En el año 1962 fue fundado el Partido Socialista de la Izquierda Nacional promovido por Jorge Abelardo Ramos. Este había invitado a Juan José Hernández Arregui y Ricardo Carpani a integrarse. Ello no sucedió porque estos consideraban que su accionar debía vincularse más estrechamente a las bases peronistas que configurar una organización alternativa.

            En esta senda, en la primera mitad del año 1964, Juan José Hernández Arregui, promovió la organización de centros de “Izquierda Nacional”, para facilitar la difusión de ideas y orientaciones definidas ante un contexto que consideraba incierto para el peronismo.

            A tal fin se reunieron Alberto Belloni, Ricardo Carpani, Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde, Rubén Bortnik, Rubén Borello y Oscar Balestieri y el mismo Hernández Arregui para discutir el nacimiento de una nueva organización.

            Redactaron un borrador de manifiesto. Hernández Arregui consideró importante sumar a John W. Cooke a la empresa por lo cual le envío el documento.

            Cooke lo analizó y aunque compartió las posiciones expresadas,  rechazó la invitación. El nudo de la discusión giraba en torno a la conveniencia de hacer pública la adhesión al marxismo. Cooke se inclinó por la inoportunidad de asumir esa posición, frente a quienes lo consideraban indispensable. A su vez, vaticinaba que esa adopción los llevaría a convertirse en un grupo de polémica universitaria con una incidencia nula sobre las masas. Cooke promovía la “ambigüedad” para actuar en el seno del peronismo y hacia Perón y fundamentó su no inclusión. Optaba por fortalecer su propia organización (ARP) y la formación de cuadros militantes.

            Primó la segunda opinión y de ese modo nació el grupo C.O.N.D.O.R.

            La sigla respondía a las palabras Centros Organizados Regionales de Orientación Revolucionaria. En términos simbólicos refiere a un documento de la Unión Americana donde se contrapone el cóndor republicano que desde las cumbres andinas extiende su vista para identificar “un pueblo oprimido que libertar” al águila imperial que mira “dónde hay un pueblo débil que desgarrar”.

            Como “centro ideológico de comunicación” buscaban “elevar el nivel político de dirigentes sindicales y militantes u obreros y a favorecer el creciente proceso de nacionalización de sectores pequeño-burgueses y estudiantes en general decepcionados de los partidos y sectas de la izquierda”.

            Lanzaron la organización con un acto de homenaje a  Felipe Varela y a la Unión Americana, colocando una imagen del caudillo en la estatua de Bartolomé Mitre ubicada en la plaza del mismo nombre, en la Recoleta, sobre la Avenida Libertador, entre Agüero y Agote.

            En la oportunidad dieron a conocer un manifiesto redactado por Hernández Arregui e ilustrado por Carpani.  Allí plantearon su composición con “hombres provenientes del movimiento nacional peronista y de la izquierda nacional” entroncando con una “la gran tradición histórica argentina de la que son depositarias, en primer término, las masas peronistas y lo más avanzado del pensamiento nacional, revisionista y revolucionario”. No se definieron como partido, pudiendo sus miembros militar en cualquier espacio que tenga como eje el “papel hegemónico de la clase obrera argentina” y su acción buscaba el “entronque del pensamiento revolucionario nacional con la actividad política del proletariado peronista, única fuerza que, en oposición real al imperialismo, por su composición de clase, puede consumar la Revolución Nacional”. Como fue dicho, se definieron marxistas, adoptando esa “metodología en sus investigaciones históricas, económicas y culturales” y como “guía de la acción política de las masas”. A su vez, tomaron distancia del uso del marxismo por parte de la izquierda tradicional tanto en su acción política como en su interpretación histórica de la realidad nacional y latinoamericana.

       

     Por la composición del grupo, otorgaron una importancia fundamental al análisis histórico distinguiéndose de otras vertientes del revisionismo. Propusieron, entonces, la “revisión de la historia argentina, a la luz del marxismo estrechamente unido al pensamiento nacional y enfilará tal acción, contra la historia oficial del liberalismo, tanto como contra la historiografía del nacionalismo de derecha que por encima de sus aportes documentales, en su estrecha mentalidad de clase, ha negado y niega la acción de las masas como protagonistas de la historia”.  Reivindicaron a los caudillos y montoneras del siglo XIX, así como al moderno proletariado industrialque consideraban heredero histórico del federalismo provinciano.

            Se definieron en favor de un peronismo orientado por la clase trabajadora aglutinada en la CGT, advirtiendo sobre el oportunismo, el reformismo y el aburguesamiento y situándose en el “nivel actual de la conciencia de las masas”, aunque se proponían “ empujarlo hacia adelante”. A ello se referían con la necesidad de contar con una “ideología propia”, que identificaban con posturas ligadas al “socialismo nacional”.

            En el ámbito económico promovieron la planificación económica, la nacionalización de la economía, el rechazo a la inversión extranjera y la expropiación de empresas extranjeras asociadas a los monopolios internacionales.

            En lo cultural enjuiciaron la “cultura colonial”, promoviendo la nacional como “muralla” frente a la penetración extranjera.

            En lo militar reconocían la existencia del Ejército y denunciaban su papel reaccionario, producto del anticomunismo y la falta de educación histórica. No descartaban la actuación ideológica sobre esa fuerza para evitar su divorcio con las masas populares y su instrumentación por las elites y las potencias extranjeras.

            Colocaban la liberación argentina en el marco latinoamericano y tercermundista, postulando la autonomía e independencia de la política exterior con referencia a los países socialistas.

            El grupo duró poco unido. El binomio Ortega Peña – Duhalde comenzaron un trabajo de discusión con una escisión de Tacuara publicando un libro sobre El retorno de Perón (alienación y contrarrevolución de las izquierdas) firmado por Cóndor – Tacuara. Esa publicación provocó una fuerte disensión en el grupo alejándose varios de sus integrantes como Carpani, Belloni y Bortnik quienes se volcaron al armado de la revista Programa. Hernández Arregui volvió a sus trabajos de escritura.

            Ortega Peña y Duhalde siguieron utilizando la denominación por un tiempo más.  En la “Declaración” del Centro de Estudios Históricos Felipe Varela, firmada en marzo de 1965, señalaban su adhesión a lo sostenido por C.O.N.D.O.R. en materia historiográfica. En la publicación Unión Americana, promovida por ese centro, incluían leyendas alusivas a la Organización: “1965-Año de la liberación con Perón en la Patria. CONDOR”. La editorial “Lanza Seca” difundía una Colección “Cuadernos” con estos títulos, siempre bajo la autoría de C.O.N.D.O.R.: Manual de la estafa (técnica de la Ideología “Desarrolista”) e Introducción al antiperonismo (Estructura de la oligarquía). A su vez, anunciaba que estaban en prensa: Violencia del sistema (de los fusilamientos de junio al asesinato de Vallese) y El peronismo y la clase media (Destrucción de un mito).

            Para las elecciones legislativas de marzo de 1965 se definieron por el concurrencismo apoyando las candidaturas de la Unión Popular.

Fuentes:

La Unión Americana. Número 1 y 2. Buenos Aires, 1965.

Referencias:

Galasso, Norberto. Juan J. Hernández Arregui: del peronismo al socialismo. Buenos Aires, Ediciones del Pensamiento Nacional, 1986

Galasso, Norberto. Cooke: de Peron al Che. Una biografía política. Rosario, Homo Sapiens, 1997.

Darío Pulfer