Se conoce como Plan Prebisch a los tres documentos que, un grupo de economistas liderados por el entonces secretario general de la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL), realizaron sobre el estado de la economía argentina a pedido del gobierno cívico-militar que derrocó a Perón. El primero de los estudios se denominó Informe preliminar sobre la situación económica, y fue publicado en octubre de 1955, es decir sólo un mes más tarde del golpe de estado. En enero de 1956, se publicaron dos estudios complementarios, Moneda sana o inflación incontenible y Plan de Restablecimiento Económico.

En su Informe Preliminar, Prebisch sostuvo que la economía argentina estaba estancada desde 1948y que enfrentaba una nueva crisis de balanza de pagos. El lento ritmo de crecimiento del producto y la fragilidad de la situación externa eran resultado el enfoque errado de las políticas peronistas: en primer término, el sesgo antiexportador de la política agraria con los bajos precios abonados por el Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI) a los productores agrarios que, combinado con el atraso cambiario, habían desalentado la producción hasta un volumen cercano al 64% de 1939. Como efecto de estas políticas, la economía carecía de los dólares para la importación de equipos para el agro, la industria y los servicios. En segundo lugar, el peronismo había orientado los recursos hacia el consumo e inversiones improductivas en desmedro de la inversión. Además, la política industrial peronista había estimulado excesivamente a las ramas productoras de bienes de consumo, en vez de estimular las industrias básicas (acero, productos químicos y petroquímicos). Además, la política petrolera había sido errada de modo que el país dependía de la importación de combustibles. Por último, el financiamiento crediticio del déficit del IAPI y las empresas públicas, y los aumentos salariales por encima de los incrementos de la productividad habían generado una inflación persistente. Algunas de las recomendaciones del Informe fueron implementadas por el gobierno del general Lonardi que dispuso una fuerte devaluación monetaria acompañada con retenciones, la disolución del IAPI, la suspensión del Segundo Plan Quinquenal y de los controles de precios. En cambio, la propuesta de acudir al crédito externo y/o la inversión extranjera fue postergado.

Los estudios presentados en el verano de 1956 avanzaron en el análisis pesimista del legado peronista e incluyeron recomendaciones de políticas antiinflacionarias y comerciales que implicaban reformas de largo plazo. En Moneda sana o inflación incontenible, el diagnóstico de Prebisch de la inflación se apartó de la explicación cepaliana y adoptó un enfoque «monetarista», al sostener que las causas de la inflación residían en el elevado déficit fiscal, su financiación con emisión monetaria y los desmedidos incrementos salariales. Por tanto, su receta era el ajuste fiscal y la limitación de los incrementos de salarios a los aumentos de la productividad o, en ciertos casos, su absorción por los empresarios.

En el Plan de Reestablecimiento Económico, Prebisch sistematizó las propuestas, detallando medidas a tono con las recomendaciones de la CEPAL en torno a la concentración de los recursos estatales en la mecanización agraria, el desarrollo de la industria siderúrgica, la rama metalmecánica, la explotación petrolífera y la generación eléctrica. Particularmente importante era el cambio de la orientación de las políticas comerciales a fin de eliminar el estrangulamiento del sector externo. Se propuso la adhesión al Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que suponía el compromiso oficial de eliminar los tipos de cambio múltiple, y al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. También propició el retorno al comercio multilateral, lo que conduciría al gobierno a negociar con los socios comerciales las deudas acumuladas en el marco de los convenios bilaterales. El presupuesto era que estas medidas permitirían la mejora del sector externo, la obtención de divisas para diversos fines y el aliento a la inversión extranjera.

El Plan Prebisch desató una de las primeras e intensas controversias del periodo con la participación de las fuerzas políticas y actores del mundo económico. La Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, el Partido Comunista y la Democracia Progresista analizaron el programa en el marco de la Junta Consultiva y plantearon institucionalmente o a través de algunos militantes sus críticas. Los representantes de las fuerzas antiperonistas censuraron las propuestas de Prebisch que implicaban una caída de los salarios reales, la privatización de empresas públicas como Aerolíneas Argentinas, la adhesión al FMI y el retorno al comercio multilateral. Además, radicales y nacionalistas identificaron el Plan Prebisch como un regreso al Pacto Roca-Runciman, el primer convenio bilateral que había mostrado la dependencia económica con el Reino Unido, y en cuya negociación Prebisch había participado.

En el campo peronista, Arturo Jauretche publicó un conjunto de notas en El Líder, luego recopiladas en su libro El Plan Prebisch. Retorno al Coloniaje (1955). El ex dirigente forjista acusó a Prebisch de crear una crisis con el propósito de imponer políticas económicas que implicaban una contrarrevolución económica y social y la restauración del lazo colonial con Gran Bretaña. Con este libro, Jauretche se convirtió en una de las voces más populares del peronismo en la resistencia. Otros peronistas, de origen social católico, como Antonio Cafiero publicaron notas en el semanario El Economista, donde censuraban las medidas propuestas y sus objetivos finales. El propio Juan Domingo Perón analizó el plan en La fuerza es el derecho de las bestias (1956) para sostener que se trataba de una crisis inventada.

El Plan Prebisch, no fue aplicado en su totalidad, aunque algunas de sus recomendaciones fueron implementadas. La Argentina ingresó al FMI, eliminó el IAPI e inició el camino del retorno al comercio multilateral». 

REFERENCIAS:

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Sommi, Luis. El Plan Prebisch y el destino argentino. Córdoba, ADER, 1955.                                                                                                                    

Claudio Belini