En el año 1964, bajo el gobierno de Arturo Illia, el peronismo estaba preparando el “Operativo Retorno”. Durante el año se había lanzado el Plan de Lucha de la CGT. En agosto se había creado el Movimiento Revolucionario Peronista con la finalidad de contar con grupos políticos movilizados en favor del regreso del líder exiliado.
Con esa finalidad, también, se había configurado una Comisión especial para los preparativos del regreso integrada por José Iturbe, Andrés Framini, Augusto T. Vandor, Delia Parodi y José María Lascano. A fines de septiembre había reunido a todas las delegaciones del país para aprontar los detalles del regreso de Perón. En ese momento el Partido Justicialista estaba temporariamente habilitado para la acción política.
Para esos días se esperaba la llegada del General De Gaulle al país. Para ello, también, se constituyó una Comisión Especial. El peronismo se movilizó para la ocasión, dando vítores al líder francés, el día 3 de octubre.
El día 8 de octubre, fecha del cumpleaños de Perón, se realizó un banquete de homenaje en el Club Boca Juniors, por parte de las autoridades metropolitanas del Partido Justicialista.
De manera simultánea, desde tiempo atrás, una Comisión Organizadora coordinada por Antonio Cafiero y César Faerman, venía anunciando un gran acto en la Plaza Once para celebrar el 17 de octubre. El lema de la convocatoria era “Por la Pacificación Nacional”. Se anunciaba un Mensaje grabado de Perón y la palabra de los miembros de la Comisión Nacional por el Retorno del General Perón.

Perón atizaba la convocatoria en una carta dirigida al sindicalista telefónico Juan J. Jonch:
“Como ya he insistido, deseo regresar dentro de 1964. Si el pueblo quiere, puede crear las condiciones necesarias. Un 17 de octubre con el peronismo en la calle, con la decisión y energía de 1945, puede lograr esas condiciones. Yo estaré listo y esperando por si ello se realiza.”
La convocatoria estuvo atravesada por las internas del peronismo del momento y no fue de una eficacia absoluta. Pese a ello el fervor popular se hizo notar con su presencia ese sábado en Plaza Once.
En el lugar se había instalado un palco de 30 metros de frente por 4 de profundidad con sus correspondientes gradas. Dos torres, una a cada uno de los costados, hacía lucir en lo alto los retratos de Perón y Eva Perón, sobre el marco de esta última pendían ofrendas florales. Sobre el centro del palco caía una enorme bandera argentina que lucía el escudo peronista y en lo alto del mismo las iniciales entrelazadas de Perón Vuelve.
Desde el día anterior se habían colocado carteles identificatorios de gremios y agrupaciones así como racimos de globos multicolores.
En la madrugada de aquel 17 ya había más de 10.000 personas (algunas estaban allí acampando desde la noche anterior) frente al gran palco desde donde hablarían los oradores. Muchos de los participantes habían llegado desde el interior.
A medida que se acercaba la hora de iniciación, toda la zona (la avenida Rivadavia, Bartolomé Mitre y las adyacentes) quedó cubierta por una muchedumbre que portaba una infinidad de carteles que identificaban su pertenencia gremial, política o barrial. Sorprendía la creciente participación juvenil y se podía percibir otra novedad: la aparición de la Juventud Universitaria Peronista.

Esa noche, en el palco, estuvieron presentes figuras del deporte y del espectáculo comprometidas desde siempre con la causa peronista: el actor, cantante y director de cine Hugo del Carril; el ex campeón mundial peso mosca Pascual Pérez y la actriz Malisa Zini quienes fueron objeto del reconocimiento de la multitud.
Exactamente a las 19.45 se anunció el comienzo del acto. Tras anunciar la presencia de la comisión asesora militar integrada por los general Sánchez Toranzo, Fatigatti, Bianco y el Cnel. Mariano García, se entonó el Himno Nacional y, enseguida y enfáticamente, la Marcha Peronista. Después, se realizó un minuto de silencio por Eva Perón. De manera reiterada se cantó las estrofas de la Marcha del Retorno, grabada por Carlos Acuña en España.
El primer orador fue el doctor Carlos María Lascano, ex decano de la Facultad de Derecho y secretario general del Partido Justicialista quien manifestó que el regreso de Perón era una “decisión definitiva e irrevocable y una necesidad impostergable”. Denunció que el gobierno sostenía las leyes represivas, perseguía a la CGT y extendía sobre el país la sombra de la pobreza y la inflación. Al pertenecer al sector “vandorista” fue interrumpido frecuentemente con el grito insistente de “¡Queremos a Perón!”.
Al cumplirse las 20:25 se rindió un nuevo homenaje a Eva Perón, encendiéndose millares de antorchas y guardando un minuto de silencio.
Luego, habló Andrés Framini con su habitual vehemencia: “Perón se fue en el 55 para no derramar sangre de los argentinos. Con el mismo espíritu quiere volver, y volverá. Ésta es la última oportunidad que le damos a nuestros enemigos, que son los enemigos del país”.
Delia Parodi habló después en nombre de la mujer. Señaló que la convocatoria obedecía a las conquistas logradas en los gobiernos de Perón. Luego recordó a Eva Perón, expresando: “queremos recuperar los restos de Evita. No queremos saber quiénes los profanaron, solo pretendemos venerar su santa memoria…”. Por último, dijo que “Perón pide Paz y Reencuentro. Nosotros decimos que sus queridos y gloriosos descamisados lo acompañarán por cualquiera de los caminos que las circunstancias determinen”.
Augusto Vandor leyó la resolución Nº 1 de la Junta Nacional pro Regreso del General Perón que decía, entre otras cosas, “…se den o no las condiciones para el retorno, los peronistas están dispuestos a luchar en el terreno que fuere necesario para cumplir el reclamo unánime del pueblo y la Nación Argentina”. Anunciaba la puesta en marcha y los detalles de la Operación Retorno.
El último de los oradores fue el Delegado de Perón, Alberto Iturbe. Señaló que Perón regresaría al país haciendo los esfuerzos que tal objetivo requiriera y anunció la reproducción de su mensaje, llegando al momento central del acto. Esta vez, con un equipo de sonido más apropiado que el del año anterior, pudo ser oída adecuadamente:
“Compañeros peronistas: Hace 19 años, en un 17 de octubre como éste, el pueblo argentino obligó para siempre mi gratitud y mi lealtad. Desde entonces han pasado muchos años y han sucedido muchas cosas, pero nuestra mutua lealtad ha sido inmutable. Es que el pueblo no traiciona jamás, los que traicionan son los hombres que pretenden engañarlo para escarnecerlo.
De este conflicto entre los hombres y el pueblo hemos recibido, en estos nueve años, la más amarga lección que pueden darnos los tiempos y los hombres, porque sobre las nobles espaldas del pueblo, bueno y sufrido, gravitan ya las calamidades que cada uno conoce con la elocuencia que los hechos pasados y presentes pueden ofrecerle.
Yo he sufrido en carne propia, porque también soy carne de pueblo, las atrocidades cometidas a impulsos de la pasión inexplicable entre humanos e inconcebible entre hermanos, que marcarán para siempre una fase negra y tenebrosa de la historia argentina. Espero que éste sea el último 17 de octubre que pase alejado de ustedes, porque mi decisión de retorno es irrevocable, no sólo porque lo anhele, sino también porque el destino del país impone la necesidad de terminar con la ignominia del odio, para dedicarnos a su pacificación, punto de partida imprescindible para su reconstrucción indispensable. Con ello probaremos, una vez más, nuestro desinterés y patriotismo, poniendo al servicio de la comunidad nuestro sacrificio, sin pensar siquiera en los hechos que nos han dado y nos dan la razón cada día, porque el sacrificio es siempre más fructífero cuanto mayores y profundos sean los renunciamientos que promueve.
Yo sé que en este 17 de octubre el peronismo está de pie en todo el país esperando mi palabra y mi llegada, por eso he decidido regresar inquebrantablemente en el año 1964, para cumplir como yo entiendo con la Patria y con el pueblo. No tengo intereses ni pasiones que defender, porque a esta altura de mi vida he renunciado a todo, y porque jamás la pasión ha llegado a conmover los dictados de mi deber. Todavía me queda la vida para ofrecerla si ello es preciso para salvar al pueblo de la hecatombe que se vislumbra hacia su porvenir.
Debemos tender la mano de la paz para los que quieran asirse y empeñarnos en la unidad nacional sin odios ni revanchismos suicidas, como un anticipo de la que tenderé personalmente dentro de los 60 días que restan para restaurar la paz que nosotros no alteramos, pero que el país necesita y el pueblo reclama.
Así regresaré, agotando las instancias para que sea con tranquilidad. Pido a la providencia que no sea necesario hacerlo en otra forma, aunque ya no será ni mi culpa ni la del pueblo.
Invoco el recuerdo de la que fue abanderada de los humildes: Eva Perón, que desde la eternidad nos observa para ver si sabemos cumplir con nuestro deber de peronistas y argentinos. Que sus sagrados manes nos protejan e inspiren, para no equivocar el camino de la grandeza que necesitamos para merecer el bien; y que esos mismos manes sean los que inspiren a nuestros enemigos, para que renuncien a sus insidiosos y malignos sentimientos en pro de esa misma grandeza que puede redimirlos de cuanto han hecho.
Que mis últimas palabras sean para evocar la memoria de nuestros héroes y mártires peronistas, que cayeron por la causa del pueblo, sin pedir otra cosa que un lugar en la historia que la Patria y el pueblo reserva para los que saben morir en su defensa.
Desde mi destierro, que quiero honrar, hago llegar a todos los hermanos peronistas un gran abrazo sobre mi corazón”.
Al terminar el acto se recomendó por los altavoces iniciar la desconcentración sin manifestaciones y con tranquilidad. Así lo hizo la mayoría de los asistentes. Ello se vio interrumpido por la acción de quienes debían guardar el orden y la seguridad. El gobierno había desplegado un dispositivo de seguridad con más de 5.000 policías; el corazón de la ciudad estaba virtualmente sitiado por efectivos de a pie y a caballo, en carros de asalto, en jeeps, en automóviles, en autobombas, los “neptunos” y en motocicletas, todo con un despliegue de elementos de combate. A pesar del retiro tranquilo de los participantes, la policía comenzó a lanzar gases lacrimógenos para desconcentrar la multitud. Los accesos hacia la zona del Congreso y hacia el norte de la ciudad habían sido clausurados. Hubo, entonces, corridas, detonaciones, incendios, autos volcados, cristales rotos, heridos, detenidos.
La Comisión Organizadora, en un comunicado posterior, evaluó que se trató de la movilización más importante después de 1955. Repudió el accionar policial que tenía como objetivo la provocación o “malograr la pacífica y ejemplar desconcentración peronista”.
La publicación Retorno titulaba: “El pueblo con Perón. Plaza Once de fiesta en un 17 de octubre memorable”. Con una foto de la concentración en tapa señalaba que se habían reunido 250 mil personas. Ese medio reproducía completa la resolución de la Comisión Nacional Pro Retorno del General Perón, que había anticipado en su discurso Augusto T. Vandor. En contratapa señalaba que “todo estaba preparado para frustrar la gran concentración”, haciendo referencia al amplio despliegue policial realizado por el gobierno.

Fuentes:
Retorno. Número 13. 1 de octubre de 1964.
Retorno. Número 16. 22 de octubre de 1964.
Referencias:
Baschetti, Roberto. Documentos de la Resistencia Peronista. Buenos Aires, Puntosur, 1988.
Cairo, Ángel. El peronismo: sus luchas y sus crisis (1955-1969). En Cárdenas, Gonzalo y otros. El peronismo. Buenos Aires, Carlos Pérez Editor, 1969.
Cao, Guillermo (coord.). Almanaque histórico argentino. Proscripción, represión e insurrección. 1955-1976. Buenos Aires, Barenhaus, 2022.
Caucino, Mariano. Argentina, 1950-1980. Buenos Aires, Doble Hache, 2013.
Castellucci, Oscar. Los 17 de octubre entre 1955 y 1972. Una historia de lucha y represión. En Perón y el 17 de octubre. Buenos Aires, BCN, 2002.
Ehrlich, Laura. La reinvención del peronismo. Buenos Aires, UnQ, 2022.
Darío Pulfer