En las postrimerías del primer peronismo, en el marco del desarrollo de los grupos conspirativos opositores se distinguieron comandos civiles de diferentes orientaciones: nacionalistas, conservadores, radicales e independientes.
El núcleo “Unión Nacional” fue de inspiración católica y nacionalista. Comenzó a activar fuertemente con el inicio del conflicto entre Iglesia y peronismo, a fines de 1954. Era de carácter secreto, clandestino y compartimentado.
Formaban parte del núcleo base de esta agrupación: Carlos Burundarena, Germán Zavalía, los hermanos Juan y Gabriel Puigbó, Juan Carlos Murguizur y Ernesto Diaz Vieyra, entre otros. Llegaron a reunir noventa hombres organizados en subcomandos.
Por encima de ellos, funcionaba una red de civiles de la misma orientación, pertenecientes a la segunda generación nacionalista, que alimentaban las prácticas del grupo y desarrollaban sus reuniones conspirativas. En ese ámbito se destacaron Mario Amadeo, Juan Carlos Goyeneche, Marcelo Sánchez Sorondo, Luís María de Pablo Pardo, Bonifacio Lastra, Mario Diaz Colodrero, Manuel Augusto Padilla, Cosme Beccar Varela, Vicente y Alberto Gallo, Alberto Tedín, entre otros. Mario Amadeo tenía comunicación con los militares Justo L. Bengoa y Juan F. Guevara.
Las reuniones del grupo juvenil se realizaban en casas particulares. Algunas de ellas fueron desarrolladas en los domicilios de Enrique Peltzer, Rafael Perrota, Juan Pablo Oliver, Clodomiro Ledesma, Bonifacio Lastra y David Zambrano.
El CCR “Unión Nacional” en su desarrollo, cumplió distintas funciones.
Una de ellas fue la impresión de los panfletos clandestinos, para contrarrestar el discurso oficial. Para ello estaban conectados con la Imprenta San Isidro, cuyo titular era Asterio Marietta. En una de esas reuniones, Mario Amadeo presentó el borrador de la Carta Abierta al General Embrioni, subsecretario de guerra. La misiva exhortaba a los militares a tomar las riendas del gobierno, aislando a Perón. El núcleo “Unión Nacional” estuvo encargado de la impresión y distribución en todas las unidades militares.


El joven Germán Zavalía junto a Marietta y su esposa en el taller de la imprenta
Dentro de la campaña panfletaria desarrollada desde distintos grupos conspirativos, este núcleo se encargó de la impresión y difusión de tres piezas redactadas por Juan C. Goyeneche que llevaban por título “Carta abierta del pueblo argentino a Juan D. Perón”. Otro documento impreso por este Comando, bajo el título “El Plan Peronista” y redactado por el coronel R. Bertuch junto a Juan Pablo Oliver, tuvo una importancia significativa en la campaña antiperonista. En el texto acusaban a Perón de tener como intención la creación de milicias populares y la disolución de las Fuerzas Armadas. También publicaron y distribuyeron escritos del P. Amancio González Paz, Marcelo Sánchez Sorondo, Alberto Tedín y Atilio Bogado. Desde este espacio llegaron a publicar un periódico clandestino que tomó el nombre del grupo y estuvo bajo la dirección de Bonifacio Lastra, hecho en mimeógrafo e imprenta. Según un protagonista de la época: “En el primer número, luego de invitar a todos los sectores de la oposición a deponer momentáneamente sus diferencias y luchar juntos contra el enemigo común, traía abundante información y hasta la receta para preparar bombas ‘Molotov’. El segundo dedicaba la mayor parte de su cuantioso texto a comentar la actitud de Perón el 31 de agosto” (Arnaudo, 2005:182). No todos los panfletos tenían el mismo nivel de formalización y argumentación, ya que junto a los que buscaban erigirse como manifiestos circulaban otros de tinte sarcástico. En el despliegue de esta tarea estuvieron vinculados al Hermano Marista Septimio Walsh que, además de las tareas propias de la acción conspirativa, buscaba generar un proceso de unidad de los diferentes comandos.

Como grupo de choque estuvieron bajo la dirección técnica del Capitán Gustavo Martínez Zuviria.
En función militar estuvieron acuartelados en la casa de José Ignacio Olmedo, quien desalojó a su familia para ceder su vivienda al grupo. Otros subcomandos se concentraron en casas vecinas como las de las familias Blanco, Zapiola o Gutiérrez. Allí prepararon bombas molotov y ajustaron las armas automáticas y cortas que tenían, esperando la señal radiofónica del alzamiento.
Un grupo a cargo de Carlos Burundarena tenía como misión el copamiento de las estaciones radiales en el momento del levantamiento revolucionario. Esta acción se articulaba con la acción de otros grupos y respondía a directivas del comando revolucionario orientado por Clemente Villada Achaval desde Córdoba.
Más allá de la autoidentificación como Comandos Civiles, a partir de estas acciones podemos ubicar al comando “Unión Nacional” al interior de la definición de los CCR propuesta por Mónica Bartolucci. Eran “grupos de civiles organizados clandestinamente, armados y liderados por un jefe o ‘contactmen’, generalmente hombres con vínculos en ámbitos sociales destacados o con experiencia militante”. En este caso provenían del nacionalismo de elite. En su organización “respondían a una autoridad superior, en general un militar con conocimientos y recursos materiales y logísticos capaces de promover una conspiración”. Se dieron una organización “celular, formada por grupos entre diez y veinte personas ligados entre sí, quienes en la mayoría de los casos empleaban identidades falsas o información tabicada”. A su vez, “los hombres que participaron en estos comandos tuvieron su propio cursus honorum. Hubieron quienes solo participaron en acciones de propaganda o apoyo, entre los cuales se registran algunas mujeres oficiando de impresores de panfletos o correos de ese material y hubieron quienes referenciándose en los maquis franceses, se entrenaron en tácticas y en uso de armas y explosivos, aprendieron a usarlas y se juntaron con conspiradores que les dieron técnicas de tomas de radio o interrupción de emisiones de ondas radiales, desde varios meses antes de la autodenominada Revolución Libertadora para llevar adelante el objetivo de derrocar al gobierno” (2014).
Para comprender mejor la dinámica de funcionamiento del grupo interesa insertarla en el proceso histórico.
Tras la concentración de la celebración religiosa de Corpus Christi del 11 de junio de 1955, algunos de los hombres vinculados a este núcleo se acuartelaron en defensa de la Catedral. Luego de la intervención policial terminaron detenidos en Villa Devoto. Entre ellos se encontraban Alberto Tedín, Marcelo Sánchez Sorondo, Santiago de Estrada, Carlos Blanco Ruiz, Ricardo Paz, Pedro Ancarola y José María Cravero.
El 16 de junio de 1955, habían distribuido a sus hombres en los escritorios de Vicente Gallo y Clodomiro Ledesma. Se disponían a tomar la Casa Rosada, tras el ataque aéreo. A las nueve de la mañana se distribuyeron en las inmediaciones, a una distancia de tres cuadras. Los grupos eran comandados por Santiago Diaz Vieyra, Lorenzo Mc. Govern y Raúl Puigbó o Alfredo Walker (según las versiones), bajo la dirección del Capitán Gustavo Martínez Zubiría, en comunicación con el Doctor Luis María de Pablo Pardo, que actuaba desde el Ministerio de Marina mediante algunos enlaces: Goyeneche, Amadeo, Lastra, Seeber, Gradín y Curutchet. A las 12, cuando parecía frustrado el ataque, les dieron la orden de desconcentración.
Tras el fallido golpe, intensificaron el acopio de armas, las acciones propagandísticas clandestinas y la organización de mitines, chocando en varias ocasiones con la policía.
Estuvieron vinculados a “una dinámica de resistencia civil cuyo momento más activo y de mayor decisión se demostró con la sucesión de hechos entre junio y septiembre de 1955” (Bartolucci, 2014).
Como tales no fueron convocados para las acciones armadas que concluyeron hacia el día 19 de septiembre, a diferencia de lo ocurrido en Córdoba. Sin embargo, al momento de configurarse el gabinete del General Eduardo Lonardi, recibieron dos ministerios (Relaciones Exteriores para Mario Amadeo e Interior para Luis M. de Pablo Pardo) y una secretaría (la de Prensa, que ocupó Juan Carlos Goyeneche).
Arnaudo, que reportaba al Comando dirigido por Sánchez Zinny, reconoció que este “grupo nacionalista trabajaba con ganas y eficientemente” (2005: 182).
A diferencia de otros grupos de CCR que continuaron con su actividad con posterioridad al triunfo de la Revolución Libertadora, este núcleo quedo desarticulado, prosiguiendo su actuación en el ámbito político del nacionalismo.
Fuentes:
Amadeo, Mario. Ayer. Hoy. Mañana. Buenos Aires, Gure, 1956.
Arnaudo, Florencio (Flores, José). Operación Rosa y Negra. Buenos Aires, Errele, 1956.
Arnaudo, Florencio. El año que quemaron las iglesias. Buenos Aires, Librería Histórica, 2005.
Brun, Juan B. Como se desarrollaron la lucha de panfletos y la acción civil antes del 16 de septiembre. En Esto Es. Número 100. 15 al 21 de noviembre de 1955.
Lafiandra, Félix. Los panfletos. Su contribución a la Revolución Libertadora. Buenos Aires, Itinerarium, 1955.
Sánchez Sorondo, Marcelo. Memorias. Buenos Aires, Sudamericana, 2001.
Referencias:
Bartolucci, Mónica. La resistencia antiperonista: clandestinidad y violencia. Los comandos civiles revolucionarios en Argentina, 1954-1955. Revista Páginas. Rosario, 2014.
Ruiz Moreno, Isidoro. La revolución del ‘55. Buenos Aires, Emecé, 1994.
Darío Pulfer