(Villa de Tulumba, Córdoba, 12 de febrero de 1907 – Vicente López, Buenos Aires, 22 de abril de 1996).

            Sacerdote jesuita, secularizado en 1948, confesor de Evita y asesor de la Fundación Eva Perón. 

            Pasó sus primeros años en una zona rural del norte cordobés. Luego la familia se mudó a la capital provincial donde su padre instaló un almacén de ramos generales. En 1915, tras su muerte, Hernán fue internado con su hermano Leonardo en un colegio religioso. A los 12 años ingresó a la Compañía de Jesús contra la voluntad de su madre quien recurrió -sin éxito- a la justicia para impedirlo.

            A los 22, obtuvo el título de Doctor en Filosofía y Ciencias Sociales y luego de casi una década fue ordenado sacerdote. Ejerció la docencia en el Seminario Pontificio de Villa Devoto, al tiempo que desarrollaba una intensa actividad como conferencista y orador sagrado. Su oratoria teatral colmaba las iglesias –Perón solía escucharlo en la del Salvador– y muchas de sus homilías eran transmitidas por Radio Belgrano. Luego de conocerse, estrecharon un vínculo de mutua admiración al punto de considerarse a Benítez el autor de varias proclamas célebres. Se le atribuye la famosa frase que sintetizaba el estado de los vínculos entre peronismo y catolicismo por esos días: Nuestra política social ha salido en gran parte de las encíclicas papales y nuestra doctrina es la Doctrina Social de la Iglesia. En forma paralela escribió, con frecuencia, en revistas como Criterio y Solidaridad.

            Durante el primer peronismo la cuestión social ocupó el centro de sus reflexiones. Así, cambió el púlpito –y sus populares sermones que conmovían a las familias de las clases altas– por la tribuna callejera y la adhesión del rico, por la del pobre.

            Luego de conocer a Evita se convirtió en su confesor y la acompañó en su viaje a Europa en 1947. Estuvo presente en las ceremonias más importantes y preparó sus discursos y su audiencia con el papa Pío XII. Durante ese viaje, la Compañía de Jesús le prohibió que se presentara en público junto a Eva. Frente a estas restricciones Benítez decidió dejar la orden jesuita y se secularizó, para pasar a ser un sacerdote diocesano.

            A partir de 1948 tuvo un papel decisivo en la Fundación, de la que fue asesor espiritual y a la que definía como un instrumento de justicia social, de elevación del indigente a la categoría de persona humana. Colaboraban con él más de 62 capellanes y 130 religiosas, que atendían las distintas instituciones de la Fundación. Durante esos años ejerció como docente de Antropología Filosófica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires hasta el golpe de 1955, cuando fue cesanteado. Asimismo, dirigió la Revista de la UBA y el Instituto de Publicaciones de esta universidad.

            Luego de la muerte de Eva, Benítez tomó distancia de Perón, pero no del justicialismo. En 1953 publicó La Aristocracia frente a la revolución y lo dedicó a las comunidades obreras de la capital y del Gran Buenos Aires. Benítez fundamentó su dedicatoria en la certeza de que sus páginas habían nacido en mi sermoneo al descampado por aquellos barrios. Sus escritos reflejan un pensamiento teológico original que colaboró en la formulación de las bases ideológicas del justicialismo.

            Con el golpe del 55, el padre Benítez recibió continuas amenazas y hostigamientos, pese a lo cual permaneció en la casa del barrio Presidente Perón hasta 1957 donde se organizaron distintas acciones de resistencia. Una de ellas fue la redacción del semanario Rebeldía, que circuló entre 1957 y 1958, contó con 47 números y una tirada de 20.000 a 50.000 ejemplares. Allí Benítez plasmó sus diagnósticos acerca del panorama político, así como del lugar de los católicos y de los peronistas en ese momento del país. Colaboraron en él Rodolfo Puiggrós y Eduardo Astesano, entre otros. En ese contexto, mantuvo correspondencia con Perón y con Arturo Jauretche donde discutían sobre las estrategias políticas a seguir. Fue muy crítico del apoyo de una parte del peronismo a Frondizi y desde Rebeldía se pronunciaron por el voto en blanco.

            Hacia fines de esa década y en la siguiente hizo público su apoyo a la Revolución Cubana, al Che Guevara y reivindicó la figura del sacerdote colombiano Camilo Torres. Propició el diálogo entre catolicismo y marxismo y acompañó las iniciativas del MSTM.

            En septiembre de 1970 rezó la misa, junto a Carlos Mugica, en el velatorio de Gustavo Ramus y Fernando Abal Medina, miembros de Montoneros, asesinados por la policía, quienes habían participado del secuestro de Pedro Eugenio Aramburu. Al día siguiente los dos sacerdotes fueron apresados y acusados de incitar a la violencia y elogiar la insurrección.

            Durante el rectorado de Rodolfo Puiggrós en la UBA ocupó por poco tiempo el cargo de director del Instituto del Tercer Mundo y se le otorgó el título de Profesor Emérito.

            Fue muy crítico del “lopezreguismo”, de la dictadura, de las candidaturas peronistas de 1983 y del menemismo. Desde la década de 1980 padecía una polineuritis muscular que lo mantuvo alejado de la exposición pública.

            Falleció el 22 de abril de 1996.

Obras:

Benítez, Hernán, Belleza, amor, filosofía. Buenos Aires, Espasa Calpe, 1941.

Benítez Hernán, ¿Pueden los novios ser castos?, Madrid, Atenas, 1948.

Benítez, Hernán, El drama religioso de Unamuno, Buenos Aires, Instituto de Publicaciones, UBA, 1949.

Benítez, Hernán, La Universidad ante la Reforma de la Constitución. Buenos Aires, UBA-Acción social, 1949.

Benítez, Hernán, “La existencia auténtica”, Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía, Tomo I, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, 1950.

Benítez, Hernán,  La amada del mundo. Buenos Aires, UBA, 1950.

Benítez, Hernán, La Argentina de ayer y de hoy, Buenos Aires,   Subsecretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación, 1950.

Benítez, Hernán, Eva Perón en la plegaria de su pueblo, Buenos Aires, Presidencia de la Nación, Subsecretaría de Informaciones, 1952.

Benítez, Hernán, La Aristocracia frente a la revolución, Buenos Aires, Ed. del autor, 1953.

Fuentes:

“Causas y responsables de la ‘ejecución’ de Aramburu. Habla el padre Hernán Benítez”, en  Cristianismo y Revolución, N° 25,  septiembre de  1970, pp. 5-11

Referencias:

Barral, María Elena, Curas con los pies en la tierra. Una historia de la Iglesia en la Argentina contada desde abajo, Buenos Aires, Sudamericana, 2016.

Buchbinder, Pablo, Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Buenos Aires, Eudeba, 1997.

Cichero, Marta, Cartas peligrosas. La apasionada discusión entre Juan Domingo Perón y el padre Hernán Benítez sobre la violencia política, Buenos Aires, Planeta, 1992.

“Causas y responsables de la ‘ejecución’ de Aramburu. Habla el padre Hernán Benítez”, en  Cristianismo y Revolución, N° 25,  septiembre de  1970, pp. 5-11
Ehrlich, Laura, “Rebeldía, una voz heterodoxa en el periodismo peronista, 1957-1958”, en Travesía, Nº 12, 2010, pp. 85-112

Galasso, Norberto, Yo fui el confesor de Eva Perón: conversaciones con el padre Hernán Benítez, Rosario, Homo Sapiens, 1999.

Mallimaci, Fortunato; Donatello, Luis y Cuchetti, Humberto, “Religión y política. Discursos sobre el trabajo en la Argentina del siglo XX”, Estudios sociológicos, XXIV, 71, 2006.

Pulfer, Darío y Melon Pirro, Julio, “Notas sobre la prensa de la(s) resistencia(s): la rebeldía del padre Hernán Benítez”, Revista MovimientoN° 6, 2018.

María Elena Barral y Lucía Santos Lepera