(Salta, junio de 1921-Salta, 22 de junio de 1989).

Escritor y periodista.

Antonio Nella Castro  nació en Salta en junio del año 1921. Cursó sus estudios primarios y secundarios en su provincia natal. De adolescente escribió sus primeros versos, reconocidos en concursos de Tucumán y Córdoba.

En 1944 publicó en la Revista Cosmorama y fue publicado su primer libro: Tiempo de acuarela.

A los veintisiete años se trasladó a la Capital Federal. Se desempeñó como periodista y colaboró en la Subsecretaría de información de Presidencia de la Nación, apoyando al peronismo.

En el año 1950 publicó  La elegía heroica.

Escribió en el diario La Prensa, bajo control de la CGT.  Allí difundió sus Palabras para Eva Perón (La Prensa. 2 de agosto de 1952).

Trabajaba en otros diarios afines al gobierno como Democracia y participó de la revista El Hogar y en Dinámica Social.

Participó de la obra colectiva Una nación recobrada con un capítulo sobre Los campesinos.

En 1954 Antonio Monti lo incluyó en su Antología de la poesía de la revolución justicialista.

Escribió para la revista Actitud el poema “Tres Sones”.

Su actuación en diversos ámbitos y sus intervenciones públicas en órganos afines al gobierno lo colocaron en una situación incómoda frente al gobierno surgido del golpe de septiembre de 1955.

En ese tiempo escribió poesía de denuncia, bajo el seudónimo  Juan Quebracho. Uno de ellos fue ¡Tantas cosas!

Hace años, compañeros, yo decía:

«Mi tierra es ancha y honda;

al Norte, los arados, las guitarras;

al Sur, el mar sonoro, nuestras costas.
Un hombre con olor a palo santo
siembra los surcos, canta y se enamora.»
Hace años, compañeros, yo decía …

Pero han pasado tantas, tantas cosas!

Llegaron entre balas. Fusilando.

Llenos de hiel. De maldición. De costras.
Venían con el alma emponzoñada
espumosas las ingles y las bocas.

Eran los niños bien. Los estudiantes.

Las damas copetudas. Y «católicas».

Las que creen que la Iglesia y los altares
son un cómodo y chic salón de modas.

y ofrendaron un ramo de cadáveres.
¡Pobre Córdoba!

Mancharon las campanas. Los misales.
¡Pobre Córdoba!

y en nombre de Jesús todas las calles
se llenaron de sangre. Pobre Córdoba!
Se poblaron de muertos populares!
¡Pobre! Pobre Córdoba!!!

El tiempo los siguió como una víbora.
y la víbora fue a morder la historia.

Sus nombres quedarán junto al de Judas
y sus hijos tendrán las manos rojas.
Videla Balaguer. Náusea del mundo.
Hiena podrida. Santulón hipócrita.

El cielo de la patria estaría limpio
cuando cuelgues hediondo de una horca!

Vinieron después otros. Fue lo mismo!
Qué enferma mancería les dio formas!
Capitanes gorilas. Asesinos.

Deshonra de las Armas. Pies y botas!
La tierra está afilando los puñales!

El viento está buscando las carótidas!
Capitanes gorilas. Asesinos!

Mirad, mirad la patria, cómo llora!

Lotearon la Nación. Rompieron todo.

Blequearon con estiércol sus palomas.

Y el pueblo, nuestro pueblo, el pueblo entero,

quedó a disposición de la «Corona».

Los hombres de la Armada. Los marinos,

-miserables sirvientes de la Logia-

lucieron su uniforme de etiqueta,

sucia aristocracia cipayona.

Ya no nos queda nada- me decía

una humilde muchacha de la Boca.  

Ya no nos queda nada, compañero,

como no sea llorar nuestra deshonra-.

Mujeres del país! Varones criollos!
Sabemos quiénes son. Cómo maniobran.
Conocemos sus nombres. Sus patrones.

Y entendemos también por qué nos odian.

Pero de pronto el tiempo se detuvo.

Y desde entonces fue la misma hora.
Una hora larga, interminable, seca.
Hora medida con reloj de sombras.

Y allí quedaron Valle e Ibazeta

con la sangre colgada de la gloria.

Y allí quedo Cortines y Cogorno.
Fundidos con la patria y con la historia.

Y allí quedamos todos, fusilados,
sin corazón, sin alma, sin memoria.

Pero hay un hombre nuestro en el desierto.
Un hombre con sabor a cosa propia

que les marca los días, los minutos,

que toma las medidas de sus fosas

y un alba volverá para que el viento

pueda cantar de nuevo entre las rosas.

Se enroló en la resistencia peronista, planteando la existencia de una tercera línea entre la “blanda” y la “dura” que denomina “morcillona”.

Publicó por Editorial Trafac la obra La Mestiza. En el desarrollo de la novela recreó la situación de los indios y criollos en el trabajo rural, en particular en los ingenios azucareros en la zona del Bermejo. De esa manera volvía sobre las condiciones del trabajo campesino antes de la llegada del peronismo al gobierno con las estructuras de mando, las bajas escalas salariales y los sistemas de pagos organizados a través de los tarjadores.

En tiempos de Frondizi publicó el libro titulado Potro pintado. En un concurso de poesía recibió el premio Clarín por Canto a Salta.

El cambio de las condiciones políticas y la nostalgia lo hacen volver a su Salta natal. Desde allí se desempeñó como corresponsal del diario Clarín.

 En el año 1968 publicó el libro El Ratón, premiado por Editorial Planeta. Compuso letras que ingresaron al cancionero folklórico (La diablera, Zamba del Chaguanco, La Poncho Colorado, Bajo el azote del sol).

En el año 1972 publicó Baguala solamente, que resultó premiado por la SADE en el año 1973 y en el año 1974 por la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

Publicó la obra Crónica del diluvio en el año 1986.

Murió en el año 1989 en Salta.

En 2009 fueron publicados tres poemarios póstumos.

Referencias:

Chávez, Fermín. La recuperación de la conciencia nacional. Buenos Aires, Peña Lillo, 1982.

Chávez, Fermín. Perón y el peronismo en la historia contemporánea. Buenos Airess, Oriente, 1988.

Chávez, Fermín. Aquí me pongo a cantar. Poetas y trovadores del Plata. Buenos Aires, Pueblo Entero, 1993.

Chávez, Fermín. Alpargatas y libros. Diccionario de peronistas de la cultura. Buenos Aires, Theoria, 2004. T.I.

Venturini, Aurora; Chávez, Fermín. 45 poemas paleoperonistas. Buenos Aires, Pueblo Entero, 1997.

Furlan, Luis R. Justicialismo y literatura. En Frenkel, Leopoldo. El justicialismo. Buenos Aires, Legasa, 1984.

Darío Pulfer