es preciso comprender que estamos para conducir a todos, buenos y malos, sabios e ignorantes, ricos y pobres, porque si solo quisiéramos conducir a los buenos, llegaríamos con muy poquitos y, con muy poquitos, no se hace mucho en política.

La conducción táctica en la política no escapa a los principios que nosotros bien conocemos, solo que aquí hay que contar con los hombres con sus virtudes y sus deformaciones, a los cuales no les podemos aplicar el Código de Justicia Militar y sus penas, ni el Reglamento de Falta de Disciplina y sus penas. Por eso, deberemos tener recursos y procedimientos que los substituyan sin hacerlo notar. La conducción política impone también el mando, pero sin que se note: es preciso saber obrar como Providencia, como hace Dios, sin que se lo vea. Si Dios bajara todos los días a la Tierra para dirimir los pleitos que se provocan entre los hombres, ya le habríamos perdido el respeto y no habría faltado tampoco un tonto que quisiera reemplazarlo a Dios, porque el hombre es así. La diferencia entre la conducción política y la militar es determinante: nosotros mandamos; mandar es obligar; conducir en política es persuadir, y al hombre siempre es mejor persuadirlo que obligarlo. La acción militar es directa, la política es casi siempre indirecta, lo que obliga a “contar hasta diez” antes de proceder. El impulso jamás puede estar entonces por sobre el raciocino, ni la pasión sobre la reflexión, ni la lengua se ha adelantar jamás al pensamiento. Los impulsos en política son engañosos y generalmente fatales. Una resolución política conviene tomarla más bien cinco minutos después que uno antes. Los apresurados suelen tener sorpresas desagradables. En la acción política hay que tener buenos nervios y saber esperar, pues en todo acontecimiento de este carácter, la mayor parte depende del tiempo, nosotros podemos ayudar al tiempo y hasta acelerarlo pero, en ese caso, será muy prudentemente pensado todo. Hay siempre un proceso de maduración contra el que poco es lo que se puede hacer en la política. Hace veinte años, nosotros anunciábamos cosas que entonces a muchos les sonaban como inconcebibles y que hoy no tienen más remedio que confesar que eran verdades irrebatibles. Nosotros, que hemos sido precursores y, en consecuencia, hemos pagado el duro precio, somos los que en mejores condiciones estamos para apreciar el valor de una intuición, pero también para concebir una ejecución apropiada a las circunstancias.

El manejo del Peronismo no es tan difícil como muchos han creído, si se tiene la prudencia y la sabiduría necesarias para adaptarse a sus características: no siendo un partido político sino un Movimiento Nacional, todo sectarismo debe estar excluido y, por sus características orgánico-funcionales, su manejo obedece a un sinnúmero de cuestiones que distan mucho del mando vertical. En él, el que conduce no puede hacer el cien por ciento de lo que desea y debe conformarse con hacer, cuanto mucho, el cincuenta por ciento, dejando el otro cincuenta por ciento para que lo hagan los demás. Es claro que ha de tenerse la habilidad de elegir un cincuenta por ciento en el que estén las cosas fundamentales. Si se procede bien, solo así es posible llegar a concretar una conducción sin esfuerzos divergentes y en la que el conductor sea elemento de cohesión y no de disociación.

En los momentos que estamos viviendo, comprendo muy bien la necesidad de la disciplina y la obediencia, pero es preciso meditarlo mucho antes de pretender imponerlas, porque ello ha de ser la consecuencia de la adaptabilidad progresiva y no producto de una imposición insólita, dado que el remedio puede resultar peor que la enfermedad si todo se desvía en otras direcciones por disconformidad. El que conduce adquiere primero prestigio, que mucho depende de las formas de ejecución; luego, obediencia, que suele ser consecuencia de la conformidad; y, finalmente, infalibilidad, que no es otra cosa que confianza. Sin estos atributos, que han de ganarse en la conducción misma, no se va lejos en este “arte sencillo y todo de ejecución”, según la feliz expresión napoleónica.

La conducción política es blanda y tolerante, porque todo es posible y todos pueden tener razón en este campo. La fuerza de la conducción no está en las maneras sino en los actos y sus consecuencias. Por lo pronto, es preciso andar bien con todos los compañeros y, de ser posible, lo mejor que se pueda aun con los enemigos, pero sin estrechar la esgrima. Todo puede hacerse si se sabe elegir la forma de realizarlo y, para esto, el tiempo suele ser un aliado muy valioso. Cuando no se puede, es preciso esperar, por lo menos lo prudente antes de forzar las buenas maneras. El que sabe maniobrar con el tiempo, no suele estar sujeto a intemperancias negativas. Nuestros dirigentes están acostumbrados a una conducción suave, como suele decirse, con guante de seda, pero con mano de hierro, no se les puede cambiar la forma sin que se produzcan algunos “barquinazos”: hay que evitarlos.

 Yo sé que hay muchos tránsfugas y aun traidores que viven merodeando en el “campo de nadie” y que se alimentan de la carroña política, pero esos también tienen su utilidad: aceleran la putrefacción y suelen servir para crear las autodefensas. Yo siempre he pensado que si el hombre no tuviera esas autodefensas orgánicas habría desaparecido de la Tierra hace miles de años; y también creo que, así como en el organismo fisiológico esas defensas se producen por los anticuerpos generados por los propios gérmenes patógenos, en los organismos institucionales sucede lo mismo; es decir, que los traidores generan sus propios anticuerpos que constituyen las autodefensas de la institución. Por eso nunca maldigo a los traidores, si son capaces de prestar semejante utilidad al Movimiento. En fin, amigo Alberte: “Y les doy estos consejos, que me ha costaoalquirirlos; porque deseo dirigirlos, pero no alcanza mi cencia hasta darles la prudencia que precisan pa’ seguirlos”. “Estas cosas y otras muchas medité en mis soledades; sepan que no hay falsedades ni error en estos consejos: es de la boca del viejo de ande salen las verdades”.

Espero que todo marche bien allí y que haya recibido mi carta anterior. Estoy esperando los datos sobre la composición que usted juzgue prudente darles a los organismos de conducción de su dependencia. No deje de tenerme informado [de] lo que vaya pasando. Vicente me manda sus informativos de los Servicios de que dispone y creo que, con el concurso de ustedes, [puedo] llegar a una información exacta que no tenemos en la actualidad, sobre todo en lo que se refiere a la marcha del Movimiento.

He conversado largamente con el portador de esta carta y él le informará de viva voz. Es necesario que lo que se refiere a las Formaciones Especiales esté en sus manos porque lo considero el más apropiado para misiones de este tipo; no solo porque las viene manejando desde hace mucho, sino que ha dado ya muestras de sus valores efectivos. Yo pienso que, en este sentido, es lo mejor que tenemos y estamos obligados a darle el puesto que, para bien del Movimiento, merece.Hemos hablado de la posibilidad de que él le arrime su colaboración y cooperación, indispensables para un caso que puede presentarse y que él le explicará, porque la acción de conjunto del Peronismo solo se podrá asegurar si se procede con la mayor coordinación y unidad de acción de las fuerzas civiles y las militares que puedan utilizarse. Él le explicará. Estará en enlace conmigo y con usted. Saludos a su gente [y] a los compañeros. Un gran abrazo.

26. Paulo VI dio a conocer la Encíclica PopulorumProgressio.

27. Carta de Juan D. Perón al Dr. Edgar Sá

Mí querido amigo:

He recibido su carta del 22 de febrero pasado y le agradezco sus amables palabras como su saludo que retribuyo con el mayor afecto.

He leído con detenimiento las «Reflexiones para Servir al Reencuentro de los Argentinos» que me adjunta a su carta como una continuación del memorándum que contestara en mi anterior y lo encuentro, de una manera general, encaminado hacia una mayor grandeza en la concepción de un posible reencuentro de las tendencias afines que actúan en el panorama nacional. Con hipótesis más lógicas y mejor encaminado hacia cuestiones objetivas que pueden cristalizar positivamente, si se las realiza racionalmente y encaminadas hacia objetivos y no a los hombres.

Estas iniciativas proliferan hoy en la Argentina, desde distintos orígenes políticos y con los más variados designios. Los procedimientos desaprensivos de la dictadura militar, es posible que los multiplique en el futuro cercano. Las distintas fuerzas políticas que, no pueden morir por decreto, buscan articularse en agrupaciones mayores y más populares, lo que las impulsa a establecer contacto con el Justicialismo, intentando acuerdos para una acción común.

Nosotros, interpretando como indispensable el mencionado reencuentro entre los argentinos, como proclives a un entendimiento, siempre que se trate de algo diferente a lo que se ha venido realizando hasta ahora: maniobras por el poder, que luego en los hechos han probado que llegar al poder para fracasar no puede ser solución para el país que es, en último análisis, lo que se debe buscar cuando se ha llegado a una situación límite como la actual. Creo que todo es posible, pero no todo conduce a los fines constructivos que necesariamente impone el estado calamitoso en que se desenvuelve la Comunidad Argentina.

Es indudable que en el estado evolutivo del mundo actual, no quedan sino dos filosofías políticas: la cristiana y la marxista, que conducen también a dos ideologías diferentes: un socialismo nacional cristiano y un socialismo internacional dogmático (comunismo). Nuestro país se encuentra abocado a tomar uno de esos caminos. Por eso hace veinte años el Peronismo intentó realizar lo primero y por un método incruento, utilizando la evolución acelerada. La Revolución gorila, apoyada por la coalición de la sinarquía internacional y los cipayos vernáculos, nos pararon los pies. Desde entonces el país se ha ido acercando peligrosamente a la guerra civil y al comunismo.

Frente a esta disyuntiva no queda mucho que elegir; pero son las formas de ejecución las que deben interesarnos porque de ellas dependerá mucho el éxito o el fracaso de cuanto se intente. La actual dictadura militar con sus tremendas incongruencias no hace sino impulsarnos hacia el abismo. Yo personalmente no dudo de sus buenas intenciones, pero no olvido al contemplar su acción que «el camino que conduce al infierno, está empedrado de buenas intenciones». Cuando intentemos tomar un camino en procura de soluciones, deberemos tener cuidado de no caer en lo mismo.

Personalmente, con la colaboración de miles de personas calificadas, me tocó preparar la Revolución Justicialista, durante los años 1944, 1945 y 1946. En consecuencia sé lo que eso implica y el esfuerzo que este trabajo impone. De manera que, cuando imagino lo que habría que hacer hoy con la misma finalidad, se me presenta en la imaginación una procesión de obstáculos casi insuperables que, si se desea llegar al éxito, habrá que luchar decididamente. Por eso, yo que pienso más que nada en los resultados, no veo inconvenientes en los acuerdos de cualquier tipo que conduzcan a la posibilidad de «realizar el milagro», pero pienso que eso es sólo un medio y que, en consecuencia, conseguido ese medio, nos quedaría aún «el rabo por desollar».

Afortunadamente, en mi situación personal, estoy ya por sobre del bien y del mal, de manera que únicamente me atrae la posibilidad de ser útil al país y al Pueblo Argentino. Dentro de esos objetivos, estoy pronto a auspiciar cualquier idea constructiva siempre que ella se inspire en la mayor grandeza y en el mayor de los renunciamientos, sin los cuales nada se podrá intentar en forma que los argentinos tengan algo que agradecernos. La actual dictadura militar está demostrando que será funesta para el porvenir porque ni sus orientaciones, ni sus hombres, ni sus improvisaciones, pueden conformar a nadie que tenga un mínimo de sensibilidad e imaginación. Pero, desde hace once años, nos hemos tropezado invariablemente con lo mismo a través de cuatro engendros gubernativos diferentes en los hombres, pero iguales en su incapacidad y en su sordidez.

Si tuviera veinte años menos, yo no cedería el lugar a nadie, pero a la altura de mi vida, no deseo otra cosa que aparezca el hombre que sea capaz de realizar lo que mi gran experiencia me ha enseñado, lo que mi sensibilidad me aconseja y lo que mi imaginación me inspira, frente al cuadro lamentable que la Patria presenta, ya que en el último acto del drama que le ha tocado vivir a su Pueblo en estos once años de verdadera vergüenza nacional. Nuestros compatriotas que viajan por Europa evitan decir que son argentinos y después de la última reunión de la O.E.A. en Buenos Aires, son muchos más los que intentan ocultar su vergüenza.

He conversado largamente con el Compañero Alberte que, en mi nombre, podrá informarle detalladamente sobre este asunto. El como yo es un soldado que, aunque como yo haya perdido los atributos formales del oficio, no por eso ha dejado de serlo en el verdadero sentido de la palabra. Por eso comprenderá y penetrará profundamente en el pensamiento de los oficiales que promueven esta iniciativa y estará en condiciones, aún mejor que yo, de apreciar y resolver lo que mejor convenga. Muy agradecido de su amabilidad por cuánto está haciendo por nuestro Movimiento y la causa que servimos, le pido que siga de cerca este diligenciamiento que bien pudiera ser constructivo y eficaz en un futuro que se acerca velozmente. Saludos a todos los compañeros.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan D. Perón

28. Con la mediación del Secretario de Trabajo se entablaron nuevamente las relaciones entre la CGT y el Gobierno.

29. Carta de Juan D. Perón a Pedro Michelini.

Mi querido amigo.

He recibido sus dos cartas del 2 y del 17 de marzo que me llegan juntos y le agradezco las valiosas informaciones que contienen como asimismo sus desvelos y preocupaciones por nuestras cosas que, evidentemente no van tan bien como fuera de desear, merced a la poca cantidad de algunos dirigentes para hacer o a la excesiva capacidad de los mismo para deshacer.

Conversando con Jorge Antonio sobre el suelto de La Nación que le adjunto, me dijo que se lo pasara a Usted a fin de hacer un pequeño estudios sobre los propios datos estadísticos dados por los cuatro engendros de gobierno que ha pasado desde 1955 hasta ahora y nosotros buscaríamos aquí su publicación.

Por mis datos, un tanto globales y aproximados la situación es clara:

En millones de dólares                       1946        1955       1967

Deuda externa                                      3500           0         5000

Servicios Financieros en divissas   1000           100     1000 (Anuales)

Reserva financiera                                 0              1500        265

Balance de pago al exterior            Desfav.         Fav.      Desfav.

En lo interno la cosa es aun peor  para los gorilas porque el descalabro ha sido pavoroso. Yo no sé cómo pueden echarnos todavía la culpa a nosotros después de cuatro “Gobiernos” gorilas.

En millones de pesos

                                                                1955                            1967

Deuda interna                             1000                  un pasivo inamortizable de quien                                                                                             sabe cuantos miles de millones

Emisión                                          32000                       500000

Valor del peso                         16,50 por dólar       350 por dólar

Presupuesto nacional             20000            450000

Déficits de presupuesto         Ninguno en los 10 años   Imposible de saber. Solo

cálculo de técnicos de

1967 hay un déficit de

150000

En fin amigo Michelini, creo interesante, si me hace el favor, me manda los datos que a este respecto creo necesario a fin de preparar algo para contestar a las patrañas que La Nación y otros diarios hacen circular al respecto.

Vivo perfectamente la situación porque mis informaciones alguien siendo magníficas, de modo que puedo seguir los acontecimientos al día. No deje de mandarme por su parte informaciones de las que Usted sabe compilar, siempre interesantes. No deje de tomar contacto con Alberte, yo he hablado con él. Le informará sobre cuanto hemos hablado aquí.

Le ruego que salude a los compañeros peronistas y a los que aun no siendo peronistas son amigos. No deje de hacerme conocer cómo van las cosas con los amigos radicales del Pueblo, etc. Un gran abrazo.

Norberto Galasso publicó Discépolo y su época a través de la Editorial Jorge Alvarez.

Abril de 1967

Un documento de la Federación de Luz y Fuerza rechazó el cambio de la ley de Asociaciones profesionales.

11. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Madrid, martes 11 de abril de 1967

Mí querido amigo:

Señor Mayor Don Bernardo Alberte

Buenos Aires

Como mañana salgo para Sevilla, donde estaré por el resto de abril, deseo hacerle llegar mi saludo y ponerme allí a sus órdenes. Le mandaré la dirección a Vicente porque todavía no sé dónde me van a alojar, desde que se trata de una invitación de los sevillanos. De cualquier manera, no creo que esta quincena se vaya a producir nada que imponga mi presencia en Madrid pero, si así fuera, estaré siempre listo para viajar. Por las informaciones que me llegan, nada hace temer que se produzcan, por lo menos por ahora, acontecimientos de alguna importancia. Espero que las gestiones en la Rama Sindical en procura de la unidad hayan andado bien. He leído en algunos recortes de los que me llegan que ambas “62” se mueven ya en procura de la unidad y, con la orden, todo se les podrá facilitar si se dejan de andar “macaqueando”.  No dejen de tenerme informado al respecto. En este sentido, ya sea por Vicente o por los que viajan o por cualquier otro medio, siempre es posible hacerme llegar en pocos días las noticias que interesan. Yo recibo mucha información, pero imagino que la mayor parte es interesada y, por eso, necesito la suya, para saber a qué atenerme. He visto que la dictadura trabaja, aunque también percibo que lo hace a contramano, lo que es lógico dado el personal que está utilizando. Como le he dicho, pienso que esto no tiene remedio; sin embargo, a nosotros nos conviene seguir el procedimiento de lucha de que hablamos y que hay que tratar de organizar y realizar sin premura, pero tampoco sin dejar pasar mucho tiempo. Por lo menos es posible ya lanzar la campaña de rumores que corra de boca en boca y que se transmita a todo el país, lo que no es difícil, especialmente si se cuenta con los ferroviarios y Correos y Telecomunicaciones, etc. Esto llega a formar estado público que es lo que más puede perjudicar en estos momentos a la dictadura. El trabajo en el Ejército es de suma importancia, y no hay que descansar en la tarea de agitarlo por todos los medios imaginables.

No es menos importante que la Rama Política y el sector femenino intervengan activamente en estas tareas, lo que pueden realizar bien porque en nada se exponen, que es lo que generalmente temen los dirigentes viejos. Con respecto a la Juventud Peronista, es más fácil hacerlos trabajar en esto, con lo que sus peleas internas pueden pasar a segundo término. Con respecto a la juventud y a las Formaciones Especiales, es preciso actuar con sumo tino y con mucha habilidad, porque siendo elementos que han sido muy golpeados por la conducción táctica anteriormente, son muy quisquillosos y están siempre prontos a reaccionar contra cualquier medida que consideren que vulnera sus fueros. Hay que andar despacito y llevarlos más por persuasión que por órdenes.

He conocido algunas publicaciones de La Razón, donde evidentemente han trascendido, si no exactamente, por lo menos aproximadamente, las disposiciones de la orden que ese diario, con toda “mala leche”, aprovecha para decir disparates sobre las medidas tomadas. No escaparemos nunca a los indiscretos o malintencionados que informan a los diarios, pero creo que es conveniente ir pensando en individualizar a algunos para dar un escarmiento.

Espero que todo vaya bien y de acuerdo con lo previsto. Lo importante para la Junta Coordinadora Nacional es afirmar, ante todo, la organización de las distintas ramas, poniendo en la dirección de las mismas a gente que las hagan marchar, porque toda la eficacia de la ejecución descentralizada de la campaña prevista, depende precisamente de ellos.

Le ruego que haga llegar mis saludos a todos los compañeros que están trabajando con usted y, en especial, a los compañeros del Comando Táctico. Me ha llamado la atención que no hayan salido comentarios sobre este asunto del relevo que, salvo pequeñas cosas, no se ha comentado mayormente, lo que quiere decir que las cosas comienzan a hacerse bien. He recibido carta del doctor Lannes: le ruego que le diga que a mi regreso de Sevilla le contestaré, porque me tienen a los saltos. Lo mismo a Alonso160, que no se extrañe si paso un tiempo sin contestar a sus informes, porque también yo tengo derecho a un pequeño descanso, como el que se toman ellos en Mar del Plata que, para nosotros, se llama Sevilla en este caso. Lo mismo le ruego que [les pida], a los que le digan que me han escrito y que no les he contestado, que tengan paciencia, que a mi regreso les escribiré.

Saludos a su familia de parte de Isabelita, lo mismo que de mi parte.

Un gran abrazo.

14. Los dirigenes del SUPA (portuarios)  Telmo Diaz y Rodolfo BAsualdo defendieron posiciones críticas frente al gobierno nacional en el ámbito de la CGT desestimando las posiciones dialoguistas.

La política antipopular y antinacional que sufre desde hace doce años es ahora ejecutada hasta sus últimas consecuncias por la dictadura militar que intenta prolongar la vida del Régimen extremando el hambreamiento de los trabajadores y entregando los últimos restos de la soberanía política y económica del país. Pero de nada valen las protestas y condenaciones contra las medidas oficiales, que llevan a límites intolerables las condiciones de vida y desconocern los más alementales derechos de los sectores populares, si el Confederal no plantea con toda claridad que los planes oficialistas han sido facilitados por el fracaso de las estructuras sindicales.  La crisis del Régimen liberal argentino determinó la sustitución del gobierno pseudo-constitucional por el gobierno de pura violencia a cargo de las Fuerzas Armadas. Pero es nuestra propia crisis, la criss de la organización sindical, la que dejó indefensa a la clase trabajadora frente a la acción despiada desatada contra ella por el poder político.

15. Por decreto del Poder Ejecutivo fue intervenida la Unión Ferroviaria.

28. La CGT denunció que el “país marcha hacia el caos”.

Salió de Talleres gráficos “El Puente” el libro titulado La Iglesia y el país, publicado por Ediciones Búsqueda. Colaboraron Lucio Gera (Iglesia y mundo); Alberto Sily (La Iglesia y el proceso histórico argentino); José E.Miguens (La Iglesia ante el cambio social en la Argentina); Francisco Suárez (Análisis sociológico del rol sacerdotal) y Justino O’Farrell( La conducta organizada de la Iglesia).

29. Por Editorial Theoría de Jorge Oruz, salió publicado el libro de Atilio García Mellid titulado Revolución nacional o comunismo.

Mayo de 1967

1.El Gobierno militar determinó que estaban prohibidas en todo el país cualquier tipo de manifestaciones para el día del trabajo.

Juan García Elorrio integrante del grupo Cristianismo y Revolución fue detenido frente a la Catedral Metropolitana por agentes de Coordinación Federal. En la Misa del Trabajador había intentado la lectura de la siguiente oración en nombre del denominado Comando Camilo Torres:

Señor Jesús: En este día doloroso para nuestra Patria, en que los trabajadores no pueden expresar libremente las angustias de sus familias y sindicatos frente a la acción devastadora de un plan económico al servicio del capitalismo, del imperialismo, de las oligarquías y en contra del pueblo,

Te pedimos, Señor: Que las libertades sindicales destruidas por el gobierno sean recuperadas definitivamente por y para la clase trabajadora mediante la organización y la lucha revolucionarias.

Que la sangre de todos los mártires del trabajo, en especial la de nuestra compañera Hilda Guerrero de Molina, nos impulse y aliente en medio del abandono y traición a la clase obrera por parte de sus falsos dirigentes.

Que seamos dignos de nuestra conciencia cristiana para luchar siempre junto a los que padecen explotación e injusticia, que son los que exigen nuestra solidaridad hasta las últimas consecuencias.

El Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara presentó un documento donde juró lealtad a Perón y se identificó con el Movimiento Peronista:

El MNRT Tacuara no es por lo tanto, ni de “derecha” ni de “izquierda”, porque tanto una como otra son, consciente o inconscientemetne – que para el caso es lo mismo- sostenedores del régimen de explotación.

El MNRT es peronista y revolucionario, y seguirá luchando junto al pueblo como una de las tantas organizaciones del Movimiento Nacional que librarán la batalla definitiva por la liberación de la Patria. Por ello, y ante la crisis total del sistema liberal-capitalista, el MNRT, reunido su Comando Nacional en sesión extraordinaria, ha resuelto:

-Disponer el estado de movilización general de todos sus cuadros, para reorganizarse y continuar la lucha de acuerdo a las directivas emanadas del Estado Mayor de las Fuerzas del pueblo, cuya jefatura ejerce el General Perón.

-Imponer el Programa de Huerte Grande, olvidado por la dirección claudicante, a través de la movilización popular y la lucha armada.

-Rescatar a los prisioneros de guerra que el Ejército de Ocupación secuestró: Cafatti, Nell, Rivaric, Rossi y demás combatientes.

¡La Patria será libre o la bandera flameará sobre sus ruinas! ¡Perón o Muerte!

Mensaje del Obispo de Avellaneda a sus sacerdotes con motivo del Primero de Mayo, día de los trabajadores y Festividad de San José Obrero.           

2. Juan D. Perón escribió a BernadoAlberte:

Madrid, martes 2 de mayo de 1967

Mí querido amigo:

Señor Mayor Don Bernardo Alberte

Buenos Aires

Recién regreso de Sevilla, donde he pasado quince días más por asuntos de negocios que con el fin de descanso, que ha sido el pretexto. A mi regreso me encuentro con su informe número dos que me ha dado una gran satisfacción porque veo que usted está procediendo en la mejor forma dentro del cúmulo de dificultades que, de adentro y de afuera, tratan de crearle los interesados en defender posiciones personales y de círculo. Yo no alcanzo a comprender la ceguera de algunos dirigentes que no llegan a comprender que, en las circunstancias actuales, no se puede prescindir de la unidad, máxime aún si se tiene en cuenta que las divisiones existentes responden a intereses pequeños y despreciables. Tampoco me explico que haya quienes hasta ahora han enfrentado a los disociadores desde afuera de las organizaciones y no se den cuenta de que mucho mejor será si esa misma lucha la realizan desde dentro de las mismas. Sin embargo, pienso que tales actitudes son solo producto de reacciones momentáneas porque, según veo por las diversas informaciones que me llegan, que todos se manifiestan de acuerdo con la necesidad de unirse ante el enemigo común, dejando las rencillas internas para mejor oportunidad. No dejo de comprender que la situación creada debe ser encarada mediante la más absoluta unidad frente a la dictadura militar, pero tampoco olvido que los dirigentes de las “62 Organizaciones de Pie” hicieron posible, en un momento extremadamente difícil, enfrentar a la insurrección del sindicalismo peronista. Éste es un mérito que debemos tener siempre presente a fin de no desanimar a los dirigentes que, en una situación muy peligrosa, hicieron frente y se jugaron decididamente contra los disociadores que estaban al servicio de ideas y objetivos inconfesables, rayanos en la traición. Por eso, toda consideración que podamos tener con ellos será poca, si es que no queremos confirmar aquello de que la gratitud no es una virtud contemporánea.

Yo comprendo muy bien que esos dirigentes que sirvieron lealmente al Movimiento en momentos tan aciagos, tenían sus ambiciones personales. Pero, me pregunto yo, ¿quiénes no las tienen en ese horizonte de las organizaciones gremiales? Pienso también que la ambición es una fuerza motriz que ha de utilizarse prudentemente en la conducción política, porque suele mover acciones que, de otra manera, no se moverían. Pero en el caso que nos ocupa, hay que diferenciar claramente ambiciones y ambiciones: mientras Vandor y sus acólitos se movían en abierto perjuicio del Peronismo, sus oponentes lo hacían en defensa de los intereses y objetivos fijados por la conducción superior. Eso, que me consta a mí como no le podrá constar a nadie más, me obliga a ser justo en el juicio que debo establecer para asignar a cada uno los méritos o las fallas que los caracteriza. No podemos tratar de la misma manera a los compañeros de las “62 de Pie”, que cumplieron mis instrucciones, que a los que se rebelaron y obraron por su cuenta en procura de objetivos que estaban muy distantes de representar conveniencias para el Movimiento Peronista.

Establecido esto, recién debemos contemplar las posibilidades de convencer a estos compañeros para que se unan en beneficio de una conducción apropiada de conjunto que nos permita enfrentar a la dictadura con toda la fuerza que esa unidad ha de procurarnos en todas las ocasiones. No hay duda de que la unidad de los trabajadores es nuestro tendón de Aquiles, y que debemos realizarla indefectiblemente si no queremos defeccionar cuando más indispensable y decisiva puede ser para nuestro futuro. Pero, para lograrla sin injusticias que puedan dejar doloridos y amargados (que tan perjudiciales suelen ser), es preciso persuadirles   de ordenar y forzar posiciones personales que, de una manera u otra, puedan tener razón en sus posiciones. La acción política tiene sus exigencias originales, y el que se dedique a conducirla no puede olvidarlas en ningún caso, sin producir males mayores. Por eso me agrada ver que usted procede con la sabiduría y la prudencia indispensables para ir realizando, sin violencias, sus propios designios hasta que llegue el momento de discernir méritos y dar a cada cual lo que se ha ganado con su conducta y su proceder. Creo que es lo que corresponde, y de el lo sacaremos a la larga mucho provecho para la conducción de nuestro Movimiento. También quiero encomiar su independencia en la apreciación y resolución de las diversas cuestiones: solo el que esté fuera de los círculos y equidistante de los intereses que los mueven, puede dominarlos a todos y, en consecuencia, conducirlos a todos. Esta función de Padre Eterno que recibe el que ha de conducir al conjunto le fija, en primer grado, la obligación de tener paciencia ilimitada, aguantar a todos y persuadirlos, p orque el que se embandera en alguno de los bandos existentes, entra en beligerancia con el bando opuesto y pierde su dominio sobre el mismo. Algunas veces (como pasa en este caso de unidad) uno de los bandos tiene toda la razón, pero es preciso considerar que el conductor político no ha sido colocado en el comando para hacer justicia, sino para conducirlos a todos. He visto, por las noticias que recibo y las que se publican aquí en los diarios locales, que la C.G.T. ha tomado una actitud favorable para el m omento que la unidad vive: su posición frente a la dictadura y la reacción de ésta prohibiendo toda actividad el 1º de mayo, creará una situación muy favorable para que todos los dirigentes se vean impelidos hacia una unidad que, en el futuro, será la únic a posibilidad de tener la cohesión indispensable como para enfrentar la situación que se perfila ahora con mayor claridad que antes. No deje de hacerme llegar, lo más seguido posible, las informaciones sobre la marcha de nuestra conducción y de la situació n general del Movimiento, según se vaya produciendo la organización prevista. Me imagino que tendrá un trabajo enorme de manera que alguno de los muchachos que lo acompañen puede ocuparse de informarme de acuerdo con sus indicaciones, en el deseo de descar garle a usted de tan pesada misión. Por lo que veo en sus palabras, la cosa marchabien y, aunque comprendo que no se trata de nada fácil, soy optimista en los resulta va alcanzando en el poco tiempo que lleva al frente de la conducción tác tica. Para el envío de la correspondencia, creo que lo más seguro y positivo es el mismo conducto que hemos venido empleando hasta ahora, por intermedio de la organización que tiene Jorge Antonio, que hasta ahora ha sido la más segura y la más rápida, siem pre que no sea posible mandar la correspondencia a la mano por personas de confianza que viajan a menudo. Si usted llega a estar con Remorino, no deje de decirle que me han llegado noticias que el conducto de la Caja Postal en Montevideo ha sido localizado y que no conviene exponer nada secreto por allí. Creo que todo lo que va a Montevideo por conducto del Correo no es seguro. Lo que es natural por otra parte. Es inconcebible lo que se me ha acumulado de correspondencia en estos quince días de ausencia. Po r eso no soy más extenso. Sígale metiendo que tengo la impresión de que todo va bien, por primera vez, en la conducción táctica. Saludos a la familia y a los compañeros que le acompañan allí. Un gran abrazo. í querido amigo:

5. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte

Mí querido amigo:

Aprovechando que el correo saldrá recién el domingo, deseo ampliar la anterior carta con algunas otras consideraciones que esperaba hacerle llegar después. Se trata de Alonso: me ha parecido observar en el informe que semanalmente me hace llegar este muchacho, una cierta amargura en sus palabras, lo que atribuyo al hecho de haber dispuesto la unidad sin consultarle, cosa que nunca hago en estos casos pero, como es preciso evitar los resentidos, he tratado en una carta, que le remito al mismo tiempo que ésta164, de explicarle la necesidad de esa unidad y de renunciar a las rencillas internas y a los intereses personales. Sin embargo, como lo noto un poco remiso, le quiero encargar a usted que lo apacigüe. Yo no puedo olvidar que cuando Vandor y compañía se levantaron literalmente, él tomó a su cargo la buena causa y se jugó realmente. Esto merece una consideración especial y creo que, en este caso, no puede costar mucho impedir que le quede una mala impresión con respecto a una gratitud que, es justo reconocer, le debemos. Según mi apreciación, la actual situación nos hace ver que, por primera vez desde 1955, tenemos que vérnosla con un enemigo que procede inteligentemente y que dispone de equipos capacitados para la lucha. Desde el 28 de junio hasta el relevo de los ministros en 1967, todo se redujo a una lucha interna de la dictadura por los grupos de distintas tendencias que aspiraron a tomar el poder. Allí participaron desde los nacionalistas clericales hasta los gorilas. Detrás de todo eso, maniobraban los grandes grupos monopolistas que, mientras los sectores políticos interesados en copar la “revolución argentina” actuaban primariamente, ellos se interesaban en provocar condiciones económicas que llevaran a la dictadura a la necesidad de entregarse a ellos a corto plazo. La llegada de Krieger Vasena ha venido a demostrar el triunfo de los monopolios sobre todos los demás aspirantes y [tanto] sus declaraciones como sus acciones han evidenciado claramente los designios que persiguen y que han comenzado a realizar a través de este conocido agente de la entrega.165 Las primeras consecuencias no se han hecho esperar: la persecución obrera y el intento de producir una intimidación a los trabajadores para evitar reacciones, lo que ha venido a fortalecerse con la inconsulta actitud de la C.G.T. y la disociación y división existente en el panorama sindical del país. Todo parece favorecer los designios de los agentes de los monopolios y de las fuerzas de la oligarquía, que sirven intereses similares porque no tienen un enemigo al frente que les pueda presentar lucha eficaz: los políticos, que se han reducido a alcahueteosde comité o a declaraciones intrascendentes e inoperantes; los sindicalistas, que se han dedicado a sacar ventajas individuales o sectoriales; las fuerzas militares, que han seguido con su tendencia a convertirse en guardia pretoriana; los peronistas que, por apatía, temor o ambiciones frustradas, no han aparecido sino secundariamente en una acción que puede ser todo menos combativa; y la generalidad de los argentinos, que parecen haberse dedicado a practicar su viejo “slogan” de “no te metas”. Es indudable que, si los intereses monopólicos siguen progresando en el ejercicio que los militares les prestan con su poder de la fuerza, todo el sacrificio recaerá indefectiblemente sobre la clase trabajadora, que se verá, primero, arruinada; luego, intimidada; y, finalmente, explotada y escarnecida, regresando a los tiempos de la “Década Infame” de tan triste memoria. Pero, lo peor, será que tan infausto destino no ha sido forjado por la habilidad, ni la razón, ni por la fuerza de la acción monopolista, sino por la estupidez de los propios dirigentes sindi cales que no han tenido ni la clarividencia, ni la grandeza, ni el desprendimiento suficientes como para comprender y superar el problema de sus divisiones inconsultas e inexplicables; en momentos en que toda defección es sinónimo de traición a la propia clase y a los objetivos que tenían obligación de servir con lealtad y sinceridad. Se pasaron de vivos, y sus ambiciones personales injustificadas eran el factor que había finalmente de resultar su tumba política y sindical. Si todavía algunos dirigentes se declaran remisos a alcanzar la unidad y solidaridad indispensables para enfrentar el futuro inmediato con algunas posibilidades de éxito, es porque no han reaccionado de su congénita estupidez, lo que demuestra únicamente su incapacidad y su falta de valores para cumplir la misión con que sus compañeros los han investido erróneamente. Frente a las circunstancias actuales, nada se podrá hacer con una clase obrera dividida en sectores irreconciliablemente enfrentados y conducida por dirigentes que miran más sus despreciables intereses personales o sectoriales que la defensa general de la clase trabajadora. Se enfrentan a un frente monopolista organizado y conducido inteligentemente que, además, cuenta con el apoyo de la dictadura y la desaprensión de todos los sectores económicos proclives solo a sacar ventajas aún en el desastre nacional y la imposición foránea. Pero, los trabajadores deben darse cuenta de que, en la ruina de la industria y la subordinación al mandato de los monopolios extranjeros, está el germen de su empequeñecimiento y de su debilitamiento irremediable. Dominados así, en el tiempo y en espacio, han de construirse los métodos que entrañarán su ruina y su desgracia. Por otra parte, la nefasta acción de algunos dirigentes gremiales, ha ido llevando paulatinamente a un aislamiento de la Rama Sindical del Movimiento Peronista, hasta quedar casi aislada y reducida a sus solos medios, con lo que ha debilitado extraordinariamente su acción. Si los planes de lucha sindicales no están acompañados por el resto del Peronismo, que acciona en los demás estamentos nacionales mediante su acción política, es indudable que se verán irremediablemente debilitados, porque toda acción unilateral es siempre factor debilitante en la acción política y porque la falta de cooperación de los distintos sectores del Movimiento Peronista implica un desatino que solo los necios no pueden comprender. Por todo ello, a la acción de la unidad ordenada para los sectores sindicales del Peronismo, debe seguir la unidad de todo el Peronismo si no se quiere caer en esfuerzos divergentes e inoportunos que solo pueden preanunciar un desastre a corto plazo. En la situación actual, [en la] que se ve claramente que la finalidad de la dictadura es la ruina de la clase trabajadora, es preciso que, conseguida la unidad, se pueda contestar a esa ignominiosa acción, con la amenaza de la ruina a los demás sectores que la provocan. Los trabajadores deben fijar claramente un “slogan” que resuma su actitud en tal caso: “cuando la clase trabajadora se hunda, ha de tomarse de los pies de los que provocan su hundimiento, para que se hundan junto con ellos”. Si el capitalismo y los monopolios funden al Pueblo, éste tiene el inalienable derecho de fundir al capitalismo y a los monopolios. Si cuando debamos hundirnos, nos [hundimos] todos, se verá por primera vez algo de solidaridad nacional y de justicia distributiva, porque las frías fuerzas que se proponen intimidar a los trabajadores pueden muy bien ser intimidadas por éstos. Pero, en el caso de que tales fuerzas no reaccionen ante la amenaza, no se debe titubear en hacerla efectiva. Es claro que, para que ello pueda hacerse, es preciso que el Plan de Lucha sea una cosa más inteligente y real que la parodia que hemos presenciado hace poco  y que la clase trabajadora esté unida y solidaria porque, de lo contrario, se habrá ganado la desgracia que ha caer sobre ella. En mi concepto, ha llegado la hora de pensar seriamente en lo que ha [de] hacerse en defensa real de los objetivos que venimos defendiendo. Si la clase trabajadora sigue pretendiendo aislarse y manejarse por los actuales dirigentes que han disociado las organizaciones y las han llevado al actual desastre, el Peronismo ha de aclarar en esta situación, muy seriamente, las responsabilidades que a cada uno corresponden y, si es preciso, abandonar toda acción en común. Pero si, al contrario, los compañeros dirigentes gremiales están dispuestos a reaccionar sobre sus errores y a abandonar sus mañas y sus trapisondas, para someterse a una conducción de conjunto, en amplia colaboración y cooperación que posibilite la lucha con unidad de concepción y de acción, el Movimiento Peronista estará en la obligación de hacerlo con la más amplia decisión y poniendo todos sus medios y posibilidades hasta alcanzar la victoria final. Pero todo comienza con la unidad y solidaridad de las fuerzas que el Peronismo ha nucleado siempre para alcanzar la victoria. Teniendo en cuenta todo ello, es que pienso en la importancia que tiene la elección de las nuevas autoridades de la C.G.T. Alonso dice que deberán ser elementos secundarios y, según me llega, lo mismo piensa Vandor; lo que considero un grave error. Ellos siguen pensando que “después de ellos, el diluvio”167, y es hasta probable que no hagan nada para el triunfo de la nueva Mesa Directiva o, tal vez, que hagan lo posible para que fracase, porque consideran que en ello está su justificación. Yo pienso, en cambio, que ha de elegirse lo mejor que haya, y que será menester hacer todo lo que esté de nuestra parte para que esos compañeros tengan el mayor éxito. Creo que deben ser nuevos dirigentes, jóvenes activos y combativos, sin compromisos ni conexiones con las conocidas trenzas y de carácter independiente, que sean peronistas en su mayoría y que tengan capacidad suficiente como para conducir la clase obrera con unidad y solidaridad, sin tremendismos inútiles, pero sin debilidades y, menos aún, sin agachadas ni aflojadas inconfesables. Para a enfrentar a las fuerzas que actualmente se alinean en el frente antiobrero con la organización patronal y la fuerza militar, no es necesario pensar aún en la guerra civil ni en luchas inoperantes, aunque aparentes, como las empleadas hasta ahora. La guerra debe ser efectiva y sin alardes inútiles, una especie de “guerra de guerrillas” en lo social, mediante el boicot, el sabotaje, la intimidación, la provocación y la acción directa en los lugares de trabajo. No es preciso que nadie se exponga a ser sancionado. Hay que tirar la piedra y esconder la mano. Pegar donde duela y cuando duela. Donde esté la fuerza, nada; donde no esté todo. No se trata de pelear con nadie abiertamente sino de proceder a perjudicar, en la mayor medida, a los enemigos por el medio que sea, sin dejar rastros y sin emplear otra violencia que la necesaria. El método que está empleando la dictadura es el de la intimidación, para lo cual le ha servido admirablemente el famoso Plan de Lucha pasado de la C.G.T. Es por eso que ha tomado medidas directas para intimidar a los trabajadores, aprovechando la falta de solidaridad gremial de la que se han dado muestras en el asunto de Tucumán, en los portuarios, en los ferroviarios, etc. Las sanciones aplicadas, que solo han tenido efecto en los propios damnificados, son una señal inequívoca de la falta de solidaridad sindical y es seguro que si este error persiste en las organizaciones obreras, que se ocupan solo egoístamente de sí mismas, se terminará por una intimidación generalizada en la que cada uno se convertirá en un borrego dispuesto a ir al matadero con tal de que no le toquen lo suyo, como sucede y ha sucedido siempre en la dominación y explotación de los trabajadores. Es preciso que los compañeros trabajadores se persuadan de que, si están unidos y solidarios, y si son todos para uno y uno para todos, podrán ser respetados. De lo contrario, en cuanto las fuerzas reaccionarias se den cuenta de que les tienen miedo, les pondrán el pie encima y, entonces, estarán perdidos para siempre. No es cuestión de violencia sino de astucia e inteligencia para contestar con medidas apropiadas. A un mal hay que contestar con otro mal, en lo posible grande y profundo, porque en tren de hacer mal, mucho más tienen que cuidar los que lo tienen todo que los que nada poseen. Si los trabajadores se dan cuenta de esto y se deciden a hacerlo, no tardará mucho tiempo sin que los que manejan la dictadura y los que sirven a las fuerzas opresoras, piensen en la necesidad de cambiar de métodos porque, generalmente, éstos no obedecen a otra ley que la necesidad. Atacar los intereses sin otra consideración que la lucha misma es una imposición de la clase de pelea que se está imponiendo en las actuales circunstancias. Elegir dirigentes que sean capaces de llevar adelante esta clase de acciones es lo fundamental. En último análisis, si los trabajadores ven que por el camino que se va, ha de llevárselos a la miseria y el hambre, qué podría tener de anormal que ellos hagan lo mismo con los que tales fines persiguen en su perjuicio. O nos salvamos todos o nos hundimos todos debe ser la palabra de orden que se imponga en las actuales circunstancias, y los trabajadores, como sus organizaciones sindicales, están en la obligación de imponerlo si no quieren ser aniquilados antes de [que] puedan darse cuenta de su propia desgracia. Para morir, es siempre mejor morir peleando. A la intimidación del gobierno de la dictadura, que ya ha comenzado a hacerse sentir a través de las medidas con que contestó al Plan de Lucha, hay que contestar con la propia intimidación: si ellos sancionan a determinados compañeros y perjudican a las organizaciones mediante medidas inconsultas y desaprensivas de conjunto, es preciso que se haga circular entre los compañeros trabajadores la necesidad de oponerse a ello mediante el trabajo a desgano y la disminución de la producción, como asimismo el sabotaje disimulado, el boicot a ciertas empresas y al gobierno, la desobediencia civil y el sabotaje de la lucha pasiva. Si esto se organiza bien y se realiza con decisión, para lo cual es preciso meter en la mente de cada trabajador la necesidad de hacerlo, no pasará mucho tiempo sin que se haga notar la eficacia que tales métodos producen. Tengo la impresión de que la masa peronista, y especialmente la obrera, se encuentra desanimada. No podía ser de otra manera estando manejada por dirigentes derrotistas que están en otra cosa. Por eso, es preciso accionar decisivamente para que, mediante dirigentes capacitados y activos, se pueda lograr reemplazar cuanto antes a los que se interesan por provocar consciente o inconscientemente el desastre. No son estas horas como para contemplar a los disconformes y doloridos por una derrota que ellos mismos han forjado con su falta de grandeza y su exceso de ambiciones, en la mayoría de los casos, injustificadas. Hay que aprovechar la reorganización de la C.G.T. para llevar a ella gente nueva, joven y capacitada, que abunda en el movimiento obrero peronista, para cambiar por completo la faz de esta lucha de enanos que se ha venido realizando de un tiempo a esta parte. Hay que persuadir a los que sean elegidos que deben obrar según su propia conciencia y responsabilidad, alejándose de todo lo que represente el pasado inmediato y obrando en contraposición de lo que ha sido una lucha estúpida y suicida entre compañeros, en provecho del enemigo. El que deba empeñarse en la conducción de esta lucha ha de simular la mayor prudencia y emplear el método más insidioso posible, porque ésas son las mismas armas que emplearán sus enemigos. La verdadera acción ha de ser producida, en lo posible, en la clandestinidad y mediante resortes ajenos (aparentemente) a la Central Obrera. Es preciso presentarse como cordero, pero tener siempre al lado el lobo que debe actuar. No hay que olvidar que la política es un “juegos de vivos” en el que suele ganar el que consigue pasar por tonto. En esta lucha insidiosa y astuta, los que ganan son los mansos. No hay que olvidar tampoco lo que dice Fierro sobre esta cuestión: “Viene el hombre con la astucia que ha de servirle de guía; sin ella sucumbiría, pero sigún mi experencia, se vuelve en unos prudencia y en los otros picardía”.169 Nosotros, para esta lucha, necesitamos de los dos: los prudentes y los pícaros. Bueno amigo, creo que ya esta lata es larga, pero necesitaba darle a usted mi parecer de cuanto se está ventilando allí. Le ruego saludos para su familia y para los compañeros. Un gran abrazo.

6. Tres bombas molotov estallaron frente a la Sede Episcopal de Mons. Podestá.

7. Onganía visitó provincias del interior.

Carta de Juan D. Peron a Pedro Michelini.

Mi querido amigo.

A mi regreso de Sevilla donde pasé la segunda quincena de abril me encuentro con sus cartas del 14, 22 y 28 de abril y del 2 de mayo que contesto comenzanda por agradecerle tan valiosa como interesante información. Veo que Usted se mueve en el encargue de los contactos con la Juventud y me perece interesante que siga firme en ello y trate de ampliar lo más posible las relaciones que cultiva en ese campo dentro de las fuerzas políticas que pueden ser afines e nuestros pensamientos y empeños justicialistas. No me extraña que los muchachos radicales de que me habla en su carta coincidan con nosotros porque, en el fondo, esa es una tendencia popular como la nuestra. Hoy más que nunca me interesen les relaciones con ellos porque a medida que pasa el tiempo me persuado en una mayor medida de que los

designios de le dictadura militar son muy diferentes a cuanto se había dicho.

Creo que esta dictadura trata de engañar al país con simulaciones muy bien planeadas y ejecutadas. Desde el 28 de Junio haste el cambio de gabinete se ha tratado de una lucha entre las diversas fracciones por el poder. Allí intervinieron desde los nacionalistas clericales hasta los gorilas y comunoides que se empeñaron en una lucha destructiva, entre tanto, los monopolistas realizaban una acción solapada en procura de crear y agitar une situación económica que les diera la oportunidad de copar ese poder. Así llegó Krieger Vasena a tomar la manija de la economía y desde ellí trató de desmontar lo demás para quedar ,como agente de

los monopolios, con influencia decisiva en el gobierno. Sus declaraciones y su acción ha clarificado bien el contenido ideológico de la dictadura que ha pasado a ser netemente reaccionaria y entreguista,como asimismo antipopular en su esencia.

De éllo se infiere que el período inmediato que le tocará vivir al Pueblo Argentino es de lucha entre el reaccionarismo dictatorial y las fuerzas populares, especialmente obreras. La estupidez congénita de algunos dirigentes sindicales que empeñados en una lucha pequeña y suicida entre compañeros, no alcanzaron a ver la peligrposodad de la situación, hizo posible su derrota en el funesto Plan de

Luchae de le C.G.T. que no ha hecho sino afirmar a la dictadura y entrar en una época da intimidaci6n peligrosa de los trabajadores ,que es precisamente lo que le

conviene a nuestros enemigos y que la dictadura ha puesto en marcha con cierto grado de eficacia. Desde 1955, creo que es la primera vez que tenemos al frente a un enemigo peligroso porque procede congruenteeente y con inteligencia. Lo único que podemos hacer es precisemente lo contrario de lo que se ha venido haciendo hasta ahora: unirnos solidariamente. Por eso lo he ordenado así y es lae primera vez que tomo la decisi6n de ordenar y no aconsejar.

Detrás de la dictadura militar actúan fuerzas organizadas y equipos de tecnócratas capacitados. No están ausentes de allí las tendencias clericeles y las organizaciones afines que ya en Europa han dado que hablar tanto en Francia como en España y ese clase de organismos son sumamente peligrosos si, como en el caso argentino, actúan en coordinación con une acción monopolista internecional. Debemos

pensar que si antes nos enfrentamos a fuerzas inorgánicas de los distintos gobiernos que se sucedieron desde 1955 a 1966, ahora estamos frente a una conspiración apoyada en organizaciones internas y también internacionales de una gran peligrosidad no solo por sus designios, sino tembién por le calidad de la organización y de los hombres y organismos que componen esas combinaciones. Ello es lo que debe impulsarnos con todo empeño y la meyor decisión en la unidad de todas las fuerzas nacionales afines, sin banderías ni partidismos, pare enfrentar a los enemigos mencionados.

Me interesa de esta manera poder intervenir personalmente en le parte que pueda de este empeñ0 tan fundamental,de manera que todo el que quiere venir a Madrid, de las personas que me menciona en sus cartas,tendré especiel interés de hablar con éllos, en cada ceso le ruego que les dé’ mi teldfono y me haga saber lo necesario pare que no tenga aquí dificultades para contacterse conmigo. A Usted le ruego que le de importancia a estos contactos suyos allí y los amplie en le medida que sea posible porque no tenemos mucho tiempo que perder. Debemos unirnos y organizarnos en silencio pero recién aperecer cuando estemos en condiciones de hacerlo sin peligro pero eficientemente. No creo que las declaraciones y los manifiestos inoperantes e intrascendentes que aperecen en los diarios puedan conducir a nada serio. Si algo ha de hacerse en conjunto es una ección totalmente diferente que presuponga una lucha efectiva y real, sin tremendismos ni simuleciones como las que se ha venido haciendo hasta ahora sino con una campaña organizada que pegue cuando duele y donde duele sin necesidad de exponer a nadie a la represión. Es decir una lucha efectiva pero inteligente y eficiente que produzca efectos decisivos y que permita poner al país contra la dictadura. Para ello debemos comenzer por unirnos todos y desde allí contestar a la intimidación con la intimideción.

En fin ustedes allí podrán apreciar mejor todo esto. Espero que la acción de Alberte en la conducción táctica se haga sentir cuanto entes porque me parece que se ha perdido ya bastante tiempo en la inacción. En este mismo correo escribo a este compañero con consejos que me sugiere la situación de que le vengo hablando. Necesitemos nuevos dirigentes sindicales en la  C.G. T. y, al contrario de lo que piensen algunos, deben ser hombres jóvenes y muy capaces que deberán contar con el apoyo irrestricto de todos nosotros y de todo el Peronismo orgenizado, como

pera asegurar una victoria que es indispensable y que en las actuales circunstancias nos está haciendo mucha falta. No deje de apoyer a Alberte y mantener contacto permanente con él.

El amigo Félix Giménez me he informado detalladamente de todo lo que el conoce y me traido su carta y su saludo: muchas gracias por todo. Me alegro mucho que Alberte haya caído bien por La Plata y que los compañeros de allí se preperen para apoyar decididamente al Comando Táctico. Es claro que los diarios de la Capital informan torcidemente: es parte del plan de simulacidn y engaño que intentan desde le dictadura que comienza por simular un Estado Nacional que es todo menos nacional. Me alegro que el 1 de mayo haya vuelto a ser un día negro porque de esa manera los dirigentes sindicales y los propios obreros se dan cuenta de lo que ve a pasar en el futuro y reaccionen sobre su conducta corrigiendo sus procedimientos capciosos.

Sobre el Gobierno de Barrientos no me extraña porque tiene la misma estabilidad del Argentino: son cuñas del mismo pelo. Todo este proceso provocado por el pentágono en Sud América deberrá tener un desenlace similar en todas partes. Todo es cuesti6n de tiempo. Nosotros debemos ayudar al tiempo corrigiendo los errores que hemos venido cometiendo hasta ahora. El enemigo militar en nuestros paises es el enemigo común y contra él debemos unir e todos los que sean unibles ,e fin de oponer un frente general que es lo único que puede resultar eficaz. Por éso no dejen de promover todo lo que sea posible la formación de una oposición generalizada y formada por todos los que propicien soluciones de orden nacional.

Bueno Querido Michelini: no deje de saludar a todos los compañeros y amigos. Mis respetos pare su señora.

Un gran abrazo.

15. El gobierno anunció plan de estabilización.

17. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

He recibido su informe del 26 de abril pasado que me llega por Montevideo. Espero que ya le haya llegado mi anterior en que contaba su informe anterior que trajo el Dr. Lucchini. Quedo en claro de la situación que me explica: magnífico. Las noticias que me llegan de distintas fuentes me comprueban que usted “está entrando” bien en todas partes. Lo felicito por su “mano izquierda”, que es lo que más se necesita para entrar. Una vez adentro, todo le será fácil. En la conducción de masas se comienza por despertar simpatía; luego, prestigio; a continuación, obediencia fácil y, por ese camino, se llega hasta la infalibilidad, que es el grado sumo del predicamento del conductor político. Todo es cuestión de tino, sensibilidad e imaginación puestos al servicio de la necesidad de hacerse indispensable. Creo que usted tiene todas las de ganar en el quehacer que se ha empeñado. Lo felicito porque, en los militares, acostumbrados a recibir el mando sin esfuerzos, no es común encontrar a los que saben ganárselo por sí, que no es “moco de pavo”, pero que es el verdadero mando. Veo que la dictadura maniobra para impedir los efectos de la orden de unidad impartida mediante triquiñuelas de la Reglamentación de la Ley de Asociaciones Profesionales que les dejó Illía pero, si se procede bien, el tiempo que el gobierno piensa ganar antes de la reorganización de la C.G.T., lo podemos también ganar por nosotros para preparar lo mejor. El tiempo, que a ellos pueda favorecerlos, no lo debemos perder nosotros. Si se unifican las “62 Organizaciones” y se pone en marcha la acción que hemos acordado, la verdadera Central Obrera será ésta y no una C.G.T. que ya ha dejado de ser un órgano de conducción prestigiado. Todo depende de que la unidad que se realice sea efectiva y real, sin reservas mentales y, especialmente, sin intereses espurios que tienden a la disociación. Realizada una unidad así, y desarrollada una conveniente solidaridad que destierre el egoísmo de los dirigentes sindicales, para que se sientan unos con otros solidarios en la defensa común, habrá comenzado la etapa constructiva de la lucha que, de no haber mediado las divisiones y los antagonismos, no podría haber conducido al estado actual de anarquía peligrosa. Colocados en este terreno, sabremos bien a qué atenernos, porque el que se oponga a la unidad y solidaridad, no lo puede ser sino con malos propósitos. Sabremos así quiénes obran en la traición consciente o inconsciente porque, en momentos como éste, conspirar contra la unidad es favorecer, preconcebidamente o no, al enemigo. Es indudable que tenemos por delante una difícil tarea de conducción, no solo porque el enemigo es hábil y fuerte sino, y muy especialmente, porque tenemos graves defectos en la articulación y disciplina de nuestras propias fuerzas. Hay enemigos de adentro y de afuera. [A] los primeros los venceremos con la unidad y solidaridad, y a los segundos mediante la habilidad calificada con una perseverancia infatigable. Si somos capaces de hacer esto, yo no tengo la menor duda en el éxito, que será tanto mayor cuanto más capaces seamos de realizar lo previsto.

Lo que ha ocurrido hasta ahora es simple: desde el 28 de junio hasta el relevo de los ministros180, se ha tratado de una lucha de sectores por copar “el poder detrás del trono” en la que se han empeñado grupos diversos, desde los nacionalistas clericales a los gorilas contumaces. Entre tanto, las fuerzas monopolistas se encargaron de provocar una situación económica en el país que obligaría al gobierno a caer en sus manos. El nombramiento de Krieger Vasena, como conocido agente de los monopolios, certifica el éxito alcanzado por esta hábil maniobra. Sus declaraciones y su acción ulterior no dan lugar a dudas. La clase trabajadora argentina sabe ahora a qué atenerse, y su triunfo o su ruina dependerán de lo que sean capaces de hacer, no solo contra la dictadura, sino también en la eliminación de los dirigentes que, por diversas causas y razones, están a su servicio dentro del sindicalismo argentino. Según mis noticias, muchos se han comprometido porque están atados a procesos pendientes; otros, porque han malversado fondos en provecho personal y una inspección administrativa terminaría con ellos en la cárcel; otros, porque desean sacar ventajas así sea perjudicando al conjunto; y otros, porque son incapaces de proceder de otra manera. Todo ello conforma un grave riesgo si no se le pone oportuno remedio. Por eso pienso que hay que hilar muy fino en la selección de los hombres para las futuras estructuras de la Central Obrera.

Otro tanto podemos decir de la Rama Política del Movimiento que ha de alistarse para cooperar en la lucha que se avecina, en la que veo que las demás agrupaciones políticas se están embanderando con distintas tendencias, aunque siempre influenciadas por banderías que resultan negativas cuando se debe combatir con un enemigo común y que responde, sobre todo, a la falta de grandeza de los que se dicen dirigentes y no pasan de ser unos aventureros sin calidad y sin conciencia. De ello, desgraciadamente, no estamos tampoco exentos los peronistas, ya que la grandeza no parece ser atributo común en los dirigentes políticos. Sin embargo, existen tristes experiencias que deberían servir de enseñanza a los que creen todavía, a esta altura del partido, que un peronista puede realizarse en un Peronismo que no se realice.

Todo cuanto está pasando en el país pienso que lo merecemos por todos nuestros defectos. Un día esto puede ser la mejor enseñanza para nuestro futuro. La falta de diligencia de nuestros dirigentes políticos y el exceso de insidiosidad de los dirigentes sindicales son dos factores que nos han venido siendo fatales en el Movimiento, pero que serán más fatales para el destino de esos dirigentes que terminarán por desaparecer sin pena ni gloria, tal como corresponde en suerte a los mediocres, que no otra cosa son los que así han procedido en medio de una lucha que ha lanzado a la balanza de la decisión, el ser o no ser. Presiento una despiadada persecución para los trabajadores, la miseria y hasta el hambre de nuestro Pueblo, pero no dejo de comprender que todo eso se lo ha ganado con creces. Esta lección ha de valerles para el porvenir, y la experiencia es valedera aunque cueste cara y llegue tarde.

Creo que nuestro Movimiento, así como fue el artífice de la evolución social que sacó al país de su atraso y promovió la puesta en marcha de una dinámica nacional, la “Revolución Libertadora” y ahora la “Revolución Argentina” son los instrumentos de una reversión que Dios nos ha mandado para saber si merecemos uno u otro destino. Por eso, debemos esforzarnos por combatir sin descanso por una liberación de [la] que solo pueden gozar los que la merecen y la ganaron con su esfuerzo y su decisión. Es claro que no será fácil, porque nos toma después de once años de lucha indecisa en [la] que no hemos sido capaces de mantener los ideales ni sostener una unidad imprescindible, porque hemos ido cediendo a las bajas pasiones y permitiendo las ambiciones injustificadas de algunos hombres mediocres encumbrados injustamente por nuestra propia desaprensión y tolerancia. Cuando se está en una lucha como ésta, lo primero que hay que asegurar es que los que la dirigen y conducen sean personas que, por sus valores personales, representen una garantía de acción eficaz. No es precisamente lo que está pasando en el país. Por eso, la misión que le ha correspondido a usted es de una trascendencia extraordinaria, y de su empeño dependerá que nuestros dirigentes retornen al camino debido o que todo se vaya al Diablo.

Afortunadamente nuestra masa, que no está formada ni de héroes ni de santos, como todas las masas populares, se mantiene firme en lo que fueron nuestras consignas y en lo que fue nuestra lucha. Sus dirigentes son incapaces de servirla lealmente, han perdido su prestigio y su predicamento, no porque la masa sea voluble, sino por su propia defección e incapacidad en los cargos y funciones que les corresponde. Debemos convencerlos poco a poco y con hechos [para] que se reaccione, y ellos volverán a su posición combativa. La intimidación de que son objeto por parte de la dictadura es momentánea y culpa de los malos dirigentes que parecen estar más intimidados que la propia masa y otros pensando todavía en sí mismos y en sus mezquinos intereses. Debemos convencernos de que, con lo que tenemos, nos sobra para vencer si conseguimos unir, organizar, encuadrar y conducir una masa homogénea impregnada de amplio sentido de solidaridad, para lo cual deben desaparecer cuanto antes los dirigentes que su insidia y pequeñez ha gravitado tan negativamente en la masa popular. Éste es el trabajo que se impone realizar y que veo que usted está tratando de realizar sin estridencias inútiles, sin la publicidad que suelen echar mano los que se sienten atraídos por intereses personales y con la habilidad que solo poseen los que entienden la conducción y saben elegir los medios para lograrla. Por todo ello, lo felicito y lo exhorto a seguir adelante, sin detenerse a arrojar piedras a los perros que le ladran en el camino, que son los que nos hacen llegar tarde al destino que hemos elegido.

He visto por las noticias que me llegan que lo detuvieron en el acto de homenaje de Eva Perón, todo ello trabaja en su favor en la situación actual. Me han llegado noticias de sus provechosas giras por el interior. Muy bien, porque la conducción política impone el contacto personal que no puede ser reemplazado por ningún medio de enlace. Yo, que conozco a los dirigentes del peronismo y las triquiñuelas de que se han estado valiendo otros, con invocación de mi nombre o no, percibo que su acción personal dará resultados satisfactorios que terminarán por volver a nuestra gente a una confianza que ya había perdido en sus dirigentes como consecuencia de la informalidad de los mismos, ya no hay nadie que ponga en duda su representatividad en el peronismo y de allí a poder conducir media solo un paso, hay que darlo con el trabajo incesante y prudente que usted está realizando.

Tiene usted toda la razón del mundo cuando, al referirse a las nuevas autoridades de la C.G.T., presiente la necesidad de eliminar a todos, porque todos han 186 tenido un poco de culpa en lo que ha pasado, unos por estupidez congénita y otros por castigarla en provecho propio, sin pensar que había objetivos más importantes que defender para la clase obrera que el de ganar para sí un puestito o satisfacer el amor propio humillado. He oído decir que tanto Vandor como Alonso piensan que en esta C.G.T. deben de ir hombres de segunda línea, lo que en mi concepto representa una estupidez más: deben ir los mejores que tengamos, porque la situación de lucha así lo impone, pero los mejores que tengamos serán aquéllos que sepan conducir una lucha enconada y difícil como portarse con la honestidad necesaria. No sé si en el proceso pasado los resultados están a la vista. Con referencia a la Juventud Peronista comparto sus puntos de vista: hay que ir arreglando todo despacio sin recurrir a medidas drásticas, neutralizando a los caudillos arribistas que actualmente quieren hacernos ver que ellos nuclean cuando, en realidad de verdad, son cuatro o cinco macaneadores con petulancias de dirigentes. Para hacerlo comparto su idea: ir metiéndolos en la doctrina peronista y, dentro de ella, conformar algo serio, fuera de la actual articulación anárquica y aleatoria para los fines del Movimiento. A mí me han escrito algunas agrupaciones pero yo, fiel a lo que dicho, no le contesto a ninguno. Ellos deberán entenderse con usted y cuando estén unidos y organizados veremos si ha llegado el caso de tomar contacto con el Comando Superior Peronista. Con referencia a la situación general, yo aprecio que el Plan Krieger Vasena, se evidencia cada día más como un gran camelo nacional. Los inevitables intereses creados y el temor de la gente impiden que ese plan sea desenmascarado lisa y llanamente. Sobre todo es el temor que parece haberse apoderado de importantes sectores de la opinión independiente (consecuencia de la aplicación del Plan de Intimidación), es un temor sutil e invisible que, en último análisis, no hace más que reflejar la presencia de un formidable aparato de represión que, si bien no se muestra desembozadamente, existe y se manifiesta en las formas más imprevisibles. Todo es cuestión de tiempo, hasta que la gente se acostumbre a esa amenaza, circunstancia en que perderá todo su valor. La situación económica actual es y será cada día más difícil, porque la toma del poder por un sector del propio sistema —en este caso las F.F.A.A.— al margen del Pueblo, en la actualidad cuesta mucha plata. En el pasado, un cambio más o menos violento del poder no alteraba esencialmente el ritmo económico, pero hoy las cosas son muy distintas, máxime si ese golpe, como se evidencia cada día, se realiza contra el Pueblo. De afuera no viene ni vendrá un cobre. Los créditos “stand by” por 400 millones de dólares están destinados pura y exclusivamente para equilibrar, en caso necesario, un balance de pagos poco favorable; es decir, son dólares para pagar a los acreedores extranjeros, para que éstos no dejen de cobrar, pero no significan ni un centavo de inversión productiva para el país. Esto, que es elemental, no solo no se dice, sino que, por el contrario, tal operación aparece publicitada como un éxito financiero del gobierno.181 Es tal el estado calamitoso de nuestra economía que esto, que siempre ha sido negativo, ha pasado a ser un factor positivo. La historia dice que para que las reformas de todo tipo y más aún las institucionales, para que se consoliden, deben ser realizadas en gobiernos legales y constitucionales. Una dictadura, a la que todos se oponen de una manera u otra, no puede hacer nada permanente. Por eso, el destino de esta dictadura militar está signado, se descompondrá víctima de sus propios personeros y se dispersará por acción de su propia gente. De ello yo no tengo la menor duda. Lo importante es que nosotros sepamos y podamos oportunamente aprovechar las circunstancias que queden para tomar el poder efectivo y verdadero. El tiempo trabajará para nosotros. Debemos ayudar al tiempo. De ahí mi preocupación permanente por la unidad, solidaridad, organización y conducción de las fuerzas peronistas. Si en cualquier emergencia contamos con el instrumento necesario, cuantitativamente asegurado ya, al que le sepamos dar cualitativamente el temple y la forma adecuada, nada se podrá oponer con eficacia a nuestra acción decisiva. Hasta ahora se ha venido dando la hora de la fuerza, pero un día llegará la hora de la opinión. Recuerde 1945 y el 17 de octubre de ese año.

Si nos es posible debemos dar alas a Osiris Villegas y a los que se oponen a Onganía, especialmente si desconfían del Plan Krieger Vasena, porque toda ésa es agua que va a nuestro molino. Hay otros que también miran con codicia para la Casa Rosada y esperan. Todo lo que sea sumar diversificaciones es constructivo en nuestro caso. Lo importante, por ahora, es seguir consiguiendo corregir nuestros defectos y asegurándonos de que no se vuelvan a producir. Todo es cuestión de dirigentes, que es, precisamente, lo que nos ha fallado en el momento en que fue preciso contar con su acción. A mi regreso de Sevilla he estado unos tres días con gripe en cama, lo que han aprovechado para hacer correr la voz de que estaba gravemente enfermo y hasta para anunciar mi fallecimiento (la boca se les haga a un lado). Estoy perfectamente bien, como siempre, con ganas de trabajar y de pelear si es posible. No deje de saludar a los compañeros y pedirles que me disculpen si no les contesto algunas cartas porque me han tapado literalmente con correspondencia. Yo solo contra todos, no puedo. De manera que les voy contestando de a poco, a medida que el tiempo permite. No deje de informarme a tiempo cuando debamos conformar con otra gente, si es así que usted lo juzga conveniente, la Junta Coordinadora Nacional. Yo estoy, en este sentido, a la espera de sus noticias. Muchos saludos de parte mía y especialmente de Isabelita para toda su familia. Un gran abrazo

20. La CGT formó una comisión de 20 miembros para la dirección de la central obrera.

Difusión en Buenos Aires de la reciente encíclica papal sobre “el desarrollo de los pueblos”.

29. Carta de Juan D. Perón a Jorge Abelardo Ramos, acusando recibo de las revistas Izquierda Nacional 3 y 4, realizando comentarios sobre sus contenidos y de actualidad.

30. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

He recibido su informe del 20 de mayo próximo pasado y lo felicito por la marcha de las cosas que, indudablemente, son obra de sus desvelos y del acierto con que está usted procediendo. Hace mucho tiempo que no tenía esta clase de satisfacciones. Me parece muy bien el nuevo estilo de la correspondencia siguiendo la técnica del amigo R.206, pero no firme ni ponga Secretario General. Es suficiente con que firme Daniel, que ya sé que es usted. Por lo que veo, la batalla de los 60 días ha sido fructífera, y no descarto, como usted, que habrá nuevas dificultades, porque conozco a los dirigentes sindicales, especialmente a esos que, en oportunidades como ésta, buscan siempre encontrarle cinco patas al gato. Por eso, siempre en el manejo de los dirigentes de “alto nivel”, yo he tenido la precaución de estar ligado un poco a los dirigentes de encuadramiento que son los que pueden moverle el piso cuando se hacen los locos. Las bases se manejan mejor por medio de los dirigentes de encuadramiento (delegados de fábrica), a los que los dirigentes máximos suelen llamar “secundarios” o de “segunda fila”, sin percatarse de que son ésos los que, cuando es preciso, pueden moverle el piso. Por eso, es siempre conveniente tener vinculaciones y mantener contacto con los dirigentes que realmente están en contacto con la masa, por si las moscas… La función del conductor es llevarlos a todos hacia los objetivos, de manera que a nadie puede molestarse porque el que conduce tenga realmente relaciones con todos los dirigentes. Los Secretarios Generales y las Mesas Directivas suelen estar formados por dirigentes que hacen sus excursiones en el campo político y se prestan a la mar de porquerías. Usted imagine que se trata de gente que viene de un taller y, de golpe y porrazo, se encuentra con un gran escritorio, auto en la puerta, buen sueldo y hasta secretaria buena moza. En cuanto llega eso, ya no quiere lola y trata, por todos los medios, de defender su puesto. Como generalmente se trata de hombres con poco predicamento, especialmente en el campo político, y solos no dan mucho de sí, para fortalecerse recurren a la formación de trenzas con otros, a fin de aumentar su predicamento, formando así bandadas, como los gorriones, por eso su vuelo es bajo como el de los gorriones y hasta suelen “comer porquerías” para subsistir. Los gorriones vuelan siempre en bandadas, en tanto las águilas van solas, pero entre ellos no hay [ningún] águila.

Esta actitud de los dirigentes da lugar, en el campo sindical, a la formación de sectores para enfrentar la lucha por los cargos de la Central Obrera, para lo cual se ponen en acción toda clase de ambiciones. Allí las trenzas hacen su trabajo porque, naturalmente, frente a los que no están organizados, obran con una gran ventaja. Son precisamente esas trenzas, enfrentadas en la lucha electoral, las que dan origen a la formación de bandos enfrentados, porque la lucha emprendida en la acción electoral continúa luego en el manejo de conjunto, ocasionando así las divisiones que presenciamos y que, a menudo, no nos explicamos pero que producen un gran mal a la acción de conjunto en defensa de la clase obrera. Las “62 Organizaciones” de Vandor, las “62 Organizaciones” de Alonso, los independientes, los no alineados, no son sino el producto de esas trenzas tan funestas como hemos podido comprobar con motivo del Plan de Lucha de la C.G.T., en el que, merced a la falta de grandeza y sinceridad de todos ellos, ha salido ganando la dictadura hasta el límite de poner en peligro la existencia misma del Movimiento Obrero.

Conociendo la hermenéutica para la “interpretación de estos textos”, la conducción de conjunto del Movimiento tiene, en primer término, la misión de mantener la unidad y solidaridad amenazadas cuando no por la incapacidad, por la deshonestidad de los dirigentes que hay que manejar. Por eso, siempre he dicho que la función del Conductor es una suerte [como] la de “Padre Eterno” que bendice “Urbe et Orbis” con tal de poder manejar a todos, no embanderándose en 206 ninguna tendencia para que, superando a todos en grandeza, esté en condiciones de ser obedecido por todos. Por eso también, la función del Conductor no es la de juez, sino la de poder llevarlos a todos a su misión, buenos y malos, sabios o ignorantes, sinceros o desleales, porque el que quiere solo conducir a los buenos, suele llegar al final con muy poquitos y, en estos quehaceres, con muy poquitos no se hace mucho.

Lo más peligroso es hacer de juez, porque normalmente se queda mal con el que pierde. Ésa es historia antigua: dicen que cuando el Sultán hacía la justicia bajo el olmo, notó que haciéndola, perdía el aprecio de muchos de sus súbditos. Entonces resolvió pasar la tarea de hacer la justicia a su Visir el que, a poco andar, notó la misma falla del Sultán. Ambos, de acuerdo, resolvieron entonces constituir y organizar una justicia independiente, delegando en los jueces la ingrata tarea. Para un conductor político, como para todos los conductores, hay una teoría del arte, cuyos principios nosotros conocemos muy bien porque ése es nuestro oficio, cuyas formas de ejecución comprenden una técnica que debemos conocer y aplicar para ser más sabios en todas las ocasiones. Tanto usted como yo somos aficionados políticos, pero somos profesionales en la conducción. Todo depende, entonces, de que nos asimilemos a la técnica del manejo político, como veo que usted lo está haciendo con éxito y lo comprendo perfectamente porque, por el mismo camino, he pasado yo hace ya bastante tiempo.

Como en la conducción militar, la teoría del arte de la conducción política tiene un principio fundamental: el de la economía de fuerzas que presupone la necesidad de ser más fuerte en el momento y en el lugar donde se produce la decisión. Luego vienen los principios secundarios como la sorpresa, la continuidad de los esfuerzos, la buena disposición de los medios, la planificación adecuada de las acciones dedicando los medios principales a los objetivos principales, etc. Aplicarlos al campo político es lo de menos, porque solo varían los medios; la lucha es la misma desde que todo radica en el enfrentamiento de dos voluntades contrapuestas. En cuanto a la técnica, es decir las formas de ejecución, la conducción necesita en la acción política [de] una sabiduría y una prudencia especiales, ya que aquí no se trata, como en la guerra, de ordenar, sino de persuadir, y al hombre es siempre mejor persuadirlo que obligarlo. Ello impone la necesidad de proceder en el manejo, actuando un poco como Providencia, apareciendo lo menos posible, con tal que todo se haga en la forma que uno desea, no discrecionalmente, sino dentro de la misión que corresponde al Conductor. Hay que hacer como Dios: ser, no parecer. Si Dios bajara todos los días a dirimir los pleitos que se provocan entre los hombres, ya le habríamos perdido el respeto y no faltaría algún tonto que hubiera querido reemplazarlo a Dios, porque los hombres son así.

Cuando uno contempla lo pequeño que son algunos hombres y la falta de grandeza que caracteriza a la mayor parte de ellos cuando se trata de intereses personales, siente el secreto deseo de darles una patada, pero como todo se hace con la suma de los grandes y de los pequeños, no tiene más remedio que darles un abrazo y adelante. Ésta es, sin duda, la parte más ingrata de la conducción, pero el que se mete en la empresa no tiene más remedio que aguantarla. Ya dicen los italianos que en política es preciso todos los días tragarse un sapo. Si conducir, políticamente hablando, fuera simplemente un mando, la cosa sería muy fácil. Sin embargo, y a pesar de todo, no deja de ser un mando, solo que ejecutado con una técnica distinta, porque la autoridad política, la disciplina política y la obediencia en este campo, [son] muy diferentes a lo que comúnmente entendemos por tales.

Veo, por sus procedimientos, que usted comparte mis ideas al respecto y ello me ha impulsado a estas consideraciones que, entre profesionales, son siempre una tentación. El gran mal para nuestros países ha sido precisamente la falta de profesionales de la conducción en la acción política, que ha sido ejecutada normalmente por “amateurs”, consecuencia de nuestra falta de cultura política. Tan lamentable como esto ha resultado también cuando los militares han querido incursionar en la conducción política con la técnica del mando militar, porque mandar es obligar y conducir es persuadir en lo que a la acción política se refiere. Por eso, generalmente, los militares han fracasado ruidosamente en la acción política. Veo que Onganía renguea de la misma pata y las consecuencias ya se están haciendo notar en la unanimidad con que se están todos oponiendo. Es que, para gobernar, no todo es la buena intención ya que, como se dice, el camino que conduce al Infierno, está empedrado de buenas intenciones.

Veo, por su informe, que el asunto de unificación está superado en lo que respecta a las “62 Organizaciones”, aunque aún queda el rabo por desollar: la C.G.T. Todo se ha de hacer en su hora. Lo primero que hay que superar son los efectos de la campaña de intimidación descargada por la dictadura y sus agentes sobre la clase trabajadora, destinada a paralizar toda resistencia. La consecuencia más perniciosa del fracaso del famoso Plan de Lucha de la C.G.T., donde no se puede saber si ha sido obra de la incapacidad o de la deshonestidad de nuestros dirigentes, ha sido precisamente la caída espiritual producida en las bases, que puede llevarlas a una desmoralización peligrosa, cuyos primeros síntomas se hacen ya notar. Para evitarlo, como le decía en mi anterior, no queda otro remedio que contestar a la intimidación con la contraintimidación. Es preciso levantar el espíritu de lucha mediante una planificación de acciones concurrentes en la que, si fallan los dirigentes, no habrá más remedio que recurrir a las bases, como yo lo he hecho en otras ocasiones. Si fuera preciso emplear este procedimiento, el Movimiento Peronista, en sus distintas ramas, puede ser el vehículo más apropiado para realizarlo.

Cuando formamos el Movimiento Peronista existió, por parte de muchos, la tendencia a formar un solo cuerpo orgánico a fin de asegurar una mejor unidad. Yo impuse la articulación que nos es conocida: la Rama Sindical y la Rama Política porque, para manejar, es indispensable tener por lo menos dos riendas. De esa manera, me ha sido siempre posible inclinar el mando hacia el sector que mejor respondiera a las necesidades del momento: cuando fallaban los sindicalistas, pasaba el mando a los políticos; y cuando estos mañereaban, lo entregaba sin más a los sindicalistas. Conseguida la unidad entre los gremialistas actuales, queda ahora conseguir una real solidaridad, sin la cual tropezará en el futuro con los mismos problemas ahora superados. Esa solidaridad impone que todos se preocupen por la suerte de conjunto del Movimiento Obrero, abandonando el nefasto egoísmo sindical dominante, en el que cada uno se interesa por su sindicato o su trenza, sin percatarse de que lo que los enemigos precisan para dominar es, precisamente, tener a su frente una clase trabajadora desunida o dividida, como ha sucedido en la actualidad. Ya no se trata del problema de un sector o sindicato, sino de todos. Si algunos, guiados por los intereses parciales o personales permiten, egoístas, que otros sean destruidos, están echando las bases para su propia destrucción ulterior.

El caso Coria en la Construcción es aleccionador: este bandido e inmoral, ha sido la punta de lanza para que la “quinta columna” gubernamental metiera su “pica en Flandes” con la violación consentida de la Ley de Despido, que no es otra cosa que el principio de su anulación lisa y llana Es que Coria se ha percatado de su próxima destrucción, para evitar lo cual, se ha entregado al gobierno, que es [el] único que puede apoyarlo. En el mismo camino están Cavalli, Peralta, etc., que pueden ser los próximos entregadores. Para parar esta maniobra peligrosa de la dictadura, nada hay mejor que comenzar a denunciar a los traidores por diversos conductos, para que las bases comiencen a reaccionar y sancionar. No hay que esperar la traición, es suficiente con prevenirla y neutralizarla por el camino antes indicado. Sé que Krieger Vasena ha manifestado que tiene un plan perfecto para la destrucción de la acción de las organizaciones en el que cuenta con la complicidad de algunos dirigentes. Estos planes “prefabricados” suelen ser peligrosos solo en el caso de que se los deje progresar. Tan pronto se les hace fallar algo, todo se les viene abajo estrepitosamente. Por eso hay que seguir su acción de cerca y tomar las medidas convenientes para producir el desastre. Contando con la clase trabajadora, ya sea por los dirigentes fieles o, en su defecto, por la acción de la propia masa, no es difícil llegar a ese resultado. Todo depende de la forma en que se pueden conducir las acciones de conjunto y de la habilidad con que se proceda en la conducción, no solo de las partes sino, especialmente, del conjunto. En esto, como en la conducción normal de las operaciones, es preciso pensar que se conduce en dos fajas: una planificada en largo alcance, con lo que se puede prever, y otra en la que es preciso estar pendiente de lo que pasa porque obedece al sector de los imprevistos por tratarse de imponderables. Se conduce la primera dentro de un plan que conduce a lejanos objetivos que, como la estrella polar, orienta en la dirección constante; en la segunda, se está pendiente de los acontecimientos para tomar las medidas que cada caso imponga, neutralizado lo cual, se vuelve a tomar la dirección indicada en el plan. No creo que, si como me dice, las cosas comienzan a orientarse por la unidad y solidaridad de los dirigentes de distintas tendencias, pueda la dictadura dividirnos y, menos, conseguir un sector obrero oficialista. En esto creo que hay un “juego de vivos” para pescar a río revuelto, porque ningún dirigente sindical ignora que una tendencia oficialista de su parte representa su futura destrucción. Con referencia a Taccone, que se lo sindica en posición dudosa, no puede ser sino la consecuencia de tratarse de un gremio del Estado y que debe tratar de navegar entre dos aguas. Su actitud en la emergencia también está influenciada por ser un hombre de su gremio el que inviste la secretaria general de la C.G.T. (Prado). En cuanto a Prado mismo, ha de estar sometido a las directivas de su gremio y, en consecuencia, maneado, aunque yo no le tengo ya ninguna confianza, porque se sabe ya destruido y, en situación semejante, como Coria, puede, perdido por perdido, jugar una mala partida. Es claro que, pese a mi relativo optimismo, es preciso pensar lo peor para acertar. Dentro de todo, lo que hay que asegurar es que la delegación que vaya a Ginebra, diga lo que hay que decir y denuncie abiertamente lo que está ocurriendo. Si la delegación no lo hace, se habrá perdido una excelente oportunidad de abrirle un rumbo al gobierno de la dictadura; por lo que pienso que hay que tomar las medidas necesarias para el caso de que la delegación fallara: hacer llegar a la reunión de la O.I.T., por otro conducto cualquiera, la verdad de lo que está ocurriendo en el país; en ese caso, denunciando a la vez que los delegados han sido mal designados por presión o imposición de la dictadura. Hay medios abundantes de hacerlo, y muchos dirigentes tienen relaciones internacionales con otros sindicalistas americanos como para poder realizar una acción eficaz. Cualquiera que sea la forma, el lío hay que armarlo, porque ello perjudicará a la dictadura hasta en su crédito. Con referencia a la parte política, me parece muy atinado cuanto me dice de su empeño de ir desmontando el aparato electoral, siempre que se lo haga con la prudencia necesaria porque, aunque no parezca, esos sectores suelen tener más influencia en la masa que lo que aparentemente parece. En otras palabras, todo se puede hacer, pero depende mucho de las formas que se empleen, para evitar males mayores. Los políticos son menos primarios que los sindicalistas y, generalmente, “tejen fino”. Son peligrosos para manejarlos si antes no se los lleva “a comer en la mano”, pero son fáciles cuando se les gana el tirón. Sin embargo, yo le aconsejaría que esa partida se la haga jugar a otro bajo su dirección, por las dudas. Siempre el empleo de un personero insospechado, le deja a uno la puerta abierta para una retirada honorable en caso necesario. Lo importante, por ahora, es poner en actividad a los dirigentes políticos para que no se “aplatanen” demasiado con la inactividad, que parece ser la conducta de los demás partidos políticos. Hay que darles misión y luego largarle a la juventud para despertar en ellos la necesaria emulación sin la cual los políticos suelen optar por dejarse estar, que es más cómodo y menos comprometido. No tengo la menor duda de que algunos dirigentes, tanto gremiales como políticos, andan en malos pasos y en procura de sacar ventajas para el caso de que la dictadura se consolidara como algunos creen. Esa gente tampoco es nueva, porque vienen mostrando la hilacha desde la famosa “Reunión de Avellaneda”.

El neoperonismo no existe sino en el horizonte dirigente y ya podemos delimitarlo en las dos ramas (política y sindical), porque en el fondo están en lo mismo y han trabajado siempre unidos y con los mismos objetivos. Recuerde lo de Mendoza, en cuyas elecciones estaban de acuerdo tanto la gente de Vandor como la de Serú García, que tampoco era nuevo, porque siempre anduvo en la simulación y la traición, acomodado un día con unos y otro con otros. Reducido Vandor a la acción gremial después de su tremendo fracaso en Mendoza, sus amanuenses, que soñaban con tomar el mando, se han venido abajo como su jefe, y ahora solo se dedican a perturbar en la C.G.T. sin otra proyección ulterior. Por eso, buscan y buscarán aún más en el futuro acoplarse a alguien (como ser la dictadura), porque saben que ya en el peronismo no tienen ni tendrán cabida. Es allí donde pueden volver a establecer enlace con el neoperonismo político de los tránsfugas que todos conocemos y que están preferentemente en algunas provincias y en la Capital Federal. Frente a esto que, en mi concepto, solo se trata de una acción de perturbación en el horizonte directivo, como comúnmente ocurre en todas las agrupaciones políticas, nosotros debemos oponerle lo que usted está haciendo: organizarnos, enterar bien a la masa de lo que se trata, contactar a los dirigentes de encuadramiento y ponerlos en situación, como asimismo darles a todos directivas precisas de lo que deben hacer. Con ello, se habrá preparado la mejor forma para dejarlos, a los tránsfugas, colgados el día de la decisión. De cualquier manera si, como puede preverse, un día la dictadura cae, hay que tener “marcados a fuego” a los traidores ante la masa para que no puedan resucitar luego.

El plan de Bordaes claro: captar todo lo que sea captable del peronismo en el orden directivo, para asegurarse una posición de partida, desde la cual intentar lo mismo con la masa popular. Para ello, especula con las soluciones económicas primero y así encarar la captación masiva en el orden social, en una segunda etapa social, en la que podrían aprovechar el gobierno para dar lo que fuera necesario a los gremios para tenerlos de su lado. Una vez conseguida esta segunda etapa, se sentiría en condiciones de iniciar la etapa política hacia una consolidación con el aporte popular. Es claro que todo eso depende de que puedan alcanzar una buena solución económica y que cuenten, a su hora, con los suficientes traidores entre los dirigentes gremiales y políticos y, sobre todo, que nosotros y la gente del peronismo esté hasta entonces con los brazos cruzados dejándolos hacer. Tampoco cuentan con la situación de sus amos, que comienza a deteriorarse como lo refiero al comienzo y, aunque pueden contar con algunos sectores de los viejos políticos radicales y otras yerbas, como Balbín y compañía, tampoco cuentan [con] que gran parte de ellos estarán con nosotros y no con la dictadura, especialmente la juventud y los intermedios que representan el futuro.

Por cuanto le vengo diciendo, me parece prudente comenzar ya a estructurar las cosas, con una planificación adecuada, alcanzando primero una organización conveniente y, luego, disponiendo de dirigentes de la conducción y del encuadramiento perfectamente enterados y en permanente enlace como para poder conducir a todo el Movimiento con unidad de concepción y unidad de acción. Si las cosas se hacen bien, no tenemos por qué preocuparnos, pero es preciso que comencemos a interesar a la masa popular en esta acción porque, según mi impresión, se encuentra un poco desligada y abúlica como consecuencia de la larga lucha, de la falta de cargos a la vista y por temor a la represión. Por eso, creo que es muy apropiado proceder como usted lo está haciendo: recurrir a los dirigentes absolutamente seguros y el resto llenarlo con gente joven que no está cansada de la lucha y que quiere lola, que no aspira a cargos y que no teme la represión. Con esa gente solo se puede tener la seguridad en la lucha que ha de librarse, primero, contra los enemigos de adentro y, luego, contra la dictadura y sus aliados. En cuanto a la Juventud Peronista, la aparición de la Confederación General de Juventudes Peronistas227, el asunto se presenta auspicioso. Es muy inteligente de su parte el no hacer una oposición frontal a las posiciones temperamentales de los muchachos, porque nada se consigue con ellos por la violencia o la imposición. El camino está más bien en dejarlos correr hasta que se cansen y, entonces, comenzar a encaminarlos por la senda más conveniente. Hay que aprovechar la reacción de los muchachos del Interior para bajarles el copete a los de la Capital y Gran Buenos Aires que, hasta ahora, se habían considerado “dueños de la criatura”. Tan pronto despierten los demás, ellos no tendrán más remedio que entrar en razón. Mi posición sigue siendo la misma: no atiendo nada de la Juventud directamente. Solo lo haré por su intermedio y cuando usted me lo indique, porque no deseo interferir su acción. Por eso, no contesto ni contestaré carta alguna de la Juventud, aunque le aseguro que llegan muchas. Como no les contesto yo, es bueno que les haga presente la situación y que les manifieste de mi parte que yo no deseo saber nada de la Juventud Peronista hasta tanto no esté unida y organizada, tarea que ha de realizar el Secretario General del Movimiento.

Sobre nuestros contactos con las juventudes de otros partidos me parece magnífico que comiencen ya ustedes a reunirse. Creo que lo más indispensable, en ese sentido, es dialogar constructivamente con ellos en la forma en que usted me indica. Estoy seguro de que se llegará a un absoluto acuerdo, sobre todo si se tiene la precaución de convencer a la Juventud Argentina de la necesidad de que se sienta el instrumento del futuro, sin el cual el destino del país seguirá a la deriva. Si ellos son los que van a gozar o a sufrir ese destino, nada más justo que sean los artífices que han de elaborarlo. Si se consigue embalar a los muchachos es muy posible que desaparezcan las banderías y tendencias para formar una falange juvenil, unida y solidaria, que indudablemente ha de estar básicamente con nuestra ideología y nuestra doctrina. Si no lo estuviera, no importa, con tal de que llegue a penetrar nuestros designios y objetivos, porque las formas de ejecución no tienen tanta importancia como para preponderar sobre los fines. Yo le he encargado al amigo R. la tarea de tomar a su cargo las gestiones a este respecto. Pienso que ha de haber adelantado mucho en el sentido de ir limando asperezas en los sectores que sean proclives a entendimientos permanentes, y espero su viaje para ponerme al día en esta materia que tanto me interesa, no como a los demás políticos, con fines electorales, sino como preparación para el futuro político general frente al frente oligárquico-militar que prácticamente está ya formado alrededor de la actual dictadura, y también frente a lo que pueda salir de la acción de los gorilas con los “partidos del Centro”, como asimismo de otros de menor cuantía que no dejarán de aparecer cuando los atraiga “el pastoreo” en los campos gubernamentales y políticos. El Doctor Pedro Michelini, que está muy vinculado con dirigentes de diversos partidos políticos, también ha [echado] su “cuarto a espadas” en el mismo sentido y debe trabajar con R., y le he encargado que mantenga permanente contacto con usted a los fines de una conveniente coordinación. No hay nadie más que esté en estos asuntos, por lo menos que yo sepa.

No sé cuáles serán las posibilidades y conveniencias allí de llegar a acuerdos con las demás fuerzas políticas o parte de ellas. De una manera general, se me presenta desde aquí como una cuestión que podría ser eficaz, si se consigue formar un frente civil para oponerlo al frente militar o, lo que es lo mismo, un frente popular contra el frente oligárquico existente, a semejanza de lo que fue en 1945 el Peronismo y la Unión Democrática. Esto podría ser de efecto para la dictadura como maniobra demostrativa y de aislamiento, cuyos efectos llegarían con el tiempo hasta ser decisivos. En la guerra política, las demostraciones suelen ser más importantes que en la guerra militar porque, mientras en la segunda se busca el aniquilamiento; en la primera, muchas veces, con una retirada es suficiente. En la política sucede como en la táctica del siglo XVII cuando el despliegue de los ejércitos, si se hacía ventajosamente, producía ya la retirada enemiga que evitaba un empeñamiento desventajoso. Yo sé que grandes sectores de los socialistas y radicales, que obedecen a los carcamanes dirigentes, resistirán como lo hicieron en 1944, pero también sé que muchos otros entrarán, como también sucedió en 1945.

Recuerde usted que el Peronismo se formó con grandes sectores de todos los partidos políticos que estaban descontentos con la conducción de sus dirigentes y que, en algunos casos, como en el socialismo por ejemplo, los dejamos en calzoncillos. Se me presenta ahora como un momento propicio para intentar lo mismo con lo que queda de los partidos políticos. Entre ellos hay gente que se encuentra muy propensa a formar el frente, especialmente entre la juventud y en muchos otros dirigentes que siempre han estado vecinos a nosotros, como Solano Lima y su Partido Conservador Popular, el Partido Socialista Nacional, los Socialistas de Vanguardia, el Partido Revolución Nacional, un gran sector de la Democracia Cristiana, etc., etc., etc. Sin embargo, es preciso ir con pie de plomo, porque los designios ocultos son peligrosos cuando se trata de acomodos con grupos no sinceros, de políticos filibusteros, que los hay en gran cantidad y de numerosos matices. A pesar de todo lo que pueda argüirse en contra de este tipo de acuerdos, yo creo que en esta oportunidad, si se procede con prudencia y cautela, se puede hacer mucho en contra de la actual dictadura y en el sentido de preparar la mejor situación para recibir un desenlace que bien puede producirse en el futuro inmediato.

 Hay que tener, en cambio, la sabiduría suficiente como para no comprometerse demasiado con fuerzas que nos puedan pretender aprovechar, estableciendo siempre como principio inamovible nuestra preeminencia ideológica y doctrinaria, lo que podemos exigir desde que representamos una mayoría. Establecido esto y exigido en cada caso, lo demás no tiene mayor importancia. A la gente que se incorpore sinceramente no ha de disgustarle y a los que lo hicieran deslealmente llevarían en el pecado la penitencia. La formación de un gran conglomerado político de este tipo no ha de tener fines electorales inmediatos, de manera que será lógico establecer, de entrada, que no se trata sino de hacer frente a la situación actual contra la dictadura militar y que, luego, vendrán las cuestiones ulteriores para las cuales no se puede comenzar ya a discutir: porque nadie puede vender la liebre antes de cazarla. Si se procede bien, los más interesados en establecer un frente político civil para derribar la dictadura somos nosotros. La fuerza militar es fuerte, pero es frágil cuando actúa fuera de canales lógicos y naturales como en este caso.

Basta solo recordar el 17 de octubre de 1945, cuando nosotros, con mucho menos de lo que somos hoy, derribamos toda la prepotencia militar con unos cuantos muchachos en la calle. También entonces el Ejército, la Marina y la Aeronáutica se habían hecho cargo del gobierno y estaban, según decían, dispuestos a proceder de la manera más dura y sangrienta pero, una cosa “e parlare di morteedaltra morire”235: se entregaron ante una amenaza cuando más fuertes creían que estaban. Es que una acción popular bien realizada con poca gente decidida, en varias partes, si se mueve como conviene, le pone los pelos de punta a cualquiera. También el 17 de octubre teníamos en contra la mitad de los sindicatos, porque sus dirigentes no querían comprometerse, y muchos sindicatos no declararon la huelga, los ferroviarios entre ellos, pero la gente comprometida salió a pesar de los dirigentes que así firmaron su sentencia de desaparecer. En cambio, en el campo político éramos unos cuantos dirigentes, pero nos las ingeniamos para movilizar las bases y lanzar la lucha a la calle, donde éramos fuertes nosotros, evitando los bufetes de los políticos, donde ellos eran los fuertes. Si ahora conseguimos preparar poco a poco las acciones callejeras en todo el país que, comenzando por acciones disimuladas, se vayan realizando luchas efectivas cada vez más intensas hasta culminar en un levantamiento general como el del 17 de octubre de 1945, no creo que éstos se decidan a represiones violentas y, en el caso de que intenten hacerlas, no sé si lo podrán realizar. Todo depende de cómo lo hagamos y de las posibilidades que no dudo que se han de presentar oportunamente y para las que deberemos prepararnos. Por eso, hay que organizarse con esta posibilidad inmediata y, además, las otras cosas. En fin, no sé si me haré muchas ilusiones, pero creo que si se consigue poner a todo el Peronismo de pie, [aprovecharemos] las macanas que, indudablemente, van a seguir haciendo los militares y sus acólitos oligarcas; y [conseguiremos] mantener e incrementar el actual estado de oposición generalizada y neutralizar un poco la “anemia” peronista de este momento; todo puede recorrerse. Por lo menos nada perderemos con intentarlo, contando con que puede presentarse la oportunidad cuando menos lo pensemos. Por eso, creo en la necesidad de organizar al Peronismo con una finalidad, porque nunca he creído en las organizaciones que se realizan sin un fin concreto; por lo menos [eso] está contra los principios de organización que hemos estudiado: objetividad, que nos obliga a organizar con un fin objetivo; simplicidad, que nos impone suprimir todo lo que represente ampulosidad y complejidad; estabilidad, que impone lo permanente, evitando estar como los locos, todos los días empezando; y, finalmente, perfectibilidad, que lleva permanentemente a la autocrítica y la corrección de los detalles de perfección. Naturalmente que esto a lo que primero obliga es a tener un plan que asegure un objetivo, que permita utilizar los medios sin excrecencias inútiles, en organismos simples, que den un cierto grado de estabilidad y permita corregir sobre la marcha los errores.

Si tenemos un plan, organizaremos para él, nos prepararemos para cumplirlo y nos capacitaremos para ejecutarlo en todas las acciones que de él emerjan. Es la parte más efectiva de una acción, impuesto por la propia filosofía de la acción a que son tan afectos los alemanes que, hasta para salir a pasear, tienen su plan. No creo en las virtudes de la exageración pero, entre los extremos, me quedo con éste. Yo sé que usted, hombre formado en esa escuela, procede tan racionalmente, que todo esto lo ha de tener previsto y planificado, de manera que le pido disculpas que yo no pueda abandonar mis inclinaciones de Profesor de la E.S.G., a pesar de los años y las vicisitudes. Perdón por todo. Cuando ya había casi terminado esta carta recibo una de R. donde me dice que la tarea encomendada anda muy bien, coincidiendo con su informe, y que vendrá para la primera quincena de junio para conversar. Según me dice, el Dr. Michelini “echa también su cuarto a espadas”, como dicen los gallegos, en el asunto de coordinar con los demás partidos políticos, y que eso le perturba. Yo no sé cómo es posible que, siendo todos peronistas, no arreglen directamente este asunto, poniéndose de acuerdo para proceder coordinadamente. Le ruego que hable con Michelini y le diga que yo he aceptado que él trabaje en el asunto, pero con la prudencia necesaria y coordinando con R. y con usted. Un poco de buena voluntad y tolerancia harán el resto porque, como usted comprenderá, yo no puedo decirle que no trabaje a un peronista que está vinculado a importantes sectores y busca servir con buena intención. Todas son cuestiones de celos que, si bien no tienen importancia, perturban siempre en el fondo.

 Usted allí es la autoridad máxima del Peronismo y, en consecuencia, debe aguantar estas cuestiones, como las he venido aguantando desde hace más de veinte años en defensa de una solidaridad que nunca es estable. El oficio de “Padre Eterno” tiene también sus exigencias originales, que no siempre son agradables, pero no queda otro remedio. He recibido una carta de Alonso en la que me dice que ha hablado con usted: éste es otro punto similar al anterior. Me parece que la unidad en las condiciones ordenadas no le ha satisfecho mucho y, sin que me diga nada al respecto, descubro en sus palabras una cierta amargura. Se trata de un hombre bueno que, como todos, está un poco atado a sus intereses personales y ambiciones, con un alto grado de suficiencia e influenciado por interferencias familiares no siempre prudentes ni constructivas. Su posición ha sido la mejor, dentro de la falta de grandeza y la carencia de desprendimiento que ha caracterizado a los dirigentes sindicales en los últimos tiempos y, con todos sus defectos, ha sido de lo mejor que hemos tenido en la emergencia. En su momento, se jugó contra los disociadores y eso yo no lo puedo olvidar, aunque las actuales circunstancias nos obliguen a buscar la unidad y solidaridad en beneficio de la defensa común dentro del Movimiento. Vandor, aunque ahora haga buena letra, no ha procedido de la misma manera anteriormente y es el culpable de la mayor parte de los males producidos y que han culminado con el funesto Plan de Lucha que ha colocado a la clase trabajadora en la difícil encrucijada en que se encuentra y, no sé si prejuzgo, pero dada su situación en el Proceso de Avellaneda, sigue siendo una pieza muy peligrosa en la conducción del sindicalismo peronista. Es la consecuencia natural de sus malos procedimientos que, indefectiblemente, han de llevarlo a su propia destrucción, como generalmente sucede a todos los que proceden mal. Son todos estos dirigentes, de uno y de otro bando, buenos y malos, los que dificultan en el más alto grado toda conducción racional, porque han hecho desaparecer la confianza mutua que debe existir entre los que luchan por una misma causa. Es así que todo se dificulta porque se anda en un tembladeral en donde no hay nada en que apoyarse, y que presentan, además de la lucha que hay que sostener con el enemigo común, la propia lucha interna que hay que sostener contra la insidia y la mala fe de los propios compañeros. Me imagino que usted, a pesar de su prudencia y su sabiduría, tendrá que hacer verdaderos equilibrios para superar estos factores tan negativos, que le obligarán a vivir con el fusil al brazo. Son cosas de la conducción que, como generalmente sucede, en los momentos en que más necesitamos disponer de la confianza y buena fe de los que luchan a nuestro lado, tenemos que resignarnos a aceptar que ni esa confianza, ni esa buena fe, existen.

Sin embargo, es preciso superar este momento y trabajar para cambiar las cosas en procura de un remedio que, si bien no cambiará a los hombres (que siempre serán malos y mentirosos), por lo menos anulará los efectos de sus trapisondas. Hay que tener mucha paciencia, mucha tolerancia y poseer una gran dosis de humildad y de grandeza efectiva para superar todas estas miserias, pero ése es nuestro oficio por el momento y, como dicen los franceses: “en la guerra, como en la guerra”, proceder de acuerdo con lo que se tiene para construir.

No deje de saludar a todos los compañeros del Comando Táctico que le acompañan y a los demás peronistas.

Un gran abrazo.

Junio de 1967

2. Carta de Juan D. Perón a Julio Antún, desde Madrid.

Mí querido amigo:

A mi regreso de Sevilla a donde fuimos a su Feria me he encontrado con su carta del 10 de abril pasado y que recién contesto por esa circunstancia. Espero tener el placer de abra­zarle en Madrid pues, según me dice el Doctor Zanón se pro­pone Usted hacer su viaje a Europa con la Señora: si es así lo esperamos y no deje de hacérnoslo saber en cuanto llegue: teléfono de Madrid 2.361.162, su casa. El compañero Torcuato Gervilla no me encontró en Madrid y me dejó su carta. No de­je de saludar a su sobreño José Rufail y transmitirle un gran abrazo de mi parte.

He lamentado como Ustedes la desaparición de algunos queridos compañeros de Córdoba y le agradezco mucho que hayan sido Ustedes tan amables de hacerme espiritualmente presente en cada caso: muchas gracias. He atendido aquí a Bil- da López Gigena en los ratos que he podido porque coincidió su estada con mis viajes. Es una gran muchacha, inteligente, sensible y peronista. Ya he tenido el placer de recibir al Doctor Mercado, pocos días antes de viajar a Sevilla: es una gran per­sona. El siguió viaje con la promesa de venirme a ver cuando regrese. Lo estoy esperando.

Le ruego que les diga a todos los compañeros que me es­criben, que son muchos, que me perdonen si tardo en contes­tar. Ustedes no tienen allí una idea de la correspondencia que literalmente me tiene parado. Es lógico que yo, contra todos no pueda. No me gusta hacer contestar las cartas porque eso no tiene ningún valor. En consecuencia, las contestaciones se me atrasan bastante tiempo o tendría que estar todo el día escribiendo y abandonar la correspondencia más impor­tante sobre la conducción con los organismos del Movimien­to, además de otras cosas que debo escribir para publicar, etc.

Le pido mil perdones por no haber llegado el 7 de mayo por lo menos con un cable, pero precisamente es cuando anda­ba fuera de Madrid y a mi regreso me traje una gripe andaluza que, como todo lo de allí, es para amacarse. Pero Usted sabe cuánto le deseo de felicidad en la enhorabuena que le hago llegar, tal vez un poco tarde pero con todo mi corazón, dan dolé la bienvenida en la cofradía.

Sé que las cosas por la Patria siguen su curso y poco se puede esperar como no sea para peor. La llegada de Krieger Vasena no da para imaginar nada favorable. Ya he examina­do sus medidas y las consecuencias que ellas tendrán para las organizaciones gremiales y para el Pueblo. El poder de los mo­nopolios con el apoyo de la dictadura militar será desastroso para el país. Esperemos que eso sea la causa en que ha de apo­yarse una reacción en cadena que nos lleve a la posibilidad de presentar un frente nacional unido contra el nefasto frente que tácitamente existe ya, conformado por la oligarquía vacu­na, lá pequeña burguesía industrial y los milicos. La paciencia de nuestro Pueblo es incomprensible para todos los que con­templan lo que pasa. Creo que el tiempo va siendo nuestro me­jor aliado junto con los que nos han sucedido en el Gobierno que, como reza en el refrán castellano: «Detrás nuestro ven­drán los que grandes nos harán». No sé si nosotros habremos sido demasiado buenos, pero los que nos sucedieron han sido tan malos que nos han hecho óptimos.

No deje de saludar a todos los compañeros y, repito, les transmita mis disculpas para los que aun ño les he contestado sus cartas. Mis respetos para su Señora. Un gran abrazo.

Firmado: Juan Perón.

8. Presentaron sus renuncias los secretarios Francisco Aguilar (Hacienda), Carlos

María Gelly y Obes (Cultura y Educación), Isidoro Marín (CONADE) y Lorenzo Raggio (Agricultura).

9. Dirigentes de las “62 Organizaciones Peronistas” llegaron a un acuerdo para deponer divisiones internas.

10. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

Espero que haya recibido mi “chorizoidal” carta anterior que le remití por intermedio de un peronista que viajaba de regreso. Como no deseo dejar pasar tiempo sin recordarle, le vuelvo a escribir, aunque poco es lo que puedo decirle, como no sea tener el agrado de avisarle que, dentro de las numerosas informaciones que me llegan a diario, se puede inferir que su tarea es excelente y que las cosas van marchando de la manera prevista. No se me escapa que, conociendo el medio en que actúa, es muy probable que, para llegar a esos resultados, tenga usted que luchar con las lagartijas y neutralizar la acción de muchos “peronistas” que bien podrían ser cualquier otra cosa. Pero esto es usanza de la política: chapalear en la inmundicia, el secreto está en saber pasar sin que lo salpiquen.

He visto, por los informes que me llegan casi al día, el desarrollo de los acontecimientos en el Comité Confederal y la unidad que, merced a su empeño inteligente, se ha conseguido en la C.G.T., pese a la acción insidiosa de algunos dirigentes que, por temor a su orfandad, la resisten en el fondo porque no se atreven a hacerlo en las formas, lo que significa claramente que navegan tras destinos inconfesables. Es natural que, siendo así, la unidad sea efímera pero algo es algo dijo el diablo y se llevó al gallego246. Ya los acontecimientos pondrán a cada uno en su puesto porque presiento que se acercan días decisivos en los que los verdaderos dirigentes deberán poner todo el asado en el asador porque, de lo contrario, deberán responder a las bases, que ya se han comenzado a dar cuenta de lo que realmente ha estado pasando, como asimismo la responsabilidad que pesa sobre los caudillitos sindicales que sacrificaron la defensa de todos por arrimar un poco de fuego a su batata. En la situación actual, en que la dictadura en manos de los monopolios, comienza a destruir las conquistas del Justicialismo, cada uno de ellos debe sentir un poco de culpa y la masa, que los observa y vigila, ya les estará cargando la responsabilidad de lo que ha pasado en la C.G.T., en el Plan de Lucha, en la destrucción de las Comisiones Paritarias y los convenios colectivos de trabajo (la conquista del siglo), en la destrucción de la Ley de Despidos (con el traidor de Coria a la cabeza), la congelación de salarios por dos años, etc., etc. Toda esta responsabilidad, que ninguno de ellos podrá eludir cuando llegue “la hora de la verdad”, está pendiente sobre sus cabezas como la “Espada de Damócles”, y llegará el día en que se descargue sobre sus cuellos la justiciera cuchillada de las sanciones.

Ha pasado la hora de la lucha fácil en la que era posible también jugar a ganar en lo interno del peronismo: ahora solo queda un camino para vencer, y ese camino es la unidad y solidaridad que permita proceder coordinadamente en un plan de acción coherente y conducido en su ejecución con capacidad y decisión de todos. Aquí se va a ver lo que cada uno vale, y los que no muestren qué son, quedarán también sin parecer y desaparecerán sistemáticamente por inocuos e intrascendentes. Eso es lo que muchos temen y, como no lo pueden confesar, tratan de hacerse llevar a la rastra no sin protestar porque los llevan, aunque no ambicionan otra cosa. Ya hablarán de errores, ya declamarán argumentos de toda clase y recurrirán a la amenaza de que la historia ha de juzgarnos, como si la historia se fuera a ocupar de las lagartijas y los camaleones. Lo que no quieren es confesar que procedieron mal, y para cubrir sus anteriores errores pretenden cometer otros mayores pero, afortunadamente, todo llega a su hora y esto también tendrá su desenlace.

Usted métale nomás como va, que va bien. No se detenga a arrojar piedras a los perros que le ladran en el camino porque así estará amenazado de llegar tarde a donde va. La conducción política, como le he dicho muchas veces, tiene sus exigencias originales, a las que es preciso respetar, y una de ellas es, precisamente, pasar por tonto, porque la política es un “juego de vivos” en el que gana precisamente el que sabe pasar por tonto sin serlo. Todos esos sabios que pretenden dar cátedra en estos quehaceres menores, con soberbia y grandilocuencia, se quedan parados en el primer recodo, de los que la política tiene millares. Aquí, como en todas las empresas que presupongan una acción, el éxito no le sale a uno al cruce ni es nunca obra de la casualidad o la suerte como muchos creen, es siempre producto de la previsión y de una inteligente ejecución. El éxito se concibe, se prepara, se realiza y se explota de acuerdo con lo que el que conduce la acción sea capaz de realizar. Por eso, cada conductor tiene el plan que es capaz de cumplir. Acuérdese de lo que pasó en el Golfo de Génova en 1796: el Plan de Scherrer [era] defenderse en La Corniza; el de Napoleón, pasar los Alpes y atacar. Los dos tenían razón: ni el plan de Scherrer era para Napoleón ni el de éste podía ser para Scherrer.

En estos últimos días, mis amigos de la agencia EFE, española, me han mostrado los cables de Buenos Aires y no sé si serán reales las noticias que hacen parecer que en el gobierno de la dictadura militar se está produciendo una “gata parida” de la que muchos van a salir por la ventana. Al parecer se trataría de la lucha que se realiza entre los diversos sectores por copar el “poder detrás del trono”. No sé qué habrá de verdad, pero el caso es que aquí no se lo publica, pero la noticia llega a la Agencia EFE que es la oficial española (del gobierno). Para mí no es una novedad, porque vengo imaginando que, tarde o temprano, han de producirse cosas. La acción de Krieger Vasena, a las cortas o a las largas, tendrá su efecto funesto: cuando fue ministro de Aramburu, recibió el país sin deuda externa y al cabo de dos años dejó el Ministerio con 2.000 millones de dólares de deuda con EE.UU. Lo propio ocurrió con la moneda: recibió el peso cuando se cotizaba a 16,50 por dólar y, a los dos años, él lo dejó a 81 por dólar. Ahora resulta que exige la revalorización del signo monetario. Hay tipos que son caraduras, pero éste es de cemento armado. Ahora, con una política al servicio de los monopolios, pretende recauchutar la maltrecha economía argentina, si es para morirse de risa…

Aún con un pueblo de borregos como es el argentino con la política que se está siguiendo, hay que esperar que llegará un día en que toda medida se colme, y aun los timoratos de hoy salgan a buscar bienestar por el camino que sea. Si la intimidación continúa, llegará un día en que la gente pierda el miedo, como le sucedió a Aramburu y, entonces, se produzca un clima conveniente para buscar la solución, aunque sea violenta. Todo indica que debemos esperar: esperar a que los dirigentes incapaces y deshonestos desaparezcan, esperar a que los flojos entren en desesperación, esperar a que la medida se colme, y todo ello llegará mejor si la falta de acción de los dirigentes sigue como hasta ahora, porque así la dictadura se envalentonará y los monopolios se largarán a la explotación en gran escala. Cuando el momento llegue, nos deberá encontrar preparados por lo menos con el sector de gente que vale algo que, si no es mucho, si las cosas se presentan como creo, serán suficientes. Es claro que debemos nosotros aprovechar las cosas como van, para hacer la suficiente acción coordinada e inteligente que prepare mejor el ambiente y que realice, con la mayor rapidez posible, el deterioro de la dictadura y el desprestigio de las fuerzas que la apoyen. Todo se producirá a su tiempo. ¿Cómo uno puede imaginarse que estos Cacasenos van a durar diez años en el Gobierno? Eso solo se le puede ocurrir a Onganía.

Bueno amigo Alberte: no deje de informarme seguido. Viajan en esta época muchos argentinos a los que se les puede confiar la correspondencia o, si no, lo puede hacer como hasta ahora. No tiene necesidad de firmar, por el texto me doy cuenta de que es usted. Saludos a su familia de parte de Isabelita y mía, lo mismo que a los compañeros del Comando Táctico.

Un gran abrazo. Agregado manuscrito: Le ruego que me distribuya las cartas que le adjunto. Vale

Se desarrolló el VI Congreso Ordinario de la Federación de Estudiantes del Salvador, constituyendo el Consejo Superior Estudiantil.

14. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo: Aprovecho el viaje del compañero Silvestre para hacerle llegar mi saludo y algunos consejos, como de costumbre. Usted sabe que, además de las informaciones que recibo por su conducto y del Servicio de Informaciones, tengo informantes desde hace mucho que, desde las bases, me pasan los datos de lo que allí se comenta. Tengo el agrado de adjuntarle el juicio que sobre usted me mandan desde allí; sin embargo, debo hacerle presente que, este mismo juicio, es general en otras fuentes, lo que me alegra y quiero transmitírselo textualmente, dice así: “Las opiniones son coincidentes, se trata de una buena persona, de honradez acrisolada, libre de trenzas, etc. Diría que todas las buenas virtudes van para él, aunque algunos piensan que para representar el hombre ideal sería conveniente que fuera enérgico, duro, con gran capacidad para resolver y para tomar las riendas sin que ninguno de los caballos se le desboque. Creo que si esto último lo pusiera en práctica en el momento que sea más oportuno, usted tendría aquí el hombre ideal. Mientras tanto, parece ser un probo, honrado y meticuloso funcionario que completará sus calidades cuando, llegada la hora, se transforme en un activo ejecutivo”. Este juicio, que no tiene en cuenta la necesidad de proceder ahora con la mayor prudencia y contemplación para evitar fricciones en la conducción, se completará cuando, superado el período de persuasión, comience en el Peronismo el período de mando. Lo felicito por todo. Por sus virtudes, que nadie desconoce, y por su prudencia en la conducción que, si lo puede hacer parecer débil ahora, le ganará el derecho de ser duro y enérgico cuando la oportunidad precisa llegue.

Hemos hablado largamente con el compañero Silvestre que siempre ha sido un peronista sin dobleces ni desviaciones. Fue Presidente del Congreso Peronista Nacional y tiene, junto con su larga experiencia política, muchos méritos en el Peronismo, al que viene perteneciendo desde la primera hora. Le he pedido que le visite y le ponga el hombro. Puede ser hombre de extraordinaria utilidad porque une a su experiencia y buen juicio una gran honestidad personal y política. Por eso me ha parecido muy conveniente arrimárselo a usted que puede utilizarlo sin reservas. Él le explicará cuánto hemos hablado aquí sobre nuestras cosas y sobre la unidad de la Rama Sindical y la organización clandestina de nuestra Rama Política peronista.

La semana pasada le envié una carta con otro compañero que viajaba, espero que la haya recibido, pero como Silvestre viaja esta semana, no he resistido la tentación de escribirle nuevamente. Pienso que el juicio que le menciono en el primer párrafo de esta carta, y que pertenece a un peronista anónimo, es el mejor elogio que se puede hacer de usted y de su conducción: lo primero, porque las virtudes personales son el primer fundamento en la afirmación de un dirigente; y lo segundo, porque veo claramente su prudencia que le aconseja no empezar a los golpes como muchos quieren. Es preciso, en cada caso, ganarse el derecho de ser duro, no olvidando que lo primero que se debe adquirir para conducir es el prestigio, luego vendrá la obediencia y, a continuación, la infalibilidad, que es el grado más alto que se puede alcanzar en la conducción política.

Por otra parte, de acuerdo con su programa orgánico funcional, creo haber comprendido que era su aspiración proceder a integrar primeramente al Peronismo, para lo cual se imponían dos objetivos iniciales: unir y solidarizar a la Rama Sindical y transformar la organización de superficie del Movimiento en una orga-  nización clandestina que la reemplazará, evitando así la represión y persecución. Si eso se realiza acabadamente, yo no tengo la menor duda de que todo se le facilitará en la conducción ulterior porque facilitará una planificación y permitirá una acción coordinada de todas nuestras fuerzas, permitiendo asimismo una lucha con objetivos perfectamente establecidos y un esfuerzo con unidad de acción que es lo indispensable y lo que nos ha venido faltando desde hace mucho por falta de una conducción centralizada.

La falta de decisión y entusiasmo que se nota en el Pueblo argentino en la defensa de sus derechos y libertades esenciales, obedece principalmente a dos circunstancias: primero, que no ve posibilidades cercanas porque la conducción anterior careció de objetivos y la lucha se realizó solo esporádicamente y mal conducida y, segundo, porque la intimidación que la dictadura ha puesto en marcha ha tenido su efecto. Ambas cosas se pueden cambiar si se dispone de una organización y se consigue realizar una conducción coordinada y eficiente. Quedará por vencer la apatía de los dirigentes políticos y los intereses menguados de los sindicales. Los dirigentes políticos están apáticos porque están cansados de la larga lucha, porque temen a la represión y porque no hay incentivo de cargos a la vista, en consecuencia, habrá que buscar remedio a estos males con diversos arbitrios. En cuanto a los dirigentes sindicales, empeñados en intereses parciales, personales o de círculos, será preciso irlos radiando paulatinamente, por lo menos de la conducción efectiva donde son peligrosos, para reemplazarlos por otros que, aunque fueran menos “habilidosos”, por lo menos fueran más honestos y peronistas.

Yo percibo que usted realiza estas acciones lentamente y con la prudencia indispensable. Tampoco se me escapa que esto no se puede hacer de la noche a la mañana y que los vicios y defectos están bastante arraigados. Sin embargo, pienso que debemos ir pensando en poner en marcha una acción, porque si no el enemigo nos puede ganar demasiado tiempo y prepararnos una acción como la de Medio Oriente. Es indefectible que nosotros debíamos, en el asunto sindical, hacer un alto en las operaciones a fin de reordenar las fuerzas para no seguir empeñándolas en tan perjudiciales condiciones, pero no es menos importante considerar que, con ese alto, damos a la dictadura un respiro que le era sumamente necesario. En la contemplación de ambas circunstancias, podemos encontrar el término medio justo para la acción. Es lo que yo pienso desde aquí, lo suficientemente alejado como para no influenciarme por lo anecdótico, pero demasiado lejos como para apreciar realmente las circunstancias precisas que aconsejarán el proceder de cada momento.

Sé que la dictadura tiene sus problemas internos como los tenemos también nosotros. Imagino que ellos no duermen tampoco en “un lecho de rosas” y que el tiempo es un factor muy determinante que, hasta ahora, había estado a nuestro favor pero que, si el tiempo pasa ante nuestra inactividad, puede volvérsenos adverso con una consolidación siquiera sea parcial o circunstancial de [la] dictadura. Nuestro Pueblo ha demostrado en estos doce años que es naturalmente apático y aguantador, tal vez un poco temeroso y camandulero, que no actúa sino cuando se ve impulsado por una conducción que lo lleve y una “aliviada” que lo ayude. Tampoco sería lógico empeñarlo en una lucha de fuerza con la fuerza misma, pero sí se pueden desarrollar acciones como las que conversamos en su visita, en las que llevará esa “aliviada” y que pueden ser efectivas en los actuales momentos si se las realiza generalizadamente, en todo el país, con unidad de acción y empleando procedimientos adecuados. De cualquier manera, las formas de conducir nuestra lucha creo que deben ser de dos naturalezas: una lucha de conjunto en la que la conducción es todo porque presupone medidas también de conjunto, congruentes y coordinadamente planificadas, que llevan a una conducción centralizada a fin de asegurar la unidad de concepción y de acción. La otra lucha es la que se puede realizar descentralizadamente y que presupone la acción de todos los peronistas, en todas partes y en todo momento, mediante campañas de provocación, intimidación, sabotajes, boicots, etc., que deben coincidir en grande con la conducción de conjunto anterior. Si ambas cosas se realizan, no tengo la menor duda de que la dictadura y las fuerzas monopolistas que la apoyan y que se apoyan en su fuerza militar, comenzarán a sentir los impactos cada día con una mayor intensidad. Lo peor aquí, como en la guerra, es permanecer inactivo, porque siempre es preferible una mediocre acción que nada. La lucha hay que mantenerla, por lo menos para neutralizar en parte las acciones del enemigo, si es que no se puede llegar más adelante. El desgaste es también una forma de ganar, y a la dictadura, que también tiene sus disensiones internas, está en el gobierno y trata de ganar tiempo, nada le perjudicará más que el desgaste que le provoquemos y que se sumará al que ya de por sí produce el hecho de gobernar, máxime si consideramos las circunstancias difíciles en que debe hacerlo.

Tanto mi larga experiencia como mi intuición me dicen que la situación argentina, tal cual se presenta tanto desde el punto de vista político como social, [en] las condiciones en que la dictadura se propone seguir actuando y [en] las condiciones en que se encuentran las fuerzas populares, presenta un cuadro peligroso. Todo me hace pensar en la necesidad de ir pensando, desde ya, en la necesidad de preparar algo decisivo para aplicar en el momento oportuno. Ya no podemos pensar ni en elecciones, ni en otras soluciones circunstanciales de otro tipo en las que el Peronismo pueda tener cabida de ninguna naturaleza. La actual dictadura no se diferencia en nada de la de Aramburu: sus hombres son los mismos y sus métodos exactamente iguales, aunque todavía no haya llegado a la violencia porque han reemplazado a ésta por procedimientos insidiosos que resultan aún más perjudiciales para el Pueblo. Las fuerzas políticas disueltas no parecen dar señales de vida efectiva como no sean sus manifiestos intrascendentes e inoperantes; pero de acción efectiva, nada. Si nosotros no nos ponemos a hacer algo en serio, estoy seguro de que ningún otro lo hará.

Por todo lo anterior, creo que ha llegado el momento de comenzar a actuar a través de todos los dirigentes del Movimiento: darles una idea clara de lo que tenemos que hacer y exhortarles a que cada uno de ellos comience a prepararse en su ámbito con decisión y energía, utilizando solo a los que merecen confianza y que sean capaces de hacer algo útil, no tratando, como se ha hecho hasta ahora, de trabajar en mezquinas acciones de provecho personal. Promover una acción semejante puede ser el comienzo y, luego, “el apetito vendrá comiendo”. Hay que destruir, por cualquier medio, la apatía dominante, porque si ello no se consiguiera, habríamos perdido el tiempo durante doce años [al] sostener una lucha que, por abandonarla al final, se habría perdido a pesar del sacrificio inmenso realizado en todos los órdenes. Eso lo sabe la dictadura y por eso trabaja lenta, pero seguramente, en ir acentuando nuestra apatía y tratando de desarrollar un clima de conformismo que termine por apaciguar a todos en una desgracia preconcebidamente creada para dominar. Si nosotros no reaccionamos contra tales formas de dominación, estaremos perdidos. Hay que ya comenzar a hablar de revolución y prepararla lentamente en el Pueblo, porque frente a la tarea que se ha impuesto el gobierno militar de crear las condiciones de aguante popular, nosotros debemos crear las de rebelión, aunque después ésta no se realice. Ellos se proponen acentuar la acción nerviosa del “vago” y nosotros debemos agitar al “simpático”, aunque para ello debamos “tocar el trigémino”.

En fin, no sé si me equivoco pero, a esta “altura del partido”, yo creo que ya no queda nada que esperar: o nos ponemos los pantalones, ajustamos bien la faja y actuamos, o los acontecimientos pueden superarnos en poco tiempo más. Si el Movimiento no da para más, a pesar de nuestro empeño y de nuestros desvelos, habrá llegado la hora de pensar que ha sido vencido por sus dirigentes; habrá también llegado el momento de recordarle que los pueblos que no quieren o no saben luchar por su libertad, merecen la esclavitud.

No deje de saludar a su familia tanto en mi nombre como en el de Isabel, que siempre los recuerda con mucho cariño y agradecimiento. Otro tanto para todos los peronistas que le acompañan.

Un gran abrazo.

16. El gobierno militar elevó la edad mínima para la jubilación.

22. Monseñor Juan C. Aramburu fue designado Obispo Coadjutor de la Arquidiócesis de Buenos Aires.

25. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

Aprovecho el viaje del compañero para hacerle llegar mis noticias y, aunque no he recibido nuevas noticias de usted, sin duda porque los correos son difíciles, estoy perfectamente en claro de la situación por las informaciones que me llegan vía Vicente y otros conductos. No debe usted preocuparse demasiado, porque las informaciones me llegan. El consenso general sobre su actuación es excelente. No debe hacer caso de las maniobras de provocación, como las publicadas en el “Correo de la Tarde”, porque eso es signo que comienzan a temer la eficacia de su conducción. A nada de eso son ajenos algunos peronistas que también actúan en el diario “El Mundo” donde las “versiones” están también inspiradas en el mismo tipo de provocación, pero aquí con el agravante de que se trata de algunos perturbadores y traidorzuelos que pasan por peronistas. Pero, en el juego normal de la “política parda” tendrá siempre estas excrecencias malignas: hay que dejarlos y esperarlos, llegará un momento en pueda usted asestarles el golpe certero que los ponga fuera de combate. Todo es cuestión de paciencia. Siempre llega ese momento.

He estado el 23 con el compañero Marcos Almonzy que, de regreso de Ginebra, me contó lo ocurrido en la Conferencia de la O.I.T. en la que Castillo leyó su informe sobre la situación argentina en lo sindical, que ha causado tal mala impresión en la dictadura porque, según parece, ha leído lo preparado por Alonso que es realmente un golpe fuerte recibido por la dictadura en la opinión internacional. Me llega igualmente la esperanza de que estos muchachos nuevos que se han hecho cargo de la C.G.T. han comenzado bien y que, probablemente, romperán las trenzas, desligándose de la influencia maléfica de sus “capos”, que tan mal condujeron todo en el anterior periodo que dio lugar a un triunfo de la dictadura militar y posibilitó a Krieger Vasena lanzar un plan de intimidación contra las masas de trabajadores organizados. Creo que no estará de más que, si estos nuevos dirigentes se portan bien, darles todo el apoyo que merezcan, en todo sentido. Lo importante es deshacer las trenzas que han sido tan nefastas no solo en la Rama Sindical del Movimiento sino que han trascendido a la Rama Política a través de los neos.

Hemos conversado largamente con el compañero que le entregará esta carta y él le podrá informar sobre cómo veo yo la cosa desde acá. Según parece, las divisiones y enfrentamientos dentro del elenco gubernamental y los altos jefes del Ejército continúan aumentando e intensificándose, lo que es un promisorio factor para el futuro. Si fuera posible armar un poco de provocación entre és tos, para poder manejar en algo la disociación, sería de extraordinario provecho para nuestros fines. En fin, usted verá allí, qué se puede hacer en este sentido. Debe haber en los cuarteles el alcahueteo normal que siempre es propicio para operaciones de provocación y muchas veces el aprovechamiento es solo cuestión de ocasión. Si se cuenta con algunos muchachos dispuestos, como me ha informado Iñiguez, se puede intentar ahondar el malestar que, por cualquier circunstancia, se suele producir.

Sobre nuestra unidad, salvo los casos de la traición solapada de algunos que conocemos, todo parece propicio. Es necesario insistir en esto porque sin antes llegar a la unidad, no se puede organizar. El Peronismo, que en la lucha electoral no necesitó organización porque teníamos los votos, fue conducido en forma un tanto inorgánicamente. Pero, ahora, ya no se trata de cuestiones electorales sino de otra lucha que impone la necesidad de organizarse de la mejor manera para actuar desde la clandestinidad. Ello impone formas nuevas y conducción diferente, especialmente en lo táctico. Por eso veo muy bien su plan de acción: alcanzar primero la unidad en la Rama Sindical y, simultáneamente, organizar el conjunto, [para] luego comenzar a aplicar una conducción combativa. La aparente falta de entusiasmo peronista y la apatía del Pueblo argentino, obedece en mucho al estado de inorganicidad a que nos habían llevado las anteriores conducciones tácticas, que también posibilitaron las desviaciones políticas de los neos y la intromisión gubernamental de nuestras organizaciones a través de los traidores emboscados en las organizaciones, como también, preciso es confesarlo, la ambigüedad creada en los primeros tiempos de la dictadura, que no nos permitía lanzarnos sin más al ataque.

Pero, ahora en claro de la situación y habiendo la dictadura mostrado sus uñas, no tenemos ya nada que esperar. Hay que planificar a corto y a largo plazo, y meterle con decisión y energía.

En mi concepto, el Justicialismo, aunque pueda considerarse desarticulado en algunas expresiones, mantiene su vitalidad y reclama una palabra firme de orientación para preparar y resguardar sus posibilidades en la recuperación institucional del país. Brasil está a la vista, se ha podido aguantar, pese a las diferencias de mentalidad y sensibilidad con nosotros, un régimen de fuerza que debió llamar a elecciones aunque con todas las limitaciones conocidas. En nuestro país, para apreciar, creo que tiene menos asidero un gobierno de fuerza. Hay que contemplar el estado del país para llegar a la conclusión de que es una utopía esa decisión de no llamar a elecciones en diez años. Se evidencia un movimiento político que, sin dirigentes, espontáneamente, trata de llegar a coincidencias. Esta vez, parece que la conjunción se hará en las bases y, por consiguiente, será sólida y permanente. Tan grande suma de fuerzas populares reclama la vertebración del Peronismo, porque solamente su número y su gravitación doctrinaria evitará los riesgos de la vuelta al liberalismo o de la caída en el comunismo.

Creo que si bien nosotros debemos tratar de formar un frente general de oposición a la dictadura militar, como medio de presionarla y obligarla políticamente a ese efecto, debemos mostrarnos proclives a la unión con los radicales, conservadores del Pueblo, socialistas amigos, demócratas cristianos, nacionalistas y otros que sean simpatizantes tardíos del Justicialismo; por una cuestión de conveniencia inmediata en el orden de la política, debemos apreciar en cada uno de ellos lo que realmente vale para nuestro gobierno. Pero, por sobre toda otra consideración, debemos persuadirnos sobre la necesidad imprescindible de organizarnos para la lucha activa de estos días y mantener nuestra conducción en el Peronismo, como expresión de fuerza política para evitar caer en manos de otra fuerza que, con más habilidad o más ambición, pretendiera dominarnos también a nosotros.

De todo lo que yo sé, los radicales del pueblo son los que más se interesan de una unión con nosotros, especialmente en los sectores intermedios y la Juventud Radical. Muchos dicen que este radicalismo se encuentra en disolución desde la caída de Illía. Pero a nosotros qué puede importarnos si conseguimos que se agreguen a nuestra fuerza. Lo mismo pasa con muchas otras fuerzas, sindicadas también como en tren de desaparecer por las circunstancias, pero el Peronismo se formó así: por los que abandonaban sus banderas cambiándolas por otras que mejor satisfacían sus aspiraciones e ideales. En los momentos que nos toca vivir estamos abocados a una operación en dos tiempos: el primero, voltear a la dictadura de alguna manera y, segundo, tomar el poder en la forma que sea. Para lo primero, es indispensable contar con la mayor cantidad posible de pueblo para oponerlo a la dictadura y, para lo segundo, necesitamos mantener al Peronismo en el más alto pie de poder cuantitativo que es lo que, en un momento dado, puede posibilitar la toma de poder.

Nosotros tenemos la experiencia de 1945: el 17 de octubre. La fuerza militar es poderosa pero frágil: nosotros entonces con unos cuantos miles de muchachos en las calles de Buenos Aires derrotamos y podríamos haber volteado, si lo hubiéramos querido, al gobierno militar de entonces. Convengo que esta dictadura es más fuerte que aquél, pero también nosotros podemos organizar un Pueblo más fuerte que el de entonces, todo es cuestión de procedimientos. Por eso creo que la unidad que ha de conseguirse, debe estar dirigida a todo el Pueblo argentino, sin distinción de tendencias ni banderías, para el primer tiempo de la operación; después veremos lo que haya que hacer, porque mientras la dictadura esté en el gobierno, no tenemos posibilidad a la vista. Eso es lo que me impulsa a pensar en la necesidad de llevar adelante la captación de los demás sectores políticos que, aunque no movilicen mucho, siempre serán esfuerzos y refuerzos tendientes a fortalecernos en la posición y en la lucha que tenemos por delante. Sé que Remorino y Michelini trabajan con usted en este sentido, y algunos dirigentes jóvenes del radicalismo del pueblo hasta me escriben ya, por lo que presiento que si nos decidimos a esa unión, no tenemos nada que perder. Cuando las cosas se ven claras así, hay que meterle sin temor; creo que es lo que debemos hacer en esta emergencia.

En lo político, el enfrentamiento de la fuerza contra la opinión, suele tener dos etapas: la inmediata, favorable a la fuerza; y la mediata, favorable a la opinión. Debemos entonces nosotros enfrentar hábilmente la primera etapa y preparar la fuerza de la opinión en la mejor forma para la segunda etapa que es realmente decisiva. Recuerde que en 1945 hicimos las cosas así y nos fue muy bien. No digo que debamos repetir lo mismo, pero son estas experiencias las que nos deben servir de inspiración en el nuevo intento, apropiando las medidas y adaptándolas a las necesidades originales de la nueva situación. Nosotros sabemos por la historia militar que, si bien no se puede copiar, no se puede tampoco negar que muchas batallas han servido de inspiración a otras, porque lo que varía en esos casos son las meras formas de ejecución, que es lo que sirve para adaptarse a las nuevas circunstancias.

Usted es el Comando Táctico y, en consecuencia, el conductor de la batalla. A usted le corresponde decidir y ejecutar, yo solo aventuro opiniones propias como intento de colaboración lejana. Veo claro el cuadro de conjunto porque el alejamiento me ayuda a eso, al alejarme del fragor de la lucha activa pero, indudablemente, este mismo alejamiento me distancia también de algunos detalles que, por su importancia, pueden ser decisivos en las decisiones circunstanciales, siempre tan importantes para la conducción.

Imagino todo el trabajo que tendrá para nivelar conductas y ambiciones. Nuestros dirigentes, que habrá podido conocer y tratar en sus viajes al interior, que se ha realizado con gran éxito, no son malos. Tienen sus ambiciones como todos los que actúan en la política y por eso conviene no taponeárselas, porque entonces suelen salir de cauce. “Corriendo a cada loco para donde dispara” se suele tener beneficios insospechables de los hombres. Cada uno de ellos es útil en uno o en varios sentidos: hay que saberlos comprender y utilizarlos, es parte del arte y especialmente de la técnica de la conducción política. Yo sé que usted, en este sentido, está demostrando poseer una buena “mano izquierda” y su procedimiento de “amansamiento” le da buenos resultados: nunca se arrepentirá de eso. En la tarea política de manejar hombres es siempre mejor entusiasmar que apagar ilusiones, porque la esperanza es, a veces y en ciertos hombres, tan importante como la mejor realidad. Dicen que la diferencia entre un político y una dama consiste en que si el político dice que no, no es un político; como la dama dice que sí, no es una dama. Lo que más puede decir un político negativamente es: tal vez, quizá o puede ser. De ahí no debe pasar, porque siempre es mejor impedir que negar.

Yo sé que esto usted lo practica admirablemente. Cuide siempre de no caer en la ira, que suele ser tan mala consejera. La virtud de un conductor, en este sentido, es la paciencia. El que no sabe aguantar, no va lejos. Hay que aguantar hasta el límite necesario, porque eso le dará la oportunidad de matar en el momento oportuno, porque en política no hay que largar nunca a un bicho con una pata rota. Hay que ver el mal que puede hacer un herido. Por eso, o no se hace nada o se mata. Naturalmente que se trata de la muerte política, no del asesinato como los mal intencionados han pretendido ver algunas veces en mis palabras al respecto. Precisamente reconozco en usted una virtud extraordinaria para la conducción: la humildad. Es precisamente la humildad la que domina al mundo, jamás la soberbia. Por otra parte, al alma jamás llega sino repulsivamente la soberbia, en cambio la humildad llega siempre con la mayor eficacia en los sensibles. Los que carecen de sensibilidad, no sirven ni para Dios ni para el Diablo.

En estos quehaceres, vale mucho más la constancia si está calificada por la inteligencia, que el valor o cualquiera otra de las virtudes, por eso el carácter, sin exteriorizaciones inútiles, suele ser el motor que proporciona la verdadera fuerza motriz de la acción. Perseverar es la virtud de los que defienden la verdad, y en eso estamos nosotros ahora. No hay que desmayar en la repetición porque es mediante ello que la gota orada la piedra. El que de alguna manera ha sido maestro sabe que la mejor pedagogía se afirma siempre en la repetición, que es lo único que fija. Nuestra gente, generalmente proviene del Pueblo humilde, necesita de esa repetición más que ninguna otra. Persuadir, persuadir y persuadir, para lo cual hay que repetir, repetir y repetir.

Como veo que usted sigue una línea de conducta perfectamente adaptada a las necesidades de una conducción inteligente y sensible, no debe hacer caso a los que le dicen que hay que ser más enérgico y mandar, porque antes de ello es preciso ganarse el derecho a hacerlo y eso se consigue solo con un trabajo constante, con una gran sensibilidad y una extraordinaria imaginación que han de estar siempre en juego en cualesquiera de los problemas que se traten. Los que anhelan la energía y el mando duro, son aquellos que primero protestan y sabotean cuando las medidas de ese mando duro les tocan a ellos. No hay mando duro en la conducción política porque, en este campo, no se trata de obligar sino de persuadir.

Creo que, por las noticias que recibo, usted ha sido recibido admirablemente bien por los hombres ecuánimes y justos del horizonte directivo del Movimiento. Se está ganando el derecho a ser obedecido, después de ello vendrá el verdadero prestigio y, luego, la infalibilidad que es su consecuencia y que da la posibilidad de conducir con soltura. No olvide nunca que, sin un margen de infalibilidad ganada, la conducción no puede ser cómoda. Usted sabe que el Papa se la ha asegurado por el dogma pero, por si ello fuera poco, la ha confirmado “por decreto”. El único seguro contra el error que todos conocemos circunstancialmente es solamente un margen de infalibilidad que se haya podido alcanzar con los aciertos. Conocemos los aciertos de Napoleón, de Federico o de César. No conocemos sus errores que, sin duda, habrán cometido muchas veces y, si la historia, que suele ser tan justiciera, se los perdona a los grandes hombres, ¿qué podría tener de ilógico que los hombres comunes hicieran lo mismo?

Bueno, querido amigo Alberte: que Dios lo ayude y que la fortuna que solemos necesitar los que conducimos, le salga todos los días al paso. Perdone mi lata pero, como no puedo conversar con usted de otra manera, tengo que someterlo de cuando en cuando a mis “cosas de viejo” que, como dice Fierro, es la de boca del viejo de ande salen las verdades o que el Diablo sabe por diablo pero más sabe por viejo. No sé si nada de esto le servirá a usted como me ha servido a mí, pero mi buena intención me excusa de otros comentarios.

Saludos de Isabelita, que los recuerda siempre con agradecimiento, para Usted y los suyos. Mis mejores deseos para todos. Saludos a los compañeros, con mis deseos de buena suerte.

Un gran abrazo.

Carta de Juan D. Perón a Alberto Asseff (h)

Mí querido compatriota:

Me ha dado Usted una gran satisfacción con su carta del 12 del corriente, de contenido tan sensato como amable, que tengo el placer de contestar.

Siempre he tratado en mi vida pública de apartarme de todo sectarismo, no sólo por naturaleza y por costumbre, sino también porque en política todo sectarismo es negativo. Pertenezco a un sector de nuestra comunidad que nunca ha querido ser un partido político sino un gran movimiento nacional. Como tal ha sido formado por hombres de todos los estamentos nacionales y de todas las proveniencias. Su ideología y su doctrina son puramente nacionales y, aunque entre nosotros pueda haber algunos sectarios, como generalmente ocurre en todos los movimientos ideológicos y doctrinarios, ello no quiere decir que el Movimiento lo sea.

Cuando formamos nuestro Movimiento, yo personalmente o por intermedio de otros compañeros, hicimos un llamado a los hombres de todos los partidos políticos que entonces componían el panorama nacional y muchos se incorporaron al Movimiento. El Partido Radical, concurrió en masa con algunos de sus sectores más progresistas, lo que se justificaba ampliamente porque esos sectores estaban en un revisionismo que coincidía con nuestros pensamientos y programas. En cambio, otros se negaron a hacerlo, tal vez por una cuestión partidaria y, no por sentimientos, ni porque no coincidieran con nuestros designios. De la misma manera acogimos a los sectores socialistas, conservadores, etc. que se incorporaron al Movimiento Peronista en las mismas condiciones que los demás.

Tanto consideramos a los radicales de entonces, que el Vice Presidente de nuestro primer Gobierno fue el Doctor Quijano de esa proveniencia. No era este un favor a nadie, sino que se trataba de personas que provenían de una agrupación política que pensaba y sentía como todos nosotros. Otro tanto pasó con los socialistas y aún los conservadores que, en amplios sectores nos han acompañado en estos veinte años de lucha y trabajo. Ningún radical podrá sostener con fundamento que han combatido al Peronismo por diferencias ideológicas o porque nosotros les hemos negado el derecho de participar en nuestras actividades durante esos veinte años. Los que han estado en contra nuestra lo han hecho por meras cuestiones políticas de menor cuantía, jamás por diferencias de fondo. Es natural que cuando fuimos combatidos violentamente, no tuvimos otro remedio que defendernos.

Nosotros estamos donde siempre estuvimos: listos para unirnos a los demás argentinos de buena voluntad que deseen compartir el esfuerzo común, dentro de las ideas acordes que la evolución impone y las necesidades nacionales aconsejan para un mejor destino nacional. En la Patria están presentes y latentes elocuentes muestras de tales intenciones que la Providencia nos ha permitido realizar. En ese concepto es que seguimos una marcha y una lucha que no desarrollamos en contra de nadie sino en favor de todos.

N se me escapa que hay obstáculos: en el radicalismo, por parte de los que pasionalmente mantienen el encono de luchas pasadas por los que piensan que «Perón los pueda engañar nuevamente» dividiendo el radicalismo y por los que sienten ya marginados y superados por los hechos. Los primeros sólo pueden ser neutralizados por un procedimiento que emplee, como fuerza motriz, a la grandeza; los últimos con la resignación, que también es virtud política y, los que creen que yo les he engañado, «sacándose eso» de la cabeza porque, como antes he dicho, nosotros no engañamos a nadie que no haya querido engañarse a sí mismo.

En cuanto a los dirigentes gremiales poco interesados en un acuerdo, renguean de la misma pata que los dirigentes radicales que no ven perspectivas personales en la unión, pero afortunadamente el natural trasvasamiento generacional, que se realiza en este orden de ideas en el peronismo sindical, terminará con ellos. El Peronismo, como partido político, ha publicado en la forma que ha sido posible, su posición ante la dictadura militar, tanto al comienzo de la misma como luego cuando la superchería se puso en evidencia, como asimismo, seremos más claros y terminantes en el accionar ya que seguimos sosteniendo uno de los apotegmas más viejos del Peronismo: «mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar».

Los que duden sobre la viabilidad de un acuerdo es porque les falta fe y confianza, probablemente porque ellos tampoco son capaces de inspirarlas. En esta clase de acuerdos hay que entrar como en el baño frío: de golpe y luego adentro moverse, porque si andamos tanteando nos puede dar miedo y no meternos. Una vez adentro, si hemos ingresado de buena fe y con convencimiento, todo se arreglará. Si nos gastamos en discusiones y controversias inoperantes, es probable que la dictadura salga con su gusto: quedarse diez años en el gobierno y, entre tanto, llevar al país a su desastre definitivo.

Es claro que la maquinaria oficialista echará mano a todos los recursos del poder para que no nos unamos porque piensan que es necesario «dividir para reinar», pero no debemos temer ni a la dictadura ni a sus escribas publicitarios, porque tenemos razón, que superará siempre a todos los sofismas de una propaganda como la goma de mascar, que todos mastican pero ninguno la traga.

Sobre los objetivos del acuerdo, no creo que debamos discutir mucho: nosotros sabemos lo que Ustedes quieren y Ustedes saben lo que nosotros anhelamos, pero por sobre toda otra consideración, nos unimos para salvar al país, primero de las actuales acechanzas dictatoriales al servicio de la antipatria y luego del desastre que en todos los órdenes infiere la acción de un gobierno militar que intenta perpetuar ignominiosamente un poder bastardo, que ha usurpado.

Con referencia a mi persona, a mi edad y con mi historial, Usted comprenderá que estoy sobre el bien y sobre el mal. Creo simplemente que puedo prestar mi último servicio al país y en ello pongo mi empeño. Es una suerte de testamento político dinámico: entregar a la nueva generación de argentinos el «testimonio» con el que he corrido veinte años en esta carrera de posta generacional que estamos corriendo. Si, además de ese testimonio, pudiera pasarles algo de la extraordinaria experiencia con que la vida me ha cargado, al cargarme de años, me podría morir más tranquilo.

Cuando algunos radicales afirman que yo los he engañado, no dicen la verdad: bastaría preguntarles a los actuales peronistas provenientes del radicalismo, si están desconformes de haber engrosado nuestro Movimiento. Lo que pasa es que resulta difícil explicar lo inexplicable, como resulta el hecho de haberse colocado en oposición de un Movimiento que realiza lo que hace tantos años viene propugnando el radicalismo.

La juventud radical, libre de otros intereses que no sea el bien de la Patria, debe conocer la verdad tal como es, para que le sirva de punto de partida en una empresa que puede llegar a ser decisiva en el futuro del país. Ellos tienen derecho a participar activa y decisivamente en nuestro destino porque, en último análisis, serán los que han de gozar o sufrir las consecuencias. Por eso comparto sus ideas: este tiempo requiere menos improvisación y sordidez y más buena fe que den posibilidad de proceder con mayor grandeza y mejores intenciones que las que se han visto hasta ahora, probablemente ocasionadas por una lucha insensata impulsada más por las pasiones que por la reflexión y el razonamiento.

Comparto su idea sobre la necesidad de unirnos y promover un gran movimiento nacional en procura de mejor suerte para la República, en el que debe participar la ciudadanía argentina que esté inspirada en los mismos sentimientos. En la Argentina, como ocurre en casi todo el mundo actual, nadie puede gobernar sin el concurso del Pueblo organizado. Eso sólo se puede conseguir con el esfuerzo común de las fuerzas políticas con arraigo popular y mediante las tres banderas que enarbolamos ya hace más de veinte años: la independencia económica, la soberanía popular y nacional y la justicia social.

El enfrentamiento, no sólo de los radicales sino de todo el que comparta estas ideas de buena fe, no puede ser sino perjudicial para los fines de nuestra propia nacionalidad. Se hace más evidente en el caso del radicalismo, porque coincidimos en los objetivos básicos que inspiran nuestra acción y porque dividimos negativamente una acción que, congruentemente, debía sernos común. De ello, es de donde las fuerzas antinacionales, pueden sacar mayor provecho, frente a un Pueblo arbitrariamente dividido.

Claro que no se trata de un pacto entre el General Perón y la generación intermedia ni la juventud del radicalismo, ni menos aún se trata de un sucio contubernio (como los que hemos contemplado en otros casos) hecho a espaldas del Pueblo, sino de un acuerdo honesto en procura de resolver el más grave problema que se le ha presentado al país en muchos años. Por otra parte, yo soy sólo un peronista más, que cumplo mi función y mi misión en un puesto, como cualquier otro. No procedo jamás discrecionalmente sino ajustado estrictamente a la función que el Movimiento me ha confiado. Dentro de esa acción, de mi responsabilidad, no estoy facultado para excluir a nadie de un pacto nacional. Los que enfrenten este acuerdo, como bien dice Usted, lo harán porque no creen en la unidad del Pueblo y tampoco en nuestro propio destino.

El país se encuentra en una grave encrucijada, que no nos da tiempo para gastarnos en cabildeos ni en tratativas intrascendentes. Es preciso que la juventud argentina, sin diferencias de banderías ni partidismos, se dé cuenta cabal de ello y se una en la tarea común de buscar remedio a los males, que cada día serán mayores si no se pone coto a los desbordes dictatoriales del gobierno militar que está azotando al país. Debe también persuadirse que sin luchar en forma efectiva y tal vez violenta no conseguirá imponer su ley de acción. Para lograrlo es que necesita estar unida y solidaria porque la lucha impone accionar hombro con hombro. Si hay decisión y buena fe nada se opondrá a estos designios, pero si entramos al campo de las triquiñuelas políticas estaremos perdidos antes de empezar.

Yo sé que tenemos enemigos pero, si accionamos con la firme voluntad de vencer, también sé que venceremos. Para ello es que necesitamos formar un movimiento nacional, con un Pueblo unido en ideales comunes, encuadrado por dirigentes que tengan conciencia de su deber de argentinos, que atienda al enemigo que tenemos al frente y no se desgaste en litigios internos por cuestiones e intereses personales o de círculo. Debemos olvidar lo que del pasado nos puede ser negativo, Porque sino no se podrán alcanzar las condiciones que nos permitan luchar por el futuro.

El Peronismo está en su puesto: tenemos conducción y poseemos un caudal poderoso, animado por una doctrina que nos es común, sabemos lo que queremos y estamos en la tarea de organizamos convenientemente para adaptarnos a las actuales circunstancias. Hasta ahora, para hacer frente a las contingencias electorales, teníamos votos, lo que nos permitía prescindir de la organización. Ahora ya no se trata de elecciones y debemos organizamos para enfrentar una lucha diferente en la cual la organización es imprescindible. Antes de lanzamos a esa lucha en forma decisiva anhelamos que Ustedes nos acompañen en pie de igualdad, con las mismas prerrogativas e idénticas obligaciones. Ese es nuestro pensamiento, el que ha sido siempre y el que mantendremos tanto en la fortuna como en la desgracia. Sin la solidaridad inspirada en la mayor grandeza, ninguna lucha es posible en común.

Bueno amigo: creo haber contestado a todas sus justas inquietudes que, a pesar de mis setenta y uno, son las mismas mías porque así como hay viejos de veinte hay también jóvenes de setenta. Soy un partidario decidido y enérgico de nuestra unión, desgraciadamente me encuentro tan lejos que debo confiar en todos Ustedes para realizarla. Dios quiera que lo hagan en forma que la Patria tenga algo que agradecerles.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan Perón

27. Puesta en venta de los talleres de reparaciones navales (TARENA) hasta el momento gestionados por el estado.

29. Carta de Juan D. Perón a Susana Valle, escrita desde Madrid.

Querida Susanita:

por mano y amabilidad del Dr. Antún he recibido tu carta del 15 de junio pasado y tengo el placer de enviarte la autori­zación para el bautismo de la niña Eva Anahí Fandi y la foto­grafía para el Coronel Luis María Moreno.


Veo por tu carta que se interesan allí también por el asunto de Medio Oriente. Creo que se trata mas que nada de una lu­cha entre los imperialismos por copar sectores del Tercer Mun­do y que ha utilizado, como «cabeza de turco», a los árabes por parte de Rusia y a los judíos por el Imperialismo yanqui. Como habrás podido observar por lo que ha ocurrido en estos últimos días, tanto Rusia como U.S.A. tienen miedo de provocar la guerra y ambos «se han ido a barajas» sin que eso sea obstáculo para seguir peleando, pero en la U.N. Al final esta gue­rra provocada por ambos y que podría ser un segundo Vietnam quedará reducida a una lucha diplomática y, los perdedo­res, serán nomas árabes y judíos.

Hago llegar al Mayor Alberte mi opinión sobre la marcha del Movimiento, que creo que la está dirigiendo muy bien y también una nueva cinta magnetofónica sobre la cuestión. Creo que en este momento es preciso ajustarse a una conduc­ción táctica: unida la rama sindical y organizado clandestina­mente el Movimiento, será preciso volver a desarrollar la solida­ridad gremial perdida y trazar ya los planes de lucha de con­junto, mediante una organización, preparación y conducción táctica apropiadas, lo que sé que ha de realizar bien Alberte. Por eso desde ahora es preciso que los peronistas se subordi­nen al Comando Táctico con la mayor obediencia y discipüna porque nada se podrá lograr ni en la inorganicidad ni en el desorden.

Por eso hay que ponerle el hombro a Alberte, suspender todo lo que origine fricciones dentro del Movimiento, procder solidariamente neutralizando la acción de los infiltra y provocadores, y cooperando sinceramente en la condución. Yo sé que hay muchas pequeñas cuestiones inte pero la necesidad de enfrentar al enemigo de afuera impone suspender, por lo menos, todo lo que puede representar lucha adentro. Hay sí que vigilar a los tránsfugas y traidores de distinto pelaje, que sabemos que existen, para aplastarlos como a jas alimañas, de cualquier modo y en lo posible sin llamar la atención ni dar pasto a los escribas al servicio de la dictadura.

En este momento todo ha de ser unión y solidaridad pero­nista porque la conducción táctica necesita, para organizar, antes que nada la buena voluntad de todos para alcanzarla dentro de los organismos que forman el Movimiento. La larga lucha hahécho que nuestra gente se enfrentara en fracciones animadas por dirigentes sin prestigio y sin honestidad; pero ese momento ha pasado y seguirá pasando más a medida que diri­gentes jóvenes y sin intereses personales ni de círculo se vayan haciendo cargo de la dirección.

No dejes de saludar a las compañeras que trabajan contigo.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan Perón.

El dirigente cordobés Julio Antún, visitó a Perón en Puerta de Hierro.

Julio de 1967

3. Perón concedió una entrevista al Diario Crónica.

La Editorial Sudestada publicó el folleto de Rodolfo Ortega Peña y Eduardo L.Duhalde titulado Las guerras civiles argentinas y la historiografía.

10. Carta de Juan D. Perón a Arturo Illia.

Señor Presidente: El Doctor Don Jerónimo Remorino me ha informado sobre su explicable disgusto por algunas apreciaciones sobre su persona que se me atribuyen, lo que me ha producido un natural desagrado…Niego en absoluto que hay emitido ningún juicio sobre su persona y menos áun peyorativo, porque no es el que concepto que tengo formado sobre Usted, a quien considero un hombre honesto, patriota y bueno por sobre todas las cosas.

Estoy ya acostumbrado a que se me atribuyan declaraciones que nunca he hecho, porque a menudo recibo informaciones sobre publicaciones apócrifas que se hacen con la evidente mala intención de producir perjuicios, por lo que le ruego desestimar cualquier afirmación que se me atribuya en este sentido. El Doctor Remorino le podrá explicar de viva voz cuánto le he dicho al respecto.

No es menos capcioso el procedimiento que se sigue ahora, haciéndome aparece como proclive a realizar acuerdos con la dictadura militar, lo que carece en absoluto de fundamento y está fuera de toda lógica. Este hecho, que evidencia las mismas intenciones, sirve de apoyo a cuanto antes tengo el placer de aclararle, qlue no es la primera vez que se produce, como tampoco creo que será la última: la simulación, la falsificación y los recursos más despreciables y repudiables suelen ser en estos días la base de las campañas publicitarias.

Le ruego quiera aceptar mis palabras, junto con mi más alta consideración y respetuoso saludo.

11. Nueva ley para la transferencia de personal civil de la Nación, como parte de la “racionalización” de la administración pública.

18. El Gobiemo Municipal prohibió la presentación de la Ópera «Bomarzo» de Alberto Ginastera y Manuel MugicaLainez.

20. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

Aprovechando el viaje del portador, deseo hacerle llegar, junto con mi saludo, algunas reflexiones que me sugieren las noticias que recibo y que el “Delegado”, que me ha visitado, le podrá explicar detalladamente. Hemos conversado largamente con él y pienso que las cosas se encaminan hacia soluciones apetecibles.

Sigo recibiendo las mejores noticias sobre su actividad y sus aciertos en la difícil conducción que le ha tocado realizar. No tengo ya la menor duda de que todo se podrá superar mediante una “mano izquierda” que le reconozco admirable y que deseo que la siga empleando con el mismo acierto que hasta ahora. No se me escapa que habrá muchos que trabajan “en la contra”, pero tampoco dudo de que usted los sabrá neutralizar primero, y destruir luego, como conviene al Movimiento. Enhorabuena por todo y adelante.

Como le explicará el “Delegado”, creo que ha llegado la hora de proceder a comenzar la lucha en serio, porque el tiempo parece correr en la preparación de acontecimientos de aquellos que no esperan. En esto pasa lo que en las operaciones militares, que no siempre le es posible a uno alcanzar una posición de partida ideal y es preciso atacar con lo que tiene y en la mejor forma que se pueda. Según mis informes se está preparando algo serio y fundamental, especialmente para nosotros, lo que debemos aprovechar, ya que [a] la ocasión suelen pintarla con un solo pelo.

Estaría demás, dado que usted conversará con el “Delegado”, que yo me extendiera en mayores consideraciones a este respecto, pero considero que, por tratarse de algo que puede ser de excepcional importancia, no puedo dejar de mencionárselo.

Con referencia al proceso de unidad interna del Movimiento, sé que usted lleva muy bien el asunto; pero frente a la existencia de “bandos”, encabezados por dirigentes cuyas tendencias obedecen exclusivamente a intereses personales, no sería descabellado proceder a ponerlos por parejas para que así se neutralizaran ellos mismos y sirvieran a los intereses de todos y no solo a los propios. Ya he empleado ese procedimiento con buenos resultados para la unidad que siempre ha sido un problema dentro del Peronismo. Es claro que para lograr buenos resultados es preciso primero hacer que tal procedimiento sea aprobado por los “bandos” en cuestión.

Sigo creyendo que la apatía de muchos dirigentes políticos peronistas obedece a que no hay incentivo de cargos a la vista, que temen a la represión dictatorial o a que están cansados de la dura lucha, pero hay un eficaz remedio para esta “enfermedad” que comienza a manifestarse: recurrir a los jóvenes. Si los viejos dirigentes se “aplatanan” y abandonan sus actividades, ningún peligro puede existir en que sean reemplazados por los jóvenes que quieren trabajar, que no temen a la represión y que no se interesan por cargos. La sola amenaza de proceder así, hará reflexionar a muchos de los remisos.

De cualquier manera, no podremos seguir perdiendo tiempo, porque las papas comenzarán pronto a quemar, porque es preciso que preparemos el clima para los hechos que se avecinan y porque no podemos sacrificar las conveniencias que se nos presentan a los caprichos de los dirigentes que, en el fondo, no representan tanto como para temer su reemplazo por gente nueva y con condiciones positivas.

Sobre las consecuencias de la unidad de la rama sindical no tengo todavía noticias sobre la realidad de tal unidad. Sé que se han unido, pero no sé si la cohesión ambicionada se alcanzará en la forma que deseamos y que necesitamos para enfrentar una lucha que, indudablemente, tiene que ser muy dura si se la realiza en la forma deseable y para alcanzar soluciones. Sobre los “neos” tampoco sé lo que ha pasado después de lo que me dice en su último e interesante informe. Imagino que allí habrá usted tenido que jugar con dos naipes, aunque le queda el recurso del gaucho malo que, si gana, cobra; y si pierde, pelea. Esa gente ya no me merece la menor confianza y lo que usted me dice sobre su propio pensamiento coincide en absoluto con lo que yo pienso al respecto. Espero que su habilidad pueda superar a estos maestros de la simulación y la insidia.

Como el “Delegado” hablará largamente con usted sobre los diversos asuntos tratados, no quiero seguir dándole la lata. Es posible que un señor Pedro Ancarola lo visite: es un antiguo contra que parece que quiere virar en redondo. No es para darle nada sino para sacarle algo en el caso de que algo sepa y conozca. Usted verá. Son individuos que llegan aquí no sé si a tantear o a intentar, hay que dejarlos correr porque “para conocer a un cojo, lo mejor es verlo andar”.

Le ruego que salude a los compañeros.

Un gran abrazo.

27. Industrias Kaiser Argentina (IKA) de Córdoba confirmó su traspaso a la Renault de Francia.

30. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

He leído en la Revista Confirmado las estúpidas afirmaciones hechas con la evidente intención provocativa y deseo aclararle el concepto sobre la función que el Delegado del Comando Superior desarrolla en los diversos aspectos de la marcha del Movimiento Peronista. En este sentido, la conducción táctica, como ya le he repetido en varias oportunidades, corresponde en absoluto al Secretario General del Movimiento. El Delegado del Comando Superior no tiene funciones ejecutivas en la conducción táctica del Movimiento cuya única jefatura ejerce sin restricciones el Mayor Alberte. El Delegado es un órgano adelantado en el país por el Comando Superior, que no interviene en la conducción táctica y que no tiene facultades con respecto a la designación de colaboradores del Secretario General, que son de su resorte, y en los casos de los miembros de la Junta Coordinadora Nacional serán nombrados por el Comando Superior a propuesta del Secretario General, con la firma del General Perón.

Las relaciones con los elementos extrapartidarios, por razones de discriminación de tareas, deben ser realizadas por el Delegado a fin de evitar interferencia de fuerzas extrañas al Peronismo en la conducción táctica del Movimiento. Será, por otra parte, consecuencia del acuerdo establecido entre el Delegado y el Secretario General, que no tiene limitaciones en este sentido y puede mantenerlas en acuerdo con el Delegado. Es claro que, las medidas a adoptar por el Delegado en nombre del Comando Superior, serán aquellas que por razones de tiempo no pueden ser consultadas con el Comando Superior y solo se podrán poner en ejecución cuando exista pleno acuerdo con el Secretario General del Movimiento. Creo que con esto quedará perfectamente en claro las relaciones de comando indispensables para el proceder en el futuro, lo que se completará en la amistosa relación y enlace que debe existir entre los compañeros que invisten los actuales cargos de Delegado y Secretario General, que desde ya descarto. En los actuales momentos espero que no haya dificultades en estas relaciones ya que todos estaremos en la tarea común y dentro del concepto tantas veces repetido entre nosotros: que el que tienen la responsabilidad debe tener la autoridad necesaria para poder defenderla.

Un gran abrazo.

De la Gráfica Dintel salieron los ejemplares de la cuarta edición de Defensa y perdida de nuestra independencia económica del historiador revisionista José María Rosa. La obra original databa de 1943 y fue reproducida por la Editorial Huemul de Roberto Rego.

Difusión de un documento de Acción Revolucionaria Peronista:

¿FUE EL GOLPE DE JUNIO DE 1966 UN CUARTELAZO DEL IMPERIALISMO?

Visto desde la perspectiva extra-nacional el golpe de junio no ofrecía dudas en cuanto a su carácter reaccionario y así fue denunciado. Pero ese juicio, suficiente por si. mismo para la condena y protesta, es insuficiente si se quiere definirlo en su tipicidad. Es comprensible que se haya calificado al golpe como un cuartelazo de los que promueve el imperialismo yanqui. Pero es falso.

El levantamiento fue una resultante dE. la política norteamericana, del papel que juegan los ejércitos dentro de las doctrinas de la- infiltración subversiva, pero

no fue un acto de esa política. Fue un epifenómeno de la dominación yanqui, pero no una decisión de la voluntad imperial. Los instrumentos del imperialismo, aun los más serviles gozan de una autonomía relativa (De lo contrario se recae en ese «marxismo» para el cual la ambigüedad, el azar, los coeficientes de lo individual han desaparecido de la historia: la superestructura es una especie de escenario donde se va reflejando mecánicamente cada variación que se produce en la infraestructura, la burguesía es una entelequia con pensamiento unificado que inmediatamente actúa de acuerdo a conveniencias preestablecidas).

No hay similitud entre el golpe argentino y el brasileño, aunque las dictaduras emergentes se parezcan tanto. Los norteamericanos son torpes y brutales pero

no imbéciles. En Brasil creyeron que se les venía encima la revolución social. Era una visión delirante, pero lo creyeron y fomentaron el golpe. En la Argentina estuvieron contra el golpe y el Departamento de Estado hizo cuanto pudo para evitarlo porque no consideraba necesario todavía cambiar el régimen. Y tenía razón. El sistema burgués argentino no corría el riesgo de su desaparición, la lucha contra el régimen se mantenía en un plano agitativo, ninguna revolución social inmediata lo amenazaba.

En ese momento de desunión de las fuerzas populares, los teóricos dedicados a racionalizar la no-acción, inundaban el país (El «realismo» reformista no admitía

-ni admite- ninguna estrategia armada para cambiar la  situación. En la izquierda comunista y no comunista pupulan los teóricos cargados de erudición y de pavor: basta que alguien enuncie una idea militar para que se lancen a despedazarla desbordantes de sabiduría y con precisión electrónica un sinúmero de Clausewitz que no digamos que nunca dispararon un tiro, sino que ni siquiera han disparado jamás una piedra contra un escaparate).

Los EE.UU. promueven los golpes militares cuando no pueden conseguir sus objetivos a través de los gobier­nos «democráticos-representativos». Esa hipótesis no se daba en la Argentina y, por el contrario, el imperialismo se encontró con que en uno de los países clave del continente EL RE GIMEN SE HA RETIRADO, SIN NECESIDAD, A LA ULTIMA TRINCHERA – LA DE LA DICTADURA MILITAR- ABANDONANDO POSICIONES QUE NO CORRIAN PELIGRO.

¿ A qué replegarse innecesariamente eliminando una instancia antes de tiempo? Mientras había un gobierno civil, las Fuerzas Armadas, como instrumento decisivo

del imperialismo, seguían sin deteriorarse, y en caso de que la «legalidad» fuese impotente ante un avance real de las masas, podían dar un paso al frente y presentarse como salvadoras providenciales ante la catástrofe. En junio vieron la catástrofe donde sólo había desorden y se creyeron capaces de poner fin a la crisis, lo cual era una utopía. Al asumir la responsabilidad directa del ejercicio del poder LAS CRISIS POLITICAS SE TRANSFORMAN AHORA EN CRISIS EN EL SENO DE LAS FUERZAS ARMADAS. Si Onganía fracasa, lo sucederá otro grupo militar. La solución para el fracaso del régimen militar es… otro régimen militar, con el consiguiente desprestigio de las FA y la exposición pública de su inestabilidad y

desintegración.

CARGOS, PRETEXTOS Y MOTIVACIONES DEL DERROCAMIENTO DEL PODER CIVIL.

N o entraremos a detallar todas las razones invocadas para el golpe militar ni a discriminar en qué proporción se mezclaban convicciones y pretextos, hechos

reales y distorsiones de la propaganda.

Las FA como institución -y no un sector militar que buscaba la hegemonía en el cuadro de oficiales para la hegemonía en el cuadro de oficiales para la aventura golpista- fueron las que se enfrentaron al gobierno atribuyendo a su incapacidad el estado de crisis permanente que vivía el país; y, la ineficiencia, desorden y confusión, lentitud la debilidad del orden civil, al que exigían soluciones que estaban fuera de su alcance, el Ejército en su conjunto opuso la capacidad técnica del orden militar, su estructuración jerarquizada, su unidad doctrinaria en torno a los mitos occidentales y cristianos, su orden y eficacia en el mundo sin roces de la verticalidad de los mandos, su poder real como monopolista de la violencia organizada. Para ellos la política es algo que hacen los políticos, los militares en cambio no hacen política: son vicios del pensamiento político civil, mientras que los

militares se guían por los ideales de la Patria. De la misma manera, sus intereses no son los suyos ni los representativos de las clases dominantes, sino los intereses supremos de la Nación. No hacen demagogia sino recta administración; y se sienten predestinados para vírgenes vestales del orden social amenazado por una oscura conspiración internacional encabezada por el castrismo.

Las FA trataban además de solucionar con el golpe el estado permanente de inestabilidad institucional que creaba la presencia de la masa peronista.

Siempre se había pensado que el peronismo era un espejismo de las masas producido mediante la aplicación de técnicas totalitarias de manipuleo de la opinión pública. Pero cuando se produjo el golpe de septiembre del 55 y fue pasando el tiempo y resultó que Perón no poseía los resortes estatales, sino que éstos se empleaban contra el movimiento popular, desatándose una ola de represión desenfrenada, vieron con asombro que el peronismo no perdía cohesión, ni combatividad ni arraigo en las masas trabajadoras, ni se desintegraba para correr a sumarse a las huestes de los partidos tradicionales. El procedimiento del gorilismo no fue efectivo y el .régímen buscó entonces la normalidad mediante la integración del peronismo: desmentida la tesis de que éramos una multitudinaria acumulación de babiecas, se buscó que fuésemos absorbidos como parte de un frente electoral en que, constituiamos una simple masa de maniobra o se intentaron soluciones «Neoperonistas» que nos canalizasen en partidos más o menos como los demás, con participación marginal en el Estado. Todo ha sido en vano. Porque aunque los profetas del régimen hayan diseminado la teoría de que debe superarse el «falso conflicto» peronismo VS. antiperonismo y los burgueses de alma bondadosa, piensan que es una lástima que los argentipos estemos divididos porque si, cuando sería tan fácil y tan lindo que todos nos entendiéramos, la verdad es que la antinomia peronismo-antiperonismo es la forma concreta ‘en que se da la lucha de clases en este período de nuestro devenir. Por eso es que contra el peronismo se ejerció la violencia durante todo el tiempo, sea en la forma negativa de vedarle sus derechos, sea bajo las formas activas de la represión.

El multipartidismo, que en los hechos había sido liquidado desde octubre del 45, reapareció en septiembre del 55, y se transformó en una competencia entre las fuerzas políticas que forman los sectores del régimen, que no sólo no cuestionan el orden económico­social sino que gracias a la proporcionalidad se dividían los cargos representativos. Claro que ese multipartidismo no expresaba los conflictos globales de nuéstra sociedad sino las parcialidades existentes en el bloque histórico formado por las clases agónicas pero poseedoras de la fuerza. El otro bloque, el representativo de las masas populares, estaba excluido, pero su presencia amenazaba a todos en conjunto. El choque entre los dos sectores era casi permanentemente de suma violencia y las ocasionales fórmulas salvadoras eran

celajes que se disolvían no bien entraban en contacto con lo concreto. Desde el llano sé miraba al peronismo con temor, se le criticaba o se buscaba su apoyo, pero

desde el gobierno había que buscar cómo eliminarlo, porque de lo contrario lo hacían los militares a costa de los eventuales de tentadores del poder civil. Y las

FA a su vez intervenían directa o indirectamente, atentas a cada circunstancia en que el poder civil parecía impotente para contener a los partidarios del caos y a los causantes de las perturbaciones.

Las elecciones de marzo del 67 plantearían el problema habitual: ¿ cómo proscribir al peronismo? Ya se apelase al manejo de las personerías políticas por medio de la dócil justicia electoral, o se buscasen otros atajos, el gobierno civil no tenía sino medios que constituían actos abiertos de atropello. Pero las FA no deseaban repetir el caso de 1962, en que Frondizi erro los cálculos y la avalancha de votos peronistas

los obligó a destituirlo. Esta vez el golpe se dio con suficiente anterioridad como para aue la masa no lo viese como un intento de cerrarle el camino del poder.

Ahora se ha decretado la apoiiticidad y se ha proscripto a todos, pero eso no significa que exista igualdad en la proscripción, porque los intereses que los partidos políticos representaban siguen presentes en el Estado; y sigue siendo claro, a pesar de la confusión propagandística del oficialismo, que las clases poseedoras, los partidos tradicionales y el resto de la flora anémica qué apareció aprovechando el atraco septembrino del 55 forma un bloque donde faltaba el elemento unificador, función que desempeñaban y desempeñan las  FA, que no han sido, desde el 55, un órgano del Estado sino un poder del Estado.

Bajo la ficción de que los cargos políticos eran ejercidos por mandato del pueblo, su origen era la fuerza que limitó las opciones ofrecidas a ese pueblo y aseguró el gobierno de las minorías, respaldó luego las investiduras de los así elegidos y los reemplazó cuando perdieron la confianza de los mandos. Con su golpe de junio los militares no liquidaron al régimen, pues la superestructura política consiste en el conglomerado de los partidos apuntalados por las FA que son el partido vertebral del régimen porque poseen la máxima capacidad de violencia en una época en que toda confrontación de intereses es pura acción directa.

Ateniéndonos a lo fundamental, el golpe se basó en tres errores básicos:

1) Las FA ignoran que la crisis es el estado permanente del régimen burgués argentino.

2) Por consiguiente, creen que las soluciones son técnicas.

A esos dos falsos conceptos del pensamiento burgués, agregaron su propia mitología como sector específico de la comunidad.

3) Pretenden que las FA son un órgano que está por encima de la política y de los ínteresés particulares, excepcionalmente clasificadas para representar a la comunidad en su conjunto y administrar el Estado con desinterés y eficacia.

LA SITUACION ACTUAL OBLIGA A REPLANTEAR NUESTRA LINEA DE ACCION

¿ En qué medida y cómo han variado las condiciones? La «Revolución Argentina» de Onganía y sus congéneres, tuvo panegirista s y detractores que con distintos signos exageraron su trascendencia transformadora. Para los primeros, pertenecía a lo históricamente sublime y renovaba totalmente, modernizándolas, las estructuras económicas, sociales y políticas del antiguo régimen; para los segundos, constituía una <irrupción bestial de la horda armada que destrozaba las armazones de la libertad democrática y el poder civil. Los primeros festejaron la muerte de algo que seguía viviendo; los segundos pusieron luto por la muerte de algo que nunca existió.

Producto de un estado de crisis que las FA se consideraron capaces de resolver, el golpe reacondicionó las instituciones político-estatales. El partido del régimen con verdadera capacidad de imponer su voluntad pasó a ser partido único con la suma de facultades para gobernar. Al hacerlo pasó también a cumplir directamente, como explicábamos, el rol hege mónico vacante en el seno del bloque de las cÍases dominantes, que desde hace mucho carecen del sector burgués capaz de estructurar esos intereses diversos en una política de conjunto.

La naturaleza clasista del régimen sigue intocada, pero su nivel superestructural ha sufrido modificaciones importantes. ¿ Qué reajustes debemos hacer a nuestros planteos de la lucha contra el régimen? ¿ Tácticos, desde que no hay alteración de fondo en las relaciones de producción y solamente ha desaparecido el senderito de la semilegalidad, o de más vasto alcance?

NUESTRA CONCEPCION ESTRATEGICA ES HOY, SIEMPRE, LA DE LA LUCHA ARMADA, y no

podría influirla en lo más mínimo este cambio sin trascendencia en el cuadro general de las relaciones sociales. Pero modifica fundamentalmente los aspectos prácticos y operativos de nuestra acción. Hay motivos que emanan del cambio institucional en sí mismo; otros, producto de la forma en que ese cambio incide sobre los procesos políticos y sociales por los efectos del programa económico del oficialismo que ha intensificado la política de «socializar» la crisis y «privatizar»

los beneficios.

1) La eficacia y capacidad real de poder de las F A no han logrado mejores resultados que la inoperancia y lentitud del gobierno civil. Pero la diferencia  de métodos parece en cambio manifestarse en el proceso de deterioro ante el cual ambos resultaron impotentes: era continuado pero lento, confuso, gradual; ahora es rápido, decisivo, inexorable, completo, como la expeditiva rudeza y laconismo castrense. Donde el gobierno militar’ encara un problema no crece más la hierba: Tucumán, el puerto, la Universidad, los ferrocarriles. etcétera, son logros de esta política de tierra arrasada Los conflictos no se van arrastrando sino que enseguida se agudizan y adquieren intensidad. Nuestros burócratas de la «paz social» agitan frenética y desesperadamente la bandera blanca de la tregua, pero implacablemente las medidas oficiales los obligan a actuar en defensa de sus intereses sindicales o de los de sus qases soliviantadas. La complacencia, la blandura, la apatía, se hacen imposibles.

2) Se han simplificado los polos de la contradicción. Los términos del enfrentamiento se han hecho tajantes. Los viejos partidas no influyen sobre el gobierno que los ha desplazado ni sobre las masas

desprecian. Han quedado frente a frente las dos grandes fuerzas reales: por un lado las FA y los

que se escudan tras ellas, por el otro las masas trabajadoras. En uno u otro frente tienen que alinearse las fuerzas secundarias.

3) La eliminación de la cornisa de la semilegalidad radicaliza el choque entre los antagonistas. En este cierre del campo del interjuego de las fuerzas sociales y políticas, desaparece la «zona intermedia» donde se desarrollan lo que para nosotros serían las las “acciones de superficie».

La semilegalidad diluye y retarda los conflictos, les da escapes laterales, derivativos. AHORA SOLO

PRESENTA UNA DISYUNTIVA: EL ACATAMIENTO O LA SUBVERSION. El que no quiere acatar-y como decíamos, muchos quieren pero no porque sería aceptar complaciente su propia pena de muerte- se encuentra en el terreno de lo subversivo con sólo oponerse con actos que normalmente

son parte de la práctica pacífica y cotidiana.

En realidad, no ha ocurrido otra cosa que una aceleración y agudización de la política bajo la forma modificada de la apoliticidad.

Han cambiado, como se ve, las condiciones. (Vamos a aclarar que al hablar de «condiciones» no nos referimos a esas condiciones famosas que esperan los que se declaran partidarios de la lucha armada, y que nunca parecen cumplirse, de acuerdo a misteriosos sistemas de medición teórica. Las condiciones de la Argentina no han variado con el golpe militar si las consideramos en términos generales. E incluyen la proliferación de quienes han racionalizado la pasividad en nombre de una revolución que resplandece en la abstracción de futuros indefinidos y condiciones objetivas y subjetivas que siempre están más allá de las que prevalecen en el momento). Las condiciones que buscábamos y que existen son definibles, concretas y mínimas: las que permitiesen emprender una lucha armada con posibilidad de repercutir y contribuir al salto de conciencia colectiva que otros confían a la prédica y a las «acciones de masas» rigurosamente legales.

LOS CRITERIOS DIVERGENTES SOBRE LA POLITICA A SEGUIR

Gente menos castigada por la experiencia que nosotros, habrán pensado que la dictadura militar liquidaba las discrepancias sobre la política a seguir por la izquierda argentina.

Antes, uno de los motivos de las diferencias estaba entre los que aceptábamos que era conveniente y

aprovechable la semilegalidad pero a condición de no enajenar las actividades con miras a la revolución armada y los que declaraban que había que morir defendiendo ese cantero semicultivado en medio de la maleza de espinas represivas. Ni nuestra actitud provocativa provocó el arrasamiento de las flores silvestres de la legalidad, ni el denuedo de la prudencia de sus defensores pudo evitarlo. No había semilegalidad que defender con «amplios frentes» ni pudo tomarse como punto de apoyo para «ampliar las libertades democráticas».

Inmediatamente después del golpe nosotros declarábamos: «El régimen ha asumido su violencia, ha

desnudado su dictadura clasista. Aspirábamos a reemplazar una farsa liberal-burguesa por una democracia socialista, el país colonizado por el país libre. Lo que ha ocurrido no hace más que confirmar la justeza de nuestra posición, aunque  la represión torne más difícil cualquier actividad. El régimen ha clarificado las cosas. Y bien, no hemos de acompañar a nadie que crea que la consigna es luchar por el retorno a las semilegalidades o democracias a medias. Habrá violencia reaccionaria hasta que pueda ser derrotada por la violencia revolucionaria. O la dictadura del privilegio o liberación nacional. Q los militares pentagonales o el poder del pueblo. Cualquier otro planteo

es un engaño, una ilusión liberal restaurada de apuro por el reaccionarismo reformista. Apoyaremos cada lucha por una conquista social o política, pero no una restauración democrático-burguesa, aparentemente mucho más factible que la revolución popular, pero en realidad mucho más utópica e irrealizable».

De acuerdo a nuestras previsiones, poco después eomenzó a circular la consigna, seguida por un manif’iesto, en que se volvía a propugnar el eterno «frente de amplia coalición democrática», esta vez para luchar por las conquistas de las libertades democráticas. Es decir, que ese miserable retaceo de democracia, y semi­legalidad que se había defendido como punto de apoyo, ahora se convertía en el objetivo de la lucha de las masas conducidas por su vanguardia, o – sea, el Partido

Comunista Argentino; a menos que éste, en lugar de nostalgia por ese rinconcito soleado de la legalidad, se plantease la conquista integral de las libertades democráticas tal como están inventariadas como curiosidad turística en nuestra Constitución; lo cual era todavía una política más sensacional, porque las libertades políticas sólo rigieron unas dos décadas en más de cien años de vigencia constitucional, y en ambas los comunistas trataron de derribar, aliados, a la oligarquía, a los gobiernos que surgieron de un proceso verdaderamente democrático y lo defendían, cosa que

se logró con el derrocamiento de Irigoyen y de Perón.

La lucha por la restauración de la legalidad tiene el factor negativo de que el PCA, nunca ha acertado en nada; pero – ese se contrarresta con el gran peso de varios factores que juegan a su favor: a) coincide con el imperialismo, que trata de lograr una farsa electoral dirimida entre los sectores del régimen para presentar una imagen «democrática» coincidente con sus objetivos propagandísticos; b) el restauramiento civil, frente al fracaso del gobierno militar, a medida que éste se torne más evidente, ganará adeptos en las propias filas ge la oficialidad; – c) los partidos desplazados, sin apoyo popular, son un factor de presión importante cuando las cosas se resuelven en la superestructura burguesa; d) se agregarán los activistas del golpe de junio que se vayan sintiendo defraudados porque la «revolución» no se ajusta al modelo que ellos tuvieron en vista: e) surgirá el caudillo militar con mando de tropas que busque ser la prenda de unión en la transición hacia la constitucionalidad; f) La casta militar, que hubiera compartido el éxito, se escindirá: la misión reparadora consistirá en volver a su «misión específica». 

Para el fin de la utopía militarista se contará con todos los medios de la propaganda que funcionaron en favor del golpismo, con la inercia popular obrando en favor del retroceso a la semilegalidad; y ésta ya no será juzgada por comparación con las maravillas anunciadas por los golpistas, sino que saldrá resplandeciente del cotejo con la torpe realidad actual.

Como siempre, el país se verá abocado a un dilema entre dos posibilidades igualmente limitadas y mezquinas, y se decidirá por el mal menor, que es la única expresión de voluntad que puede ejercer desde 1955 y tendrá razón.. pues no se le dejará otra alternativa fuera de la opción.

ES DECIR, SI NO HAY ALTERNATIVAS FRENTE A ESA OPCION. Y LA UNICA ALTERNATIVA QUE PODRIA EXISTIR SERIA LA DE LA REVOLUCION, QUE IMPLICA LA LUCHA ARMADA Y cancela la eventualidad de reducir el problema político a aquella disyuntiva.

A los argumentos que podríamos esgrimir en favor de la guerra revolucionaria concebida como un proyecto a corto plazo se agrega otro: hay que actuar con un objetivo más en vista,¡ que se cumple no al triunfar la guerra sino eon el mero hecho de que una guerra exista: hacer que este paso innecesario y apresurado del régimen hacia la dictadura militar sea irreversible. Porque, para nosotros, ha comenzado la última etapa del proceso argentino. No implica eso un prejuzgamiento sobre su duración, podría durar tanto como varias etapas anteriores sumadas, pero cuantitativamente llegó la última etapa.

LA ALTERNATIVA DEJA DE SER ENTRE DICTADURA VIOLENTA O DICTADURA ENCUBIERTA EN LA SEMIDEMOCRACIA DE AHORA EN MAS ES: O REGIMEN DICTATORIAL BURGUES IMPERIALISTA O GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE LAS MASAS, MEDIANTE EL TRIUNFO DE LA GUERRA REVOLUCIONARIA.

Ahora la coyuntura favorable es permanente, pero se agrega la urgencia de cerrar el camino de repliegue al régimen e impedirle que retome la cadencia anterior de los ciclos alternativos de dictadura militar directa y gobierno, instítucionalizados por el fraude proscriptivo. Nosotros hemos tratado siempre de dar formas extremas a la subversión, ahora sólo puede tener formas extremas; y nos vemos obligados a forzar al régimen a que acentúe sus aspectos represivos y violentos. Debemos crearle al régimen una resistencia de tal calidad como para que la violencia que l0 respalda tenga que ser violencia aplicada, concreta, práctica.

N o tememos que seamos los tan denunciados y típicos provocadores que causen tanto perjuicio o a

las actividades democráticas como las campañas financieras, las cooperativas y las acciones legales de «masas»; porque, efectivamente, buscamos provocar que la violencia potencial de la dictadura se desate como violencia real y se envuelva en su propia dinámica represiva y pisotee las esperanzas falsas –lógicas cuando la gente se siente impotente frente al monopolio de lacoerción.

Y ya que estamos la lógica de los «no aventureros» no nos parece tan clara como ellos pretenden: salvo que las clases dominantes se suiciden -no recordamos ahora ningún caso- hay que echarles de su posición hegemónica. Porque lo que se plantea es si la oligarquía y el imperialismo nos van a obsequiar el poder porque tenemos razón y somos muchos, o tienen una obstinación muy  marcada a retenerlo, y en ese caso, con perdón de la opinión de los prudentes, se hace necesario recurrir a la fuerza. Y si cualquier «marxista» nos dice que está de acuerdo con esa premisa, se contradice cuando después pone por objetivo permanente de la acción concreta el mantenimiento, par ejemplo de la seguridad para la libertad de expresión, el Habeas Corpus o el derecho a la inviolabilidad de la

correspondencia, dentro del orden burgués. Los bugueses no quieren hacer daño a nadie, ni violar la

propia Constitución, sino disfrutar de la plusvalía; empecemos por no oponernos al disfrute de sus privilegios y nadie será detenido,nadie caerá injustamente.

El argumento en contra lo conocemos: la violencia revolucionaria no es objetable, pero para emplearla deben existir ciertas condiciones que la diferencian de la provocación y la aventura. De acuerdo. Pero ¿ quién fija esas condiciones? ¿ Los que detentan el monopolio de Marx, Lenin, del materialismo histórico, de la representación del proletariado.  Nosotros confesamos que vamos perdiéndoles confianza a estos sabios de la historia que nos adelantan el final pero nunca han entendido Vo que pasó ayer, y están enredados en la realidad, de hoy. Y ahora ¿cómo saben que no hay condiciones? El criterio para el fallo también es característico: 100s revolucionarios toman el

poder, los aventureros fracasan, van presos, mueren. No nos parece un criterio de análisis muy ajustado al marxismo, más bien tiene  un sospechoso tinte de exitismo, maquiavélico. Pero no es eso lo más grave, sino ¿ cómo se sabe de antemano si la intentona está destinada a la cárcel o a la gloria? Contra los eruditos y académicos, el que empuña las armas apuesta a favor de la revolución y de sus empresas; y apuesta lo más valioso que tiene como persona: su vida, que es única e i rremplazable. El análisis de los «científicos» ‘se vuelve una simple lectura de datos sin místerio: ellos aciertan con Lenin, con Mao, con Ho Chi Minh, con Fidel Castro, es decir, se apropian de los aciertos ajenos, pero recién cuando se han concretado como aciertos. Acertar con Fidel es intentar lo que él intentó, seguir el camino que él abrió. Y en último caso, siempre es preferible ser derrotado o muerto con Che que acertar y triunfar con Vittorio CodovilIa. Sobre todo, mucho más alegre.

-Hay dos puntos sobre los cuales gira la controversia. Descontando que la acción revolucionaria debe adaptarse a las condiciones particulares de cada país ¿puede formularse una estrategia de conjunto para América Latina? ¿ La lucha armada es no la única vía que permite terminar con la dependencia y la explotación? De existir otras, ¿cuáles son?

Porque para soslayar el tema de la lucha armada, que es la clave de la política revolucionaria latinoamericana, se acude a las grandes declaraciones omnicomprensivas : se postula la necesidad y la  importancia de todas las formas de lucha y hasta se llega a declarar que la lucha armada es la forma superior de lucha. Pero esos principios generales dejan en pie la cuestión de fondo Que inmediatamente aflora en las actitudes concretas dé cada uno. Si se acepta que no hay transición pacífica hacia la liberación ¿corresponde considerar a las formas no militares como auxiliares de la gu-erra revolucionaria o como preparatorias para ésta? ¿ Ellas eon las únicas que corresponden a esta etapa y las que impulsarán el proceso hacia sitúacienes cualitativa mente diferentes? Dicho de otra manera: ¿ la falta de lucha militar generalizada es una situación de impotencia que las vanguardias revolucionarias deben tratar de superar o simplemente está en la lógica de una estrategia correcta que sólo plantea la insurrección después de agotadas etapas previas e ineludibles?

En torno a estos interrogantes centrales se resuelve toda la problemática de la lucha revolucionaria.

No podemos en este trabajo contestarlas en profundidad ni internarnos en las bifurcaciones que se van presentando después de cada respuesta. Simplemente enunciaremos IO’s puntos de vista que sustentamos.

1) Hay una situación de conjunto para América La tina, donde las peculiaridades económíco-sociales y políticas de cada país pueden determinar las diferencias tácticas y operatívas pero sin anular el destino común que imponen la dependencia y la explotación. La historia reciente, confirma plenamente la tesis leninista de la marcha de la revolución mundial desde la periferia hacia los centros cíclicos capitalistas y’ demuestra el carácter único del proceso revolucionario de ljber ación de los continentes sometidos. El carácter clasista de los regímenes establecidos, el papel de las clases dominantes como integrantes del frente capitalista mundial y el de les estados como

parte del dispositivo económico, político y estratégico del imperialismo, convierten a la liberación nacional y a la revolución social en dos aspectos de un mismo proceso indivisible que sólo puede- cumplirse por la violencia revolucionaria.

2) Negar el camino de la lucha armada en general o en un país determinado es declarar insoluble el

problema de la liberación a menos que se demuestre en los liechos que existen otros caminos. (Los casos anteriores, como por ejemplo, el de Perón en Argentina, corresponden a una etapa en que había posibilidad de revolución nacional; al agotarse ese programa de desarrollo las contiendas por el poder involucran hoy, necesariamente, la suerte del sistema de relaciones inf’raestructurales y, por tanto, cierran la posibilidad de la conquista electoral del poder con los movimientos revolucionarios de masas). Que en ciertos países funcione con relativa normalidad el sistema institucional democrático-representativo no invalida lo anterior, porque los límites de la legalidad están dados por el margen de seguridad que dentro de ella tenga el orden burgués: las fuerzas del cambio social pueden competir ocasionalmento en cornicios donde son derrotadas, pero no pueden hacerlo para salir triunfantes. (El caso de Uruguay, donde parecería que no puede emprenderse  una lucha revolucionaria por las características geográficas y políticas del país, no refuta sino que confirma el principio general, demuestra que las  solucrones de orden local son parte de la solución de la lucha revolucionaria del conjunto, es decir, que la inevitable intervención directa del imperialismo en las luchas de nuestro continente intsrnacionalizará la guerra y borrará las fronteras actuales determinando la unidad de los movimientos de liberación de los distintos países convirtiendo a toda América Latina en un solo campo de batalla. En cuanto a Chile, la situación de legalidad actual, que según se argumenta retarda el proceso de guerra revolucionaria, desaparecerá en la medida que la guerra se desencadene en los demás países).

3) Negar validez al ejemplo cubano «alegando condiciones peculiares y factores favorables es una distorsión: toda revolución es un hecho único y no una repetición, pero establece y demuestra ciertos principios generales que son patrimonio de las luchas subsiguientes.

4) Hemos expuesto ya las razones por las que creemos que las condiciones generales para la lucha

armada están dadas ‘en nuestros, países, y que la guerra crea las condiciones -secundarias- que faltan al cambiar cualitativamente los términos del enfrentamiento político social en el seno de un país determinado,  5) Hay que distinguir entre la política revolucionada que se propone la toma violenta del poder y el momento insurrecional que puede demorar en presentarse. Pero hay que tener en cuenta que ese momento depende -en apreciable proporción cuando no absolutamente- de la vanguardia revolucionaria.

En la Argentina, las, condiciones a considerar para la guerra revolucionaria no son ya las generales del país -como se ha demostrado, más arriba- sino las condiciones de la vanguardia revolucionaria para iniciar la lucha armada.

6) No desconocemos la relevancia de la lucha urbana en un país que como el nuestro cuenta con un movimiento obrero numeroso y organizado, con bases que han demostrado hasta el hartazgo coraje, capacidad y espíritu de sacrificio. Pero esta misma década de sabotajes, atentados; toma de fábricas y huelgas generales, ha demostrado que es necesario para dar permanencia, continuidad, proyección y perspectiva a esas luchas; la formación de un ejército revolucionario que opere en el campo, el monte y la selva y se plantee como objetivo estratégico la toma del poder político mediante la destrucción del ejército regular, base de sustentacíón del privilegio interno y de la dominación extranjera.

7) En cuanto a una estrategia de conjunto para América Latina, de lo anterior se desprende que ella

es posible y neceearia, De hecho, está trazada por las posiciones sostenidas por los dirigentes y por los movimientos que constituyen las auténticas vanguardias revolucionarias del continente. La existencia de la lucha antimperialista en: condiciones cada día más violentas va determinando que esa estrategia se vaya estructurando en forma cada vez más orgánica y precisa.

LA POSIBILIDAD DE LA GUERRA REYOLUCIONARIA SOLO PUEDE DEMOSTRARSE MEDIANTE LA GUERRA MISMA

No conocemos ningún análisis serio que invalide la interpretación de la realidad argentina en que se

basa nuestra praxis. En cuanto a la práctica concreta que preconizamos, es allí donde se nos refuta

con un Niágara de razones técnico-militares a las que no podemos- dar demasiada importancia : ninguno de esos teóricos ha, liberado ni ha intentado liberar país alguno; todos se reservan para epopeyas lejanamente gloriosas y seguras.

LA RAZON DE NUESTRA LINEA SOLO PUEDE DEMOSTRARSE A ESCALA DE LAS MASAS, POR SU APLICACION EXITOSA. En cambio nuestro fracaso, que tendría efectos negativos sobre los

juicios que se forme el pueblo con respecto al método de lucha, no les daría la razón a nuestros críticos: ellos lo computarán como fruto de su propia sabiduria, pero podría deberse a fallas de nuestra ejecución o a cualquier factor de la contingencia pero no a errores de concepción.

Además, NEGAR EL’ CAMINO QUE NOSOTROS ELEGIMOS NO APORTA NADA AL PROBLEMA

DE LA TOMA DEL PODER; A MENOS QUE SE OPONGAN OTROS MAS CORRECTOS, O SEA, QUE EN LA PRACTICA SE HAYAN DEMOSTRADO COMO TALES.

Sabemos tan bien como cualquiera que, nuestra población está concentrada en las ciudades, y somos capaces como cualquiera de sumar tanques, cañones y soldados; simplemente que la guerra revolucionaria permanente y prolongada en todas partes es una respuesta a esa aritmética elemental del escolasticismo pacifista.

Aspectos técnicos a un lado, nuestros puntos de partida nos parecen suficientes:

1) TODO EL ESFUERZO DE LAS ORGANIZACIONES REVOLUCIONARIAS DEBE SER PARA LA GUERRA.

2) LA CAPACIDAD PARA DESATAR Y CONDUCIR LA GUERRA RESIDE EN LA IDENTIFICACION IDEOLOGICA Y COMBATIVA DE SUS CUADROS POLITICO MILITARES. .

3) TODA LA GUERRA SE APOYA Y TIENE COMO EJE EL FRENTE GUERRILLERO.

4) La guerrilla detona la resistencia en las ciudades y moviliza a las masas. La lucha en las ciudades, sin negar la indudable importancia que tiene en países como el nuestro, debe reponder a la estrategia de la guerrilla y a sus necesidades de crecimiento.

5) Planteada la lucha en términos de violencia, en el movimiento de masas las vanguardias de las organizaciones populares pasan a ser la retaguardia de la guerra; vale decir que, si bien debe existir una coordinación entre la lucha armada y las div-ersas formas de lucha política, la planificación global y la conducción estratégica de todas las formas de lucha debe estar en manos de la dirección combatiente.

N o tenemos vocación para el martirologio. Hay que cumplir con nuestro deber y lo cumplimos. Exactamente igual que miles de hombres y mujeres que, cumplen y cumplirán con el suyo. Como vanguardias tenemos que ayudar, orientar, promover ese esfuerzo colectivo, no andar con pretextos y mirar a las cosas de frente.

Buenos Aires, Julio de 1967.

Agosto de 1967        

1.Carta de Juan D. Peron a Mabel Di Leo:

Querida compañera:

El Secretario General del Movimiento, Mayor Bernardo Alberte, me ha enterado sobre la marcha de la “Rama Femenina” en la acción conjunta de nuestro Movimiento, y deseo hacerle llegar mi enhorabuena por los resultados alcanzados, junto con la exhortación de continuar fielmente en la difícil tarea emprendida. No se me escapan las diversas dificultades que esta misión implica, pero tampoco ignoro la necesidad de alcanzar una organización funcional acorde con las disposiciones de la conducción.

También me dice el Mayor Alberte de los progresos de usted en la técnica de la conducción política, especialmente en lo que se refiere a la vida de relación entre los dirigentes, lo que me produce un gran placer. No es fácil asimilarse a ellas cuando el estado de organización es irregular y se cuenta con la proliferación del caudillismo, la mayor parte de las veces injustificado y aun irresponsable, pero la acción política es así. Lo que más se necesita es paciencia. El que conduce debe obrar un poco como “Padre Eterno”, bendiciendo a todos con la mayor humildad y la más firme perseverancia. No importa que haya que sufrir algunas veces, porque el objetivo es lo que importa. Ya dicen los italianos que, en política, es preciso que todos los días nos traguemos un sapo. Mucha gente cree que lo que domina es la soberbia, grave error, porque lo domina el mundo es la humildad cuando se la practica en provecho de ideales y no de intereses. La práctica de las virtudes es el punto de vista fundamental de todo el que se ocupa de conducir a los demás: por ellas se alcanza el prestigio que es el punto de partida de la autoridad que es, a la vez, el fundamento de la obediencia. En la conducción política, la disciplina es solo un medio que ha de aplicarse, al decir de los griegos: “todo en su medida y armoniosamente”.

Me alegra sinceramente saber por boca del Secretario General del Movimiento de sus progresos, porque es a la juventud que están dirigidos nuestros anhelos, ya que son ustedes, los jóvenes, a quienes los tocará gozar o sufrir las consecuencias de cuanto hagamos en estos días. Nadie tiene más derechos que ustedes para ocuparse del propio destino, pero es nuestro empeño que se capaciten para realizar la conducción que, como un arte, tiene su teoría y su técnica, sin cuyos conocimientos no es fácil practicarla eficientemente. La experiencia, que es la parte más efectiva de la sabiduría, suele costar cara y aún llegar tarde; sin la ayuda del conocimiento, ofrece graves peligros de frustración. Asimilarse a esa técnica y conocer esa teoría, suele ser el mejor camino para comenzar, ambas se pueden aprender sin esfuerzo. Lo demás costará sinsabores y sacrificios que estarán en razón directa del desconocimiento teórico.

Tengo un gran placer en reconocer sus esfuerzos, y espero, como anhelo, su éxito en el difícil arte de la conducción, que es sencillo y todo de ejecución, al decir de Napoleón, pero si se lo encara por caminos correctos, como es difícil y complejo si no se eligen esos caminos, porque la conducción política no se aprende: se comprende.

Le ruego que haga llegar mis saludos más afectuosos a las compañeras con la exhortación de trabajar incansablemente por el bien de nuestro Movimiento, con la más firme voluntad de triunfar.

Un gran abrazo.

3.  Proyecto de decreto inhabilitando a los empleados públicos de orientación comunista, aclarando que “no se persigue la opinión, sino la acción de perturbadores y subversivos”.

9. Los abogados Eduardo Luis Duhalde y Rodolfo Ortega Peña reeditaron el libro Felipe Vallese: proceso al sistema en la Editorial Sudestada, al cumplirse un nuevo aniversario de la desaparición del militante sindical y juvenil.

10. Declaración general de la Primera Conferencia Latinoamericana de Solidaridad. En la parte final señalaban:

1.Que constituye un derecho y un deber de los pueblos de América Latina hacer la revolución.

2.Que la revolución en América Latina tiene sus más projundas raíces históricas en el movimiento de liberación contra el colonialismo europeo del siglo XIX y contra el imperialismo en este siglo. La epopeya de los pueblos de América y las grandes batallas de clase contra el imperialismo que han librado nuestros pueblos en las décadas anteriores constituyen la fuente de inspiración histórica del

movimiento revolucionario latinoamericano.

3. Que el contenido esencial de la revolución en América Latina está dado por su enfrentamiento al imperialismo y a las oligarquías de burgueses y terratenientes. Consiguientemente, el carácter de la

revolución es de la lucha por Ta independencia nacional, emancipación de las oligarquías y el camino socialista para su pleno desarrollo económico y social.

4. Que los principios del marxismo leninismo orientan al movimiento revolucionario de América La­

tina.

5. Que la lucha revolucionaria armada constituye la línea fundamental de la Revolución en América

Latina.

6. Que todas las demás formas de lucha deben servir y no retrasar el desarrollo de la línea fundamental que es la lucha armada.

7. Que para la mayoría de los países del continente el problema’ de organizar, iniciar, desarrollar y

culminar la lucha armada constituye hoy la tarea, inmediata y fundamental del movimiento revolucionario.

8. Que aquellos países en que esta tarea no está planteada de modo inmediato de todas formas han de considerarla como una perspectiva inevitable en el desarrollo de la lucha revolucionaria en su país.

9. Que a los pueblos de cada país y a sus vanguardias revolucionarias corresponderá la responsabilidad histórica de echar hacia adelante la revolución en cada uno de ellos.

10. Que la guerrilla como embrión de los ejércitos de liberación, constituye el método más eficaz para iniciar y desarrollar la lucha revolucionaria en la gran mayoría de nuestros países.

11.Que la dirección de la revolución exige como un principio organizativo la existencia del mando unificado político y militar como garantía para su éxito.

12. Que la solidaridad más efectiva que pueden prestarse los movimientos revolucionarios, entre sí, la constituye el desarrollo y culminación de la propia lucha en el seno de cada país.

13. Que la solidaridad con Cuba y la colaboración y cooperación con el movimiento revolucionario en armas constituyen un deber insoslayable de tipo internacional de todas las organizaciones antiimperialistas del continente.

14. Que la Revolución Cubana ‘como símbolo del triunfo del movimiento revolucionario armado y los países donde se llevan a cabo las acciones revolucionarias armadas, constituyen la vanguardia del movimiento antiimperialista latinoamericano.

15. Que los pueblos directamente colonizados por las metrópolis europeas en su camino para la liberación tienen como objetivo inmediato y fundamental, el luchar por la independencia y mantenerse vinculados a la lucha general del continente como única forma de evitar ser absorbidos por el neocolonialis mo norteamericano.

16 Que la Segunda Declaración de La Habana, recogiendo la hermosa y gloriosa tradición revolucionaria de los últimos 150 años de la historia de América, constituye un documento programático de la Revolución, Latinoamericana que los pueblos de este continente durante los últimos cinco años han profundizado, enriquecido y radicalizado.

17. Que los pueblos de América Lafina no tienen antagonismos ningún otro pueblo del mundo y le

extienden su mano fraternal al propio pueblo de los Estados Unidos, al que exhorta a luchar contra la política represiva de los monopolios imperialistas.

18. Que la la lucha en América Latina estrecha sus vínculos de solidaridad con los pueblos de Asia y Africa y de los países socialistas y progresistas, los trabajadores de los países capitalistas y, en especial, con la población negra de los Estados Unidos que sufre a la vez la explotación de clase, la miseria, la discriminación racial y la negación de los más elementales derechos humanos y constituye una importante fuerza a considerar en el contexto de la lucha revolucionaria.

19. Que la lucha heroica del pueblo de Viet Nam presta a todos los pueblos revolucionariso que combaten al imperialismo, una inestimable ayuda y constituye un ejemplo inspirador a los pueblos de América Latina.

Nosotros, revolucionarios de nuestra América, la América al sur del Río Grande, sucesores de los hombres que nos dieron la primera independencia, armados de una voluntad inquebrantable de luchar y de una orientación revolucionaria y científica, y sin más que perder que las cadenas que nos oprimen

AFIRMAMOS

Que nuestra lucha constituye un aporte decisivo a la lucha histórica de la humanidad por librarse de la esclavitud y de la explotación.

¡AMÉRICA O MUERTE!

La Habana, agosto 1967.

15. Mensaje de los obispos del Tercer Mundo. En su presentación señalaban:

Frente a los movimientos profundos que actualmente sublevan a las masas obreras y campesinas del Tercer Mundo, algunos obispos, pastores de estos pueblos, dirigen este mensaje a sus sacerdotes, a sus fieles y a todos los hombres de buena voluntad. Esta carta prolongay adapta la encíclica sobe el desarrollo de los pueblos.

Desde Colombia y Brasil hasta Oceanía y China, pasando por el Sahara, Yugoeslavia y el Medio Oriente, la luz del Evangelio esclarece las preguntas que, casi siempre las mismas, son planteadas por todas partes.

En el momeno en que los pueblos y las razas pobre, toman conciencia de sí mismos y de la explotación de la cual todavía son víctimas, este mensaje dará valor a todos los que sufren y luchan por la justicia, condición indispensable de la paz.

1.Como obispos de algunos de los pueblos que se esfuerzan y luchan por su desarrollo, nosotros unimos nuestra voz al llamado del Papa Paulo VI en la encíclica Populorum Progressio, con el fin de precisar sus deberes a nuestros sacerdotes y fieles, para dirigir a todso nuestros hermanos del Tercer Mundo algunas palabras de aliento.

2. Nuestras Iglesias situadas en el Tercer Mundo se ven mezcladas en el conflicto en el que se enfrentan ahora no sólo Oriente y Occidente, sino los tres grandes grupos de pueblos:las potencias occidentales enriquecidas en el siglo pasado, dos grandes países comunisas transformados en grandes potencias y el Tercer Mundo que busca todavía como escapar del dominio de los grandes y desarrollarse libremente. Incluso dentro de naciones desarrolladas, ciertas clases sociales, ciertas razas o ciertos pueblos no han obtenido todavía el derecho a una vida verdaderamente humana.

20. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

Imagino que todo marchará por allí de acuerdo con lo previsto. Las informaciones que me llegan parecen indicarlo así. La “Conferencia de O.L.A.S.” ha levantado gran revuelo, especialmente en el Continente, y he leído los juicios que le ha merecido a Onganía y demás “personajes” del “entourage” gubernamental. Mientras tanto, la subversión avanza y no veo el camino que tomarán para detenerla. Como se ha visto, no se trata de una acción comunista al estilo ruso; según parece, es simplemente un movimiento de liberación en el que participan todos los que creen que este problema ha de resolverse por la revolución violenta. Pienso que en eso no están equivocados porque, como hemos ya establecido nosotros, las fuerzas de la reacción entronizadas en todos nuestros países no cederán sin antes luchar y aquí, como dice Clausewitz, será preciso aniquilar al enemigo a fin de someterlo a nuestra voluntad. El sistema político de lucha que parecen propugnar los Partidos Comunistas obedientes a la U.R.S.S., por lo menos en nuestro caso, la experiencia ha demostrado que no es apropiado y no lo será mientras la sinarquía internacional coaligada con el cipayismo interno, no sean dominados.

De la posición del Comunismo organizado se infiere que esta vez, como anteriormente, estará unido a las fuerzas reaccionarias, al estilo de la pasada Unión Democrática de tan triste memoria, mientras otros sectores de la izquierda nacional se separarán para incorporarse a una lucha que tiene necesariamente que venir tarde o temprano.

Dentro de este panorama, el Justicialismo debe seguir siendo cabeza de la revolución propugnada a fin de no caer finalmente en ideologías que no son las nuestras y que, aunque ayudarán en el proceso, no deben dominar ni preponderar en la lucha como parece que está sucediendo en todas partes donde no existe la tendencia de un socialismo nacional del tipo justicialista. La reacción no solo trabaja para nosotros sino también para el comunismo en sus diversas formas. Los hechos nos han colocado más cerca del comunismo que de la reacción y del imperialismo yanqui en lo internacional pero, en lo interno, seguirán siendo tan enemigos los unos como los otros. Sin embargo, no creo que haya inconvenientes en aceptar la cooperación de todas las fuerzas que luchan por la liberación, dada la preponderancia que, en el orden puramente argentino, tiene el Justicialismo popular.

Creo, en consecuencia, que nuestra apreciación es correcta y que debemos seguir el plan de acción acordado. No sé cómo andarán las gestiones para un acuerdo con las demás fuerzas políticas y con los militares, como tampoco tengo noticias sobre lo que se haya avanzado en ese sentido porque Remorino no me ha informado aun nada al respecto. He visto, por los informes de otro orden que me han mandado, que el gobierno de la dictadura sigue su deterioro con un ritmo aún más pronunciado que el previsto, lo que parece confirmar optimistamente las previsiones de nuestra apreciación. Espero su información al respecto porque las noticias suyas son las que más me interesan.

He leído las declaraciones de Onganía a los periodistas y, francamente, parece que este hombre o está engañado por sus colaboradores o es incapaz de compulsar la verdadera situación del país. Tantas son las afirmaciones peregrinas que llega a hacer en su afán de pintar una situación que dista mucho de ser la realidad que, por la información que recibo, vivo yo en la actualidad a más de quince mil kilómetros de distancia. Saludos a los compañeros. Le ruego que haga llegar los nuestros a su familia.

 Un gran abrazo.

25. Promulgación de la Ley 17.401 de represión a las “actividades comunistas”.

La Federacion de Agrupaciones Nacionales de Estudiantes Peronistas hizo público un documento en el que señalaban:

Los universitarios deberán comprender que, de ahora en más, sus luchas tampoco pueden estar dirigidas a conseguir el retorno a la autonomía universitaria o al gobierno tripartito, sino que deben transformarse en luchas de un mismo proceso de liberación. La actitud de los compañeros estudiantes que plantean desde la Universidad una política no ligada orgánicamente al Movimiento de masas, se difraza detrás de consignas tales como “unidad obrero estudiantil”, “tomar como eje de nuestro accionar la clase obrrea”, etc. Esta postura que impide a los estudiantes participar activamente en las grandes tareas de la Liberación Nacional y Social, halla su fundamento en ciertas teorías “vanguardistas”, mediante las cuales se pretende asumir un papel dirigente del movimiento obrero. De esta Universidad del régimen no puede salir otra cosa, de ella no surgen posiciones políticas que parten del conocimiento profundo de nuestra realidad, de la hisoria de las luchas populares de nuestra tierra, de la comprensión del país, de su economía, de su historia. Esta Universidad produce intelectuales y técnicos que no conocen una letra de la verdadera historia de los argentinos, pero que si manejan todos los instrumentos del cientificismo imperialista, las grandes abstracciones sociológicas ahistóricas, con “validez” paa cualquier punto de la tierra, prescindiendo de los procesos concretos, en los cuales se insertan las luchas de los pueblos, que llegan a la liberación desde su realidad…La juventud universitaria argentina tiene hoy ante sus narices la evidencia del problema nacional. Debe comprender la necesidad impostergable de sumarse al movimiento revolucionario que, desde el Peronismo reclama su participación y su compromiso en la causa común de la liberación.

Buenos Aires, agosto de 1967.

¡PATRIA SÍ, COLONIA NO!

¡PERÓN O MUERTE!

¡TRIUNFAREMOS!

FEDERACION DE AGRUPACIONES NACIONALES DE ESTUDIANTES PERONISTAS (FANDEP) – Buenos Aires.

Carta de Juan D. Perón  a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

Le adjunto una carta informe del doctor Don Carlos A. Disandro que, por su importancia, no he querido retener aquí, dado que a usted le será de mucha más utilidad. Se refiere al asunto, al que ya le sentimos mal olor cuando conversamos aquí: la Comisión para la PopulorumProgressio, en la que no nos gustaron ni los hombres ni el rumbo. Yo ya le tenía un poco de desconfianza, pero ahora tengo la sensación exacta de que se trata de una maniobra más, peligrosa e insidiosa, que lleva designios ocultos y que nosotros debemos neutralizar. En la carta que le escribo junto a ésta al Dr. Disandro, le pido que hable con usted para ponerse de acuerdo en la tarea que debe hacerse para neutralizar tales acciones. Él tiene una misión que hace tiempo le di para esclarecer en los ambientes universitarios y profesionales algunas cuestiones peligrosas que la gente suele pasar sobre ellas desaprensivamente, tal como puede suceder en este asunto concreto a que me refiero en este momento: Comisión PopulorumProgressio. Si usted percibe la gente que trabaja en eso encontrará algunos ingenuos, pero también encontrará naipes marcados. De cualquier manera, ustedes verán allí: la ayuda del Dr. Disandro puede ser valiosa porque él hace mucho ya que anda detrás de esta alimaña y se las conoce todas. Una conversación con él, después de leer su carta que le adjunto, puede ser de extraordinaria utilidad. A eso me remito. No deje de hablar también sobre esto con Remorino que, como zorro viejo, algo ha de saber.

En cuanto a que el Dr. Disandro pueda hablar con nuestra gente y formar lo que él llama “repetidores”, no creo que pueda ser sino provechoso, porque lo que nuestros muchachos necesitan más que nada es esclarecimiento para no caer en las numerosas trampas tendidas. Sus conferencias, desde la de Toynbee hasta la de Brasil, pasando por la de la sinarquía, como sus publicaciones anteriores y posteriores, han sido siempre muy buenas y peronistas. Por eso es que yo ya le encargué la tarea de realizar ese trabajo entre los universitarios y profesionales. En fin, ustedes verán allí lo que conviene. Un gran abrazo.

Juan García Elorrio publicó en la Revista Cristianismo y Revolución el texto “Bajo el signo de Camilo”:

El drama de los obreros azucareros la dura huelga del puerto, el latente conflicto ferroviario, la ocupación de la CGT por los estibadores, el problema planteado por la Kaiser en Córdoba, pero sobre todo, Ia coherencia absoluta del gobierno militar para ejecutar una política económica dictada desde los Estados Unidos por Alsogaray, hizo que los burócratas de la conducción gremial del secretariado cegetista pusiera en marcha el «Plan de Acción» que se está desarrollando en estos días por decisión del Comité Central Confederal.

La total identificación del gobierno con la reacción y la oligarquía pudo más que el «pacto social», el «diálogo», el «acuerdo» y la «colaboración» en que se mantenían muchos dirigentes gremiales temerosos de arriesgar la  intervención de sus sindicatos y de movilizar efectivamente a las bases. Los sindicalistas que habían sonreído mansa mente en la Casa Rosada se encontraron muy pronto con el amargo rostro de la realidad golpista que venía a imponer por la fuerza un plan económico de miseria y desocupación.

A pesar de que esa misma conducción es quien dirige, ejecuta y aún negocia el «Plan de Acción» las bases tienen la posibilidad de expresar su tremendo descontento y de presionar a los dirigentes para demostrar una vez más el espíritu de combatividad y lucha. Porque, finalmente, ahora estamos en lucha.

Hay una causa de privilegio y una causa de liberación. Vamos hacia la misma violencia de siempre: la amenaza de las armas para contener al pueblo. Los sindicatos «sin conflicto» ahora no pueden esperar que les toque el turno en el matadero. Deben organizarse desde ya en la lucha solidaria de toda la clase. Los estudiantes deben levantarse de su habitual frustración revolucionaria y ponerse al servicio de la lucha obrera. Todos estamos en la misma guerra: la cuestión es saber de qué lado. No hay terceras consignas, ni mediaciones clericales, ni treguas empresarias. No debe haberlas. Éste es el desafío que nos ha lanzado la reacción para probarnos. De la «frustración nacional» llegamos rápidamente al «enfrentamiento». El gobierno anunció ya que ahora comienza la etapa del «escalonamiento». Palabras que ocultan la única realidad de siempre: la violencia contra la rebelión del pueblo. Estamos en medio de la violencia y no podemos hacernos a un lado.

Para organizar las formas militares de esa misma violencia reaccionaria, a nivel continental, los cancilleres y funcionarios de la OEA se reunieron en Buenos Aires en los últimos días. Fue un cónclave cuyos entretelones de dólares y chantajes han sido analizados por toda la prensa burguesa y en el cual se prepararon los detalles para el «show presidencial» a realizarse en abril con la atracción del responsable de las masacres del Vietnam, de la invasión a Santo Domingo y de la permanente política yanki de explotación y coloniaje en América.

Los cancilleres de los gobiernos militares «respaldados» por el Pentágono y los cancilleres de las democracias «autorizadas» por el Departamento de Estado, junto con los cerebros de la OEA, se abocaron a la tarea de contrarrestar todos los movimientos de liberación y todas las manifestaciones populares que en nuestro continente señalan el único camino capaz de modificar la injusticia social y el sometimiento económico: la toma del poder por y para las mayorías. Esto es lo que se llama, en el cínico lenguaje panamericanista, «combatir la subversión» y «contener el avance de la violencia».

Esa subversión y violencia que tanto preocupan a las conferencias de la OEA, están presentes en los millones de niños que mueren sin lIegar a vivir, en los que mueren de hambre y enfermedades antes de los tres años, en los que nunca llegan a las escuelas, en los que deben mendigar desde pequeños. Esa violencia se está gestando diariamente en los que no tienen ni tendrán vivienda digna, ni luz, ni agua, ni caminos, ni hospitales. Esa violencia es la prostitución, el alcoholismo; son las lacras sociales provocada por la miseria. Es la subversión de los millones de desocupados, sumergidos y explotados que a lo largo y ancho de nuestra América dan testimonio de la existencia del imperialismo y constituyen el ejército invencible de la Revolución.

Allí deben investigr los cancilleres y técnicos de la OEA el origen y las causas del subdesarrollo y del estancamiento latinoamericano. Deen pensar también en los escandalosos presupuestos de armamentos y gastos militares de sus países y estudiar las cifras fabulosas de dólares arrancados por las oligarquías nacionales a neustras tierras y colocados fuera de América par que sus dividendos vuelvan a nuestros pueblos como créditos y préstamos de sometimiento y colonialismo económico. Allí encontrarán los cancilleres y los comandantes de los ejércitos represores, los recursos para combatir esa subversión que nace del hambre y esa violencia que es la respuesta popular en la lucha de liberación.

Como mártir de esta exigencia de “LIBERACION O MUERTE” hace un año caía Camilo Torres en la guerrilla colombiana. Camilo realizó vertiginosamente su camino personal hacia la Revolución. Sacerdote y sociólogo, luchador y agitador político, líder estudiantil y popular resolvió su sed de justicia en la lucha armada cuando comprendió que la oligarquía cierra todos los caminos y enfrenta al pueblo con el último recursos: la violencia. Camilo Torres, silenciado y retaceado por sus propios hermanos cristianos, nos señala el carisma evangélico en la lucha de liberación de nuestros pueblos y su nombre es bandera del movimiento revolucionario latinoamericano.

Sentimos profundamente a Camilo. Recogemos su mensaje y su grito cara a cara. Camilo murió por su pueblo, murió con las armas en la mano: un nuevo gesto y un nuevo sacrificio que estremeció proféticamente a toda América. Camilo se nos adelantó por ser el primero en el Amor. Su vida y su muerte nos exigen cada día la autenticidad en el compromiso concreto y en la lucha.

Camilo es signo de contradicción, de escándalo, de búsqueda, de unión, de sacrificio, de acción, de violencia, de entrega. Lo aceptamos y lo proponemos totalmente. No lo parcelamos y lo dividimos hasta donde llega nuestro propio miedo. Queremos encontrarnos con él desde la realidad argnetina, con el movimiento peronista, ascendiendo a la clase obrera, realizando nuestra experiencia nacional del socialismo.

Bajo el signo de Camilo dejamos aquí nuestra declaración de guerra total a la explotación, al imperialismo, al subdesrrollo, a la antipatria de adenro y de afuera. Hacemos también nuestra declaración de fe revolucionaria, de necesidad revolucionaria y de existencia revolucionaria. Una fe llena de esperanza en el triunfo del pueblo, una necesidad definitiva y permanente, una existencia exigida por nuestro cristianismno.

Porque, con Camilo, cremos que la Revolución es la única manera eficaz y amplia de realizar el amor para todos.

Septiembre de 1967

4.Renunció el Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, Coronel Eugenio Schettini; siendo reemplazado por el General Manuel Iricibar.

7. Presentó su renuncia el Gobernador de Córdoba, Miguel Angel Ferrer, asumiendo en su lugar Carlos Caballero.

La CGT anunció una movilización obrera a partir del día 18 de septiembre.

18. La Conferencia Episcopal Argentina dio a conocer el Plan Nacional de Pastoral, elaborado por la Comisión Episcopal de Pastoral en la que revistaban Lucio Gera, Rafael Tello, Gerardo Farrell, Esther Sastre (RSCJ), Aida López (Divino Maestro), Laura Renard (Auxiliares parroquiales), Alberto Silly (jesuita),  Juan B. Capellaro (Movimiento por un Mundo Mejor), entre otros.

23. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo: Hoy me ha visitado el señor Ezequiel Perteagudo (y perdone el apellido), quien me trae una carta de Monseñor José Podestá —Obispo de Avellaneda— que, según sé, como él no se ha animado a venir lo ha mandado al susodicho.

Yo, como es de los cánones, le he atendido muy preferentemente y como es de nuestra costumbre ya, me he limitado a decirle que, habiendo delegado la conducción táctica en usted, es a usted a quien deben ver. A tal fin, le he dado una carta para usted y, sin duda, creo que irá a verlo en cuanto llegue a Buenos Aires. Hablando con franqueza, debo manifestarle que me ha causado una buena impresión; según lo manifestado, aunque no ha sido peronista, comparte en un todo los pensamientos y principios justicialistas; en otras palabras, es un hombre que está “de vuelta” y que puede ser muy bien aprovechado. Él es el “alter ego” de Monseñor y quien, a mi parecer, maneja todo lo político y, a veces, al propio Obispo. No es desaprovechable dentro de los planes en que estamos empeñados y puede servir especialmente en la organización campesina en la que he visto tiene mucha intervención efectiva, especialmente en los agricultores de todo el país. Yo no me olvido nunca [de] que los comunistas sostienen que las revoluciones hay que hacerlas con los campesinos que, en último análisis, suelen ser los dueños de la comida. No creo que debamos temer que esta gente tenga malas intenciones porque, aun cuando las tuvieran, no las podrían realizar frente a [la] inmensa superioridad peronista en la opinión pública nacional. Por eso, creo firmemente que hay que utilizarlos, tanto a él como al Monseñor. Por eso he creído interesante ponerlo en contacto con usted que, sin duda, ya ha de conocer a esta gente. Usted puede ver si le es utilizable o si debe desviarla hacia Remorino, que puede incorporarla a los sectores con que él trabaja en la actualidad. Usted sabrá lo que debe hacer. Yo me limito a poner el pollo en sus manos. Usted es el cocinero. Creo que pueden ser útiles y que, además, si entran en el frente opositor los demás, no hay razón para que éstos no entren. Creo que, según mis informes, Monseñor tiene ya con él a siete de los Obispos del país.

Nada nos cuesta incorporar un sector de la Iglesia que bien puede ser útil en su momento oportuno: en política, en el tomar no hay engaño, y menos en la situación justicialista, tan solicitada en estos momentos. Una golondrina no hace verano, y ellos son solo una golondrina frente a nosotros. El secreto está en la organización y preparación de nuestras fuerzas en condiciones de poder absorberlos a todos sin el menor peligro. Hasta tanto esa organización y preparación se realice en forma acabada, podemos ir tirando largo a los “voluntarios” que se presenten y que, como éstos, pueden ser de utilidad. Ya Onganía ha dicho que teme más a la oposición de la Iglesia que a todos los partidos políticos juntos, y nosotros, con sutileza, podemos descargarle la oposición de parte de ella con poco que hagamos inteligentemente para arrimarla a esa oposición, aprovechando la división que ya existe entre los pre y posconciliares.

En fin, usted verá y allí puede “tejer fino” porque lo tiene todo al alcance de la mano. Con los primeros que hablé en 1945 fue con los enemigos, y me conquisté a muchos de ellos. No niego que muchos entraron de mala fe, pero los acontecimientos los llevaron a la buena senda porque la mala era, a poco, intransitable para los que no tuvieran vocación suicida: hay hombres que son buenos porque son buenos, y otros porque no pueden ser malos. En política, ambos son de la misma utilidad si se los sabe y se los puede manejar. Bueno Alberte, he querido darle este aviso, que le ruego lo haga extensivo a Remorino, para que la visita de Perteagudo no lo tome de sorpresa. Saludos a su familia y a los compañeros.

 Un gran abrazo.

Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

He conversado largamente con el señor Don Ezequiel Perteagudo,, portador de la presente, director de la revista Imagen del País, y considerado que sus puntos de vista coinciden totalmente con los nuestros, he creído interesante e importante que lo hiciera con usted, en quien, le he explicado, que he delegado la conducción táctica total del Movimiento Peronista.

Yo no tengo la menor duda sobre la necesidad actual de conformar un gran frente nacional de oposición en el que deben entrar todas las fuerzas y todos los hombres que, como nosotros, anhelen soluciones para el futuro. Como hemos ya establecido en nuestras reuniones, creo que ha llegado el momento de comenzar una acción decisiva de conjunto, naturalmente que dentro de las condiciones y formas de ejecución que la conducción táctica determine. Ustedes tienen, en ese sentido, la palabra, ya que también tienen la responsabilidad. La colaboración de todos los argentinos que de buena fe quieran incorporarse a la lucha que venimos sosteniendo desde hace ya veinticinco años, no puede ser desaprovechada.

He conversado con el señor Ezequiel Perteagudo e intuyo que esos son sus deseos y, en consecuencia, deseo ponerlo en contacto con usted a los fines indicados, seguro [de] que usted, como yo, ha de agradecer a la Providencia que nos pone gente joven y capaz en el camino de nuestros afanes patrióticos. Creo y espero que este contacto [sea] provechoso para los fines en que estamos empeñados y, por eso, he creído oportuno provocarlo con esta carta y el pedido al señor Perteagudo que lo visite.

Ya he regresado de mis vacaciones y de mi viaje a París, un poco apresuradamente, en razón de tener que recibir a los argentinos que llegan a Madrid y desean verme. Nos llegan, en este momento, las más encontradas informaciones sobre la situación que se compulsa allí pero yo, como siempre, espero las de ustedes a fin de no hacerme ilusiones correntinas. Sé que el Doctor Remorino estaba por viajar y, sin duda, cuando recibió mi carta postergó su viaje hasta mi regreso. De todas maneras, no se pierde mucho, porque desde que son ustedes los que deben decidir allí, muy poca importancia puede tener cualquier consulta. Me basta con la información para saber a qué atenerme. Sin embargo, le ruego que le haga saber a Remorino que ya he regresado para que pueda viajar.

Sigo recibiendo informaciones de los más insospechados sectores que no hacen sino confirmar sus aciertos en la actual conducción, por lo que le hago llegar mi enhorabuena. Espero que todo siga en ese tren porque, en mi sentir, se acercan horas de decisión. Dios quiera que, para ese entonces, hayamos conseguido el mejor grado de organización y preparación.

Le ruego que salude a todos los compañeros.

Un gran abrazo.

28. Ford Motor Argentina compró la planta Acinfer en Villa Constitución, Santa Fe.

26. Mensaje grabado a Bernardo Alberte:

Mí querido compañero y amigo Alberte:

Como usted debe saber, aquí en España, y especialmente en Madrid, es casi inadmisible que un hombre que se precie de tal no haga uso de sus vacaciones, y por aquello de que en el país que estuvieres haz lo que vieres, no deseo desentonar. He decidido tomarme unos días de septiembre para desaparecer; no creo que en ese lapso puedan ocurrir cosas tan importantes ni aquí ni allí, a pesar de muchos presagios alentadores en el sentido de que lo bueno es lo malo que se está poniendo la cosa, en esa lejana pero no olvidada patria de los argentinos. Estaré en Irún, Hotel “Alcázar”, al alcance de cualquier noticia urgente, por intermedio de Jorge, a quien le ruego que le haga llegar cualquier cosa urgente. (…)

Todas las informaciones confirman el éxito que va usted teniendo en la conducción táctica, y yo deseo afirmar una vez más su autoridad, con la confianza que todos los peronistas debemos depositar en su conducción. (…)

Según mis noticias, parecería que hay componendas entre los “Neos” y Borda; no sería difícil que así fuera, porque los desplazados porfiarán hacia la querencia; creo que ha llegado el momento, si a usted le parece, de tomar medidas, si esta gente sigue en sus andadas. En estos casos conviene desenmascararlos con tiempo, a fin de que no sigan engañando a la pobre gente que aún pueda creerlos peronistas. Ya hemos dicho mucho, ahora me parece que ha llegado el momento de proceder. Si ellos no aclaran su posición y dejan de andar con “agachadas”, una expulsión pública a tiempo puede terminar con sus procedimientos y su traición. Usted allí, con los dedos en la masa, podrá apreciar mejor que yo lo que conviene. Sabe usted que me tiene a mí detrás, que yo apoyaré sin reservas lo que allí disponga, en ése como en los demás sentidos. Yo no alcanzo a comprender lo que esta gente quiere, pero estoy seguro [de] que todo lo hacen a base de la simulación peronista, lo que puede ser muy perjudicial para la conducción táctica en que está usted empeñado. Los enemigos de adentro son siempre más peligrosos que los de afuera. Pero estando en nuestras manos el poner remedio, aunque sea heroico, la cosa tiene fácil solución. Yo sé que a usted no lo van a pasar estos “pajaritos de polenta”, pero deseo que sepa que lo apoyaré absolutamente, a fin de que proceda con entera libertad de acción. Cuando, por razones de conducción, se delega la conducción táctica, como sucede en la guerra, se hace con toda la autoridad y responsabilidad. Se trata pues de un Comando Delegado y, en consecuencia, de un traspaso de autoridad integral: usted es el conductor total, nosotros estamos para facilitarle en cuanto sea posible su tarea. (…)

Una de las causas del fracaso del gobierno de la dictadura militar ha sido el incumplimiento de sus promesas políticas, [de] unir a todos los argentinos. (…)

Pero desde que la dictadura no ha podido unir a los argentinos por su error en la elección de los medios, que han impulsado a la ciudadanía en su contra, nosotros podemos, ayudados por esos malos procedimientos, unirla en contra de la dictadura. Nada puede oponerse a que lo hagamos si, como debe ser, nuestros objetivos se dirigen a dar una salida al país que, por los caminos que va, no se ve por ninguna parte. Entre nuestra gente hay también algunos que no comprenden este asunto y se oponen sistemáticamente a toda unión con las demás fuerzas políticas. Si los únicos dueños de la verdad fuéramos nosotros, y nosotros los únicos que [pudiéramos] salvar al país, eso estaría bien. Yo creo que éstos padecen del mismo mal de la dictadura, porque tampoco comprenden la política, como consecuencia de que se han dedicado a aprenderla y no a comprenderla. Es preciso persuadirse de la necesidad de volar un poco más alto y proceder con mayor grandeza: no hay que olvidar que nuestros adversarios de ayer y de hoy son también argentinos y tienen el mismo derecho que nosotros de aspirar a soluciones para todos, las que solo pueden venir con la solución para el país. Ya que no creo que los argentinos puedan realizarse tampoco en un país que no se realice. He oído criticar a algunos toda posible acción de entendimiento con las fuerzas políticas que fueron nuestra oposición pero, en cambio, no los veo criticar a los “neos” con la camiseta peronista, que pretenden entenderse con la dictadura militar, contra la cual está casi la totalidad del Pueblo argentino. Es que los hombres son así; pero por sobre los hombres con intereses o ambiciones personales, deben estar los intereses de la Nación y las aspiraciones del pueblo. (…)

Alcanzada la unidad y la disciplina partidaria en el Movimiento Peronista, se podrán alcanzar los objetivos con una conducción apropiada que sea capaz de llevar al Movimiento con la mayor unidad de acción. Solo esta unidad de acción nos hará posible ser más fuertes en el momento y en el lugar en que se produzca la decisión. Abrigo el mayor optimismo al respecto porque, por primera vez en estos doce años, comienzo a percibir una conducción apropiada. Hay que tener en cuenta que esta vez ya no se trata de ganar una elección, sino de producir una revolución, que no es lo mismo.

He querido remitirle esta cinta magnetofónica para facilitarle el trabajo de hacerle llegar mis noticias antes de partir. Todo va bien en la forma en que usted lo está llevando; de ello recibo diariamente el testimonio de los miles que me escriben. Todo depende ahora de que siga usted con el mismo entusiasmo, la misma decisión y energía que ha puesto en este año pasado en la dura tarea de “recauchutar” al Peronismo. Le pido que transmita a todos los peronistas mis disculpas si no contesto muchas cartas, pero deben darse cuenta [de] que yo contra todos no puedo; sin embargo, les agradezco a todos sus noticias y sus informaciones, que me llegan todos los días, desde los lugares más insospechados. Yo sé que los peronistas no me olvidan, yo tampoco los olvido a todos ellos; le pido, asimismo, que salude a todos los compañeros peronistas, en especial a los que lo acompañan a usted en las tareas de la conducción y que comparten por ello el mérito de cuanto están haciendo.

29. Reportaje de Carlos Bas a Juan Domingo Perón para el periódico El Tiempo de Nueva York.

— ¿Qué significado tiene para usted (…) la actual “revolución argentina”?

— Después de un año de gobierno pienso que solo se trata de una dictadura militar, y recurre al eufemismo “revolución” para enmascarar sus finalidades.

— ¿Tiene semejanza con la “revolución libertadora”? — Tiene de común el sistema, aunque ha atemperado las formas de ejecución. En lo político, se diferencia en el trato de los partidos y en una marcada disparidad en los métodos de intimidación empleados. En lo económico, todo es similar, dado que el ministro de Economía es el mismo que usó Aramburu, quien recibió el país sin deuda externa, con una reserva financiera de 1.500 millones de dólares y el peso en una proporción de 16 pesos por dólar; y en solo dos años de gobierno de facto de Aramburu entregó el país con 2.000 millones de deuda externa, sin reserva financiera y con un peso de 81 por dólar.393 En lo social, ambas dictaduras se han caracterizado por una persecución despiadada a las organizaciones obreras y una destrucción sistemática de las conquistas sociales alcanzadas durante el gobierno justicialista.

— ¿Conoce a los actuales dirigentes del Gobierno?

— A muy pocos…

— Funcionarios del actual Gobierno, ¿actuaron con usted o pertenecían al peronismo?

— Ninguno que yo sepa.

 — Desde hace meses no se oye mencionar su nombre, ni como enviando directivas, ni dando orientación a la CGT. ¿Ha abandonado a los obreros?

— Usted no parece estar informado sobre los comentarios de los diarios y revistas argentinos, cuando comentan ininterrumpidamente las actividades del Movimiento. Además, ¿olvida que nuestra doctrina es social en su esencia?

— El Estado argentino tiene 500 millones de dólares de reserva… ¿Cree usted que esa reserva es indicativa de un buen estado económico de la clase trabajadora?

— Cuando un país tiene una deuda externa de miles de millones de dólares y servicios financieros anuales que superan con creces los mil millones, es que su Pueblo trabaja solo para pagar sus deudas. La existencia de esos millones de dólares provenientes de un crédito ‘stand by’, nos indica que están tocando fondo.

— Si volviera al país, ¿querría ser presidente de nuevo? –interroga Carlos Bas.

— No tengo interés en la operación –aduce el General.

— Si volviera a ser presidente, ¿qué es lo primero que haría?

— Renunciar.

— Una revista neoyorquina indicó que usted era uno de los principales inversores en esta ciudad, con 800 millones de dólares… ¿Es verdad?

— No sé de qué revista se trata —acota Perón, quien se mueve en un terreno sin fracturas ni ambigüedades—; pero si lo ha hecho así, su director es un calumniador indecente. Yo no tengo ni he tenido inversiones en los Estados Unidos. En ese sentido, desafío al canalla autor de esa especie a identificar las inversiones y la existencia de los 800 millones de dólares que me atribuye. Si no lo hace será porque, como pienso, se trata de un irresponsable sinvergüenza.

Visita a Perón en Puerta de Hierro el dirigente de origen nacionalista Alberto Baldrich.


El Comando Camilo Torres de Argentina difunde las “Bases para el encuentro latinoamericano ‘Camilo Torres’”, a realizarse en febrero de 1968 a dos años de su muerte en la guerrilla colombiana. Convocaban a la acción revolucionaria de los cristianos, encuadraban la situación en la situación descripta por Paulo VI en la Populorum Progressio (“tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona humana y damnificase peligrosamente el bien común del país”), proponían la colaboración con “todos los auténticos revolucionarios que, conducen desde la vanguardia el proceso de lucha a través de los movimientos populares y ejércitos de liberación”.

Octubre de 1967

8. Fue asesinado en Bolivia el Jefe Guerrillero Ernesto “Che” Guevara, tras ser herido y capturado por el ejército boliviano.

9. Fue clausurado el semanario Prensa Confidencial que dirigía Jorge Vago.

16. Onganía le recordó a las Fuerzas Armadas que “no cogobiernan”.

Juan D. Perón, con el seudónimo Descartes, publicó una nota en Imagen del país:

En 1938 el mundo asistía entre absorto y confuso al enfrentamiento enconado del capitalismo con el comunismo, mientras mantenían una tercera posición ideológica el Fascismo y el Nacional Socialismo. El mundo, así estructurado, vivía un problema que parecía insuperable. Sin embargo, el ataque alemán a Polonia rompió el equilibrio inestable en que se vivía. La incógnita pareció ser: ¿quiénes lucharán contra quiénes? Todo hacía pensar que las ideologías serían decisivas en la conformación de los bandos en pugna, pero después de un corto período de “distracción”, el imperialismo capitalista, representado por Inglaterra primero, y por los yanquis luego, llegaban al más completo acuerdo y comenzaban una “luna de miel” en la que los rusos, que habían sido malditos y su régimen oprobioso, pasaban a ser camaradas, y su gobierno la democracia más perfecta, claro está, después de la de USA.

Siete años tardaron los imperialistas en liquidar al “tercero en discordia”. Terminado el problema, previa bomba atómica, los “felices aliados” se reunían en Yalta, dividiendo al mundo en dos sectores separados por una cortina de acero, para que cada uno de los imperialistas pudiera dominar sin interferencias ni peligro de conflictos jurisdiccionales. En todo este largo período, las ideologías que los separaban parecían haber desaparecido ante el buen entendimiento y a pesar del encubrimiento disimulado por la existencia de la “guerra fría” encaminada a mantener el equilibrio.

Pero la dinámica mundial, que no obedece solo a los designios de los poderosos como algunos creen, ha vuelto a formar su propia articulación que, como antes, está formada por los tres bandos tradicionales, solo que la tercera posición es ahora mucho mayor y los imperialismos nos han dejado la experiencia de 1938, cuando las ideologías fueron superadas. Es así que todo parece reducirse a dos grandes bandos: de un lado, los imperialismos que desean seguir dominando y los países que anhelan liberarse del otro. Éste es el real panorama del mundo de 1967. Como en 1938, las ideologías van siendo superadas por las necesidades de la lucha misma, por eso la causa de la liberación supera hoy también a las ideologías y, como en 1938, el imperialismo soviético está cada día más cerca del imperialismo yanqui, y los países en su lucha por la liberación buscan afanosamente su integración en el Tercer Mundo, sin acordarse ni hacer cuestión de ideologías.

Si para los yanquis y soviéticos no fue pecado unirse en 1938 por sobre sus ideologías encontradas, ¿por qué habrá de serlo ahora para los países y los pueblos que luchan por liberarse?

Hace pocos días se ha reunido en Nueva York, bajo la dirección de los Estados Unidos, la Organización de los Estados Americanos (OEA). En esta reunión de Ministros de Relaciones Exteriores han rivalizado los gobiernos cipayos en una obsecuencia repugnante y hasta ha habido quien ha llegado al desatino de proponer la invasión a Cuba. Menos mal que los Estados Unidos no han perdido del todo su sentido común, y que aún quedan algunos países y algunos hombres con el necesario sentido del decoro como para sentir vergüenza de semejante servilismo.

Es que, tanto al Este como al Oeste de la Cortina, se evidencian ya sentimientos y acciones que conformarán los bandos del porvenir inmediato: de un lado los imperialismos y sus satélites; del otro, los que luchan por liberarse. En el futuro, como en el pasado, las necesidades de la lucha superarán las ideologías. La propaganda interesada ya no podrá asustar mucho con el cuco del comunismo porque la realidad es bien distinta, no se trata ya de ideologías: son compañeros de lucha todos los que anhelan liberarse, y son enemigos todos los que, de una manera abierta o insidiosa, están al servicio del neocolonialismo imperialista, ya sea bajo la hoz y el martillo, como de las barras y las estrellas.

No le durará mucho a los gobiernos usurpadores que pretenden afirmar su existencia bajo la protección foránea. Los gobiernos militares impuestos y manejados por el Pentágono correrán la misma suerte así en el Vietnam como en Latinoamérica, porque nunca nada estable se puede fundar en la ignominia. Es donde ello sucede que los pueblos tienen la palabra, desde que son ellos dueños de su destino; porque los pueblos que no son capaces de luchar por su liberación, merecen la esclavitud; de la misma manera que los países que no son capaces de alcanzar su independencia y soberanía, merecen el coloniaje.

Nada intrínseco hay pues en el actual problema argentino, porque es el problema del mundo. Los pueblos han comenzado a luchar por liberarse y por eso se convulsiona el mundo en los cinco continentes del planeta, sin que puedan escapar a ello ni los mismos imperialismos. El Justicialismo, en la Argentina, intentó evitar la lucha cruenta reemplazándola por la evolución pacífica como se procedió en toda Europa, pero la reacción impulsada desde afuera careció de la grandeza suficiente para comprenderlo. Desde entonces, nos hemos ido acercando cada día más peligrosamente a una guerra civil, que es la forma cruenta de imponer una evolución. La Historia nos dice también el precio que hay que pagar por transitar este camino, basta con mirar lo que les costó a los que lo recorrieron. Es que “el que no tiene buena cabeza para prever, ha de tener buenas espaldas para aguantar”.

17. Fue clausurado el semanario Prensa Libre, publicación que suplantaba a Prensa Confidencial.

18. Esquela de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

La compañera Susana Míguez, vieja e incansable luchadora de los tiempos de Eva Perón, me ha visitado con deseos de trabajar. Yo le he pedido que se ponga para ello en contacto con usted. Le pido, en consecuencia, que la reciba y utilice su ofrecimiento, porque conociendo bien sus valores como dirigente de la Rama Femenina, creo que será una eficiente colaboradora por el profundo conocimiento que tiene de esa facción del Peronismo. Aprovecho también para adjuntarle una de las cartas que recibo de algunas fracciones que están un poco desligados y que pretenden que las directivas le lleguen cuando ellos no se conectan orgánicamente para recibirlas. Así les contesto, pero no estaría de más hacer saber a todos que deben hacerlo hacia sus comandos regionales correspondientes.

Un gran abrazo.

La Revista Cristianismo y Revolución publicó un suplemento dedicado a la muerte de Ernesto “Che” Guevara.  Incluyeron el documento titulado “Después del ‘Che’” elaborado por el Comando Camilo Torres, en el que le tributan homenaje, llaman a continuar su lucha, y junto a Camilo Torres y a todos los heroicos compañeros que ya dieron su sangre por la Revolución, saludamos al CHE con su misma despedida de fraternidad y esperanza: ¡Hasta la Victoria Siempre!”.

Leónidas Lamborghini publicó, a través de Ediciones A.R.P., Coplas del Che. En la parte final reproduce dos declaraciones:

Declaración

Ante los acontecimientos que hau puesto en un primer plano de actualidad la figura de Ernesto Che Guevara, los intelectuales argentinos que compartimos su lucha por la liberación de .América, conscientes del deber ineludible que como tales tenemos ante nuestro pueblo, en cuanto a la necesidad de contribuir a una toma de conciencia cada vez más profunda respecto a los medios para terminar con la dominación imperialista en nuestro continente, sostenemos:

1) Que la capacidad de lucha del Ohe Gnevara se nutre, toma su fuerza y se justifica plenamente a partir de esa necesidad impostergable de ruptura con la sujeción colonial, convirtiéndose en su más exacta expresión.

2) Que en ese sentido, el ejemplo del Ohe Guevara demuestra que las posibilidades de triunfo popular no son remotas y que surgen al calor de la misma lucha, cuando se han abandonado para siempre las ilusiones de falsas salidas que sólo son componendas con el régimen de opresión.

3) Que como intelectuales que comprendemos el pa pel que nos toca en ese proceso, compartimos plenamente la causa del Che Guevara que es la de todos los

pueblos oprimidos del ‘I’ercer Mundo que aún esperan su reivindicación, y que ven en el Che Guevara el símbolo más puro de la epopeya que los conducirá a su liberación definitiva.

Arbo y Blanco, Leopoldo Marechal, Joaquín O. Giannuzzi, Roberto Cossa, Leónidas C. Lamborghini, Osvaldo Lamborghini, Juan José Sebreli, Reinaldo Masetti, Francisco Urondo, Bernardo Kordon, Manuel Mosquera, Estela Canto, Rodolfo Puigros, Alicia Eguren, John William Cooke, José Eduardo Lamarca, Orlando Calgaro, Julio Bornik, Juan Carlos AIgañaraz, Julio AIgañaraz, Ruy Rodríguez, Sergio Mulet, Ernesto Deira, Bugo Larrufo, M. A. Bengoechea, Esther González

Varona, Marta Peluffo, Carlos Espartaco, Ricardo Carpani, Alberto Belloni, Rubén Bornik, Juan Gelman, Lalo Painceira, Ismael Viñas, Rubén Filipelli.

Declaración

La congoja de los pueblos del mundo ante la noticia de la muerte del Comandante Ernesto Che Guevara, es el mismo dolor insoportable y rabioso de nuestro pueblo y de todo el Movimiento Peronista. Frente a los hechos, resulta imbécil e hipócrita disimular los trágicos perfiles del desastre: Un destino sin misericordia habría arrebatado a América, en momentos decisivos de su Historia, una Jefatura Revolucionaria incomparable y la causa de la liberación humana habría pagado

su precio más alto: la inmolación del Cristo de nuestra época.

Si el Che ha muerto, nuestras banderas se inclinan en su honor. Pero su lucha y la nuestra no habrán de separarse con su muerte. Porque en el Comandante Guevara se resume todo lo que de exaltivo, poderoso y digno se ha construido en el corazón del hombre a través de milenios de lucha contra la miseria, la ignorancia y la opresión.

Pero no desesperamos: El imperialismo y sus amanuenses menores del continente lo seguirán viendo ganar otras batallas, aunque hayan podido cebarse con su cuerpo. Porque hombres y jefes revolucionarios como el Che no mueren aunque mueran, y sus espíritus alientan en los huracanes de rebelión de una América ya

harta de injusticias y de mediocridades. Su vida de revolucionario ejemplar será la guía que conduzca a cada uno de los soldados de la causa liberadora americana

al triunfo final y su sacrificio, que no ha sido en vano, convertirá cada montaña, cada calle, cada ciudad de nuestros países, en la trinchera luminosa de una humanidad que lucha por el nacimiento de un hombre nuevo.

Nosotros, militantes de la causa nacional del pueblo argentino, afirmamos que miles de soldados se han juramentado y se juramentan diariamente en instantánea

comunión para hacer que su muerte tenga el mismo sentido que su vida.

El CHE volverá y será millones. Por eso, desde aquí, desde su querida Argentina, le decimos con más convicción que nunca: COMANDANTE ERNESTO CHE GUEVARA, hasta LA VICTORIA SIEMPRE!

¡PATRIA O MUERTE!

Buenos Aires, 16 de octubre de 1967

ACCION REVOLUCIONARIA PERONISTA (A.R.P.)

22. Homenaje del peronismo a Darwin Passaponti en su tumba del cementerio de Moreno en ese día domingo a las 10 y 30 horas.  Fueron recibidas ofrendas florales de Juan Domingo Perón, la Juventud Peronista, Comando Nacional Peronista, Alianza Libertadora Nacionalista, CGT Regional Morón, UOM de Morón, etc. Se hicieron presentes la delegada de la Rama Femenina Mabel Di Leo y los colaboradores de Alberte Mayor Octavio Flores, Jorge Gianola, Bernardo Troxler, Roberto Martín y Sebastián Ramírez.  También estuvieron José C. Amerise, dirigente político de la Provincia de Buenos Aires, Héctor Flores y Jorge Sulé de la ESCPMP y dirigentes sindicales de distintas organizaciones (UOM, Ate, etc). La Alianza Libertadora Nacionalista hizo colocar una placa recordatoria descubierta por Trento Passaponti, padre del recordado militante. En la ocasión estuvo el Secretario General de la ALN, Ricardo Maurente. Quien  Hizo uso de la palabra fue el Secretario General del Movimiento Peronista, Mayor Bernardo Alberte, leyendo  un discurso elaborado por Sulé, uno de sus colaboradores:

Compañeros:

El Movimiento Justicialista, a través de su conducción, tiene el deber de rendir homenaje a Darwin Ángel Passaponti, que en aquel primer octubre Argentino ofrendó su sangre en el altar sagrado de la Patria.

Desde aquel  instante, en que alegre y despreocupadamente entró en la eternidad por el camino del holocausto, su figura y su memoria está indisolublemente ligada a  la causa Nacioanl Justicialista, por este sacramento heroico de su muerte.

Iba aquella tarde, Darwin Angel Passaponti, a la plaza histórica, como tantos otros a vivar el nombre de su caudillo y a demostrar el entusiasmo juvenil por el presentimiento y la ensoñación de una Argentina nueva que estaba por nacer.

Fue entonces que grupos de la reacción y de la antipatria agazapados y ensombrecidos porque veían que ese día cancelaba una Argentina caduca, dispararon sus armas homicidas que dieron en el corazón de nuestro muchacho, en ese corazón donde se acrisolaban su amor a la Patria y suy amor a las esencias más sagradas de la nacionalidad.

Así, niño aún en edad, pero hombre para morir y vivir por un ideal, Passaponti entregó su alma a Dios envuelto en la bandera de Belgrano y musitando entre sus labios el nombre de su caudillo.

Y cuando aquel primer lucero de la tarde, en aquel primer octubre argentino, se encendió con la sangre derramada de nuestro primer muchacho muerto, nacía la aurora de una esperanza nacional que un coronel de la nación llevaría al triunfo.

En estos momentos tristes también para el país cuando la Patria está cubierta por los crespones de una entrega contumaz y bochornosa el martirologio de Darwin Angel Passaponti es una lección suprema de desprendimiento y servicio.

Cobarde y mal nacido aquel que se retrase de la primera fila en el combate final en donde enfrentaremos a las fuerzas de la antipatria y del antipueblo.

Quien no entienda que la vida por la Patria es un permanente acto de servicio no es digno de llamarse compañero Peronista.

Quien no acepte que la muerte por la Patria también es un acto de servicio, no podrá nunca estar a la altura de aquellos que como Passaponti prefirieron la acción y la lucha porque no aceptaron llorar luego como eunucos lo que en esos  momentos había que defender como hombres.

Con ese espíritu de entrega y militancia tenemos que ir a la lucha y cuando uno de nosotros tenga la gloria de morir como Darwin Angel Passaponti dadnos como a él, piadosa tierra y decidnos: “Compañero, para tu alma la paz y para nosotros los que quedamos, la negación de esa paz hasta que no sepamos cosechar los grutos que ha sembrado tu muerte”.

24. Carta apócrifa de Juan D. Perón al Movimiento Peronista con motivo de la muerte del “Che” Guevara. Redactada por Alicia Eguren y aprobada por John W. Cooke, Justo M. Gaggero, Carlos Lafforgue, Haroldo Logiurato y Gustavo Roca. La carta fue distribuida en medios locales y Perón no la desmintió.Decía así:

Compañeros:

Con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable pérdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que, en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación. Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del Pentágono mantienen a los pueblos oprimidos.

Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven más extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto “Che” Guevara.

Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazó, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir.

He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del peronismo. Nada más absurdo. (…)

Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina. (…)

La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin revolución las resistencias de las oligarquías y de los monopolios inversionistas del imperialismo.

Las revoluciones socialistas se tienen que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre sí todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre sí los usufructuarios del privilegio. La mayoría de los gobiernos de América Latina no van a resolver los problemas nacionales sencillamente porque no responden a los intereses nacionales. Ante esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos. (…)

El peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha, como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto “Che” Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica».

 Juan Domingo Perón, 24 de octubre de 1967.

El sacerdote Hernán Benítez escribió para la Revista Así un testimonio sobre el Che Guevara:

Ha muerto con las características de los héroes de leyenda, quienes en la conciencia popular no mueren. Como los judíos del Viejo Testamento creían siempre vivo al profeta Elías, los españoles del Medioevo al Cid Campeador y los galeses a Artús, es posible también que, en los años venideros, los soldados del tercer mundo crean sentir la presencia alucinante del “Che” Guevara en el fragor de las luchas guerrilleras….

Lo dos tercios de la humanidad oprimida se han estremecido con su muerte. El otro tercio, en lo secreto de su alma, no ignora que la historia del futuro, si caminamos hacia un mundo mejor, le pertenece al ”Che” por entero.  Un día nada lejano el Tercer Mundo victorioso incluirá su nombre en el martirologio de sus héroes. Y su facies, tan hermosamente varonil, resplandecerá con un halo de profetismo bíblico.

25. Fue clausurada la revista Azul y Blanco dirigida por Marcelo Sánchez Sorondo.

25. Fue clausurado el periódico Prensa Nueva dirigido por Jorge Vago.

28. Carta de Juan D.Perón a Alberto Assef (h).

Estimado amigo:

Por mano y amabilidad del Doctor Don Jerónimo Remolino he recibido sus cartas del 8 de setiembre y del 3 de octubre y le agradezco su amabilidad y su saludo que retribuyo con mi mayor afecto.

Con referencia al contenido de las mismas —que comparto en toda su extensión— no hace sino reafirmarme en la más profunda convicción de llegar cuanto antes a la formación de un gran movimiento nacional, en el que sus dirigentes posean la suficiente grandeza como para alcanzar la necesaria unión y solidaridad y que, sobreponiéndose a todo lo subalterno, quieran ponerse al servicio exclusivo del país.

Los hechos han sido demasiado elocuentes como para demostrar esa necesidad: al actual estado de cosas se ha llegado precisamente por una fragmentación interesada del Pueblo Argentino para que, empeñado en una lucha inconsulta entre sus diferentes fracciones, diera lugar a las Fuerzas Armadas para copar el poder, reemplazando así a la civilidad en el quehacer político. Por eso, mucho de culpa tenemos todos nosotros y, si siguiéramos en tales enfrentamientos suicidas, no haríamos sino consolidar su posición y afirmar una larga dictadura con funestas consecuencias para el país.

El problema argentino ha sido y sigue siendo eminentemente político desde 1955, agravado ahora por la existencia de esta dictadura, y en tanto se mantengan las actuales circunstancias, ni siquiera se puede pensar en soluciones, porque ninguna solución puede comenzar sin haber restituido al Pueblo la soberanía que ha perdido.

El país ha retrocedido veinte años y todo parece encaminarse hacia un desastre imprevisible. Pero lo realmente desesperante es que estamos en presencia de un desaliento nacional de cuyo pesimismo poco podemos esperar. Todos anuncian el fracaso de la dictadura pero pocos son los que ponen empeño para ponerle remedio. Un pueblo que asista impasible a semejante situación sólo se puede explicar porque haya perdido sus valores esenciales. Yo tengo fe en el Pueblo Argentino y espero confiado en que ha de reaccionar para imponer las decisiones que corresponden. Es para ello que considero indispensable la unión de todos los argentinos, cualquiera sea su posición política o ideológica, para ponerse en defensa de todo lo que hemos ido perdiendo moral y materialmente.

La actual coyuntura nacional no da otra opción; hoy es preciso tomar partido decidido en uno de los bandos: de un lado los que defienden la justicia social, la independencia económica y la soberanía popular y nacional, del otro, los que creen más conveniente que el país sea satélite del imperialismo; de un lado, los que creen que debemos ser nosotros los que manejemos nuestra economía, del otro, los que piensan que somos incapaces de eso y anhelan que sea manejada por el Fondo Monetario Internacional o los grandes monopolios; de un lado, los que pensamos que el Gobierno de los argentinos debe ser elegido por el Pueblo y, del otro, los que creen que eso ha de ser decidido por el Pentágono o por el StateDepartament.

Lo lamentable es que esta «Revolución Argentina», que ha comprometido el honor de los generales, jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas, se encuentre precisamente colocada en contra de su Pueblo, porque está precisamente en el segundo de los bandos antes mencionados.

Frente a este panorama es que la juventud de nuestros días, si ha de estar a la altura de su misión y responsabilidad, debe despertar ante una realidad tan agobiadora. Ella tiene el inalienable derecho de luchar por su destino ya que ella será la que ha de gozar o sufrir las consecuencias del quehacer actual. Si desentendiéndose egoísta del deber de la hora, deja a los demás hacer lo que también ella debe realizar, habrá perdido para siempre hasta el derecho de lamentarse.

El mundo vive la etapa de los grandes movimientos nacionales que vemos proliferar en toda la extensión de la Tierra, especialmente en los países más evolucionados, aunque en todas partes existen aún las fuerzas reaccionarias que, aferradas a un pasado perimido, luchan por subsistir. Nosotros tampoco escapamos a esa circunstancia y también deberemos enfrentar una insidiosa lucha para lograr nuestros objetivos. No debe extrañar entonces que sea preciso, como Usted dice en su carta, clarificar conceptos a fin de evitar que ciertos malentendidos distorsionen el noble fin en que nos empeñamos.

En cuanto a una presunta pasividad del Movimiento Justicialista responde a una necesidad orgánica funcional de poner al día los dispositivos un tanto quebrantados por la larga lucha. No hay que olvidar que nuestro movimiento ha debido enfrentar los intentos de destrucción, por la violencia primero y luego por la «integración», la disociación o la absorción. Durante largos años, los diferentes Gobiernos, han hecho objeto a nuestro movimiento de la persecución más despiadada y las consecuencias de tal persecución, a la larga, se han hecho sentir sobre nuestro complejo orgánico y sobre el espíritu de lucha de sus hombres. El más elemental sentido, impone una reestructuración y afirmación orgánica, antes de empeñar una acción como la que nos proponemos.

Sobre el «maquiavelismo de Perón» es una leyenda tonta, de las que se hacen circular con fines inconfesables. No creo que yo haya sido ni más maquiavélico ni más hábil que los demás políticos de nuestro tiempo. Lo que ocurre es que siempre he tratado de luchar con la verdad y la justicia por escudo y eso, a menudo suele tener algunas ventajas. Cuando en 1943 se preparaba la Revolución Justicialista, hablamos con la mayoría de los dirigentes políticos, muchos de ellos nos apoyaron: eran los que pensaban más en el país que en ellos mismos; otros nos descargaron la más cerrada oposición: eran los que pensaban más en ellos que en la Patria. Si entonces, las fuerzas políticas se dividieron, no hay que atribuir eso al «maquiavelismo de Perón» sino a la comprensión de los hombres. Usted ve que han pasado casi veinticinco años y ahora estamos en lo mismo.

Sobre «la necesidad de que Perón sea aceptado por todos» que Usted menciona en su carta como condición previa para la «indispensable recomposición de la Comunidad Nacional» no será muy fácil de alcanzar porque, cuantos sigan obedeciendo el mandato de la sinarquía internacional y la presión cipaya, no dejarán de utilizar los medios que sean necesarios para mantener lo que Usted llama «esta estúpida lucha». Como comprenderá, hace ya demasiados años que me encuentro empeñado en una lucha sin cuartel contra el neocolonialismo imperialista y, mientras éste tenga servidores en el país, yo tendré enemigos, ya que por naturaleza y por costumbre, yo no puedo servir más que a una bandera.

No creo, en cambio, que la unión de los argentinos sea difícil si se consigue concitar una conducta honesta al servicio de nuestra Patria que tanto lo necesita en estas horas. Nosotros, los justicialistas, estamos dispuestos a ello. Sólo queda ahora materializar en los hechos una unión solidaria y efectiva para lo cual deberemos descartar suspicacias negativas que, cuando se obra de buena fe, ante móviles superiores, no tiene razón de ser.

Si nuestras juventudes, libres de pasiones, prejuicios y malos recuerdos, se lanzan a la acción decidida y enérgica, no tendrán obstáculos. En cambio, merecerán el reconocimiento de todos los argentinos. Ustedes, los jóvenes, representan el porvenir que es precisamente lo que está en juego y cuando la suerte de la República está comprometida, como en la Esparta de Licurgo, no puede haber delito más infamante para un ciudadano que no estar en uno de los bandos en lucha, como no sea el de estar en los dos.

Le ruego que, con mis mejores deseos, acepte mi saludo más afectuoso.

Firmado: Juan Perón

Sale de los talleres gráficos en Montevideo el libro de Juan D. Perón titulado Latinoamérica ahora o nunca. Llevaba prólogo del Mayor Pablo Vicente y fue publicado por la Editorial Diálogos en una colección denominada “Despertar de América Latina”.

Difusión del Documento de los Obispos del Tercer Mundo, sin presencia de obispos argentinos.

Declaraciones del dirigente sindical de Sanidad, Amado Olmos, llamando a “reconstruirlo todo. Comenzar desde abajo, abrir paso a los jóvenes militantes gremiales, reestructurar el nivel de fábrica y barrio las organizaciones gremiales, que, de ahora en más, no podrán ser separadas sino concebidas como vanguardias de organizaciones más vastas en las que estén y en las que confíen los sectores populares; organizar y promover a los trabajadores y al pueblo del interior  argentino; organizar y promover la organización de los desocupados y de los sectores marginados en las villas miserias, organizarlos todo pero DESCENTRALIZANDO Y MULTIPLICANDO LOS CENTROS DE ORGANIZACIÓN”.

Noviembre de 1967

1.La Nunciatura solicitó la renuncia del Obispo Gerónimo Podestá.

4. Reunión plenaria de secretarios generales y delegados regionales de la CGT. Enfrentamientos entre los “colaboracionistas” (Taccone, Coria, Cavallil, Peralta) y los independientes (Olmos, Scipione, Cortés). Un tercer sector, el vandorisa, observa con actitud prescindente y silenciosa.

6. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

Acabo de recibir su carta del 31 de octubre pasado, y por ello me entero de la situación imperante. Trato de contestar de inmediato como me pide. Es indudable que si las cosas evolucionan como me dice es preciso estar en claro de todo lo que interesa a las soluciones de conjunto a fin de no quedar con nada en el tintero. No veo claro la posición de los “revolucionarios” coroneles o generales. Todo parece improvisado y, en lo golpes de estado, pueden pasar las improvisaciones, pero en el gobierno las cosas pasan de muy distinta manera. Para fracasar en el gobierno es preferible no llegar a él. Veo que lo militares no aprenden la lección de la experiencia e insisten en la insensatez de tomar todo a la ligera: las consecuencias serán funestas para éllos. Yo, que he dirigido la concepción y planificación de la Revolución Justicialista, sé lo que cuesta hacerlo. A nosotros, con todo en la mano en 1943 – 1945, trabajamos durante más de dos años día y noche en la preparación de la revolución desde la Secretaría de Trabajo y Previsión y en la planificación correspondiente desde el Consejo Nacional de Posguerra, sin embargo, no son de contar los imprevistos que se nos presentaron y lo inconvenientes con que tropezamos en la ejecución.

Una Revolución profunda, como el país necesita después de estos doce años de desatinos ininterrumpidos que dejan como consecuencia, un verdadero caos político, social, y económico, no se puede improvisar por más buena voluntad que se tenga. Si las cosas no se prevén, ya le puedo asegurar el más profundo fracaso de la operación que se trata de realizar. Hay que decirles a esos mucha chos que el golpe de estado es fácil siempre en situaciones como ésta, pero la revolución que ha de seguirle es de una complejidad extraordinaria, que necesita para resolverse de una concepción acertada, una planificación perfecta y una ejecución acabada. Los equipos tanto de concepción como de ejecución deben estar preparados, identificados con una ideología y una doctrina, perfectamente ensamblados en el trabajo preparatorio porque la obra de arte no está en la concepción sino en la ejecución de un plan.

No se puede hacer una revolución solo con la buena voluntad de hacerla. Menos aún combinar los miles de circunstancias que llevan al Pueblo a su apoyo que depende precisamente de una meditada acción permanente que prepare el ánimo popular y lo embale hacia los objetivos, como lo hice yo desde Trabajo y Previsión en 1944. De lo contrario, como los enemigos comenzarán a trabajar desde el día siguiente del golpe de estado, las cosas pueden ponérsele muy difícil al Gobierno que se instale en la Casa Rosada. Es decir que la revolución (la verdadera revolución) necesita de dos factores esenciales: contar con el apoyo humano por lo menos de la mayoría popular y disponer de una planificación acabada de todo lo que se quiere hacer. Si cualquiera de éstas dos cosas fallan no tendrán salvación porque los errores que se comenten al comienzo de las operaciones ya no se podrán corregir en todo el curso de los acontecimientos.

Por todo ello y mucho más que callo en beneficio de la brevedad, será preferible que, si se toma el Gobierno por un golpe de estado, se nombre un Gobierno Provisional por un tiempo suficiente y simultáneamente se proceda: a).— a realizar un trabajo en el pueblo que prepare su ánimo (como hice yo en la secretaría de Trabajo de Farrell) para apoyar la revolución con todo el elemento humano disponible y b).— constituir un organismo que conciba, planifique, adoctrine a los equipos de concepción y de ejecución de la revolución. Si despreciando la experiencia se arrojan sin más hacia una acción inconsulta como parece, no llegarán sino constituir un nuevo desastre que puede conducir a un caos tremendo y a un fracaso peligroso ya por las circunstancias en que se desarrolla después de tanto desatino cometido en estos doce años, que ha terminado por disociar y anarquizar integralmente la comunidad argentina.

No me interesa quién o quienes realizarán la “operación armada”, porque eso no tiene gran importancia, pero si me interesa, por el país, saber las con- 397 secuencias que el golpe de estado puede tener y que mi experiencia me permite apreciar desde ya. No deben olvidar que si las intenciones son las que me enumera Usted: desconocer compromisos internacionales, romper con el Fondo Monetario Internacional, ejercer el control de la economía, del comercio exterior, etc., tropezarán de entrada con una lucha sin cuartel contra la sinarquía internacional coaligada con el cipayismo interno, a lo que habrá que enfrentar con una conducta tan insidiosa como las que estas fuerzas pondrán en ejecución desde el primer momento. Para ello se requiere comenzar por no decir nada y hacerlo porque “mejor es hacer que decir y mejor que prometer es realizar”. Además deberán estudiar cada una de estas cosas minuciosamente y buscarle la vuelta para “desplumar la gallina sin que grite” porque, [en] estos quehaceres, la línea más corta no es nunca la línea recta. En fin, me temo que si los dejan solos, estos muchachos y sus acompañantes, no dejarán de hacer una de las macanas posibles. Yo he trabajado durante veinticinco años en este mismo asunto y le conozco casi todos sus secretos. Me puedo comprometer a planificar todo de nuevo, de acuerdo con la situación actual y le aseguro que todo es simple si desde el comienzo no se cometen errores muy graves. Es natural que ese compromiso debe estar orientado hacia lo que yo comparta ideológicamente y dentro de lo que considero que debe hacerse, sin interferencias de ninguna clase. No tengo ningún interés, como comprenderá, en aparecer ni en ser nada, porque solo me interesa el bien del país que lo veo abocado a un nuevo desastre si, como preveo, se procede inconsultamente.

Lo que está pasando y creo que se repetirá, es simplemente una falta absoluta de sentido común en la apreciación y concepción de lo que una revolución es en realidad y una impotencia absoluta para realizarla, porque los métodos empleados son generalmente inapropiados e ineficaces, porque se trata de mandar y no de gobernar, es decir obligar, no persuadir para formar una opinión que apoye irrestrictamente los fines perseguidos. Sin ese apoyo popular, hoy nadie puede llegar a nada, porque nadie puede gobernar sin el apoyo popular. Ese apoyo implica la necesidad de una acción adecuada que solo se puede alcanzar con una conducción apropiada del pueblo, para lo cual hay que tener “dedos para guitarrero”. En estos doce años todos lo han intentado pero ninguno ha 398 podido alcanzar éxito. Es preciso experimentar un “cuero ajeno” porque la experiencia con “cuero propio” es el maestro de los tontos.

En cuanto a nuestros dirigentes, proclives a entrar por su cuenta en las acciones en vista, no tiene mucha importancia porque solos no representan nada ni tienen valor alguno para mover masas. Están todos desprestigiados y si se van, mejor para nosotros porque no tendremos los obstáculos que nos han estado poniendo. Concretamente, sobre lo que me dice Güerci, no me extraña. Me escribe a menudo y algunas veces le contesto. Me ha dicho que trabaja en el sentido que Usted me dice pero, de ahí a que me represente a mí, media un abismo. Yo no he autorizado para esa representación más que a Remorino y a usted. De modo que él, como todos los demás que oficiosamente trabajan en estos menesteres, lo hacen por su cuenta y riesgo. Desde que se constituyó el Comando Táctico ha sido así y aunque yo no puedo desde aquí impedir que algunos dirigentes actúen por su cuenta, he desautorizado sistemáticamente, a los que invocan mi representación con buena o mala intención. Con referencia al Doctor Sá que usted me menciona en su carta, sé que andaba desde hace mucho tiempo en estas cosas, porque me escribió una vez sobre su trabajo hace mucho tiempo pero, como no había tenido oportunidad luego de conocer sus gestiones ulteriores, desconocía su posición actual. Usted verá quiénes son útiles y en acuerdo con Remorino (que sí ha sido autorizado a proceder por mí) procedan como sea más conveniente, utilizando a los que Ustedes crean oportuno y conveniente.

Remorino está actualmente en Paris. De allí pasará a Milán. Me [ha] prometido venir a Madrid. De modo que tardará unos días todavía. No debe conocer la situación que Usted me anuncia, de modo que Usted proceda como más con venga de acuerdo con su apreciación. En circunstancias como ésta no se puede estar perdiendo el tiempo en esperas o en consultas. Si, como prevé, que en cualquier momento se pueden desencadenar acontecimientos decisivos, debe Usted ejercer, de acuerdo con sus atribuciones, toda la autoridad que emerge de la conducción táctica del Movimiento Peronista sin limitación alguna. Yo desde aquí, mediando más de quince mil kilómetros, no puedo hacer otra cosa que delegar en ustedes toda mi autoridad, seguro que han de proceder de la mejor manera, ya que tienen en sus manos todo lo preciso para apreciar y toda la autoridad para proceder. Yo no podría darle otras directivas porque desconozco los detalles de la situación que, en la conducción táctica, suelen ser decisivos. Proceda Usted como crea mejor considerando, como lo ha hecho hasta ahora, que todos los acuerdos a que se pueda llegar, conviene que sean siempre “ad referendum” de la decisión del Comando Superior, porque así queda siempre una puerta abierta para salir en el caso que debamos arrepentirnos. Cuando se puede, siempre conviene negociar así, porque de los acuerdos políticos comúnmente poco se tarda en desilusionarse.

La decisión e intención del Comando Superior solo Usted y Remorino pueden invocarla allí en sus respectivos cargos, haciéndolo de acuerdo y coordinadamente a fin de no interferirse. Cuando Remorino llegue a Madrid, lo despacharé de inmediato hacia allí. Creo que entre los dos podrán ajustar mejor los procedimientos de conjunto ya sea en el proceder con los militares que quieren dar el golpe como con las fuerzas políticas con las cuales se busca el acercamiento. Hay que tener en cuenta que si se trata, como parece, de un golpe puramente militar, contará desde el comienzo con la oposición de grandes sectores políticos que difícilmente se avienen a compartir opiniones castrenses. En ese caso, posiblemente, estaremos nosotros en mejores condiciones de intermediar. Hay que persuadir a los muchachos militares que no se metan en honduras en estas cuestiones porque desconocen la idiosincrasia y los móviles que las agrupaciones políticas y sus dirigentes tienen. También es preciso establecer de entrada y con toda claridad la posición de los nuevos revolucionarios con respecto al Movimiento Peronista porque a nada claro se puede llegar cuando hay reservas mentales al respecto. O están con nosotros o están contra nosotros. Si todavía creen que la fuerza es todo, es porque no han aprendido nada en estos doce años, en que hemos visto que el poder no representa nada si no está acompañado por la opinión y menos aún si se coloca en contra de la opinión generalizada. Si ellos hacen la revolución contra el liberalismo, tendrán de inmediato en contra todo ese sector apoyado desde afuera decididamente, como también del sector que se llama normalmente independiente que generalmente es el que espera para decidirse cuando las cosas están claras. Sin contar que, por tratarse de un movimiento militar, tendrá de entrada la desconfianza de todos. Si, desde el comienzo, no cuenta con el apoyo decidido y enérgico del sector popular que el Justicialismo representa, es probable que entre con el pie izquierdo. Pero para contar con ese apoyo decisivo y enérgico, necesita poner las cartas sobre la mesa y proceder lealmente porque ya tenemos experiencias anteriores que nos impulsan a desconfiar y, con desconfianza de entrada, no llegaremos jamás a nada decisivo y permanente como se necesita para lo que se persigue.

Si como parece, los militares comienzan con reticencias iniciales sobre los fines y las formas de ejecución de la revolución que propugnan, no podrán contar con nosotros. Si ellos aclaran perfectamente los objetivos y se deciden a compartir la responsabilidad con nosotros, recién podremos decidir nuestra conducta inmediata y ulterior en apoyo de su acción. Cuando se obra de buena fe, no puede haber inconvenientes para acordar conductas, si las intenciones son lo puras que corresponden a los fines comunes. No se trata de que hagan lo que nosotros decimos, ni estén subordinados a nosotros, sino que simplemente se busquen las coincidencias que apoyaremos todos y se aclaren los puntos en que esta coincidencia no se produzca para apreciar con claridad lo que se puede hacer para evitar enfrentamientos ocasionados por diferencias que pueden ser inoperantes o intrascendentes. La coincidencia política no implica tampoco una identidad absoluta en los procedimientos, sino en los fines. Los procedimientos pueden acordarse y discutirse pero los fines nó, por lo menos en lo esencial.

Espero haber contestado a sus inquietudes. Todo otro asunto que escapara a cuanto le comento, es de resorte suyo resolverlo por iniciativa, ya que no podemos estar en consultas por razones de tiempo y espacio. Aquí también como en el arte militar, la conducción tiene sus exigencias originales. No se preocupe mucho en estas circunstancias por las relaciones de comando sino por los resultados que buscan en el campo táctico. Cuando las circunstancias lo exigen, las dependencias no importan mucho. En cambio la coordinación es siempre indispensable. Por eso, si Usted asegura allí una armónica coordinación de todos y de todas las acciones, terminará por dominar la conducción de conjunto que es su misión. En el campo político, a diferencia del campo militar, nunca se consigue eliminar del todo las interferencias, pero ello es debido muchas veces al deseo de colaborar en la acción de conjunto, solo se trata entonces de hacer depender esas acciones inarticuladas del Comando Táctico y ponerlas al servicio de la conducción general. Cuando se trata en cambio de móviles inconfesables por parte de las personas que promueven tales acciones, no queda otro remedio que sacárselas de encima por el procedimiento más expeditivo. ¡Que linda sería la conducción política si estas cosas no se produjeran pero, desgraciadamente, esas excrecencias, son consubstanciales a la naturaleza de los hombres!, para vencerlas es preciso ante todo, conocer a los hombres para dominarlos convenientemente, algunas veces “corriéndolos para donde disparan y otras haciéndoles la correspondiente zancadilla para anularlos” o neutralizarlos.

Espero que todo salga bien: el país lo está necesitando. Pero si he de serle franco, no creo que las cosas se produzcan como me dice. He perdido un poco la fe en estos arrebatos y promesas. No creo mucho ya en la posibilidad de sacar adelante esta clase acciones cuando la cosa está tan embarullada como parece. Son demasiados niños para un trompo y si Cándido López no consigue unificar un poco criterios, pasiones y ambiciones, puede resultar el remedio peor que la enfermedad. La intervención de muchos personajes de esta “comedia” no me dan la seguridad que sería de desear y menos aún cuando se trata de enfrentar a Onganía que según parece no piensa mucho antes de accionar violentamente con lo que dispone de fuerza. Tampoco creo que la sangre llegue al río aunque pienso que esta vez no se podrán arreglar las cosas con un golpe de palacio. Tampoco creo que nadie se disponga a morir por Onganía, pero frente a él tampoco hay muchos que se dispongan a lo mismo por los jefes que han de dirigirlos. Por eso veo problemático el golpe en sus resultados. Tampoco el clima actual es de guerra sino de desaliento generalizado: unos porque perciben el fracaso, otros porque no ven salida a esta difícil situación. Dios quiera que pase lo mejor para el país que espera una revolución profunda que está en todas las bocas pero en pocos corazones y sobre todo en pocas decisiones racionales y acertadas.

Le ruego que haga llegar mis más afectuosos saludos a los compañeros. De la misma manera para sus familiares, de parte de Isabelita y míos. Espero sus noticias. Adelante!

Un gran abrazo

7. Carta de Juan D. Perón a Norberto Galasso, escrita desde Madrid.

Estimado amigo:

He recibido su carta del 23 de octubre y le agradezco el recuerdo y saludo que retribuyo con mi mayor afecto. Con referencia a las cartas del amigo Don Raúl Scalabrini Ortiz, desgraciadamente no tengo copia, porque en esta vida un poco trashumante del exiliado político, no llevo archivo.

Sin embargo, recuerdo perfectamente el contenido de las mismas, tanto de las que recibí como de mis contestaciones a tan ilustre compatriota y amigo. Sabiendo cómo pensaba Scalabrini y cuál fue su invariable conducta ciudadana y patriótica, no es difícil imaginar otra cosa sobre su lucha constante por las banderas que nos son comunes: la justicia social, la independencia económica y la soberanía popular y nacional, de las que siempre fue él un paladín.

Consecuente con esta manera de pensar, desde la caída de nuestro Gobierno en 1955, Scalabrini Ortiz intensificó su prédica en defensa de lo nacional y autóctono contra los avances del imperialismo y los grandes consorcios a su servicio. Sus publicaciones en la Revista Qué y otros órganos publicitarios durante el año 1958, dan fe de su encendido patriotismo y su extraordinaria penetración de los problemas nacionales, hasta el punto de poder decir que fue el que mejor y más ajustadamente pronosticó el desastre que se ha producido en estos doce años.

El contenido de sus cartas fueron siempre comentarios sobre la situación que vivía el país, en las que campeaba una elocuencia y una apreciación perfecta de los tantos problemas provocados por los desatinos gubernamentales tan frecuentes en esos años, que él enfocaba con una justeza fuera de lo común. Es natural entonces que, en 1958 y 1959, cuando el gobierno del Doctor Frondizi diera señales de negociaciones con el capital yanqui, él estuviera preocupado. Recuerdo perfectamente sus comentarios al respecto que, como siempre, eran sinceramente adversos a toda entrega de nuestro patrimonio.

Sin embargo, como Scalabrini era un sincero patriota que anhelaba, por sobre todo, el bien del país, no dudó en prestar su colaboración para todo lo que fuera el bien de la Patria. Cuando en 1958 el gobierno de Frondizi anunciaba su política de consonancia con los postulados nacionales coincidentes en resistir la entrega que se había venido realizando durante la dictadura de Aramburu, Scalabrini estuvo al lado de Frondizi y, cuando en 1959, su gobierno se apartó de esa política, Scalabrini, fiel a los principios que habían reglado su vida, se apartó de inmediato. Recuerdo perfectamente este hecho que él me comentaba en sus cartas porque el peronismo tuvo en la emergencia una conducta similar a la de él: estábamos decididos a apoyar al gobierno en cuanto éste respetara los compromisos contraídos. Coincidentemente con la conducta que Scalabrini Ortiz siguió en el año 1959 hasta su renuncia de la dirección de Qué, el Movimiento Justicialista denunciaba el pacto447 y se apartaba, negando todo apoyo al frondizismo.

Fue precisamente en esa época cuando más opiniones cambiamos sobre los acontecimientos. En esos cambios de opinión llegamos a la más absoluta coincidencia, especialmente en lo referente a petróleo. En este sentido, él conocía bien el problema de la amenaza de penetración imperialista y era adverso a todo intento de conceder concesiones para su explotación en el territorio argentino, aunque no se oponía a la locación de servicios del tipo proyectado por el Gobierno Justicialista en su mensaje al Congreso. En este proyecto, que desgraciadamente no fue tratado por las Cámaras, se trataba de la formación de una Sociedad Mixta constituida en Buenos Aires, con la mitad del capital argentino y la otra mitad de la Standard Oil de California, que se comprometía a la extracción de petróleo para Y.P.F. porque, de acuerdo con el artículo 40 de la Constitución Nacional, tanto el mineral, como las caídas de agua, eran de propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación Argentina. En esas condiciones se trataba de una Sociedad Argentina que funcionaba bajo las leyes argentinas y la justicia argentina, que se encargaba únicamente de la prospección petrolífera pero solo como locación de servicios.

Este contrato con la Standard Oil de California, que conocía bien Scalabrini Ortiz desde 1952 en que se proyectó, era resultante de algunas tratativas con los norteamericanos en una reunión conjunta del Consejo de Defensa del Atlántico Sud y que dio como resultado algunas gestiones ante el presidente Eisenhower. Se les había hecho pensar a los americanos que, en caso de destrucción del Canal de Panamá, la reunión de sus escuadras se tendría que realizar por el Canal de Magallanes, en cuyo caso necesitarían del abastecimiento de petróleo en la Argentina, para lo cual se necesitaba una cooperación en su extracción, pero haciéndoles presente que, por nuestra Constitución en su Artículo 40, no podíamos darle concesiones. Por eso se acordó la forma de locación de servicios en la que el precio del petróleo extraído debía ser el mismo que el del extraído en el Golfo, en ese entonces nueve dólares la tonelada.

Es natural que Scalabrini Ortiz, que había sido un oponente tenaz a toda forma de concesión, cuando el gobierno de Frondizi se decidió a darlas, estuviera en desacuerdo y que ese desacuerdo produjera su renuncia y apartamiento.

Tampoco aprobó Scalabrini Ortiz la tendencia que se comenzó a imponer desde 1959 hacia una combinación con los yanquis que pudiera llevar a la entrega del país y su reacción, en tal sentido, fue coincidente con la misma oposición que el Movimiento Peronista inició, precisamente para esa misma época, por incumplimiento del pacto que había precisamente establecido la necesidad de evitar toda posible entrega.

Nuestras cartas trataron siempre estos problemas, como asimismo los de carácter interno de la economía argentina desequilibrada como consecuencia de medidas insensatas que se vinieron tomando desde 1955 y que iban conduciendo al país hacia el abismo. Naturalmente que tales medidas no eran todos errores sino que, en la mayoría de los casos, obedecían a maniobras insidiosas con fines de beneficiar a los grandes monopolios e intereses foráneos que Scalabrini conocía en detalle. He lamentado no poderle enviar copias de las cartas pero, puedo asegurarle que cuanto le menciono en ésta, es un resumen ajustado a la realidad, de acuerdo a la correspondencia que hemos cambiado.

No he recibido su libro Discépolo y su época e imagino que ha tenido el destino de “los que se pierden en el Correo”, sin embargo le agradezco mucho su buena intención al remitirlo y también su promesa de hacerme llegar otro ejemplar por nuestro propio conducto. Le ruego que, con mis mejores deseos, acepte mi saludo más afectuoso y cordial.

Un gran abrazo

9. Ika anunció el cierre de su planta de Santa Isabel entre el 11 de diciembre y el 8 de enero.

Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Querido Alberte: Ya escrita la anterior, y mientras esperaba a Remorino, que me habló por teléfono desde Londres, se me presenta la oportunidad de mandar éstas a la mano con el amigo Jiménez que debe salir hoy a la noche de aquí y, según eso, usted podrá tenerla mañana allí. Como le decía, no creo que las cosas se vayan a producir insólitamente como algunos creen: yo conozco a los muchachos militares, especialmente a los más jóvenes, porque he estado en muchos de estos líos en mi vida, y de ellos solo unos cuantos se han producido cuando las cosas estaban muy seguras. Yo presiento que esta vez no escapará tampoco a la regla. Por eso no me apuro demasiado. Escribo junto con ésta a Güerci. Este asunto de Güerci es de muy atrás: él estuvo ligado a algunos militares que antes del 18 de junio de 1966 preparaban lo que llamaban el “Operativo Caperucita” que, luego de las promesas similares a las de ahora, todo quedó en la nada. Es, según parece, una conducta habitual en los jefes y oficiales que andan en esto, porque proceden siempre de la misma manera: prometen y luego no cumplen nada de lo prometido. Me escribe Güerci que él ha seguido en el grupo y por eso tiene vinculaciones de esta clase. Le he ordenado que se ponga en contacto con ustedes para evitar toda interferencia y no prestarnos de nuevo al juego insidioso de los militares.

Le he aclarado muy bien que los que tienen la misión de los contactos de todo orden con las agrupaciones políticas y militares son usted y Remorino, y que nada debe hacerse sin su conocimiento. Espero que se realice ese contacto. Él no actúa sino por su cuenta y riesgo y, como comprenderá usted, yo desde aquí no se lo puedo impedir pero, en ningún caso, él puede invocar ni mi representación ni la del Movimiento.

Las informaciones que Güerci me manda coinciden absolutamente con las que usted me manda en su carta, lo que quiere decir que esos militares siguen jugando con las mismas cartas marcadas que anteriormente, facilitados precisamente por la conducta de los dirigentes peronistas que, con su acción personal, posibilitan su juego fullero. Si los peronistas coordinaran hacia las autoridades del Movimiento, eso no podría ocurrir y es en ese sentido que le escribo a Güerci para que, en el futuro, no se reproduzcan estas cuestiones tan negativas en las negociaciones que han de ser claramente establecidas y por el conducto de los autorizados para hacerlas en nombre de nuestro Movimiento. Creo que estará claro, y si el señor Güerci sigue en lo mismo, usted lo debe llamar y pararle su acción amistosamente porque se trata de un dirigente capaz y leal, por lo menos así lo ha demostrado siempre.

Remorino viajará de vuelta tan pronto llegue de Londres donde, como le digo antes, se encuentra en estos momentos. Él le podrá informar de viva voz lo que hemos conversado con respecto al asunto del levantamiento anunciado y llevará las bases e instrucciones para el documento de que me habla en su carta. Espero que, entre tanto, usted allí proceda como mejor convenga con respecto a los contactos con las fuerzas y hombres que intervengan en estas operaciones, como me dice en su carta. He escuchado noticias de desórdenes producidos por los comunistas con motivo del cincuentenario de la Revolución Rusa, con golpeados y detenidos. No sé la importancia que esos hechos hayan tenido porque las noticias que llegan aquí no dan margen para tanto, pero todo hace al clima que se necesita. Lo que no veo es acción de nuestra parte y de parte de las demás fuerzas políticas y, sin un clima apropiado, me parece que todo se hace más difícil. Los militares necesitan persuadirse de esa necesidad porque, de lo contrario, van a dar un golpe nuevamente en el vacío. Yo no alcanzo a explicarme cómo no se dan cuenta de esto  los que están actualmente conspirando y cómo no se les ocurre pensar que, sin el apoyo popular, no podrán hacer nada ni ahora ni, menos aún, cuando tomen el poder en el caso [de] que las cosas les salgan bien.

Me llegan informaciones del conducto del General San Martín muy pesimistas sobre las posibilidades de éxito de las actuales conspiraciones, porque la proporción de fuerzas es desfavorable para las mismas. No sé qué valor tendrá esta información, pero coincide en mucho con lo que yo pienso en este sentido solo a fuerza de intuición. Es claro que ustedes que están allí podrán juzgar mejor y, si creen que resultará, yo debo apreciar así, aunque piense de distinta manera. De todos modos, nada se pierde con estar alerta y participar en la medida que las circunstancias aconsejen. Ustedes son los que deben resolver.

En este sentido, le ruego que no deje de tenerme al día por cualquier conducto, para seguir los acontecimientos. Estamos a nueve de noviembre y el plazo de los veinte días está corriendo sin que mayores novedades hagan presentir nada al respecto. Me imagino que se estarán moviendo mucho, y como yo ya tengo experiencia en estas cosas, pienso que los capos de la cuestión estarán encontrando las dificultades lógicas en los que no se animan del todo, en los que se arrepienten y en los que se niegan a última hora. En estos casos, suele jugar negativamente la indecisión que aquí, como en los combates de encuentro, suele ser la regla por la incertidumbre y la falta de noticias. Si el que dirige tiene decisión, todo puede arreglarse; pero, si él tampoco se decide enérgicamente, todo se irá posponiendo hasta diluirse en el vacío, y allí no habrá pasado nada.

No tengo noticias de cómo se porta el Gobierno, porque la amenaza de un golpe de estado ya está en la calle. Si la gente que maneja la conspiración no se mueve, y pronto, yo no tengo la menor duda [de] que Onganía tomará medidas, o ya las habrá tomado si es previsor, y entonces todo se pondrá más difícil porque, esta vez, no creo que el asunto se arregle con un golpe de palacio como ha sucedido en los casos anteriores. Por eso creo muy prudente que el Peronismo civil, como dice usted, no intervenga en la lucha militar, en el caso de que se produzca. Sin embargo, si los acuerdos que se establezcan con las fuerzas y jefes levantados son serios y hay garantías de que cumplirán, será menester tener algo preparado para cooperar: pobladas en la calle, acciones de perturbación, algaradas circunstanciales, etc.

Bueno amigo Alberte: que todo salga como ustedes desean y buena suerte. Saludos nuestros para su familia como también para los compañeros.

Un gran abrazo.

11-12. Encuentro de laicos cristianos en Santa Fe.

14. Documento de la CGT repudiando el “desmantelamiento de las empresas estatales”, la “represión a organizaciones gremiales, centros y federaciones estudiantiles” y el encarcelamiento de cientos de argentinos “por el delito de oponerse a que se transforme el país en una factoría imperialista”.

15. José María Rosa, a través del sello Sudestada orientada por Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde, dio a difusión sus Estudios revisionistas. Reprodujo un texto de 1952 sobre “los caudillos populares en la República Argentina” difundido por la Revista Hechos e Ideas; un material sobre la Vuelta de Obligado del año 1966 y una silueta de Bernardo de Irigoyen – una de las más brillantes páginas del autor según los editores- del año 1951.

16. Artículo de Juan D. Perón utilizando el seudónimo Descartes en el periódico Imagen del país titulado “El otro ‘Che’ del Doctor Guevara”

Hace un siglo y medio una generación de hispanoamericanos, encabezada por algunos “aventureros”, se lanzaba a la lucha de guerrillas primero y de ejércitos después, en procura de la independencia. Eran horas difíciles y muchos murieron en el empeño. Se luchaba contra el Imperio Español, mientras España también luchaba en su tierra mediante “bandas” encabezadas por “aventureros”, con guerrillas primero y luego con su Ejército, contra el naciente imperio napoleónico. Desde hace más de cincuenta años, los “aventureros” como Pancho Villa o Sandino hacían lo mismo en sus patrias contra el avance del imperialismo de ahora. Es que la historia de los pueblos, a lo largo de todos los tiempos, desde los fenicios hasta nuestros días, ha sido su lucha contra el imperialismo. Acaba de morir otro “aventurero”, encabezando sus guerrillas en Bolivia: era argentino y se llamaba Doctor Ernesto Guevara, él también luchaba contra el imperialismo, fiel a la consigna de los pueblos. Antes que mentar nuestro juicio respecto de este hecho, preferimos reproducir lo que el eminente sociólogo español, Don Jesús Suevos, ha dicho a través del diario Arriba de Madrid en un enjundioso artículo de verdadera antología: “La figura de ‘Che’ Guevara no puede dejar indiferentes a los que se apasionan por un ideal. Por muy equivocado que se le juzgue, es indudable que no se dejó ganar por los halagos del poder, la vanidad o el dinero. Vivió con su esfuerzo y modestia. Y cuánto más alta parecía su fortuna, abandonó su posición preponderante para volver a la incertidumbre y los sufrimientos de la lucha clandestina en la que, al fin, encontró la muerte. No era un hombre que hablase por hablar como tantos rebeldes de pacotilla que se parapetan en las retaguardias del ‘Mundo Libre’ para corromperlo mientras lo explotan. Tenía fe en su causa gigantesca que, en cierto modo, recordaba las desmesuras de sus antepasados, los conquistadores. Y, como la mayoría de ellos, pereció en la demanda y quedó enterrado en un oscuro rincón de Los Andes. Pero se ha dicho muy bien que solo donde hay tumbas puede haber resurrecciones. Y es cierto que ‘un’ ‘Che’ Guevara, el de carne y hueso, ha perecido; el ‘otro’, el de la leyenda, comienza ahora a caminar por la historia sin saber aun exactamente a dónde quiere llegar”. Pero no es menos interesante su condena al imperialismo, por cuanto está provocando en nuestro Continente: La diplomacia norteamericana —dice Jesús Suevos— “es la culpable de que hasta ahora esa revolución parezca que va a ser comunista. Porque cuando Perón quiso ensayar en su país un régimen más acorde con el mundo contemporáneo y que tuvo la virtud de atraer a las masas populares, en vez de ser ayudado a fondo, como imponía el simple sentido común, fue sistemáticamente boicoteado por los que se titulan (¡santo Dios!) ‘expertos en cuestiones iberoamericanas’. Y también, en gran medida, son los responsables de la marxistización de Fidel Castro. Porque aunque ahora sea muy fácil decir que ya en la Sierra Maestra, Fidel era comunista, no por eso deja de ser verdad que su comunismo es muy sospechoso de herejía, hasta el punto que provoca roces y desacuerdos con Pekín y Moscú. Con un poco de comprensión y cautela, el nacional-comunismo castrista pudo quedarse en algo así como un justicialismo radicalizado: un peronismo a fondo. Fue la segunda oportunidad malograda por los famosos ‘expertos’.” Es que los imperialismos difícilmente pueden coincidir con los bien intencionados, ya que luchan por el dominio y la explotación, y no por la justicia ni la verdad. Sin embargo, alienta al espíritu comprobar que en Europa, donde se nos ignora olímpicamente, haya hombres que conozcan y se animen a decir esa verdad.

18. Gerónimo Podestá viajó a Roma, sin alcanzar a entrevistarse con el Papa Paulo VI.

20. El Instituto de Investigaciones Históricas Juan M. de Rosas organizó la “Marcha de la Soberanía” a los 122 años del combate de la Vuelta de Obligado.

Firmaron la convocatoria: José María Rosa (Presidente) y los secretarios Jorge Sulé, Federico Ibarguren y Alberto Contreras. Adhirieron: Juan Manuel Abal Medina, Bernardo Alberte, Norberto M. Anchorena, Julio Antún, Roque Raúl Aragó, Hugo del Carril, Leonardo Castellani, Fermín Chávez, Norberto D’Atri, Joaquín Diaz de Vivar, Ramón Doll, Héctor Flores, Octavio Flores, Fernando García Della Costa, Amancio González Paz, Juan Carlos Goyeneche, Arturo Jauretche, Mabel Di Leo, Leopoldo Marechal, Ricardo Maurente, Carlos P. Mastrorrili, Juan Pablo Oliver, Alfredo Ossorio, Alejando Saez Germain, Marcelo Sánchez Sorondo, Valentín Thiebaut, Antonio Valerga, Melisa Zini.

El Gabinete Político, Económico y Social del Movimiento Nacional Justicialista publicó un comunicado titulado “El Espíritu de la Vuelta de Obligado, Ausente”.

23. Fue declarado inconstitucional por la Cámara Federal de Apelaciones el cierre de Prensa Confidencial y Prensa Libre.

24. Fue suspendida la personería gremial al Gremio Telefónico.

28. Juan D. Perón escribió una esquela a “Los compañeros de la Juventud” (Alejandro Álvarez, dirigente de Guardia de Hierro que había entregado el  documento aludido en la misiva durante su estancia en Madrid del año anterior):

Compañeros de la juventud: Esto es simplemente magnífico: una síntesis realista que es, a la vez, un capítulo esencial de revisión histórica. La comparto integralmente y los felicito. Creo además que esto debería ser publicado y distribuido profundamente entre la juventud argentina: son veinte páginas sin desperdicio, en las que los jóvenes encontrarán una razón por la cual luchar.458 Así como no nace el hombre que escape a su destino, no debiera nacer el que no tenga una causa noble que defender y con la cual justificar su paso por la vida. Esta excelente síntesis histórica contiene esa causa, y millones de muchachos encontraran en ella la inspiración que necesitan.

30. Fue cancelada la personería de F.O.E.T.R.A.

Fue levantada la clausura de la Revista Azul y Blanco.

En la publicación periódica Cristianismo y revolución de este mes, bajo el formato de Suplemento del Número 5, salió publicado un comunicado del Comando Camilo Torres, titulado “Después del Che”:

La confirmación de la noticia de la muerte en Bolivia del CHE GUEVARA, según el anuncio oficial de Fidel Castro en nombre de la Revolución y del Pueblo al que el CHE ofrendó lo mejor de su vida, nos mueve a señalar públicamente nuestra posición ante el dramático acontecimiento de la muerte física del heróico Comandante Guevara.

Sabemos que expresamos el más sincero y legítimo homenaje de las juventudes revolucionarias argentinas al CHE, a su vida y a su muerte, y la renovada adhesión de la nueva generación a su lucha por la liberación.

CHE GUEVARA es la conciencia de la Revolución Latinoamericana, y el sacrificio de su vida en los momentos en que más necesaria sentíamos su presencia y jefatura, es el signo de la autenticidad más extraordinaria, ante el cual se inclinan hasta los enemigos más viles del CHE y de las ideas por las que supo morir con tanta dignidad y coraje.

La muerte del CHE GUEV ARA, combatiendo en las fronteras de su tierra natal, es el llamado más enérgico, más duro, más exigente al compromiso real y concreto en ‘la acción revolucionaria y en la lucha armada: este llamado nos está dedicado especialmente a los compatriotas del CHE argentino, y a los compatriotas del CHE latinoamericano.

‘I’enemos una vez más en el CHE el más alto desafío a la acción y a la lucha, Tenemos en su muerte la clara definición revolucionaria que supera todas las, discusiones estériles, todas las vacilaciones, las cobardías y los miedos.

Tenemos en la presencia del CHE, definitivamente vivo en la conciencia de  los pobres, de los explotados y de los desposeídos, el absoluto convencimiento y la fuerza para seguir o empezar la lucha sin tregua contra los ejércitos represores, las oligarquías sin patria y el imperialismo yanki.

DESPUES DEL CHE, de su vida de entrega total y sin concesiones a la Revolucíón queda una profunda crisis de conciencia en las autoca’lificadas «vanguardias revolucionarias», que viven la frustración y la impotencia por no haber asumido plenamente la condición de revolucionarios, y no estar preparados para la larga lucha que está planteada en nuestra patria y en casi todos los países de América.

DESPUES DEL CHE, de su muerte tan cercana, en las mismas fronteras del hambre y la miseria de nuestro Norte, queda por hacer un sincero y exhaustivo examen de nuestra conducta para determinar si cumplimos o no con el deber de todo revolucionario que es hacer la Revolución.

DESPUES DEL CHE, de su vida jugada mil veces por la Revolución, de su muerte poniéndole su carne y sangre a sus ideas, hay un ejemplo y una conducta que nos está golpeando los oídos y las manos para que, con la misma generosidad y violencia del CHE, nuestros oídos se hagan eco de su inmortal grito de guerra y nuestras manos empuñen sus armas gloriosas hasta la Liberación o la Muerte.

             Junto a CAMILO TORRES Y a todos los heroicos compañeros

             que ya dieron su sangre por la Revolución, saludámos al

             CHE con su misma despedida de fraternidad y de esperanza:

¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!

Comando Camilo Torres

Buenos Aires, 18 de octubre de 1967

Salió de los talleres Orestes el libro de Norberto Habegger titulado Camilo Torres. El cura guerrillero. Llevaba prólogo de Alejandro Mayol y fue editado por Arturo Peña Lillo. Fue presentado en el local del sindicato de sanidad.

Comenzó su publicación la Revista Ahijuna, dirigida por Fermín Chávez.

El dirigente sindical de la Sanidad, Amado Olmos, realizó las siguientes declaraciones:

Los trabajadores y los sectores populares del país, desde 1946, nos hicimos “legalistas”. Creíamos en la ley y en el camino de la ley para defender nuestros intereses nacionales y sociales. Votamos en 1949 una Constitución en la que estaban perfectamente definidos y defendidos los intereses de la Patria y el pueblo argentino. Nos adherimos a sus esquemas institucionales y nos mantuvimos en los carriles fijados por sus estructuras. Cuando se produjo la contra- revolución de 1955 y se operó la restauración de los privilegios de algunos sectores de la población y el del imperialismo, nos encontramos desarmados: nuestras organizaciones servían para actuar dentro de la ley, no fuera de ella. Además nuestros dirigentes habían sido educados para la negociación y no para la lucha. Dolorosamente se pagó el precio de estos errores.

Una generación de militantes gremiales y populares fue sacrificada en la pelea desigual y amarga contra los factores del privilegio nacional e internacional apoderados de la república.

Ese sacrificio, sin embargo no fue en vano: el gobierno de la restauración oligárquico-imperialista debió retroceder y convocar a comicios. Así elegimos a Frondizi como mal menor. Y, de este modo, equivocándonos nuevamente, reorganizamos el movimiento gremial sobre las bases de la legalidad que dejó intacto el manejo de los resortes del poder en manos de colonialistas de adentro y de afuera. Canjeamos por el plato de lentejas de una tolerancia oficial para con los gremios – siempre no nos tomásemos demasiado a pecho nuestros deberes- el derecho de ser los artífices del destino de grandeza de nuestra Patria.

Asi vinimos arrastrando este mal de origen, hasta estos días en que la derrota viene a abrir los ojos sin posibilidad alguna de equivocaciones.

Asumimos la responsabilidad en lo que nos toca; también nos sentimos culpables de lo que acontece, pero asimimos la responsabilidad sin limitaciones y estimamos que parte de esa responsabilidad, no la menos importante, es la de llevar hasta el fin este balance de lo que ha acontecido y formular públicamente propuestas sobre lo que hay que hacer para ello no vuelva a repetirse.

Estábamos acostumbrados a la “legalidad”, repito, e hicimos de ella una especie de mito. Resultamos los mejores tramitadores de expedientes antes que los más decididos combatientes. Educamos en ese espíritu a nuestros cuadros y a nuestras bases. A cada atropello respondíamos no con la lucha sino con el recurso de amparo, cambiamos a Sorel por Vélez Sarsfield.

Nuestras huelgas fueron más que expresión de esa voluntad de lucha, una forma de dar salida al descontento de las bases y una presión a los poderes públicos para lograr nuevas negociaciones. De este modo terminamos defendiendo nuevamente la “legalidad”, ignorando que esa legalidad no era la del pueblo ni la de los trabajadores ni la de la Patria, sino la legalidad del privilegio colonialista. Concluimos finalmente uncidos al carro del régimen, por acceder a la legalidad del régimen. Ese camino no podía conducirnos sino al desastre, de un modo inesperado pero inevitable y el desastre nos alcanzó.

Los colonialisas han querido siempre un movimiento gremial que se ocupe de construir colonias de vacaciones y hospitales, antes de preocuparse de construir una Patria. Nos toleran como atenuadores de las consecuencias sociales producidas normalmente por ellos: subdedesarrolloymiseria. Para eso nos necesitan y a eso quieren limitarnos. Mientras estamos dedicados a ser los samaritanos de las enfermedas sociales y económicas que otros provocan al país, seremos bien vistos y hasta recibidos con sonrisas en los salones desde donde los señores mandan; pero guay de nosotros si queremos defender a la Patria o al Pueblo o si procuramos que la miseria general no se siga transformando en riqueza de algunos pocos.  Entonces nos acusan de subversivos, se nos persigue y hasta se pretende aniquilarnos. Los colonialistas y sus amos sólonos permitirán vivir de rodillas en su legalidad y al servicio de esa legalidad. ¿Estamos dispuestos los trabajadores y el pueblo a aceptar ese papel? ¿Los descendientes de los que vivieron, lucharon y murieron con San Martín, Quiroga, Peñaloza y Varela, renegaremos de sus memorias e ignoraremos el mandato de esos sacrificios? Estoy seguro que no. Sé que el pueblo no ha elegido un camino pero no ignoro que ha rechazado ya con agresiva decisión la capitulación y la entrega.

¿Qué debemos hacer? Hay que reconstruirlo todo. Comenzar desde abajo, abrir paso a los jóvenes militantes gremiales, reestructurar al nivel de fábrica y barrio las organizaciones gremiales, que, de ahora en más, no podrán ser separadas sino concebidas como vanguardias de organizaciones más vastas en las que estén y en las que confíen los sectores populares; organizar y promover a los trabajadores y al pueblo del interior argentino; organizar y promover la organización de los desocupados y de los sectores marginados en las villas miserias, organizarlo todo pero descentralizando y multiplicando los centros de organización.

Hay que hacerlo de un modo inmediato y directo. Las circunstancias no nos permite trabajar en la Ley y por la Ley. La legalidad para los trabajadores, para el pueblo y para la Patria indudablemente no existe. No hay legalidad sino para algunos y para sus amos extranjeros. Volverá a haber legalidad para la Patria y para el pueblo cuando consigamos implantarla, pero ni un solo minuto antes.

Juan D. Perón dio un reportaje a Rodolfo Terragno en el que declaraba:

En mi adolescencia empecé a mirar las cosas desde ángulos distintos. En vez de juzgar a Perón, me inicié en la comprensión del peronismo. Traté de explicarme por qué había surgido Perón, y tendí a explicar muchos de los abusos del peronismo como el resultado de las postergaciones que, durante años, habían soportado las masas, hasta el momento en el cual se proyectaron al poder del brazo de Perón. Como en tantas casas de la clase media argentina, en la mía se sucedieron las discusiones —en nuestro caso, respetuosas— entre el padre que hablaba de Perón y el hijo del peronismo. En aquella época —segunda mitad de la década del 50— nadie (nadie que yo conociera al menos) imaginaba que Perón pudiera volver: la soberbia de quienes lo habían echado era tal que Perón, a quien los diarios ni siquiera llamaban por su nombre, parecía destinado a morir en el exilio. Por otra parte, mi padre, decepcionado de la política luego de dividido el radicalismo, aludía a Perón de la manera distante que usa en sus evocaciones aquél que se ha retirado de algo.

Para mí, discutir sobre Perón era como discutir sobre Rosas: se trataba de destilar enseñanzas, principios, ideas que debían servir en el futuro a otros procesos y otros hombres. El “retorno al pasado” —declaraban intermitentemente los militares— no sería permitido, y yo creía eso.

Seguía creyéndolo en 1967. Entonces, tenía 23 años. Hacía poco que los militares se habían instalado en el gobierno para esperar allí la muerte de Perón. Parecían muy fuertes y decididos, y Perón parecía demasiado viejo.

Fue entonces cuando, inesperadamente, tuve la ocasión de conocerlo. En noviembre de ese año, el semanario donde yo había empezado a escribir resolvió mandarme a Europa, para cubrir —como se dice en la jerga de los periodistas— el periplo de un ministro de Economía que iba en busca de dinero. Hasta entonces, un viaje a Europa era, para mí, impensable y, por eso, aun sin contar con que Perón no tenía motivos para recibirme, nunca se me había ocurrido que yo pudiera conocerlo.

La gira del ministro iba a terminar en España, pero esa última escala, más protocolar que otra cosa, no interesaba demasiado a la revista. Me habían ordenado volver de París, pero decidí volar antes a Madrid, nada más que para tratar de verlo a Perón.

Yo daba por supuesto que, en Madrid, todos sabían dónde vivía. El conductor del taxi que tomé, sin embargo, no supo llevarme. Le informé que la casa estaba en Puerta de Hierro y me condujo hasta la puerta infranqueable que da nombre al suburbio, pero alguien a quien preguntamos nos informó que habíamos equivocado la ruta: era al otro lado de la puerta, yendo por el camino a El Pardo, el sitio donde Franco tenía su residencia. Pasando un puente, a la izquierda, en una callecita llamada Navalmanzano, estaba la Quinta 17 de Octubre.

Llegamos. Un grupo de guardias custodiaba la puerta. Me acerqué a uno de ellos, le dije que venía a ver a Perón y me desalentó: el General había llegado enfermo de París, el día anterior, y no podía recibir visitas.

Pregunté al guardia si podía llevarle una esquela al secretario de Perón. Aceptó y yo busqué mis flamantes tarjetas de abogado (como periodista, no iba a recibirme). Escribí: “General: Siendo niño, aprendí a odiarlo. Iba, de la mano de mi padre, a las plazas a oír a sus enemigos. Ahora, a los 23 años, usted sigue inspirándome recelos, pero quiero escucharlo. Tengo, para eso, 24 horas: mañana a la noche sale mi avión para Buenos Aires y acaso yo no pueda volver nunca. Si quiere recibirme, hágamelo avisar. Estoy en el hotel Carlton”. Esperé que el guardia atravesase el jardín con la tarjeta y entrara a la casa. Me fui. Cuando llegué al hotel, el conserje me entregó este mensaje: “El general lo espera mañana a las 10 de la mañana en la 5ta. [sic] 17 de Octubre”.

Llegué, claro, puntualmente. Los guardias tenían mi nombre anotado, y me hicieron pasar. La casa no me pareció demasiado grande; era, por lo menos, menos imponente de lo que yo había imaginado. En el portal, me recibió la mujer de Perón. Me advirtió que el General, después de leer mi nota, había hecho una excepción e iba a atenderme. Yo debía tratar de no insumirle demasiado tiempo; el General no tenía nada de cuidado, simplemente una gripe, pero el médico le había aconsejado que descansara. Mientras la seguía escaleras arriba, yo oía sin prestar demasiada atención un discurso de circunstancias, impaciente por encontrarme con aquel hombre que, jubilado del poder, aún seguía cosechando tanto amor y tanto odio.

Estaba en la cama. Se incorporó y reclinó su cabeza sobre un almohadón. Uno de sus célebres caniches jugueteaba encima de la colcha. Perón me pidió que me sentara en una silla que había al lado, dispuesta como para que se sentara el médico.

Su mujer se fue y quedamos los dos solos. Él debió darse cuenta de mi turbación: para mí no hubiese sido más sorprendente poder entrevistarme con Sarmiento o con Rosas. Estaba en Madrid, yo, y en la casa de Perón, yo, y sentado al lado de su cama, yo, conversando los dos solos, él y yo. Él era un sobreviviente de la historia, y yo había llegado a tiempo. No podía imaginar que ese hombre viejo, aunque vigoroso, volvería a la Argentina cinco años después; que sería otra vez presidente; que reaparecería en aquel balcón de la Casa Rosada. Mucho menos podía imaginar que fuera a ser presidente esa frágil mujer que amablemente me había conducido hasta la habitación. Yo creía estar hablando con la historia y estaba hablando con el futuro.

Perón me preguntó qué hacía por Europa. Le dije la verdad, con temor: imaginaba que la entrevista podía terminar apenas él supiera que yo era periodista. No fue así. Se limitó a pedirme que no publicase nada de lo que él dijera. Había tenido algunos inconvenientes con el gobierno de España, al cual no lo hacía feliz que un asilado se dedicara a las declaraciones políticas. Le prometí esa abstinencia periodística y, naturalmente, cumplí mi promesa.

Él estaba interesado en saber cómo le había ido al ministro, cuyo nombre debo consignar ahora: Adalbert Krieger Vasena. Le dije que mal, a mi modo de ver, y le hablé de algunas notas que yo había cablegrafiado a Buenos Aires.

Es que éstos escriben en el aire, me dijo. Éstos eran los militares que, encabezados por Juan Carlos Onganía, dirigían el país desde 1966, con la colaboración de civiles como Krieger; descendiente de los dueños de Vasena, donde empezó la semana trágica, según recordó Perón.

Me preguntó, por cortesía (¿por qué iba a interesarle mi juicio?), qué opinaba yo sobre la evolución de la economía argentina. Casi no había empezado a responderle cuando me interrumpió:

Éstos han descubierto ahora la economía libre. ¡Pero si la economía libre no existe! Eso es un nombre que inventaron los ingleses para consumo de los tontos. ¡El libre comercio! ¿Cómo van a hablar de libre comercio cuando el mundo está manejado por mercados comunes? ¡Esto no puede pasar ni jugando al truco con otarios!

Empezó a desarrollar, entonces, una breve explicación de su propia política económica y a explicarme por qué el desarrollo de un país como la Argentina no podía basarse en la ayuda exterior:

En el área del dólar, Estados Unidos da respaldo a las distintas monedas. Pero se cobra por hacer eso. El modo de hacerlo es sobrevaluando el dólar, cuyo valor fiduciario es veinticinco por ciento mayor que el real. De modo que, cuando usted recibe un empréstito de 10 millones de dólares, en verdad está recibiendo 7.500.000. Pero a eso tiene que agregarle el 15 por ciento de interés y el 5 por ciento del servicio de la deuda y, sobre eso, tiene que computar que los norteamericanos lo obligan a usted a transportar los bienes que adquiere con ese crédito en buques de bandera norteamericana, lo cual le resta 5 por ciento más. De modo que, en concreto, usted recibe la mitad. De los 10 millones de dólares recibe 5 millones. Por eso yo dije que me cortaba la mano antes de firmar nada que nos hiciera depender del capital norteamericano.

Cuando yo recibí el gobierno, la deuda externa era de 2.500 millones de dólares y los servicios de la deuda eran de 9 millones anuales. Cuando devolví el gobierno, no había deuda externa y casi no teníamos que pagar servicio de la deuda. La Revolución Libertadora se endeudó en 2.000 millones y Frondizi en otro tanto y, además, dejó una ley por la que se podía descontar en bancos americanos letras con aval, lo cual era otro empréstito. Sin demasiados cuidados, Perón lanzaba cifras y las insertaba en una versión simplificada, y por momentos antojadiza de su experiencia:

Yo en 1946 me dije: Hay que planificar la Revolución. Había 10.000 predicadores de la Revolución, pero antes de seguir, yo quise hacer un chequeo para ver si el pueblo me acompañaba. Hicimos un acto en la Diagonal Norte y yo dije: si hay 100.000 personas yo sigo, si no, no. Hubo más de 250.000. Entonces me di cuenta de que la Revolución era posible. En el Consejo de Postguerracomenzamos a planificar el programa económico y, cuando estaba todo planificado, se llamó a elecciones. Querían que yo fuera dictador, pero yo dije no y fui preso. Pero después gané en las elecciones más puras de la historia, y cuando llegué al poder estaba todo organizado. Amortizamos la deuda externa y ya no hubo que pagar más servicios. Vimos que con los ferrocarriles se nos iba una carrada de oro, y entonces los compramos por el oro que ellos se llevaban en un solo año. Después, teníamos que frenar el contrabando de exportación, porque también por allí se iban las divisas, y creamos el IAPI, que lo calcamos de Estados Unidos. Un día empezamos a contar el dinero y ahí fue la sorpresa: no sabíamos qué hacer con tanta plata…

Me pareció que —como yo— Perón no imaginaba su retorno. Por eso, al poco tiempo dije en un artículo sobre él “Aunque no las está escribiendo, para Perón ha comenzado la etapa de las Memorias”.

A mí me han tomado como un símbolo porque yo fui el primero en el mundo que habló de tercera posición, me dijo. Él se consideraba a sí mismo como precursor de un socialismo nacional que parecía claro cuando lo describía en términos generales, pero que se desdibujaba cuando daba ejemplos, mezclando a la India, Egipto y China.

El mundo marcha irremediablemente hacia el socialismo. Por la vía marxista o por la vía del humanismo cristiano: eso poco importará en definitiva. Lo importante es ese proceso de socialización que encabezan los países del Tercer Mundo, los países antiimperialistas. Mientras los imperialismos empiezan a pudrirse —como les ha ocurrido a todos los imperialismos desde los fenicios hasta acá— el Tercer Mundo asume el papel histórico de encauzar la historia.

Le fascinaba, por entonces, la experiencia china. Le pregunté si no creía que China iba a convertirse con el tiempo en un nuevo imperialismo. Me respondió:

Sí, claro, pero eso será un problema para nuestros bisnietos. Nosotros tenemos que luchar contra los imperialismos de ahora, no contra los imperialismos de mañana.

El esquema era claro: Perón se consideraba un precursor, a quien el imperialismo no le había dejado que acabara su obra en la Argentina donde, de todos modos, había dejado la simiente de un proceso que creía ver floreciendo en el mundo entero. No era lo que se dice un hombre humilde y, en verdad, no era razonable exigirle que lo fuera.

Yo pude haber sido el primer Fidel Castro de América, con sólo pedir la ayuda de Rusia. ¿O usted cree que no me la habría dado? Y Estados Unidos no iba a ir a una guerra por Argentina, como no fue por Cuba. Pero entonces hubiera habido una guerra civil y habría muerto un millón de argentinos.

Siguió hablando y, pronto, cayó otra vez en la crítica a Onganía. Estaba al tanto de los índices de desocupación y salario real, imaginaba descontentos en la clase obrera, y me pronosticó: Antes de tres años la Argentina se verá envuelta en una guerra civil y va a morir muchísima gente. Me pareció un pronóstico aventurado, pero me acordé mucho de él, en 1969, durante el Cordobazo, y después, cuando una guerra civil larvada empezó a corroer el poder militar y lo llevó, en la desesperación, a provocar el retorno del propio Perón, con la esperanza de que el viejo caudillo —a esa altura “mal menor”— evitase la definitiva radicalización del peronismo, acabara con la guerrilla y volviera al país por sus fueros.

Aquella mañana de 1967, cuando Perón me presagió las muertes, cambié con él estas palabras:

“Entonces, no vamos a tener nada que agradecerle, General, por su decisión de evitar, en 1955, la guerra civil. O sus facultades de previsión fallaron en esto o, de lo contrario, no se justifica que usted haya evitado la sangre hace doce años, y nos haya dejado entrar en este largo proceso, si al final va a aparecer esa misma sangre”.

Ah, pero yo soy el único que tengo derechos sobre mi conciencia. Sí, probablemente desde el punto de vista histórico, aquello fue un error. Pero yo tenía el derecho, humano, de no cargar con el peso moral de un millón de muertos. Yo he vivido aquí (en España) los seis últimos meses de la guerra civil, y yo sé lo que es eso. Claro, si yo hubiese pensado como Luis XV, “después de mí el diluvio”…Pero yo no creí que éstos iban a ser tan bárbaros, que iban a deshacer todo. Esperaba que los muchachos supieran seguir la cosa. Pero ahora, ya no hay salida. El que no es revolucionario está listo, porque la Revolución va a venir y va a cortar muchas orejas.

Mire, hay dos maneras de hacer una revolución: una manera incruenta y una manera cruenta. Yo quise hacer una revolución incruenta, pacífica. Me hubieran dejado, ahora tendrían un país representativo, tranquilo, con bienestar, sin desocupados. No quisieron, me pusieron los pies de cabeza, ahora… ¡que se jodan! Yo estoy tranquilo, por aquello que usted sabe: los que vengan detrás de mí harán mi gloria.

Isabelita entró a terminar con la charla. No convenía que el General se fatigase mucho, y además ya iba a estar la sopa. Lo dejé a Perón en su cama y bajé con su mujer, que me acompañó hasta la puerta. Volví a verlos, desde lejos, seis años más tarde. Estaban en el balcón de la casa de gobierno, en Buenos Aires.

Juan D. Perón escribió un artículo titulado “Economía de miseria” que fue publicado por el periódico El Puente, dirigido por Antonio Valerga:

Cuando el Pueblo Argentino apoya al Justicialismo no lo hace por linda cara de los que lo propugnamos, sino porque coincide con nuestra ideología y su forma de ejecución, a la par que se opone a los procedimientes que desde 1955 se vienen

evidenciando como funestos, para la Nación y el Pueblo. Esto, no creemos que sea porque nosotros hayamos sído demasiado buenos sino porque los que nos han sucedido han sido tan malos que, por comparación hemos resultado óptimos. Pretender que la Revolución Argentina se realice hacia los obetivos que todos rechazan, precisamente con los hombres y los sistemas que ocasionaron el desastre, es algo realmente inconcebible y las consecuencias de semejante aberración no pueden ser otras que las la miseria que ya se hacen sentir.

En la situación de observación que se ha colocado el Movimiento Justicialista después del golpe de estado del 26 de junio de 1966, nos ha sido dado comprobar fehacientemente la posición del Gobierno Militar, como la calidad de sus hombres y los procedimientos puestos en ejecución y todo parece confirmar que se trata simplemente de una continuidad gorila, que ha venido azotando al país desde hace ya once años, causante del desastre político, social  que ha sumido a la República en la más trágica situación de que hay memoria, y por si alguna  duda quedaba, la política económica fijada, ha venido a demostrar elocuentemente que se ha constituido un gobierno supraconstitucíonal como una manera de impedir el progreso de la evolución que el país viene reclamando hace más de veinte años. Así, dentro de las formas de un paternalismo simbólico, sigue actuando una sínarquía nacional encaminada  hacia la consecución de los mismos fines y designios que caracterizan a la acción gorila.

Es indudable que el instinto  popular ha descubierto la maniobra y el desprestigio del Gobierno Militar; como el de sus hombres, ha comenzado aceleradamente. Por eso también, lo que inicialmente pudo ser una esperanza se ha transformado en una desilusión que ha ido aumentando simultáneamente con el deterioro gubernamental.

El anuncio de la política económica que se seguirá, indicada en sucesivos sivos discursos, tan ambiguos, no ha sido un impacto mejor, porque conminar al país a vivir a los excedentes de exportación es fijar de antemano la necesidad de someterse a la miseria, para resolver una situa ción preconcebidamente provocada

por los mismos que ahora pretenden hacerle pagar al Pueblo las consecuencias de sus propios desatinos. Por manso que sea un pueblo que ha asistido a una depredación continuada del país en manos de sus enemigos, como ha sucedido en estos once años de pesadilla, no puede sino reaccionar violentamente  ante el anuncio de que ahora será nuevamente él lquien ha de pagar con sacrificios y dolores los desaguisados cometidos por los que usurparon el Poder del pueblo y lo mantuvieron mediante el fraude o la violencia.

El cambio. de ministros, como recurso contra el desprestigio generalizado del Gobierno, no.puede ser eficaz, pues la calidad de los hombres y sus conocidas tendencias no dan lugar a engaño posible. Este «recauchutaje» gubernativo, como remedio, ha resulrtado peor que la enfermedad y no ‘ha resuelto ni siquiera la inquietud que existe en el propio Ejército, que se siente enfrentado con el Pueblo porque, a nadie le escapa, pese a las afirmaciones sofísticas del Gobierno, que el verdadero responsable será el Ejército que deberá cargar con las culpas de los hechos y de los problemas que el Gobierno Militar pueda provocar en su respaldo. La Institución ha firmado un cheque en blanco. y ahora, o toma las medidas necesarias para impedir que se siga así, o será ulteriormente responsable de cuanto pueda ocurrir en el futuro.

Madrid 1967                                                                                                                                              PERON

Diciembre de 1967

La periodista Adriana Civita de la publicación periódica Siete Días realizó una entrevista a Perón.

2. Podestá dio a conocer una declaración en la que confirmó que el Nunció le solicitó la renuncia e informó que la presentó con la condición previa de obtener una audiencia con el Papa.

La publicación periódica llamada Aquí Saladillo publicó la entrevista realizada por un visitante a España enviado por la dirección de la publicación:

— Y qué lo trae por aquí, mi amigo, inquiere sin reservas el líder de los “descamisados”. — Saludarlo, señor General, y conversar con usted.

— ¿Es verdad, arriesga el saladillense, que hace algún tiempo lo visitó el expresidente de Y.P.F. durante el gobierno de Illia, doctor Facundo Suárez? — Efectivamente, contesta Perón. Me ha visitado el doctor Facundo Suárez como un argentino más de los muchos que me visitan en mi exilio. En esa oportunidad hemos conversado sobre la conveniencia de pacificar el país y, en consecuencia, de llegar a un diálogo amistoso con la finalidad de trabajar por una unidad indispensable a los fines de ponernos al servicio de soluciones que el país está reclamando perentoriamente. Por ahora los acuerdos están pendientes de un previo entendimiento en principio, como le acabo de significar. … En cuanto a los gobiernos de facto, no pueden ser permanentes y están siempre expuestos a las circunstancias más variables, por lo que se infiere que el actual gobierno no puede durar.

El respaldo militar —prosigue— no es nunca incondicional y es lógico que dentro de las fuerzas armadas existan opiniones diversas. De ello resulta también lógico que haya muchos jefes y oficiales que, como la ciudadanía en general, no acepten de buen grado la existencia de un gobierno inconstitucional que, asumiendo la Suma del Poder Público398, haya dispuesto perpetuarse al frente de un poder que solo puede ser otorgado constitucionalmente por el Pueblo. En cuanto a Economía —sigue expresando Perón—, tanto el señor Krieger Vasena como el señor Alsogaray399 han sido los culpables de una política monetaria desastrosa. El primero recibió en 1955 un país sin deuda externa, con una reserva financiera de 1.500 millones de dólares y un peso a razón de 16 por dólar en el mercado negro. Estuvo dos años en el Ministerio de Economía y cuando cayó Aramburu, dos años después, dejó el país con una deuda externa de 2.000 millones de dólares, se comieron los 1.500 millones de dólares de la reserva financiera y el peso que había recibido a 16 lo dejaron a 81. Alsogaray siguió su mismo ejemplo: aumentó la deuda en otros 2.000 millones de dólares y siguió precipitadamente envileciendo nuestro signo monetario.

— Y con respecto a los Estados Unidos ¿qué opina, señor General?

— U.S.A., como ha sido normal, seguirá endeudándonos cada día más, porque sus ayudas y préstamos son simples estafas y el peor atentado que se puede cometer contra la economía argentina, sin contar que mediante esas esperanzas fortuitas someten al país y le imponen las más tremendas aberraciones en surégimen interno y en su política internacional, como país satélite. Véase sino lo que ocurre con la Argentina en la OEA.

— Referente a la ley de hidrocarburos…

— La ley de hidrocarburos —comenta—, como la privatización de que se habla, es una simple y llana entrega del país a los intereses y dictados políticos del imperialismo.

— Pasando a otro tema, ¿para cuándo prevé usted, señor General, que pueda ser posible su regreso a la Argentina?

— Mi regreso a la patria, para mí, es un anhelo permanente; pero todo depende cómo se proceda en el país y de los acontecimientos que lo materialicen…

— Desearía saber cómo aprecia usted el constante aumento del caudal peronista en nuestro país.

— Me explico que ahora haya más peronistas que antes porque el tiempo y los hechos vienen dando la razón de cuanto pensamos e hicimos. Tal vez no sea porque nosotros fuimos demasiado buenos, sino porque los que nos sucedieron fueron tan malos que al final hemos resultado óptimos.

— ¿Cómo definiría usted, señor General, el futuro inmediato?

— Es difícil prever el final de las aventuras de la Fuerza [fuerzas armadas] en el Gobierno; lo normal ha sido siempre su fracaso, porque en el mundo moderno nadie puede gobernar sin el concurso organizado del Pueblo.

— Señor General: el problema de las Malvinas es algo que preocupa sobremanera al pueblo argentino. ¿Qué nos dice usted sobre esto, incluida la “Operación Cóndor”? — Siempre hemos sostenido que las Malvinas son argentinas y hemos reclamado anualmente la usurpación británica. De manera que la “Operación Cóndor” ha sido una expedición de argentinos, un tanto violenta si se quiere, pero dentro del territorio nacional, aunque la soberanía esté impedida por razones de operación violenta. Reconocer la autoridad del Gobernador inglés en ese territorio es simplemente reconocer la soberanía inglesa sobre un sector del territorio nacional: un simple acto de traición si se lo comete por las autoridades argentinas. Alguien allí ha cometido la traición a la patria, pero no los muchachos, que se habrán excedido en su patriotismo; pero puesto a elegir, preferiría estar con ellos y no entre los que cometieron la traición.

El general Perón sigue hablando para subrayar finalmente, con referencia al tema, lo que sigue, puesto que incluso le inquirimos qué hubiera hecho en el caso de ser gobierno.

— Estando yo en el gobierno, una fragata inglesa arribó al puerto Bahía Esperanza y desembarcó tropas en el mismo, ocupando uno de los refugios de las tropas argentinas, en ese momento desocupado.402 Este acto de los ingleses no difiere del de los muchachos de la “Operación Cóndor” con el agravante de que lo realizaban tropas de su graciosa majestad. Los efectivos de tropas argentinas que guarnecían el territorio argentino de la Antártida recibieron orden del Gobierno de dar diez minutos a los ingleses para abandonar la tierra con la advertencia [de] que, en caso contrario, se los obligaría a hacerlo por la fuerza. Los ingleses se reembarcaron y abandonaron Bahía Esperanza. Si yo hubiera estado en el gobierno cuando se produjo la “Operación Cóndor”, lo menos que hubiera exigido es que los ingleses tuvieran una actitud recíproca con los argentinos en Las Malvinas, haciendo constar que no era cuestión de derecho sino de hechos porque la soberanía argentina sobre las mencionadas Islas es para nosotros incuestionable.

5. Monseñor Podestá entregó el mandato y fue designado Administrador Apostólico de la Diócesis de Avellaneda, monseñor Pironio.

6. Acto de adhesión a Podestá en la CGT Regional Avellaneda. Los concurrentes fueron dispersados por la policía.

7. Movilización de laicos y sacerdotes frente a la Nunciatura Apostólica para pedir la renuncia de Monseñor Mozzoni.

14. Artículo de Juan D. Perón, utilizando el seudónimo Descartes, sobre Trasvasamiento generacional, para la publicación periódica Única solución:

Las instituciones, como el pescado, suelen comenzar a podrirse por la cabeza. Las instituciones políticas como las sindicales, se articulan fundamentalmente en tres escalones diferentes que, respondiendo al principio orgánico que establece la necesidad de una concepción centralizada y una ejecución descentralizada, pueden realizar las diferentes funciones, inherentes a su finalidad específica: la conducción, el encuadramiento y la masa. Generalmente, es en los dos primeros donde la descomposición puede cundir y, preferencialmente, en el escalón de la conducción, que es el más expuesto a su deterioro por el uso. Es allí donde los dirigentes ponen a prueba sus defectos y sus virtudes, porque las circunstancias de su accionar los destacan más objetivamente. Los que carecen de grandeza y desprendimiento, poco tardan en aferrarse a los intereses personales o de círculo que terminan por hacerlos enemigos del conjunto; los que no tienen sensibilidad ni imaginación se pierden en los vericuetos del quehacer directivo; y los deshonestos, que hacen de su misión directiva el objeto de sus negocios personales, se comienzan a enterrar en el desprestigio. Todos ellos mueren en el camino, porque siempre la masa posee sus autodefensas.

Solamente llegan al final los que poseen las verdaderas virtudes, que es lo único que califica positivamente a un dirigente político o sindical.

No quiere esto decir que los que proceden mal y sucumben víctimas de su propio mal procedimiento no sean útiles, a su manera, al quehacer funcional de las instituciones. Ellos crean las autodefensas indispensables, porque en los organismos institucionales sucede lo que en los fisiológicos: si el hombre no poseyera sus autodefensas, es probable que hubiera desaparecido ya del mundo hace miles de años porque, ni los médicos ni las medicinas, son los que lo defienden en lo realmente decisivo. Esas autodefensas en el organismo fisiológico son producidas por los propios agentes patógenos que generan los anticuerpos. Lo mismo ha de pasar en lo orgánico-funcional: es preciso la existencia de tránsfugas y aún de traidores, que son los microbios de lo institucional, para que la masa desarrolle sus autodefensas orgánicas y con los propios anticuerpos generados por aquéllos.

El síntoma más grosero de la descomposición directiva es la disociación. Mediante ella, las organizaciones pierden primero la unión y solidaridad necesarias para su cohesión, lo que las lleva paulatinamente a enfrentamientos parciales creados y mantenidos por intereses de círculo que, generalmente, son absolutamente contrarios a la misión de conjunto, porque suelen terminar en un divisionismo suicida que caracteriza a la destrucción final de las organizaciones. Frente a un enemigo que no carezca de habilidad es el más grave peligro y cuando es preciso que las autodefensas existentes en la masa se pongan en marcha drásticamente, antes [de] que la infección se transforme en septicemia por la contaminación de la masa.

El único remedio consiste en la eliminación, por el medio que sea, de los que producen el mal, en este caso los dirigentes de conducción que carecen de la grandeza, el desprendimiento o la honestidad indispensables, para lo cual es preciso echar mano en seguida al cambio generacional necesario. La juventud suele ser el mejor instrumento de regeneración y la que tiene el inalienable derecho de hacerlo porque, en último análisis, será ella la que ha de sufrir las consecuencias. Pero es preciso también que la juventud comprenda que en el cargo de dirigente nadie le va a regalar nada: ese derecho se gana. Si los que carecen de virtudes se eliminan por sus defectos, los que han de reemplazarlos solo pueden hacerlo si poseen en el grado de poder corregir los males que aquéllos han producido.

Las grandes crisis son indicadores de la necesidad de los grandes cambios: cuando se notan los efectos de la descomposición es indispensable que todos se empeñen en aplicar las medidas necesarias para neutralizarlas, pero no con aspirinas sino empleando a fondo las formas quirúrgicas, para eliminar definitivamente a los dirigentes que las producen. Solo una acción decidida de todos los componentes de la organización puede tener la suficiente eficacia para lograrlo, y llega cuando todos se persuaden de la necesidad de librarse de los enemigos de adentro, que son mucho más peligrosos que los enemigos de afuera. Es natural que estos dos enemigos han de luchar unidos subrepticiamente, lo que impone, en primer término, la propia unidad y solidaridad.

La masa, con el remanente de dirigentes de la conducción que hayan mantenido la pureza de sus virtudes a través de la prueba que la conducción representa, conjuntamente con los dirigentes de encuadramiento que no hayan cedido a la acción destructora de los que se han podrido, son los responsables de que los cambios se realicen convenientemente. Generalmente a esta altura es cuando todos se han puesto ya en evidencia y la organización, especialmente la masa, sabe claramente quién es quién. Proceder al cambio no es una opción sino una obligación que todos tienen si realmente se interesan porque la organización sobreviva. Desentenderse egoísta del deber de la hora es perder toda posibilidad del futuro y entonces es cuando se justifica que: “la masa tiene los dirigentes que se merece”.

19. Primera Plana publicó un reportaje a Amado Olmos. En el mismo realizaba  críticas a los “participacionistas”. Con relación al gobierno señalaba:

No me extraña que existan dirigentes qué hayan llegado a un statu quo con San Sebastián. Por otro lado, son dirigentes que lo han manifestado en una u otra forma y que públicamente han hecho objeto de homenajes al Secretario de Trabajo. Existen los que le han cedido la cabecera de una cena, no sabemos por qué ni en pago de qué, como los que lo invitan a celebrar la inauguración de colonias de vacaciones, etcétera, pero también hay gremios que no hacen estas cosas, que no están de acuerdo con la política social, ni con San Sebastián ni con Onganía, ni con nadie del Gobierno. En cuanto a que para marzo se espera arreglo de la situación, yo soy totalmente pesimista; no creo que se arregle nada, salvo pequeñas cosas que pueden redundar en beneficio de algún dirigente, o del cuadro que dirige un gremio, o de las finanzas sindicales, mejor dicho, pero que ello signifique atender las necesidades del trabajador en profundidad, no, terminantemente no…yo creo, en primer  lugar, que no existen  en este Gobierno niveles que permitan a los sindicatos ejercer un poder gobernante; lo que se trata es de ejercer una función postulante, como ser, solicitar que derogue la ley 17.224, que se levante la 969, que nos permitan obtener de la Secretaria de Trabajo una resolución de retención; bueno, obtenido eso, se entiende que hemos actuado a nivel de poder político, 58 como dice usted, pero si queremos entrar en el control de la política económica del Gobierno, ya no nos dejan participar. No obstante, algunos gremios insisten, por intermedio de audiencias, en practicar la participación mínima; y más, algunos han declarado estar con el Gobierno desde un principio. Estos gremios no reparan en la carestía, la desocupación, los bajos salarios, la entrega, a menos que hayan, sido tan amplios en la expresión, que también apoyen todo eso. Otros le piden al Gobierno que con motivo de fin de año cambie su política social y económica; bueno, piden esto, como pedirle, al Jefe de Policía que ponga en libertad a 50 ó 60 contraventores; yo no creo que se deba actuar a ese nivel, menos con un Gobierno que va llevando a la desesperación al pueblo argentino, donde la necesidad ya campea en todos los hogares, donde el fracaso del Gobierno ya es manifiesto y los episodios dramáticos se, suman día a día, numerosos agentes del orden han preferido pegarse un balazo antes que seguir sufriendo el desastre de una economía paupérrima. Por todo ello estoy en contra de actuaciones a ciertos niveles; ni conversaciones estériles con el Gobierno. Con el Gobierno queda una sola conversación, y es la de congeniar la fecha más próxima para que abandone la Casa Rosada, y que lo haga pronto, antes que el desastre sea ya tarde para muchas cosas. E insistimos que se vaya porque no creemos ya que pueda cambiar su política.

17. La Editorial Sudestada publicó el libro de Rodolfo Ortega Peña y Eduardo L. Duhalde titulado Felipe Varela contra el imperio británico.

20. La CGT publicó un documento dirigido “A los Trabajadores y al Pueblo de la República” censurando abiertamente la política de la dictadura militar favorable a los monopolios. Denunciaron el desempleo (más de un millón y medio de personas), el subempleo y las suspensiones frecuentes.

Carta de Perón a Trento Passaponti, escrita desde Madrid.

Querido Compañero:

He recibido y le agradezco el envío de su libro “La Chacra del Mangrullo” como las generosas palabras de su dedicatoria. No sabe Usted el placer que he tenido al leerlo, porque yo he nacido en la Estancia de mi padre en Lobos y he crecido después en otra estancia en la Patagonia, de manera que todo cuando Usted menciona me resulta casi familiar.

Muchas gracias por el buen rato que me ha proporcionado con tantos recuerdos.

Su amabilidad me ha traído el recuerdo de su hijo Darwin Passaponti, nuestro primer mártir peronista, muerto el 17 de octubre de 1945 frente a Crítica y desde aquí me uní al homenaje que el Peronismo rindió en su tumba con motivo del aniversario de su fallecimiento y que en esta oportunidad rememoro con emoción.

Le ruego acepte, con mi saludo más afectuoso, mi agradecimiento por todo.

Un gran abrazo.

Firmado: Juan Perón.

21. Carta de Juan D. Perón a Bernardo Alberte:

Mí querido amigo:

He recibido sus cartas del 15 y 17 pasados, y le agradezco la excelente información que contienen, así quedo completamente en claro de la situación que allí se compulsa, como asimismo sobre su quehacer cotidiano en la difícil lucha contra los enemigos de afuera y de adentro, como es común en la actividad política. Los hombres son los que dan trabajo. Las organizaciones no, pero, a pesar de todo, es preciso dominar tanto a unos como a otros. “Thatisthequestion” como decía Hamlet.

Comienzo por felicitarlo con todo entusiasmo y emoción por el comunicado “Año 1967, Año XII de la Antipatria”. Es magnífico, y sobre todo es el reflejo real de una realidad que nadie puede ni siquiera discutir. El Peronismo se verá interpretado con su palabra y, en este momento, nada es más importante. En la acción política se gana así el derecho de conducir porque es asunto que nadie puede regalar. La conducción de un Ejército se puede hacer por decreto, pero la conducción de un Pueblo es preciso ganársela, y la única manera de hacerlo es sabiendo interpretar el pensamiento de ese Pueblo con energía y decisión. Tal vez esto pueda acarrearle dificultades personales pero, desgraciadamente, son gajes del oficio. Si yo no hubiera estado en 1945 en la cárcel, el 17 de octubre no hubiera sido posible. Yo lo sabía, pero entendía que era preciso ganarse el derecho de encabezar al Pueblo y conducirlo, y “bien vale París una misa”.

Le felicito igualmente por la constitución de sus organismos de comando indispensables y muy especialmente porque ha elegido gente joven y capacitada. El Gabinete Económico, Político y Social, asesor, será un auxiliar valioso, especialmente si paulatinamente va haciendo actuar a estos muchachos en la tarea de conducción, de a poco y vigilados por usted.

 El trabajo doctrinario, tan indispensable en estos momentos, podrá ser de una utilidad insospechada. Por los trabajos que me adjunta a su carta, veo que los muchachos están bien en la cosa: los he leído y me parecen excelentes. No deje de hacerles llegar mi enhorabuena y mi felicitación.

Le ruego que haga llegar, en mi nombre, un saludo y mis felicitaciones al “Frente Peronista de Liberación”. Esos muchachos comienzan, por lo que se ve, a trabajar en función revolucionaria que es lo que la hora impone a todos los peronistas. Por eso me parece que hay que apoyarlos y ayudarlos en lo se pueda.

Me parece excelente la designación de personal en las Secretarías de la Juventud y Gremial, aunque la conducción sea, como usted dice, de acuerdo a los deseos de los muchachos y de los gremialistas.

Siempre es necesario disponer de gente interiorizada de ambas cuestiones, porque llegará un momento en que sea necesario conducir a todos, y entonces usted solo no podrá hacerlo sin contar con ayuda apropiada de gente que antes haya ya vivido el quehacer correspondiente. Como veo por sus palabras, que tanto me animan, la organización marcha y ha echado usted mano a gente nueva y joven, dejando a los politiqueros viejos en sus manejos que no les llevarán sino a su propio desprestigio y fracaso. Lo que le pasó a Matera les pasará a todos los que no se porten bien, porque el que procede mal, termina por sucumbir por sus propios malos procedimientos. Ya irán cayendo uno a uno. Lo importante es mantener a la masa informada de la realidad y ella se encargará de hacer lo demás, porque, a esta altura del partido, todos saben bien quién es quién. Si la conducción puede llegar a las bases con su palabra esclarecedora, verá usted los resultados: la cuestión reside, entonces, en disponer de la organización y enlaces necesarios para que ese esclarecimiento llegue. Por eso la organización y el encuadramiento adecuado [son] indispensables. Los mangoneadores de la política pueden actuar solo con el engaño, pero si la base conoce la verdad, todo intento de engañar sucumbe, con las consecuencias purificadoras tan necesarias y saludables. Le ruego, asimismo, haga llegar a la Señora Mabel Di Leo mi enhorabuena por la labor que está realizando. Yo sé lo difícil que es el manejo de las mujeres, donde todas quieren ser dirigentes y ninguna quiere obedecer a las que conducen y, en este aspecto, recuerdo bien el trabajo que le daban a la pobre Evita. Dígale a Di Leo que, cuando esté un poco más libre de todo lo que tengo que hacer, le haré llegar mi contestación a su informe, pero quiero adelantarle, por su intermedio, mis plácemes y mis felicitaciones. Ella debe saber que en la conducción femenina la autoridad no es fácil de imponer y la disciplina siempre es producto de una “sui generis” disciplina de fondo que solo se alcanza penosamente a través de muchos sinsabores. Pero, todo es posible de alcanzar si se sigue el camino adecuado. Mi placer es ver que ella está acertando poco a poco ese camino por los resultados alcanzados. La obediencia no es fácil de alcanzar en este medio si no se cuenta con un proceder adecuado, mitad autoritario, mitad condescendiente y, sobre todo, de profunda persuasión, por lo menos en las personas que obedecen al sentido común y a la necesidad (que no son muchas). Pero el oficio de conducir tiene, como la necesidad, cara de hereje. Muchos y muy afectuosos saludos a esta compañera Di Leo. Veo, por sus informes, que los gremialistas son mucho peor que las mujeres: siempre ha sido así, porque además de las intenciones políticas sindicales, juegan también intereses intrínsecos y sectoriales que terminan siempre por enceguecer a los hombres como para llevarlos a su propia destrucción. Sin embargo, eso también tiene remedio, muy similar a lo que ocurre en lo político. El dirigente sindi- 436 cal, cuando juega su partido personal, es siempre candidato a la destrucción, por eso, cuando se mete en ese camino, hay que dejarlo andar, para lo cual solo es preciso separarlo de lo político y aislarlo en su medio para que se llegue a cocinar en su propia salsa. Es lo que le ocurrirá a Vandor y a los que siguen su ejemplo. Lo importante es mantenerlos en su medio sindical y no darle ninguna entrada en lo político. Cuando se quedan aislados de la tutela política que normalmente tratan de usufructuar en su provecho, terminan por verse desamparados y abandonados de todos: entonces su desaparición está cercana. El Movimiento Peronista ha venido salvando a muchos dirigentes sindicales, muchos de los cuales no lo han merecido, pero en las circunstancias actuales no se puede volver a cometer ese error.

Le ruego que agradezca, en mi nombre, a los compañeros Pablo Franco, Trento Passaponti y Dr. Horacio Veneroni el envío de sus trabajos, que les agradezco y que parecen excelentes. De la misma manera, quiero que le haga llegar muy especialmente al Grupo FANDEP, y a los demás grupos, mi agradecimiento por el envío de sus trabajos y mis felicitaciones por la forma en que los realizan.

Excelentes sus comunicados. Eso es precisamente lo que debe llegar a la masa para evitar la confusión A mí no me ha causado la menor extrañeza la actitud de los militares porque, a fuerza de experiencia, he aprendido que ese tipo de rebeliones es siempre un asunto aleatorio y que, cuando se acerca el momento “de salir”, todo comienza a verse confuso. Además, a pesar de que el militar debería ser la decisión personificada, resulta todo lo contrario en el caso de levantarse contra el Gobierno, porque allí no se trata del fácil expediente de verse encuadrado, sino que es preciso que cada uno resuelva su posición. Es entonces cuando aparecen la reflexión y la duda que, normalmente, son negativas para la decisión personal. Estoy seguro de que se ha llegado hasta cerca de la salida, pero “una cosa è parlare de morteedaltramorire” y entonces es cuando suele triunfar la indecisión y se toma el camino más simple: no hacer nada.

Estoy empeñado en hacerle llegar sucesivamente una serie de grabaciones justicialistas, en las que con el título de “una conferencia de Perón” pueda yo tratar diversos temas indirectamente de actualidad y en los que pueda atacar duramente a la dictadura sin que [¿nadie?] pueda decir nada. Como ejemplo le mando junto con esta carta la primera: “Una Conferencia de Perón – Mercado Común Latinoamericano y la Ayuda para el Progreso”. Como verá está todo dirigido a poner en evidencia el cipayismo de la dictadura y la falta total de dignidad y vergüenza con que viene procediendo cuando se trata de servir a su amo: U.S.A. Creo que [de] esta conferencia se pueden hacer muchas copias para que pueda ser pasada en todo el país y todos los estamentos posibles. En el fondo se trata de un estudio de temas y, en consecuencia, no puede nadie decir nada. Espero que le haya gustado la anterior grabación con el “Mensaje a la Juventud Argentina” y en lo sucesivo le iré mandando conferencias de este tipo [de] forma que se puedan ir reproduciendo en cintas o discos para hacerlos llegar a todas partes. Yo me preocupé de tratar los temas en forma adecuada, con cierta inclinación académica, pero, en el fondo, lo haré duramente para la dictadura y sus procederes. Espero que me dé su opinión a este respecto porque, aunque más o menos estoy en la situación, no puedo olvidar que me encuentro a 15.000 kilómetros del teatro de operaciones.

De esta cinta que le envío como prueba, tan pronto se haya reproducido convenientemente y la gente la haya conocido, conviene que “tome usted allí lenguas” y me haga saber los comentarios, que me servirán para las que sucesivamente le vaya remitiendo. En esto conviene siempre escuchar las críticas de diversos sectores y conocer bien lo que conviene seguir sosteniendo y lo que hay que corregir. No deje de hacerme saber el juicio que ha merecido el “Mensaje a la Juventud Argentina” que le mandé hace un mes y medio, como también el que merezca la cinta que ahora le envío.

Le ruego que haga llegar a todo nuestro Movimiento mis mejores deseos de felicidad para todos los peronistas con motivo de Navidad y Año Nuevo. Espero que, como usted dice, 1968 sea un año de esperanzas ahora, y de realidades luego, para que todos podamos ver realizados los anhelos patrióticos que sostenemos y por los cuales estamos luchando en estos años de ignominia gorila. De la misma manera, tanto en nombre de Isabelita, que siempre recuerda con cariño a toda su familia, como mío, deseo que les lleguen nuestros augurios y mejores deseos de felicidad en Navidad, y para que el año 1968 les sea propicio en todo sentido y, en especial, por el éxito de su conducción que descarto desde ahora.

Un gran abrazo

25. Alejandro “Gallego” Alvarez y Fabio Bellomo, dirigentes nacionales de Guardia de Hierro,  visitaron a Perón en Madrid. Hicieron entrega del denominado Informe Histórico. Recibieron la instrucción de constituirse en “reserva” del Movimiento Peronista, descartando la vía armada.

29. La editorial Sudestada publicó el libro de Rodolfo Ortega Peña y Eduardo L.Duhalde titulado Folklore argentino y revisionismo histórico.

31. Carta a Monseñor Helder Cámara con copia a los otros 17 obispos firmantes en apoyo al Mensaje que habían realizado el 15 de agosto de 1967.  El documento fue firmado por 270 sacerdores de diversas diócesis.

Buenos Aires, 31 de diciembre de 1967

Mons. HELDER CÁMARA

Arzobispo de Olinda y Recife

BRASIL

Querido Monseñor:

Al concluir este año 1967, un grupo de 270 sacerdotes de Argentina, hemos hecho público el siguiente texto de adhesión al Mensaje firmado por Ud. y otros 17 obispos del Tercer Mundo:

‘Adherimos plenamente al texto del Mensaje de los 18 Obispos del Tercer Mundo, nos comprometemos a trabajar con todas nuestras fuerzas para poner en práctica, aquí en nuestro país, el contenido evangélico y profético de este documento. Deseamos vivamente que nuestros obispos también se adhieran públicamente a las ideas de este mensaje, que no es más que una explicitación y aplicación del Concilio y de la Encíclica ‘PopulorumProgressio’ a la realidad del Tercer Mundo y por ende, de América Latina. Sobre todo “en este momento en que los pueblos y las razas pobres toman conciencia de sí mismos y de la explotación de la cual todavía son víctimas, este mensaje dará valor a todos los que sufren y luchan por la justicia, condición indispensable de la paz”.

Somos conscientes que este número es aún muy reducido, ya que sólo constituye

el 10% de los sacerdotes diocesanos del país. También en este sentido nos ayuda el testimonio de Uds., que han lanzado ese documento a pesar de ser una ínfima minoría entre los obispos del Tercer Mundo. Sin embargo, sabemos que hay obispos en nuestro país que adhieren al documento de Uds., aunque todavía no lo hayan hecho público. Esperamos que lo hagan pronto. Del mismo  modo, nosotros esperamos que en las próximas semanas continúen llegando más firmas de sacerdotes, ya que de varias diócesis no hemos recibido todavía respuesta a nuestra invitación.

Nos alienta comprobar que posiciones como la que Uds. hacen públicamente contribuyen a superar la antinomia entre cristianismo y socialismo y a hacer tomar conciencia de que la Iglesia no puede identificarse con ningún sistema social, mucho menos con el capitalismo y el imperialismo internacional del dinero. Con actitudes como ésta, el cristianismo se reconcilia nuevamente con la marcha ascendente de la historia y la Iglesia da un paso en la puesta en práctica de la Constitución conciliar «Gaudium et Spes».

Estamos convencidos que nuestra Iglesia latinoamericana vive una hora de definiciones concretas muy urgente, frente a los acontecimientos actuales. Al adherirnos al documento publicado por Uds. tenemos conciencia de haber dado, como sacerdotes un primer paso para comprometernos dentro del proceso de transformación de América Latina.

Les agradecemos el habernos facilitado y ayudado a dar este paso.

Permaneceremos unidos a Uds. en los pasos futuros que hemos de dar.

Con todo el afecto del Señor.

                                                                            Miguel Ramondetti. Por el Comité Coordinador.

Firmaron sacerdotes de Avellaneda, Azul, Buenos Aires, Concordia, Córdoba, Corrientes, Formosa, Gualeguaychú, La Pampa, La Rioja, Lomas de Zamora, Mar del Plata, Mendoza, Morón, 9 de julio, Reconquista, Resistencia, Río Cuarto, Río Negro, Rosario, San Isidro, San Martín, San Nicolás, Santa Fe, Tucumán. Adhirieron, además, jesuitas, lazaristas y un O.F.M y un redentorista. Luego fue distribuida la lista de los firmantes a todos aquellos que habían suscripto la misiva.

Comenzó a publicarse la Revista Todo es Historia, dirigida por Félix Luna. El promotor, de origen desarrollista, buscaba dar lugar a diferentes voces en el medio. La primera tapa estuvo dedicada a Juan Manuel de Rosas.