(Buenos Aires, 1922 – Buenos Aires, 2005).

Ludovico Vitta quedó huérfano a temprana edad. Fue criado en el Hogar de Beneficencia -Instituto Alvear-. En ese ámbito fue formado en prácticas deportivas.

            A los 17 años se alejó del orfelinato.

            Comenzó a mlitar en la organización de la Alianza de la Juventud Nacionalista en el año 1939. Se alistó como miliciano llegando a ser jefe la guardia nacionalista. En su recuerdo: “las milicias nacionalistas las integraban aquellos que sabíamos del uso de las armas, y se lo hacía voluntariamente para defendernos de las agresiones del comunismo…manejábamos cachiporras y armas blancas”.

            Disueltas las milicias y por sus vínculos con figuras del nacionalismo de la época ingresó en la administración pública. A fines de 1942 revistaba en el Consejo Nacional de Educación, prestando servicios como empleado de un Consejo Escolar.

            Tras el golpe de 1943 pasó a militar en la Alianza Libertadora Nacionalista frecuentando el local de Piedras 126 y, poco más tarde, el edificio de San Martín 398. Vitta fue el orador en el homenaje brindado a Queraltó, por parte de los militantes aliancistas, al cumplirse un año de su liberación de la cárcel tras las manifestaciones contrarias a la ruptura de la neutralidad argentina. En la oportunidad le entregaron un cóndor de oro, símbolo utliizado por la organización en sus distintivos. Tiempo después, tras la declaración de guerra al Eje, Vitta y otros militantes aliancistas sufrieron sucesivas detenciones. En septiembre de 1945, para evitar incidentes en la Marcha de la Constitución y la Libertad,  el local de la ALN fue allanado y secuestrados armamentos. Una vez más, Vitta fue detenido.

            En 1945, desde la Alianza Libertadora Nacionalista participó del 17 de Octubre de 1945. Como otros jóvenes se encargaron del dispositivo de “seguridad” de la manifestación organizando los corredores y rodeando a los manifestantes (en particular en la Avenida de Mayo).

            Apoyó al peronismo desde una perspectiva nacionalista y revisionista.

            Se opuso a la ratificación de las Actas de Chapultepec. Organizó protestas frente al Congreso. Tras el operativo realizado por un militante nacionalista en el Congreso fue detenido. El militante, enfundado en un sobretodo que escondía tres cartuchos de gelinita en el forro, había logrado franquear la primera vigilancia, pero un movimiento en falso dejó escapar por las endebles costuras uno de los explosivos, que rodó peligrosamente por la escalera. El sospechoso se escondió y su abrigo quedó abandonado, hasta que la policía lo utilizó para encontrar al responsable del atentado. Los hechos y el talle del sobretodo condenaron a Ludovico Vitta, quien en el momento no reconoció culpabilidad alguna y salió airoso del proceso. Al final de su vida, confesó que había sido él quien había introducido los explosivos para volar la cúpula del Congreso. En su descargo, citó la influencia de los sectores nacionalistas sobre la juventud.

            En el marco de su función en el ámbito del Consejo Nacional de Educación legó a integrar como secretario la Comisión Investigadora de las actividades del grupo Bemberg, en tiempos de la gesitón de Ataliva Herrera.

            Al concluir el proceso al Grupo Bemberg, impulsado por Juan Pablo Oliver y José Luis Torres, los expedientes pasaron a la Dirección General Impositiva donde Vitta revistaba.

            Poco después el periodista Emilio Spinelli, director de la Semana Médica lo convoca para escribir algunos artículos en el medio. Luego colaboró en el Avisador Mercantil.

            Fue interventor de la seccional 27 de la Unión del Personal Civil de la Nación y director de la revista “El Impositivo”.

            Vitta se había alejado de la Alianza Libertadora Nacionalista hacia 1953, cuando hizo su aparición pública como dirigente nacional Guillermo P. Kelly.

            Tras el golpe de 1955 fue acusado por la Comisión Investigadora Número 10, titulada Dirección General Impositiva,  de delitos de infracción ileal y abuso de armas.  Se lo hacía responsable de haber implantado un régimen de terror en la Dirección General Impositiva. Como resultado de las acciones de la citada Comisión fue solicitada su cesantía –concretada por decreto 7.642/55 de fecha 30 de diciembre de 1955- se requirió su detención y el traslado de todos los antecedentes a la justicia.

            Se enroló en la conspiración alentada por los Generales Valle y Tanco. Tras el fallido levantamiento cayó preso y estuvo incomunicado por dos meses.

            Siguió militando en la resistencia peronista vinculándose con Rodolfo Traversi, uno de los referentes de los comandos de juventud de la Capital Federal.

            En 1961 se integró en el diario La Razón, como colaborador deportivo.  Fue columnista del diario La Nación, siendo separado al ser advertida su filiación nacionalista.

            En 1973, durante la gestión municipal de Leopoldo Frenkel, fue designado Director de Policía Municipal, dependiente de la Dirección General de Inspección General de la ciudad de Buenos Aires, según decreto Nº 3730 del 19 de junio de 1973.

            Unos años después, Carlos Besanzón, dueño de la Editorial CID, lo incorporó a su empresa en la que permanecerá unos años.

            Falleció en el año 2005.

Referencias:

Capizzano, Hernán. Alianza Libertadora Nacionalista. Historia y crónica (1935-1953). Buenos Aires, Memoria y Archivo, 2013.

Denaday, Juan P. No todo fue violencia: un think thank en el retorno de Perón. El caso del Consejo de Planificación del Movimiento Nacional Justicialista. Tesis de Maestría. UTDT. Buenos Aires, 2012.

Furman, Rubén. Puños y pistolas. La extraña historia de la Alianza Libertadora Nacionalista, el grupo de choque de Perón. Buenos Aires, Sudamericana, 2014.

Darío Pulfer